AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Claroscuro [Edgar + Leotie]
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Claroscuro [Edgar + Leotie]
Las cuevas son increíbles. Me gustan las cuevas. La gran mayoría son oscuras y a penas entra la luz. Pero allí se dio la vida, la primera vida, persona, grupo y familia. Se siente la historia en las piedras, en los colores y en los grises según cómo la luz entre y llegue a sus paredes. Las cuevas son como el interior de nosotros mismos y cómo la vida en claroscuro, entre lo desconocido y lo clareado.
Tras unas pequeñas colinas, más allá de la cascada dónde el río fallece en forma de laguna, descubrí una cueva de sorprendente forma, tan distinta a las cuevas conocidas en mi hogar y a la vez, tan parecida.
La gruta estaba flaqueada por aquellas colinas de rocas fuertes y duras. La entrada era vertical y realmente espaciosa y grande, salvaguardando en su interior un pequeño lago creado gracias al agua que caía de una cascada superior, probablemente la que daba al gran río que cruzaba el bosque.
Movida por la curiosidad de aquél paraje inexplorado, entré en ella, topándome primero con aquella laguna de aguas turquesa. Miré hacia un lado y hacia otro y, con una amplia sonrisa, dejé que la tela de mi ropaje se deslizara por mi piel hasta caer a mis pies, momento en el que la tomé entre mis dedos y la aparté de mí, colgándola de una de las rocas cercanas. Probé la temperatura del agua con el movimiento de uno de los dedos de mis pies, asegurándome de que no enfermaría por su frialdad. Tras asegurarme de ello, fui caminando hacia el bello medio del estanque, dejando que el agua envolviese mi cuerpo desnudo y me purificara el alma. A lo lejos, un lobezno aulló.
- ¡Wonkus!- le grité a mi compañero fiel.- ¡Pīhtokēw!
El lobezno removió el rabo y comprendiendo mi sugerencia, empezó a correr hacia la laguna, olisqueando primero el fluido para sacar su lengua y esconder su hocico en él, bebiendo a largos tragos, exhausto por aquella excursión que de buena mañana habíamos empezado. Al fin, el animal movió sus patas para acercarse dónde yo estaba, sentada sobre una roca profunda pese a que el agua me llegaba a la altura del cuello. Tomé entre mis manos al lobo y lo deposité sobre mi pecho nudo, jugando con él hasta que ambos fuimos testigos del crepúsculo, más allá de las montañas.
Y el fuego devoró el cielo antes de oscurecerlo.
Tras unas pequeñas colinas, más allá de la cascada dónde el río fallece en forma de laguna, descubrí una cueva de sorprendente forma, tan distinta a las cuevas conocidas en mi hogar y a la vez, tan parecida.
La gruta estaba flaqueada por aquellas colinas de rocas fuertes y duras. La entrada era vertical y realmente espaciosa y grande, salvaguardando en su interior un pequeño lago creado gracias al agua que caía de una cascada superior, probablemente la que daba al gran río que cruzaba el bosque.
- Escenario:
Movida por la curiosidad de aquél paraje inexplorado, entré en ella, topándome primero con aquella laguna de aguas turquesa. Miré hacia un lado y hacia otro y, con una amplia sonrisa, dejé que la tela de mi ropaje se deslizara por mi piel hasta caer a mis pies, momento en el que la tomé entre mis dedos y la aparté de mí, colgándola de una de las rocas cercanas. Probé la temperatura del agua con el movimiento de uno de los dedos de mis pies, asegurándome de que no enfermaría por su frialdad. Tras asegurarme de ello, fui caminando hacia el bello medio del estanque, dejando que el agua envolviese mi cuerpo desnudo y me purificara el alma. A lo lejos, un lobezno aulló.
- ¡Wonkus!- le grité a mi compañero fiel.- ¡Pīhtokēw!
El lobezno removió el rabo y comprendiendo mi sugerencia, empezó a correr hacia la laguna, olisqueando primero el fluido para sacar su lengua y esconder su hocico en él, bebiendo a largos tragos, exhausto por aquella excursión que de buena mañana habíamos empezado. Al fin, el animal movió sus patas para acercarse dónde yo estaba, sentada sobre una roca profunda pese a que el agua me llegaba a la altura del cuello. Tomé entre mis manos al lobo y lo deposité sobre mi pecho nudo, jugando con él hasta que ambos fuimos testigos del crepúsculo, más allá de las montañas.
Y el fuego devoró el cielo antes de oscurecerlo.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Una noche más en la oscura eternidad. En realidad sólo es una manera de llamarlo porque nada es eterno y cualquiera de nosotros puede estar muerto de manera definitiva en el momento más insospechado. La única diferencia es que cuesta más destruirnos que a los humanos pero de ahí a ser realmente inmortales hay una gran diferencia, ¿no es así? Tanto da, todo eso sólo son pensamientos y reflexiones que apenas he reflejado en algunos poemas más tenebrosos de lo habitual en mí, hablar sobre nuestras propias debilidades en voz alta sería arriesgado y Nypheria podría incluso ofenderse porque a fin de cuentas se considera grandilocuente por el simple hecho de poder alimentarse de sangre. Al menos eso creo, para ser sinceros apenas he raspado la superficie de su personalidad y en cambio ella me conoce a la perfección. ¿Soy así de predecible? Como un niño recién nacido a su lado.
Pero durante un rato, al menos esta noche, me dispongo a olvidarme de obligaciones, responsabilidades y ensayos. De vez en cuando me concedo este tipo de caprichos, simular que todo sigue siendo tan normal como la naturaleza que me envuelve en toda su gloria.
No se me dan demasiado bien este tipo de parajes, estoy demasiado habituado a las calles empedradas y bien iluminadas, pero en cierto modo hundirse en los charcos y tropezarse con las ramas también tiene su parte divertida que me ayuda a relajarme, además mis renovados sentidos y reflejos consiguen hacerme reaccionar a tiempo... la mayoría de veces.
Apenas sé dónde estoy y aunque sé que mis capacidades de supervivencia se han visto incrementadas desde mi transformación también sé que ahora vivo con el tiempo en contra. Una eternidad de días pero unas horas limitadas en cada uno de ellos, justo las que conciernen a la más completa oscuridad. Me acomodo, dentro de lo posible, apoyado en un robusto árbol cubierto con una fina capa de musgo que probablemente contendrá arañas y otros pequeños insectos. Por suerte su presencia no me molesta, estoy demasiado acostumbrado a convivir con ellos, o al menos lo estaba, así que me concentro en el cuaderno que tengo entre las manos y la escritura durante no sé cuánto tiempo hasta que el sonido de un chapoteo me saca de mis propios mundos imaginarios. ¿Chapoteo....?
Me levanto, abandonando mi cómo lugar de reflexión con cierto fastidio, y me acerco a la cascada que cae enérgicamente cerca de mi posición hasta asomarme al extenso hueco en la roca que forma una interesante cueva en la que apenas había reparado. La curiosidad, esa incansable acompañante que me persigue allá dónde voy, me impulsa a adentrarme un poco más, apenas un par de pasos, buscando el origen del sonido hasta toparme con la visión de Leotie inmersa en una especie de pequeño estanque junto a su fiel lupino.
Seguro que muchos se hubieran quedado contemplando la escena con interés pero yo no, en un acto casi inconsciente me giro en redondo hasta darle la espalda, sintiéndome algo más tranquilo entonces -No deberías hacer eso, ¿sabes? Es peligroso. Si te hubiera encontrado otro...- lo sabe, ¿no? Como actúan la mayoría de personas en cuanto ven más de lo necesario. Aún así es una chica fuerte, toda una superviviente, así que estoy seguro de que sabría defenderse... pero tampoco veo necesidad de forzar dicha situación -Y de todas formas empieza a hacer frío- le recuerdo mirándola apenas de reojo antes de avanzar hasta salir de la gruta, quedándome justo a uno de los lados. La verdad es que yo ya hace mucho tiempo que no siento realmente lo que es frío o calor pero intuyo que por el movimiento del viento y la oscuridad general debe de ser así.
Pero durante un rato, al menos esta noche, me dispongo a olvidarme de obligaciones, responsabilidades y ensayos. De vez en cuando me concedo este tipo de caprichos, simular que todo sigue siendo tan normal como la naturaleza que me envuelve en toda su gloria.
No se me dan demasiado bien este tipo de parajes, estoy demasiado habituado a las calles empedradas y bien iluminadas, pero en cierto modo hundirse en los charcos y tropezarse con las ramas también tiene su parte divertida que me ayuda a relajarme, además mis renovados sentidos y reflejos consiguen hacerme reaccionar a tiempo... la mayoría de veces.
Apenas sé dónde estoy y aunque sé que mis capacidades de supervivencia se han visto incrementadas desde mi transformación también sé que ahora vivo con el tiempo en contra. Una eternidad de días pero unas horas limitadas en cada uno de ellos, justo las que conciernen a la más completa oscuridad. Me acomodo, dentro de lo posible, apoyado en un robusto árbol cubierto con una fina capa de musgo que probablemente contendrá arañas y otros pequeños insectos. Por suerte su presencia no me molesta, estoy demasiado acostumbrado a convivir con ellos, o al menos lo estaba, así que me concentro en el cuaderno que tengo entre las manos y la escritura durante no sé cuánto tiempo hasta que el sonido de un chapoteo me saca de mis propios mundos imaginarios. ¿Chapoteo....?
