AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
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Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Aquel día había sido particularmente largo. Desde antes del amanecer que ya estaba siendo requerido, y su día transcurrió con una inusitada lentitud; abarcando sucesos y reuniones de temas tan diversos como la sociedad francesa. Primero los reportes, luego algunos encuentros esporádicos con nobles de toda Europa que duraron horas, y finalmente una escapada al bosque con Marianne, al mejor estilo de su adolescencia; adolescencia que el Rey extrañaba cada día. Detestaba su nueva vida, detestaba tener que fingir complacencia y seriedad, detestaba tener charlas de temática indeseada y aburrida. Y para colmo de males, su amada hermana Isabell apenas pasaba con él. Parecía tener asuntos propios que atender, absolutamente válidos para el rubio…pero cuya regularidad llegaba a ser preocupante. Y hoy tampoco pasaría la noche con él, o al menos tardaría hasta la madrugada.
En cuanto regresó en su corcel hizo caso omiso de las inquisidoras preguntas de parte de algunos de sus guardias, haciendo simples gestos o moviendo la boca sólo para decir secamente "me encuentro bien, deseo ir a mi habitación."; y como su voluntad era absoluta, los fieles protectores no pudieron hacer nada más que comentar por lo bajo el ánimo con que el Rey había regresado; o el motivo de su “desaparición”. Otro tema más para las tardes aburridas de guardia, o para los almuerzos grupales.
Aquella noche parecía una noche más, pero una presencia sobre la cama matrimonial del Monarca de España provocó una erupción de sentimientos en su ser, en ese cansado ser que ahora observaba incrédulo a la fiera que penetraba sus ojos, su presente y su pasado.
En cuanto regresó en su corcel hizo caso omiso de las inquisidoras preguntas de parte de algunos de sus guardias, haciendo simples gestos o moviendo la boca sólo para decir secamente "me encuentro bien, deseo ir a mi habitación."; y como su voluntad era absoluta, los fieles protectores no pudieron hacer nada más que comentar por lo bajo el ánimo con que el Rey había regresado; o el motivo de su “desaparición”. Otro tema más para las tardes aburridas de guardia, o para los almuerzos grupales.
Aquella noche parecía una noche más, pero una presencia sobre la cama matrimonial del Monarca de España provocó una erupción de sentimientos en su ser, en ese cansado ser que ahora observaba incrédulo a la fiera que penetraba sus ojos, su presente y su pasado.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/08/2011
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Yo no sé si tú, no sé si yo
seguiremos siendo como hoy
no sé si después de amanecer
vamos a sentir la misma sed.
para qué pensar y suponer
no preguntes cosas que no sé
Yo no sé.
seguiremos siendo como hoy
no sé si después de amanecer
vamos a sentir la misma sed.
para qué pensar y suponer
no preguntes cosas que no sé
Yo no sé.
Las ropas eran elegidas, las maletas preparadas, los pasajes revisados, pero los nervios seguían allí, en el interior de su vientre, haciéndola pensar tantas barbaridades y los miedos se elevaban al cielo como grandes nubes llenas de maldad en forma de agua que podrían romper sus anhelos y esperanzas. Había soñado tanto tiempo este momento, el reunirse con el hombre que le había marcado la piel con fuego, donde su nombre era grabado en cada poro de su piel, sin saber a dónde pararía con tal pasión y desazón que sentía sólo con pensarle, con recordarle. Años habían pasado y no apagaron el dolor de su corazón, el más inquieto y profundo sentimiento de volverle a ver y saber si sus sentimientos eran correspondidos.
Aunque su mente, esa parte racional que evitaba que se dejara llevar por las sensaciones y las mariposas en el estómago, le recordaba todos los momentos a su lado, donde él jamás había dicho algo que la hiciera albergar esperanzas; alejado de la joven, conteniéndose de hacer algo que pudiera ser malinterpretado, estando y no a su lado. Cerró los ojos con fuerza, jadeando ante el dolor de su corazón que fue sostenido por una mano que temblaba, mientras sus ojos se apretaban como lo hacía con su estómago, conteniendo las náuseas, la desazón de sentirse frustrada, decepcionada, deprimida. Todos esos horribles sentimientos que sólo la hacían perder la alegría de la vida.
Necesitaba saberlo, encararlo, oírlo de una vez por todas, por eso iba a París, aprovechando que él no estaría en el territorio prohibido a los Borgia, tocar la tierra sería la muerte, pero palpar al rey, su única salvación en un mundo lleno de dolencias y desgarradoras decepciones, no. No había reglas en el amor, pero ella sólo quería... sí, se ilusionaba de nuevo y su cerebro mandaba la orden de contener el río que amenazaba con desbordarse. Control. Control y una vez frente a él, manteniéndolo, hasta el último momento. Si no había funcionado y no lo haría en el futuro, entonces podría dar vuelta a la hoja. Se desgarraría como cuando partió a Italia, se moriría en un fuego hirviente de lágrimas que deshidrataban su alma.
Mientras tanto, control...
Aunque su mente, esa parte racional que evitaba que se dejara llevar por las sensaciones y las mariposas en el estómago, le recordaba todos los momentos a su lado, donde él jamás había dicho algo que la hiciera albergar esperanzas; alejado de la joven, conteniéndose de hacer algo que pudiera ser malinterpretado, estando y no a su lado. Cerró los ojos con fuerza, jadeando ante el dolor de su corazón que fue sostenido por una mano que temblaba, mientras sus ojos se apretaban como lo hacía con su estómago, conteniendo las náuseas, la desazón de sentirse frustrada, decepcionada, deprimida. Todos esos horribles sentimientos que sólo la hacían perder la alegría de la vida.
Necesitaba saberlo, encararlo, oírlo de una vez por todas, por eso iba a París, aprovechando que él no estaría en el territorio prohibido a los Borgia, tocar la tierra sería la muerte, pero palpar al rey, su única salvación en un mundo lleno de dolencias y desgarradoras decepciones, no. No había reglas en el amor, pero ella sólo quería... sí, se ilusionaba de nuevo y su cerebro mandaba la orden de contener el río que amenazaba con desbordarse. Control. Control y una vez frente a él, manteniéndolo, hasta el último momento. Si no había funcionado y no lo haría en el futuro, entonces podría dar vuelta a la hoja. Se desgarraría como cuando partió a Italia, se moriría en un fuego hirviente de lágrimas que deshidrataban su alma.
Mientras tanto, control...
Sólo este momento es realidad.
No sé dónde vamos a parar
eso ya la piel nos lo dirá
para qué jurar y prometer
algo que no está en nuestro poder.
Yo no sé lo que es eterno,
no me pidas algo que es del tiempo.
eso ya la piel nos lo dirá
para qué jurar y prometer
algo que no está en nuestro poder.
Yo no sé lo que es eterno,
no me pidas algo que es del tiempo.
El viaje, un largo recorrido tormentoso como la viacrucis de nuestro señor, caminando una y otra vez en el tren, apretando las manos, sin comer, sin beber, no podía, simplemente era imposible pasar el bocado por la garganta inflamada por la presión y el stress. Respiraba por obligación, porque era tal el dolor de saberle, por fin, POR FIN, tan cerca, que tan sólo era cuestión de horas para que pudiera verlo frente a frente, haciendo caso omiso a las palabras de su nana, quien le decía una y otra vez lo imposible y desatada de su misión, obligando a Tamina a taparse los ojos con las manos, desesperada y negándose a todas las coherentes palabras de la mujer que la había cuidado desde niña, porque el corazón no oye de razones y el de Tamina era inmune a ellas.
El llegar, otro impacto directo a su corazón que no parecía ser capaz de aguantar la presión, la tensión, las ansias por llegar ya, estar ahí, mirar sus hermosos ojos, acariciar su rubio cabello cual trigo al sol, oír su voz, su risa y ver si sus labios eran tan dulces como su corazón. Tontamente enamorada, era muy tarde el arrepentirse, pero ¿Quién había hablado de ello? Las galas fueron elegidas, el cuerpo lavado, perfumado, engalonado y se decantó por ir directamente a donde él descansaba en París. Las personas compradas con facilidad permitieron el acceso y pronto, estaba ahí, en su habitación.
Su recinto, donde podía, con sus sentidos agudos, percibir su olor masculino, que la hacía temblar y jadear, con los brazos chinitos de los recuerdos que agolpaban su mente. Incluso se atrevió a abrir el clóset donde guardaba sus ropas y llevar una casaca a su rostro, olfateándola y conociendo ahora los cambios que había tenido. Había madurado con el tiempo y eso la hizo sonreír entre lágrimas...
Control... control.
Tragó saliva con dificultad y fue a dejar la casaca donde estaba, en las mismas condiciones y se lamió los labios, faltaba poco para que llegara, sabía por una buena fuente, que había ido a cabalgar con una amiga, la Duquesa Marianne Louvier y se preguntaba qué tipo de relación tenía con ella y un horrible gusano le carcomió el estómago y el corazón... celos, por aquél que tanto amaba.
Y por fin... por fin, él estaba ahí... lo olía, lo escuchaba y sonreía por ello, recordando el pasado y decidió hacerlo realidad... cambiando de forma, dejando que la guepardo saliera, le oía ahora mucho mejor, venía solo, eran sus pasos... ¡Sus pasos! Era increíble que tras tantos años le reconociera en ese pequeño aspecto, tan insignificante y al mismo tiempo, nostálgico.
Subió a la cama y se acomodó, luciendo su mejor pose, para recibirlo, rogando a todos los Santos que no le alejara, que correspondiera que... interrumpió sus pensamientos y le vio entrar, tan atractivo, tan cansado, hastiado de todo, seguramente, ella lo sabía, conociéndole como lo hacía. Y luego, quedándose impávido, mirándola y sin saber qué decir.
Nerviosa, supo que tampoco tenía palabras que expresar, así que se puso en pie, saltó hacia el piso y se acercó lentamente, cada paso era una batalla ganada, cada uno de ellos, porque eso lo decidiría todo en su vida. Saber si le había esperado correctamente o sólo había perdido el tiempo. Lentamente, logró completar todo el espacio entre ellos, para olfatearle y llenar su cuerpo de su olor, restregando con mucho sentimiento y nostalgia su cabeza contra su muslo bajo... sintiendo la tela, su calor... y siedo feliz sólo por esa acción.
¿Qué importaba si él no le corrsespondía? Por ese simple instante, el tiempo que había pasado, bien merecía la pena.
El llegar, otro impacto directo a su corazón que no parecía ser capaz de aguantar la presión, la tensión, las ansias por llegar ya, estar ahí, mirar sus hermosos ojos, acariciar su rubio cabello cual trigo al sol, oír su voz, su risa y ver si sus labios eran tan dulces como su corazón. Tontamente enamorada, era muy tarde el arrepentirse, pero ¿Quién había hablado de ello? Las galas fueron elegidas, el cuerpo lavado, perfumado, engalonado y se decantó por ir directamente a donde él descansaba en París. Las personas compradas con facilidad permitieron el acceso y pronto, estaba ahí, en su habitación.
Su recinto, donde podía, con sus sentidos agudos, percibir su olor masculino, que la hacía temblar y jadear, con los brazos chinitos de los recuerdos que agolpaban su mente. Incluso se atrevió a abrir el clóset donde guardaba sus ropas y llevar una casaca a su rostro, olfateándola y conociendo ahora los cambios que había tenido. Había madurado con el tiempo y eso la hizo sonreír entre lágrimas...
Control... control.
Tragó saliva con dificultad y fue a dejar la casaca donde estaba, en las mismas condiciones y se lamió los labios, faltaba poco para que llegara, sabía por una buena fuente, que había ido a cabalgar con una amiga, la Duquesa Marianne Louvier y se preguntaba qué tipo de relación tenía con ella y un horrible gusano le carcomió el estómago y el corazón... celos, por aquél que tanto amaba.
Y por fin... por fin, él estaba ahí... lo olía, lo escuchaba y sonreía por ello, recordando el pasado y decidió hacerlo realidad... cambiando de forma, dejando que la guepardo saliera, le oía ahora mucho mejor, venía solo, eran sus pasos... ¡Sus pasos! Era increíble que tras tantos años le reconociera en ese pequeño aspecto, tan insignificante y al mismo tiempo, nostálgico.
Subió a la cama y se acomodó, luciendo su mejor pose, para recibirlo, rogando a todos los Santos que no le alejara, que correspondiera que... interrumpió sus pensamientos y le vio entrar, tan atractivo, tan cansado, hastiado de todo, seguramente, ella lo sabía, conociéndole como lo hacía. Y luego, quedándose impávido, mirándola y sin saber qué decir.
Nerviosa, supo que tampoco tenía palabras que expresar, así que se puso en pie, saltó hacia el piso y se acercó lentamente, cada paso era una batalla ganada, cada uno de ellos, porque eso lo decidiría todo en su vida. Saber si le había esperado correctamente o sólo había perdido el tiempo. Lentamente, logró completar todo el espacio entre ellos, para olfatearle y llenar su cuerpo de su olor, restregando con mucho sentimiento y nostalgia su cabeza contra su muslo bajo... sintiendo la tela, su calor... y siedo feliz sólo por esa acción.
¿Qué importaba si él no le corrsespondía? Por ese simple instante, el tiempo que había pasado, bien merecía la pena.
