AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una noche cualquiera.
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Una noche cualquiera.
Noche despejada como pocas, y como otra cualquiera en la que el italiano salía. No hacía mucho que se había afincado en París, unos días...lo suficiente para disponer de su piso, lo suficiente lujoso para sus caprichos y sus necesidades; quedaba a unas manzanas del centro de París el cual no podía dejar de cruzar de camino hacia su lugar de trabajo. Se había tomado la noche libre, por su cuenta... quería observar por donde debía de moverse, relacionarse... lo turbio como la perversión, ¿porqué no también todo junto? Formando un conjunto perfecto. Frente a un espejo de pie visualizó su imagen, había escogido uno de sus trajes favoritos: uno gris con como no, su habitual camisa blanca debajo, un par de botones desabrochados y su habitual cabello azabache peinado tan solo con sus dedos y dejar que se amolde a su amor. Sonrió de forma muy breve al ver el resultado, no estaba mal para empezar... no le hacía falta cuidar al detalle su vestuario, con su don natural le era más que suficiente y eso lo sabía muy bien ¿egocéntrico? No, realista.
Antes de salir, tomó uno de sus cigarrillos colocándolo sobre los labios y encendiéndolo después...era algo que le relajaba como un buen café después de como no, una buena cena, a sus oídos había llegado un nombre en especial ¿Cómo era? con cosas así su memoria era nula, pero sí que podía recordar otras muchas cosas... un rostro, un nombre y una piel. Con suerte, conocía todas aquellas mujeres por las que entre sabanas las había hecho disfrutar como nunca en su vida podrían hacerlo, solo en sus brazos... y esos pensamientos le remontaron de nuevo a el más exquisito burdel de Francia.
Sí, la madame tenía unas buenas recomendaciones de donde venía, sabía bien que clase de acompañante/amante podía llegar a ser y muy pocos tenían acceso a él, si no pagaban por adelantado no había tratado. París, París...París, por fin estaba ahí...esas calles empedradas y misteriosas a esas horas de la noche, gente de un lado para otro...siluetas entre callejones, risas ahogadas... todo un manjar para sus oídos, pero eso tendría que esperar...no esta noche, una buena cena antes de todo y quién sabía si aquella noche libre se convertiría en otra noche de lujuría, el destino era el destino.
Sus pasos le llevaron hasta la mismísima Plaza Têrtre, la cual se extendía con majestuosidad iluminada de forma deslumbrante como perfecta, mostrándose ante él... y como no, algunas miradas iban a él de forma irremediable, un hombre solo y atractivo por la plaza a esas horas era normal y a la vez no... él por su parte solo podía dedicar una mirada que podía significar todo, prometerlo... se relamió inconscientemente y sumergido en sus pensamientos, se detuvo un instante... justo en donde una pequeña calle daba paso a la plaza... sus ojos verdes se clavaron de nuevo en el lugar, con detenimiento, y a la vez esperando que su suerte cambiase, encontrar un restaurante de su agrado no iba a ser difícil... y menos en un lugar como ese. De fondo, oyó un taconeo...alguien venía por aquella sinuosa callecita, él introdujo las manos en los bolsillos mirando de reojo como la figura se acercaba.
-Y vos no sabréis por casualidad ¿dónde puedo degustar un buen plato? Alguna... ¿sugerencia? -chasqueó la lengua apoyándose en una de las paredes y así obtener respuesta, se la jugaba siempre, todo o nada.
Antes de salir, tomó uno de sus cigarrillos colocándolo sobre los labios y encendiéndolo después...era algo que le relajaba como un buen café después de como no, una buena cena, a sus oídos había llegado un nombre en especial ¿Cómo era? con cosas así su memoria era nula, pero sí que podía recordar otras muchas cosas... un rostro, un nombre y una piel. Con suerte, conocía todas aquellas mujeres por las que entre sabanas las había hecho disfrutar como nunca en su vida podrían hacerlo, solo en sus brazos... y esos pensamientos le remontaron de nuevo a el más exquisito burdel de Francia.
Sí, la madame tenía unas buenas recomendaciones de donde venía, sabía bien que clase de acompañante/amante podía llegar a ser y muy pocos tenían acceso a él, si no pagaban por adelantado no había tratado. París, París...París, por fin estaba ahí...esas calles empedradas y misteriosas a esas horas de la noche, gente de un lado para otro...siluetas entre callejones, risas ahogadas... todo un manjar para sus oídos, pero eso tendría que esperar...no esta noche, una buena cena antes de todo y quién sabía si aquella noche libre se convertiría en otra noche de lujuría, el destino era el destino.
Sus pasos le llevaron hasta la mismísima Plaza Têrtre, la cual se extendía con majestuosidad iluminada de forma deslumbrante como perfecta, mostrándose ante él... y como no, algunas miradas iban a él de forma irremediable, un hombre solo y atractivo por la plaza a esas horas era normal y a la vez no... él por su parte solo podía dedicar una mirada que podía significar todo, prometerlo... se relamió inconscientemente y sumergido en sus pensamientos, se detuvo un instante... justo en donde una pequeña calle daba paso a la plaza... sus ojos verdes se clavaron de nuevo en el lugar, con detenimiento, y a la vez esperando que su suerte cambiase, encontrar un restaurante de su agrado no iba a ser difícil... y menos en un lugar como ese. De fondo, oyó un taconeo...alguien venía por aquella sinuosa callecita, él introdujo las manos en los bolsillos mirando de reojo como la figura se acercaba.
-Y vos no sabréis por casualidad ¿dónde puedo degustar un buen plato? Alguna... ¿sugerencia? -chasqueó la lengua apoyándose en una de las paredes y así obtener respuesta, se la jugaba siempre, todo o nada.
Última edición por Bruno Machiavelli el Jue Oct 06, 2011 4:40 am, editado 1 vez
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 30/09/2011
Localización : Entre tus sabanas, si yo lo deseo.
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Re: Una noche cualquiera.
No solía salir durante una función. Aunque su rol en el teatro se redujera meramente a poseerlo por haber pagado unos cuantos millones por él, le gustaba ver a “sus chicos” en el escenario, observar cómo se expresaban, sus movimientos, sus gestos… Tenía que reconocer que una parte de ella echaba mucho de menos ser actriz, incluso en algunas ocasiones se sentía bastante mayor a pesar de su evidente juventud.
Fuera como fuese, necesitaba tomar un poco el refrescante aire que se respiraba en las noches de París. Se vistió con un elegante vestido negro y echó sobre sus hombros una de las pieles que usaban las actrices durante las funciones. Tras un indefinido periodo de tiempo que utilizan todas las damas para acicalarse, la siciliana salió del teatro y puso rumbo por las calles parisinas. Miró con atención los rostros con los que se encontraba. Tendía a intimidar a los que la rodeaban con su minuciosa mirada, pero poco le importaba. No le gustaba perderse ningún detalle que se presentaba ante sus ojos.
Sus pies se movían sin destino fijo. Le agradaba perderse en sus pensamientos sin saber dónde se dirigía. Alzó la vista y clavó esta vez su mirada en la luna que volvía a resurgir en el cielo una noche más. Ella era la única que la comprendía…tan sola, una dama blanca que se divertía mostrando diversas caras a los hombres, engañándolos y ocultándose cuando más la anhelaban y buscaban… hasta el borde de la locura. Y los miraba con desprecio, con una sonrisa burlona, refugiada por sus estrellas… Sí, definitivamente era como ella. Aunque se había prometido a si misma que no debía mentir más. Pero era excitante manipular a los demás. Que nadie se equivocara con sus intenciones, no era de aquellas que se aprovechaban de los otros… sólo disfrutaba jugando un poco.
Sus pasos resonaban cada vez más claros y el silencio se incrementó. Tendía a caminar por las calles más estrechas que encontraba. Nunca sabía cuándo descubriría un nuevo atajo por el que huir en el caso de que esa noche tuviera un acompañante que no fuera de su total satisfacción.
Avanzó un poco más y distinguió por las numerosas luces que la calle desembocaba en la Plaza Têrtre. Era uno de sus lugares favoritos: Podía contemplar la sociedad de París en su totalidad.
De repente, una figura alta y de apariencia atlética pareció asomarse. No pudo distinguir su rostro debido al contraste de luces y sombras, pero para su sorpresa, el desconocido le habló. Su voz era masculina y grave, con un tono seductor que surgía de forma natural en su interlocutor. Pero lo que más le deleitaba era su acento. Le resultaba tan cálido y familiar que la hacía sentir como en casa.
La italiana sonrió al escucharlo. La noche pintaba mucho más interesante de lo que hubiera pensado. Dio unos pasos más y quedó a la vista del extraño.
-Eso depende de lo que el signore quiera degustar. Pero vos no parecéis de los que se conforman con cualquier plato.
Lo examinó de arriba abajo y se cruzó de brazos. Era demasiado atractivo para ser un hombre cualquiera. Era más que eso. Pero prefirió ignorar que papel interpretaba en su vida...Prefería imaginar cual interpretaría en la suya esta noche.
Fuera como fuese, necesitaba tomar un poco el refrescante aire que se respiraba en las noches de París. Se vistió con un elegante vestido negro y echó sobre sus hombros una de las pieles que usaban las actrices durante las funciones. Tras un indefinido periodo de tiempo que utilizan todas las damas para acicalarse, la siciliana salió del teatro y puso rumbo por las calles parisinas. Miró con atención los rostros con los que se encontraba. Tendía a intimidar a los que la rodeaban con su minuciosa mirada, pero poco le importaba. No le gustaba perderse ningún detalle que se presentaba ante sus ojos.
