AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mi amigo el vampiro [Asagi Dunkelheit]
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Mi amigo el vampiro [Asagi Dunkelheit]
Moscú
Tras los planes de viaje no quedaba mucho por hacer, todo en regla en Moscú, la ciudad hermosa que siempre le rodeaba pronto desaparecería de sus ojos para ser remplazada por otra, la mansión quedaría a cargo de los sirvientes y sus hombres de confianza le informarían en todo momento las buenas o malas nuevas de Rusia, además el contaba con su visión remota lo cual le permitía saber si alguien le mentía o tenia algún plan extra escondidillo por entre la mesa, el día esperado había llegado ya, muy temprano por la mañana abordo el barco privado hacía costas francesas estaba muy emocionado realmente, Andy deseaba cambiar de ambiente y tener una vida menos formal y llena de chácharas y procedimientos reales o de conducta estricta sin razón aparente más que mostrar falsa pulcritud y buena apariencia, la cual el tenia más no sus pares o muy pocos.
Una vez en el barco desde la popa observaba como pronto se iba alejando de su hogar, primero el muelle se fue de su vista la cual por cierto era envidiable gracias a su condición, luego los edificios gigantes que siempre relucían a los lejos, pronto solo quedaba espacio y una linea imaginaría en su mente que delineaba el fin del cielo para dar inicio a las olas que la marea generaba, la melancolía le invadió por unos segundos más no había marcha atrás, el viaje estaba hecho para su bien, alejarse de esa mujer que solo torturaba y alejarse de la presión de las esferas altas que seguro pronto le reclamarían e impugnarían por su decisión lo cual realmente le traía sin cuidado alguno a pesar de estar consciente de lo que pasaría, suspiro largo e tendido para luego bajar a la habitación que se había preparado para que descansara en todo el largo trayecto, unos pequeños minutos de silencio para luego romperlos con una carcajada alegre, coloca una silla pequeña de madera delante de la pequeña ventana y quedo así unas horas observando por esta mientras pensaba en quienes dejaba atrás y en lo que podría regalarle el futuro en la bella ciudad de París, las horas pasaban y pasaban el sueño hizo presa de sus huesos, así que no dudo en despojarse de la ropa incomoda junto con el calzado y introducirse dentro de la cama para calmar esa sensación un tanto molesta para él, ,por fin quedo profundamente dormido, los días pasaban y pasaban tan solo deseaba llegar ya.
Días después se podía observar la figura de un hombre muy alto tras un árbol el cual se encontraba frente a la mansión del Duque Andy Chale, ese hombre emanaba ese aire de desprecio y penumbra sin igual, no era la primera vez que aquel hombre frecuentaba las afueras de ese lugar, sin duda buscaba algo o quería hacer algo, algunos sirvientes incrédulos pensaban que era una clase de loco o algo por el estilo, pero no tenían ni idea de que estaban frente a un asesino, la diferencia es que esta vez Andy no se encontraba más en ese lugar que aún no había dejado de ser su hogar.