Yo no sé mañana, yo no sé mañana
si estaremos juntos, si se acaba el mundo,
yo no sé si soy para tí, si serás para mí,
si lleguemos a amarnos o a odiarnos
yo no sé mañana, yo no sé mañana
quién va a estar aquí.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
¿Era un sueño, no? ¿Un espejismo? ¿Una mentira tan verdadera como su vida?
No, era la realidad que por fin no estaba siendo dura con él. Esa silueta, esa figura…esa esencia no podían ser falsas. Tampoco esos pasos tan sigilosos como notorios ante su presencia, que se detuvieron para dar paso al desplante natural que ella poseía, comenzando a restregar en su muslo más que simples sentimientos de reencuentro. José lo sabía perfectamente.
La rodilla derecha se fue al suelo, haciendo que la tela real perdiera esa pureza que su corazón ya había perdido hacía varios años por su impulsividad y su imprudencia, la que le había costado casi una década después cuestionamientos por herederos no ligados a la Corona, pero que para él eran tan invisibles como el resto del mundo en el instante en que abrazó a la Guepardo, paralizándose el tiempo en ese preciso momento. Lo recordaba todo...lo sabía todo. Y sabía por qué estaba allí.
Una sonrisa sincera, como las de antaño, se formó en el rostro de la persona más poderosa de España. Y su voz siempre inspiradora de respeto y autoridad decayó en un susurro lleno de nostalgia, y de alegría absoluta.
- No sabes cuánto me alegra volver a verte, Tamina.
Sus manos comenzaron a pasearse por su lomo y por su rostro felino, delineándolo, recordándolo con la misma sensación de quien vuelve a practicar un dibujo después de mucho tiempo. Estaba recuperando lo que empezó a pertenecerle en aquel cumpleaños de su Padre. Y quizás, a pesar de todo, podría estar agradecido de haber tenido a un hombre como él como su progenitor.
No, era la realidad que por fin no estaba siendo dura con él. Esa silueta, esa figura…esa esencia no podían ser falsas. Tampoco esos pasos tan sigilosos como notorios ante su presencia, que se detuvieron para dar paso al desplante natural que ella poseía, comenzando a restregar en su muslo más que simples sentimientos de reencuentro. José lo sabía perfectamente.
La rodilla derecha se fue al suelo, haciendo que la tela real perdiera esa pureza que su corazón ya había perdido hacía varios años por su impulsividad y su imprudencia, la que le había costado casi una década después cuestionamientos por herederos no ligados a la Corona, pero que para él eran tan invisibles como el resto del mundo en el instante en que abrazó a la Guepardo, paralizándose el tiempo en ese preciso momento. Lo recordaba todo...lo sabía todo. Y sabía por qué estaba allí.
Una sonrisa sincera, como las de antaño, se formó en el rostro de la persona más poderosa de España. Y su voz siempre inspiradora de respeto y autoridad decayó en un susurro lleno de nostalgia, y de alegría absoluta.
- No sabes cuánto me alegra volver a verte, Tamina.
Sus manos comenzaron a pasearse por su lomo y por su rostro felino, delineándolo, recordándolo con la misma sensación de quien vuelve a practicar un dibujo después de mucho tiempo. Estaba recuperando lo que empezó a pertenecerle en aquel cumpleaños de su Padre. Y quizás, a pesar de todo, podría estar agradecido de haber tenido a un hombre como él como su progenitor.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/08/2011
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Amores como el nuestro quedan ya muy pocos
del cielo caen estrellas sin oír deseos
deshojar una rosa es cosa ya de tontos
a nadie le interesan ya los sentimientos
Como los unicornios,
van desapareciendo
amar es hoy tan fácil,
sólo es cosa de un beso
un amor como el nuestro,
no debe morir jamás
del cielo caen estrellas sin oír deseos
deshojar una rosa es cosa ya de tontos
a nadie le interesan ya los sentimientos
Como los unicornios,
van desapareciendo
amar es hoy tan fácil,
sólo es cosa de un beso
un amor como el nuestro,
no debe morir jamás
Pum, purrupum, pumpurrum, pum pum...
Pum, purrupum, pumpurrum, pum pum...
El corazón martilleaba de pura emoción al verle, al estar tan cerca que el roce le era tan doloroso como la separación misma, donde los sentimientos eran los que ganaban a la razón, un raciocinio excluído de tal forma que era aprisionado entre las oleadas que llevaban consigo los recuerdos, las satisfacciones y también, inclusive, las tristezas. Le vio hincarse ante ella, cuando hacía mucho que él no estaba a la altura de su rostro, para poder admirar incluso esas pequeñas arruguillas que se le habían formado al paso de los años. Eso no lo afeaba, todo lo contrario, le hacía ver tan atractivo como cuando lo mirara la primera vez, enfurruñada porque la princesa había acaparado la atención de su prometido y había logrado, tras una plática, que él accediera a darle lecciones de piano. Ah, aún las recordaba, ella aprendiendo, él siendo paciente y las veces que se habían escapado a cabalgar, a correr o solamente, a meterse al granero y él disfrutaba de acariciar su pelaje, como ahora mismo lo hacía, como si realmente correspondiera a lo que Tamina sentía... a lo que el corazón gritaba con cada pum, pum, purrupum...
Decía que le alegraba volverla a ver, pero hacía años que él era Rey de España ¿Por qué no la había llamado? ¿Sería cierto lo que su mente le repitió año tras año? ¿Que él sólo extrañaba a la amiga, no a la jovencita que siempre había anhelado tener un lugar más exclusivo en su corazón? ¿Sería cierto que sus amores con la ahora reina eran suficientes para calmar su deseo de hombre y de pareja? Tragó saliva y le miró con ansiedad, con anhelo desesperado, porque no sabía qué pensar, qué decir, qué hacer Lo único que podía era dejar que él la acariciara, sentir sus manos por su cabeza, su pelaje brillante y sedoso, como cuando pequeña... cada pase de sus manos, el sentir de sus dedos, el ver sus ojos tan cerca, su rostro, sus labios. ¡Oh, maldita ansiedad, oh Madre Luna! ¿De verdad estás dispuesta a hacerle tanto daño a una de tus hijas? El amor que ella sentía por él era tan único, tan especial, que dudaba que alguien lo sintiera así de fuerte y esperara paciente tantos años... 12 años ya... toda una vida... su vida... por él... soñándolo siempre.
- Prrrrr - ronroneó y restregó su mejilla contra la del rey, buscando ese contacto, sintiéndolo en el alma, con un hueco y dolor profundo en el corazón, donde sólo había relámpagos que anunciaban una enorme tormenta y quizá, al paso de ésta, la soledad más infinita que jamás conociera, porque al menos esos 12 años había tenido a su lado esa esperanza, esos ojos, las sonrisas, las risas de la persona amada. Si él ya no deseaba nada a su lado más que una amistad, ¿Qué haría ella? ¿Sería capaz de sacrificarlo de nuevo todo y quedarse a su lado, viéndolo sin tocarlo... tocándolo sin besarlo.... besarlo sin amarlo...? Le castañearon los dientes e intentó por todos los medios espantar las lágrimas que pugnaban por salir... porque sí, lo haría... sin dudarlo, ¿Qué era verlo con otra a cambio de ver sus sonrisas, de escuchar su voz, de acariciar alguna vez su brazo en un paseo... de abrazarlo cuando su cumpleaños? No era un sacrificio, era amarlo realmente, dejarlo libre y que él fuera feliz. ¿Sería tan mártir?
Pum, purrupum, pumpurrum, pum pum...
El corazón martilleaba de pura emoción al verle, al estar tan cerca que el roce le era tan doloroso como la separación misma, donde los sentimientos eran los que ganaban a la razón, un raciocinio excluído de tal forma que era aprisionado entre las oleadas que llevaban consigo los recuerdos, las satisfacciones y también, inclusive, las tristezas. Le vio hincarse ante ella, cuando hacía mucho que él no estaba a la altura de su rostro, para poder admirar incluso esas pequeñas arruguillas que se le habían formado al paso de los años. Eso no lo afeaba, todo lo contrario, le hacía ver tan atractivo como cuando lo mirara la primera vez, enfurruñada porque la princesa había acaparado la atención de su prometido y había logrado, tras una plática, que él accediera a darle lecciones de piano. Ah, aún las recordaba, ella aprendiendo, él siendo paciente y las veces que se habían escapado a cabalgar, a correr o solamente, a meterse al granero y él disfrutaba de acariciar su pelaje, como ahora mismo lo hacía, como si realmente correspondiera a lo que Tamina sentía... a lo que el corazón gritaba con cada pum, pum, purrupum...
Decía que le alegraba volverla a ver, pero hacía años que él era Rey de España ¿Por qué no la había llamado? ¿Sería cierto lo que su mente le repitió año tras año? ¿Que él sólo extrañaba a la amiga, no a la jovencita que siempre había anhelado tener un lugar más exclusivo en su corazón? ¿Sería cierto que sus amores con la ahora reina eran suficientes para calmar su deseo de hombre y de pareja? Tragó saliva y le miró con ansiedad, con anhelo desesperado, porque no sabía qué pensar, qué decir, qué hacer Lo único que podía era dejar que él la acariciara, sentir sus manos por su cabeza, su pelaje brillante y sedoso, como cuando pequeña... cada pase de sus manos, el sentir de sus dedos, el ver sus ojos tan cerca, su rostro, sus labios. ¡Oh, maldita ansiedad, oh Madre Luna! ¿De verdad estás dispuesta a hacerle tanto daño a una de tus hijas? El amor que ella sentía por él era tan único, tan especial, que dudaba que alguien lo sintiera así de fuerte y esperara paciente tantos años... 12 años ya... toda una vida... su vida... por él... soñándolo siempre.
- Prrrrr - ronroneó y restregó su mejilla contra la del rey, buscando ese contacto, sintiéndolo en el alma, con un hueco y dolor profundo en el corazón, donde sólo había relámpagos que anunciaban una enorme tormenta y quizá, al paso de ésta, la soledad más infinita que jamás conociera, porque al menos esos 12 años había tenido a su lado esa esperanza, esos ojos, las sonrisas, las risas de la persona amada. Si él ya no deseaba nada a su lado más que una amistad, ¿Qué haría ella? ¿Sería capaz de sacrificarlo de nuevo todo y quedarse a su lado, viéndolo sin tocarlo... tocándolo sin besarlo.... besarlo sin amarlo...? Le castañearon los dientes e intentó por todos los medios espantar las lágrimas que pugnaban por salir... porque sí, lo haría... sin dudarlo, ¿Qué era verlo con otra a cambio de ver sus sonrisas, de escuchar su voz, de acariciar alguna vez su brazo en un paseo... de abrazarlo cuando su cumpleaños? No era un sacrificio, era amarlo realmente, dejarlo libre y que él fuera feliz. ¿Sería tan mártir?
Amores como el nuestro cada vez hay menos
en los muros casi nadie pinta corazones
ya nadie se promete más allá del tiempo
de sábanas mojadas hablan las canciones
Como Romeo y Julieta,
lo nuestro es algo eterno
estar enamorado,
es darse por completo
un amor como el nuestro,
no debe morir jamás
en los muros casi nadie pinta corazones
ya nadie se promete más allá del tiempo
de sábanas mojadas hablan las canciones
Como Romeo y Julieta,
lo nuestro es algo eterno
estar enamorado,
es darse por completo
un amor como el nuestro,
no debe morir jamás
Se volvió a restregar y a ronronear a su oído, pegando su cabeza en el hombro masculino, antes de suspirar y moverla una y otra vez, acariciándole. Disfrutar esos instantes, atesorarlos, porque quizá fueran los últimos. Con el tiempo, había logrado de jovencita colarse en su cama, hasta que él empezó a tener en ella a su hermana. Fue entonces que Tamina tuvo también que prescindir de esos momentos cálidos, donde se acostaba y despertaba con él, a pesar de los gritos y preocupaciones de sus padres, que no sabían más que había ido al bosque a cazar. En una de esas, el Rey los había descubierto, pero astutamente, no dijo nada, simplemente tuvo la excusa perfecta para presentarse en el castillo de los Borgia y exigir su destierro. Nadie pudo oponerse al Rey y partieron hacia Italia. No sabía ahora cuál sería su destino, pero lo que sí comprendía era que quizá sólo tuviera esta oportunidad. La vez que habían intentado su familia y ella regresar a España para los honores fúnebres del Rey, los allegados a la Corona, ni siquiera les permitieron dar más de 100 pasos, fueron desterrados de nueva cuenta a la fuerza y griterío. Obligados a permanecer en la tierra de los franceses y mirar, simplemente mirar.
Suspiró y se alejó unos pasos para regresar a su figura humana, dejando a la vista su figura que distaba de la que él había conocido, las curvas eran más pronunciadas, más firme el busto y pequeña la cintura. Larguísimas piernas y había con ello, aumentado su estatura y qué decir de su rostro. La niña se había ido por fin y sólo quedaba la mujer, una belleza andante que le sonreía débilmente, sin saber bien cómo actuar, qué decirle, con la garganta cerrada de tanto estress... se lamió los labios resecos e hizo una reverencia que por los nervios, distaba un tanto de la que ella quería ofrecer. El cabello firmemente sujeto en un elaborado moño, su cuerpo oliendo a lavanda y especies, picantes y femeninos a la vez. Poco maquillaje, un vestido de la moda pasada, pero que a ella le sentaba como un guante... y un rubor que coronaba sus mejillas de forma inquietante.