Sus pies se movían sin destino fijo. Le agradaba perderse en sus pensamientos sin saber dónde se dirigía. Alzó la vista y clavó esta vez su mirada en la luna que volvía a resurgir en el cielo una noche más. Ella era la única que la comprendía…tan sola, una dama blanca que se divertía mostrando diversas caras a los hombres, engañándolos y ocultándose cuando más la anhelaban y buscaban… hasta el borde de la locura. Y los miraba con desprecio, con una sonrisa burlona, refugiada por sus estrellas… Sí, definitivamente era como ella. Aunque se había prometido a si misma que no debía mentir más. Pero era excitante manipular a los demás. Que nadie se equivocara con sus intenciones, no era de aquellas que se aprovechaban de los otros… sólo disfrutaba jugando un poco.
Sus pasos resonaban cada vez más claros y el silencio se incrementó. Tendía a caminar por las calles más estrechas que encontraba. Nunca sabía cuándo descubriría un nuevo atajo por el que huir en el caso de que esa noche tuviera un acompañante que no fuera de su total satisfacción.
Avanzó un poco más y distinguió por las numerosas luces que la calle desembocaba en la Plaza Têrtre. Era uno de sus lugares favoritos: Podía contemplar la sociedad de París en su totalidad.
De repente, una figura alta y de apariencia atlética pareció asomarse. No pudo distinguir su rostro debido al contraste de luces y sombras, pero para su sorpresa, el desconocido le habló. Su voz era masculina y grave, con un tono seductor que surgía de forma natural en su interlocutor. Pero lo que más le deleitaba era su acento. Le resultaba tan cálido y familiar que la hacía sentir como en casa.
La italiana sonrió al escucharlo. La noche pintaba mucho más interesante de lo que hubiera pensado. Dio unos pasos más y quedó a la vista del extraño.
-Eso depende de lo que el signore quiera degustar. Pero vos no parecéis de los que se conforman con cualquier plato.
Lo examinó de arriba abajo y se cruzó de brazos. Era demasiado atractivo para ser un hombre cualquiera. Era más que eso. Pero prefirió ignorar que papel interpretaba en su vida...Prefería imaginar cual interpretaría en la suya esta noche.
Seselía Greely- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/10/2011
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Re: Una noche cualquiera.
Una nueva calada a su cigarrillo, era algo que le relajaba y aunque a muchos no le gustaban especialmente ese olor, él siempre se las ingeniaba para quedar impoluto...tenía sus secretos y no eran otros que un par de caramelos intensos de menta, algo típico y seguramente poco inusual entre hombres ya que la gran mayoría no le importaba en absoluto detalles como ese, pero era perfeccionista y si algo quería que le saliese al cien por cien de su agrado, tenía que hacer cosas tan minuciosas pero importantes como esa. Su otra mano que no sujetaba el cigarrillo tomó dichos dulces, poco a poco iba consumiéndose aquel vicio...ese cigarrillo llegaba a su fin, claro que lo que no espero en absoluto es que tras aquella cortina de humo grisáceo, se dibujase la silueta de una mujer...menos de esas características y como él, sola... puesto que tan solo oía el resonar del tacón, un sonido melodioso como prohibido, invitándote a todo de forma silenciosa....al menos así lo veía él. No se inmutó, se quedó en la misma posición sin despegar ni un segundos la mirada de la boca calle, esos ojos verdes que tanto lo estudiaban todo, ahora solo tenían un objetivo...saber quién era ella y porqué el destino le había hecho cruzarse en su camino, en cosas del destino no había casualidades, o tal vez sí...cosa que no se había dado al caso.
¿Qué decir de su acento? A pesar de hablar un excelente francés, lo delataba ese deje italiano... que como no era incluso más tentador sin proponérselo, no era algo que le saliese aposta o a conciencia, era ese don natural que siempre había poseído...ahora más que otra cosa, deseaba de verás degustar una buena comida luego ya se sabría lo que pasaría. No fue nada discreto, en cuanto aquel humo gris desapareció su mirada la recorrió lenta pero de forma descarada, dibujándole de forma rigurosa...sin duda digna de aprobación, al menos todo lo que le dejó ver aquella tenue luz, poco a poco dio paso a la plaza y fue entonces cuando la vio en su totalidad, sí...se preguntó algo interiormente pero eso era mejor descubrirlo más tarde si se daba el caso, no había prisa puesto que la noche acababa de comenzar y no podía haber comenzado de mejor forma ya que aquellas palabras le dieron pie absoluto, no iban a ser un par de frases...eso ya lo tenía asegurado, si algo tenía claro era seguridad en sí mismo y en saber qué tipo de conversaciones eran aquellas, poco inusuales, directas pero indirectas a la vez... toda una interrogación que el italiano no tardaría en enseguida intentar conocer.
Él sí que se acercó, apenas un par de pasos, acortando la distancia pero nunca sobrepasando los límites del decoro, una leve inclinación a modo de saludo y otra leve sonrisa apenas perceptible, ya que como siempre...esa seriedad pero ferocidad en su mirada daba la sensación de que en efecto jamás sonreía. ¿Sorprendido? Puede ser, una italiana... no era muy bueno en saber de dónde exactamente procedía, pero era italiana sin duda... un segundo desvió su mirada asintiendo tan solo una vez.
-Exacto signorina, no me conformo con cualquier cosa...pero creo que vos tampoco y sé que no me equivoco, no estoy aún familiarizado con la comida parisina que lejos de ser mejor que la italiana creo que no está de más degustarla, lo que más me intriga el postre ¿porqué? el café y los típicos "croisants" ningunos mejores que estos ¿voy bien encaminado? o... ¿vais a tener que guiar a ese italiano sin sentido de la orientación? sea la respuesta que sea ¿dónde están mis modales? Bruno Machiavelli-se aventuró a tomar con suavidad la mano de la joven y apenas dejar que sus labios rozasen su piel, seguido de una intensa mirada, no era ninguna en especial...él era así - Que inusual manera de conocer a una dama, o tal vez... que inual manera de conocerme más bien...-bromeó sin soltar su mano, lo cual hizo segundos después, esperando su respuesta le ofreció su brazo, ya era decisión suya si quería seguirle o no-Me atrevo a aventurarme en solicitar que me acompañeis, eso sí no os está esperando un atractivo italiano desvergonzado, os aseguro que os lo pasareis mejor que yendo a una aburrida obra de teatro en la que estoy más que seguro que la pasareis dormida que otra cosa, no me gustaría que os fuerais a dormir tan temprano, la noche acaba de empezar... os aseguro una conversación entretenida y ...una buena comida, claro-era una propuesta tentadora, sí... supuestamente le había insinuado lo del restaurante lo demás...eran tan solo suposiciones, de más veracidad que otra cosa...¿para qué perder el tiempo?
¿Qué decir de su acento? A pesar de hablar un excelente francés, lo delataba ese deje italiano... que como no era incluso más tentador sin proponérselo, no era algo que le saliese aposta o a conciencia, era ese don natural que siempre había poseído...ahora más que otra cosa, deseaba de verás degustar una buena comida luego ya se sabría lo que pasaría. No fue nada discreto, en cuanto aquel humo gris desapareció su mirada la recorrió lenta pero de forma descarada, dibujándole de forma rigurosa...sin duda digna de aprobación, al menos todo lo que le dejó ver aquella tenue luz, poco a poco dio paso a la plaza y fue entonces cuando la vio en su totalidad, sí...se preguntó algo interiormente pero eso era mejor descubrirlo más tarde si se daba el caso, no había prisa puesto que la noche acababa de comenzar y no podía haber comenzado de mejor forma ya que aquellas palabras le dieron pie absoluto, no iban a ser un par de frases...eso ya lo tenía asegurado, si algo tenía claro era seguridad en sí mismo y en saber qué tipo de conversaciones eran aquellas, poco inusuales, directas pero indirectas a la vez... toda una interrogación que el italiano no tardaría en enseguida intentar conocer.
Él sí que se acercó, apenas un par de pasos, acortando la distancia pero nunca sobrepasando los límites del decoro, una leve inclinación a modo de saludo y otra leve sonrisa apenas perceptible, ya que como siempre...esa seriedad pero ferocidad en su mirada daba la sensación de que en efecto jamás sonreía. ¿Sorprendido? Puede ser, una italiana... no era muy bueno en saber de dónde exactamente procedía, pero era italiana sin duda... un segundo desvió su mirada asintiendo tan solo una vez.
-Exacto signorina, no me conformo con cualquier cosa...pero creo que vos tampoco y sé que no me equivoco, no estoy aún familiarizado con la comida parisina que lejos de ser mejor que la italiana creo que no está de más degustarla, lo que más me intriga el postre ¿porqué? el café y los típicos "croisants" ningunos mejores que estos ¿voy bien encaminado? o... ¿vais a tener que guiar a ese italiano sin sentido de la orientación? sea la respuesta que sea ¿dónde están mis modales? Bruno Machiavelli-se aventuró a tomar con suavidad la mano de la joven y apenas dejar que sus labios rozasen su piel, seguido de una intensa mirada, no era ninguna en especial...él era así - Que inusual manera de conocer a una dama, o tal vez... que inual manera de conocerme más bien...-bromeó sin soltar su mano, lo cual hizo segundos después, esperando su respuesta le ofreció su brazo, ya era decisión suya si quería seguirle o no-Me atrevo a aventurarme en solicitar que me acompañeis, eso sí no os está esperando un atractivo italiano desvergonzado, os aseguro que os lo pasareis mejor que yendo a una aburrida obra de teatro en la que estoy más que seguro que la pasareis dormida que otra cosa, no me gustaría que os fuerais a dormir tan temprano, la noche acaba de empezar... os aseguro una conversación entretenida y ...una buena comida, claro-era una propuesta tentadora, sí... supuestamente le había insinuado lo del restaurante lo demás...eran tan solo suposiciones, de más veracidad que otra cosa...¿para qué perder el tiempo?
