Una pequeña barbacoa (Ezequiel)

por **Aliena Broschi** Dom Sep 25, 2011 5:05 pm

Una joven y despreocupada muchacha iba paseando por el bosque a la tibia luz de la luna, encantándose con todo lo que había a su alrededor, mirando cuan altos eran los árboles y escuchando con atención los sonidos que le ofrecía la naturaleza... aparentemente ya que en realidad el alma de esa muchacha no era tan joven al igual que su aspecto, a no aparentaba sus veinte años si no diez años mas, tampoco era tan despreocupada como parecía ni iba paseando, estaba siguiéndole la pista a Yanis, una vampira que fue causante de la muerte de su madre ante sus atónitos ojos.

Aunque no lo pareciera Aliena era un arsenal de armas y sigilosa y cautelosa como ninguna otra mujer de su edad, pero en esos momentos no le interesaba el sigilo, lo que quería era hacerse notar... y mucho. Muchos vampiros atacaban a caminantes despreocupados en su mayoría, así que Aliena hacía que miraba los árboles para estar al acecho, aunque sabía que lanzarse sobre la presa no era el estilo de vampiros milenarios como la alimaña a la que acechaba, ella prefería el juego y Aliena le concedería eso antes de su muerte.

Como suponía la vampira se acercó a la muchacha con aires de protección-¿Señorita va sola?-preguntó con un fingido aire maternal-Si es así me gustaría acompañarla, estos caminos son muy peligrosos-Aliena asintió y caminó al lado de la vampira sin bajar la guardia. A penas un trecho del camino, y como Aliena ya esperaba, la vampira trató de atacarla pero se llevó una gran sorpresa al ver que Aliena no era tan indefensa como había aparentado momentos antes del ataque. La muchacha se movía rápido y por su técnica no era la primera vez que se enfrentaba a un vampiro.

La lucha se tornó encarnizada, casi parecía un baile entre las dos mujeres, pero había una gran diferencia entre ellas, una estaba no muerta y confiada de su superioridad sobrenatural y la otra estaba mas viva que nunca y llena de rabia pero sin que dicha rabia consiguiera ofuscarla o cegarla pues tenía muy claro que eso la podía llevar a la muerte. Pero al final la batalla se decanto por el lado de la cazadora debido a que su oponente la infravalorizó por ser una simple humana, pero Aliena no salió ilesa, terminó con una mano rota pero como la habían educado para aguantar el dolor ni siquiera gritó de dolor.

Aliena le clavó su estaca de madera en el corazón-Muere arpía. Esto te enseñará a no infravalorizar a tus oponentes criatura del demonio-siseó con rabia mientras su víctima se retorcía de dolor en sus brazos-Esto es por mi familia-le sacó la estaca e inmediatamente la volvió a introducir en el corazón de la vampira. La no muerta cayó al suelo y Aliena le cortó la cabeza de un tajo con la espada que tenía colgada en la espalda. La vampira había muerto y Aliena la quemaría posteriormente pero ahora su prioridad era la mano.

por **Ezequiel Valentine** Vie Oct 14, 2011 10:23 pm

El fúnebre bosque se erigía a su alrededor en un intento por opacar las estrellas que se percibían desde lo alto del cielo, querían ocultarle la belleza de la noche, una noche en la que al fin podría descansar sin tener que estarse metiendo en cada jodido lío de cacería. Decidió que sería una noche perfecta para acudir a las zonas más aledañas de la Ciudad, mirar como es que la vida pasa desapercibida por los gusanos en la tierra y los peces en la laguna. Admirar cada uno de los sueños por alcanzar y aquellos que fueron sepultados con su pasado. ¡No! No quería sumergirse en aquella nostalgia devastadora que le había cubierto durante los últimos treinta años. Se dedicaría a analizar la serie de acontecimientos que le habían ocurrido en los últimos meses en Paris, tantas cosas que anotar en un Diario que por seguridad jamás tendría, esas ideas que traspasan sus pensamientos y en repetidas ocasiones de le han convertido en acciones. ¿Nombres? Sólo uno podía identificar de entre la muchedumbre, uno que lo convenía en lo absoluto pero que sin embargo lo mantenía bastante atado a él, el simple hecho de siquiera pensar en ella, o tan sólo con recordar lo que esa noche surgió… ¡Oh, maldita sea mil veces la terrible confusión!

Caminaba por los laberintos forestales, observando como las aves nocturnas se posaban en las ramas de los mismos para cantarle a la luna, escuchando el ulular de los búhos, el chiflido de las lechuzas y los pasos de ¿Alguien más? Fue interrumpido en su ensimismamiento por ese estridente chillido de las hojas aplastadas. Los pasos eran constantes y cada vez se acercaban más a donde él se encontraba ¿Casualidad? No, él no cree en ese tipo de las jugadas del destino. En silencio avanzó sobre la extensión de bosque, aparta algunas ramas de su camino con sumo cuidado, trató acallar esa respiración agitada por culpa del cansancio en su caminata… La miro tan segura de sus andanzas, como si fuese un fantasma en medio del cementerio, pudo haber asegurado que esa mujer no era de este mortal, sin embargo, las señales características de esas criaturas no se veían reflejadas en su frágil estructura, sin importarle lo que fuera, la curiosidad lo mataba, la siguió de cerca… Una mujer de extraña belleza, descomunal encanto, apareció de la nada y su dulce voz sobreprotectora alertó los sentidos del cazador. Rápidamente se puso a la defensiva por si acaso intentara algo, se supone que debía actuar inmediatamente, sin embargo, no podía porque había otra persona involucrada en el acto y no arriesgaría la vida de nadie más que la suya.

Entrecerró sus ojos y esperó el momento oportuno para atacar, nunca llegó… Esa ninfa que vestía con ropajes similares a los de él, se defendió a la perfección. Ezequiel quedó atónito al creer la realidad del asunto, la frágil hada asesino a la bruja que la acechaba. Le aplaudiría de no ser porque es un poco hostil tanto como con los vivos como con los muertos. Una sonrisa tajante cruzó por los labios del cazador, las palabras que esa niña le dedicó a la vampiresa eran una verdad que no tenía que ser callada… ¿Familia? Una herida apareció de repente en el pecho de Ezequiel, una lacerada que jamás desaparecería de su alma. Gruñó ante el recuerdo y golpeó el tronco de un árbol cercano, sus nudillos gritaron de dolor. Sintió cierta envidia por la muchacha, ella ya había cobrado su venganza y ¿él? Han pasado más de treinta años y aún no consigue nada, todas cabezas cercenadas de los vampiros, los corazones arrancados de sus pechos… ¡Y ninguno de ellos tenía ese rostro infernal! Pateó las piedras y una de ellas alcanzó a golpear el cuerpo de la vampiresa, era hora de presentarse ante su igual. Salió de entre las sombras aplaudiendo sarcásticamente el trabajo de la cazadora – Se mueve bien, petit… - Dijo mientras observaba y repudiaba el cadáver. Paseó por los alrededores de la morena y al final se dio cuenta de algo, su muñeca -¿Me lo permite?- Toma el brazo herido y lo hala hacia él, maniobra un poco, soba antes de actuar y al final lo acomoda en un brusco movimiento que bien podría arrancarle una lágrima al más valiente.

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