- José... - tragó saliva - he venido por tí, para tí... Dime esta vez, qué lugar ocuparé a tu lado, si es que quieres que lo esté - cada palabra era una daga directa al corazón. Abría su alma, la entregaba sin saber qué obtener, pero esperando que ésto... fuera por una vez en toda su vida... lo que buscaba... su amor...
Este amor que nos brindamos,
merece la eternidad
por ser tan puro y sagrado
no debe morir jamás
Es cosa ya de tontos,
pues que ha pasado de moda
aquel que da serenatas
o aquel que regala rosas
Amor es dar por completo
todo lo que siente el alma
es entregarse a la vida si es necesario
del amor nadie se salva
y eso es así
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Doce años. Doce tediosos y eternos años sin saber nada de ella. Sin saber cómo estaba, sin saber qué estaba haciendo…doce años en que ni siquiera sabía si estaba viva. Esa preocupación le comía el sueño por las noches, y la atención durante el día. Todo por culpa de las pretenciosas y a la vez tiránicas pretensiones de su Padre, quien no dudó en emplear el destierro, la persecución y el asesinato para acabar con todo lo que estuviera en contra de sus intereses, o más bien…con todo lo que pudiera hacer feliz a su hijo. Los conflictos eran constantes entre predecesor y sucesor, y eso todos lo sabían…¿así que qué mejor forma de ponerle cadenas a la rebeldía de su hijo que quitarle todas sus fuentes de felicidad? Pero al final, lo único que consiguió fue incrementarla, llegando al punto que ya no pudo domarla más.
Eso hasta su muerte, en donde José tuvo que colocarse esa corona aparentemente ligera, pero cargada de inmensos poderes y gigantescas responsabilidades. Esa aparente rebeldía quedó suprimida por el peso de sus deberes y por la inconmensurable presión de la que tanto había deseado escapar. Él quería la libertad absoluta, dedicarse a pasarla bien y nada más. Y eso había hecho hasta que en él cayó la calidad de Rey. Su verdadera vida comenzó desde que el corazón de su Padre dejó de latir, y eso fue un destino que no pudo evitar.
Sin embargo, su vida llena de molestias más que de bondades quedó atrás al ver primero a la bestia, y luego a la niña…no, a la mujer que ahora estaba frente a él. El tiempo había hecho maravillas con ella, convirtiéndola en un seguro objeto de deseo por muchos pretendientes; entre ellos el mismísimo José; y él tenía la ventaja de que la mujer de ojos claros tenía sus sentidos absolutamente puestos en él. Era mutuo.
Pero siempre estaba esa limitante…esa tan indeseada limitante proveniente de su ineludible destino…
Le vio hacer la reverencia y la nostalgia se fue apoderando poco a poco de él, haciendo una suave sonrisa. Correspondió con un lento asentimiento de ojos cerrados por esa mecanizada formalidad y le miró con anhelo; acercándose ante cada palabra que calaba tan hondo en su pecho como la soledad de no tenerla a su lado. Sí, él se acostaba con su hermana sin importar los tabúes y los “qué dirán”…pero también estaba enamorado de su alumna de piano. Estaba obsesionado con tenerla…y eso sólo ambos lo sabían. La abrazó con fuerza, con la misma fuerza de su Poder, de su Ley y de su Voluntad, y se quedó silente unos minutos; minutos que dedicó a oler, a sentir, y a disfrutar esa carne que por varios momentos pensó que no volvería a ver. Incluso se aventuró a darle un beso en el cuello, de esos que tanto adoraba dar y recibir, y su voz por fin surgió ante tantos sentimientos presentes entre ambos.- Sabes perfectamente los sentimientos que tengo por ti…y esos no han cambiado en todo este tiempo. Se han hecho más fuertes…tan fuertes que ni siquiera mi propio Reinado ha podido destruir…y que nunca nadie destruirá.
Volvió a besar su cuello, y su mano izquierda fue a su cabello, acariciándolo con la delicadeza que sólo la práctica otorgaba. – Te he extrañado tanto, Tamina…
Eso hasta su muerte, en donde José tuvo que colocarse esa corona aparentemente ligera, pero cargada de inmensos poderes y gigantescas responsabilidades. Esa aparente rebeldía quedó suprimida por el peso de sus deberes y por la inconmensurable presión de la que tanto había deseado escapar. Él quería la libertad absoluta, dedicarse a pasarla bien y nada más. Y eso había hecho hasta que en él cayó la calidad de Rey. Su verdadera vida comenzó desde que el corazón de su Padre dejó de latir, y eso fue un destino que no pudo evitar.
Sin embargo, su vida llena de molestias más que de bondades quedó atrás al ver primero a la bestia, y luego a la niña…no, a la mujer que ahora estaba frente a él. El tiempo había hecho maravillas con ella, convirtiéndola en un seguro objeto de deseo por muchos pretendientes; entre ellos el mismísimo José; y él tenía la ventaja de que la mujer de ojos claros tenía sus sentidos absolutamente puestos en él. Era mutuo.
Pero siempre estaba esa limitante…esa tan indeseada limitante proveniente de su ineludible destino…
Le vio hacer la reverencia y la nostalgia se fue apoderando poco a poco de él, haciendo una suave sonrisa. Correspondió con un lento asentimiento de ojos cerrados por esa mecanizada formalidad y le miró con anhelo; acercándose ante cada palabra que calaba tan hondo en su pecho como la soledad de no tenerla a su lado. Sí, él se acostaba con su hermana sin importar los tabúes y los “qué dirán”…pero también estaba enamorado de su alumna de piano. Estaba obsesionado con tenerla…y eso sólo ambos lo sabían. La abrazó con fuerza, con la misma fuerza de su Poder, de su Ley y de su Voluntad, y se quedó silente unos minutos; minutos que dedicó a oler, a sentir, y a disfrutar esa carne que por varios momentos pensó que no volvería a ver. Incluso se aventuró a darle un beso en el cuello, de esos que tanto adoraba dar y recibir, y su voz por fin surgió ante tantos sentimientos presentes entre ambos.- Sabes perfectamente los sentimientos que tengo por ti…y esos no han cambiado en todo este tiempo. Se han hecho más fuertes…tan fuertes que ni siquiera mi propio Reinado ha podido destruir…y que nunca nadie destruirá.
Volvió a besar su cuello, y su mano izquierda fue a su cabello, acariciándolo con la delicadeza que sólo la práctica otorgaba. – Te he extrañado tanto, Tamina…
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Tú eres la tristeza de mis ojos,
que lloran en silencio por tu amor
me miro en el espejo y veo mi rostro
el tiempo que he sufrido por tu adiós.
que lloran en silencio por tu amor
me miro en el espejo y veo mi rostro
el tiempo que he sufrido por tu adiós.
Sentía cómo le hormigueaban las manos, tragando saliva, mirándole acercarse paso a paso, sin tregua, sin pausa, en sus ojos estaban tantos sentimientos entremezclados como los que ella sentía en el corazón y el hueco en el estómago cada vez se hacía más grande. Tembló al tenerle frente a ella y admiró su belleza, tantos años recordándolo, esa imagen mental no le hacía justicia en lo más mínimo. Sus ojos masculinos reflejaron el anhelo que ella sentía en su corazón, si sus sentimientos eran correspondidos, por qué entonces... le sonrió dulcemente, alargando la mano y sin poderlo tocar, no se atrevía a hacerlo, así que la bajó de nuevo, porque aún tenía dudas...
Si la correspondía, ¿Por qué no la había buscado?
Si la correspondía, ¿Por qué no la había buscado?
Yo he sufrido tanto por tu ausencia,
desde ese día hasta hoy, no soy feliz
y aunque tengo tranquila mi conciencia
sé que pude haber yo hecho más por tí.
desde ese día hasta hoy, no soy feliz
y aunque tengo tranquila mi conciencia
sé que pude haber yo hecho más por tí.
El espacio entre ellos se terminó, se encontró entre sus brazos, que habían madurado, como todo él, pero que jamás dejaban de provocarle esos sentimientos extraños y al mismo tiempo, tan deliciosos. La hacía suspirar y recargar la cabeza en el hueco que formaba su hombro y su cuello, aspirando su delicioso olor y sintiendo su magnífica calor. Sabía que estaba de regreso en casa y la firmeza y fuerza de su abrazo la hacía sentirse maravillosa, querida, anhelada... deseada... Sus músculos se tensaron y rodeó la cintura con los brazos, aún con la cabeza reposada, el sentimiento de reencuentro era mucho más hermoso de lo que había deseado, incrementado con el primer beso que compartieran en 12 años... sentía ese beso quemarla desde el cuello hasta su alma, que volvía a entrelazarse con la de él, habiendo sido arrancada de su lado hace tantos años y ahora, sólo iba volviendo poco a poco, cuando habían estado juntas desde que lo conociera cuando tenía 13 años...
Aspiró profundamente aire, sintiendo sus palabras en su corazón, porque era lo mismo que ella pensaba... que sentía... que anhelaba... su siguiente beso la hizo anhelar más... sus labios, eso deseaba. Fue recompensada por una caricia en su cabello, sintiendo cómo todas sus pulsaciones, sus respuestas nerviosas se elevaban al cielo y la hacían presa de ese sentimiento que jamás se había ido, que siempre estaba latente en su corazón.
- ¿Por qué...? - pronunció a su pesar, antes de olvidarse de todo y hacer lo que siempre anheló... - ¿Por qué no me buscaste? - aspiró su aroma y le apretó más contra ella - ¿Por qué, José... por qué dejaste que pasara tanto tiempo? - era la única pregunta que los separaba, que no la dejaría en paz hasta no saber la respuesta, por qué si tanto la amaba... no la había llamado de regreso. ¿Por qué?
Aspiró profundamente aire, sintiendo sus palabras en su corazón, porque era lo mismo que ella pensaba... que sentía... que anhelaba... su siguiente beso la hizo anhelar más... sus labios, eso deseaba. Fue recompensada por una caricia en su cabello, sintiendo cómo todas sus pulsaciones, sus respuestas nerviosas se elevaban al cielo y la hacían presa de ese sentimiento que jamás se había ido, que siempre estaba latente en su corazón.
- ¿Por qué...? - pronunció a su pesar, antes de olvidarse de todo y hacer lo que siempre anheló... - ¿Por qué no me buscaste? - aspiró su aroma y le apretó más contra ella - ¿Por qué, José... por qué dejaste que pasara tanto tiempo? - era la única pregunta que los separaba, que no la dejaría en paz hasta no saber la respuesta, por qué si tanto la amaba... no la había llamado de regreso. ¿Por qué?
Amor eterno e inolvidable
tarde o temprano estaré contigo
para seguir amándonos.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Le habían hecho muchas preguntas, le habían hecho muchos cuestionamientos…pero ninguno se comparaba a la situación que confrontaba aquel instante en esa noche estrellada que albergaba y acompañaba los sueños cumplidos del reencuentro. Aquella pregunta era un deber de ser interrogada, y un mayor aún deber de ser respondida por parte del Monarca. Y era completamente válido.
- Por qué…-susurró José, acompañando esa incertidumbre al responder con un suspiro cálido que amenizó ese delicado cuello que ya había comenzado a recuperar…no, que siempre le había pertenecido. Igual que todo ese cuerpo en el que las fantasías encontraban su verdadero hogar. Cerró los ojos, y habló con la verdad con la que siempre había estado acostumbrado a lidiar al compartir con ella, esa verdad totalmente alejada de las hipocresías, de las sonrisas falsas y de los acuerdos bajo la mesa…o bajo las faldas.- No pude buscarte ya que nunca tuve la oportunidad tan clara. Tu familia sigue siendo odiada por la aristocracia y realeza española, y no es visto con buenos ojos el hecho de que empiece a buscarte…más aún considerando mi posición. – explicó con desánimo, notándosele la impotencia en sus palabras.- Perdóname por hacerte esperar tanto tiempo…en verdad…yo lo lamento…-susurró cogiéndole del mentón con una mano, acercándole a sus labios con la seducción innata que había cautivado a la mujer cambiaformas. Sonrió.
- Sin embargo…estando aquí en Francia…puedo hacer lo que me plazca. –murmuró y un roce ínfimo pero infinitamente provocador ocurrió entre ambos pares de labios, percibiendo José el anhelo tanto propio como ajeno de juntar sus bocas por primera vez. – Y mi Voluntad…es traerte conmigo a donde perteneces.
- Por qué…-susurró José, acompañando esa incertidumbre al responder con un suspiro cálido que amenizó ese delicado cuello que ya había comenzado a recuperar…no, que siempre le había pertenecido. Igual que todo ese cuerpo en el que las fantasías encontraban su verdadero hogar. Cerró los ojos, y habló con la verdad con la que siempre había estado acostumbrado a lidiar al compartir con ella, esa verdad totalmente alejada de las hipocresías, de las sonrisas falsas y de los acuerdos bajo la mesa…o bajo las faldas.- No pude buscarte ya que nunca tuve la oportunidad tan clara. Tu familia sigue siendo odiada por la aristocracia y realeza española, y no es visto con buenos ojos el hecho de que empiece a buscarte…más aún considerando mi posición. – explicó con desánimo, notándosele la impotencia en sus palabras.- Perdóname por hacerte esperar tanto tiempo…en verdad…yo lo lamento…-susurró cogiéndole del mentón con una mano, acercándole a sus labios con la seducción innata que había cautivado a la mujer cambiaformas. Sonrió.