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Localización : Entre tus sabanas, si yo lo deseo.
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Re: Una noche cualquiera.
Bocanadas de humo llegaron hasta su rostro, las que inhaló con parsimonia. No había fumado desde que había tomado la calle y a punto estuvo de sacar un cigarrillo por inercia, pero si ya dificultaba la visión el humo que desprendía un solo cigarro, no valía la pena encender otro y ocultar la agraciada faz de su acompañante.
Miró divertida como éste sacaba de su bolsillo algunos caramelos de menta. No eran pocas las personas que resultaban así de quisquillosas con el sabor del tabaco, incluso los propios fumadores, pero a ella le resultaba agradable en cierto modo... Los actores fumaban con frecuencia, en el escenario y tras el escenario. Lo calificaba como un aroma esencial en su vida. ¿Cuántos de sus chicos habrían fracasado de no ser por ese último cigarrillo del que se deleitaban en su camerino antes de empezar la función?
Mientras tanto, notó como la mirada del italiano le daba un buen repaso…enarcó una ceja brevemente, pero mantuvo su sonrisa, que fue desapareciendo progresivamente para volver a mostrar una expresión impertérrita. El joven –puesto que no dudaría en asegurar que era unos años más joven que ella-, llamaba su atención por su espontaneidad. Como fiel espectadora a lo que ocurría a su alrededor, una de las cosas que más le divertía observar eran los fracasados intentos de muchos chicos por conquistar a las damas que le quitaban el sueño. Sus intenciones solían ser buenas, pero resultaban torpes y obtusas. Recordó que en el teatro pasó una vez algo similar…Un muchacho se declaraba ante una chica. El varón, decidido en un principio, acabó farfullando y casi escupiendo las palabras, tan avergonzado que las gotas de sudor le caían por la frente a borbotones. A la imberbe actriz pareció gustarle su timidez y acabaron besándose aún mejor que en la actuación anterior.
Sin embargo, el hombre que se encontraba frente a ella se le veía totalmente seguro de lo que hacía. Tenía labia y medía muy bien las palabras que quería utilizar, lo que no le hizo dudar de que la conversación fluiría por si sola entre ambos… Sus gestos eran traviesos y supo que le gustaba jugar así...era su “modus operandi”, impecable y experimentado.
Su mirada se mantuvo impasible mientras hablaba. El único color carmesí que iluminaba sus mejillas era el del colorete que se había esparcido por el rostro. No era una persona que se ruborizara con facilidad y no le gustaba hacerlo, la única forma posible de encender sus mejillas era encendiendo antes su cuerpo y hacerla jadear hasta poner los ojos en blanco y llegar al éxtasis, sacando sus más bajos instintos que la transformaban de mujer a hembra.
-No soy una experta en temas culinarios, pero lo que si puedo deciros… signore Bruno –pronunció su nombre sólo para sentir que tonalidad tomaba este en sus labios-, es que los postres franceses no son para personas como vos y yo, que buscan sabores más fuertes e intensos y que satisfagan al completo. ¿O acaso no creéis vos, que todos estos que nos rodean y presumen de buen paladar se quedan insatisfechos tras el postre? Así que, en cuanto a mi opinión respecta, no espere una buena crítica en lo referente a París... –se agarró a su brazo que le ofrecía sin más, aguantándole la mirada,-porque esta ciudad es demasiado insustancial y superficial a mi modo de ver… como su comida. Y mi nombre es Seselía Greely.
Le dedicó una breve sonrisa. Lo último que haría aquella noche sería caer dormida.
Miró divertida como éste sacaba de su bolsillo algunos caramelos de menta. No eran pocas las personas que resultaban así de quisquillosas con el sabor del tabaco, incluso los propios fumadores, pero a ella le resultaba agradable en cierto modo... Los actores fumaban con frecuencia, en el escenario y tras el escenario. Lo calificaba como un aroma esencial en su vida. ¿Cuántos de sus chicos habrían fracasado de no ser por ese último cigarrillo del que se deleitaban en su camerino antes de empezar la función?
Mientras tanto, notó como la mirada del italiano le daba un buen repaso…enarcó una ceja brevemente, pero mantuvo su sonrisa, que fue desapareciendo progresivamente para volver a mostrar una expresión impertérrita. El joven –puesto que no dudaría en asegurar que era unos años más joven que ella-, llamaba su atención por su espontaneidad. Como fiel espectadora a lo que ocurría a su alrededor, una de las cosas que más le divertía observar eran los fracasados intentos de muchos chicos por conquistar a las damas que le quitaban el sueño. Sus intenciones solían ser buenas, pero resultaban torpes y obtusas. Recordó que en el teatro pasó una vez algo similar…Un muchacho se declaraba ante una chica. El varón, decidido en un principio, acabó farfullando y casi escupiendo las palabras, tan avergonzado que las gotas de sudor le caían por la frente a borbotones. A la imberbe actriz pareció gustarle su timidez y acabaron besándose aún mejor que en la actuación anterior.
Sin embargo, el hombre que se encontraba frente a ella se le veía totalmente seguro de lo que hacía. Tenía labia y medía muy bien las palabras que quería utilizar, lo que no le hizo dudar de que la conversación fluiría por si sola entre ambos… Sus gestos eran traviesos y supo que le gustaba jugar así...era su “modus operandi”, impecable y experimentado.
Su mirada se mantuvo impasible mientras hablaba. El único color carmesí que iluminaba sus mejillas era el del colorete que se había esparcido por el rostro. No era una persona que se ruborizara con facilidad y no le gustaba hacerlo, la única forma posible de encender sus mejillas era encendiendo antes su cuerpo y hacerla jadear hasta poner los ojos en blanco y llegar al éxtasis, sacando sus más bajos instintos que la transformaban de mujer a hembra.
-No soy una experta en temas culinarios, pero lo que si puedo deciros… signore Bruno –pronunció su nombre sólo para sentir que tonalidad tomaba este en sus labios-, es que los postres franceses no son para personas como vos y yo, que buscan sabores más fuertes e intensos y que satisfagan al completo. ¿O acaso no creéis vos, que todos estos que nos rodean y presumen de buen paladar se quedan insatisfechos tras el postre? Así que, en cuanto a mi opinión respecta, no espere una buena crítica en lo referente a París... –se agarró a su brazo que le ofrecía sin más, aguantándole la mirada,-porque esta ciudad es demasiado insustancial y superficial a mi modo de ver… como su comida. Y mi nombre es Seselía Greely.
Le dedicó una breve sonrisa. Lo último que haría aquella noche sería caer dormida.
Seselía Greely- Humano Clase Alta
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Re: Una noche cualquiera.
Lejos de un sonrojo, de unas exclamaciones avergonzadas, sonrisas inocentes que luego se perdían en jadeos... allí seguía aquella mujer, como esperando a ser contraatacada y puede que hasta le impresionase de alguna manera su actitud, no había encontrado a muchas que le siguiesen el juego ni verbal ni el de cuerpo a cuerpo y eso lo supo en cuanto aquellos ojos ajenos se clavaron en él con la misma mirada de fuego que él le lanzaba. Un gesto totalmente involuntario fue el echarse hacia atrás el cabello azabache, despeinándose un tanto pero que incluso le dio aquel toque travieso que de algún modo necesitaba...sí, no se estaba equivocando en absoluto, era oír cada una de sus palabras y la impresión continúa era que parecía que él mismo estaba hablando, con o sin acento...el concepto de esa ciudad estaba plasmado en esas palabras ¿para qué más? Sabía bien de lo que hablaba, a lo que se refería por lo que sus ojos verdes se entrecerraron un tanto, observándola bien y fijamente a los ojos. Se relamió conciente al oír como pronunciaba su nombre en un tono aterciopelado y acariciador, mostrándole aquella breve sonrisa acentuada que pocos habían podido obtener de él, aquella risa que salió de su garganta haciendo eco en la misma calle era signo de que a medida que iban transcurriendo los segundos más atractiva le resultaba la noche en sí.
-Seselía Greely... diría como cualquier otro que es un nombre hermoso, pero no suelo llamar por nombres ni apellidos puesto que Sesé suena mucho mejor si me permitís el lujo de hacer tal cosa, me gusta que mi acompañante sea tratado con toda la familiaridad que puedo llegar a ser capaz...un verdadero placer haber encontrado a alguien de mi querida e insustituble Italia...-la recibió acercándola a él un tanto más, lo suficiente para que pudiese notar una leve presión de su cuerpo, así podía tener menos complicado la hora de hablarle, muy cerca...mucho más cerca. Sus ojos verdes se clavaron en ella, ahora sí que podía apreciarla mejor...era hermosa sí y junto con aquella forma de expresarse no podía ser otra cosa que una caja de sorpresas, casi como él porque podía realmente sorprender cuando ni siquiera podías imaginarlo.
-Así que...el postre parisino no es de vuestro agrado, no esperaba una buena crítica solo opinión y me habéis convencido completamente, necesitamos algo más intenso...algo que no creo que muchos estén a la altura, hace mucho de ello por no decir nunca que algo está a mi gusto ¿acaso vos me vais a hacer ver lo contrario? Ya que pareceis una mujer culta, refinada e intensa por vuestras palabras...espero que por lo que corresponde el fuego no se os vaya por esa boca tan deliciosa que parece saber -miró al frente empezando a caminar hasta perderse por una de las calles, no sabía bien donde iba pero eso ahora no importaba nada, desde luego aquella conversación le estaba pareciendo de lo más divertida y notar además su calor como su embriagador olor corporal era como ella misma había descrito, intenso. Sabía que no era cualquier mujer, no era cortesana, eso era algo que él mismo sabía nada más observar...era de clase alta, por aquel atuendo y además sabía lo qué quería ¿quién era él para no ofrecérselo? Era digna de que lo hiciese.