Me levanto, abandonando mi cómo lugar de reflexión con cierto fastidio, y me acerco a la cascada que cae enérgicamente cerca de mi posición hasta asomarme al extenso hueco en la roca que forma una interesante cueva en la que apenas había reparado. La curiosidad, esa incansable acompañante que me persigue allá dónde voy, me impulsa a adentrarme un poco más, apenas un par de pasos, buscando el origen del sonido hasta toparme con la visión de Leotie inmersa en una especie de pequeño estanque junto a su fiel lupino.
Seguro que muchos se hubieran quedado contemplando la escena con interés pero yo no, en un acto casi inconsciente me giro en redondo hasta darle la espalda, sintiéndome algo más tranquilo entonces -No deberías hacer eso, ¿sabes? Es peligroso. Si te hubiera encontrado otro...- lo sabe, ¿no? Como actúan la mayoría de personas en cuanto ven más de lo necesario. Aún así es una chica fuerte, toda una superviviente, así que estoy seguro de que sabría defenderse... pero tampoco veo necesidad de forzar dicha situación -Y de todas formas empieza a hacer frío- le recuerdo mirándola apenas de reojo antes de avanzar hasta salir de la gruta, quedándome justo a uno de los lados. La verdad es que yo ya hace mucho tiempo que no siento realmente lo que es frío o calor pero intuyo que por el movimiento del viento y la oscuridad general debe de ser así.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Una figura apareció de la nada y yo le miré con la nariz fruncida, tomando a Wonkus entre mis brazos y apretándolo como si fuese mi amuleto. No obstante, la voz del hombre me tranquilizó, haciéndome relajar los músculos y mis facciones. Solté a Wonkus y mientras él se entretenía con una roca puntiaguda, yo nadé en dirección a Edgar, con una sonrisa divertida mientras contemplaba su espalda, pues él me enseñó que para los rostros pálidos, la desnudez era un tabú. Apoyé mis brazos en la orilla y recosté mi cabeza en el hueco formado por ambas extremidades, riendo suavemente ante sus palabras.
- Pero me has encontrado tú... así que estoy a salvo.- murmuré tras una carcajada, alejándome entonces de la orilla para salpicarle el cabello y su traje, no dejando de reír por ello.- ¡No seas así, ven a jugar conmigo!- le incité, sin respuesta alguna por el momento, algo que me entristeció y dejé de salpicarle para salir entonces del agua y acercarme a su espalda, posando mis manos en sus hombros y hablándole ahora con seriedad, ladeando mi cabeza por la confusión del momento.- ¿O acaso te molesta mi desnudez?- susurré con un hilo de voz.
Sabía que aquello podría resultarle incómodo, pero para mí eso era lo más normal del mundo, pues por algún motivo la Madre Tierra nos había alumbrado sin pieles ni ropajes: para poder admirarnos en nuestro esplendor, en nuestra belleza natural. Con un suave movimiento a su hombro, hice que el muchacho albino se girase para verle los ojos, para asegurarme de que mis juegos infantiles no le habían molestado. Él era mi único amigo en París y significaba demasiado para mí. Esbocé una sonrisa y deslicé una de mis manos hacia la suya, tomándola hasta entrelazar sus dedos con los míos y, retrocediendo unos pasos, le guié hacia las profundidades del lago.
- Pero me has encontrado tú... así que estoy a salvo.- murmuré tras una carcajada, alejándome entonces de la orilla para salpicarle el cabello y su traje, no dejando de reír por ello.- ¡No seas así, ven a jugar conmigo!- le incité, sin respuesta alguna por el momento, algo que me entristeció y dejé de salpicarle para salir entonces del agua y acercarme a su espalda, posando mis manos en sus hombros y hablándole ahora con seriedad, ladeando mi cabeza por la confusión del momento.- ¿O acaso te molesta mi desnudez?- susurré con un hilo de voz.
Sabía que aquello podría resultarle incómodo, pero para mí eso era lo más normal del mundo, pues por algún motivo la Madre Tierra nos había alumbrado sin pieles ni ropajes: para poder admirarnos en nuestro esplendor, en nuestra belleza natural. Con un suave movimiento a su hombro, hice que el muchacho albino se girase para verle los ojos, para asegurarme de que mis juegos infantiles no le habían molestado. Él era mi único amigo en París y significaba demasiado para mí. Esbocé una sonrisa y deslicé una de mis manos hacia la suya, tomándola hasta entrelazar sus dedos con los míos y, retrocediendo unos pasos, le guié hacia las profundidades del lago.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
A salvo... una afirmación demasiado subjetiva y relativa como para poder llevarla a cabo con rotundidad, ¿no es así? ¿Quién puede estar a salvo de un monstruo nocturno que se alimenta de sangre humana? Aunque supongo que ella no sospecha nada porque nos ve a todos igual de pálidos aunque su pequeño lobo sí me gruño unas cuantas veces al principio, cuando todavía no habíamos hablado. Ahora supongo que ha asumido que si su ama me acepta él también debe hacerlo, lo cuál podría ser un error. No es que tenga ninguna intención de morderla o de tocarla, Dios me libre, pero a veces temo terminar convirtiéndome en alguien distinto... o en algo.
-¡Leo....!- me quejo como si fuera apenas una niña pequeña en cuanto empieza a salpicarme, chasqueando la lengua al principio para al final terminar riendo por lo bajo. Supongo que es incorregible, aunque tarde o temprano se dará de bruces con la dura realidad y no será nada agradable porque esta actitud... no creo que la lleve muy lejos.
Noto entonces su peso apoyándose suavemente en mi espalda. Me recorre un escalofrío junto al agua que recorre mi pelo y desciende por mi cara y mi cuello pero me mantengo donde estoy, observándola apenas de reojo mientras parece dedicarme una especie de puchero -Me sentiría más cómodo si te cubrieras- admito con tranquilidad, dejando claro que tampoco es que haya llegado a enfadarme por ello ya que me lo tomo como un simple juego por parte de una niña. Aunque sea una niña en un cuerpo de mujer adulta.
Sujeta entonces mi mano y durante un momento me limito a dejarme arrastrar, sujetando su mano ante el simple placer de un contacto cálido y amistoso que se ve frenado en cuanto sus pies pisan el agua y mis zapatos están a punto de hacer lo mismo -Leotie, no pienso meterme ahí vestido... y desnudo menos- aclaro antes de dejar lugar a la duda, soltándola para desprenderme de mi largo abrigo -¿No ves que ya ha oscurecido y podrías enfermar....?- le pregunto de manera retórica, con tono paciente, mientras le coloco mi propia prenda sobre los hombros ayudándola a deslizar los brazos a través de las mangas para que no termine congelándose. Cualquiera diría que viviendo en el bosque sería más cuidadosa con ese tipo de detalles pero a veces tengo la impresión de que no ve más allá de su mundo ideal de fantasía, como si viviera en una burbuja. Es encantador... pero peligroso.
-Este sitio es... como un pedazo del Edén- comento distraídamente mientras me alejo de su cuerpo, prestándole el tiempo y la distancia necesarios para que termine de vestirse como es debido. O mejor dicho dentro de sus posibilidades que distan bastante de lo "debido". Me acerco nuevamente a la entrada de la gruta, observo desde allí el resplandor de la luna llena y por un momento temo quedarme hechizado ante ella -Y seguro que tú serías el árbol de las manzanas- concluyo con una sonrisa enigmática, a sabiendas de que no comprenderá el símil -¿Conoces más sitios como éste...?- pregunto con interés mientras cierro un segundo los ojos, sintiendo el frío viento a través del pelo mojado y revuelto.
-¡Leo....!- me quejo como si fuera apenas una niña pequeña en cuanto empieza a salpicarme, chasqueando la lengua al principio para al final terminar riendo por lo bajo. Supongo que es incorregible, aunque tarde o temprano se dará de bruces con la dura realidad y no será nada agradable porque esta actitud... no creo que la lleve muy lejos.
Noto entonces su peso apoyándose suavemente en mi espalda. Me recorre un escalofrío junto al agua que recorre mi pelo y desciende por mi cara y mi cuello pero me mantengo donde estoy, observándola apenas de reojo mientras parece dedicarme una especie de puchero -Me sentiría más cómodo si te cubrieras- admito con tranquilidad, dejando claro que tampoco es que haya llegado a enfadarme por ello ya que me lo tomo como un simple juego por parte de una niña. Aunque sea una niña en un cuerpo de mujer adulta.
Sujeta entonces mi mano y durante un momento me limito a dejarme arrastrar, sujetando su mano ante el simple placer de un contacto cálido y amistoso que se ve frenado en cuanto sus pies pisan el agua y mis zapatos están a punto de hacer lo mismo -Leotie, no pienso meterme ahí vestido... y desnudo menos- aclaro antes de dejar lugar a la duda, soltándola para desprenderme de mi largo abrigo -¿No ves que ya ha oscurecido y podrías enfermar....?- le pregunto de manera retórica, con tono paciente, mientras le coloco mi propia prenda sobre los hombros ayudándola a deslizar los brazos a través de las mangas para que no termine congelándose. Cualquiera diría que viviendo en el bosque sería más cuidadosa con ese tipo de detalles pero a veces tengo la impresión de que no ve más allá de su mundo ideal de fantasía, como si viviera en una burbuja. Es encantador... pero peligroso.
-Este sitio es... como un pedazo del Edén- comento distraídamente mientras me alejo de su cuerpo, prestándole el tiempo y la distancia necesarios para que termine de vestirse como es debido. O mejor dicho dentro de sus posibilidades que distan bastante de lo "debido". Me acerco nuevamente a la entrada de la gruta, observo desde allí el resplandor de la luna llena y por un momento temo quedarme hechizado ante ella -Y seguro que tú serías el árbol de las manzanas- concluyo con una sonrisa enigmática, a sabiendas de que no comprenderá el símil -¿Conoces más sitios como éste...?- pregunto con interés mientras cierro un segundo los ojos, sintiendo el frío viento a través del pelo mojado y revuelto.
