AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Hurt (Ezequiel Valentine)
2 participantes
Página 1 de 1.
Hurt (Ezequiel Valentine)
¿Por qué me pesaban tantísimo los párpados? Era como si me hubieran colocado un yunque encima de cada uno y ahora no pudiese abrir los ojos. Los sentí hinchados, pesados. También sentía una extraña tirantez en el rostro y, por supuesto, sudor. Mi boca pastosa, se abrió para emitir un débil quejido y sentí la sed y el dolor en los labios. Gruñí, aunque fue más bien un quejido, y tanteé con mis manos el suelo sobre el que estaba tumbada. Me resultaba familiar, pues estaba cubierto de hierba y en el campamento había muchísima hierba. ¿Estaba allí? ¿Alguien me había llevado de vuelta?
Traté de incorporarme, pero un horrible dolor en el costado me hizo caer de nuevo hacia atrás mientras trataba de sofocar el grito que buscaba salir de mi garganta. Jadeé en el suelo varios segundos antes de volver a tratar de incorporarme con suma delicadeza. Aunque el dolor seguía ahí, horrible, fuerte, casi haciéndome perder el sentido; pero me mantuve firme en mi empeño por ponerme en pie.
No tardé mucho en volver a caer, esta vez a cuatro patas, intentando recuperar el aliento y apretando los dientes con fuerza. Sin embargo, esta vez oí algo que captó mi atención. Cuando había caído de golpe había hecho que algunas piedras rodasen y se hundiesen. Había oído las piedras caer al agua. Por lo tanto tenía que estar cerca de un río, un lago o una laguna. Aún con los ojos cerrados y el dolor recorriendo mi cuerpo, gateé hasta la dirección donde me había parecido escuchar el chapoteo. Unos segundos después sentí el agua, la frescura mojando mis brazos hasta los codos y las rodillas, y un poco más arriba de éstas.
Sin pensármelo dos veces, hundí el rostro en el agua y procedí a frotármelo con las manos con saña. Hundí la cabeza para mojarme el cabello y la volví a sacar. Conseguí entreabrir los ojos con muchísima lentitud, acostumbrándome a la escasa luz que me dañaba los ojos claros. Vi que, en efecto, me encontraba en la laguna a la que solía ir a bañarme cuando quería estar sola, lejos de todo. Quizás antes de desmayarme se me había ocurrido este lugar y me había arrastrado hasta aquí. No recordaba muy bien lo que había sucedido. No sabía porque estaba herida, el porque de mi labio hinchado y lleno de sangre seca, ni el dolor de mis ojos, como si me hubiesen golpeado con los puños. Tenía una vaga idea de lo ocurrido, pero él jamás la perseguía más allá del campamento gitano. Yo conocía mejor los bosques y desaparecía en ellos como un fantasma.
Me miré los brazos y los vio amoratados y llenos de arañazos. Me palpé el cuerpo y supe que quizás alguien me había cogido y abría apretado con mucha fuerza. Seguramente lo tendría amoratado, con las marcas acusadoras. Al tocármelo recordó algo y aparté la mano con rapidez. En el cabello también tenía sangre seca y en el costado que tanto le dolía...
Me levanté la camisola de hombre-más bien de niño-que solía llevar a juego con los pantalones y las botas altas para cazar. Me permitían moverme mucho mejor que los engorrosos vestidos que me veía obligada a llevar gran parte del tiempo. La tela de la camisola estaba cubierta de sangre y lo que había debajo me indicaba el por qué. Un corte, no muy grande, pero profundo que comenzaba a infectarse. Tenía pinta de haber sido hecho con una navaja o un cuchillo. Se veía por la forma,que iba con la intención de herir gravemente a alguien, osea, a mí. Quizás incluso buscando mi muerte.
Tragué saliva y me quité la camisola de encima para lavarla y echarme agua en la herida para poder verla mejor. Sabía que debía llevar cuidado con mis movimientos o perdería más sangre de la que ya estaba saliendo. Me senté en el agua, ropa incluida, y comencé a limpiarme la herida y la prenda que iba a cubrirla.Tenía que ver a un médico o un curandero. Con urgencia.
Algunos retazos de lo sucedido comenzaron a acudir a mi mente. Recordaba los gritos y su puño, sus manos...Nunca pensé que pudiera ir tan lejos, pensé estremeciéndome. Nunca pensé que algún día utilizaría un arma para dañarme. Estaba acostumbrada a los golpes y los insultos, pero no a los navajazos. Aunque siempre me amenazaba con la muerte, siempre había parado o lo habían parado a tiempo de dejarme malherida pero viva. ¿Habría hecho algo yo para provocar tanta furia? ¿Me había golpeado con tantísima fuerza que había borrado parte de mi memoria? Me dolía hasta pensar, hasta respirar.
Traté de incorporarme, pero un horrible dolor en el costado me hizo caer de nuevo hacia atrás mientras trataba de sofocar el grito que buscaba salir de mi garganta. Jadeé en el suelo varios segundos antes de volver a tratar de incorporarme con suma delicadeza. Aunque el dolor seguía ahí, horrible, fuerte, casi haciéndome perder el sentido; pero me mantuve firme en mi empeño por ponerme en pie.
No tardé mucho en volver a caer, esta vez a cuatro patas, intentando recuperar el aliento y apretando los dientes con fuerza. Sin embargo, esta vez oí algo que captó mi atención. Cuando había caído de golpe había hecho que algunas piedras rodasen y se hundiesen. Había oído las piedras caer al agua. Por lo tanto tenía que estar cerca de un río, un lago o una laguna. Aún con los ojos cerrados y el dolor recorriendo mi cuerpo, gateé hasta la dirección donde me había parecido escuchar el chapoteo. Unos segundos después sentí el agua, la frescura mojando mis brazos hasta los codos y las rodillas, y un poco más arriba de éstas.
