AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Edgar Braud
2 participantes
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Edgar Braud
"Al ocaso cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán"
-Nombre del Personaje: Edgar Braud
-Edad: Aparenta unos 25 y es aproximadamente su edad real (26)
-Especie: Vampiro
-Tipo y Clase Social: Clase Alta
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: París, Francia
-Habilidad/Poder:
- Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando mas rápido que un humano normal.
- Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
- Telepatía: Habilidad para comunicarse mentalmente con otros, rompiendo las barreras de la distancia. Leer las mentes de los demás.
- Control mental: Poder para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona.
- Sentido del peligro: Habilidad para percibir el peligro personal. Es una forma limitada de precognición.
-Descripción Física:
Su pelo es totalmente oscuro, muchas veces un tanto desordenado, lacio y llegando a rozar sus propios hombros. Algo que llama la atención en él es su extraña nariz perfilada y respingona y sus ojos amplios de un marrón que casi roza el ámbar pero, seamos realistas, en si mismo Edgar no es el hombre más atractivo o llamativo que encontrarás en esta extensa ciudad, al menos a simple vista.
La verdad es que eso le importa más bien poco y lo deja claro con su aspecto un tanto desaliñado por el que más de una vez ha recibido alguna reprimenda por parte de su Creadora. El vello facial no suele ser un problema ya que se le podría considerar casi imberbe y es precisamente ese rasgo, junto con la aparente suavidad de su piel y sus rasgos casi delicados, el principal causante de su aspecto más añiñado e inocente.
Su estatura compagina con la media de la época, no sobresale de la media para bien ni para mal, sin embargo sí que hay que admitir que resulta poco corpulento para tratarse de un varón.
La moda no es precisamente una de sus preocupaciones sobretodo porque nunca tuvo demasiados recursos como para estar pendiente de ella. Aún así es capaz de elegir atuendos relativamente elegantes que últimamente su creadora prácticamente le obliga a vestir, eligiendo muchas veces los tejidos y colores con los que se confeccionan sus trajes y corbatas.
- Spoiler:
-Descripción Psicológica:
Edgar es de ese tipo de personas que apenas puede contener su creatividad. Idealista y soñador empedernido, incluso cuando está despierto, es habitual verle las puntas de los dedos ennegrecidos debido a la tinta que se escapa y ensucia sus manos tras horas continuadas de escrituras en sus numerosas libretas y partituras. Siempre es un buen momento para dejar fluir sus ideas, al menos bajo su punto de vista, lo malo es que la mayoría no ven con tan buenos ojos que alguien pierda tanto el tiempo con supuestas estupideces que en realidad no llevan a ninguna parte. Resulta difícil convencer al resto de que no se trata de una pérdida de tiempo a menos que se sea un escritor de nombre pero él es paciente así que es capaz de resignarse sin darle mayor importancia a las miradas fulminantes y los comentarios y críticas a sus espaldas. De todos modos el nivel de las mismas ha descendido considerablemente desde que se le ve acompañando a Nypheria durante las largas noches parisinas. Al parecer vestir con ropajes de calidad y vivir en una mansión son suficientes motivos para poder hacer, al menos con mayor libertad, lo que se le venga en gana.
Su mente es una fuente insaciable de curiosidad y por tanto de información. Muchas veces ha llegado a meterse donde no debía, a veces con duras represalias al respecto, pero aún así no se arrepiente de ello y es lo que le ha brindado un pequeño círculo de contactos en el mundo del periodismo bastante interesante para los que todavía, de vez en cuando, escribe artículos y columnas de opinión o reportajes concretos sobre sucesos de importancia.
Siempre ha sido un joven bastante extrovertido y con iniciativa propia, que ha tenido que aprender a desenvolverse y sobrevivir solo en la extensa y exigente París. Es de suponer por ello que sus ideas son bastante claras, por lo que es bastante maduro teniendo en cuenta su edad. Siempre ha sido responsable a pesar de pecar de ser demasiado soñador pero últimamente su vida ha dado un giro completo tras el descubrimiento de la verdadera vida nocturna y tenebrosa de la ciudad por lo que se encuentra algo más confundido y perdido de lo habitual. Sigue dispuesto a ser optimista, a ofrecer su ayuda a los que la necesitan y a sonreír cuando así lo cree oportuno pero ahora tiene que lidiar con una parte de él oscura y bestial que a veces le asusta y otras le fascina por completo. Inmortal pero muerto, poderoso pero cruel. Las contradicciones se suceden minuto tras minuto y las advertencias y peligros son más numerosos que nunca, por eso se ve obligado a obedecer más veces de las que quisiera las indicaciones y consejos (no siempre bienintencionados) de su Creadora.