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Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Resoplé, pero dejé que Edgar pasara por mis hombros aquella tela que debía protegerme del frío, aunque su tacto era tan gélido como la piel del hombre. Siempre me había preguntado el motivo por el que siempre estaba frío, pero nunca me había atrevido a preguntarle semejante indiscreción.
Él se alejó de mí y supe que esperaba a que terminara de vestirme así que me enfundé aquella ropa fina y que permitía que mi cuerpo se moviera ágil y veloz entre los árboles y me acerqué a mi amigo, quedando a su lado mientras ambos nos perdíamos ante la luz de aquella luna llena.
- ¿A caso me ves como la fruta de la tentación y el pecado?- reí ante sus palabras, aludiendo a su comentario sobre el jardín del Edén y el manzanero.
Antes no conocía aquél mito, pero cuando la familia Cross me esclavizó como a su sirvienta y me bautizaron bajo la cruz cristiana con el nombre de Arlene, me hicieron aprender a leer un libro llamado Biblia. Recordaba entonces aquella escena y ahora miraba a Edgar con unos ojos que mostraban aquél centello curioso tan característico en mí y, sorprendentemente, esbocé una media sonrisa llena de picardía.
Hice un movimiento con mi cabeza para que mi cabello cayese a un lado de mi pecho, moviendo mis manos hacia el gran mechón para oprimir los cabellos, dejando que el agua se escurriera y cayera... sobre el pelaje de Wonkus, pues mi fiel amigo se había sentado junto a mí y no me había dado cuenta. El animal me gruñó levemente ante aquél gesto y sacudió su lomo, salpicando mi ropa y haciendome reír de nuevo.
- Más allá de éstas colinas hay unas cascadas y una laguna.- le señalé a Edgar, alzando el dedo índice de mi mano derecha y apuntando hacia las colinas.- Y más allá está el río.- indiqué, desplazando mi dedo unos centímetros hacia la izquierda.
Sonreí de nuevo y miré de reojo al muchacho, contemplando su semblante bajo la luz de la luna. Era realmente bello... tanto, que mi cuerpo se estremeció.
Él se alejó de mí y supe que esperaba a que terminara de vestirme así que me enfundé aquella ropa fina y que permitía que mi cuerpo se moviera ágil y veloz entre los árboles y me acerqué a mi amigo, quedando a su lado mientras ambos nos perdíamos ante la luz de aquella luna llena.
- ¿A caso me ves como la fruta de la tentación y el pecado?- reí ante sus palabras, aludiendo a su comentario sobre el jardín del Edén y el manzanero.
Antes no conocía aquél mito, pero cuando la familia Cross me esclavizó como a su sirvienta y me bautizaron bajo la cruz cristiana con el nombre de Arlene, me hicieron aprender a leer un libro llamado Biblia. Recordaba entonces aquella escena y ahora miraba a Edgar con unos ojos que mostraban aquél centello curioso tan característico en mí y, sorprendentemente, esbocé una media sonrisa llena de picardía.
Hice un movimiento con mi cabeza para que mi cabello cayese a un lado de mi pecho, moviendo mis manos hacia el gran mechón para oprimir los cabellos, dejando que el agua se escurriera y cayera... sobre el pelaje de Wonkus, pues mi fiel amigo se había sentado junto a mí y no me había dado cuenta. El animal me gruñó levemente ante aquél gesto y sacudió su lomo, salpicando mi ropa y haciendome reír de nuevo.
- Más allá de éstas colinas hay unas cascadas y una laguna.- le señalé a Edgar, alzando el dedo índice de mi mano derecha y apuntando hacia las colinas.- Y más allá está el río.- indiqué, desplazando mi dedo unos centímetros hacia la izquierda.
Sonreí de nuevo y miré de reojo al muchacho, contemplando su semblante bajo la luz de la luna. Era realmente bello... tanto, que mi cuerpo se estremeció.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Esta vez consigue sorprenderme más que cuando me la he encontrado desnuda en esa laguna, a fin de cuentas tampoco se puede decir que lleve un nivel de ropa adecuado y decente cuando va vestida, ¿verdad? Por suerte ya había perdido gran parte de mis estímulos al respecto cuando la conocí así que nunca me ha resultado demasiado difícil ignorar el hecho de su piel y su figura sea excesivamente visible. De hecho soy un tanto romántico en ese sentido, prefiero la idea de intentar adivinar lo que hay debajo en lugar de tenerlo delante de mí, añadir cierto toque de enigma y misterio al asunto.
-Sobretodo lo primero... porque no creo que lo segundo sea intencionado- respondo con una suave sonrisa y cierto tono de broma, después observo como escurre su pelo y arrugo la nariz sin poder contener una carcajada de diversión ante la reacción del desdichado lobo cuyo nombre no recuerdo, que se sacude enérgicamente y termina mojándonos de nuevo a ambos. Por suerte no soy uno de esos remilgados a los que les importe ensuciarse un poco aunque de ser así probablemente no estaría aquí ahora mismo.
-Más allá de las colinas....- repito en un susurro con cierta frustración, pues de haber estado más cerca me habría agradado llegar hasta allí para verlo con mis propios ojos pero supongo que será uno de los muchos privilegios a los que tiene que renunciar un monstruo nocturno. Aún así me quedo observando en las direcciones que me ha señalado Leotie, observando el horizonte y sus matices con expresión soñadora ya que a fin de cuentas mi imaginación vuela, como es habitual, hasta que me llevo la mano al bolsillo para recuperar mi bloc de notas y apuntar algunas ideas que acaban de surgir. Pero nada, palpo mi muslo vacío un tanto confuso hasta recordar que mi acompañante se ha quedado con mi abrigo, entonces soy yo el que extiende el brazo hasta coger una de sus manos con cuidado para empezar a caminar sin un rumbo fijo.
-¿Cómo has sabido a qué me refería?- pregunto con honda curiosidad, volviendo al tema bíblico que no esperaba que conociera con un tono más relajado y despreocupado que hace un momento, probablemente porque el hecho de verla vestida ayuda a comportarse con bastante más naturalidad.
-Sobretodo lo primero... porque no creo que lo segundo sea intencionado- respondo con una suave sonrisa y cierto tono de broma, después observo como escurre su pelo y arrugo la nariz sin poder contener una carcajada de diversión ante la reacción del desdichado lobo cuyo nombre no recuerdo, que se sacude enérgicamente y termina mojándonos de nuevo a ambos. Por suerte no soy uno de esos remilgados a los que les importe ensuciarse un poco aunque de ser así probablemente no estaría aquí ahora mismo.
-Más allá de las colinas....- repito en un susurro con cierta frustración, pues de haber estado más cerca me habría agradado llegar hasta allí para verlo con mis propios ojos pero supongo que será uno de los muchos privilegios a los que tiene que renunciar un monstruo nocturno. Aún así me quedo observando en las direcciones que me ha señalado Leotie, observando el horizonte y sus matices con expresión soñadora ya que a fin de cuentas mi imaginación vuela, como es habitual, hasta que me llevo la mano al bolsillo para recuperar mi bloc de notas y apuntar algunas ideas que acaban de surgir. Pero nada, palpo mi muslo vacío un tanto confuso hasta recordar que mi acompañante se ha quedado con mi abrigo, entonces soy yo el que extiende el brazo hasta coger una de sus manos con cuidado para empezar a caminar sin un rumbo fijo.
-¿Cómo has sabido a qué me refería?- pregunto con honda curiosidad, volviendo al tema bíblico que no esperaba que conociera con un tono más relajado y despreocupado que hace un momento, probablemente porque el hecho de verla vestida ayuda a comportarse con bastante más naturalidad.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
El muchacho repitió las coordenadas que le había dado. Parecía frustrado y aquello me entristeció, sin comprender qué era lo que mi voz tanto había decepcionado a Edgar. Ladeé la cabeza y entreabrí mis labios para indagar sobre aquél gesto que tanto me había desarmado. No obstante, de mi boca no salió entonces la voz, pues el hombre tomó mi mano y me guió hacia el exterior de aquella gruta, sin saber a dónde nos dirigíamos. En silencio caminamos varios pasos, hasta que por fin rompió aquella afonía que, como la noche, se había acomodado sobre nosotros.
- Si algo sé de francés y de vuestras costumbres soy conocedora, es por el simple hecho de que serví a una familia albina.- suspiré, agachando la mirada a mis pies descalzos, que con agilidad, iban saltando de roca en roca.- Ya sabes que los traficantes de esclavos me apartaron de mi tierra y me vendieron a los Cross... bueno, pues ellos me veían como una pagana, una salvaje, así que decidieron bautizarme en nombre de Dios bajo el apelativo de Arlene.- expliqué, esbozando una mueca con los labios al recordar el día de mi bautizo, con el agua de aquella copa humedeciendo mi cabeza y el cura dibujándome el símbolo de la cruz sobre mi frente.- Y bueno, en una de las lecciones que me impartió el sacerdote Priest, me habló del momento de la creación del mundo según vuestra visión... y cuando hablaste del manzanero imaginé que te referías al Génesis.- dije al fin, obviando la parte en la que admitía que aprendí a leer francés por la Biblia: el único texto que me mostraron.
Recordé entonces aquél comentario por el que había empezado toda aquella confesión, y volví a reír, decidiéndome a indagar ahora en su mente.
