En la oscuridad (Asagi Dunkelheit)

Hermoso angelito que dios pone ante mis ojos, hermosos tus cabellos y tu sonrisa, quien diría que criaturas tan inocentes son el placer de esta bestia noctambula que busca satisfacer sus deseos cada noche y es un animalillo el que recorre tu sonrisa y dibuja una tierna sonrisa, si, es eso, eres tú mi próxima satisfacción, ¿Cómo te he de encadenar a un sueño?

Te alzo entre brazos, junto con el animalillo divino que maúlla de hambre - ¿Cómo te llamas? – sonrío amablemente, ah, tus ojos son tan azules como los míos, veo que podemos congeniar, acaricio tu mejilla con la mano que me queda libre, te ves hermosa, preciosa, ah, nunca tuve hijos, nunca conocí que es proteger algo de mí mismo linaje, es ella quien me transporta directamente al bosque de mi niñez. - ¿Dónde están tus padres? – eso no me importa… lo que deseo es tenerte entre mis brazos, que claves tu mirada directamente en la mía.

Y atacar tu cuello hasta succionar todo tu pequeño ser, seco tus lagrimas con mis fríos y congelados dedos, sobre las hermosas mejillas rosadas que cargas, - Es un precioso animalito, como tú… - halago de una manera hermosa, quiero cautivarla y ser padre esta noche, vamos déjame mostrarte la diversión pequeña hija mía.

Es una hermosa niña, demasiado y cautiva mis sentidos, cada uno de ellos, su piel, su voz, su calor, hasta aquellos orbes color cielo, todo es como un cielo, una expectativa del más dulce ‘bocadito’, la sangre de los humanos en esta edad es maravillosa el sabor único, ¿Qué pudo hacer esta noche?, quizá entregue su cadáver en puerta de la casa de sus padres ahora que se su nombre, observo sus manitas y el gato da un salto cuando ve a su aparente ‘mamá y sus hermanos’, sale huyendo, mientras quedamos ambos.

Me observa fijamente, no quisiera, pero necesito hacerle caer en un sueño, quiero que vea el paraíso y ese ‘final feliz’ como en los cuentos que las niñas relatan entre sí, no tengo hijos, nunca los tendré así que soy una bestia sin corazón. –Observa tu paraíso, cautívate con la belleza y déjate llevar por el hechizo de mi mirada… Celestine… - apenas pronuncio mirándole más fijamente.

Que susceptibles son los humanos, entre más pequeños mejor, a lo lejos solo el viento se escucha, quiero arrastrarle a lo que más desea, que vea en mi todo lo que ha deseado. –Solo obsérvame pequeña – sonrío con la intención de engatusarle y llevarle a sus sueños y deseos más profundos.

Perdóname la demora, aquí un pequeño secreto, estuve un poco enfermo de gripa y no tenía muchas energías, como se me ha venido notando, perdóname.

Su nombre resuena en mis oídos, es una hermosa chiquilla, sus deseos, ¿Amor y familia?, me he distraído tenemos eso en común jamás me puse a indagar en los deseos de alguien más, menos de un niño, tienen esa sensibilidad, esa inocencia, aquello que perdí, pero ella y yo… Tuve a mis padres, pero los perdí de niño, la verdad no recuerdo, esas cosas de mortales no me interesan, mi vida fue casi un reflejo pañoso, no se distinguir que es verdad y que no lo es.

Aun así contemplo a mí cena… Una dulce niña que pronto será mía a la que sus padres encontraran muerta, sin corazón y sin una gota de sangre, dejo que corra, que se estremezca en ese lugar que tanto añoro, me acerco suavemente a su piel, la sombra del minino se ha ido ya, mis filosos colmillos recorren su suave piel, siento como lentamente mi boca se abre.

Empiezo a clavarlos penetrando frágilmente ese calor, la sangre que emana de la herida me hace enloquecer, la succiono tan lentamente su sabor, su calor, su esencia es lo más delicioso, la quiero llevar lejos a un trance del cual no pueda salir jamás… Pero, ¿Quién es?, ¿Quién interrumpe que agote el cuerpo de la pequeña?, ¿El viento?, no, no es eso.

