AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
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Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Todo había sucedido muy deprisa y se estuvo maldiciendo por semejante error de concentración durante el copioso trayecto en el que llevó a Aya en brazos hasta el burdel. No pudo prevenir los movimientos de aquel tipo, incluso cuando se sabía todos los de más personas de las que le gustaría. 'Vista una, vistas todas'; los y las clientes que acudían a por sus servicios borrachos y con la hiperactividad del deseo mezclada, los y las habitantes de los barrios de Wroclaw con los que aprendió a jugar a navajazos auténticos para apostar dinero... No podía decirse que no hubiera logrado desenvolverse con agilidad en la situación anteriormente ocurrida en aquella calle, así que la desgracia que Aya había padecido era imperdonable por su parte, muchísimo más si todo había pasado por defenderle a él... ¡Acababa de conocerla, joder, todavía no comprendía de dónde demonios había sacado la idea de protegerle!
Se encontraban en la habitación reservada para su uso, él y dos cortesanas más que enseguida se prestaron a ayudarle nada más verlos llegar en semejante estado, habían depositado el cuerpo inconsciente de la japonesa sobre la inmensa cama rellena de plumas, repleta de cojines y sábanas de un llameante fucsia. Oscar se quedó durante toda la operación que realizó el médico del local que la madame no tardó en hacer llamar y cuando terminaron, los dejaron a solas y Oscar se acomodó en el alfeizar de la ventana a esperar a que recuperara el conocimiento.
Un suave gruñido proveniente de la cama lo sacó de su ensimismamiento dominado por la luz de la luna, y seguidamente, observó cómo la muchacha volvía en sí tras sus confusas pupilas.
¿Ya te has despertado? -Mientras daba un salto y se aproximaba a ella con su parasol y horquilla en las manos-. No te asustes, te he llevado al burdel -arqueó una ceja, como era casi costumbre en muchas de sus reacciones, tentado de reír frente a la seguida expresión despavorida en el rostro de Aya-. Sí, querida, trabajo aquí, pero también era el único sitio seguro con un médico decidido a atendernos y no había tiempo para más reflexiones, en eso estarás de acuerdo -le ofreció sus pertenencias y se sentó en la cama cerca de ella-. Tienes la herida vendada, gracias a Dios sólo fue que sangrabas mucho, pero el doctor dijo que era normal dada la zona. Por el que te la hizo no debes preocuparte, le perseguí para darle toda la paliza posible en un minuto y medio antes de cogerte y salir corriendo -suspiró y tras negar con la cabeza ante el recuerdo, se centró en buscar su mirada para quedarse clavado en ella-. ¿Por qué has hecho eso, Aya? Ponerte en medio... Y no me digas que ha sido para saldar tu supuesta deuda conmigo.
Se encontraban en la habitación reservada para su uso, él y dos cortesanas más que enseguida se prestaron a ayudarle nada más verlos llegar en semejante estado, habían depositado el cuerpo inconsciente de la japonesa sobre la inmensa cama rellena de plumas, repleta de cojines y sábanas de un llameante fucsia. Oscar se quedó durante toda la operación que realizó el médico del local que la madame no tardó en hacer llamar y cuando terminaron, los dejaron a solas y Oscar se acomodó en el alfeizar de la ventana a esperar a que recuperara el conocimiento.
Un suave gruñido proveniente de la cama lo sacó de su ensimismamiento dominado por la luz de la luna, y seguidamente, observó cómo la muchacha volvía en sí tras sus confusas pupilas.