- Pero dime... ¿en qué sentido te provoco, Rostro pálido?- mordí mi labio inferior con picardía y cierto deje sensual, sin controlar la fuerza que mis incisivos descargaron sobre mi piel, agrietándola y dejando escapar de ella una lágrima de sangre carmesí que, al instante, había ya teñido mis labios de un vívido rubí.
Alcé la vista hacia Edgar, con sus dedos aún enlazados a los míos. Algo en su semblante había cambiado y aquello me asustó, aunque no solté su mano. Escruté su rostro mientras aguardaba su reacción, realmente preocupada si ésta se debía a mis palabras anteriores o, ante mi sorpresa, sería por aquella torpeza mía. Wonkus, junto a mí, gruñó a Edgar.
- Si algo sé de francés y de vuestras costumbres soy conocedora, es por el simple hecho de que serví a una familia albina.- suspiré, agachando la mirada a mis pies descalzos, que con agilidad, iban saltando de roca en roca.- Ya sabes que los traficantes de esclavos me apartaron de mi tierra y me vendieron a los Cross... bueno, pues ellos me veían como una pagana, una salvaje, así que decidieron bautizarme en nombre de Dios bajo el apelativo de Arlene.- expliqué, esbozando una mueca con los labios al recordar el día de mi bautizo, con el agua de aquella copa humedeciendo mi cabeza y el cura dibujándome el símbolo de la cruz sobre mi frente.- Y bueno, en una de las lecciones que me impartió el sacerdote Priest, me habló del momento de la creación del mundo según vuestra visión... y cuando hablaste del manzanero imaginé que te referías al Génesis.- dije al fin, obviando la parte en la que admitía que aprendí a leer francés por la Biblia: el único texto que me mostraron.
Recordé entonces aquél comentario por el que había empezado toda aquella confesión, y volví a reír, decidiéndome a indagar ahora en su mente.
- Pero dime... ¿en qué sentido te provoco, Rostro pálido?- mordí mi labio inferior con picardía y cierto deje sensual, sin controlar la fuerza que mis incisivos descargaron sobre mi piel, agrietándola y dejando escapar de ella una lágrima de sangre carmesí que, al instante, había ya teñido mis labios de un vívido rubí.
Alcé la vista hacia Edgar, con sus dedos aún enlazados a los míos. Algo en su semblante había cambiado y aquello me asustó, aunque no solté su mano. Escruté su rostro mientras aguardaba su reacción, realmente preocupada si ésta se debía a mis palabras anteriores o, ante mi sorpresa, sería por aquella torpeza mía. Wonkus, junto a mí, gruñó a Edgar.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
La escucho sin interés, sin embargo mi mirada divaga entre sus hábiles pies descalzos y la torpeza de mis zapatos ya sucios y enfangados. Está claro que no se trata de una prenda muy práctica para recorrer las zonas naturales como esta, son tan artificiales como las calles empedradas de la ciudad, sin embargo resultan de lo más convenientes cuando llega el invierno. De hecho muchas veces me pregunto como es posible que no padezca problemas de hipotermia. Supongo que cuando empiecen las nevadas se conseguirá una mullida y robusta piel con la que cubrirse.... y ante ese pensamiento no puedo evitar mirar a nuestro peludo acompañante de reojo. Es precioso de verdad, y toda una hazaña que se muestre tan sumiso como un simple perro, pero nunca me acerco demasiado a él porque Nypheria ya me advirtió que los animales nos detectan con mayor facilidad y veracidad que sus propios amos.
-Así es, has recordado bien- afirmo con una suave sonrisa que en realidad resulta un tanto triste -Nadie debería intentar imponer sus creencias o su fe. Si Dios tiene que llegar a ti sabrá como hacerlo sin necesidad de artimañas injustas- niego con la cabeza con desaprobación y desvío la mirada a un punto indeterminado del bosque. Ese tipo de actitud me genera vergüenza ajena porque lo único que han conseguido es precisamente lo contrario, que a partir de ahora tema cualquier tema o acto relacionado con nuestro Señor. Pero él es piadoso y seguro que se compadecerá de su alma llegado el momento.
Es entonces cuando repentinamente recupera ése tema y no puedo evitar reír -Leotie...- pronuncio su nombre con cierto tono de reproche, como el que se usaría contra una niña demasiado traviesa. A veces deja patente que en realidad sabe más de lo que demuestra pero se le da bien fingir lo contrario. Puede que sea una especie de actitud de protección a fin de cuentas -La tentación la conforma tu piel desnuda, el brillo de tus ojos y la oscuridad de tu cabello. ¿Por qué me preguntas algo que en realidad ya sabes....?- pregunto de forma retórica, siendo capaz de hacer referencia a esos rasgos con naturalidad por el simple hecho de que sé que con ella no son necesarios los protocolos y los silencios, poseemos una relación lo suficientemente desinhibida como para hablar de esas cosas y aún así muchas veces es demasiado para mí.
Es entonces cuando muerde su labio y aunque en un principio se trata de un simple gesto de impaciencia o expectación en cuanto la pequeña porción de sangre fluye a través de él consigue captar mi atención por completo. Me detengo entonces y mi mano aprieta más la suya sin que apenas me dé cuenta. El instinto parece dispuesto a tomar el control, al menos en parte, y por eso mismo apoyo la otra mano en su mejilla con suavidad, acariciando sus labios con el pulgar para retirar la sangre e inclinándome lentamente... hasta que el gruñido del lobo consigue hacerme reaccionar y volver a la realidad. Demonios, ¿en qué estaba pensando?
Me aparto precipitadamente de su cercanía, avergonzado -Perdona....- me disculpo toscamente y vuelvo a caminar de nuevo, tomando cierta ventaja para llevarme el pulgar a la boca probando un poco de ese sabor exótico que compone a Leotie. Por suerte para mí no tengo hambre, al menos no tanta como para abalanzarme como un simple animal sobre el primero que pase -Ehm.... ¿y vives en una cueva o algo por el estilo...?- pregunto entonces sin venir al caso, simplemente por sacar algún tipo de tema trivial que me libre de la incómoda situación.
-Así es, has recordado bien- afirmo con una suave sonrisa que en realidad resulta un tanto triste -Nadie debería intentar imponer sus creencias o su fe. Si Dios tiene que llegar a ti sabrá como hacerlo sin necesidad de artimañas injustas- niego con la cabeza con desaprobación y desvío la mirada a un punto indeterminado del bosque. Ese tipo de actitud me genera vergüenza ajena porque lo único que han conseguido es precisamente lo contrario, que a partir de ahora tema cualquier tema o acto relacionado con nuestro Señor. Pero él es piadoso y seguro que se compadecerá de su alma llegado el momento.
Es entonces cuando repentinamente recupera ése tema y no puedo evitar reír -Leotie...- pronuncio su nombre con cierto tono de reproche, como el que se usaría contra una niña demasiado traviesa. A veces deja patente que en realidad sabe más de lo que demuestra pero se le da bien fingir lo contrario. Puede que sea una especie de actitud de protección a fin de cuentas -La tentación la conforma tu piel desnuda, el brillo de tus ojos y la oscuridad de tu cabello. ¿Por qué me preguntas algo que en realidad ya sabes....?- pregunto de forma retórica, siendo capaz de hacer referencia a esos rasgos con naturalidad por el simple hecho de que sé que con ella no son necesarios los protocolos y los silencios, poseemos una relación lo suficientemente desinhibida como para hablar de esas cosas y aún así muchas veces es demasiado para mí.
Es entonces cuando muerde su labio y aunque en un principio se trata de un simple gesto de impaciencia o expectación en cuanto la pequeña porción de sangre fluye a través de él consigue captar mi atención por completo. Me detengo entonces y mi mano aprieta más la suya sin que apenas me dé cuenta. El instinto parece dispuesto a tomar el control, al menos en parte, y por eso mismo apoyo la otra mano en su mejilla con suavidad, acariciando sus labios con el pulgar para retirar la sangre e inclinándome lentamente... hasta que el gruñido del lobo consigue hacerme reaccionar y volver a la realidad. Demonios, ¿en qué estaba pensando?
Me aparto precipitadamente de su cercanía, avergonzado -Perdona....- me disculpo toscamente y vuelvo a caminar de nuevo, tomando cierta ventaja para llevarme el pulgar a la boca probando un poco de ese sabor exótico que compone a Leotie. Por suerte para mí no tengo hambre, al menos no tanta como para abalanzarme como un simple animal sobre el primero que pase -Ehm.... ¿y vives en una cueva o algo por el estilo...?- pregunto entonces sin venir al caso, simplemente por sacar algún tipo de tema trivial que me libre de la incómoda situación.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Lo que a continuación sucedió me dejó inmersa en el mar de la confusión durante largos minutos. En escasos segundos, había pasado de mantener una entretenida conversación con Edgar para, en cuanto mi labio sangró, el muchacho acariciara mi mejilla y borrara cualquier rastro de sangre de mi herida, inclinándose para... ¿besarme? ¿Era eso posible? ¿Edgar? Hice un ademán para recortar distancias, facilitándole el gesto cuando Wonkus gruñó y el hombre se separó ante mi mirada teñida en decepción, aunque intenté disimularlo con una leve sonrisa cuando él se disculpó por aquella osadía que tan feliz me hubiese hecho de haberla llevado a cabo.