Aun pegado es su piel, sacando apenas los colmillos mi apacible e inexpresivo cambia de expresión, ella tiene deseos de ¿Amor?, ¿Qué clase de amor carece una niña?, mis orbes contemplan un bosque donde ya están escenas de mi mortalidad, ¿Quién toca?, observo una figura unos orbes tan azules mirándome fijamente, camino, son plumas, son pétalos azules entre la tenue neblina, ¿Por qué he volado a estos recuerdos?, dentro de este trance veo esa sombra llamándome, nace el tiempo, nace la felicidad y la tristeza se desvanece, ¿Acaso esta pequeña me ha llevado al mundo que desea?

Un viejo hogar, ¿Quién es la sombra?, esos orbes, esos maravillosos iris azules me miran con amabilidad, no es una sombra, cobra vida, me envuelve en su calidez, ¿Esto es amor?, siento que todos mis recuerdos del presente se borran, es como si disipara el monstro que soy, volví al pasado… ¿Será esta persona alguna de las que me dio la vida?...

Despierto, me separo de la pequeña, todo fue borrado, todo fue un sueños eso me repito mientras le observo abrir los ojos, aun veo las dulces plumas en la niebla y la cálida luz dirigirse, ¿Qué tiene de especial esta pequeña, que no he acabado con ella? Me quedo observado… Solo eso.

No es posible que los recuerdos que son un sacrilegio, una caja de preguntas sin respuestas a mi mente lleguen de esa manera, tan golpeada, es el azul, la penumbra del bosque de los recuerdos, su sangre recorre mi ser con el calor de la inocencia, como si abriera las puertas que por años han estado atascadas de míseros pecados que no merecen el perdón de dios, el viento parece soplar fuerte, es increíble que en ese firmamento nocturno se pueda vislumbrar un solo dejo de tristeza de mi humanidad.

Y ahora semejante luna me remota a un infinito libro que es cubierto con la espesa neblina, dejándome ver el pájaro azul sobre aquel castillo donde fui concebido, porque los deseos tan tiernos de esta pequeña criatura en mis manos me hacen navegar en las aguas de una voz, una simple y dulce voz, son las sombras parisinas las que me atrapan, me siento humano, una simple niña, querubín del cielo tocada por las manos de un demonio como yo, abrazo su cuerpo al tibio roce de mi piel, puedo sentir, sentirme vivo, llenarme de ella.

Mi vista se nubla y mi mente divaga como si estuviera conectada al alma de aquella niña, Celestine, es un color, es lo que representa vida, cierro los ojos cuando le noto el respirar más lento y denso, dejándome en un trance fatal, aquel castillo, aquel hogar que antes fue mío, de mi niñez no se nada, de mis padres, los brazos calurosos de mi madre, ah, los recuerdo pero son lejanos ahora.

Solo quiero encontrar a la silueta y revelar su figura, las estrellas dejan ver el reflejo de lo maravilloso que es este sueño, pero despierto, debo hacerlo, no debo fundirme donde la soledad, donde mis pecados mas aterradores, ¿Arrepentido?, ¡Nunca!, he matado niños, como ella, como ella quien osa a conquistar una parte de mí, no quiero permitirlo, seria fácil penetrar su pecho y extraer tal corazón para devorarlo, así tiraría su dulce cadáver en las aguas de un arrollo sobre las hojas del otoño.

Así sus padres estarían cargando con un pecado aun más atroz, el de dejar a ella a manos de una bestia como lo soy yo, le acuno entre brazos, pero uno de ellos muestra las garrar vampiresas que poseo, queriéndose abalanzar contra el pecho y se detienen, porque la hermosa expresión angelical me posee.

Esta criatura, esta niña, tengo deseos encontrar de todo lo que soy, por un lado quiero ver como los gusanos nacen en su interior para carcomerle la sangre seca que he dejado, pero aquellos recuerdos que ella con inocencia me ha traído son más fuertes, no puedo desconectar mis sentimientos del hilillo de sangre que ahora compartimos… - ¿Quién eres? – Mis labios formulan la pregunta que tantas veces me hago al verle entre mis brazos con ese brillo en la oscuridad, es una estrella celeste que me vino a calcinar este deseo de matar.

Quiero escapar de este lugar, de los brazos de esta niña, pero su sangre ha penetrado hasta mis entrañas, haciéndome perder la cordura de una manera que no creí posible, he saboreado a lo largo de este tiempo sangre de todo tipo de niños, los he asesinado de una estocada, pero esto es algo que nunca he experimentado, he luchado porque la frialdad que poseo sobre pase los limites de la sangre humana para no sentir lo que mi victima llamaba vida, pero ahora toda la maldad pareciera haberse disipado, me niego a matarla, con lo fácil que me sería.