Sin pensármelo dos veces, hundí el rostro en el agua y procedí a frotármelo con las manos con saña. Hundí la cabeza para mojarme el cabello y la volví a sacar. Conseguí entreabrir los ojos con muchísima lentitud, acostumbrándome a la escasa luz que me dañaba los ojos claros. Vi que, en efecto, me encontraba en la laguna a la que solía ir a bañarme cuando quería estar sola, lejos de todo. Quizás antes de desmayarme se me había ocurrido este lugar y me había arrastrado hasta aquí. No recordaba muy bien lo que había sucedido. No sabía porque estaba herida, el porque de mi labio hinchado y lleno de sangre seca, ni el dolor de mis ojos, como si me hubiesen golpeado con los puños. Tenía una vaga idea de lo ocurrido, pero él jamás la perseguía más allá del campamento gitano. Yo conocía mejor los bosques y desaparecía en ellos como un fantasma.
Me miré los brazos y los vio amoratados y llenos de arañazos. Me palpé el cuerpo y supe que quizás alguien me había cogido y abría apretado con mucha fuerza. Seguramente lo tendría amoratado, con las marcas acusadoras. Al tocármelo recordó algo y aparté la mano con rapidez. En el cabello también tenía sangre seca y en el costado que tanto le dolía...
Me levanté la camisola de hombre-más bien de niño-que solía llevar a juego con los pantalones y las botas altas para cazar. Me permitían moverme mucho mejor que los engorrosos vestidos que me veía obligada a llevar gran parte del tiempo. La tela de la camisola estaba cubierta de sangre y lo que había debajo me indicaba el por qué. Un corte, no muy grande, pero profundo que comenzaba a infectarse. Tenía pinta de haber sido hecho con una navaja o un cuchillo. Se veía por la forma,que iba con la intención de herir gravemente a alguien, osea, a mí. Quizás incluso buscando mi muerte.
Tragué saliva y me quité la camisola de encima para lavarla y echarme agua en la herida para poder verla mejor. Sabía que debía llevar cuidado con mis movimientos o perdería más sangre de la que ya estaba saliendo. Me senté en el agua, ropa incluida, y comencé a limpiarme la herida y la prenda que iba a cubrirla.Tenía que ver a un médico o un curandero. Con urgencia.
Algunos retazos de lo sucedido comenzaron a acudir a mi mente. Recordaba los gritos y su puño, sus manos...Nunca pensé que pudiera ir tan lejos, pensé estremeciéndome. Nunca pensé que algún día utilizaría un arma para dañarme. Estaba acostumbrada a los golpes y los insultos, pero no a los navajazos. Aunque siempre me amenazaba con la muerte, siempre había parado o lo habían parado a tiempo de dejarme malherida pero viva. ¿Habría hecho algo yo para provocar tanta furia? ¿Me había golpeado con tantísima fuerza que había borrado parte de mi memoria? Me dolía hasta pensar, hasta respirar.
Última edición por Amaris Thervasi el Miér Jun 22, 2011 5:40 pm, editado 1 vez
Amaris Thervasi- Gitano
- Mensajes : 418
Fecha de inscripción : 15/05/2011
Edad : 32
Localización : En los bosques de París.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
¡Maldito sea mil veces el momento en el que le perdió el rastro! Ezequiel se encontraba cazando a un hombre-lobo la noche anterior, pero desgraciadamente para él, su presa se había adentrado al bosque. Por muy buen cazador que seas, jamás podrías alcanzar a un ser que corre cien veces más rápido que tú, el viejo lo sabía por lo cual decidió tomarse su tiempo, después de todo, ese esbirro de Satanás, dejaría marcas en la tierra, en la corteza de los árboles y su pestilencia por el sendero que transitara. Con grandes zancadas, valiéndose de su instinto, de sus habilidades, atravesó el bosque, persiguiendo a esa criatura invisible. La luna cantaba una fúnebre melodía mientras observaba el esfuerzo de un mortal para acabar con sus hijos. El crujir de las ramas bajo sus pies develaba la ubicación de Ezequiel, pero no había nadie dentro de ese infierno más que el predador y él. Una sonrisa estrafalaria recorrió sus labios, es amante de la adrenalina y le causa gracia el tener que estar allí, escondiéndose entre las sombras jugando al gato y al ratón, en algunas ocasiones era él la doncella en peligro, en otras jugaba el rol de dragón.
Un zarpazo salido de la nada, tomándolo por sorpresa; le destrozo el abrigo que traía puesto. Las tiras de la tela cayeron ondeándose con el viento a su lado. Para una persona normal el terror debió inundar su rostro, gritos ahogados, escalofríos, espasmos… él no era un humano del que se pueden mofar fácilmente. Tirado sobre la tierra, encima de esas hojas muertas; vaciló un par de segundos antes de ponerse de pie con un ágil movimiento. Con su mano derecha alcanzó la ballesta que cargaba en su espalda, pero el perro del mal fue más rápido y presumía inteligencia, arrebató el artefacto y golpeó al cazador en el pecho, este fue lanzado por los aires para detenerse al chocar contra el tronco de un árbol y caer. Un golpe no era nada en comparación con lo que él le haría. Escupió saliva ensangrentada – ¡Muy bien Gévaudan! – Le aplaudió su hazaña refiriéndose a él como aquel monstruo que azotó las calles de Paris a mediados del 1700. Seguramente esa ‘cosa’ también fue cruelmente asesinada por un cazador. Su mano izquierda sobaba la parte de su cuerpo que recibió el impacto. La bestia se dejo ir contra él y el anciano se apartó de su camino, desenfundó la espada sujetada a su cintura… logró herirlo en la espalda. Ezequiel estaba consciente de que esa abertura no duraría lo suficiente, pues al tener pacto con Satanás esos remedos de demonio, sanaban aceleradamente. La única forma de matar a un hombre lobo es con plata.