- Así que por fin hizo lo que pensaba escapar de mi o quizá no sabe que yo existo, de alguna forma debo encontrarlo o Nicolle se pondrá rabiosa.... -
Tan solo el misterioso hombre abandono los aposentos reales de Andy perdiéndose en la oscura niebla de la noche
París - Puerto
Los días habían pasado casi sin darse cuenta, estaba con dentro de una burbuja de pensamientos y deseos junto a esperanzas inconclusas y poco probables o al menos eso creía él, su pesimismo aveces le dominaba o casi siempre, pero por suerte siempre podría regalar una sonrisa a los demás cosa que le hacía sentirse vivo a pesar de todo, con notoria impaciencia se levanto de la cama, se alisto perfectamente para poder estar presentable en publico a su llegada, la cual el deseaba no tuviera tanto lujo ni se hiciera luz, ya bastaba con un barco para un solo pasajero, no quería que se sepa que el era para algunos importante por tener tierras y dinero, así que ordeno que las maletas y pertenencias se colocaran lejos de él así despistar a las masas, todo listo pensó que por fin podría pisar tierra firme, una a la que no estaba acostumbrada claro, pero sin duda alguna no sería mala después de todo, subió a la zona de desembarque, dio un suave beso al broche de su madre y levanto la vista al horizonte logrando tener en frente a la imponente ciudad con aire veraniego y el sol en alto delante de él, sin duda la emoción se haría principal este día, buen humor sobre todo, eso estaba pasando con su interior, alegría luego de la desesperación que acarreo toda esta situación, se detuvo la embarcación pronto la escalera se estiro delante de él así bajo por esta y observo el común ajetreo de todo puerto, sonriendo se aparto de los sirvientes que hacían justo como el había ordenado , lejos sin dejar pistas, avanzo lentamente observando por todos lados a su paso, distintos rostros y aromas que llegaban a él, agradables y otros no tanto pero bueno ya era algo común en Andy tener que soportar cosas desagradables con estos temas, pero de pronto alguien capto su atención de manera más que evidente, un hombre muy joven o al menos eso parecía ser, frente a un pequeño puesto, parecía ser una pescaderia o algo por el estilo, dudo un poco antes de acercarse a el, quería entablar al menos una charla pero echando ojo atrás observaba como casi todo estaba ya dentro de la carroza de carga y la que le llevaría a su lugar de descanso de esta noche delante de esta, aún así se acerco y dio un respiro dudando de su francés, lo sabía de palma a palma pero la pronunciación le resultaba complicada y se sentía un poco tonto al pronunciar mal algunas palabras, se acerco como un cliente más aunque no tenía pensado comprar nada, miraba al hombre de reojo hasta que a esta se le cayeron unas monedas, esos famosos francos franceses que le habían mostrado en el camino, aprovecho aquella situación para hacer contacto, tomo los francos y los levanto sonriendo hacia la mujer - Buenas noches, esto es suyo - le dijo entregándole las monedas que antes habían caído, al levantar tan solo la vista se dio cuenta que era un vampiro - Señor, no pensé que la primera persona que encontraría para hablar en París fuera un vampiro - susurro muy bajo lo último para que solo él lo escuchara - Es un gusto, no sabría decir porque pero a simple vista me pareció una persona interesante, sería bastante agradable entablar alguna conversación, aunque quizá este lugar no sea idóneo, al menos no tan cerca de la gente - De pronto uno de los sirvientes se acerco a Andy - Mi señ... - Andy le cubrió los labios para que no completara la palabra, ya que no deseaba que se sepa que era el Duque de Rusia, de paso intentaba tener al margen esos pensamientos cerca del vampiro, dicen que leen mentes - Estoy ocupado hablando con el caballero, Isai, por favor parte con las cosas al lugar, no te preocupes, yo encontraré el camino de regreso, digamos que tú serás mis ojos - sonrío y ordeno que se marchara - Disculpe señor... - hizo una pausa ya que no conocía su nombre - Mi nombre es Andy Chale y acabo de llegar de Rusia, mucho gusto - estiro la mano sonriendo a ver si le devolvía el saludo y se la apretaba.
Tras los planes de viaje no quedaba mucho por hacer, todo en regla en Moscú, la ciudad hermosa que siempre le rodeaba pronto desaparecería de sus ojos para ser remplazada por otra, la mansión quedaría a cargo de los sirvientes y sus hombres de confianza le informarían en todo momento las buenas o malas nuevas de Rusia, además el contaba con su visión remota lo cual le permitía saber si alguien le mentía o tenia algún plan extra escondidillo por entre la mesa, el día esperado había llegado ya, muy temprano por la mañana abordo el barco privado hacía costas francesas estaba muy emocionado realmente, Andy deseaba cambiar de ambiente y tener una vida menos formal y llena de chácharas y procedimientos reales o de conducta estricta sin razón aparente más que mostrar falsa pulcritud y buena apariencia, la cual el tenia más no sus pares o muy pocos.