El panorama cambia como las estaciones sobre esta bella ciudad, como si fuera una hoja otoñal que ha perdido su color, me envuelven y desaparecen dejándome solo, se siente como si fuera el único en el mundo. Pero aquella voz… ‘Asagi’ esa voz, resuena como una melodía única, como si ese tono de voz dulce, amable, que me transporta a una paz infinita, invadiera mi cuerpo dejándome anonadado en ello.

Una mujer, largos cabellos negros, piel blanca, ojos… Ojos azules como los de un mar, cargan a un bebe en brazos, arrullándolo con amor, con calidez acariciando su pequeño rostro, cantando aquella canción que grabada en mis mas recónditos recuerdos se encuentra, trato de acercarme aun estando de pie, pero el sol que atraviesa el cuarto me lo impide, vigilo de entre sombras a la mujer. Pero de un de repente ella me dedica una mirada.

Sus ojos, ese color hermoso, tan celeste, me tienen confundido, me ha visto, me sonríe, y se acerca con el niño en brazos, tocando mi mejilla, puedo sentir su tacto, sus ojos son los míos, cierro los parpados, se siente bien, ella, es mi madre… Me entrega al niño en brazos y cuando observo al pequeño, ella se ha ido, no puedo seguirle…

Despierto de semejante recuerdo, parpadeo una y otra vez y el claro de Luna solo me muestra una cosa, es la niña quien duerme en mis brazos, a la cual he escuchado musitar, lento pero audible, no me lamento por haber tomado un poco de ella, porque me ha hecho entrar en un cacho de esa humanidad, no hay más – Celestine Qué eres, pequeña?... No eres humana, lo aseguro... Eres como un bello ángel... – Murmuro, tomándola y caminando lejos de ese lugar, necesito regresarle el favor, esa niña, su sangre tiene algo que me esta volviendo loco, acaricio su frente y le acurruco con el abrigo, llevándola más lejos de su hogar. Abrazándola para acurrucarla entre mis brazos, con un sentimiento de paternidad que no es posible.

El viento corre desenfrenadamente por mi cuerpo, sintiendo la tibieza de la sangre recorrerme lentamente, este sonido azul de la oscuridad y el pequeño gato que estaba en sus brazos se interpone en mi camino viéndome fijamente y huyendo entre las sombras, como fielmente sigo los instintos paternos, ese maldito sueño que no para de perseguirme, Celestine dueña de una parte vulnerable y tan humana de mí, y escucho mi nombre entre las penumbras de ese recuerdo al mirarla, ¿Cómo la sabido?, todo se avecina a mí como dos grandes olas, como si se inundaran mis sentidos y se dislocaran uno a uno, aquello no puede ser posible, las plumas que nos trasportaron esa noche a ese sueño no existen, mi mente esta aturdida después de esto.

Si pudiera componer una canción solo para ella lo haría recordando un sueño, fundiéndome en un deseo aquella melodía de piano que algún día llevara su nombre, al ver como se aferra a mí de esa dulce manera me parece de lo más tierno, como si quisiera proteger de dicho ángel del cual me he alimentado, lamo una vez más su herida con tal de que cierre lo más pronto posible y le acurruco entre mis brazos para dirigirnos a otro lugar, no se exactamente donde vive podría con solo mirar en su mente pero meterme en ella será un peligro como lo he hecho en sus sueños.

Le abrazo de tal manera que no pueda huir, de alguna forma quiero que sienta un calor que no existe aquí al menos no en mis brazos, debo buscar un refugio algo que la haga sentir más en paz que solo aferrarse a mi camisa, esos cabellos dorados que tiene y aquel tinte de sus ojos, solo quiero protegerla esta noche no importa donde la lleve, no puedo llevarla a casa, seria imposible por ahora, le llevo en un hotel donde todas las personas que nos rodean piensan es mi hija, una linda y hermosa hija, quizá ni siquiera nos conocemos, pero si seria como una hija propia, le recuesto en la cama con la intensión de hacerle dormir, sin despegarme de ella recostándome a su lado y admirando la forma angelical en la que sueña.