¿Ya te has despertado? -Mientras daba un salto y se aproximaba a ella con su parasol y horquilla en las manos-. No te asustes, te he llevado al burdel -arqueó una ceja, como era casi costumbre en muchas de sus reacciones, tentado de reír frente a la seguida expresión despavorida en el rostro de Aya-. Sí, querida, trabajo aquí, pero también era el único sitio seguro con un médico decidido a atendernos y no había tiempo para más reflexiones, en eso estarás de acuerdo -le ofreció sus pertenencias y se sentó en la cama cerca de ella-. Tienes la herida vendada, gracias a Dios sólo fue que sangrabas mucho, pero el doctor dijo que era normal dada la zona. Por el que te la hizo no debes preocuparte, le perseguí para darle toda la paliza posible en un minuto y medio antes de cogerte y salir corriendo -suspiró y tras negar con la cabeza ante el recuerdo, se centró en buscar su mirada para quedarse clavado en ella-. ¿Por qué has hecho eso, Aya? Ponerte en medio... Y no me digas que ha sido para saldar tu supuesta deuda conmigo.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Me removí ligeramente, sintiendo unas sábanas a mi alrededor y un colchón bajo mi cuerpo. La almohada estaba algo alta para mi comodidad, pero aun así, me sentía tranquila y casi somnolienta. Poco a poco fui recuperando la consciencia, la movilidad y finalmente, logré abrir mis párpados aunque algo confusa al desconocer aquél escenario en el que ahora me hallaba. Junto a mí, estaba sentado el joven al que había protegido antes, haciéndome recordar todo lo que había sucedido en aquella callejuela.
Osgar me habló deprisa, sin dejarme espacio para serenarme y comprender lo que él me decía. Sólo captaba palabras sueltas: burdel, médico, vendas, paliza… Meneé la cabeza, intentando aclararme, gesto que propició que mi mirada se agachara y comprovara que ya no vestía aquél kimono, sino un albornoz transparente que poco dejaba a la imaginación de las curvas de mi cuerpo. Me cubrí al momento con las sábanas y me refugié de la mirada de aquél joven preocupado, pues nunca antes ningún hombre me había visto así. Bueno, tampoco es que lo hubiera permitido. Esbocé una mueca cuando al removerme entre las sábanas me dolió la herida, por lo que hice un gesto con aquellas mantas y busqué el origen de la punzada dolorosa, hallándola bajo unas gruesas y blancas vendas. Sólo esperaba que sanara pronto, pues una geisha con cicatrices significaba el final de su carrera y probablemente, el alejamiento de cualquier hombre nipón que antes la hubiese cortejado. Ladeé la cabeza para mirar al muchacho, quién ahora preguntaba por el motivo que me había llevado a rescatarle. Esbocé una dulce sonrisa, aunque algo cansada.
- Porque ahora estamos en paces.- musité con un hilo de voz, luchando por mantener mis ojos abiertos.- A demás… ¿no hubieses hecho lo mismo por mí?- me pregunté, guiñándole el ojo, gesto que me salió de forma espontánea, quizás debido a los efectos de los anestésicos.
Osgar me habló deprisa, sin dejarme espacio para serenarme y comprender lo que él me decía. Sólo captaba palabras sueltas: burdel, médico, vendas, paliza… Meneé la cabeza, intentando aclararme, gesto que propició que mi mirada se agachara y comprovara que ya no vestía aquél kimono, sino un albornoz transparente que poco dejaba a la imaginación de las curvas de mi cuerpo. Me cubrí al momento con las sábanas y me refugié de la mirada de aquél joven preocupado, pues nunca antes ningún hombre me había visto así. Bueno, tampoco es que lo hubiera permitido. Esbocé una mueca cuando al removerme entre las sábanas me dolió la herida, por lo que hice un gesto con aquellas mantas y busqué el origen de la punzada dolorosa, hallándola bajo unas gruesas y blancas vendas. Sólo esperaba que sanara pronto, pues una geisha con cicatrices significaba el final de su carrera y probablemente, el alejamiento de cualquier hombre nipón que antes la hubiese cortejado. Ladeé la cabeza para mirar al muchacho, quién ahora preguntaba por el motivo que me había llevado a rescatarle. Esbocé una dulce sonrisa, aunque algo cansada.