-Signorina Sesé...-suavizó el tono hasta casi susurrar, muy cerca de su oído pero sin sobrepasarse, quería que sintiese su cercanía...puesto que estaba claro que tanto uno como otro buscaban exactamente lo mismo -Al fin y al cabo hoy puede ser la noche que a ambos nos guste París ¿No creeis? Tendremos que dejar claro que no nos andamos con rodeos, no demostrar nada... o tal vez sí pero si no he entendido mal ¿me habeis propuesto pasar totalmente al postre? Yo soy más de primeros entrantes...luego ya eso lo veremos... y ya no hace falta que busqueis más, me habeis encontrado...-de reojo vio que pasaban por un activo lugar bastante atractivo, algunos bebían en la calle, se oía música de fondo y murmullo, no iba a estar mal empezar, al fin y al cabo ¿qué mejor que un rinconcito donde poder conversar? Con la mirada le señaló dicho lugar para ver si quería o no entrar, era decisión de ella -¿Una copa intensa? -rápido y veloz tomó una de sus manos para volver a rozarla, solo que ahora sí que dejó un suave beso, terminando por tirar lentamente de ella.... de espaldas al local, su cuerpo frente a ella, una propuesta más que directa al infierno infinito.
-Seselía Greely... diría como cualquier otro que es un nombre hermoso, pero no suelo llamar por nombres ni apellidos puesto que Sesé suena mucho mejor si me permitís el lujo de hacer tal cosa, me gusta que mi acompañante sea tratado con toda la familiaridad que puedo llegar a ser capaz...un verdadero placer haber encontrado a alguien de mi querida e insustituble Italia...-la recibió acercándola a él un tanto más, lo suficiente para que pudiese notar una leve presión de su cuerpo, así podía tener menos complicado la hora de hablarle, muy cerca...mucho más cerca. Sus ojos verdes se clavaron en ella, ahora sí que podía apreciarla mejor...era hermosa sí y junto con aquella forma de expresarse no podía ser otra cosa que una caja de sorpresas, casi como él porque podía realmente sorprender cuando ni siquiera podías imaginarlo.
-Así que...el postre parisino no es de vuestro agrado, no esperaba una buena crítica solo opinión y me habéis convencido completamente, necesitamos algo más intenso...algo que no creo que muchos estén a la altura, hace mucho de ello por no decir nunca que algo está a mi gusto ¿acaso vos me vais a hacer ver lo contrario? Ya que pareceis una mujer culta, refinada e intensa por vuestras palabras...espero que por lo que corresponde el fuego no se os vaya por esa boca tan deliciosa que parece saber -miró al frente empezando a caminar hasta perderse por una de las calles, no sabía bien donde iba pero eso ahora no importaba nada, desde luego aquella conversación le estaba pareciendo de lo más divertida y notar además su calor como su embriagador olor corporal era como ella misma había descrito, intenso. Sabía que no era cualquier mujer, no era cortesana, eso era algo que él mismo sabía nada más observar...era de clase alta, por aquel atuendo y además sabía lo qué quería ¿quién era él para no ofrecérselo? Era digna de que lo hiciese.
-Signorina Sesé...-suavizó el tono hasta casi susurrar, muy cerca de su oído pero sin sobrepasarse, quería que sintiese su cercanía...puesto que estaba claro que tanto uno como otro buscaban exactamente lo mismo -Al fin y al cabo hoy puede ser la noche que a ambos nos guste París ¿No creeis? Tendremos que dejar claro que no nos andamos con rodeos, no demostrar nada... o tal vez sí pero si no he entendido mal ¿me habeis propuesto pasar totalmente al postre? Yo soy más de primeros entrantes...luego ya eso lo veremos... y ya no hace falta que busqueis más, me habeis encontrado...-de reojo vio que pasaban por un activo lugar bastante atractivo, algunos bebían en la calle, se oía música de fondo y murmullo, no iba a estar mal empezar, al fin y al cabo ¿qué mejor que un rinconcito donde poder conversar? Con la mirada le señaló dicho lugar para ver si quería o no entrar, era decisión de ella -¿Una copa intensa? -rápido y veloz tomó una de sus manos para volver a rozarla, solo que ahora sí que dejó un suave beso, terminando por tirar lentamente de ella.... de espaldas al local, su cuerpo frente a ella, una propuesta más que directa al infierno infinito.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Re: Una noche cualquiera.
No pudo evitar sentirse llena de orgullo al haber sorprendido a su misterioso acompañante. Cada vez le resultaba más encantador e irresistible, por ende solía pensar que todos los hombres eran iguales, pero Bruno la hechizaba de una forma que jamás hubiera imaginado. Continuó observándolo sin ninguna expresión concreta, aunque de alguna manera, intentaba descifrar los más oscuros secretos que debían de esconderse tras ese rostro. Si realmente los ojos eran el espejo del alma, la suya tenía mucho que revelar. A pesar de que sólo habían intercambiado un par de frases, no le bastó más para saber que podía encontrar en él un fiel confidente.
Se mantuvo callada mientras hablaba. Sus palabras eran engatusadoras e iban cargadas de un doble sentido evidente. A cada segundo que pasaba estaba más convencida de que el italiano era todo un maestro de la seducción. Rió entre dientes de forma musical y acompasada, levantando el rostro para tener una visión completa del suyo. Le dio un pequeño apretón en la mano y le dedicó una sonrisa radiante.
-Me gusta Sesé –asintió levemente con la cabeza para dar su aprobación-. ¿Vos tenéis algún apelativo que sea de vuestra preferencia? No obstante, estoy comenzando a pensar que se encuentra ante mí la mismísima reencarnación de Giacomo Casanova: apuesto, bohemio, enigmático y sobre todo…un galán de los que gusta dominar todas las artes amatorias… ¿O me equivoco?
Subió sus manos por su pecho con lentitud hasta llegar al cuello de su camisa, el que colocó de forma adecuada. Conservó su sonrisa mientras meditaba su propuesta y sus palabras…Se le ocurrían muchas cosas que responderle y muy diferentes entre sí. Los latidos de su corazón se aceleraron y se mordió un momento el labio inferior, mirando de reojo hacia su derecha. Aunque parecía que el tiempo se había congelado para ambos, la vida transcurría como siempre, siguiendo su traqueteo, ciega e ignorante incluso cuando tu mundo privado se retuerce hasta llegar a explotar. En esos instantes se daba cuenta de que todo, el incesante mecanismo de existir, no tenía nada que ver con su propia existencia. Y justo ahora, quería forjar su propio camino… No pensaba en futuro, era la segunda cosa que más la aterrorizaba tras el compromiso, así que abandonó sus más profundas reflexiones. De todas formas, nunca tuvo nada que perder.
Entonces volvió a mirarlo y se dejó llevar por la profundidad de sus ojos, asintiendo solo una vez.
-A mí también me habéis encontrado...para una copa y para lo que deseéis…siempre que sea intenso.
Ahora podía afirmar que no era exactamente un juego. No había gato ni ratón, cazador ni presa…Solamente eran dos personas que constaban de las mismas armas, las cuales resultaba inútiles si no había resistencia por parte de alguno de los lados… Tenían todo el tiempo del mundo en medio de aquel hastiado escenario. La luna esta noche se mostraba un poco más radiante.
Se mantuvo callada mientras hablaba. Sus palabras eran engatusadoras e iban cargadas de un doble sentido evidente. A cada segundo que pasaba estaba más convencida de que el italiano era todo un maestro de la seducción. Rió entre dientes de forma musical y acompasada, levantando el rostro para tener una visión completa del suyo. Le dio un pequeño apretón en la mano y le dedicó una sonrisa radiante.
-Me gusta Sesé –asintió levemente con la cabeza para dar su aprobación-. ¿Vos tenéis algún apelativo que sea de vuestra preferencia? No obstante, estoy comenzando a pensar que se encuentra ante mí la mismísima reencarnación de Giacomo Casanova: apuesto, bohemio, enigmático y sobre todo…un galán de los que gusta dominar todas las artes amatorias… ¿O me equivoco?
Subió sus manos por su pecho con lentitud hasta llegar al cuello de su camisa, el que colocó de forma adecuada. Conservó su sonrisa mientras meditaba su propuesta y sus palabras…Se le ocurrían muchas cosas que responderle y muy diferentes entre sí. Los latidos de su corazón se aceleraron y se mordió un momento el labio inferior, mirando de reojo hacia su derecha. Aunque parecía que el tiempo se había congelado para ambos, la vida transcurría como siempre, siguiendo su traqueteo, ciega e ignorante incluso cuando tu mundo privado se retuerce hasta llegar a explotar. En esos instantes se daba cuenta de que todo, el incesante mecanismo de existir, no tenía nada que ver con su propia existencia. Y justo ahora, quería forjar su propio camino… No pensaba en futuro, era la segunda cosa que más la aterrorizaba tras el compromiso, así que abandonó sus más profundas reflexiones. De todas formas, nunca tuvo nada que perder.
Entonces volvió a mirarlo y se dejó llevar por la profundidad de sus ojos, asintiendo solo una vez.
-A mí también me habéis encontrado...para una copa y para lo que deseéis…siempre que sea intenso.