Con cierta dificultad, esquivando los zarpazos que la bestia le lanzaba, Ezequiel maniobró y corto una de las extremidades del monstruo, blandeó su espada un par de veces más y lo flageló. Cabe destacar que él también recibió heridas que habrían de atenderse lo más rápido posible, pero para un cuerpo entrenado como el del cazador, una herida mortal apenas si le causaba molestia. Nada imbécil, el enviado de Lucifer, saltó fuera del alcance de Ezequiel y huyó camino a la laguna. El varón siguió su rastro, estaba seguro que si lo alcanzaba antes de que llegase al agua podría acabar con su existencia, pero sus pasos eran torpes debido a los golpes que recibió. En la orilla de aquella laguna, perdió el rastro de la criatura “¡Maldición!” Con el agua de por medio es imposible continuar con un rastreo, así fue que se desplomo sobre la orilla del agua a lavarse la sangre que comenzaba a secarse sobre sus prendas. Se quitó la camisa para apreciar su pecho y la gravedad del asunto – Nada que un poco de reposo no cure… además tengo por aquí… - Comentó para si mismo observando el arañazo que abarcaba su pectoral derecho hasta su cintura. Buscando entre sus pertenencias el saco con algunas hierbas curanderas, el alba le acaricio la nuca.
La noche había llegado a su fin y con ella la mutación de aquel hombre, pero aún así era el deber de Ezequiel asesinarlos a todos, ese era su código y aunque no fuese un fiel amante de la religión o de la ideología de los cazadores, sus motivos eran personales, su venganza era ciega. Su autoayuda se vio interrumpid por los quejidos de una mujer que, semidesnuda se encontraba del otro lado de la laguna. Al caballero le sorprendió que alguien como ella estuviese allí, herida y en medio del bosque, al menos que ella… Como pudo, recogió sus pertenencias y las cargó a su espalda. Se quejó un poco por el dolor que encontró, pero nada que no pudiera soportar. Arrastrando los pies, sintiéndolos con aquella pesadez y el cansancio, se dirigió hasta la damisela. La observó un par de segundos antes de que llegara hasta ella, no tenía rasgos de ser otra bestia, tampoco parecía una bruja, pero las apariencias engañan y él mejor que nadie lo sabía. Entrecerró sus ojos, respiró profundamente… - Necita mi ayuda y no aceptaré un no por respuesta – Antes que asesino de esbirros del mal, es un caballero y esa mujer requería atención. Después de eso quien sabe, una batalla siempre está cerca.
Un zarpazo salido de la nada, tomándolo por sorpresa; le destrozo el abrigo que traía puesto. Las tiras de la tela cayeron ondeándose con el viento a su lado. Para una persona normal el terror debió inundar su rostro, gritos ahogados, escalofríos, espasmos… él no era un humano del que se pueden mofar fácilmente. Tirado sobre la tierra, encima de esas hojas muertas; vaciló un par de segundos antes de ponerse de pie con un ágil movimiento. Con su mano derecha alcanzó la ballesta que cargaba en su espalda, pero el perro del mal fue más rápido y presumía inteligencia, arrebató el artefacto y golpeó al cazador en el pecho, este fue lanzado por los aires para detenerse al chocar contra el tronco de un árbol y caer. Un golpe no era nada en comparación con lo que él le haría. Escupió saliva ensangrentada – ¡Muy bien Gévaudan! – Le aplaudió su hazaña refiriéndose a él como aquel monstruo que azotó las calles de Paris a mediados del 1700. Seguramente esa ‘cosa’ también fue cruelmente asesinada por un cazador. Su mano izquierda sobaba la parte de su cuerpo que recibió el impacto. La bestia se dejo ir contra él y el anciano se apartó de su camino, desenfundó la espada sujetada a su cintura… logró herirlo en la espalda. Ezequiel estaba consciente de que esa abertura no duraría lo suficiente, pues al tener pacto con Satanás esos remedos de demonio, sanaban aceleradamente. La única forma de matar a un hombre lobo es con plata.
Con cierta dificultad, esquivando los zarpazos que la bestia le lanzaba, Ezequiel maniobró y corto una de las extremidades del monstruo, blandeó su espada un par de veces más y lo flageló. Cabe destacar que él también recibió heridas que habrían de atenderse lo más rápido posible, pero para un cuerpo entrenado como el del cazador, una herida mortal apenas si le causaba molestia. Nada imbécil, el enviado de Lucifer, saltó fuera del alcance de Ezequiel y huyó camino a la laguna. El varón siguió su rastro, estaba seguro que si lo alcanzaba antes de que llegase al agua podría acabar con su existencia, pero sus pasos eran torpes debido a los golpes que recibió. En la orilla de aquella laguna, perdió el rastro de la criatura “¡Maldición!” Con el agua de por medio es imposible continuar con un rastreo, así fue que se desplomo sobre la orilla del agua a lavarse la sangre que comenzaba a secarse sobre sus prendas. Se quitó la camisa para apreciar su pecho y la gravedad del asunto – Nada que un poco de reposo no cure… además tengo por aquí… - Comentó para si mismo observando el arañazo que abarcaba su pectoral derecho hasta su cintura. Buscando entre sus pertenencias el saco con algunas hierbas curanderas, el alba le acaricio la nuca.