Una vez en el barco desde la popa observaba como pronto se iba alejando de su hogar, primero el muelle se fue de su vista la cual por cierto era envidiable gracias a su condición, luego los edificios gigantes que siempre relucían a los lejos, pronto solo quedaba espacio y una linea imaginaría en su mente que delineaba el fin del cielo para dar inicio a las olas que la marea generaba, la melancolía le invadió por unos segundos más no había marcha atrás, el viaje estaba hecho para su bien, alejarse de esa mujer que solo torturaba y alejarse de la presión de las esferas altas que seguro pronto le reclamarían e impugnarían por su decisión lo cual realmente le traía sin cuidado alguno a pesar de estar consciente de lo que pasaría, suspiro largo e tendido para luego bajar a la habitación que se había preparado para que descansara en todo el largo trayecto, unos pequeños minutos de silencio para luego romperlos con una carcajada alegre, coloca una silla pequeña de madera delante de la pequeña ventana y quedo así unas horas observando por esta mientras pensaba en quienes dejaba atrás y en lo que podría regalarle el futuro en la bella ciudad de París, las horas pasaban y pasaban el sueño hizo presa de sus huesos, así que no dudo en despojarse de la ropa incomoda junto con el calzado y introducirse dentro de la cama para calmar esa sensación un tanto molesta para él, ,por fin quedo profundamente dormido, los días pasaban y pasaban tan solo deseaba llegar ya.
Días después se podía observar la figura de un hombre muy alto tras un árbol el cual se encontraba frente a la mansión del Duque Andy Chale, ese hombre emanaba ese aire de desprecio y penumbra sin igual, no era la primera vez que aquel hombre frecuentaba las afueras de ese lugar, sin duda buscaba algo o quería hacer algo, algunos sirvientes incrédulos pensaban que era una clase de loco o algo por el estilo, pero no tenían ni idea de que estaban frente a un asesino, la diferencia es que esta vez Andy no se encontraba más en ese lugar que aún no había dejado de ser su hogar.
- Así que por fin hizo lo que pensaba escapar de mi o quizá no sabe que yo existo, de alguna forma debo encontrarlo o Nicolle se pondrá rabiosa.... -
Tan solo el misterioso hombre abandono los aposentos reales de Andy perdiéndose en la oscura niebla de la noche
París - Puerto
Los días habían pasado casi sin darse cuenta, estaba con dentro de una burbuja de pensamientos y deseos junto a esperanzas inconclusas y poco probables o al menos eso creía él, su pesimismo aveces le dominaba o casi siempre, pero por suerte siempre podría regalar una sonrisa a los demás cosa que le hacía sentirse vivo a pesar de todo, con notoria impaciencia se levanto de la cama, se alisto perfectamente para poder estar presentable en publico a su llegada, la cual el deseaba no tuviera tanto lujo ni se hiciera luz, ya bastaba con un barco para un solo pasajero, no quería que se sepa que el era para algunos importante por tener tierras y dinero, así que ordeno que las maletas y pertenencias se colocaran lejos de él así despistar a las masas, todo listo pensó que por fin podría pisar tierra firme, una a la que no estaba acostumbrada claro, pero sin duda alguna no sería mala después de todo, subió a la zona de desembarque, dio un suave beso al broche de su madre y levanto la vista al horizonte logrando tener en frente a la imponente ciudad con aire veraniego y el sol en alto delante de él, sin duda la emoción se haría principal este día, buen humor sobre todo, eso estaba pasando con su interior, alegría luego de la desesperación que acarreo toda esta situación, se detuvo la embarcación pronto la escalera se estiro delante de él así bajo por esta y observo el común ajetreo de todo puerto, sonriendo se aparto de los sirvientes que hacían justo como el había ordenado , lejos sin dejar pistas, avanzo lentamente observando por todos lados a su paso, distintos rostros y aromas que llegaban a él, agradables y otros no tanto pero bueno ya era algo común en Andy tener que soportar cosas desagradables con estos temas, pero de pronto