Ahora podía afirmar que no era exactamente un juego. No había gato ni ratón, cazador ni presa…Solamente eran dos personas que constaban de las mismas armas, las cuales resultaba inútiles si no había resistencia por parte de alguno de los lados… Tenían todo el tiempo del mundo en medio de aquel hastiado escenario. La luna esta noche se mostraba un poco más radiante.
Seselía Greely- Humano Clase Alta
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Re: Una noche cualquiera.
No solo tenía uno, tenía varios apodos que tenía que ocultar aunque lo torturasen a muerte, tan solo se encogió de hombros como si no supiese qué decir y pensase rápidamente el más acertado en este caso. Y como era de esperar apenas hizo falta tal cosa, lo estaba describiendo demasiado bien...se echó a reír sin poder evitarlo puesto que lo había pillado, casi desenmascarado pero no demostró nada en su gesto, sus palabras le hicieron que se acercase más a ella en un movimiento casi imperceptible de su cuerpo pero que sin embargo pudo sentir en su totalidad, y aquel contacto empezó a quemarle...era apenas un roce el que aprovechó para mirarla directamente a los ojos.
-No os voy a decir si os equivocais o no, eso tendreis que averiguarlo vos misma signorina Sesé, ¿no me poneis un apelativo? Será más divertido que yo os diga uno, será como nuestro pequeño secreto y si también me habeis descrito supuestamente, no os costará nada ponerme tal - él aprovechó para hacer similar a ella, de forma sútil paseó la palma de su mano por el costado, quitando toda arruga que estuviese en aquel lugar...y de paso esperar la decisión de entrar o de seguir caminando bajo el manto de la noche que poco a poco los arropaba en un paseo infinito. Ella con aquella propuesta lo había dicho todo, más claro imposible..así que se tomó la libertad de tomar su mano con suavidad y tirar de ella, acercándola incluso más y aprovechar para pasar su brazo por donde antes su caricia era notoria.
La colocó justo delante de él, pero sin soltarla... era mucho más fácil esa posición para hacerse un hueco entre los presentes, la gran mayoría estaba de pie disfrutando de un baile junto con una copa o simplemente conversando con su acompañante, al final del local...algunas parejas ya estaban en nada más y nada menos que en ese reencuentro lujurioso, sin ningún pudor y en un rincón terminaban por devorarse uno a otro, a él no le escandalizaba ni le sorprendía seguro que al igual que su acompañante...divisó un hueco cercano a la barra que estaba vacío por así decirlo y la guió no sin antes apoyar sus labios en su oído para que tan solo ella lo oyese.
-¿Teneis mucha sed? ¿O...qué deseais? Necesito una copa- suspiró al no notar la presión de la muchedumbre y rió al ver que el camarero le saludaba, lo conocía del otro día de la única vez que había visitado tal sitio y no era difícil olvidarlo después del revuelo que había causado, era comprensible que el italiano se diese a conocer y mucho más de esa forma, no se despegó de ella... la dejó que se apoyase en la barra mientas sus dos manos se apoyaban en la barra, como si la hubiese atrapado, ahora el contacto era mucho mayor pero aún podía traspasar algo entre ellos, se estaba haciendo desear y de esa manera inconsciente...-¿De dónde venís, hermosa Sesé? Deducí de donde pero no concretamente...no soy tan perfecto, pero puede que lo que tenga delante lo sea...--le hizo un gesto al camarero para que se acercase y tomase nota de su whisky, muy interesante, sin duda.
-No os voy a decir si os equivocais o no, eso tendreis que averiguarlo vos misma signorina Sesé, ¿no me poneis un apelativo? Será más divertido que yo os diga uno, será como nuestro pequeño secreto y si también me habeis descrito supuestamente, no os costará nada ponerme tal - él aprovechó para hacer similar a ella, de forma sútil paseó la palma de su mano por el costado, quitando toda arruga que estuviese en aquel lugar...y de paso esperar la decisión de entrar o de seguir caminando bajo el manto de la noche que poco a poco los arropaba en un paseo infinito. Ella con aquella propuesta lo había dicho todo, más claro imposible..así que se tomó la libertad de tomar su mano con suavidad y tirar de ella, acercándola incluso más y aprovechar para pasar su brazo por donde antes su caricia era notoria.
La colocó justo delante de él, pero sin soltarla... era mucho más fácil esa posición para hacerse un hueco entre los presentes, la gran mayoría estaba de pie disfrutando de un baile junto con una copa o simplemente conversando con su acompañante, al final del local...algunas parejas ya estaban en nada más y nada menos que en ese reencuentro lujurioso, sin ningún pudor y en un rincón terminaban por devorarse uno a otro, a él no le escandalizaba ni le sorprendía seguro que al igual que su acompañante...divisó un hueco cercano a la barra que estaba vacío por así decirlo y la guió no sin antes apoyar sus labios en su oído para que tan solo ella lo oyese.
-¿Teneis mucha sed? ¿O...qué deseais? Necesito una copa- suspiró al no notar la presión de la muchedumbre y rió al ver que el camarero le saludaba, lo conocía del otro día de la única vez que había visitado tal sitio y no era difícil olvidarlo después del revuelo que había causado, era comprensible que el italiano se diese a conocer y mucho más de esa forma, no se despegó de ella... la dejó que se apoyase en la barra mientas sus dos manos se apoyaban en la barra, como si la hubiese atrapado, ahora el contacto era mucho mayor pero aún podía traspasar algo entre ellos, se estaba haciendo desear y de esa manera inconsciente...-¿De dónde venís, hermosa Sesé? Deducí de donde pero no concretamente...no soy tan perfecto, pero puede que lo que tenga delante lo sea...--le hizo un gesto al camarero para que se acercase y tomase nota de su whisky, muy interesante, sin duda.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Re: Una noche cualquiera.
El leve y rápido encogimiento de hombros de Bruno se le planteó como uno de esos temas que no debía tocar, al menos por ahora. No se había equivocado. Cada palabra que pronunciaban sus labios, cada gesto o movimiento que realizaba...todo él se le antojaba más y más a cada instante...Esa aura misteriosa que emanaba sólo lo hacía aún más atractivo, como una extraña, oscura y bella obsidiana que la invitaba a sumergirse en la oscuridad de la noche... y poco a poco, cada vez que se acercaba, sabía tan bien como él que podían arder en llamas en su particular y dulce averno.
Escuchó atentamente sus palabras y se dejó llevar sin rechistar mientras se hacían paso en el concurrido local, en el que se respiraba ambiente festivo, como venía siendo habitual cada noche en París. A veces tenías la sensación de que la ciudad no descansaba. Los días eran largos, pero las noches lo eran todavía más, y el espectáculo que se mostraba a su alrededor hablaba por si solo: bailes, risas y momentos más íntimos daban vida al recinto en el que ahora se encontraban. Avanzó con rapidez y paso acelerado, con cuidado de no empujar ni pisar a nadie.
-En ese caso, prefiero esperar un poco más antes de elegirle uno...No me gustaría equivocarme en mis juicios cuando puedo conoceros mucho más a fondo.
No se arriesgaría a equivocarse con él, prefería que las cosas fluyeran por si solas y siguieran su cauce. Asintió ante la idea de tomar una copa. Su garganta necesitaba sentir el ardor de una bebida con alto contenido alcohólico para sentirse parte de todos aquellos que los rodeaban.
Sus susurros le provocaron un leve estremecimiento, a la vez que sentía como su cuerpo se iba acostumbrabando por momentos a la perpetua cercanía del suyo. Finalmente, llegaron hasta la barra y se apoyó cómodamente en ella. Dio un breve golpeteo con las uñas en ellas, sonriendo para sus adentros cuando el italiano se aproximo más, hasta el punto de casi impedir que pudiera girarse y mantener el contacto visual.
-Otro whisky, por favor -indicó al camarero y enderezó más su cuerpo, mientras pasaba una mano por su larga su cabellera para peinarla un poco con las yemas de los dedos-. Soy sureña. Nací en la bella isla de Sicilia -sonrió orgullosa, su lugar de origen de las pocas cosas que le quedaban de las que podía honrarse-. ¿y vos? No parecéis exactamente del sur...De hecho, parecéis tan libre que si no fuera por ese encantador acento, sería imposible afirmar que pertenecéis a un lugar en concreto.
El camarero sirvió ambas copas y agarró la suya con sus finos y alargados dedos. Eran muchas las preguntas que se agolpaban en su mente en ese instante. No era perfecta, pero lo intentaba. Siempre que su curiosidad no la traicionara.
Escuchó atentamente sus palabras y se dejó llevar sin rechistar mientras se hacían paso en el concurrido local, en el que se respiraba ambiente festivo, como venía siendo habitual cada noche en París. A veces tenías la sensación de que la ciudad no descansaba. Los días eran largos, pero las noches lo eran todavía más, y el espectáculo que se mostraba a su alrededor hablaba por si solo: bailes, risas y momentos más íntimos daban vida al recinto en el que ahora se encontraban. Avanzó con rapidez y paso acelerado, con cuidado de no empujar ni pisar a nadie.
-En ese caso, prefiero esperar un poco más antes de elegirle uno...No me gustaría equivocarme en mis juicios cuando puedo conoceros mucho más a fondo.
No se arriesgaría a equivocarse con él, prefería que las cosas fluyeran por si solas y siguieran su cauce. Asintió ante la idea de tomar una copa. Su garganta necesitaba sentir el ardor de una bebida con alto contenido alcohólico para sentirse parte de todos aquellos que los rodeaban.