La noche había llegado a su fin y con ella la mutación de aquel hombre, pero aún así era el deber de Ezequiel asesinarlos a todos, ese era su código y aunque no fuese un fiel amante de la religión o de la ideología de los cazadores, sus motivos eran personales, su venganza era ciega. Su autoayuda se vio interrumpid por los quejidos de una mujer que, semidesnuda se encontraba del otro lado de la laguna. Al caballero le sorprendió que alguien como ella estuviese allí, herida y en medio del bosque, al menos que ella… Como pudo, recogió sus pertenencias y las cargó a su espalda. Se quejó un poco por el dolor que encontró, pero nada que no pudiera soportar. Arrastrando los pies, sintiéndolos con aquella pesadez y el cansancio, se dirigió hasta la damisela. La observó un par de segundos antes de que llegara hasta ella, no tenía rasgos de ser otra bestia, tampoco parecía una bruja, pero las apariencias engañan y él mejor que nadie lo sabía. Entrecerró sus ojos, respiró profundamente… - Necita mi ayuda y no aceptaré un no por respuesta – Antes que asesino de esbirros del mal, es un caballero y esa mujer requería atención. Después de eso quien sabe, una batalla siempre está cerca.
Ezequiel Valentine- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 16/06/2011
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
Un chapoteo me hizo dar un pequeño salto en el agua. Me hundí un poco más en esta tratando de calmarme y al mismo tiempo vigilar cuanto ocurría a mi alrededor. Escuché unos jadeos que parecían provenir de un animal salvaje, no muy lejos de allí. Temerosa al encontrarme atrapada, me metí un poco más en la laguna hasta que dejé de oír el espeluznante sonido. Escuché unas pisadas y luego, silencio.
Aguardé muy quieta hasta que me sentí algo más segura y volví a nadar con lentitud hasta la orilla, nuevamente. Volví a sentarme, mirando todavía desconfiada a mi alrededor. Sabía como actuaban los lobos, osos y gatos de las montañas. Más de una vez había tenido que escapar de ellos cuando interrumpían mi caza. Por muy buena arquera que fuera, no era rival para un oso. Si me atrapaban estaba muerta, al igual que si lo hacía una manada de lobos. Aunque tuviese esa capacidad de calmar a los animales domésticos, no creía que funcionase también con los salvajes.
Escuché segundos después un leve quejido y el sonido de unos pies arrastrándose. Cerré los ojos para escuchar mejor. Pisadas demasiado pisadas para ser las de una dama o un niño. Tenía que tratarse de un hombre. Volví a abrir los ojos, que reflejaron su color aguamarina en el agua de la laguna, y busqué alguna piedra dentro de la misma. La sujeté con fuerza en la mano por si tenía que golpear a la persona que se acercaba. Aunque odiaba la violencia y solía ser amable y dulce con todos, no me sentí con ánimos de lidiar con un pervertido. Y teniendo en cuenta todas mis heridas no debía confiar en nadie en aquel momento...¿Y si era una de esas criaturas que acechaban en la oscuridad? Esas que eran semihumanas o que lo fueron en otro tiempo.
Me volteé para poder mirar al hombre que se aproximaba y, como pudo observar por su forma de caminar, estaba algo herido. Entrecerré los ojos, aunque por otro lado sentí pena y el instinto de curarlo y ayudarlo. Maldita bipolaridad. Sabía que tenía que mantener a raya mi lado salvaje, ése que aparecía sólo cuando cazaba y del que muchas veces me asustaba. Me volvía sigilosa, letal, constante...Yo no era así. Sacudía la cabeza para deshacerme de esos pensamientos y entonces el hombre habló.
-Necesita ayuda, y no aceptaré un no por respuesta-dijo, sin más. Lo miré, sorprendida ante sus palabras. Nadie en su sano juicio se habría acercado a una desconocida que estaba en mitad d e una laguna. Y más si esa desconocida era gitana, albina y vestía ropas de hombre.
Me incorporé como pude, poco a poco. El agua fresca parecía haber aliviado un poco mi dolor. Me puse la camisola mojada nuevamente y me la até justo por debajo del pecho para dejar al aire la herida del costado, de la que aún salía algo de sangre. Al mirarla sentí náuseas. No soportaba ver mi propia sangre. Miré al hombre y me di cuenta de que aún tenía la piedra en la mano. No la solté, sólo por si acaso.
-Usted también necesita ayuda-le dije, mirándolo-¿Cómo va a ayudarme? ¿Es sanador o médico?-le pregunté curiosa. ¿Qué hacía aquí, tan lejos de todo? Quizás se había extraviado, le pasaba a mucha gente.
Conseguí salir del agua andando a trompicones y me acerqué hasta él. Le tendí la mano en la que no llevaba la piedra y son una sonrisa que pronto se transformó en una mueca de dolor le dije, con dulzura, sonando a mi yo del día a día:
-Mi nombre es Amaris. Encantada de conocerle, Monsieur...