- Sin embargo…estando aquí en Francia…puedo hacer lo que me plazca. –murmuró y un roce ínfimo pero infinitamente provocador ocurrió entre ambos pares de labios, percibiendo José el anhelo tanto propio como ajeno de juntar sus bocas por primera vez. – Y mi Voluntad…es traerte conmigo a donde perteneces.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
No buscaba nada caminaba sin pensar,
Pero cuando vi tu cara no me pude alejar
No me lo esperaba y no supe reaccionar
no encontraba las palabras ni un momento para hablar
Pero cuando vi tu cara no me pude alejar
No me lo esperaba y no supe reaccionar
no encontraba las palabras ni un momento para hablar
Sus palabras se verterían como lava de un volcán, que arrasa todo a sus pies, perdiendo el control y dejando atrás sólo desolación, muerte y un terreno fértil para volver a abonar. Donde las plantas crecerían con rapidez, los animales volverían a pastar y el hombre volvería a establecerse. La nobleza y aristocracia española no la quería en su tierra natal. Al contrario, aún le eran fieles al viejo Rey y eso ya lo había visto cuando habían ido a investigar y a estar en el entierro del padre de José. Les habían obligado a no dar un paso más allá, a no adentrarse a España y a regresar a Francia. Imposible para los Borgia volver, habían dicho, así que... su amor en cierta forma seguía prohibido, por los decretos de un anciano egoísta, por la gente que aún seguía obedeciéndolos. Sin embargo ¿No era José Alfonso el nuevo Rey? Él podía revocar los decretos de su antepasado.
Y tu mirada me corta la respiración
Me quema el alma y me acelera el corazón
Pierdo el control
Me quema el alma y me acelera el corazón
Pierdo el control
Espero su respuesta, que llegó cargada de la pesada responsabilidad que ahora José tenía bajo los hombros, lo pudo sentir antes de que absolutamente nada más le dijera. Lo percibía y sabía, entendía la enorme montaña que él había tenido que combatir para impedir que los alejaran, que no estuvieran jamás juntos, sin haberla vencido tras tantos años ya. Le alegraba que la acogiera entre sus brazos, que respirara junto a su cuello, dejando que su calor la llenara, que su olor la embargara, pero también, pensaba a toda velocidad las consecuencias de estar juntos de nuevo... de que ella volviera a su vida y lo que podría acarrear para la posición de su amado Rey en España. Le miró a los ojos en total silencio, sonriendo ante sus disculpas, aceptándolas con ese simple gesto, porque ahora lo entendía mejor que nunca... acarició su hermoso rostro masculino y que estaba grabado a fuego en su piel... No podría jamás ser de otro hombre, no se veía entre los brazos ajenos, había nacido para él, para ese español que la hubiera conquistado con clases de piano y hermosas sonrisas.
Tengo todo para arriesgar
Siento que no puedo esperar
Llévame en tus sueños
y no me dejes hasta el final
Sus labios estaban por llegar a los suyos y se estremeció de anhelo, su primer beso, entre ellos, desataría seguramente todo lo que había guardado para él, su cariño, su amor... la pasión inclusive, le hizo ansiarlo y sus pupilas se dilataron por el placer que sentía, por la alegría que la embargaba y sonreía feliz, satisfecha, aún escuchando sus palabras... Podía hacer lo que le gustara y ella quería disfrutarlo a él. Todo él... jadeó sin proponérselo con el mero roce, dándose cuenta de que quería más, de que no era suficiente y le miró largamente tras el beso... era su Voluntad llevarle a donde pertenecía, a su lado, entre sus brazos... se lamió los labios y luego sonrió trémula... pero inmensamente feliz.
Tu mirada cayó en mi piel
y me va quemando otra vez
Cuando te desatas
ya no sé qué viene después
y me va quemando otra vez
Cuando te desatas
ya no sé qué viene después
Entre sus brazos, todo cambiaba, era completamente consciente de que serían atacados una y otra vez, que no debería estar con él, ni probar sus besos, ni sentirlo contra ella, pero ahora mismo, le apretó contra sí y sus labios temblaron de anhelo. Mirándole a los ojos, los suyos se llenaron de lágrimas por su autoflagelación, por sus reproches internos, no debiera darle tanto sufrimiento a José, dejarlo entre la espada y la pared, entre su pueblo y ella, entre su deber y el amor... Porque ahora lo sabía, lo confirmaba.
- Te amo - dijo con mucho sentimiento - te amo, José - una lágrima resbaló por su mejilla - sé que puedo hacerte tanto daño si me tienes a tu lado, que serás señalado, te presionarán a dejarme, a alejarte, como alguna vez hizo tu padre, pero por favor - rogó con otras lágrimas recorriendo su piel - júrame que estaré contigo, que me amarás como te amo y te juro que enfrentaré todo a tu lado, que no me alejaré de tí ni por todo el oro del mundo... yo te apoyaré, te ayudaré... sólo júramelo José... y te juraré a mi vez, que seré tu mujer en todos los sentidos, hasta que tú quieras... te amo tanto que no puedo hacer más - acarició su mejilla - pero si no quieres... sólo dímelo y me iré sin mirar atrás, sólo tras que me concedas esta noche entre tus brazos, tus besos... tu piel... toma lo que es tuyo, mi ser, mi alma, mi corazón... mi cuerpo mismo... tómalo mi amor y prometo no darte más problemas... - así le costara lo que fuera, se alejaría conservando esa noche entre sus joyas más preciadas, sabiendo que por una sola vez fue mujer del hombre que amaba... su adorado José Alfonso...
- Te amo - dijo con mucho sentimiento - te amo, José - una lágrima resbaló por su mejilla - sé que puedo hacerte tanto daño si me tienes a tu lado, que serás señalado, te presionarán a dejarme, a alejarte, como alguna vez hizo tu padre, pero por favor - rogó con otras lágrimas recorriendo su piel - júrame que estaré contigo, que me amarás como te amo y te juro que enfrentaré todo a tu lado, que no me alejaré de tí ni por todo el oro del mundo... yo te apoyaré, te ayudaré... sólo júramelo José... y te juraré a mi vez, que seré tu mujer en todos los sentidos, hasta que tú quieras... te amo tanto que no puedo hacer más - acarició su mejilla - pero si no quieres... sólo dímelo y me iré sin mirar atrás, sólo tras que me concedas esta noche entre tus brazos, tus besos... tu piel... toma lo que es tuyo, mi ser, mi alma, mi corazón... mi cuerpo mismo... tómalo mi amor y prometo no darte más problemas... - así le costara lo que fuera, se alejaría conservando esa noche entre sus joyas más preciadas, sabiendo que por una sola vez fue mujer del hombre que amaba... su adorado José Alfonso...
Siempre dices tanto cuando vuelves a mirar
Pero eres como el aire imposible de atrapar
Es una estrategia una intriga nada más
Voy haciendo que el misterio te descubra más y más
Pero eres como el aire imposible de atrapar
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Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Cada palabra, cada sílaba, cada movimiento de sus labios, sumados a esas lágrimas completamente cargadas de sinceridad, de amor, de anhelo, de deseo, de impotencia, de nostalgia y de tantas otras sensaciones hicieron que el Rey incrementara su amoroso “asedio” en la cambiaformas, comenzando en primer lugar por erradicar aquellas gotas que caían despiadadas manchando la pureza de ese rostro utilizando sus dedos, los cuales paseaban por aquella piel bella y perfecta quitando toda prueba de llanto, prosiguiendo luego con la captura de ambas mejillas por sus manos, dedicando una mirada fija, profunda y expresiva a la dueña de esos ojos claros que habían cautivado al mismísimo Príncipe de España en su juventud en base a gustos y opiniones en común primero, y en base a la cercanía forjada en las numerosas clases de piano.
Abrió la boca para esbozar su reacción, pero ninguna palabra salió de sus labios.
- …
Una acción valía más en ese momento, y eso fue lo que precisamente hizo.
Cerró los ojos, y ladeó la cabeza para profundizar. Sus manos presionaron sus mejillas delicadamente, y su cuerpo se apegó al cuerpo ajeno más aún si era posible.
Las cadenas al fin estaban comenzando a trizarse, y eso se reflejó a la perfección en aquel contacto tan deseado y anhelado por ambos, y que por fin estaba ocurriendo. La espera al fin había terminado.
Abrió la boca para esbozar su reacción, pero ninguna palabra salió de sus labios.
- …
Una acción valía más en ese momento, y eso fue lo que precisamente hizo.
Cerró los ojos, y ladeó la cabeza para profundizar. Sus manos presionaron sus mejillas delicadamente, y su cuerpo se apegó al cuerpo ajeno más aún si era posible.
Las cadenas al fin estaban comenzando a trizarse, y eso se reflejó a la perfección en aquel contacto tan deseado y anhelado por ambos, y que por fin estaba ocurriendo. La espera al fin había terminado.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
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Una nueva mañana me levanté
pensando en todas las cosas lindas
que hemos hecho.
Pensando en tu olor, tu piel
Para mí lo eres todo
pensando en todas las cosas lindas
que hemos hecho.
Pensando en tu olor, tu piel
Para mí lo eres todo
Le miro mientras mis lágrimas recorren mis mejillas, siento cómo me desprendes del rastro de mi llanto, mi amor, mientras mi estómago se torna pesado y siento un hueco horrible en él; te miro a los ojos, para absorber por ellos, para impregnar en mi mente tu imagen, tu olor, la sensación del roce de tus dedos sobre mi piel. Me siento muy triste por tener que dejarte, si es que así lo decides, pero estoy dispuesta a hacerlo si me concedes esta noche entre tus brazos, donde tus y mis besos sean lo único que nos pueda dar alivio, donde tus gemidos y los míos se entremezclen. Donde las palabras de esta habitación sólo sean de amores y anhelos.
Donde nunca pueda olvidar quién eres para mí, de lo importante que te has convertido en mi corazón, que aunque no vuelva a estar a tu lado, ser tu mujer, ser la llave que abra toda tu felicidad cuando te sientas triste o nostálgico, sé que estaré en tu mente, en tus recuerdos, donde nadie puede quitártelos, donde espero nunca los destierres.
Quisiera estar siempre a tu lado, pero si es imposible, si es algo que te causará problemas, entonces...
Entonces...
Tus ojos llenos de sentimientos me hipnotizan, veo tus labios tanto tiempo anhelados abrirse para decirme algo que jamás mis oídos escuchan. Te veo titubear un instante, pero ese segundo me hace paralizar el corazón del miedo que te alejes y ni siquiera esta noche me entregues. Prometo no pedir más que este momento, estas horas a tu lado, en tu lecho.
Lo prometo.
Sin embargo, una luz se abre en el cielo e ilumina nuestros cuerpos cuando por fin, tus labios rozan los míos, son tan suaves, tan deliciosamente dulces. Los siento moverse contra los míos y no puedo evitar que algunas lágrimas más recorran mi rostro tomado por tus cálidas manos, mientras me amoldas a tu cuerpo y puedo sentirlo firmemente, tu corazón y el mío resuenan en esa habitación opacando todo sonido del exterior.
Mis ojos se cierran para disfrutar sólo de la caricia, de tus labios moviéndose, acariciando los míos. Mis manos acarician tu cintura y un leve gemido es el que escucho, pero no sé si es mío o es tuyo, carissimo. Mi mente se deshace, se funde, no existe, sólo está tu sabor, tu roce, la forma en que me besas y después de un instante, profundizas, abriendo la boca, permitiéndome captar tu aliento, que me llena tanto.
Atrapas mi labio inferior entre los tuyos, provocándome un gemido y que mis manos se aferren más a la cintura. Manos torpes y pesadas, dedos que ni siquiera recuerdan cómo tomar. Jadeo y aprovechas para que tu lengua acaricie mi labio superior y busque a su compañera que con timidez emerge y luego de un instante, ambas danzan con dulzura, al tiempo que mis manos corren hacia tu espalda, temblorosas, a sujetarte para que no te alejes, disfrutándote tanto.
"Carissimo" pienso sin dudarlo mientras que mis labios y los tuyos se cierran dando un beso y luego vuelven a buscarse de nuevo, con nuestros corazones latiendo arritmicamente, con una respiración, al menos la mía más distante de ser normal. Vuelves a acariciar mi boca con tu lengua, dando un pequeño mordisco a mi labio inferior que me hace gemir y escucho tu risa... abro los ojos y trago saliva cuando el beso se termina y te veo feliz... a mi lado...
Es cuando sonrío...
Dios ha escuchado mis plegarias...
Y cuando vuelves a buscar mis labios, lo confirmo...
Dios debe amarme tanto, que me ha entregado lo que más amo...