- Porque ahora estamos en paces.- musité con un hilo de voz, luchando por mantener mis ojos abiertos.- A demás… ¿no hubieses hecho lo mismo por mí?- me pregunté, guiñándole el ojo, gesto que me salió de forma espontánea, quizás debido a los efectos de los anestésicos.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Oscar bufó y frunció el ceño, pues para lo poco que se conocían la respuesta de la chica no le sorprendía lo más mínimo. Sin embargo, aquella muchacha acababa de guiñarle un ojo, y a pesar de que estaba acostumbrado a gestos coquetos del tipo, ver cómo se lo hacía ella después de todo ese protocolo tan educado y su actitud tan recatada... Le llenó el estómago de una sensación cálida, francamente cómoda.
Apenas me conoces. Una cosa es espantar a unos cuantos borrachos y otra muy distinta interponerme entre tú y un navajazo ¿Qué te hace pensar exactamente que habría hecho lo mismo por ti? -replicó, con retales de recelo en su voz. Aun así, el tono que predominó fue el de la afectuosa mofa y cuando vio que la geisha finalmente lo comprendía, negó con la cabeza de forma burlona y se le acercó repentinamente, deteniendo su rostro a escuetos milímetros de la barbilla de Aya- Por cierto... -murmuró antes de permanecer unos segundos así, fijo en aquellos ojos rasgados, tan etéreos e inabarcables incluso de tan cerca- Tú sí eres hermosa -afirmó, haciéndole cosquillas en los labios con el aliento de los suyos.
Se alejó de la japonesa tan rápido como se hubo aproximado y acto seguido se levantó de la cama para empezar a buscar el kimono de Aya junto al resto de sus prendas.
No quiero que vuelvas a ir sola por lugares como los de hoy -impuso, a la vez que se movía por la habitación-. Cada vez que te veas obligada a ir por alguno, acude a buscarme. ¿Entendido? No importa si me coges ocupado o no, yo te acompañaré adonde sea -No estaba usando las palabras exactas, pero a su modo, con ésas le daba a entender que ahora él sí tenía una deuda con ella. Una deuda eterna.
Volvió a la cama con todas las pertenencias de Aya y las depositó junto a ésta al tiempo que él también volvía a sentarse.
El doctor ha dicho que sería recomendable que esta noche durmieras aquí, la herida sigue sin resultar grave, pero al ser tan pronto aún, siempre corre riesgo de que se abra. Si no quieres permanecer aquí por el sitio que es, supongo que lo entenderé. Descansa un poco más y después te llevaré a tu casa. Pero mi cama es tuya... y cuanto necesites de mí, también.
Apenas me conoces. Una cosa es espantar a unos cuantos borrachos y otra muy distinta interponerme entre tú y un navajazo ¿Qué te hace pensar exactamente que habría hecho lo mismo por ti? -replicó, con retales de recelo en su voz. Aun así, el tono que predominó fue el de la afectuosa mofa y cuando vio que la geisha finalmente lo comprendía, negó con la cabeza de forma burlona y se le acercó repentinamente, deteniendo su rostro a escuetos milímetros de la barbilla de Aya- Por cierto... -murmuró antes de permanecer unos segundos así, fijo en aquellos ojos rasgados, tan etéreos e inabarcables incluso de tan cerca- Tú sí eres hermosa -afirmó, haciéndole cosquillas en los labios con el aliento de los suyos.
Se alejó de la japonesa tan rápido como se hubo aproximado y acto seguido se levantó de la cama para empezar a buscar el kimono de Aya junto al resto de sus prendas.
No quiero que vuelvas a ir sola por lugares como los de hoy -impuso, a la vez que se movía por la habitación-. Cada vez que te veas obligada a ir por alguno, acude a buscarme. ¿Entendido? No importa si me coges ocupado o no, yo te acompañaré adonde sea -No estaba usando las palabras exactas, pero a su modo, con ésas le daba a entender que ahora él sí tenía una deuda con ella. Una deuda eterna.
Volvió a la cama con todas las pertenencias de Aya y las depositó junto a ésta al tiempo que él también volvía a sentarse.