Aguardé muy quieta hasta que me sentí algo más segura y volví a nadar con lentitud hasta la orilla, nuevamente. Volví a sentarme, mirando todavía desconfiada a mi alrededor. Sabía como actuaban los lobos, osos y gatos de las montañas. Más de una vez había tenido que escapar de ellos cuando interrumpían mi caza. Por muy buena arquera que fuera, no era rival para un oso. Si me atrapaban estaba muerta, al igual que si lo hacía una manada de lobos. Aunque tuviese esa capacidad de calmar a los animales domésticos, no creía que funcionase también con los salvajes.
Escuché segundos después un leve quejido y el sonido de unos pies arrastrándose. Cerré los ojos para escuchar mejor. Pisadas demasiado pisadas para ser las de una dama o un niño. Tenía que tratarse de un hombre. Volví a abrir los ojos, que reflejaron su color aguamarina en el agua de la laguna, y busqué alguna piedra dentro de la misma. La sujeté con fuerza en la mano por si tenía que golpear a la persona que se acercaba. Aunque odiaba la violencia y solía ser amable y dulce con todos, no me sentí con ánimos de lidiar con un pervertido. Y teniendo en cuenta todas mis heridas no debía confiar en nadie en aquel momento...¿Y si era una de esas criaturas que acechaban en la oscuridad? Esas que eran semihumanas o que lo fueron en otro tiempo.
Me volteé para poder mirar al hombre que se aproximaba y, como pudo observar por su forma de caminar, estaba algo herido. Entrecerré los ojos, aunque por otro lado sentí pena y el instinto de curarlo y ayudarlo. Maldita bipolaridad. Sabía que tenía que mantener a raya mi lado salvaje, ése que aparecía sólo cuando cazaba y del que muchas veces me asustaba. Me volvía sigilosa, letal, constante...Yo no era así. Sacudía la cabeza para deshacerme de esos pensamientos y entonces el hombre habló.
-Necesita ayuda, y no aceptaré un no por respuesta-dijo, sin más. Lo miré, sorprendida ante sus palabras. Nadie en su sano juicio se habría acercado a una desconocida que estaba en mitad d e una laguna. Y más si esa desconocida era gitana, albina y vestía ropas de hombre.
Me incorporé como pude, poco a poco. El agua fresca parecía haber aliviado un poco mi dolor. Me puse la camisola mojada nuevamente y me la até justo por debajo del pecho para dejar al aire la herida del costado, de la que aún salía algo de sangre. Al mirarla sentí náuseas. No soportaba ver mi propia sangre. Miré al hombre y me di cuenta de que aún tenía la piedra en la mano. No la solté, sólo por si acaso.
-Usted también necesita ayuda-le dije, mirándolo-¿Cómo va a ayudarme? ¿Es sanador o médico?-le pregunté curiosa. ¿Qué hacía aquí, tan lejos de todo? Quizás se había extraviado, le pasaba a mucha gente.
Conseguí salir del agua andando a trompicones y me acerqué hasta él. Le tendí la mano en la que no llevaba la piedra y son una sonrisa que pronto se transformó en una mueca de dolor le dije, con dulzura, sonando a mi yo del día a día:
-Mi nombre es Amaris. Encantada de conocerle, Monsieur...
Amaris Thervasi- Gitano
- Mensajes : 418
Fecha de inscripción : 15/05/2011
Edad : 32
Localización : En los bosques de París.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
La actitud de esa mujer provoca en Ezequiel una sonrisa de medio lado, casi invisible, imposible de observar en sus facciones. Arquea una ceja. Las posibilidades que ella tenía para contrarrestar el ataque de un hombre eran mínimas, al cazador nada le pasa desapercibido y ha notado la piedra que sostiene en su mano. Ahora sabe que esa mujer no tiene miedo de enfrentar el destino. Dobla su torso lo suficiente para admirar la herida que cruza su pecho, toca la comisura de la misma y se queja débilmente.
El poco alcohol que traía consigo no le alcanzaría para desinfectar ambas heridas, prefería mil veces utilizarlo con ella antes de consigo mismo. Chasquea la lengua – Soy la bruja del bosque que ha venido a salvarla, ahora deje esa roca en el suelo y levante sus ropas - Dice en tono de burla, pero el final fue más bien una orden. Recapacita – No se alarme, solo quiero ver la magnitud de sus heridas – Previno rápidamente antes de que ella pudiese pensar que se trataba de algún pervertido. – Yo estaré bien, por ahora – Frunce el ceño.
Se arrodilla frente a ella y comienza a desempacar su pequeña caja mágica llena de pócimas… Le da la espalda a la chica, no quiere que vea la clase de artefactos que guarda en ella, saca una pequeña botella cristalina, con un líquido transparente. Arranca un pedazo de su camisa, lo sumerge en la laguna, talla varias veces la prenda y el tono rojizo en el agua aparece. Sabe que no es prudente revolver la sangre, pues una de las dos puede estar infectada, pero por el momento era lo suficiente como para que ella acuda con un médico cuando se sienta mejor. – Valentine… Ezequiel Valentine – Pronuncia justo después de ella – Espero que el pudor sea el mínimo de sus problemas madame – Evita la pena de decir el clásico “Es un placer conocerla” - ¿Lista? – Se queda mirándola fijamente - ¿Y bien? ¿Me dejará socorrerla o lo tendré que hacer a la fuerza? –
El poco alcohol que traía consigo no le alcanzaría para desinfectar ambas heridas, prefería mil veces utilizarlo con ella antes de consigo mismo. Chasquea la lengua – Soy la bruja del bosque que ha venido a salvarla, ahora deje esa roca en el suelo y levante sus ropas - Dice en tono de burla, pero el final fue más bien una orden. Recapacita – No se alarme, solo quiero ver la magnitud de sus heridas – Previno rápidamente antes de que ella pudiese pensar que se trataba de algún pervertido. – Yo estaré bien, por ahora – Frunce el ceño.