Suspiré mientras él me daba la espalda y caminaba velozmente, alejándose de mí y llevándose el pulgar a su boca, lamiendo probablemente mi sangre. Realmente los blancos tenían costumbres muy raras... Agaché la mirada y tropecé con los ojos entrecerrados de Wonkus, quién, por primera vez desde que nos habíamos conocido, me mostraba sus colmillos de forma amenazadora. ¿De qué me advertía? Alcé la vista y sólo pude contemplar la figura oscura de Edgar. ¿De él? Meneé la cabeza hacia el lobezno, restando importancia a lo que el animal pudiese percibir por aquél amigo mío, pues, por regla general, ambos nos distanciábamos de los pálidos, por mera protección y desconfianza. Supuse entonces, que Wonkus actuaba así siguiendo esa corazonada, sin comprender que Edgar era el hombre más bueno y afable que había conocido en París.
- Un hombre me dijo hace unos días que un beso se brindaba cuando se quiere enfatizar un agradecimiento, cuando te gusta una persona o bien sólo por diversión.- susurré sin mirar al muchacho, al que mis pasos ya me aproximaron a él por la espalda mientras mis retinas rememoraban aquella conversación a orillas del río junto a Joris.- Me pregunto si cuando sucumbes a la tentación, también caes en los labios ajenos.- dije ladeando mi cabeza con fingida inocencia aludiendo por supuesto tanto a nuestra conversación sobre la tentación como a su último movimiento, alzando temerosamente la vista hacia mi acompañante para volver a encajar nuestras manos, separadas por aquél incidente y, sin darle tiempo a responder, reí melódicamente y salté unas cuantas piedras, como si jugara con ellas.- Vivo en un wigwam o, como diríais vosotros, en una cabaña de madera.- respondí de pronto, señalando con el dedo índice una estructura que se elevaba varios metros hasta acomodarse entre las ramas de un frondoso y enorme árbol, a escasos metros de dónde nos encontrábamos, más allá del río.- ¿Quieres verla?- le pedí sin borrar aquella radiante sonrisa jovial, volteando mi rostro travieso hacia él para volver a reír, guiándole hacia la orilla del río.
Suspiré mientras él me daba la espalda y caminaba velozmente, alejándose de mí y llevándose el pulgar a su boca, lamiendo probablemente mi sangre. Realmente los blancos tenían costumbres muy raras... Agaché la mirada y tropecé con los ojos entrecerrados de Wonkus, quién, por primera vez desde que nos habíamos conocido, me mostraba sus colmillos de forma amenazadora. ¿De qué me advertía? Alcé la vista y sólo pude contemplar la figura oscura de Edgar. ¿De él? Meneé la cabeza hacia el lobezno, restando importancia a lo que el animal pudiese percibir por aquél amigo mío, pues, por regla general, ambos nos distanciábamos de los pálidos, por mera protección y desconfianza. Supuse entonces, que Wonkus actuaba así siguiendo esa corazonada, sin comprender que Edgar era el hombre más bueno y afable que había conocido en París.
- Un hombre me dijo hace unos días que un beso se brindaba cuando se quiere enfatizar un agradecimiento, cuando te gusta una persona o bien sólo por diversión.- susurré sin mirar al muchacho, al que mis pasos ya me aproximaron a él por la espalda mientras mis retinas rememoraban aquella conversación a orillas del río junto a Joris.- Me pregunto si cuando sucumbes a la tentación, también caes en los labios ajenos.- dije ladeando mi cabeza con fingida inocencia aludiendo por supuesto tanto a nuestra conversación sobre la tentación como a su último movimiento, alzando temerosamente la vista hacia mi acompañante para volver a encajar nuestras manos, separadas por aquél incidente y, sin darle tiempo a responder, reí melódicamente y salté unas cuantas piedras, como si jugara con ellas.- Vivo en un wigwam o, como diríais vosotros, en una cabaña de madera.- respondí de pronto, señalando con el dedo índice una estructura que se elevaba varios metros hasta acomodarse entre las ramas de un frondoso y enorme árbol, a escasos metros de dónde nos encontrábamos, más allá del río.- ¿Quieres verla?- le pedí sin borrar aquella radiante sonrisa jovial, volteando mi rostro travieso hacia él para volver a reír, guiándole hacia la orilla del río.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Apenas me percato de la reacción de Leotie después de mi disculpa precipitada y mi alejamiento, creo que es mejor así. No me apetece comprobar como su mirada se vuelve dubitativa, asustada u ofendida por algo que haya hecho yo aunque sé que es lo más probable y que me lo merezco. ¿En qué estaba pensando? No, ése es precisamente el problema, que no podía pensar. En cuanto la sangre aparece resulta difícil controlar los instintos primarios de mi nueva especie y mucho me temo que tendré que aprender a lidiar con ello cueste lo que cueste porque si no lo consigo y termino dañando a alguien sin querer sé que no me lo perdonaré, no me servirán autojustificaciones absurdas acerca de mi propia hambre.
Es entonces cuando habla de nuevo y me detengo en seco para girarme hacia ella y observarla un tanto perplejo. ¿He de suponer que ha besado a un hombre por simple diversión....? Estoy a punto de decir algo al respecto, o más bien de preguntar, pero termino quedándome con la boca entreabierta mientras ella se ríe despreocupadamente y se agarra a mi mano. Se está... ¿se está burlando de mí en mi propia cara...? Supongo que no se me dan demasiado bien las mujeres en general pero es que además Leotie es bastante distinta al resto y nunca estoy seguro de como comportarme con ella o interpretar su actitud. Me siento confuso y torpe, sobretodo esto último, intentando seguir sus pasos entre las piedras y ramas con algo más de dificultad que ella. Y estoy seguro de que si no fuera por mi nueva condición ya me habría caído varias veces de bruces porque el ejercicio físico nunca ha sido uno de mis puntos fuertes, para qué mentirnos.
Por suerte para mí se detiene antes de que termine haciendo el ridículo y me señala una estructura al otro lado del río en la que fijo mi vista con atención -¿La has construido tú sola...?- pregunto impresionado y fascinado, pues es la primera vez que veo una casa mezclada en armonía con la propia naturaleza -¡Claro!- respondo enseguida con entusiasmo y una sonrisa, avanzando hasta que nos topamos con el torrente de agua que forma el río. No parece demasiado hondo, si no la corriente podría ser realmente peligrosa... para aquellos que necesiten respirar.
-Al final hemos acabado otra vez en el agua, ¿eh?- comento burlonamente mientras observo el río intentando encontrar una parte con rocas sobre las cuáles poder saltar. Me acerco a ellas y entonces suelto de nuevo a Leo para poder desabrocharme y quitarme los zapatos, cargándolos en una mano antes de mirar alrededor como si temiera que alguien pudiera verme. Bueno, está bien, de hecho es así, no puedo creer que vaya a hacer esto.
Por un instante siento el impulso de pedirle ayuda a mi compañera, que probablemente está tan acostumbrada a cruzar esas piedras como yo una carretera, pero desecho la opción porque me resultaría demasiado vergonzoso y empiezo a cruzar por iniciativa propia... aunque con menos seguridad de la que debería.
Es entonces cuando habla de nuevo y me detengo en seco para girarme hacia ella y observarla un tanto perplejo. ¿He de suponer que ha besado a un hombre por simple diversión....? Estoy a punto de decir algo al respecto, o más bien de preguntar, pero termino quedándome con la boca entreabierta mientras ella se ríe despreocupadamente y se agarra a mi mano. Se está... ¿se está burlando de mí en mi propia cara...? Supongo que no se me dan demasiado bien las mujeres en general pero es que además Leotie es bastante distinta al resto y nunca estoy seguro de como comportarme con ella o interpretar su actitud. Me siento confuso y torpe, sobretodo esto último, intentando seguir sus pasos entre las piedras y ramas con algo más de dificultad que ella. Y estoy seguro de que si no fuera por mi nueva condición ya me habría caído varias veces de bruces porque el ejercicio físico nunca ha sido uno de mis puntos fuertes, para qué mentirnos.
Por suerte para mí se detiene antes de que termine haciendo el ridículo y me señala una estructura al otro lado del río en la que fijo mi vista con atención -¿La has construido tú sola...?- pregunto impresionado y fascinado, pues es la primera vez que veo una casa mezclada en armonía con la propia naturaleza -¡Claro!- respondo enseguida con entusiasmo y una sonrisa, avanzando hasta que nos topamos con el torrente de agua que forma el río. No parece demasiado hondo, si no la corriente podría ser realmente peligrosa... para aquellos que necesiten respirar.
-Al final hemos acabado otra vez en el agua, ¿eh?- comento burlonamente mientras observo el río intentando encontrar una parte con rocas sobre las cuáles poder saltar. Me acerco a ellas y entonces suelto de nuevo a Leo para poder desabrocharme y quitarme los zapatos, cargándolos en una mano antes de mirar alrededor como si temiera que alguien pudiera verme. Bueno, está bien, de hecho es así, no puedo creer que vaya a hacer esto.
Por un instante siento el impulso de pedirle ayuda a mi compañera, que probablemente está tan acostumbrada a cruzar esas piedras como yo una carretera, pero desecho la opción porque me resultaría demasiado vergonzoso y empiezo a cruzar por iniciativa propia... aunque con menos seguridad de la que debería.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Empecé a saltar por las piedras del río, olvidándome sin querer de la presencia de mi compañero. Cuanto estaba en la mitad del río, me volteé divertida para buscar con la mirada a Edgar, hallándolo aún en la orilla, quitándose aquellos zapatos tan comunes en su sociedad. Solté una carcajada cuando le vi titubear, como si sopesara las opciones de tropezar y hundirse, algo que era imposible por lo menos lo segundo, dada la escasa profundidad del agua. Me crucé de brazos a la altura del pecho y moví la punta de uno de mis pies, como muestra de la impaciencia que fingí sentir.