Donde nunca pueda olvidar quién eres para mí, de lo importante que te has convertido en mi corazón, que aunque no vuelva a estar a tu lado, ser tu mujer, ser la llave que abra toda tu felicidad cuando te sientas triste o nostálgico, sé que estaré en tu mente, en tus recuerdos, donde nadie puede quitártelos, donde espero nunca los destierres.
Quisiera estar siempre a tu lado, pero si es imposible, si es algo que te causará problemas, entonces...
Entonces...
Tus ojos llenos de sentimientos me hipnotizan, veo tus labios tanto tiempo anhelados abrirse para decirme algo que jamás mis oídos escuchan. Te veo titubear un instante, pero ese segundo me hace paralizar el corazón del miedo que te alejes y ni siquiera esta noche me entregues. Prometo no pedir más que este momento, estas horas a tu lado, en tu lecho.
Lo prometo.
Sin embargo, una luz se abre en el cielo e ilumina nuestros cuerpos cuando por fin, tus labios rozan los míos, son tan suaves, tan deliciosamente dulces. Los siento moverse contra los míos y no puedo evitar que algunas lágrimas más recorran mi rostro tomado por tus cálidas manos, mientras me amoldas a tu cuerpo y puedo sentirlo firmemente, tu corazón y el mío resuenan en esa habitación opacando todo sonido del exterior.
Mis ojos se cierran para disfrutar sólo de la caricia, de tus labios moviéndose, acariciando los míos. Mis manos acarician tu cintura y un leve gemido es el que escucho, pero no sé si es mío o es tuyo, carissimo. Mi mente se deshace, se funde, no existe, sólo está tu sabor, tu roce, la forma en que me besas y después de un instante, profundizas, abriendo la boca, permitiéndome captar tu aliento, que me llena tanto.
Atrapas mi labio inferior entre los tuyos, provocándome un gemido y que mis manos se aferren más a la cintura. Manos torpes y pesadas, dedos que ni siquiera recuerdan cómo tomar. Jadeo y aprovechas para que tu lengua acaricie mi labio superior y busque a su compañera que con timidez emerge y luego de un instante, ambas danzan con dulzura, al tiempo que mis manos corren hacia tu espalda, temblorosas, a sujetarte para que no te alejes, disfrutándote tanto.
"Carissimo" pienso sin dudarlo mientras que mis labios y los tuyos se cierran dando un beso y luego vuelven a buscarse de nuevo, con nuestros corazones latiendo arritmicamente, con una respiración, al menos la mía más distante de ser normal. Vuelves a acariciar mi boca con tu lengua, dando un pequeño mordisco a mi labio inferior que me hace gemir y escucho tu risa... abro los ojos y trago saliva cuando el beso se termina y te veo feliz... a mi lado...
Es cuando sonrío...
Dios ha escuchado mis plegarias...
Y cuando vuelves a buscar mis labios, lo confirmo...
Dios debe amarme tanto, que me ha entregado lo que más amo...
Estoy enamorada
Te lo quiero confesar
Totalmente ilusionada
Me la paso pensandote (Todo el tiempo)
nunca voy a soltarte
Te lo quiero confesar
Totalmente ilusionada
Me la paso pensandote (Todo el tiempo)
nunca voy a soltarte
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Tanto tiempo busqué, pero al fin te encontré.
Tan perfecta como te imaginé.
La orquesta ya estaba armada, y el maestro de ceremonias ya había comenzado la sinfonía del amor y de la pasión. Una simple bocanada de aire tras el primer contacto, y una sonrisa romántica fue la que zurcó la rosada y sonrojada piel del Monarca Español, acompañada de una mirada cuyas pupilas tenían un sólo receptor: ese par de ojos verdes que lo tenían encandilado desde aquella vez en su castillo; desde aquella vez en que esas mismas bocas que ahora reiniciaban el baile pausado por la falta de aire, antes estaban a centímetros por un límite tan poderoso y mezquino al mismo tiempo como el de la moral. Esa irreverente moral.Tan perfecta como te imaginé.
Pero en ese momento hasta la moral daba igual: la moral, la religión, los cargos, las coronas, todo daba igual. Todo menos una cosa.
- Tamina...
Un jadeo ronco tras una enésima separación. El corazón queriendo atravesar el pecho del varón para llegar al de la dama y ser uno solo. El deseo que comenzaba a surgir lentamente por el cuerpo ajeno. Otro beso, y luego otro más. Las cadenas ya estaban a la mitad.
- Te amo, Tamina...
Un abrazo fraternal. Un beso más prolongado que los demás. Las manos bajando por la espalda semicubierta por el vestido, buscando el cierre. El tic tac del corazón desbocado, del corazón loco, del corazón enamorado. Esa era la base de la danza de sus lenguas y de sus deseos, los cuales tenían un sólo objetivo, un objetivo marginado por años.
Todo por culpa de la moral. Pero ni ella era capaz de mantener por más tiempo unidas las cadenas del Rey.
Sabes, no pido nada más
que estar entre tus brazos.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Si tan solo adivinaras lo que está pasando por mi pensamiento
si tú imaginaras cuánto yo esperaba por este momento.
Mi destino está en tus manos, eres el milagro que esperé hace tiempo
sólo bastaría a que tú te atrevieras a robarme un beso.
Un suspiro se escucha en toda la habitación, sonríe con alegría, feliz ante sus besos, paladeándolos y fijándolos en su mente por y para siempre, para los momentos en que por sus ocupaciones, estén separados. En la frialdad de las sábanas de su cama, recordarlos, revivirlos, redisfrutarlos. Su sonrisa conquista y sus ojos han cambiado a ser más cálidos y confiados.
Ahí está la Tamina que él conoció hace tanto tiempo, la que reía sin preocupaciones y tensiones, la que llegaba y le arrebataba de sus obligaciones para correr hacia las caballerizas y ocultarse para transformarse con la finalidad de ronronearle, acariciándose contra él, en su forma de gata o de gueparda.
O la que corría hacia la laguna y se metía en ella, para nadar sin preocuparse de sus ropas, aventándole agua hasta que le picaba tanto el orgullo que iba tras ella y se zambullían mutuamente, entre risas y jugueteos, picardías y momentos dulces en que se quedaban callados, mirándose tanto tiempo a los ojos, sin que ninguno pudiera moverse, desarmando al gran Casanova español.
¿Quién diría que la joven regresaría a su lado convertida en una hermosa mujer? Que sus tabúes que le impedían aquél entonces tomarla, se evaporarían y sus manos buscarían el cierre de su vestido, encontrando los finos botones para desabrocharlos con rapidez, con la experiencia del Don Juan que ahora estaba transformado en un rey.
Uno por el cual esa pequeña que Dios había permitido crecer y ser una hermosa mujer, suspiraba, anhelaba, deseaba. Acariciaba con tanta ternura el rostro del rey mientras que su cuerpo se acomodaba al suyo, permitiendo que los botones fueran desabrochados, uno tras otro, hasta que sintió el frío en su espalda.
Un hermoso sentimiento que la hizo tragar saliva, mientras sonreía y acariciaba, acunaba el rostro de su amado entre las manos, mirándole ansiosa y con el corazón acelerado en toda su expresión. Golpeteando tanto o más como el corazón del hombre que la acunaba, del cuerpo que la protegía y la hacía reír.
Reía, con esa cantarina risa que tanto regalaba en el pasado, olvidándose de las preocupaciones y de los miedos e inseguridades. Estaba ahí con él, él la amaba y la besaba como nadie.
¡LA AMABA!
Bendito fuera Dios.
Le miró a los ojos y sosteniendo su rostro aún asintió con solemnidad.
- También te amo, José, mi corazón jamás partió cuando me expulsaron de España, se quedó contigo, mi amor, para consolarte cuando mis manos no pudieran hacerlo.
Besó sus labios y aceptó la forma en que él resbalaba su vestido hasta dejarlo caer al piso, dejándola cubierta por el corsé, el liguero y las medias, la ropa interior... la moda italiana en algunas mujeres era muy diferente y Tamina aún tenía la esperanza de que todo se desencadenara como ahora mismo sucedía. Se había vestido para él, para seducirlo y dejarse llevar en la entrega, en la pasión.
Había esperado mucho tiempo preguntándose por qué jamás la había José tomado para sí, pero ahora mismo entendía que no había sido el momento. Sin emgargo, no estaba dispuesta a dejar pasar un momento más la oportunidad.
Esta noche, sería suya.
La luna sería testigo de su unión con el amor de su vida.
si tú imaginaras cuánto yo esperaba por este momento.
Mi destino está en tus manos, eres el milagro que esperé hace tiempo
sólo bastaría a que tú te atrevieras a robarme un beso.
Un suspiro se escucha en toda la habitación, sonríe con alegría, feliz ante sus besos, paladeándolos y fijándolos en su mente por y para siempre, para los momentos en que por sus ocupaciones, estén separados. En la frialdad de las sábanas de su cama, recordarlos, revivirlos, redisfrutarlos. Su sonrisa conquista y sus ojos han cambiado a ser más cálidos y confiados.
Ahí está la Tamina que él conoció hace tanto tiempo, la que reía sin preocupaciones y tensiones, la que llegaba y le arrebataba de sus obligaciones para correr hacia las caballerizas y ocultarse para transformarse con la finalidad de ronronearle, acariciándose contra él, en su forma de gata o de gueparda.
O la que corría hacia la laguna y se metía en ella, para nadar sin preocuparse de sus ropas, aventándole agua hasta que le picaba tanto el orgullo que iba tras ella y se zambullían mutuamente, entre risas y jugueteos, picardías y momentos dulces en que se quedaban callados, mirándose tanto tiempo a los ojos, sin que ninguno pudiera moverse, desarmando al gran Casanova español.
¿Quién diría que la joven regresaría a su lado convertida en una hermosa mujer? Que sus tabúes que le impedían aquél entonces tomarla, se evaporarían y sus manos buscarían el cierre de su vestido, encontrando los finos botones para desabrocharlos con rapidez, con la experiencia del Don Juan que ahora estaba transformado en un rey.
Uno por el cual esa pequeña que Dios había permitido crecer y ser una hermosa mujer, suspiraba, anhelaba, deseaba. Acariciaba con tanta ternura el rostro del rey mientras que su cuerpo se acomodaba al suyo, permitiendo que los botones fueran desabrochados, uno tras otro, hasta que sintió el frío en su espalda.
Un hermoso sentimiento que la hizo tragar saliva, mientras sonreía y acariciaba, acunaba el rostro de su amado entre las manos, mirándole ansiosa y con el corazón acelerado en toda su expresión. Golpeteando tanto o más como el corazón del hombre que la acunaba, del cuerpo que la protegía y la hacía reír.
Reía, con esa cantarina risa que tanto regalaba en el pasado, olvidándose de las preocupaciones y de los miedos e inseguridades. Estaba ahí con él, él la amaba y la besaba como nadie.
¡LA AMABA!
Bendito fuera Dios.
Le miró a los ojos y sosteniendo su rostro aún asintió con solemnidad.
- También te amo, José, mi corazón jamás partió cuando me expulsaron de España, se quedó contigo, mi amor, para consolarte cuando mis manos no pudieran hacerlo.
Besó sus labios y aceptó la forma en que él resbalaba su vestido hasta dejarlo caer al piso, dejándola cubierta por el corsé, el liguero y las medias, la ropa interior... la moda italiana en algunas mujeres era muy diferente y Tamina aún tenía la esperanza de que todo se desencadenara como ahora mismo sucedía. Se había vestido para él, para seducirlo y dejarse llevar en la entrega, en la pasión.
Había esperado mucho tiempo preguntándose por qué jamás la había José tomado para sí, pero ahora mismo entendía que no había sido el momento. Sin emgargo, no estaba dispuesta a dejar pasar un momento más la oportunidad.
Esta noche, sería suya.
La luna sería testigo de su unión con el amor de su vida.
¿Acaso no has notado cómo tiemblo
las veces que me tocas sin saberlo?
Quiero ser tuya en cuerpo y en alma
no aguanto más esta angustia, me mata.
las veces que me tocas sin saberlo?
Quiero ser tuya en cuerpo y en alma
no aguanto más esta angustia, me mata.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Un suspiro propiamente masculino y una posterior lamida de aquellos labios resecos por el calor que le producía lo que aquel vestido había dejado a la vista era la prueba perfecta de la conformidad, del gusto y del deseo que le producía que tuviera aquellas prendas ceñidas a ese cuerpo que imaginó, deseó y soñó tantas veces por todos esos años en que aquellos pares de ojos no pudieron verse dieron cuenta del disfrute que el cuerpo, la mente y el alma de José poseían al ver aquella figura tan sensualmente decorada, lista y hecha para él, como supuso al parecer acertadamente. Una sonrisa amplia y complacida se formó, y la presión se hizo más fuerte en cierta zona de su cuerpo, presión que se incrementó al abrazar una vez más a aquella jovencita con cuerpo de mujer, a SU mujer.