alguien capto su atención de manera más que evidente, un hombre muy joven o al menos eso parecía ser, frente a un pequeño puesto, parecía ser una pescaderia o algo por el estilo, dudo un poco antes de acercarse a el, quería entablar al menos una charla pero echando ojo atrás observaba como casi todo estaba ya dentro de la carroza de carga y la que le llevaría a su lugar de descanso de esta noche delante de esta, aún así se acerco y dio un respiro dudando de su francés, lo sabía de palma a palma pero la pronunciación le resultaba complicada y se sentía un poco tonto al pronunciar mal algunas palabras, se acerco como un cliente más aunque no tenía pensado comprar nada, miraba al hombre de reojo hasta que a esta se le cayeron unas monedas, esos famosos francos franceses que le habían mostrado en el camino, aprovecho aquella situación para hacer contacto, tomo los francos y los levanto sonriendo hacia la mujer - Buenas noches, esto es suyo - le dijo entregándole las monedas que antes habían caído, al levantar tan solo la vista se dio cuenta que era un vampiro - Señor, no pensé que la primera persona que encontraría para hablar en París fuera un vampiro - susurro muy bajo lo último para que solo él lo escuchara - Es un gusto, no sabría decir porque pero a simple vista me pareció una persona interesante, sería bastante agradable entablar alguna conversación, aunque quizá este lugar no sea idóneo, al menos no tan cerca de la gente - De pronto uno de los sirvientes se acerco a Andy - Mi señ... - Andy le cubrió los labios para que no completara la palabra, ya que no deseaba que se sepa que era el Duque de Rusia, de paso intentaba tener al margen esos pensamientos cerca del vampiro, dicen que leen mentes - Estoy ocupado hablando con el caballero, Isai, por favor parte con las cosas al lugar, no te preocupes, yo encontraré el camino de regreso, digamos que tú serás mis ojos - sonrío y ordeno que se marchara - Disculpe señor... - hizo una pausa ya que no conocía su nombre - Mi nombre es Andy Chale y acabo de llegar de Rusia, mucho gusto - estiro la mano sonriendo a ver si le devolvía el saludo y se la apretaba.
Andy Steklov Chale- Licántropo/Realeza
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Re: Mi amigo el vampiro [Asagi Dunkelheit]
Adoraba el oleaje de las olas, escuchar su peculiar sonido, ver como reventaban en las rocas, me imaginaba ahí contemplando el mar, a solas cerrando los ojos y dejándome llevar por el sonido de las gaviotas, pero mientras me enfrascaba en estos pensamientos, algo me hizo desconcertarme, el famoso barullo de la ciudad, era tan molesto algunas veces, baje la mirada como delineando con esta cada ladrillo que conformaba el camino, ahora estaba solo, era eso lo que tanto quería y no estaba precisamente en mis cabales, había entrado en un estado catatónico, después de aquellos episodios de distancia con esa persona, ridículamente me pareció que ya nada tenía sentido, pero, siempre había estado solo. Sin embargo aquella noche al admirar el firmamento solo le añoraba a él. Pase los recuerdo de un momento a otro tan lejanos y distantes, la hermosa Italia, su gente y sus colores, aquellas praderas que de anochecer se contemplaban magnificas, empecé a divagar mientras caminaba sin rumbo fijo, sin darme cuenta de adónde iba, dejaría que el viento me arrastrase cual hoja de otoño hasta dejarme ahí con un cuerpo casi quebrantable.
Algunos pequeños niños paseaban a mi alrededor jugando sin temer a nada, solo lo hacían, pude sentirme sonreír al verles, al menos algo me estaba distrayendo de todo aquello, pero sin darme cuenta y torpemente fui llevado a donde el puerto, a donde el mar, sentía una especial conexión, mis orbes completamente azules juntándose con el corazón de las aguas, recordé un pequeño cuento acerca del príncipe del mar, me quede un rato contemplando las olas, haciendo que el viento alzara mis cabellos en vuelo, el reflejo alto de la luna azulada en añil se reflejaba como un camino sobre las aguas y las montañas verdes eran sombras oscuras bajo aquella contemplación divina.