Sus susurros le provocaron un leve estremecimiento, a la vez que sentía como su cuerpo se iba acostumbrabando por momentos a la perpetua cercanía del suyo. Finalmente, llegaron hasta la barra y se apoyó cómodamente en ella. Dio un breve golpeteo con las uñas en ellas, sonriendo para sus adentros cuando el italiano se aproximo más, hasta el punto de casi impedir que pudiera girarse y mantener el contacto visual.
-Otro whisky, por favor -indicó al camarero y enderezó más su cuerpo, mientras pasaba una mano por su larga su cabellera para peinarla un poco con las yemas de los dedos-. Soy sureña. Nací en la bella isla de Sicilia -sonrió orgullosa, su lugar de origen de las pocas cosas que le quedaban de las que podía honrarse-. ¿y vos? No parecéis exactamente del sur...De hecho, parecéis tan libre que si no fuera por ese encantador acento, sería imposible afirmar que pertenecéis a un lugar en concreto.
El camarero sirvió ambas copas y agarró la suya con sus finos y alargados dedos. Eran muchas las preguntas que se agolpaban en su mente en ese instante. No era perfecta, pero lo intentaba. Siempre que su curiosidad no la traicionara.
Seselía Greely- Humano Clase Alta
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Re: Una noche cualquiera.
Esperó el momento perfecto para un nuevo acercamiento y no fue otro que cuando se hizo a un lado aquella hermosa cabellera castaña, se inclinó lo suficiente para enterrar un tanto su nariz entre algún que otro mechón y aspirar su olor de forma muy sútil, perdiéndose en su aroma terminando por cerrar los ojos y aprovechar para apoyar su mejilla en la suya, apenas era un roce pero su cuerpo se juntó un tanto más obligándola casi a apoyarla en la barra, algo que no descartó pues si eso llegase a ocurrir las vistas desde su posición iban a ser de lo más apetecibles, se relamió inconscientemente y por consecuencia le rozó la mejilla dejando escapar una suave risa con su comentario, no se cortaba y él mucho menos...pero ¿curiosidad? Él siempre podía ser curioso, conocer lo que quisiese de sus acompañantes pero... ¿y ellas de él?. Un silencio para nada incómo pues movió ambas mejillas y se rozaron de nuevo contra así, rozándola con los labios a medida que él se arrancaba a hablar y le confesaba algo que muy pocos sabían, su procedencia.
-Soy libre pero Italiano, me encanta conocer datos de los demás pero...que sepan de mí es otro cantar, no me gusta demasiado decir de dónde o no vengo, pues como vos decís soy libre como el viento, he viajado mucho pero amo a mi tierra después de todo...hace años que no he vuelto a mis orígenes pero quién sabe, quizás y solo quizás regrese pues para que eso ocurra tiene que haber una gran razón de peso.. ¿cuál? aún no lo sé...-tomó su vaso y le dio un gran trago sin más, dejando que aquel fuerte líquido traspasase su garganta y el resultado fuese de lo más satisfactorio, tomando un hielo con los labios , una vieja costumbre que dudaba que desapareciese... sostuvo el vaso con el hielo aún en los labios, cuando estuvo completamente fríos lo dejó caer y el vaso en la barra, volviendo a hacer que sus brazos fuesen como una jaula de su bella acompañante...
-No me lo direis, pero debo de preguntar ¿a dónde ibais a estas horas y sola? -acentuó más el acercamiento, terminando por apoyar su mejilla contra la suya, sus labios muy cerca de los suyos y al hablar podía notar tanto el sabor como el olor de aquel whisky que ahora adornaba su boca , se giró un tanto y sus labios tomaron su mentón, dejando un rastro húmedo como deseoso sin llegar a besarla, tentando... de aquella forma endiablada, su cuerpo cálido se acercó más a ella obligándola a apoyarse finalmente en la barra -Siciliana...¿y cómo son las sicilianas? mejor dicho, ¿a qué te diferencias de ellas? porque no eres ninguna siciliana corriente, eso es algo que sé y sabes...dime, Sesé...¿qué buscas en París? No buscas parisinos, ¿entonces?-lo dejó en el aire, con aquel acento y aquel susurro que eran sus palabras... una buena copa, sin duda.
Mucha mejor noche que esperaba, dos italianos en una hermosa pero aún sin chispa París, solo hacía falta juntarse para hacer arder no solo el local, si no la ciudad en sí... la tentación, la curiosidad, el destino como bien se decía al principio...París, París...la ciudad de l'amour y del deseo, para él más lo segundo, no podía evitar sentir deseo irrefrenable, Bruno Machiavelli tenía que hacerse notar y aún podía demostrarlo de una mejor forma que aquella, solo hacía falta esperar o no tanto...
-Soy libre pero Italiano, me encanta conocer datos de los demás pero...que sepan de mí es otro cantar, no me gusta demasiado decir de dónde o no vengo, pues como vos decís soy libre como el viento, he viajado mucho pero amo a mi tierra después de todo...hace años que no he vuelto a mis orígenes pero quién sabe, quizás y solo quizás regrese pues para que eso ocurra tiene que haber una gran razón de peso.. ¿cuál? aún no lo sé...-tomó su vaso y le dio un gran trago sin más, dejando que aquel fuerte líquido traspasase su garganta y el resultado fuese de lo más satisfactorio, tomando un hielo con los labios , una vieja costumbre que dudaba que desapareciese... sostuvo el vaso con el hielo aún en los labios, cuando estuvo completamente fríos lo dejó caer y el vaso en la barra, volviendo a hacer que sus brazos fuesen como una jaula de su bella acompañante...
-No me lo direis, pero debo de preguntar ¿a dónde ibais a estas horas y sola? -acentuó más el acercamiento, terminando por apoyar su mejilla contra la suya, sus labios muy cerca de los suyos y al hablar podía notar tanto el sabor como el olor de aquel whisky que ahora adornaba su boca , se giró un tanto y sus labios tomaron su mentón, dejando un rastro húmedo como deseoso sin llegar a besarla, tentando... de aquella forma endiablada, su cuerpo cálido se acercó más a ella obligándola a apoyarse finalmente en la barra -Siciliana...¿y cómo son las sicilianas? mejor dicho, ¿a qué te diferencias de ellas? porque no eres ninguna siciliana corriente, eso es algo que sé y sabes...dime, Sesé...¿qué buscas en París? No buscas parisinos, ¿entonces?-lo dejó en el aire, con aquel acento y aquel susurro que eran sus palabras... una buena copa, sin duda.
Mucha mejor noche que esperaba, dos italianos en una hermosa pero aún sin chispa París, solo hacía falta juntarse para hacer arder no solo el local, si no la ciudad en sí... la tentación, la curiosidad, el destino como bien se decía al principio...París, París...la ciudad de l'amour y del deseo, para él más lo segundo, no podía evitar sentir deseo irrefrenable, Bruno Machiavelli tenía que hacerse notar y aún podía demostrarlo de una mejor forma que aquella, solo hacía falta esperar o no tanto...
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Re: Una noche cualquiera.
Dejó escapar un leve y placentero suspiro de sus labios al sentir como acortaba distancias entre ambos. Su fogoso acompañante se mostraba impaciente y sosegado al mismo tiempo, lo que la excitaba más de lo que imaginaba. Las pequeñas risas que soltaba de vez en cuando sólo hacía el contacto más íntimo entre ambos. De nuevo, le sorprendía la naturalidad con la que surgía todo entre los dos. Hace 10 minutos pensaba que esa noche no pasaría nada inusual y ahora se estaba llevando más de una agradable sorpresa. Como había estado haciendo cada vez que hablaba, escuchó con atención cada palabra que articularon sus labios, los que ante el contacto con su piel le produjeron un casi imperceptible escalofrío que le recorrió la columna.
-Signore Bruno… Vos y yo pensamos de la misma manera. Tenemos la experiencia y a estas alturas de nuestra vida nada nos sorprende y no nos dejamos engañar por nadie… Diría que vuestros secretos están a salvos conmigo, pero no creo que los recuerde por mucho tiempo. Soy curiosa por naturaleza, mas, no es que me preocupe demasiado por el pasado -tomó su propia copa y bebió un largo trago de whisky hasta sentir como le quemaba la garganta, para volver reír entre dientes ante su nuevo comentario-. Sólo quería disfrutar de la noche. Nada de secretos turbios ni asuntos encubiertos… Apasionante, ¿verdad? No me subestime, debo de mostrar una vida normal cara a la sociedad.
Esta vez fue la italiana la que se relamió ante el nuevo contacto. Apoyó más su cuerpo contra la barra y sonrío de lado. Sus provocaciones aumentaban por momentos…pestañeó un par de veces y una pequeña gota de sudor descendió lentamente por su cuello…El local estaba demasiado lleno y las caricias de Bruno la electrizaban. Bajo sus manos hasta dejarlas con suavidad sobre las suyas, las cuales continuaban agarrándola. Movió sus dedos con lentitud por ellas, hasta que alzó de nuevo una de sus manos y tocó a tientas sus carnosos labios.
-Qué soy, qué busco…Sí…tengo mis pequeños secretos, como vos…pero en realidad, no hay nada que me una a París. Quería triunfar y aquí tendría una gran oportunidad. No me he equivocado. Vivir aquí es un sueño, literalmente hablando. Creo que en París nunca envejecería –volvió a reír y tomó un nuevo sorbo de whisky, el que consiguió encender un poco sus pómulos-. Pero es tan aburrido que no sé cuánto tiempo más soportaré en este lugar. ¿Quién sabe qué será de mí? Si no sé ni lo que haré mañana…como para pensar en siempre.