La mano izquierda cogió el muslo derecho desprotegido por aquellas telas que incitaban a tantas cosas y la acercó a su cadera, anhelando y logrando un mayor contacto entre sus cuerpos; quería que se diera cuenta (aunque quizás ella ya lo había hecho) de cuánto la quería y cuánto la deseaba, de cuánto suplicaba su cuerpo de tenerla en aquella cama que les observaba en silencio y que esperaba pronto tener protagonismo; pero lo que no sabía es que José Alfonso ya tenía un plan. Los labios volvieron a juntarse y las manos incrementaron su actividad, sobretodo la derecha quien siguió el camino de su gemela y alzó ese cuerpo que hacía arder el suyo, procurando y esperando que utilizara su cuello como el soporte necesario para lo que ocurriría después, y que no tardaría mucho tiempo: en medio de aquel preámbulo de sus bocas sus piernas se movieron y su espalda descansó por fin en ese conjunto finísimo de sábanas, sirviendo de soporte al ligero peso de la mujer que estaba sobre él ahora. Le sonrió pícaro, sensual e incitante en un mísero instante y extendió sus brazos en cruz, entregándose por completo a la voluntad de quien era el motivo de los latidos desesperados de su corazón.
La mano izquierda cogió el muslo derecho desprotegido por aquellas telas que incitaban a tantas cosas y la acercó a su cadera, anhelando y logrando un mayor contacto entre sus cuerpos; quería que se diera cuenta (aunque quizás ella ya lo había hecho) de cuánto la quería y cuánto la deseaba, de cuánto suplicaba su cuerpo de tenerla en aquella cama que les observaba en silencio y que esperaba pronto tener protagonismo; pero lo que no sabía es que José Alfonso ya tenía un plan. Los labios volvieron a juntarse y las manos incrementaron su actividad, sobretodo la derecha quien siguió el camino de su gemela y alzó ese cuerpo que hacía arder el suyo, procurando y esperando que utilizara su cuello como el soporte necesario para lo que ocurriría después, y que no tardaría mucho tiempo: en medio de aquel preámbulo de sus bocas sus piernas se movieron y su espalda descansó por fin en ese conjunto finísimo de sábanas, sirviendo de soporte al ligero peso de la mujer que estaba sobre él ahora. Le sonrió pícaro, sensual e incitante en un mísero instante y extendió sus brazos en cruz, entregándose por completo a la voluntad de quien era el motivo de los latidos desesperados de su corazón.
Última edición por José Alfonso De Castilla el Jue Dic 08, 2011 12:25 am, editado 1 vez
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Yo me siento al fin feliz
la tristeza no es para mí
y qué me importa lo que viví
si me regalan el futuro no lo quiero sin tí.
la tristeza no es para mí
y qué me importa lo que viví
si me regalan el futuro no lo quiero sin tí.
La visión del Rey sobre su cuerpo hizo que sus mejillas se tiñieran de un carmín que se antojaba pudoroso y tímido, un poco de saliva bajó por su garganta y su lengua imitó el gesto del hombre que acariciaba sus propios labios. Era tan hermoso el momento, saberse por fin deseada y conocer de antemano lo que surgiría entre ellos hasta que la fina flama se transformara en una hoguera que todo lo consumía hasta dejarlos agotados.
Le sonrío y se mordió el labio inferior al contacto de la piel masculina contra su muslo, causando escalofríos... suspiró impaciente al obedecer a la orden silenciosa del Rey de atrapar su cadera con su pierna, acercándose los cuerpos, sonrojándola aún más el sentir el deseo en el cuerpo de su amado, lo cual hizo que algunas zonas se erizaran y otras se endurecieran, como las puntas de los valles que decoraban su hermoso busto...
Le temblaron los labios y fueron atrapados y consumidos por la pasión de José Alfonso que estaba, por fin, decidido a hacerla suya. Su otra pierna fue elevada con la fuerza de esos brazos masculinos que ella conocía muy bien, pero que como los buenos vinos, había mejorado al paso del tiempo. El cuerpo de José ya no era el de un joven, si no el de un hombre, como ella misma lo comprobó al colocar sus manos contra su nuca, sosteniéndose y luego, acunando la cabeza masculina, para degustar ese beso que se antojó insaciable.
El sabor de su amado, sus papilas gustativas jamás lo olvidarán y ese aroma tan delicioso que lo envolvía la hizo gruñir de anticipación, pero era una risa lo que llenaba la habitación al sentirle al hombre moviéndose y luego, echarse con ella en la cama. Quedando él bajo su cuerpo, sonriéndole. Se le entregaba y ella no pudo más que mirarle con ternura, con la dulzura del amor que la envolvía y buscó el borde de la locura disfrazada en unos labios que la emocionaban...
Un beso que terminó siendo mucho más apasionado de lo que inicialmente había pensado, sus lenguas se encontraron en una danza tan antigua como el tiempo, un preludio de lo que sus propios sexos culminarían en un estallar de anhelos largo tiempo contenidos. Aspiró aire una vez más y jadeó contra sus labios, para mirarle y besar su mejilla, su frente, dejándole oler su propio aroma a rosas y un toque tan salvaje, tan suyo, que incitaba a la total posesión.
Sus labios bajaron a su barba, a su cuello y rió cuando él se quejó por una de sus horquillas... sensualmente, aún sentada sobre él, llevó sus manos a su cabello y lentamente, fue deshaciéndose del peinado. De niña, había traído el pelo corto, pero ahora, caía en largas ondas, hasta la cintura, sedoso y lleno de ese aroma tan de la mujer, rosas, que inundaron los olfatos y se dejaron sentir aún más... la felina se sonrió y se mordió el labio inferior, bajando sus caricias al cuello masculino, acariciando el contorno de su cuerpo, hasta llegar a besos a su oído y susurrarle:
- Eres un sueño hecho realidad, por favor, mi amor, no te evapores al salir el sol - sus dientes encontraron el lóbulo y lo apretaron suavemente entre ellos, para a continuación, lamerlo delicadamente, quitando cualquier dolor... llevándoselo con ella. Rió contra su oído acariciando su tórax, suspirando, fue abriendo los botones uno por uno de su chaqueta, mirando con cierto anhelo su cuerpo, sonrió divertida y tras hacerla a ambos lados de su cuerpo - estoy nerviosa - le confesó, pero sus manos continuaron con el chaleco, riendo y luego de ello... no pudo evitarlo, movió levemente las caderas contra esa dureza que le hizo sonrojar las mejillas.
Cerró los ojos un instante y arqueó el cuerpo, moviéndose un poco de arriba a abajo de forma instintiva, con los ojos velados de placer cuando los abrió y sonrió, llevando las manos a su camisa y desabrochó los botones con rapidez y leve ansiedad descubriendo su cuerpo, la piel masculina que la incitaba, bajó la cabeza y cual gato, lamió el tórax masculino, lamiendo las tetillas sin pensarlo dos veces... dando un pequeño mordisco al tiempo que terminaba de abrir la camisa y dejarla a ambos lados de su cuerpo con el chaleco y la chaqueta. Ronroneó y su cabello cayó sobre la piel, acariciando el abdomen masculino, deleitándose en los músculos, con un bufido delicioso.
- Mi amor... - susurró y rió feliz - te amo... - da unos pequeños mordiscos en su piel, mientras sus caderas vuelven a insistir en el roce intenso entre ellos. Sus uñas pasan por su contorno, erotizando, sensualmente, mientras alza la cabeza y busca sus labios, apoyando el cuerpo contra el de su adorado hombre, en un apasionado y profundo beso.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
¿Cuántas veces había soñado con lo que estaba sucediendo en ese preciso instante? ¿Cuántas veces había imaginado a aquella mujer sobre su cuerpo tocándole, besándole, acariciándole y haciéndole sentir tan lleno y tan querido? La cuenta se había perdido hace rato desde aquel día que revivía y palpitaba en su mente y su pecho, aquel día en que estuvieron a una Voluntad de hacer lo que ahora estaban haciendo, aquel día en que el corazón enamorado fue rodeado y apresado por las cadenas del miedo, del temor, de la duda y de la frustración. Los labios no se juntaron, los cuerpos no se unieron, y las miradas se separaron para no volver a verse.
Hasta ahora.
Le regaló una cariñosa sonrisa y llevó la cabeza hacia atrás en acto reflejo, derrotándose y derritiéndose ante aquellas manos que se abrían paso hacia su piel, deshaciéndose casi de sus ropas con la calma de un ritual, calma que José sabía que no existía; y que Tamina se encargó de demostrar con un movimiento de caderas, benditas caderas que provocaron un gruñido de placer masculino casi por obligación sumado al primero de muchos agarres de las telas debajo de ambos, siguiéndole en consecuencia un suspiro embriagado de deseo. – Tamina…amor mío…- siseó con la vista apenas fija en el techo, enfocando sus sentidos, notando cómo todo su cuerpo se paralizaba por unos segundos a causa del contacto de esos labios y esos dedos contra su fornido pecho, contacto que regresó a sus bocas retomando el protagonismo anterior, e incrementando la pasión ya liberada en ambos. Un poderoso brazo se cerró sobre la esbelta cintura y el cabello oscuro quedó contra la cama, devorándose ambas bocas mientras el torso masculino anhelado, soñado y tocado por tantas quedaba al descubierto, apegándose al cuerpo femenino, apretándose contra aquellos sinónimos de gloria, rozándose ambas partes consagratorias del amor más profundo y sincero. Entre aquellos contactos hubo susurros, palabras de anhelo y de cariño; cariño que se traducía en más y más caricias por parte del Monarca que ante esa mujer era un simple hombre, un simple varón que cayó flechado y rendido a los pies de la sangre más detestada por la aristocracia Española.
Pero era la sangre que más amaba.
Hasta ahora.
Le regaló una cariñosa sonrisa y llevó la cabeza hacia atrás en acto reflejo, derrotándose y derritiéndose ante aquellas manos que se abrían paso hacia su piel, deshaciéndose casi de sus ropas con la calma de un ritual, calma que José sabía que no existía; y que Tamina se encargó de demostrar con un movimiento de caderas, benditas caderas que provocaron un gruñido de placer masculino casi por obligación sumado al primero de muchos agarres de las telas debajo de ambos, siguiéndole en consecuencia un suspiro embriagado de deseo. – Tamina…amor mío…- siseó con la vista apenas fija en el techo, enfocando sus sentidos, notando cómo todo su cuerpo se paralizaba por unos segundos a causa del contacto de esos labios y esos dedos contra su fornido pecho, contacto que regresó a sus bocas retomando el protagonismo anterior, e incrementando la pasión ya liberada en ambos. Un poderoso brazo se cerró sobre la esbelta cintura y el cabello oscuro quedó contra la cama, devorándose ambas bocas mientras el torso masculino anhelado, soñado y tocado por tantas quedaba al descubierto, apegándose al cuerpo femenino, apretándose contra aquellos sinónimos de gloria, rozándose ambas partes consagratorias del amor más profundo y sincero. Entre aquellos contactos hubo susurros, palabras de anhelo y de cariño; cariño que se traducía en más y más caricias por parte del Monarca que ante esa mujer era un simple hombre, un simple varón que cayó flechado y rendido a los pies de la sangre más detestada por la aristocracia Española.
Pero era la sangre que más amaba.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
I wish i could freeze the space in time
the way that i feel for you inside
this is my moment
this is my perfect moment with you
the way that i feel for you inside
this is my moment
this is my perfect moment with you
Ese momento único, perfecto, era el que mantendría en su mente durante toda su vida, donde por fin sus cuerpos se unieron, sus labios se besaron y sus lenguas juguetearon la una contra la otra, en un baile tan divertido como excitante. Sus manos acariciaron la espalda masculina, entre gemidos suaves y susurros amantes. Sus alientos se entremezclaron y el color subió a sus mejillas cuando el cuerpo masculino se acarició semidesnudo contra el suyo. Fue total la entrega, aunque se sentía en ocasiones sobrepasada por los sentimientos.
Adoraba a este hombre, este Rey, esta creación de Dios al que le dió el corazón y toda su vida para que él hiciera con ellas lo que le placiera. Acarició su tórax desnudo y rió al llevar las manos a la espalda, haciendo un camino con las uñas, sin lastimarle, pero ansiosa y salvaje como nunca antes. Se mordió el labio inferior juguetona, coqueta y rió más cuando sus muslos le apresaron la cadera masculina entre ellos.
- Mío - dijo posesiva - mío y no te irás - y lamió seductora la yugular de José, sintiéndolo estremecer y riendo más por ello contra su oído - qué sexy es usted, Su Majestad - rió juguetona, sintiéndose libre de ataduras, siendo ella misma con José, no tenía que ocultar nada, él la conocía al completo... dio un beso sonoro en la mejilla del hombre y apretó el cuerpo contra el masculino, todo él, jadeando ante las sensaciones de sus sexos juntos, - alguien está inquieto - risueña, lamió el lóbulo de la oreja - ups, creo que soy yo - lo mordisqueó con cuidado de no herirlo y aspiró su aroma - mmmhhhh me declaro culpable, Su Majestad, ¿Cuál es mi castigo? - le miró a los ojos y rió - ya sé - se removió hasta quedar de nuevo a horcajadas sobre él - a deshacerme de esta prenda que oculta más de lo que deja ver - y sus manos fueron al bra, sonriéndole prosiguiendo con el juego, desprendiéndose de ella, tragando saliva denotando que nerviosa sí estaba... dejó caer la lencería al lado de José y se sonrojó levemente... su tórax desnudo se mostró ante él, aunque Tamina descubrió que la idea era más fácil que la práctica.