Deje de armonizarme con el ambiente, para encaminarme a algo mejor, entre la gente que desembarcaba, había recordado que al menos podía hacer algo, llevar un poco de comida al orfanato, así que sin más me dirigí a ese lugar, pero de un momento a otro, el perfume familiar me confundió haciendo tirar los francos, me quede casi paralizado, preguntándome si la persona que deseaba en ese momento se encontraba ahí. Pero de un momento a otro, alguien menciono en un susurro oculto lo que era.
Observe al caballero, con ese acento, su físico era peculiar, esos cabellos castaños y ese perfil de imponencia, ladee el rostro frunciendo el ceño, casi sin expresión alguna, después agudice los músculos del rostro para poder emitir palabra alguna, el olor de su sangre era común, así ya lo reconocía, pertenecía a esa maldición de luna. – Tampoco imagine entablar conversación con un Licántropo – susurre muy quedito casi moviendo los labios, guiñándole el ojo en forma de broma. Parecía de aspecto importante, en cuanto vi a sus sirvientes pero por el tono peculiar de su voz, seguro que no era más que alguien de clase alta – Un placer Monsieur Chale, Dunkelheit es un placer, y más informales, Asagi, Asagi Dunkelheit. – sonríe al darle la mano para estrecharle, sin ningún sentimiento ajeno de por medio.
Algunos pequeños niños paseaban a mi alrededor jugando sin temer a nada, solo lo hacían, pude sentirme sonreír al verles, al menos algo me estaba distrayendo de todo aquello, pero sin darme cuenta y torpemente fui llevado a donde el puerto, a donde el mar, sentía una especial conexión, mis orbes completamente azules juntándose con el corazón de las aguas, recordé un pequeño cuento acerca del príncipe del mar, me quede un rato contemplando las olas, haciendo que el viento alzara mis cabellos en vuelo, el reflejo alto de la luna azulada en añil se reflejaba como un camino sobre las aguas y las montañas verdes eran sombras oscuras bajo aquella contemplación divina.
Deje de armonizarme con el ambiente, para encaminarme a algo mejor, entre la gente que desembarcaba, había recordado que al menos podía hacer algo, llevar un poco de comida al orfanato, así que sin más me dirigí a ese lugar, pero de un momento a otro, el perfume familiar me confundió haciendo tirar los francos, me quede casi paralizado, preguntándome si la persona que deseaba en ese momento se encontraba ahí. Pero de un momento a otro, alguien menciono en un susurro oculto lo que era.
Observe al caballero, con ese acento, su físico era peculiar, esos cabellos castaños y ese perfil de imponencia, ladee el rostro frunciendo el ceño, casi sin expresión alguna, después agudice los músculos del rostro para poder emitir palabra alguna, el olor de su sangre era común, así ya lo reconocía, pertenecía a esa maldición de luna. – Tampoco imagine entablar conversación con un Licántropo – susurre muy quedito casi moviendo los labios, guiñándole el ojo en forma de broma. Parecía de aspecto importante, en cuanto vi a sus sirvientes pero por el tono peculiar de su voz, seguro que no era más que alguien de clase alta – Un placer Monsieur Chale, Dunkelheit es un placer, y más informales, Asagi, Asagi Dunkelheit. – sonríe al darle la mano para estrecharle, sin ningún sentimiento ajeno de por medio.