Su acento dejaba una dulce sensación en sus oídos, era tan melodioso que podría haber relajado a la más feroz fiera. Giró un poco su cabeza y plantó una breve sucesión de besos cerca de sus comisuras. Entrecerró los ojos, los que ahora echaban fuego por las pupilas y con un elegante gesto, se terminó en un tiempo record el contenido de su copa, mientras su propio cuerpo buscaba el suyo mediante candentes movimientos involuntarios.
-Signore Bruno… Vos y yo pensamos de la misma manera. Tenemos la experiencia y a estas alturas de nuestra vida nada nos sorprende y no nos dejamos engañar por nadie… Diría que vuestros secretos están a salvos conmigo, pero no creo que los recuerde por mucho tiempo. Soy curiosa por naturaleza, mas, no es que me preocupe demasiado por el pasado -tomó su propia copa y bebió un largo trago de whisky hasta sentir como le quemaba la garganta, para volver reír entre dientes ante su nuevo comentario-. Sólo quería disfrutar de la noche. Nada de secretos turbios ni asuntos encubiertos… Apasionante, ¿verdad? No me subestime, debo de mostrar una vida normal cara a la sociedad.
Esta vez fue la italiana la que se relamió ante el nuevo contacto. Apoyó más su cuerpo contra la barra y sonrío de lado. Sus provocaciones aumentaban por momentos…pestañeó un par de veces y una pequeña gota de sudor descendió lentamente por su cuello…El local estaba demasiado lleno y las caricias de Bruno la electrizaban. Bajo sus manos hasta dejarlas con suavidad sobre las suyas, las cuales continuaban agarrándola. Movió sus dedos con lentitud por ellas, hasta que alzó de nuevo una de sus manos y tocó a tientas sus carnosos labios.
-Qué soy, qué busco…Sí…tengo mis pequeños secretos, como vos…pero en realidad, no hay nada que me una a París. Quería triunfar y aquí tendría una gran oportunidad. No me he equivocado. Vivir aquí es un sueño, literalmente hablando. Creo que en París nunca envejecería –volvió a reír y tomó un nuevo sorbo de whisky, el que consiguió encender un poco sus pómulos-. Pero es tan aburrido que no sé cuánto tiempo más soportaré en este lugar. ¿Quién sabe qué será de mí? Si no sé ni lo que haré mañana…como para pensar en siempre.
Su acento dejaba una dulce sensación en sus oídos, era tan melodioso que podría haber relajado a la más feroz fiera. Giró un poco su cabeza y plantó una breve sucesión de besos cerca de sus comisuras. Entrecerró los ojos, los que ahora echaban fuego por las pupilas y con un elegante gesto, se terminó en un tiempo record el contenido de su copa, mientras su propio cuerpo buscaba el suyo mediante candentes movimientos involuntarios.
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Re: Una noche cualquiera.
Podían pensar de la misma manera pero en eso del pasado estaba equivocada. Él por forzado a importarle más de lo que debería era inevitable no pensar en lo que fue del ayer ¿porqué? porque su pasado le perseguía, era como una sombra que por mucho que quisiese negar allí seguía. Pero era de noche, una de sus tantas noches y sí, de las más excitantes que en mucho tiempo podía disfrutar, ahora mismo tenía cosas mejores que pensar que en un pasado turbio, y como bien decía ella...mostraba la más provocadora y tentadora de sus caras, tenía muchas pero ahora requería solo esas. Apasionante, que bonita palabra... como su cuerpo sus palabras también lo eran, una tentación por partida doble sin más ni menos. Se unió a su risa asintiendo a cada una de sus palabras....
-Entonces sabremos de cada uno lo preciso y sin prisa, yo no la tengo, vos tampoco la teneis mi querida Sesé, ¿triunfar? No es difícil triunfar si se tiene todo, teneis carácter y esa belleza magnética que muy pocas poseen, sigo teniendo curiosidad como alguien como vos va sola por las calles...aunque lo más acercado a lo que pueda ser es encontraros con una aventura más apasionante que eso de triunfar, es bonito tener sueños pero más vivirlos, conocereis a muchas personas en París pero nunca a la ciudad en sí, es como un bonito sueño vivir aquí pero ¿cómo vivir en una ciudad de ensueño si no hay cosas que nos vuelven locos? -había hablado demasiado, así que tomó el vaso de su segunda copa de whisky y dio un sorbo, era una opinión...tenía la misma imagen que él, ella seguro viviría el momento y por ello tras relamerse le dedicó una breve sonrisa. Momento que ella aprovechó para rozarle los labios, y él no lo desaprovechó...se inclinó a tomar uno de ellos entre sus dientes y lamerlo después, solo un segundo para soltarle y así acortar las distancias, más si se podía.
-No busquemos nada en concreto, solo vivir el momento...-rió notando como la piel ajena empezaba a tomar una temperatura más cálida, como poco a poco sus propios labios... que aunque ya había tomado algo de beber seguía sediento, una de sus manos se deslizó por la barra hasta apoyar la palma en su vientre y arquearle de tal manera que ahora sus labios hiciesen un camino de besos por su hombro desnudo, el hecho de que éste estuviese al descubierto le facilitaría recorrerlo con sumo cuidado... entreabriendo aquella cálida y húmeda boca para que empezase a sentir el sabor de la piel ajena..suspiró chocando contra aquella dorada y fina piel que se le presentaba, nublando un tanto los sentidos de aquella mujer que no podía estar de otra cosa que de fuego. Su lengua se aventuró un poco para hacer de tirante del vestido y volver a esconderse como si tímida no se atreviese. Una vez estuvo de nuevo cerca de su oído riendo divertido a la situación.-Empieza a hacer calor en la húmeda noche parisina, no me acostumbro en absoluto...-la mano de su vientre siguió su camino hacia arriba, hasta que algo en concreto tropezase con su recorrido... pero lejos de tocarla directamente apartó la mano, tomando su mentón y hacer que lo mirase aún de espaldas a él.-¿Y vos? ¿Estais bien? ¿Cómoda? -su dedo índice rozó el inferior...tentador...peligroso.
-Entonces sabremos de cada uno lo preciso y sin prisa, yo no la tengo, vos tampoco la teneis mi querida Sesé, ¿triunfar? No es difícil triunfar si se tiene todo, teneis carácter y esa belleza magnética que muy pocas poseen, sigo teniendo curiosidad como alguien como vos va sola por las calles...aunque lo más acercado a lo que pueda ser es encontraros con una aventura más apasionante que eso de triunfar, es bonito tener sueños pero más vivirlos, conocereis a muchas personas en París pero nunca a la ciudad en sí, es como un bonito sueño vivir aquí pero ¿cómo vivir en una ciudad de ensueño si no hay cosas que nos vuelven locos? -había hablado demasiado, así que tomó el vaso de su segunda copa de whisky y dio un sorbo, era una opinión...tenía la misma imagen que él, ella seguro viviría el momento y por ello tras relamerse le dedicó una breve sonrisa. Momento que ella aprovechó para rozarle los labios, y él no lo desaprovechó...se inclinó a tomar uno de ellos entre sus dientes y lamerlo después, solo un segundo para soltarle y así acortar las distancias, más si se podía.
-No busquemos nada en concreto, solo vivir el momento...-rió notando como la piel ajena empezaba a tomar una temperatura más cálida, como poco a poco sus propios labios... que aunque ya había tomado algo de beber seguía sediento, una de sus manos se deslizó por la barra hasta apoyar la palma en su vientre y arquearle de tal manera que ahora sus labios hiciesen un camino de besos por su hombro desnudo, el hecho de que éste estuviese al descubierto le facilitaría recorrerlo con sumo cuidado... entreabriendo aquella cálida y húmeda boca para que empezase a sentir el sabor de la piel ajena..suspiró chocando contra aquella dorada y fina piel que se le presentaba, nublando un tanto los sentidos de aquella mujer que no podía estar de otra cosa que de fuego. Su lengua se aventuró un poco para hacer de tirante del vestido y volver a esconderse como si tímida no se atreviese. Una vez estuvo de nuevo cerca de su oído riendo divertido a la situación.-Empieza a hacer calor en la húmeda noche parisina, no me acostumbro en absoluto...-la mano de su vientre siguió su camino hacia arriba, hasta que algo en concreto tropezase con su recorrido... pero lejos de tocarla directamente apartó la mano, tomando su mentón y hacer que lo mirase aún de espaldas a él.-¿Y vos? ¿Estais bien? ¿Cómoda? -su dedo índice rozó el inferior...tentador...peligroso.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Re: Una noche cualquiera.
Despegó sus labios y dejó su boca entreabierta, mirándolo divertida. Ahogó una pequeña risa y apartó más su larga cabellera para cederle un hueco en su cuello. Pese a todo, ella no se consideraba una "Femme Fatale" ni nada por el estilo. En su atractivo acompañante había encontrado su alter ego, la persona más parecida a ella que había conocido en mucho tiempo. Y por ende, con cada palabra que dejaba salir alguno de los dos por sus labios, intuía que la combinación de ambos se hacia por momentos más arriesgada... pero a la vez tan abrasadora, fogosa, vehemente y vital que le resultaba hechizante. Si alguno se pasaba con sus palabras podrían enturbiar la situación...y eso, sólo la tornaba aún más excitante. Ninguno de los dos temía jugar con fuego.
-Os lo creáis o no, no soy una mujer con demasiado éxito...No lo entiendo, no soy venenosa -se removió un poco para equilibrar el peso de su cuerpo con su otro pie-. Signore Bruno, tarde o temprano, la apatía siempre llama a nuestra puerta. Como dijo un viejo escritor hispano..La costumbre vence a la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida. Sueños...son bonitos mientras duran. ¿Pero qué son de ellos cuando se cumplen? A todos nos gusta que las cosas nos cuesten un poco... -Los labios y las manos del italiano parecieron cobrar vida por si mismos. Su tacto era muy delicado y suave, estaba en su punto justo para conseguir hacer arder a una mujer...Pocos hombres podían resultar tan buenos con los preliminares como él. Se dejó guiar y arqueó su espalda, girando la cabeza cuanto pudo para contemplar su rostro y recrearse con las perfectas facciones que lo componían, creando una forma perfecta.