Se arrodilla frente a ella y comienza a desempacar su pequeña caja mágica llena de pócimas… Le da la espalda a la chica, no quiere que vea la clase de artefactos que guarda en ella, saca una pequeña botella cristalina, con un líquido transparente. Arranca un pedazo de su camisa, lo sumerge en la laguna, talla varias veces la prenda y el tono rojizo en el agua aparece. Sabe que no es prudente revolver la sangre, pues una de las dos puede estar infectada, pero por el momento era lo suficiente como para que ella acuda con un médico cuando se sienta mejor. – Valentine… Ezequiel Valentine – Pronuncia justo después de ella – Espero que el pudor sea el mínimo de sus problemas madame – Evita la pena de decir el clásico “Es un placer conocerla” - ¿Lista? – Se queda mirándola fijamente - ¿Y bien? ¿Me dejará socorrerla o lo tendré que hacer a la fuerza? –
Ezequiel Valentine- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 16/06/2011
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
Me sorprendí por su respuesta y no supe si reírme o darle con la piedra. Luego me aseguró que sólo quería ver que tan herida estaba, por lo que, lentamente, fui soltando la piedra para levantarme la camiseta y dejarle ver la peor de todas las heridas. Hice una mueca cuando la rocé con la punta de los dedos y miré al hombre. Sabía que si alguien de mi campamento me veía sería una deshonra, pero me dolía demasiado como para pensar eso.
-¿Está muy mal, cierto?-le pregunté temerosa. Había matado suficientes animales cuando cazaba como para saber que cuando un corte se infectaba era bastante peligroso.
Aguardé a que abriese una pequeña caja y escuché su nombre. Asentí con la cabeza, como para saludarlo. Le sonreí débilmente.
-Ya que ha llegado hasta aquí...Socórrame, Monsieur Valentine-le dije, agotada por los dolores-. Aunque opino que usted debería ser también socorrido-lo miré-¿Dolerá?-le pregunté, infantil por un instante.
-¿Está muy mal, cierto?-le pregunté temerosa. Había matado suficientes animales cuando cazaba como para saber que cuando un corte se infectaba era bastante peligroso.
Aguardé a que abriese una pequeña caja y escuché su nombre. Asentí con la cabeza, como para saludarlo. Le sonreí débilmente.
-Ya que ha llegado hasta aquí...Socórrame, Monsieur Valentine-le dije, agotada por los dolores-. Aunque opino que usted debería ser también socorrido-lo miré-¿Dolerá?-le pregunté, infantil por un instante.
Amaris Thervasi- Gitano
- Mensajes : 418
Fecha de inscripción : 15/05/2011
Edad : 32
Localización : En los bosques de París.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
Cuando se ha vivido durante tanto tiempo de la forma en la que él lo ha hecho, las heridas más graves que pudieran o no ser pintadas sobre el lienzo de una mujer, son tan sólo las falacias de lo que no se debe saber. Probablemente para ella era bastante grave el ver su torso atravesado por una gigantesca herida, puede incluso que creyera se trata de algo mortal, pero no es así, las soluciones para los golpes que ella tenía por casi todo su cuerpo eran bastante sencillas. Sacó dos frascos con plantas medicinales, una de ellas serviría de analgésico y la otra ayudaba a que las heridas sanaran más rápido. Buscó los vendajes, pero no los encontró, fue así como se deshizo de la camisa que traía puesta y la hizo tiras utilizando un cuchillo y sus dientes. El ruido de la tela desgarrándose ahuyentó a lo que posiblemente era un venado husmeando cerca de la laguna para beber un poco de agua. El frío de la mañana comenzaba a disiparse mientras que la esfera dorada del sol ganaba terreno en el firmamento.
Su delicadeza se reflejaba en la particularidad con la cual la tocaba, no era brusco, más bien se movía sobre las laceraciones como un copo de nieve cayendo desde la inmensidad del cielo o quizá más parecido a la pluma de las alas de un ángel rosando delicadamente la piel. –Te dolerá un poco- Advierte antes de verter sobre la herida un poco de alcohol. Él mismo había sufrido en carne viva miles de cortadas que llegan a ser incurables, él mismo había tenido la desdicha de tener que soportar la agonía al recuperarse de los ataques a lo largo de su vida. Muchos de los cazadores se habían rendido antes que él, otros más no se atreven siquiera a terminar con el entrenamiento para ser en lo que Ezequiel se había convertido. Ese hombre desvalido, rostro lleno de cicatrices, sonrisa frívola, mirada perdida y sueños ausentes; tenía una razón por la cual seguir luchando, un orgullo que lo arrastraría a la muerte de continuar con esa imprudencia… o tal vez la forma más sencilla para que su sed se mantuviese con vida.