Sus senos eran perfectos, con el tamaño exacto para que José los tomara entre sus manos y no faltara ni sobrara piel... de cumbres sonrosadas como el propio rubor de la cambiaformas... redondos y maduros como una naranja o una fruta mucho más dulce al paladar. La joven tembló ante el escrutinio de su cuerpo, pero logró sonreír al final... encogiéndose de hombros al pensar que estaba con él, con José... nada podía salir mal...
- O... quizá... - se mordió el labio inferior tímida - a quedar empatados en cuanto a ropa - y rió sentándose en la orilla de la cama, desprendiéndole de las botas al rey con facilidad - sale una, sale otra... ¿Había pensado, Su Majestad, que al terminar el día volverían a desnudarlo cual niño pequeño? - rió metiéndose con él y luego, hincada, desabrochó sus pantalones con un sonrojo enorme, para irselos quitando lentamente, pero más por su turbación que porque quisiera alargar el momento... - yo tampoco creí que iba a hacer ésto - tragó saliva con dificultad, cuando la prenda quedó en el suelo y ante ella, aunque envuelta en la ropa interior masculina, estaba la más franca señal del deseo del Rey a por ella... - ¿Es cierto lo que dicen? - carraspeó - ¿Que el león de España come vírgenes en el desayuno? - se atrevió a soltar, para luego reír... - aunque el desayuno ya pasó, Su Majestad, más bien es... cena... - se sonrojó toda al pensar en que él podría hacer muchas cosas con ella y Tamina se lo permitiría...
Adoraba a este hombre, este Rey, esta creación de Dios al que le dió el corazón y toda su vida para que él hiciera con ellas lo que le placiera. Acarició su tórax desnudo y rió al llevar las manos a la espalda, haciendo un camino con las uñas, sin lastimarle, pero ansiosa y salvaje como nunca antes. Se mordió el labio inferior juguetona, coqueta y rió más cuando sus muslos le apresaron la cadera masculina entre ellos.
- Mío - dijo posesiva - mío y no te irás - y lamió seductora la yugular de José, sintiéndolo estremecer y riendo más por ello contra su oído - qué sexy es usted, Su Majestad - rió juguetona, sintiéndose libre de ataduras, siendo ella misma con José, no tenía que ocultar nada, él la conocía al completo... dio un beso sonoro en la mejilla del hombre y apretó el cuerpo contra el masculino, todo él, jadeando ante las sensaciones de sus sexos juntos, - alguien está inquieto - risueña, lamió el lóbulo de la oreja - ups, creo que soy yo - lo mordisqueó con cuidado de no herirlo y aspiró su aroma - mmmhhhh me declaro culpable, Su Majestad, ¿Cuál es mi castigo? - le miró a los ojos y rió - ya sé - se removió hasta quedar de nuevo a horcajadas sobre él - a deshacerme de esta prenda que oculta más de lo que deja ver - y sus manos fueron al bra, sonriéndole prosiguiendo con el juego, desprendiéndose de ella, tragando saliva denotando que nerviosa sí estaba... dejó caer la lencería al lado de José y se sonrojó levemente... su tórax desnudo se mostró ante él, aunque Tamina descubrió que la idea era más fácil que la práctica.
Sus senos eran perfectos, con el tamaño exacto para que José los tomara entre sus manos y no faltara ni sobrara piel... de cumbres sonrosadas como el propio rubor de la cambiaformas... redondos y maduros como una naranja o una fruta mucho más dulce al paladar. La joven tembló ante el escrutinio de su cuerpo, pero logró sonreír al final... encogiéndose de hombros al pensar que estaba con él, con José... nada podía salir mal...
- O... quizá... - se mordió el labio inferior tímida - a quedar empatados en cuanto a ropa - y rió sentándose en la orilla de la cama, desprendiéndole de las botas al rey con facilidad - sale una, sale otra... ¿Había pensado, Su Majestad, que al terminar el día volverían a desnudarlo cual niño pequeño? - rió metiéndose con él y luego, hincada, desabrochó sus pantalones con un sonrojo enorme, para irselos quitando lentamente, pero más por su turbación que porque quisiera alargar el momento... - yo tampoco creí que iba a hacer ésto - tragó saliva con dificultad, cuando la prenda quedó en el suelo y ante ella, aunque envuelta en la ropa interior masculina, estaba la más franca señal del deseo del Rey a por ella... - ¿Es cierto lo que dicen? - carraspeó - ¿Que el león de España come vírgenes en el desayuno? - se atrevió a soltar, para luego reír... - aunque el desayuno ya pasó, Su Majestad, más bien es... cena... - se sonrojó toda al pensar en que él podría hacer muchas cosas con ella y Tamina se lo permitiría...
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Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
De un momento a otro, sin siquiera poder medir el paso del tiempo entre tanta caricia, lamida, beso y susurro dado y recibido por el hombre rubio, éste se vio contra la cama una vez más, con su amada desnudándose y desnudándolo en medio de miradas cómplices, nerviosas y deseosas por lo que ambos anhelaban desde que sus ojos y sus labios se habían reencontrado en aquella habitación. No pudo evitar soltar una corta carcajada al escuchar aquel apodo que él creía obsoleto por el paso de los años, recordando un poco nostálgico el poco grato motivo por el cual él era identificado así. Sin embargo, no se sentía mal o arrepentido por ello. Es más, estaba orgulloso.
Ese mismo orgullo se tradujo en unas ganas de reeditar aquellos "tiempos de gloria", y por ello sonrió seductor cuando vio a Tamina tan sonrojada, cohibida y a la vez entregada ante la vista que tenía. Adoraba verla así, en una faceta completamente nueva para él, pero que le producía igual deleite y satisfacción. Es que ella producía tantas cosas en él...
- El León de España...-empezó diciendo - se hizo famoso por devorar a sus presas...- se mordió el labio inferior, provocativo.- a todas horas. Pero las horas en que más tiene hambre...-esbozó "aquella" sonrisa como si hubiera retrocedido casi veinte años en el tiempo, a aquel chiquillo que acumulaba y acumulaba mujeres en su lecho con destreza y sensualidad. - son las en que comparte con el amor de su vida.
Tamina nuevamente había quedado con la espalda contra la cama, sometida bajo el rubio que permaneció observándola desde lo alto por unos segundos antes de volver a bajar y apegarse a su cuerpo en un beso lleno de romance y anhelo, el enésimo. La izquierda se paseó por la mejilla, y la derecha por el costado hasta la cintura, cogiendo esa piel con autoridad, con la Autoridad que siempre había tenido sobre su cuerpo - Al verte me pregunto...qué hice para que me cayera un ángel del cielo. - susurró casi tocando sus labios con los de ella, pero el contacto esperado nunca se produjo, ya que la boca del Monarca tenía otros destinos, unos muy "elevados".
Las caricias se iniciaron siendo sutilezas, meros roces que sólo buscaban elevar la impaciencia y la ansiedad de la fémina, quien poco a poco iba siendo complacida con masajes que daban sus manos rodeando la piel, dejando que su lengua tomara un papel aparentemente secundario, pero no menos importante al rozar, lamer y succionar aquellas áreas tan sensibles, deleitándose internamente con los efectos que su accionar provocaba en su amada.
La intensidad fue subiendo más y más igual que el calor entre ambos cuerpos, los cuales parecían no poder desearse más. La habitación rebosaba de amor.
Ese mismo orgullo se tradujo en unas ganas de reeditar aquellos "tiempos de gloria", y por ello sonrió seductor cuando vio a Tamina tan sonrojada, cohibida y a la vez entregada ante la vista que tenía. Adoraba verla así, en una faceta completamente nueva para él, pero que le producía igual deleite y satisfacción. Es que ella producía tantas cosas en él...
- El León de España...-empezó diciendo - se hizo famoso por devorar a sus presas...- se mordió el labio inferior, provocativo.- a todas horas. Pero las horas en que más tiene hambre...-esbozó "aquella" sonrisa como si hubiera retrocedido casi veinte años en el tiempo, a aquel chiquillo que acumulaba y acumulaba mujeres en su lecho con destreza y sensualidad. - son las en que comparte con el amor de su vida.
Tamina nuevamente había quedado con la espalda contra la cama, sometida bajo el rubio que permaneció observándola desde lo alto por unos segundos antes de volver a bajar y apegarse a su cuerpo en un beso lleno de romance y anhelo, el enésimo. La izquierda se paseó por la mejilla, y la derecha por el costado hasta la cintura, cogiendo esa piel con autoridad, con la Autoridad que siempre había tenido sobre su cuerpo - Al verte me pregunto...qué hice para que me cayera un ángel del cielo. - susurró casi tocando sus labios con los de ella, pero el contacto esperado nunca se produjo, ya que la boca del Monarca tenía otros destinos, unos muy "elevados".
Las caricias se iniciaron siendo sutilezas, meros roces que sólo buscaban elevar la impaciencia y la ansiedad de la fémina, quien poco a poco iba siendo complacida con masajes que daban sus manos rodeando la piel, dejando que su lengua tomara un papel aparentemente secundario, pero no menos importante al rozar, lamer y succionar aquellas áreas tan sensibles, deleitándose internamente con los efectos que su accionar provocaba en su amada.
La intensidad fue subiendo más y más igual que el calor entre ambos cuerpos, los cuales parecían no poder desearse más. La habitación rebosaba de amor.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Pude provocar todo lo bueno que hay en tí,
te amé, te enamoré, fui fuerte, jamás dejé de buscarte,
fui valiente, inteligente, integrando nuestro amor.
te amé, te enamoré, fui fuerte, jamás dejé de buscarte,
fui valiente, inteligente, integrando nuestro amor.
El pasado era eso: atrás quedaba, se olvidaba por completo, no era frágil su amor porque ahora mismo estaba en plenitud, no era volátil, no habían dejado de amarse, de ser fuertes, a pesar de no buscarse con la fuerza necesaria. Tontos habían sido, pero todo era pasado. Sólo importaba el presente, el ahora, el aquí, mientras reían y ella era depositada boca arriba, con un hombre que adoraba mirándola, sonriendo para la mujer.
Con miradas cargadas de elocuencia, de risas cómplices y cuerpos que se buscaban tras años anhelándose, palabras que erotizaban los sentidos, sensibilizaban la piel y creaban fantasías cuales mariposas frágiles que ganaban fuerza conforme se acercaban a la hermosa conclusión de tantos años en espera, que hoy mismo llegaban a su fin entre besos que llevaban al cielo, caricias que despertaban sentidos, jadeos que exaltaban la maestría de aquél León que ahora mismo controlaba sus instintos entregando tanto que la cambiaformas se sentía incapaz de corresponder en la misma manera hasta que él no le concediera la gracia, cual Rey que era, de alzarse para complacerlo.
En ese momento sublime, los besos y caricias del Monarca se adueñaban y creaban una marca indeleble en el alma de la que alguna vez fuera la niña más devota del Príncipe. La mujer en la que se había convertido entregaba todo su ser a aquél que era su señor y amo desde hacía tantos años que el estar en su lecho era un sueño hecho realidad. Enredó las manos en los cabellos masculinos, apretándolos de pura ansiedad mientras que alzaba la cabeza del Rey y besaba sus labios con la ansiedad propia del sediento que prueba el agua después de desearla durante una larga temporada.
Aspiró su aroma en tanto sus manos vagaban por la espalda masculina, el gobernante permitía que la plebeya le amara, besos suaves por su cuello, lamiendo y dando pequeñas mordiditas, ansiosa de darle tanto placer como recibiera. Colándose hasta el inicio de su nuca, donde el Rey gimió y apretó sus manos contra el cuerpo de la cambiaformas.
Abrió los ojos sonriendo, por fin un lugar donde le erotizara tanto como a ella, fue a por él, con todas sus armas, acariciando la nuca con sus dedos, entre sus uñas, antes de que su propio cuerpo abandonara la posición colocándose tras él, pegando sus curvas contra su firmeza, pasando las manos por sus abdominales al tiempo que su boca da unos cuantos besos en ese lugar determinado, sensible, erótico.
Fue dulce, pero aún así no dudó en poner todo su empeño, en conquistarlo, en demostrarle que podía ser mucho más que una simple mujer a quien seducir, ser su pareja, su igual, su amante como él de ella... lamió la superficie de su nuca, jadeando antes de succionarla, escuchando su siseo de placer, sonriendo por el poder que tenía sobre el gobernante de todo un pueblo. Aspiró con fuerza antes de darle pequeñas mordiditas, sintiendo la tensión masculina, el gemido profundo que emanaba de la garganta de su amor...
Rió y eso la perdió, el Rey decidió quizá que era el momento, por lo que fue a por ella, entre miradas dominantes, la sometió bajo su cuerpo produciéndole enormes cosquilleos de anhelo y placer a la felina que se entregaba sin reservas ni miedos... esperando por tanto tiempo este momento, ahora mismo lo único que pensaba era que lo hiciera.
- Tuya soy, mi amor, tuya he sido y seré... tómame por fin, toma lo que es tuyo, José... - aspiró profundamente - toma lo que a nadie he cedido y he reservado para tí, mi amor.