-Como esto...¿No es mucho más excitante este dulce intercambio de caricias y cohibidos besos? -sus labios quedaron justo a la altura de su oreja, aprovechando para acercarlos a su lóbulo y tirar cuidadosamente de él-. Mientras más larga es la espera, mayor es el deseo...Y aunque sea el momento más placentero que exista, es la seducción la que te va arrastrando hacia el abismo... -susurró frente a sus labios, en una distancia apenas perceptible.
Su respiración se agitaba, o así lo demostraba su pecho que se elevaba y descendía progresivamente, al compás de sus hombros. En el fondo, era demasiado orgullosa como para reconocer que sus manos provocaban tales reacciones en su cuerpo. Prefería arder en el más profundo y achicharrante fuego antes que pasar por la vergüenza de dejar escapar un traicionero gemido así como así. Al igual que a su nuevo amigo, le gustaba poner las cosas un tanto difíciles... pero él se merecía que le regalara cada reacción involuntaria de su cuerpo ocasionada por su contacto.
-Estoy perfectamente, no os preocupéis. Aunque siendo sincera, he estado en lugares más cómodos -de nuevo, rió levemente para relajar el ambiente-, pero me acostumbraré. -Tenía razón, no sólo ambos parecían estar acalorados, sino también la ciudad entera por una vez, se mostraba infinitamente lejana de la habitual y aburrida París que conocían...como si formara parte de otro mundo.
-Os lo creáis o no, no soy una mujer con demasiado éxito...No lo entiendo, no soy venenosa -se removió un poco para equilibrar el peso de su cuerpo con su otro pie-. Signore Bruno, tarde o temprano, la apatía siempre llama a nuestra puerta. Como dijo un viejo escritor hispano..La costumbre vence a la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida. Sueños...son bonitos mientras duran. ¿Pero qué son de ellos cuando se cumplen? A todos nos gusta que las cosas nos cuesten un poco... -Los labios y las manos del italiano parecieron cobrar vida por si mismos. Su tacto era muy delicado y suave, estaba en su punto justo para conseguir hacer arder a una mujer...Pocos hombres podían resultar tan buenos con los preliminares como él. Se dejó guiar y arqueó su espalda, girando la cabeza cuanto pudo para contemplar su rostro y recrearse con las perfectas facciones que lo componían, creando una forma perfecta.
-Como esto...¿No es mucho más excitante este dulce intercambio de caricias y cohibidos besos? -sus labios quedaron justo a la altura de su oreja, aprovechando para acercarlos a su lóbulo y tirar cuidadosamente de él-. Mientras más larga es la espera, mayor es el deseo...Y aunque sea el momento más placentero que exista, es la seducción la que te va arrastrando hacia el abismo... -susurró frente a sus labios, en una distancia apenas perceptible.
Su respiración se agitaba, o así lo demostraba su pecho que se elevaba y descendía progresivamente, al compás de sus hombros. En el fondo, era demasiado orgullosa como para reconocer que sus manos provocaban tales reacciones en su cuerpo. Prefería arder en el más profundo y achicharrante fuego antes que pasar por la vergüenza de dejar escapar un traicionero gemido así como así. Al igual que a su nuevo amigo, le gustaba poner las cosas un tanto difíciles... pero él se merecía que le regalara cada reacción involuntaria de su cuerpo ocasionada por su contacto.
-Estoy perfectamente, no os preocupéis. Aunque siendo sincera, he estado en lugares más cómodos -de nuevo, rió levemente para relajar el ambiente-, pero me acostumbraré. -Tenía razón, no sólo ambos parecían estar acalorados, sino también la ciudad entera por una vez, se mostraba infinitamente lejana de la habitual y aburrida París que conocían...como si formara parte de otro mundo.
Seselía Greely- Humano Clase Alta
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Re: Una noche cualquiera.
Una negación era cercana a que era evidente que no estaba equivocado, él no iba a negar no estar envenado porque era obvio que si seguro se mordía la lengua ¿le mataría con su propio veneno? Más bien lo haría más fuerte, mucho más... y a su pregunta de si no era suficiente besos y caricias le castigó con un mordisco más fuerte en su hombro. Estaba siendo suave para lo que él era, no siempre era el que tomaba la iniciativa por así decirlo...pero le gustaba ver cada reacción de aquella mujer que tanto se le parecía, la peligrosidad de su mirada como la reacción de su cuerpo que de forma muy limitada pero deseosa rozaba el suyo. No le bastó oír más para terminar por apoyar su frente tras su espalda y reír de lo más divertido. Era cierto, la espera avivaba más el deseo de obtener algo ¿cuántas había hecho tal cosa? Demasiadas... las justas como para a más de una haberle hecho perder la cabeza y suplicarle, oh...eran tan hermosas las mujeres cuando entre jadeos y gemidos te pedían más y más... solo de pensar en ello la sangre empezó a hervirle y lo que no era la sangre, por lo que al arquear un tanto las caderas hacia adelante, ella pudo más que notar aquel vivo deseo...
-En efecto, la tentación, el encadilamiento da el lugar a avivar el deseo...pero no estoy haciendo nada de eso, solo... juego ¿acaso no sabeis jugar a este juego? Es muy simple, son puros y castos besos como suaves caricias...no he hecho nada, me gusta ser así de cariñoso mientras me tomo un whisky... no soy tan fácil de impresionar o en este caso, desesperarme...eso lo haría cualquier otro y sabemos que no soy como cualquiera.-su lengua rápida y veloz dibujó una B en el lado derecho de su omoplato, para dejar un beso después en el mismo lugar, de reojo observó su respiración y aquella sonrisa pícara pudo ser apreciada por la hermosa dama que tenía delante...
Curiosidades de la vida, la lujuria personificada los empezaba a envolver, él más astuto...en cuanto notó que ella se acercaba más de "lo debido", aprovechó que dos personas abandonaban el lado de la barra justo al lado de la italiana... ocupándolo a él y dejarla a su aire para estar más cómoda, y también para ¡que diablos! para hacerse de rogar, como bien había dicho él no era como los demás... no le gustaba que nada ni nadie se lo pusiese difícil y este era uno de los casos, pidió otro vaso de whisky...toleraba bien el alcohol y más casi congelado, estas noches húmedas la garganta la tenía casi siempre seca. De reojo y esperando a que le sirviesen la copa, la miró fijamente a los ojos con aquella picarona sonrisa como si no hubiese roto un plato en su vida.
-¿Estais más cerca ahora, mi querida Sesé? Siempre podemos cambiar de aires si así lo desea... me debeis de disculpar por haberos agobiado con mi persona...y...-se inclinó hacia ella un tanto y susurró muy bajito, llevándose el vaso de nuevo a los labios-Calor...-se relamió, procurando dejar las distancias necesarias...como si él acabase de llegar y animadamente tomasen una conversación dos conocidos que se acababan de encontrar -Siempre podemos ir a otro lugar, os lo dejo esta vez a vos, conozco pocos lugares... a no ser que no sé , tengais pensado algo...en especial -enarcó una ceja dejando escapar otra nueva risa... lo había vuelto a hacer, no podía jamás evitarlo.
-En efecto, la tentación, el encadilamiento da el lugar a avivar el deseo...pero no estoy haciendo nada de eso, solo... juego ¿acaso no sabeis jugar a este juego? Es muy simple, son puros y castos besos como suaves caricias...no he hecho nada, me gusta ser así de cariñoso mientras me tomo un whisky... no soy tan fácil de impresionar o en este caso, desesperarme...eso lo haría cualquier otro y sabemos que no soy como cualquiera.-su lengua rápida y veloz dibujó una B en el lado derecho de su omoplato, para dejar un beso después en el mismo lugar, de reojo observó su respiración y aquella sonrisa pícara pudo ser apreciada por la hermosa dama que tenía delante...
Curiosidades de la vida, la lujuria personificada los empezaba a envolver, él más astuto...en cuanto notó que ella se acercaba más de "lo debido", aprovechó que dos personas abandonaban el lado de la barra justo al lado de la italiana... ocupándolo a él y dejarla a su aire para estar más cómoda, y también para ¡que diablos! para hacerse de rogar, como bien había dicho él no era como los demás... no le gustaba que nada ni nadie se lo pusiese difícil y este era uno de los casos, pidió otro vaso de whisky...toleraba bien el alcohol y más casi congelado, estas noches húmedas la garganta la tenía casi siempre seca. De reojo y esperando a que le sirviesen la copa, la miró fijamente a los ojos con aquella picarona sonrisa como si no hubiese roto un plato en su vida.
-¿Estais más cerca ahora, mi querida Sesé? Siempre podemos cambiar de aires si así lo desea... me debeis de disculpar por haberos agobiado con mi persona...y...-se inclinó hacia ella un tanto y susurró muy bajito, llevándose el vaso de nuevo a los labios-Calor...-se relamió, procurando dejar las distancias necesarias...como si él acabase de llegar y animadamente tomasen una conversación dos conocidos que se acababan de encontrar -Siempre podemos ir a otro lugar, os lo dejo esta vez a vos, conozco pocos lugares... a no ser que no sé , tengais pensado algo...en especial -enarcó una ceja dejando escapar otra nueva risa... lo había vuelto a hacer, no podía jamás evitarlo.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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