Intentando tocarla lo menos posible para disminuir el dolor que sentiría, comienza a absorber la sangre que se derrapaba sobre su torso con las tiras que había hecho de su camisa. Las últimas las reservó para cubrir con ellas la yaga de su cuerpo. Todo se encontraba a la perfección, se salvaría esa mujer, aún así la intriga comenzaba a desesperarlo… El simple hecho de analizar su vestimenta, los rasgos de sus facciones, la sonrisa de sus labios y el brillo de sus ojos, era fácil adivinarlo, se la recordaba tanto…. Amaris era una gitana así que ¿Cómo demonios fue que llegó hasta ese punto? Ezequiel, no podía encontrar una razón coherente para que ella terminara malherida por algún animal, los gitanos saben como adentrarse en el bosque, tienen sus trucos ¡Que no lo sabrá él! No pudo haber sido el licántropo que lo lastimó a él porque estaba con él ¡¿Entonces?! –Usted perdonará mi imprudencia y el atrevimiento madeimoselle, pero no he podido evitar el cuestionarme algo insignificante… ¿Qué fue lo que le ocurrió?-
Su delicadeza se reflejaba en la particularidad con la cual la tocaba, no era brusco, más bien se movía sobre las laceraciones como un copo de nieve cayendo desde la inmensidad del cielo o quizá más parecido a la pluma de las alas de un ángel rosando delicadamente la piel. –Te dolerá un poco- Advierte antes de verter sobre la herida un poco de alcohol. Él mismo había sufrido en carne viva miles de cortadas que llegan a ser incurables, él mismo había tenido la desdicha de tener que soportar la agonía al recuperarse de los ataques a lo largo de su vida. Muchos de los cazadores se habían rendido antes que él, otros más no se atreven siquiera a terminar con el entrenamiento para ser en lo que Ezequiel se había convertido. Ese hombre desvalido, rostro lleno de cicatrices, sonrisa frívola, mirada perdida y sueños ausentes; tenía una razón por la cual seguir luchando, un orgullo que lo arrastraría a la muerte de continuar con esa imprudencia… o tal vez la forma más sencilla para que su sed se mantuviese con vida.
Intentando tocarla lo menos posible para disminuir el dolor que sentiría, comienza a absorber la sangre que se derrapaba sobre su torso con las tiras que había hecho de su camisa. Las últimas las reservó para cubrir con ellas la yaga de su cuerpo. Todo se encontraba a la perfección, se salvaría esa mujer, aún así la intriga comenzaba a desesperarlo… El simple hecho de analizar su vestimenta, los rasgos de sus facciones, la sonrisa de sus labios y el brillo de sus ojos, era fácil adivinarlo, se la recordaba tanto…. Amaris era una gitana así que ¿Cómo demonios fue que llegó hasta ese punto? Ezequiel, no podía encontrar una razón coherente para que ella terminara malherida por algún animal, los gitanos saben como adentrarse en el bosque, tienen sus trucos ¡Que no lo sabrá él! No pudo haber sido el licántropo que lo lastimó a él porque estaba con él ¡¿Entonces?! –Usted perdonará mi imprudencia y el atrevimiento madeimoselle, pero no he podido evitar el cuestionarme algo insignificante… ¿Qué fue lo que le ocurrió?-
Ezequiel Valentine- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 16/06/2011
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
El señor Valentine rasgó su camisa para hacer unas pequeñas tiras que, supuse, serían las vendas que cubrirían esta fea herida. Arrugué la nariz cuando dijo que me iba a dolor un poco y apreté los dientes cuando vertió el alcohol sobre la herida. Escocía, mucho. Pero me aguanté y suspiré, consiguiendo relajarme, como hacía cada vez que alguien se metía conmigo y no estaba en condiciones de decir nada.
Pensé en mi interior que había tenido suerte de que este hombre me encontrara. Parecía cuidadoso mientras trabajaba curando mis heridas; no violento ni pervertido, ni nada de lo que alguien pudiese esperarse de una persona que te aparecía de la nada en mitad de un bosque. Observé las manos expertas que estaban limpiando mi cuerpo cuando escuché su pregunta y sonreí de lado, con algo de amargura. Miré al frente, a los árboles justo a tiempo para ver un conejillo que saltaba de aquí para allá y olisqueaba algo que parecía una manzana en el suelo. Volví a mirar a Valentine.
-Una pequeña pelea con mi padre, Monsieur-le dije, quitándole hierro al asunto. Después de tanto tiempo viviendo con ese hombre y disculpando su brutalidad me parecía casi normal que me golpease. Sabía que un padre debía dar amor a sus hijos...pero yo no era su verdadera hija, y por eso me odiaba. Por eso y porque la mujer a la que amaba había muerto por protegerme.-Nada grave. Sólo es algo bruto.
Lo miré en silencio y recordé, de repente, que él también necesitaba ayuda. Yo podía ayudarlo, aunque no era una experta sanadora, como muchas otras mujeres del campamento. Yo tejía, cantaba, hacía abalorios y, por encima de todo, cazaba. Volaba por los bosques como una sombra en busca de mi presa.
-Ahora debe curarse usted...Cuando termine-dije con algo de dificultad al sentir un pinchazo en la herida.
Pensé en mi interior que había tenido suerte de que este hombre me encontrara. Parecía cuidadoso mientras trabajaba curando mis heridas; no violento ni pervertido, ni nada de lo que alguien pudiese esperarse de una persona que te aparecía de la nada en mitad de un bosque. Observé las manos expertas que estaban limpiando mi cuerpo cuando escuché su pregunta y sonreí de lado, con algo de amargura. Miré al frente, a los árboles justo a tiempo para ver un conejillo que saltaba de aquí para allá y olisqueaba algo que parecía una manzana en el suelo. Volví a mirar a Valentine.
-Una pequeña pelea con mi padre, Monsieur-le dije, quitándole hierro al asunto. Después de tanto tiempo viviendo con ese hombre y disculpando su brutalidad me parecía casi normal que me golpease. Sabía que un padre debía dar amor a sus hijos...pero yo no era su verdadera hija, y por eso me odiaba. Por eso y porque la mujer a la que amaba había muerto por protegerme.-Nada grave. Sólo es algo bruto.