Su experiencia con el sexo opuesto en cuanto a relaciones íntimas se refiere es bastante escasa. Nunca ha tenido demasiado tiempo para ello ya que se ha visto obligado a trabajar un número considerable de horas para conseguir algo que llevarse a la boca y ahora que las cosas han cambiado apenas sabría por donde empezar. De todas formas su actitud es la de todo un poeta romántico así que tampoco sería capaz de sucumbir a algo tan trivial como una simple tentación o deseo.
"En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas"
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas"
-Historia:
Edgar Braud, nacido en mitad del más pestilente de los mercados de los bajos fondos de París y causante de la muerte inmediata de su propia madre, una pobre desgraciada violada por un desalmado del que nada más supo después de tal acto. El llanto del niño apenas captó la atención de los allí presentes que se limitaron a ignorar la grotesca escena de muerte y vida hasta que un agente de la ley pasó por el lugar y decidió llevarse al recién nacido a uno de los conventos de las afueras de la ciudad.
En él Edgar creció y en cierto modo prosperó con bastante fortuna, dentro de sus posibilidades. La vida en el convento fue siempre estricta, llena de responsabilidades, obligaciones y ataduras pero a su vez disponía de un lugar en el que dormir, de hermanos y maestros con los que poder conversar y de una educación que muchos hubieran envidiado. Allí aprendió a escribir y a leer, conoció en profundidad la palabra del Señor y agradeció en cada una de sus oraciones su presencia en un mundo tan desolado y extraño que en realidad apenas conocía, pues apenas abandonaba las paredes del convento.
A los dieciséis años y bajo la evidente decepción del la congregación de monjes que le habían acogido, Edgar decidió renunciar a la vida eclesiástica para forjar su propio futuro en la inmensa ciudad de París que sin duda alguna ofrecería multitud de posibilidades para alguien como él... o eso creyó en su inocente e ilusa esperanza cargada de optimismo.
La triste realidad es que desde entonces empezó el periodo más duro de adaptación hasta la fecha. El mundo resultó mucho más duro y oscuro de lo que él mismo creía pero por contra también ofrecía una libertad y una belleza tan indescriptible que resultaba imposible de describir. Empezó a trabajar en una de las oficinas del periódico de la ciudad como simple ayudante de imprenta, compaginando ese oficio con el de camarero en uno de los burdeles más sucios y desprestigiados de la ciudad en el que sin embargo tuvo el primer contacto con un viejo piano abandonado a su suerte.
Los años pasaron y le brindaron la experiencia necesaria para acostumbrarse a un ritmo de vida exigente y duro pero lleno de descubrimientos. Empezó a escribir sus primeras obras literarias de ficción y sus primeras poesías sin que ninguna de ellas llegará demasiado lejos pero al menos consiguió hacerse su propio hueco en el periódico como columnista. Las cosas empezaban a funcionar, aunque quizá con mayor lentitud de lo que a él le hubiera gustado, y fue en aquel entonces cuando conoció a le bellísima Nypheria.
Resultaría engañoso decir que su atractivo no le llamó la atención pero sin duda alguna éste fue intensificado por el aura de misterio que envolvía a la joven, capaz de cautivar por completo la curiosidad y el interés de Edgar. Algunos de los más hermosos poemas fueron escritos durante esos días, con la evidente ignorancia de su musa, pero aún así nada surgió de esos encuentros esporádicos que cada vez se volvían más... extraños y escalofriantes. Tras un par de semanas Edgar empezó a atisbar que ella no era en realidad el ángel que creía en un principio así que aceptó un puesto como corresponsal en Londres pero decidió despedirse de una de sus pocas amigas antes de emprender el viaje.
Gran error, Nypheria no estaba dispuesta a renunciar a su talento así como así y ya se había acostumbrado demasiado a la información fácil que el joven podría proporcionarle así que no lo pensó demasiado y, quizá precipitándose, lo tomó entre su propia espiral de sangre para convertirlo en su propio vampiro, arrastrándole hasta su propia casa para llevar a cabo el periodo de aprendizaje que todo vástago necesita para sobrevivir las primeras noches.
Fue totalmente terrible, como cualquier conversión llevada a cabo de manera espontánea y sin ningún tipo de información previa, pero a su vez las tinieblas resultaron fascinantes y todo un nuevo mundo que descubrir. Muchas veces Edgar siente que no está preparado para ello, que quizá sería mejor apartarse de esa senda antes de convertirse totalmente en un monstruo, pero por el momento vive entre resignado e intrigado. No está dispuesto a renunciar a su vida, al menos no por el momento, le quedan demasiadas cosas por descubrir como para perdérselas por simple miedo a lo desconocido.