Con miradas cargadas de elocuencia, de risas cómplices y cuerpos que se buscaban tras años anhelándose, palabras que erotizaban los sentidos, sensibilizaban la piel y creaban fantasías cuales mariposas frágiles que ganaban fuerza conforme se acercaban a la hermosa conclusión de tantos años en espera, que hoy mismo llegaban a su fin entre besos que llevaban al cielo, caricias que despertaban sentidos, jadeos que exaltaban la maestría de aquél León que ahora mismo controlaba sus instintos entregando tanto que la cambiaformas se sentía incapaz de corresponder en la misma manera hasta que él no le concediera la gracia, cual Rey que era, de alzarse para complacerlo.
En ese momento sublime, los besos y caricias del Monarca se adueñaban y creaban una marca indeleble en el alma de la que alguna vez fuera la niña más devota del Príncipe. La mujer en la que se había convertido entregaba todo su ser a aquél que era su señor y amo desde hacía tantos años que el estar en su lecho era un sueño hecho realidad. Enredó las manos en los cabellos masculinos, apretándolos de pura ansiedad mientras que alzaba la cabeza del Rey y besaba sus labios con la ansiedad propia del sediento que prueba el agua después de desearla durante una larga temporada.
Aspiró su aroma en tanto sus manos vagaban por la espalda masculina, el gobernante permitía que la plebeya le amara, besos suaves por su cuello, lamiendo y dando pequeñas mordiditas, ansiosa de darle tanto placer como recibiera. Colándose hasta el inicio de su nuca, donde el Rey gimió y apretó sus manos contra el cuerpo de la cambiaformas.
Abrió los ojos sonriendo, por fin un lugar donde le erotizara tanto como a ella, fue a por él, con todas sus armas, acariciando la nuca con sus dedos, entre sus uñas, antes de que su propio cuerpo abandonara la posición colocándose tras él, pegando sus curvas contra su firmeza, pasando las manos por sus abdominales al tiempo que su boca da unos cuantos besos en ese lugar determinado, sensible, erótico.
Fue dulce, pero aún así no dudó en poner todo su empeño, en conquistarlo, en demostrarle que podía ser mucho más que una simple mujer a quien seducir, ser su pareja, su igual, su amante como él de ella... lamió la superficie de su nuca, jadeando antes de succionarla, escuchando su siseo de placer, sonriendo por el poder que tenía sobre el gobernante de todo un pueblo. Aspiró con fuerza antes de darle pequeñas mordiditas, sintiendo la tensión masculina, el gemido profundo que emanaba de la garganta de su amor...
Rió y eso la perdió, el Rey decidió quizá que era el momento, por lo que fue a por ella, entre miradas dominantes, la sometió bajo su cuerpo produciéndole enormes cosquilleos de anhelo y placer a la felina que se entregaba sin reservas ni miedos... esperando por tanto tiempo este momento, ahora mismo lo único que pensaba era que lo hiciera.
- Tuya soy, mi amor, tuya he sido y seré... tómame por fin, toma lo que es tuyo, José... - aspiró profundamente - toma lo que a nadie he cedido y he reservado para tí, mi amor.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/09/2011
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Esta historia comenzó a forjarse hace doce años atrás. Era el cumpleaños del Rey, y todos parecían entusiasmados y orgullosos, todos menos un novel Príncipe que observaba sus futuros dominios desde el balcón principal con rostro aburrido.Su suspiro atrajo la atención de una niña de ojos claros que no tardó en reverenciarle. Buenas noches, mucho gusto. Era una chica más que se agregaba a la interminable lista de féminas que se habían visto prendidas de los atributos del heredero a la Corona, o al menos eso él creía.
Le llamó la atención su actitud y desplante, a pesar de ser tan joven. No necesitó mucho tiempo para despertar su interés. Después de cinco minutos, ya era alguien especial. Algo le decía que esa chica era distinta, y por eso gustoso se ofreció a darle clases de piano. Ella dio un brinco y un ¿ronroneo? de felicidad, y se marchó para hacerse parte de la multitud que entre copas de vino celebraban y decidían el destino de España.
Aquellas clases de piano los acercaron más y más. José con ella podía ser totalmente natural, era la única instancia en que no tenía que actuar con la máscara de realeza que siempre había y ha detestado usar. El mirarle a los ojos causaba que el tiempo dejase de revestir atención para él, y pronto lo fue toda su existencia. El observarle tocar el piano era un placer no sólo auditivo, sino uno mucho más profundo. Algo se había encendido en su corazón.
Pasaron los años, y aquel algo se hizo un sentimiento que no pudo comprender hasta que el destino les separó. Ese mismo sentimiento, y ese mismo destino fueron los causantes de su reencuentro en el lecho del ahora Hombre y Rey que acariciaba las piernas de quien había tomado su corazón hace doce años; de quien había transformado al mujeriego en el eterno enamorado que entre caricias y besos se ponía una vez más sobre su locura, sobre su perdición y sobre su devoción. Sonrió y le besó la frente con esa ternura que pocas habían tenido el privilegio de ver por parte del Máximo Gobernante. Se sentía en las nubes. Siempre estaba en las nubes cuando se traba de ella, de SU Tamina.
Un "te amo" se escuchó de sus labios, un "te deseo" se leyó de sus ojos, y un "te adoro" se sintió desde su pecho. Los brazos hicieron fuerza y las caderas presionaron contra las de ella, forjando al fin ese instante tan único y esplendoroso en la vida de una pareja: el momento en que dos personas se entregan el uno al otro rebosantes de aquel sentimiento que pocos tienen el privilegio de sentir en su plenitud.
Era amor en su estado más puro.
Le llamó la atención su actitud y desplante, a pesar de ser tan joven. No necesitó mucho tiempo para despertar su interés. Después de cinco minutos, ya era alguien especial. Algo le decía que esa chica era distinta, y por eso gustoso se ofreció a darle clases de piano. Ella dio un brinco y un ¿ronroneo? de felicidad, y se marchó para hacerse parte de la multitud que entre copas de vino celebraban y decidían el destino de España.
Aquellas clases de piano los acercaron más y más. José con ella podía ser totalmente natural, era la única instancia en que no tenía que actuar con la máscara de realeza que siempre había y ha detestado usar. El mirarle a los ojos causaba que el tiempo dejase de revestir atención para él, y pronto lo fue toda su existencia. El observarle tocar el piano era un placer no sólo auditivo, sino uno mucho más profundo. Algo se había encendido en su corazón.
Pasaron los años, y aquel algo se hizo un sentimiento que no pudo comprender hasta que el destino les separó. Ese mismo sentimiento, y ese mismo destino fueron los causantes de su reencuentro en el lecho del ahora Hombre y Rey que acariciaba las piernas de quien había tomado su corazón hace doce años; de quien había transformado al mujeriego en el eterno enamorado que entre caricias y besos se ponía una vez más sobre su locura, sobre su perdición y sobre su devoción. Sonrió y le besó la frente con esa ternura que pocas habían tenido el privilegio de ver por parte del Máximo Gobernante. Se sentía en las nubes. Siempre estaba en las nubes cuando se traba de ella, de SU Tamina.
Un "te amo" se escuchó de sus labios, un "te deseo" se leyó de sus ojos, y un "te adoro" se sintió desde su pecho. Los brazos hicieron fuerza y las caderas presionaron contra las de ella, forjando al fin ese instante tan único y esplendoroso en la vida de una pareja: el momento en que dos personas se entregan el uno al otro rebosantes de aquel sentimiento que pocos tienen el privilegio de sentir en su plenitud.
Era amor en su estado más puro.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Todo Tiempo Pasado Fue Mejor [Privado Tamina, + 18]
Ven aquí, no sabes cuánto te esperé
Oh, las noches que no me dormí.
No sabes qué es morir después
Oh, de estar borracho y solo por ti.
Oh, las noches que no me dormí.
No sabes qué es morir después
Oh, de estar borracho y solo por ti.
La felicidad nunca pudo medirse con ningún instrumento creado por el hombre más que por aquél que la vive, la siente y la ansía. Ahora mismo si hubiera una medida exacta para la más grande de todas las felicidades, sería mil veces superada por la que experimentaba Tamina en brazos del hombre que la cuidaba, la protegía, la amaba. Era perfecto a pesar de que no fue planeado o quizá por eso mismo, las cosas tan naturales que se fueron dando, los besos, abrazos y gemidos que inundaban la habitación eran muestra de la pasión que entre ellos se encendía como el pabilo de una vela en mitad de la noche.
Lo adoraba desde aquélla fiesta en la que le conoció, a lo largo de sus lecciones de piano, cuando se escabullía en el palacio y se iba a acostar a su cama en forma de gatito ronroneando feliz o bien, de un guepardo. Era su amor más grande y tenerlo ahora entre sus brazos, prodigándole las caricias de las que escuchara hablar aunque no sintió nunca, no era más que un sueño hecho realidad. Le adoraba con toda su alma, le ansiaba, le quería.
Su unión se llevó consigo la inocencia, pero no así su amor, sólo lo incrementó cada centímetro que su piel era ocupada por él, entre gemidos de placer mezclados con dolor, miradas nerviosas y anhelantes, incomodidad y sorpresa porque por fin se convertía en su mujer, era sólo del Rey y nadie podria separarlos. Así debía ser, ella lucharía por eso. No debía preocuparse y cuando él empezó un movimiento suave fue relajándose poco a poco entre palabras amorosas, caricias dulces y miradas intensas.
Sus ojos eran lo más hermoso que hubiera visto jamás, ese amor que le tenía se derramaba en cada uno de los orbes que son propiedad de la voluntad de España, de ese león que arrancara su corazón y lo mantuviera entre sus garras, gruñéndole a todo aquél que quisiera alcanzarlo. Imposible que volviera a su pecho porque ni siquiera se imaginaba teniéndolo de nuevo. Sonrió besando su mejilla, su cuello en tanto sus manos vagaban por la espalda masculina, aprendiendo cada músculo de su piel en tanto él se sostenía con las palmas en la cama para no sofocarla con su peso.
Lento, el dolor fue disminuyendo y en contraparte el placer aumentando, jadeó arqueando el cuerpo, sintiendo cómo pequeñas gotas se formaban en su piel resbalando lento conforme el calor se incrementaba y la ansiedad ocupaba el lugar del nervio, olvidándose por completo de él, entre sus brazos, con sus besos que le robaban el aliento, una sensación maravillosa de sentirle dentro, ser una con él. Rodeando la cintura con las manos, apretándole, jalándole hacia ella con cada vaivén soltando gemidos suaves que iban subiendo el volumen como iba gustándole.
Su nombre fue pronunciado por sus labios varias veces en una melodía desencadenada por el Rey que simplemente hacía gala de su experiencia en las artes amatorias, condenándola a la satisfacción en tanto él le prodigaba caricias muy íntimas, besos apasionados que le robaban el aliento y la hacen sonreír. No importaba si el mundo se caía sobre ellos o se perdía... con tal de estar en sus brazos... Que ardiera...
Lo adoraba desde aquélla fiesta en la que le conoció, a lo largo de sus lecciones de piano, cuando se escabullía en el palacio y se iba a acostar a su cama en forma de gatito ronroneando feliz o bien, de un guepardo. Era su amor más grande y tenerlo ahora entre sus brazos, prodigándole las caricias de las que escuchara hablar aunque no sintió nunca, no era más que un sueño hecho realidad. Le adoraba con toda su alma, le ansiaba, le quería.
Su unión se llevó consigo la inocencia, pero no así su amor, sólo lo incrementó cada centímetro que su piel era ocupada por él, entre gemidos de placer mezclados con dolor, miradas nerviosas y anhelantes, incomodidad y sorpresa porque por fin se convertía en su mujer, era sólo del Rey y nadie podria separarlos. Así debía ser, ella lucharía por eso. No debía preocuparse y cuando él empezó un movimiento suave fue relajándose poco a poco entre palabras amorosas, caricias dulces y miradas intensas.
Sus ojos eran lo más hermoso que hubiera visto jamás, ese amor que le tenía se derramaba en cada uno de los orbes que son propiedad de la voluntad de España, de ese león que arrancara su corazón y lo mantuviera entre sus garras, gruñéndole a todo aquél que quisiera alcanzarlo. Imposible que volviera a su pecho porque ni siquiera se imaginaba teniéndolo de nuevo. Sonrió besando su mejilla, su cuello en tanto sus manos vagaban por la espalda masculina, aprendiendo cada músculo de su piel en tanto él se sostenía con las palmas en la cama para no sofocarla con su peso.
Lento, el dolor fue disminuyendo y en contraparte el placer aumentando, jadeó arqueando el cuerpo, sintiendo cómo pequeñas gotas se formaban en su piel resbalando lento conforme el calor se incrementaba y la ansiedad ocupaba el lugar del nervio, olvidándose por completo de él, entre sus brazos, con sus besos que le robaban el aliento, una sensación maravillosa de sentirle dentro, ser una con él. Rodeando la cintura con las manos, apretándole, jalándole hacia ella con cada vaivén soltando gemidos suaves que iban subiendo el volumen como iba gustándole.
Su nombre fue pronunciado por sus labios varias veces en una melodía desencadenada por el Rey que simplemente hacía gala de su experiencia en las artes amatorias, condenándola a la satisfacción en tanto él le prodigaba caricias muy íntimas, besos apasionados que le robaban el aliento y la hacen sonreír. No importaba si el mundo se caía sobre ellos o se perdía... con tal de estar en sus brazos... Que ardiera...
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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