Lo miré en silencio y recordé, de repente, que él también necesitaba ayuda. Yo podía ayudarlo, aunque no era una experta sanadora, como muchas otras mujeres del campamento. Yo tejía, cantaba, hacía abalorios y, por encima de todo, cazaba. Volaba por los bosques como una sombra en busca de mi presa.
-Ahora debe curarse usted...Cuando termine-dije con algo de dificultad al sentir un pinchazo en la herida.
Amaris Thervasi- Gitano
- Mensajes : 418
Fecha de inscripción : 15/05/2011
Edad : 32
Localización : En los bosques de París.
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Hurt (Ezequiel Valentine)
El sendero que se pinta sobre nuestros destinos sólo puede ser barajeado si sabes como moverte del sitio en el que estás. ¿Cuántas veces Ezequiel se había visto en la misma situación perecedera? Sin importar la sangre derramada él siempre tenía una razón por la cual continuar de pie, no se rendiría cuando es la sensación de la venganza la que devora lentamente sus entrañas, me hubiese encantado poder escribir que se trataba de algo más transcendental como lo es el amor, pero desgraciadamente, todo el amor que pudo ofrecerle a alguien, murió junto a sus gitanas… él como padre jamás habría hecho de su hija lo que aquel desgraciado le hizo a la dama frente a él.
Bajo la capa de serenidad que vestía en su rostro, los pensamientos de su cabeza sólo deseaban conocer la identidad de ese desgraciado y romperle la cara en miles de pedazos. ¿Quién carajo golpea a una mujer? ¿Quién mierda se atreve a lastimar a su propia hija? ¡Maldito sea el instante en que se encontraría con ese engendro y que lo perdone Lucifer, pero Ezequiel le haría pagar sus pecados! El control de sus emociones se había visto opacado por ese recuerdo lacerante de su bebé, tanto la amó que aún cuando poco tiempo, le dolió tanto su muerte… ¿a quién engaña? Sean cuales sean los eones que pase un hombre junto a sus amadas, no sería tiempo suficiente jamás. Frunció el ceño, está realmente molesto por la develación de la gitana…
-¿Pero qué padre comete semejante estupidez, madame?- Negó con su cabeza, mientras proseguía a guardar los artefactos en el pequeño maletín que portaba. Resopló sus labios pensando en la forma en que la había tratado para dejarle semejante herida en su cuerpo, se parecía bastante a la que el licántropo dejó en el propio, entonces pensó ¿Qué arma utilizo para causar ese daño? ¡Un hijo de puta! Sólo podría tratarse de eso, un hombre sin corazón que bien podría escupirle a la cara al demonio y aún así la lava del infierno no le causaría escozor.
-¿Qué hace usted soportando la humillación?- Ezequiel es una persona bastante desagradable con las bestias, pero jamás olvidará la educación que debe tener con ellas, con las mujeres. –si me lo permite me gustaría llevarla a mi… - dejó la frase a la mitad, no podría llevarla a su hogar porque ciertamente no tiene uno, tampoco podría llevarla al laberinto bajo la catedral –regresarla a su hogar, así me aseguraré que no la lastimen nuevamente- Una sonrisa con fúnebres intenciones cruzó su rostro.
Bajo la capa de serenidad que vestía en su rostro, los pensamientos de su cabeza sólo deseaban conocer la identidad de ese desgraciado y romperle la cara en miles de pedazos. ¿Quién carajo golpea a una mujer? ¿Quién mierda se atreve a lastimar a su propia hija? ¡Maldito sea el instante en que se encontraría con ese engendro y que lo perdone Lucifer, pero Ezequiel le haría pagar sus pecados! El control de sus emociones se había visto opacado por ese recuerdo lacerante de su bebé, tanto la amó que aún cuando poco tiempo, le dolió tanto su muerte… ¿a quién engaña? Sean cuales sean los eones que pase un hombre junto a sus amadas, no sería tiempo suficiente jamás. Frunció el ceño, está realmente molesto por la develación de la gitana…
-¿Pero qué padre comete semejante estupidez, madame?- Negó con su cabeza, mientras proseguía a guardar los artefactos en el pequeño maletín que portaba. Resopló sus labios pensando en la forma en que la había tratado para dejarle semejante herida en su cuerpo, se parecía bastante a la que el licántropo dejó en el propio, entonces pensó ¿Qué arma utilizo para causar ese daño? ¡Un hijo de puta! Sólo podría tratarse de eso, un hombre sin corazón que bien podría escupirle a la cara al demonio y aún así la lava del infierno no le causaría escozor.
-¿Qué hace usted soportando la humillación?- Ezequiel es una persona bastante desagradable con las bestias, pero jamás olvidará la educación que debe tener con ellas, con las mujeres. –si me lo permite me gustaría llevarla a mi… - dejó la frase a la mitad, no podría llevarla a su hogar porque ciertamente no tiene uno, tampoco podría llevarla al laberinto bajo la catedral –regresarla a su hogar, así me aseguraré que no la lastimen nuevamente- Una sonrisa con fúnebres intenciones cruzó su rostro.
Ezequiel Valentine- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 16/06/2011
Temas similares
» Hurt me. [Libre]
» Ausencia de Ezequiel & Pj's
» Una pequeña barbacoa (Ezequiel)
» Million reasons +18 [Ezequiel O'Claude]
» Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
» Ausencia de Ezequiel & Pj's
» Una pequeña barbacoa (Ezequiel)
» Million reasons +18 [Ezequiel O'Claude]
» Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour