Ezequiel Valentine

Soy una persona que lo ha perdido todo. Así que si me vez por la calle con la mirada en el suelo, ensimismado en mis pensamientos no me juzgues, no me cuestiones pues te mandaré al demonio. Me considero una persona seria, pero no te cruces en mi camino con una sonrisa idiota en tus labios y la estupidez acompañándote como vestimenta, por que te partiré la cara. No, no tengo paciencia. Conservo los modales de todo un caballero y sé comportarme ante la presencia de una dama, pero si esta mujer osa ir más allá de lo que puedo ofrecerle…Bueno, no existe la perfección y ellas aseguran que los caballeros han muerto. No soy una persona fácil de tratar, si tienes un tema de conversación adelante, te escucharé, pero tiene que ser lo suficientemente atractivo como para que me distraigas y no quiera partirte la cara con un golpe. No puedes amenazarme porque realmente no existe nada en esta vida que pueda interesarme, si me matas terminas de una maldita vez con este dolor que aún llevo a cuestas, si me torturas, será mejor que me asesines porque si me escapo puedes estar seguro que me vengaré. No tengo miedo de la noche, no le temo a las bestias, no te tengo miedo a ti, ni a nadie… Soy sarcástico pero no sonrío ante las bromas de nadie lo cual me convierte en un amargado. Ser amigo mío no es una opción pero tampoco te niego que no ocurra ¿sabes defenderte? Bien, ganarás mi respeto si así es, de lo contrario pues no será otra cosa que la burla misma. Soy viejo cascarrabias ¿Qué esperabas? Solitario, gruñón… Sé que soy un desgraciado también ¿Algo que quieras añadir? ¡No me interesa tu opinión!

No te interesa saber de mí, de la misma manera en que a mí me importa una mierda tu vida, pero si tengo que contar algo de mi pasado para llenar esta ridícula ficha y ser aceptado entonces será lo que cambió mi concepción de las cosas.

Hace 30 años atrás yo no era otra cosa más que un chicuelo, indiferente ante las necesidades de los mendigos, sólo preocupándose por si mismo. Esa fue mi maldita educación, tanto mi padre Lord Musschembroek y mi madre Lady Valentine, me forjaron con una sola idea en la cabeza, el único que importaba en el mundo era yo. Y así el egoísmo, la arrogancia, ese aire supremo y la estúpida idea de sentirse “Dios” se quedaron en mi persona, era un reverendo ¡Idiota! (Aún lo soy). Mis creencias se basaban exclusivamente en el poder que ejercía el dinero sobre los demás, no erraba para nada, es una maldita realidad que no ha cambiado en lo absoluto, pero ese no es el punto… Tampoco conocía el lado “mágico” de las cosas, todo me era tan jodidamente igual, rutinario, monótono y predecible… ¡La vida era un asco y yo el hedor que despedía toda esa mierda!
Pero todo eso cambió cuando la conocí a ella. Una mujer como ninguna otra, tan libre como el viento, tan hermosa como la infinidad del universo, pero no sólo era su físico, ella era realmente excepcional. La observé danzando entre las calles Parisinas y en este maldito instante quedé perdidamente enamorado de ella, con el paso del tiempo se había convertido en mi obsesión, ni siquiera sabía su nombre, pero todas las noches soñaba con su hechizante mirada, sus labios en forma de media luna, su cabello siendo el manto obscuro acariciando mi cuerpo, su piel sobre la mía ¡Maldita sea! Realmente estaba atrapado en su encanto perecedero. Día con día me despertaba con la idea de secuestrarla, de meterla en mi habitación y nunca dejarla ir, cuando al fin me decidí a hablarle, se había ido. Âmar era su nombre y pertenecía a un grupo de gitanos que provenían desde Egipto. Mi capricho me arrastró hasta la locura, convertí cada instante de mi miserable vida en una razón por la cual ir a buscarla hasta el fin del mundo. Comprando a la gente (esclavos) llegué hasta su paradero. Resulta ser que el siguiente año ese mismo circo gitano regresaría a la ciudad, formaba parte de su tradición, pero yo no esperaría tanto tiempo sin saber de esa mujer. Robé dinero y engañé a mis padres, emprendí un viaje… La caravana paraba en las ciudades de Europa para descansar, robar y entretener a la sociedad, yo no tenía tiempo para eso, después de un mes y dos semanas la alcancé.
Âmar no era como las otras gitanas, ella poseía un aura diferente, increíblemente alegre, podía sonreír incluso cuando la desgracia tocaba a su puerta y la muerte le asechaba. Me bastó un mes para enamorarme de ella. Durante ese tiempo me mostró cosas inimaginables, pude escuchar los secretos del viento, tocar con la yema de mis dedos el fuego plateado de la luna, abrigarme con la noche, ataviarme con el fuego. Aprecié también a las ninfas en medio del bosque, escuchando sus míticos cantos. Âmar me enseñó que la magia si existe. Fue realmente impredecible, la desposé bajo sus tradiciones, idolatré a sus Dioses, cambié por ella, me volví una de las personas más gentiles a su lado, me transformé; vagando durante de toda Europa, fui realmente feliz, formé parte de su mundo y ella se convirtió en el mío. Después de dos años a su lado quedó embarazada. Lo más hermoso que le puede pasar a un hombre enamorado es tener un hijo, fruto del amor que se le profesa a esa mujer que es dueña de tu vida. Procuré que durante su embarazo no le faltara nada, traté de hacerla inmensamente feliz y a ella lo único que le bastaba era mi compañía… Tras siete meses de gestación Malak nació. Era una pequeña niña, recuerdo que lograba transportarla sobre la palma de mi mano, tan delicada, tan frágil pero igual de hermosa que su madre… La partera me advirtió que quizá no sobreviviría por ser prematura, pero mi pequeño angelito lo hizo. Era el hombre más feliz sobre la fas de la tierra, mi realización estaba completa, pero mi existencia aún auguraba momentos de infinita alegría junto a mi felicidad(Âmar) y mi existencia (Malak). ¿Quién dijo que los hombres no lloran?...
Una noche, justo en el tercer aniversario de Malak, el aquelarre de gitanos fue devastado por un depredador, acabó con la mitad de los gitanos. Mi esposa, mi hija y yo logramos escapar hacia el bosque, las escondí en una pequeña cueva, pero Âmar me suplicó ir en la búsqueda de su padre, el anciano que me había contado todas aquellas historias de amor. Les pedí mantener el silencio, protegerse si era necesario, ella no era tan idiota como yo y se sabía defender… Me despedí con un beso de sus labios y un abrazo de Malak. Regresé al campamento pero era demasiado tarde, el anciano había muerto en las garras del monstruo. Me quedé completamente perplejo al observarlo, era un hombre ¿Cómo era posible que un hombre cometiese semejante barbarie? Entonces recordé mi antigua vida, si era posible. Aterrado por la masacre cometida regrese al bosque, para escapar lo más rápido de allí y proteger a mi familia… A la mitad del camino escuché el desgarrador grito de Âmar, sus suplicas de destrozaron el alma, su dolor traspasaba hasta mis entrañas y me hicieron perecer en espasmos de infinita agonía. Crucé el bosque con grandes zancadas, esquivando los árboles, desempolvando mis últimas fuerzas para llegar más rápido hasta ella… Los latidos de mi corazón aumentaron, el cansancio me estaba consumiendo, pero el sólo hecho de pensar en ella abrazada de la muerte, me obligaba a continuar corriendo. Las espinas flagelaron mi cuerpo, pero proseguí en mi camino, al término de 30 minutos llegué, al igual que en el campamento… era demasiado tarde. Âmar reposaba sobre una roca con la sangre derramándose a su lado, su mirada fija en mí y… ¡Malek! Mi bebé, mi niña, mi tesoro, mi adoración… Un vampiro, un ¡MALDITO VAMPIRO! me desgracio la vida, me la jodió, me arrancó lo único que me había importado en toda mi miserable existencia y para cagarla más… su burla fue dejarme con vida, pues observó las lágrimas de mis ojos y el dolor de mi alma. ¡Desgraciado! Esa madrugada desperté sin ellas a mi lado, al darme cuenta que sus cuerpos no estaban allí, mi agonía incrementó, mi odio por igual y entonces juré venganza.
Regresé a Paris donde mi padre me había negado como su hijo al enterarse de mis andanzas, me enteré que mi madre había fallecido de tristeza al no saber nada de mi. Fui derrotado y toda la felicidad que presumí, había fallecido con mi esposa e hija, no me quedaba nada más que la sed de venganza, ese odio descomunal que se había acumulado en mi interior. Predique en las calles la existencia de lo sobrenatural pero nadie me creía y los caballeros me abofeteaban, se burlaban de mí. Tan sólo tenía 22 años y ya era el bufón de todo Paris, pero alguien se aproximó hasta mí, ese hombre encapuchado creía en mí. Me llevó hasta su residencia, era un aristócrata y me sorprendí al ver que en las mazmorras de su mansión poseía toda clase de artefactos extraños, además no era el único en esa casona, eran más de 15. Me confesó lo que eran, a que se dedicaban, no fui el único a quien le robaron la vida, cada uno de ellos tenía una historia que contar. Conviviendo entre esa gente, educándome bajo sus reglas, forjándome para ser lo mismo que ellos, desarrollé habilidades que los humanos corrientes no poseen. Adquirí el conocimiento suficiente para matar a toda clase de criaturas, entrené durante 10 años después de eso me independice. No, no soy un malagradecido, estoy consciente de lo que esas personas hicieron por mí y siempre les estaré en deuda, pero era hora de que buscara al vampiro que acabó con mis ilusiones…Lo he rastreado desde entonces, mi búsqueda me ha conducido a diferentes Países para arrastrarme de nuevo a Paris… Irónico, aún no logro cometer mi venganza.