Life is too short [Edgar Braud]

Como siempre me encuentro fuera de lugar en éste oscuro teatro repleto de vampiros más antiguos que yo. Algunos de ellos, o mejor dicho muchos, me observan con suficiencia por dicho motivo, otros porque a mi reciente llegada a la noche eterna se suma la del piano y aunque me considero relativamente diestro en su uso e interpretación a veces tengo la sensación de que no es suficiente, sobretodo porque este ambiente me pone un tanto tenso. La verdad es que resulta mucho más fácil tocar cuando estoy a solas pero no es que pueda negarme a esto, se lo debo a Nypheria por haberme acogido en su propio hogar y proporcionarme una educación artística con la que nunca me hubiera atrevido a soñar... además de otras cosas no tan positivas, claro está.

Mis dedos siguen deslizándose por encima de las teclas como si de una caricia se tratara, como si temiera romperlas, aún así se mueven con precisión y bastante rapidez a través de ellas, acompañados de algunos movimientos en los peldaños... hasta que empiezo a sentir varios escalofríos en el cogote que consiguen desconcentrarme hasta el punto que termino por girarme un tanto contrariado. Una de las vampiras me observa con relativa curiosidad pero yo vuelvo la vista hacia mi preciado instrumento casi de inmediato. Tampoco es como si fuera a atreverme a decir algo al respecto así que... me limito a escribir unas cuántas anotaciones en las partituras y para cuando he terminado ella ya está junto a mí aunque me siento totalmente incapaz de adivinar qué pretende.

En cuanto menciona mi reciente incorporación entreabro la boca dispuesto a responder pero sigue hablando así que me limito a cerrar la boca para escuchar su justificación sobre mi desconocimiento, aunque en realidad no era necesario porque soy consciente de que soy invisible para la mayoría de los aquí presentes.
-Edgar Braud- me presento escuetamente, me temo que no hay mucho que destacar sobre mi persona, y sujeto su mano sin estar muy seguro si debería besarla o no así que al final opto por no hacerlo y vuelvo a soltarla -No se equivoca, me incorporé al teatro hace apenas un par de meses y todavía estoy acabando de adaptarme al... ambiente de trabajo- observo a los presentes asegurándome en cierta medida de que siguen donde estaban hace un instante y después presiono un par de teclas sin aparente motivo. En realidad no lo hay, es simple nerviosismo generado por la presencia de un vampiro al que no conozco aunque deberé acostumbrarme a este tipo de encuentros.

-Tiene... ¿algún tipo de ajuste que necesite comentarme....?- me resulta un poco extraño que el nuevo compositor de la orquesta sea una mujer pero supongo que cuando se tiene toda una eternidad para aprender eso carece de importancia así que finalmente me quedo mirándola con curiosidad y tranquilidad, dejando una mano sobre mi propio muslo mientras la otra sigue en el teclado.

No sé si me sorprende más que afirme que no requiere ajustar nada o el hecho de hablar tan abiertamente acerca del hecho de que conseguí llamar su atención. O mejor dicho mi piano y su melodía porque sé sobradamente que yo no destacaría por encima de todos los vampiros que nos rodean ahora mismo aunque ella parece no haber tenido muy buena experiencia con ellos... pero a mí me resulta bastante indiferente su desprecio o su desdén mientras no me molesten -Le agradezco su interés... y no se preocupe, no soy de los que juzga antes de conocer a alguien así que procuraré no asignarle ningún adjetivo por el momento- le sonrío con suavidad y cierto deje de timidez, agradeciendo enormemente el hecho de no disponer de rubor o todo sería mucho peor.

-No... no me molesta, no se preocupe- aclaro cuando veo como se levanta para apartar sus cosas del piano aunque realmente me da igual, sobretodo en éste que ni siquiera es de mi propiedad o de mi Creadora -Podría hacer cualquier cosa que se propusiera, en realidad lo importante es el empeño y las ganas que ponga en ello... y nosotros jugamos con la evidente ventaja de disponer de una nueva inmortalidad- me encojo ligeramente de hombros y entonces me hago a un lado en la banqueta, dejándole hueco para para que pueda sentarse junto a mí, invitándola a hacerlo con un gesto.

-Siga mi mano, verá como no es tan complicado- toco apenas cinco teclas rítmicamente, esperando a que haga lo mismo en su propia zona. Suena con distinto tono, el suyo más agudo y el mío más grave, pero de todos modos es melodioso así que empiezo a añadirle notas progresivamente.