En él Edgar creció y en cierto modo prosperó con bastante fortuna, dentro de sus posibilidades. La vida en el convento fue siempre estricta, llena de responsabilidades, obligaciones y ataduras pero a su vez disponía de un lugar en el que dormir, de hermanos y maestros con los que poder conversar y de una educación que muchos hubieran envidiado. Allí aprendió a escribir y a leer, conoció en profundidad la palabra del Señor y agradeció en cada una de sus oraciones su presencia en un mundo tan desolado y extraño que en realidad apenas conocía, pues apenas abandonaba las paredes del convento.
A los dieciséis años y bajo la evidente decepción del la congregación de monjes que le habían acogido, Edgar decidió renunciar a la vida eclesiástica para forjar su propio futuro en la inmensa ciudad de París que sin duda alguna ofrecería multitud de posibilidades para alguien como él... o eso creyó en su inocente e ilusa esperanza cargada de optimismo.
La triste realidad es que desde entonces empezó el periodo más duro de adaptación hasta la fecha. El mundo resultó mucho más duro y oscuro de lo que él mismo creía pero por contra también ofrecía una libertad y una belleza tan indescriptible que resultaba imposible de describir. Empezó a trabajar en una de las oficinas del periódico de la ciudad como simple ayudante de imprenta, compaginando ese oficio con el de camarero en uno de los burdeles más sucios y desprestigiados de la ciudad en el que sin embargo tuvo el primer contacto con un viejo piano abandonado a su suerte.
Los años pasaron y le brindaron la experiencia necesaria para acostumbrarse a un ritmo de vida exigente y duro pero lleno de descubrimientos. Empezó a escribir sus primeras obras literarias de ficción y sus primeras poesías sin que ninguna de ellas llegará demasiado lejos pero al menos consiguió hacerse su propio hueco en el periódico como columnista. Las cosas empezaban a funcionar, aunque quizá con mayor lentitud de lo que a él le hubiera gustado, y fue en aquel entonces cuando conoció a le bellísima Nypheria.
Resultaría engañoso decir que su atractivo no le llamó la atención pero sin duda alguna éste fue intensificado por el aura de misterio que envolvía a la joven, capaz de cautivar por completo la curiosidad y el interés de Edgar. Algunos de los más hermosos poemas fueron escritos durante esos días, con la evidente ignorancia de su musa, pero aún así nada surgió de esos encuentros esporádicos que cada vez se volvían más... extraños y escalofriantes. Tras un par de semanas Edgar empezó a atisbar que ella no era en realidad el ángel que creía en un principio así que aceptó un puesto como corresponsal en Londres pero decidió despedirse de una de sus pocas amigas antes de emprender el viaje.
Gran error, Nypheria no estaba dispuesta a renunciar a su talento así como así y ya se había acostumbrado demasiado a la información fácil que el joven podría proporcionarle así que no lo pensó demasiado y, quizá precipitándose, lo tomó entre su propia espiral de sangre para convertirlo en su propio vampiro, arrastrándole hasta su propia casa para llevar a cabo el periodo de aprendizaje que todo vástago necesita para sobrevivir las primeras noches.
Fue totalmente terrible, como cualquier conversión llevada a cabo de manera espontánea y sin ningún tipo de información previa, pero a su vez las tinieblas resultaron fascinantes y todo un nuevo mundo que descubrir. Muchas veces Edgar siente que no está preparado para ello, que quizá sería mejor apartarse de esa senda antes de convertirse totalmente en un monstruo, pero por el momento vive entre resignado e intrigado. No está dispuesto a renunciar a su vida, al menos no por el momento, le quedan demasiadas cosas por descubrir como para perdérselas por simple miedo a lo desconocido.
-Datos Extras:
- Le gusta la tranquilidad, el silencio y la introspección. Con ellas se refugia en su propia escritura y composiciones durante horas enteras.
- Teme al fuego, o mejor dicho su intenso calor (verlo de lejos o en escasa proporción no le afecta).
- Le agrada el estudio y la lectura en general. Disfruta perdiéndose entre estanterías repletas de hojas de papel que disparen su propia imaginación y su creatividad innata.
- Tiende a revolverse el pelo y sacudirlo cuando se siente intranquilo o confundido.
- Es aficionado a la música aunque por el momento sólo ha podido permitirse el lujo de aprender a tocar el piano. Su oído es bastante experto en cuanto a melodías se refiere.
- Es un tanto nervioso y por ello se muerde las uñas y fuma incluso tras su conversión.
- Es cristiano, católico y practicante aunque desde su conversión su fe se tambalea cada vez más.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Edgar Braud
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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