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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Re: Mi amigo el vampiro [Asagi Dunkelheit]
El vampiro se mostraba imponente y seguro frente a él - Un gusto señor Dunkelheit, lo bueno de los encuentros inesperados es que casi siempre te sacan una larga y grata sonrisa, ¿No lo cree así?, aunque a veces no tan gratas, en este caso grata y presiento que quedara con esa temática, no sé pero usted capto mi atención, la verdad que, su físico resalta entre la gente común y corriente, al menos esta noche y en este puerto lo hizo – de pronto noto claramente como Isai se acercaba a ellos y antes que dijera algo indebido le cayó por completo colocando la mano sobre su hombro y hablando sobre su voz - Tranquilo Isai, avísales que voy en poco - suspiro y le vio marcharse – lamento la interrupción, siempre es la misma historia con ellos, tienen buenas intenciones pero algunas veces resultan sofocantes, señor Dunkelheit me gustaría seguir charlando con usted y la verdad por el panorama, parece que ambos tenemos asuntos que resolver, ¿no le parece?, usted debe entregar ese pescado a quien sea que deba recibirlo, lo digo ya qué dudo que le guste el pescado o la sangre de pescado, ¿no? – soltó una pequeña carcajada por la broma – y por mi parte debo marchar hacia lo cual será mi morada temporal, hasta encontrar un lugar decente para vivir en esta hermosa ciudad, ya sabe como son las cosas cuando uno es nuevo y conoce nada, debe adaptarse muy bien y reconocer muy bien lo que le rodea, para luego poder disfrutarlo a plenitud , sin más me gustaría decirle que esta charla deseo continúe, tal vez en un par de horas, no le obligo o ordeno para nada, pero volveré aquí en unas cuatro horas, me alegrara encontrarme con usted si decide así venir – se despidió estrechando la mano del vampiro y se giro en dirección a la carroza donde le esperaban los sirvientes que tanto detestaba tener, pronto abandono el puerto sobre el transporte observaba las calles con tranquilidad, maravillado por lo hermoso que es París, todo lo que se había perdido por vivir siempre bajo las responsabilidades de aquella y tormentosa cadena llamada “Moscú” , Duque de Moscú, lo detestaba y en parte lo amaba, su mujer se encontraba lejos sin pista de él, sin duda alguna le debe estar lastimando y debería estar preocupada, pero ese momento infantil en el que decidió escapar de todo, parece ser que pronto tendrá que pedir disculpas y recompensar todas sus acciones infantiles, el problema sería, ¿Cuándo?, ¿tendría el valor de volver?, enviar una cara sería demasiado cobarde, pero todos sus pensamientos se dispersaron al escuchar la voz de Isai – llegamos amo Andy – tras esto se bajo e ingreso al lujoso hotel, ya todo reservado, increíblemente le habían pedido la habitación del último piso, quizá si fuera un ser humano común no le hubiera gustado tanto la idea, pero esto apenas y era un ejercicio para él, el mismo subió dos pesadas maletas, pesadas para cualquiera, no para seres como él, al fin llego a su habitación y los demás fueron a las respectivas, se tranzo en un sueño de unas dos horas y luego se levanto más repuesto, extrañado por la hora y por su sueño se levanto y suspiro aún angustiado, pero sin más se levanto, se coloco una muda de ropa, bajo lentamente y con tranquilidad por las escaleras, una vez en la calle intento recordar el camino de vuelta al puerto, con gran habilidad comenzó a caminar hacia él, no pidió ni una carroza, ya qué no quería que nadie supiera de su salida, ,estaba bastante harto de tener miradas sobre él y sobre quien le acompaña, luego de casi una hora y tanto de caminar llego nuevamente al puerto, ya era de madrugada, entre la una o las dos, no tendría clara la hora ya que no llevaba reloj, tan solo le importaba ante la obscuridad que lo que brillara arriba no fuera luna llena, porque perdería el control y la esencia de lo que realmente es, se coloco delante del puesto ya cerrado y suspiro aún pensando en su esposa, pero cambio la cara, en un afán de estar alegre ya que si el vampiro volvía no podría estar con aquel humor para recibirlo, de alguna manera tenía esperanza o estaba seguro que aquel hombre volvería, encontró una pequeña mesa suelta al lado de una tienda abandonada, se sentó allí y con tranquilidad observo hacia el mar.