El doctor ha dicho que sería recomendable que esta noche durmieras aquí, la herida sigue sin resultar grave, pero al ser tan pronto aún, siempre corre riesgo de que se abra. Si no quieres permanecer aquí por el sitio que es, supongo que lo entenderé. Descansa un poco más y después te llevaré a tu casa. Pero mi cama es tuya... y cuanto necesites de mí, también.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Aquello no me sorprendió lo más mínimo, pues de bien era sabido que pocos hombres arriesgarían sus vidas por salvar a una simple y corriente geisha nipona, por lo que asentí con la mirada gacha aludiendo a sus reproches. Pero su tono no era severo, ni siquiera parecía molesto por mis actos, algo que me alegró realmente. Sonreí tímidamente y justo entonces, su rostro se acercó al mío peligrosamente, casi rozando sus labios con los míos cuando su voz destilaba cierto deje de coqueteo. Sonrojada, me limité a morder mi labio inferior, sintiendo la piel arder como si fiebre tuviera.
El aquél momento, el muchacho se alzó de la cama y empezó a recoger mis prendas mientras se ofrecía voluntario para ser mi guardaespaldas, algo que me arrancó una suave carcajada.
- El mayordomo de los Morel suele acompañarme siempre, sólo que esta vez está convaleciente.- respondí, intentando sonar convincente para que no se preocupara más por mi seguridad.
Osgar regresó al lecho en el me hallaba, aun luchando por mantenerme despierta.
- No quiero molestarle con mi presencia…- murmuré entonces, cuando él me ofreció pasar la noche en su cama, algo que no podía permitirme por las normas morales que juré acatar y en segundo lugar, porque realmente no quería importunarle, pues quizás tenía otros planes o simplemente mi compañía le desagradaba.
Y ya no supe qué respondió; ni siquiera si lo hizo. Mis párpados cedieron y exhausta como me encontraba, me abandoné a la musa del Sueño dónde, en un oscuro y lejano lugar, me mostraba perturbadas escenas de sangre y dolor, protagonizadas por aquél hombre que con su puñal, había derribado los frágiles muros de mi piel. Y yo gemía, incluso me removía para intentar alejarme de aquella figura espectral y carcajadas estremecedoras.
Abrí los ojos de golpe, respirando con dificultad, con el tuntún resonante aún en mis oídos, con la piel de mi frente algo sudorosa y… y con mis brazos rodeando el tórax de Osgar, quién dormía plácidamente junto a mí. Su respiración acariciaba mi rostro con dulzura, ajeno al rubor que de nuevo conquistó mis pómulos. Tragué saliva ruidosamente y con el pulso por las nubes, intenté mover uno de mis brazos que había quedado atrapado bajo el cuerpo del hombre, gesto que fue infructuoso hasta que de pronto, sus párpados se abrieron y sus ojos buscaron el origen de lo que le había despertado, encontrándolo en mi rostro, situado a escasos milímetros del suyo.
- Lo… lo siento.- me disculpé con un hilo de voz, sin hallar en mi mente nada más que añadir.
El aquél momento, el muchacho se alzó de la cama y empezó a recoger mis prendas mientras se ofrecía voluntario para ser mi guardaespaldas, algo que me arrancó una suave carcajada.
- El mayordomo de los Morel suele acompañarme siempre, sólo que esta vez está convaleciente.- respondí, intentando sonar convincente para que no se preocupara más por mi seguridad.
Osgar regresó al lecho en el me hallaba, aun luchando por mantenerme despierta.
- No quiero molestarle con mi presencia…- murmuré entonces, cuando él me ofreció pasar la noche en su cama, algo que no podía permitirme por las normas morales que juré acatar y en segundo lugar, porque realmente no quería importunarle, pues quizás tenía otros planes o simplemente mi compañía le desagradaba.
Y ya no supe qué respondió; ni siquiera si lo hizo. Mis párpados cedieron y exhausta como me encontraba, me abandoné a la musa del Sueño dónde, en un oscuro y lejano lugar, me mostraba perturbadas escenas de sangre y dolor, protagonizadas por aquél hombre que con su puñal, había derribado los frágiles muros de mi piel. Y yo gemía, incluso me removía para intentar alejarme de aquella figura espectral y carcajadas estremecedoras.