Edgar se decidió entonces a seguir mis pasos, con sumo cuidado para no mojarse. Cuando estuvo a dos o tres rocas de distancia de mí, extendí una de mis manos hacia él, con una sincera sonrisa para animarle a que la tomara, pero cuando nuestros dedos se entrelazaron de nuevo, Wonkus saltó de la otra orilla y empezó a correr hacia nosotros moviendo el rabo, pasando por entre las piernas de Edgar, haciéndolo desestabilizar hasta que resbaló, cayendo estrepitosamente al río y con él, me llevó a mí, quién caí sobre su pecho de forma muy sutil.
Ya en el agua, empapados y algo sucios por el barro, alcé la vista para observar el semblante del muchacho, no pudiendo evitar reír a carcajadas por el toque divertido de la situación. Hundí la yema de mi dedo índice en aquellas profundidades del río y con un movimiento, recogí algo de barro con la punta y saqué la mano del agua, marcando parte de la frente y la nariz de mi amigo, en un gesto travieso y típicamente infantil, recordando aquellos momentos de mi infancia en mi lejano hogar.
Mis pulmones no podían almacenar aquellas sonoras carcajadas que resonaban alegres por aquél bosque solitario y nocturno. Wonkus, ya esperando en la orilla a la que debíamos dirigirnos para llegar a mi wigwam, gruñó supuse por aquella cercanía entre Edgar y yo, pero, tras un resoplido, se giró y empezó a correr hacia mi cabaña, perdiéndose entre la negra maleza que nos acechaba.
- ¿Estás bien, Edgar?- le pregunté entonces dulcificando notablemente mi voz para mostrarle cierta preocupación por su salud, aparcando momentáneamente aquella actitud juvenil y despreocupada.
Edgar se decidió entonces a seguir mis pasos, con sumo cuidado para no mojarse. Cuando estuvo a dos o tres rocas de distancia de mí, extendí una de mis manos hacia él, con una sincera sonrisa para animarle a que la tomara, pero cuando nuestros dedos se entrelazaron de nuevo, Wonkus saltó de la otra orilla y empezó a correr hacia nosotros moviendo el rabo, pasando por entre las piernas de Edgar, haciéndolo desestabilizar hasta que resbaló, cayendo estrepitosamente al río y con él, me llevó a mí, quién caí sobre su pecho de forma muy sutil.
Ya en el agua, empapados y algo sucios por el barro, alcé la vista para observar el semblante del muchacho, no pudiendo evitar reír a carcajadas por el toque divertido de la situación. Hundí la yema de mi dedo índice en aquellas profundidades del río y con un movimiento, recogí algo de barro con la punta y saqué la mano del agua, marcando parte de la frente y la nariz de mi amigo, en un gesto travieso y típicamente infantil, recordando aquellos momentos de mi infancia en mi lejano hogar.
Mis pulmones no podían almacenar aquellas sonoras carcajadas que resonaban alegres por aquél bosque solitario y nocturno. Wonkus, ya esperando en la orilla a la que debíamos dirigirnos para llegar a mi wigwam, gruñó supuse por aquella cercanía entre Edgar y yo, pero, tras un resoplido, se giró y empezó a correr hacia mi cabaña, perdiéndose entre la negra maleza que nos acechaba.
- ¿Estás bien, Edgar?- le pregunté entonces dulcificando notablemente mi voz para mostrarle cierta preocupación por su salud, aparcando momentáneamente aquella actitud juvenil y despreocupada.
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Por un momento llego a pensar que terminaré de bruces en el agua pero no, al final resulta que me apaño bastante bien y pronto estoy cerca de Leotie, la cuál termina tendiéndome su mano. Supongo que resulta más que evidente que soy un tanto torpe en este tipo de terrenos así que agradezco el hecho de no ser capaz de ruborizarme y sostengo sus dedos entre los míos apenas un instante, justo antes de que ese maldito animal empiece a correr como una flecha en nuestra dirección hasta conseguir derribarme, porque estoy convencido de que lo ah hecho intencionadamente. Lo que seguramente no pretendía era que su ama terminará en el río junto a mí, empapada de pies a cabeza tanto como yo.
Ella no lo duda ni un momento y enseguida estalla en esas risas escandalosas y despreocupadas tan propias de ella aunque yo apenas sé como reaccionar. En un principio simplemente me quedo ahí como un idiota, sentado en el lecho del río mientras uno de mis zapatos es arrastrado por la corriente sin remedio. Lo sigo vagamente con la mirada pero ni siquiera me esfuerzo en recuperarlo hasta que el tacto fangoso de Leotie me vuelve al mundo real, arrancándome un chasqueo de lengua -Para ti todo es un juego, ¿eh....?- replico un tanto exasperado mientras me froto la cara intentando limpiarme, probablemente consiguiéndolo precisamente por el hecho de estar completamente mojado. Después empiezo a incorporarme hasta quedarme en pie, aunque cuesta lo suyo mantener el equilibrio en un suelo tas resbaladizo, y me inclino para salpicar aún más a Leo hasta que los gruñidos de su estimado Wonkus vuelven a captar mi atención.
Me detengo en seco y le devuelvo una mirada directa, esta vez entrecerrando los ojos, momento en el que opta por alejarse hasta la cabaña y yo me limito a apartarme el pelo revuelto de la cara, tendiéndole una mano a Leotie para ayudarla a levantarse -Será mejor que me marche, está claro que no le caigo muy bien a tu amigo- señalo vagamente con la cabeza la dirección por la que desapareció el lobo y después rodeo a mi compañera hasta quedarme detrás suyo, sosteniendo mi propio abrigo ahora mismo inservible para retirárselo sin llegar a tocarla de manera directa en ningún momento.
Ella no lo duda ni un momento y enseguida estalla en esas risas escandalosas y despreocupadas tan propias de ella aunque yo apenas sé como reaccionar. En un principio simplemente me quedo ahí como un idiota, sentado en el lecho del río mientras uno de mis zapatos es arrastrado por la corriente sin remedio. Lo sigo vagamente con la mirada pero ni siquiera me esfuerzo en recuperarlo hasta que el tacto fangoso de Leotie me vuelve al mundo real, arrancándome un chasqueo de lengua -Para ti todo es un juego, ¿eh....?- replico un tanto exasperado mientras me froto la cara intentando limpiarme, probablemente consiguiéndolo precisamente por el hecho de estar completamente mojado. Después empiezo a incorporarme hasta quedarme en pie, aunque cuesta lo suyo mantener el equilibrio en un suelo tas resbaladizo, y me inclino para salpicar aún más a Leo hasta que los gruñidos de su estimado Wonkus vuelven a captar mi atención.
Me detengo en seco y le devuelvo una mirada directa, esta vez entrecerrando los ojos, momento en el que opta por alejarse hasta la cabaña y yo me limito a apartarme el pelo revuelto de la cara, tendiéndole una mano a Leotie para ayudarla a levantarse -Será mejor que me marche, está claro que no le caigo muy bien a tu amigo- señalo vagamente con la cabeza la dirección por la que desapareció el lobo y después rodeo a mi compañera hasta quedarme detrás suyo, sosteniendo mi propio abrigo ahora mismo inservible para retirárselo sin llegar a tocarla de manera directa en ningún momento.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Edgar se acercó a mí y sin a penas rozarme la piel, me quitó su abrigo mientras comentaba el escaso afecto que recibía por parte del lobezno.
- Wonkus suele comportarse de modo arisco ante extraños, no se lo tomes en cuenta.- murmuré, ladeando mi rostro hacia él para brindarle la más bonita de mis sonrisas.
Tomé una de sus manos y le guié hacia la otra orilla, momento en el que, alzando la vista, tropezamos con mi wigwam. Agaché la mirada para clavarla en su semblante y, sin volver a preguntarle lo mismo y sin soltar su agarre, caminamos hacia el árbol, momento en el que solté su suave y gélida mano y empecé a trepar ágilmente por aquella corteza, agarrándome a la baranda de madera que rodeaba la plataforma cuadrada sobre la cuál se erguía la pequeña pero acogedora edificación.
Entré en el interior de la cabaña, sabiendo que él me seguiría, y mientras le esperaba, tomé un par de cuencos y vertí agua del mismo río, almacenada en un recipiente de piedra. De un pequeño saco de piel que colgaba de una de las vigas, extraje un puñado de hojas con un dulce aroma que embriagó la estancia cuando las dejé caer sobre aquellos vasos con agua, removiendo el contenido ayudándome con una rudimentarias cucharas de madera. Di entonces dos largos pasos y los dejé sobre la superficie de una mesa, sentándome sobre mis rodillas mientras las yemas jugaban en el borde del vaso, esperando impaciente la llegada de mi amigo.
- Wonkus suele comportarse de modo arisco ante extraños, no se lo tomes en cuenta.- murmuré, ladeando mi rostro hacia él para brindarle la más bonita de mis sonrisas.
Tomé una de sus manos y le guié hacia la otra orilla, momento en el que, alzando la vista, tropezamos con mi wigwam. Agaché la mirada para clavarla en su semblante y, sin volver a preguntarle lo mismo y sin soltar su agarre, caminamos hacia el árbol, momento en el que solté su suave y gélida mano y empecé a trepar ágilmente por aquella corteza, agarrándome a la baranda de madera que rodeaba la plataforma cuadrada sobre la cuál se erguía la pequeña pero acogedora edificación.