Andy Steklov Chale- Licántropo/Realeza
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Re: Mi amigo el vampiro [Asagi Dunkelheit]
Las aguas del mar se agitan sobre el barullo que hace la gente al pasar, soy yo quien se encuentra con un rostro nuevo y una boca parlanchina, he salido sin más recato, lo único que quiero es permanecer ahí junto a las aguas mirando el oleaje, no deseo más, que la pura tranquilidad el hombre se me acerca y empieza a hablar de encuentros, si, muchos encuentros la mayoría fallidos para mí, me remeto a las primeras veces que toque estas calles, después de estar en Londres, viejos recuerdos y en ese entonces luche contra los de su especie, este es un joven licántropo que aseguro no es de aquí ese tinte parisino no le queda, pero no me importa indagar al fondo.
-Se lo agradezco- es lo único que puedo decir al respecto conforme sus halagos, no me queda más que dirigirme al orfanato, con sus palabras resplandecientes, pero ¿Qué puedo hacer?, apenas doy un paso en falso con aquel pescado pienso en mil posibilidades de dejar abandonado a ese ser, no quiero involucrarme en la vida de los demás de no ser la mía, llevo a cuestas una cruz interminable de reacciones, una eternidad enferma y efímera que agarra más fuerza sobre de mí de la que jamás imagine.
Llego donde los niños, que amables parecen al ser dócilmente educados por las monjas del lugar, dejo la carga ahí, no es mucha pero al menos tendrán un festín uno que les ayude para este invierno, me despido de las personas, el frío del otoño golpea fuerte anunciando al invierno, que hermoso parece, no sé cuándo deje de escribir poesía dentro de mis ideas tampoco se cuando deje de interesarme en la gente, me volví egoísta al adoptar a un ser en mi ‘vida’.
Cuatro horas, cuatro agotantes horas viniendo de aquí allá, con una tranquilidad sumamente enorme, me siento a ver las olas, a caminar sobre de ellas, no corro peligro estoy en aquel lago donde anteriormente me encontraba, sigo pensando en aquel licántropo, ¿Qué pasara si voy?, eso solo mis pasos lo descubrirán y ahí estoy frente a él, con esa enorme duda que me inunda de apoco ¿Por qué ha decidido conocerme?, ¿Qué es lo que tenemos en común?, ¿Quiere ser mi amigo?, sí, seguramente.
Le observo pensativo, dentro de sus propias ideas, de sus recuerdos, el olor de las olas sienta tan bien. – De nuevo buenas noches – saludo con un énfasis bastante claro, bastante sereno y con la expresión de caballero que me caracteriza.
-Se lo agradezco- es lo único que puedo decir al respecto conforme sus halagos, no me queda más que dirigirme al orfanato, con sus palabras resplandecientes, pero ¿Qué puedo hacer?, apenas doy un paso en falso con aquel pescado pienso en mil posibilidades de dejar abandonado a ese ser, no quiero involucrarme en la vida de los demás de no ser la mía, llevo a cuestas una cruz interminable de reacciones, una eternidad enferma y efímera que agarra más fuerza sobre de mí de la que jamás imagine.
Llego donde los niños, que amables parecen al ser dócilmente educados por las monjas del lugar, dejo la carga ahí, no es mucha pero al menos tendrán un festín uno que les ayude para este invierno, me despido de las personas, el frío del otoño golpea fuerte anunciando al invierno, que hermoso parece, no sé cuándo deje de escribir poesía dentro de mis ideas tampoco se cuando deje de interesarme en la gente, me volví egoísta al adoptar a un ser en mi ‘vida’.
Cuatro horas, cuatro agotantes horas viniendo de aquí allá, con una tranquilidad sumamente enorme, me siento a ver las olas, a caminar sobre de ellas, no corro peligro estoy en aquel lago donde anteriormente me encontraba, sigo pensando en aquel licántropo, ¿Qué pasara si voy?, eso solo mis pasos lo descubrirán y ahí estoy frente a él, con esa enorme duda que me inunda de apoco ¿Por qué ha decidido conocerme?, ¿Qué es lo que tenemos en común?, ¿Quiere ser mi amigo?, sí, seguramente.
Le observo pensativo, dentro de sus propias ideas, de sus recuerdos, el olor de las olas sienta tan bien. – De nuevo buenas noches – saludo con un énfasis bastante claro, bastante sereno y con la expresión de caballero que me caracteriza.
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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