Abrí los ojos de golpe, respirando con dificultad, con el tuntún resonante aún en mis oídos, con la piel de mi frente algo sudorosa y… y con mis brazos rodeando el tórax de Osgar, quién dormía plácidamente junto a mí. Su respiración acariciaba mi rostro con dulzura, ajeno al rubor que de nuevo conquistó mis pómulos. Tragué saliva ruidosamente y con el pulso por las nubes, intenté mover uno de mis brazos que había quedado atrapado bajo el cuerpo del hombre, gesto que fue infructuoso hasta que de pronto, sus párpados se abrieron y sus ojos buscaron el origen de lo que le había despertado, encontrándolo en mi rostro, situado a escasos milímetros del suyo.
- Lo… lo siento.- me disculpé con un hilo de voz, sin hallar en mi mente nada más que añadir.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
No supo si creerla cuando le aseguró lo de aquel mayordomo y 'los Morel' le sonó a familia ostentosa que no se percataba ni un ápice de la joya oriental que debía de vivir bajo su techo. Aunque no se le pasó por alto su instantánea sonrisa, se dio cuenta de que Aya podría estar volviendo a hacerse mala sangre con comentarios que surgían de boca de Oscar por pura costumbre del sarcasmo y el desengaño general. Negó otra vez con la cabeza, de repente pensando que aquel iba a ser un gesto muy usual cada vez que la tuviera cerca...
Una lástima, habías empezado a tutearme...
Entonces, para añadirle más extrañeza al asunto... ¿Acaso eso también significaba que él quería volverla a ver?
Antes te he preguntado que qué te llevaba a pensar que haría lo mismo por ti, no estaba diciendo seguro que no lo har... -calló justo cuando la japonesa se deslizó de nuevo sobre el colchón, sumida otra vez en un sueño repentino. Suspiró y dio gracias de que la muchacha estuviera dormida para que no hubiera testigos ante la siguiente sonrisa sincera que le ocupó los labios.
Tenía pensado dormir en el suelo o en alguna de las sillas de madera que ocupaban la habitación, porque seguía sin dominar la cultura de la geisha, pero sí que empezaba a conocer cosas de Aya en particular y dormir junto a un hombre con el que no mantenía una relación no calzaba con su perfil psicológico. Sin embargo, una vez se levantó para apagar las luces y regresó a la cama para recoger la vestimenta asiática que finalmente no había tenido que volver a ponerse, fue como si su cuerpo experimentara el mismo absorbente cansancio que la había engullido a ella.
Cuando quiso darse cuenta, tenía a Aya asida a su pecho y sus ojos se habían despegado rápidamente, entre la reciente sorpresa de descubrir que también se había quedado dormido y la de comprobar a la chica en aquella posición tan próxima... La habría besado, si hubiera sido otra situación normal dentro de aquella habitación, si hubiera sido cualquier otra persona de las que llegaban allí pidiendo calor... Y no la chica que se refugiaba tímidamente en su parasol, que le contemplaba con la cara empolvada con pintura impoluta y las expresiones inalcanzables del cielo... La chica que le había protegido sin querer nada a cambio. Nada.
Tranquila -aseguró después de asimilar el hechizo de aquellas pupilas, acariciándole el pelo con la mano más cercana a sus cabellos que actuaba como sedante-. Tenías una pesadilla ¿No? Intenta volverte a dormir, anda. No voy a aprovecharme de ti, te lo prometo.
Una lástima, habías empezado a tutearme...
Entonces, para añadirle más extrañeza al asunto... ¿Acaso eso también significaba que él quería volverla a ver?
Antes te he preguntado que qué te llevaba a pensar que haría lo mismo por ti, no estaba diciendo seguro que no lo har... -calló justo cuando la japonesa se deslizó de nuevo sobre el colchón, sumida otra vez en un sueño repentino. Suspiró y dio gracias de que la muchacha estuviera dormida para que no hubiera testigos ante la siguiente sonrisa sincera que le ocupó los labios.