Entré en el interior de la cabaña, sabiendo que él me seguiría, y mientras le esperaba, tomé un par de cuencos y vertí agua del mismo río, almacenada en un recipiente de piedra. De un pequeño saco de piel que colgaba de una de las vigas, extraje un puñado de hojas con un dulce aroma que embriagó la estancia cuando las dejé caer sobre aquellos vasos con agua, removiendo el contenido ayudándome con una rudimentarias cucharas de madera. Di entonces dos largos pasos y los dejé sobre la superficie de una mesa, sentándome sobre mis rodillas mientras las yemas jugaban en el borde del vaso, esperando impaciente la llegada de mi amigo.
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
"Sobretodo cuando ese extraño resulta ser un muerto viviente", pienso para mis adentros sin abrir la boca mientras escurro un poco el abrigo dejando que el agua caiga al propio río. Cuando llegue a casa puede que consiga esquivar a Nypheria dado la magnitud de la mansión pero como descubra el estado deplorable en el que he dejado una de las prendas que ella misma escogió es probable que me caiga un buen castigo acompañado de una reprimenda. Como si fuera un niño pequeño... que supongo que no dista mucho de la realidad para ella.
Me sonríe entonces con una tranquilidad y confianza abrumadoras. ¿Por qué? No consigo comprender como puede fiarse tanto de mí cuando apenas nos conocemos de un par de encuentros anteriores al resto. Nos hemos llevado bastante bien desde el principio pero aún así debería ser más precavida, sobretodo cuando su estimado Wonku la está avisando de manera tan reiterada, ¿no es así? Nos movemos de nuevo, salimos del agua y llegamos hasta la base del amplio árbol que ella empieza a escalar con facilidad, como si se tratara de una escalera. Yo la observo ascender procurando fijarme en sus puntos de apoyo pero en cuanto desaparece de mi vista chasqueo la lengua y miro hacia atrás. Sería un buen momento para marcharme, sin más, pero eso sería tremendamente grosero por mi parte.
-Al final hacen lo que quieren conmigo- me quejo por lo bajo, como un anciano, y empiezo a subir con mayor facilidad de la que creía en un principio debido a las habilidades vampíricas apenas ejercitadas. En apenas un minuto ya estoy en la cabaña y detecto un olor un tanto extraño pero agradable que no identifico. La estancia no es muy grande, mucho menos después de haberme acostumbrado a los espacios de las salas del palacio de Nypheria, pero aún así resulta acogedora. Dejo el abrigo en la barandilla exterior, me adentro en la sala y opto por imitarla, sentándome en el suelo justo al otro lado de esa tosca mesa en la que descansan una especie de cuencos... o vasos -No voy a poder quedarme mucho rato, empieza a hacerse tarde- le informo antes de recoger el vaso más cercano a mi posición para observar su contenido con interés -¿Qué es...?- nuevamente mi necesidad de aprender cosas nuevas surge. Resulta irremediable.
Me sonríe entonces con una tranquilidad y confianza abrumadoras. ¿Por qué? No consigo comprender como puede fiarse tanto de mí cuando apenas nos conocemos de un par de encuentros anteriores al resto. Nos hemos llevado bastante bien desde el principio pero aún así debería ser más precavida, sobretodo cuando su estimado Wonku la está avisando de manera tan reiterada, ¿no es así? Nos movemos de nuevo, salimos del agua y llegamos hasta la base del amplio árbol que ella empieza a escalar con facilidad, como si se tratara de una escalera. Yo la observo ascender procurando fijarme en sus puntos de apoyo pero en cuanto desaparece de mi vista chasqueo la lengua y miro hacia atrás. Sería un buen momento para marcharme, sin más, pero eso sería tremendamente grosero por mi parte.
-Al final hacen lo que quieren conmigo- me quejo por lo bajo, como un anciano, y empiezo a subir con mayor facilidad de la que creía en un principio debido a las habilidades vampíricas apenas ejercitadas. En apenas un minuto ya estoy en la cabaña y detecto un olor un tanto extraño pero agradable que no identifico. La estancia no es muy grande, mucho menos después de haberme acostumbrado a los espacios de las salas del palacio de Nypheria, pero aún así resulta acogedora. Dejo el abrigo en la barandilla exterior, me adentro en la sala y opto por imitarla, sentándome en el suelo justo al otro lado de esa tosca mesa en la que descansan una especie de cuencos... o vasos -No voy a poder quedarme mucho rato, empieza a hacerse tarde- le informo antes de recoger el vaso más cercano a mi posición para observar su contenido con interés -¿Qué es...?- nuevamente mi necesidad de aprender cosas nuevas surge. Resulta irremediable.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
El muchacho tomó uno de esos cuencos y lo olisqueó, realmente extrañado por su contenido ambarino y un aroma dulzón. Reí divertida, pues en cierto modo, aquél hombre no difería demasiado de mí. A mi me asombraba su mundo y a él, el mío.
- Es Tepache.- respondo, tomando uno de aquellos vasos y cerrando los ojos para poder degustarlo mejor, tomé un largo sorbo para después, dejarlo sobre la mesa y mirar a Edgar, aún notablemente intrigado.- No voy a envenenarte, Edgar.- reí, aún esperando a que él lo probara.- Es la fermentación de la masa simple del maíz en agua, con algún toque de especias.- comenté con un guiño juvenil, volviendo mi atención al cuenco.
De pronto, una oleada de fuerte viento sacudió mi cabello y algunas de las cosas que colgaban del techo -como pieles animales, plantas, amuletos, herramientas...- danzaron libremente, cayendo algunos al suelo de la cabaña con un ligero estruendo. Alcé la vista hacia la apertura que simulaba ser una ventana, frunciendo el ceño al comprender lo que sucedía.
- Se avecina una tormenta, Edgar.- advertí, poniéndome de para cubrir la puerta y la ventana con aquellas pieles, asegurándome de que la lluvia no llegara al interior de mi vivienda.
Con la ayuda de unas maderas, sellé entonces cualquier grieta que pudiera debilitar la muralla que me protegería aquella noche. Cuando al fin logré sumirnos en la más absoluta y silenciosa oscuridad, me giré en busca de Edgar, pero la negrura me impidió verle, así que empecé a caminar a tientas, con los brazos extendidos hasta tropezar y caer sobre algo duro y frío como el mármol.
- Es Tepache.- respondo, tomando uno de aquellos vasos y cerrando los ojos para poder degustarlo mejor, tomé un largo sorbo para después, dejarlo sobre la mesa y mirar a Edgar, aún notablemente intrigado.- No voy a envenenarte, Edgar.- reí, aún esperando a que él lo probara.- Es la fermentación de la masa simple del maíz en agua, con algún toque de especias.- comenté con un guiño juvenil, volviendo mi atención al cuenco.
De pronto, una oleada de fuerte viento sacudió mi cabello y algunas de las cosas que colgaban del techo -como pieles animales, plantas, amuletos, herramientas...- danzaron libremente, cayendo algunos al suelo de la cabaña con un ligero estruendo. Alcé la vista hacia la apertura que simulaba ser una ventana, frunciendo el ceño al comprender lo que sucedía.
- Se avecina una tormenta, Edgar.- advertí, poniéndome de para cubrir la puerta y la ventana con aquellas pieles, asegurándome de que la lluvia no llegara al interior de mi vivienda.
Con la ayuda de unas maderas, sellé entonces cualquier grieta que pudiera debilitar la muralla que me protegería aquella noche. Cuando al fin logré sumirnos en la más absoluta y silenciosa oscuridad, me giré en busca de Edgar, pero la negrura me impidió verle, así que empecé a caminar a tientas, con los brazos extendidos hasta tropezar y caer sobre algo duro y frío como el mármol.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
-Tepache....- repito por lo bajo, procurando memorizar el nombre mientras observo el líquido elemento y después como Leotie extiende un poco la explicación y lo saborea, claramente complacida por el sabor. La curiosidad me pica, como no podría ser de otra forma, así que emito su gesto y sorbo con suavidad, quedándome unos pocos segundos con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación de algo cálido deslizándose a través de mi garganta, algo que en esta ocasión no resulta ser letal para nadie y por dicho motivo resulta agradable. Aunque nada más, no es que sirva para saciarme ni nada similar.
Estoy a punto de opinar al respecto y comentar lo bien que sabe cuando de repente el viento irrumpe en la pequeña cabaña como si de un torbellino se tratara y las cosas empiezan a caer. Ahora es cuando me pregunto si realmente este sitio es tan estable como debería.
Dejo el cuenco en la mesa, me levanto y sigo a Leotie para ayudarla en la labor de recoger las cosas del suelo y tapiar mejor las escasas brechas y ventanas que tiene su humilde hogar -Entonces tendré que marcharme antes de que sea tarde- replico un tanto nervioso e inquieto, más que por mí por la posibilidad de que todo esto se venga abajo.
Tardamos apenas diez minutos en finalizar y para entonces la oscuridad es casi palpable aunque yo sigo viendo con bastante claridad lo que me rodea... al contrario que mi amiga. Empieza a avanzar con los brazos extendidos y yo la observo con diversión, apartándome un par de pasos de su trayecto hasta que termina topándose con una especie de saco que pendía de una de las vigas y no puedo evitar reírme. Esta vez los papeles se han intercambiado -¿Estás bien? Deberíamos haber encendido un fuego primero, no te muevas...- le indico mientras me muevo con naturalidad por la estancia hasta llegar al hueco destinado a sus pequeñas hogueras, en el cuál todavía hay algo de leña seca que consigo encender con una yesca y pedernal que tenía al lado. Menos mal que ya conocía este tipo de métodos antes de vivir con Nypheria porque si no hubiera tardado horrores en conseguir prender algo.