Tenía pensado dormir en el suelo o en alguna de las sillas de madera que ocupaban la habitación, porque seguía sin dominar la cultura de la geisha, pero sí que empezaba a conocer cosas de Aya en particular y dormir junto a un hombre con el que no mantenía una relación no calzaba con su perfil psicológico. Sin embargo, una vez se levantó para apagar las luces y regresó a la cama para recoger la vestimenta asiática que finalmente no había tenido que volver a ponerse, fue como si su cuerpo experimentara el mismo absorbente cansancio que la había engullido a ella.
Cuando quiso darse cuenta, tenía a Aya asida a su pecho y sus ojos se habían despegado rápidamente, entre la reciente sorpresa de descubrir que también se había quedado dormido y la de comprobar a la chica en aquella posición tan próxima... La habría besado, si hubiera sido otra situación normal dentro de aquella habitación, si hubiera sido cualquier otra persona de las que llegaban allí pidiendo calor... Y no la chica que se refugiaba tímidamente en su parasol, que le contemplaba con la cara empolvada con pintura impoluta y las expresiones inalcanzables del cielo... La chica que le había protegido sin querer nada a cambio. Nada.
Tranquila -aseguró después de asimilar el hechizo de aquellas pupilas, acariciándole el pelo con la mano más cercana a sus cabellos que actuaba como sedante-. Tenías una pesadilla ¿No? Intenta volverte a dormir, anda. No voy a aprovecharme de ti, te lo prometo.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
El hombre acarició mis cabellos, tranquilizándome con ese gesto para devolverme la paz interior que sentía, aunque eso fuese mentir. La realidad es que estaba asustada, con el temor aun en mi cuerpo, con las pesadillas acechándome cada vez que cerraba mis ojos. Tragué saliva y le miré suplicante, con un centelleo y los labios fruncidos. Él era un buen hombre que me había prometido no aprovecharse de mi debilidad, por lo que decidí darle un voto de confianza y abusar un poco de la suya.
- Tengo miedo.- admití en un susurro casi ininteligible, entre aquella oscuridad en la que sólo era quebrada por sus ojos y por la tenue luz de una vela que justo en ese momento, se consumió, sumiéndonos en una negrura estremecedora.
Sentí un escalofrío que cruzó mi columna vertebral y a continuación, un quejido proveniente de mi garganta. Ahora, las luces de la calle que intentaban sin demasiado éxito atravesar las cortinas del ventanal, creaban sombras en el techo que mi mente personificaba y daba vida. Me acurruqué contra el pecho de Osgar y cerré ojos ojos, tiritando levemente y abrazándole con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo emanar de él. Su aroma varonil me envolvió, haciéndome sentir segura entre sus brazos hasta que poco a poco, dejé de temblar. Alcé la vista para mirarle el rostro y disculparme por mi atrevimiento, pero la oscuridad había propiciado que no calculara las distancias y ahora mis labios habían rozados los suyos. Confundida y paralizada por la vergüenza de aquella torpeza, permanecía con los ojos bien abiertos y los labios entreabiertos, sin saber cómo remendar aquél gesto inocente.
Off: Disculpa que sea tan corto, el post! T_T
- Tengo miedo.- admití en un susurro casi ininteligible, entre aquella oscuridad en la que sólo era quebrada por sus ojos y por la tenue luz de una vela que justo en ese momento, se consumió, sumiéndonos en una negrura estremecedora.
Sentí un escalofrío que cruzó mi columna vertebral y a continuación, un quejido proveniente de mi garganta. Ahora, las luces de la calle que intentaban sin demasiado éxito atravesar las cortinas del ventanal, creaban sombras en el techo que mi mente personificaba y daba vida. Me acurruqué contra el pecho de Osgar y cerré ojos ojos, tiritando levemente y abrazándole con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo emanar de él. Su aroma varonil me envolvió, haciéndome sentir segura entre sus brazos hasta que poco a poco, dejé de temblar. Alcé la vista para mirarle el rostro y disculparme por mi atrevimiento, pero la oscuridad había propiciado que no calculara las distancias y ahora mis labios habían rozados los suyos. Confundida y paralizada por la vergüenza de aquella torpeza, permanecía con los ojos bien abiertos y los labios entreabiertos, sin saber cómo remendar aquél gesto inocente.