El fuego no tarda en llegar, ilumina la estancia con un tono anaranjado y cálido y yo me doy por satisfecho -¿No sería más seguro que te refugiaras en una cueva o algo así...? Esto podría caerse- propongo un tanto dubitativo mientras me alejo del bailar de las llamas hasta llegar a la puerta por la que entramos al principio y que ahora permanece bastante tapiada. Observo el oscuro exterior a través de una rendija y entrecierro los ojos -Me quedaría más tranquilo si bajaras a tierra... pero yo tengo que marcharme- le indico dejando claro que no tengo alternativa porque no puedo correr el riesgo de que llegue a amanecer así que retiro un par de tablones con la intención de salir a través de esa oquedad.
Estoy a punto de opinar al respecto y comentar lo bien que sabe cuando de repente el viento irrumpe en la pequeña cabaña como si de un torbellino se tratara y las cosas empiezan a caer. Ahora es cuando me pregunto si realmente este sitio es tan estable como debería.
Dejo el cuenco en la mesa, me levanto y sigo a Leotie para ayudarla en la labor de recoger las cosas del suelo y tapiar mejor las escasas brechas y ventanas que tiene su humilde hogar -Entonces tendré que marcharme antes de que sea tarde- replico un tanto nervioso e inquieto, más que por mí por la posibilidad de que todo esto se venga abajo.
Tardamos apenas diez minutos en finalizar y para entonces la oscuridad es casi palpable aunque yo sigo viendo con bastante claridad lo que me rodea... al contrario que mi amiga. Empieza a avanzar con los brazos extendidos y yo la observo con diversión, apartándome un par de pasos de su trayecto hasta que termina topándose con una especie de saco que pendía de una de las vigas y no puedo evitar reírme. Esta vez los papeles se han intercambiado -¿Estás bien? Deberíamos haber encendido un fuego primero, no te muevas...- le indico mientras me muevo con naturalidad por la estancia hasta llegar al hueco destinado a sus pequeñas hogueras, en el cuál todavía hay algo de leña seca que consigo encender con una yesca y pedernal que tenía al lado. Menos mal que ya conocía este tipo de métodos antes de vivir con Nypheria porque si no hubiera tardado horrores en conseguir prender algo.
El fuego no tarda en llegar, ilumina la estancia con un tono anaranjado y cálido y yo me doy por satisfecho -¿No sería más seguro que te refugiaras en una cueva o algo así...? Esto podría caerse- propongo un tanto dubitativo mientras me alejo del bailar de las llamas hasta llegar a la puerta por la que entramos al principio y que ahora permanece bastante tapiada. Observo el oscuro exterior a través de una rendija y entrecierro los ojos -Me quedaría más tranquilo si bajaras a tierra... pero yo tengo que marcharme- le indico dejando claro que no tengo alternativa porque no puedo correr el riesgo de que llegue a amanecer así que retiro un par de tablones con la intención de salir a través de esa oquedad.
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
Edgar me ayudó a ubicarme dentro de mi propio wigwam y cuando lo hizo, se preocupó por mi seguridad, aunque insistía en retirarse. ¿Le darían miedo las tormentas? ¿Los rayos o los truenos? ¿Quizás la lluvia? ¿O más bien se trataba de que estábamos literalmente colgados del árbol? Fuese cual fuese el motivo, no podía retenerlo a mi lado. A demás, algo me preocupaba mucho... Wonkus. ¿Habría encontrado algún escondite? ¿Y si le había sorprendido la tormenta?
Edgar miraba por una rendija de la tela, a punto de marcharse. Cuando me aseguré que todo estaba en orden, seguí al hombre hasta tierra firme, momento en el que, empapados de agua y sin a penas ver por las gotas que molestaban a mis ojos, intentamos despedirnos a gritos, pues la fuerza del viento hacia ladear los árboles y los truenos resonaban con intensidad cerca nuestro.
- Corre lejos de los árboles más altos!- le aconsejé con dificultades fónicas.- Cuídate y ven a verme pronto. Intenta no chamuscarte por el camino.- reí.
Y tal y como Joris me había enseñado hacía unos días, una de las costumbres de los hombres blancos era despedirse con un beso, así que me puse de puntillas y rocé sus labios con los míos, para, seguidamente, sonreír y echar a correr en busca de Wonkus, gritando sin cesar pese a estar bajo el ojo de la tormenta.
Por fin, hallé al lobezno tiritando en el hueco formado sobre la corteza de un árbol. Al verme se limitó a aullar, incapaz de moverse. Meneé la cabeza y le tomé entre mis brazos, dejando que mi calor corporal calentase al animal. Alcé la vista y fui testigo de cómo un rayo incendiaba un árbol cercano al de mi wigwam, por lo que opté por quedarme en el refugio de Wonkus había hallado. Suspiré y me acurruqué como pude, esperando que la cabaña soportase la tormenta y Edgar llegase a casa sano y salvo.
Edgar miraba por una rendija de la tela, a punto de marcharse. Cuando me aseguré que todo estaba en orden, seguí al hombre hasta tierra firme, momento en el que, empapados de agua y sin a penas ver por las gotas que molestaban a mis ojos, intentamos despedirnos a gritos, pues la fuerza del viento hacia ladear los árboles y los truenos resonaban con intensidad cerca nuestro.
- Corre lejos de los árboles más altos!- le aconsejé con dificultades fónicas.- Cuídate y ven a verme pronto. Intenta no chamuscarte por el camino.- reí.
Y tal y como Joris me había enseñado hacía unos días, una de las costumbres de los hombres blancos era despedirse con un beso, así que me puse de puntillas y rocé sus labios con los míos, para, seguidamente, sonreír y echar a correr en busca de Wonkus, gritando sin cesar pese a estar bajo el ojo de la tormenta.
Por fin, hallé al lobezno tiritando en el hueco formado sobre la corteza de un árbol. Al verme se limitó a aullar, incapaz de moverse. Meneé la cabeza y le tomé entre mis brazos, dejando que mi calor corporal calentase al animal. Alcé la vista y fui testigo de cómo un rayo incendiaba un árbol cercano al de mi wigwam, por lo que opté por quedarme en el refugio de Wonkus había hallado. Suspiré y me acurruqué como pude, esperando que la cabaña soportase la tormenta y Edgar llegase a casa sano y salvo.
Kahlan M. Délvheen- Realeza Neerlandesa
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Re: Claroscuro [Edgar + Leotie]
No estoy muy seguro de porque decide acompañarme hasta abajo pero puede que tenga mucho que ver con mi patente torpeza demostrada en el río... el cuál por cierto está a punto de desbordarse y con el agua terriblemente revuelta aunque ahora que sé que ella no tiene que cruzarlo no me importa demasiado, sé que no podría ahogarme. Empieza a hablarme medio gritando y aún así su voz se pierde parcialmente en el fuerte viento y el agitar de los árboles cercanos, cuyas gruesas ramas empiezan a quebrarse en algunos casos.
Entrecierro los ojos al procurar centrar mi atención en sus últimas indicaciones, me aparto el pelo de la cara inútilmente y después recibo su beso retrocediendo de manera casi inmediata aunque ella tampoco parece prolongar el contacto ni darse demasiada cuenta de ello. En otro momento le hubiera explicado que eso no está bien pero ahora mismo no podemos permitirnos ese lujo, ninguno de los dos, así que me giro en redondo y empiezo a correr a través del bosque y del agua para deshacer el camino andando, hundiéndome en el barro en más de una ocasión y recibiendo varios golpes en la cara por parte de ramas agitadas según avanzo hacia la ciudad. Procuro limitarme a moverme y no pensar en lo que he dejado atrás porque aún así la culpabilidad me carcome. Sé que debería haberme quedado con ella y asegurarme de que pasaba la tormenta sin peligro pero es lista y tiene que saber bastante más de supervivencia que yo así que encontrará un lugar adecuado para resguardarse... por desgracia no puedo arriesgarme a que amanezca y la tormenta siga en pleno apogeo delatándome por completo y quizá incluso calcinándome.
Nypheria querrá matarme cuando llegue con este aspecto tan deplorable a su bien reconocida casa, pareceré un simple vagabundo medio moribundo.
Entrecierro los ojos al procurar centrar mi atención en sus últimas indicaciones, me aparto el pelo de la cara inútilmente y después recibo su beso retrocediendo de manera casi inmediata aunque ella tampoco parece prolongar el contacto ni darse demasiada cuenta de ello. En otro momento le hubiera explicado que eso no está bien pero ahora mismo no podemos permitirnos ese lujo, ninguno de los dos, así que me giro en redondo y empiezo a correr a través del bosque y del agua para deshacer el camino andando, hundiéndome en el barro en más de una ocasión y recibiendo varios golpes en la cara por parte de ramas agitadas según avanzo hacia la ciudad. Procuro limitarme a moverme y no pensar en lo que he dejado atrás porque aún así la culpabilidad me carcome. Sé que debería haberme quedado con ella y asegurarme de que pasaba la tormenta sin peligro pero es lista y tiene que saber bastante más de supervivencia que yo así que encontrará un lugar adecuado para resguardarse... por desgracia no puedo arriesgarme a que amanezca y la tormenta siga en pleno apogeo delatándome por completo y quizá incluso calcinándome.
Nypheria querrá matarme cuando llegue con este aspecto tan deplorable a su bien reconocida casa, pareceré un simple vagabundo medio moribundo.
Off: Cerramos, un placer :3
Edgar Braud- Vampiro Clase Alta
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