Off: Disculpa que sea tan corto, el post! T_T
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Aquella vez notó claramente los labios de Aya titubear contra los suyos y le hizo falta sostener con resolución los soplos de aire imprescindible para no llenarle la boca, además, de su aliento. De nuevo, su cabeza se abasteció de pensamientos y su cuerpo de necesidades. No estaba acostumbrado a reprimir sus instintos, ni a que la persona contraria no fuera quien le diera rienda suelta para volcarlos. ¿Qué se suponía que tenía que hacer frente a aquella situación? No era capaz de olvidarse de la personalidad de Aya, pero tampoco de lo que empezaba a sentir a causa de ella. Y aunque todavía resultaba pronto para darle un nombre, sabía que por nada del mundo quería quebrar aquello que ahora dormitaba entre sus brazos.
Y aun así, el rostro de aquella joven producía un olor tan extasiante...
Aya -suspiró otra vez y le sostuvo del mentón igual que cuando le preguntó por su nombre-. Te he prometido que no iba a aprovecharme de ti, pero no se puede decir que tú estés colaborando mucho -esperó lentamente a que sus ojos se acostumbraran a la reciente escasez de iluminación hasta que pudo discernir completamente los labios de la japonesa-. No voy a hacer nada que tú no quieras, pero si sigues así... podrías despertar a la bestia.
Off: ¡Mis posts no son precisamente como la Biblia, tranquila, tú también tienes derecho a darte un respiro!
Y aun así, el rostro de aquella joven producía un olor tan extasiante...
Aya -suspiró otra vez y le sostuvo del mentón igual que cuando le preguntó por su nombre-. Te he prometido que no iba a aprovecharme de ti, pero no se puede decir que tú estés colaborando mucho -esperó lentamente a que sus ojos se acostumbraran a la reciente escasez de iluminación hasta que pudo discernir completamente los labios de la japonesa-. No voy a hacer nada que tú no quieras, pero si sigues así... podrías despertar a la bestia.
Off: ¡Mis posts no son precisamente como la Biblia, tranquila, tú también tienes derecho a darte un respiro!
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
No pude evitar apartarme levemente de su abrazo ante sus palabras, aunque supuse luego que sólo estaba bromeando, pese a no ver sus rasgos por la acechante oscuridad del habitáculo. Sonreí dulcemente y volví a acurrucar mi cabeza sobre su pectoral, cerrando los ojos de nuevo para dejar que los fantasmas fuesen derretidos ante la cálida aura que Osgar desprendía.
Derretir… No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me había vuelto a dormir entre sus brazos, pero lo cierto era que la sala seguía sumida en la más absoluta oscuridad y que mi piel estaba realmente empapada de sudor, probablemente por las medicinas que me habían suministrado por aquella herida que a penas sentía en la piel de mi muslo. Seguía extremadamente en contacto con aquél muchacho, bajo unas finas sábanas sedosas que bien me parecieron gruesas ante al calor corporal que padecía. Resoplé y con cuidado de no despertar a Osgar, me deslicé por su lecho hasta tocar la moqueta con mis pies descalzos. ¿Qué debía hacer? Tenía mucho calor, casi como si tuviese fiebre. Pero me sentía mareada y exhausta para abrir la ventana e indispuesta para salir de aquella habitación en busca de la brisa nocturna que apaciguaría aquél sofoco. Eché una rápida mirada al durmiente y con sigilo, desabroché el nudo que ataba el albornoz a mi cuerpo, desprendiéndome de él para dejarlo junto a mis prendas. Respiré aliviada, pues aunque no era demasiada la tela que me cubría, desnuda me sentía más libre, más fresca. ¿Y ahora qué? No podía regresar a la cama así… pero tampoco podía esperar el alba ahí en medio del habitáculo. Tras una larga vacilación, pensé que si regresaba al lecho, oculta entre las sábanas, él no se daría cuenta de mi desnudez. Era un riesgo que estaba dispuesta a correr, pues mis párpados seguían pesándome y ahora que la sensación febril casi había desaparecido de mi cuerpo, debía aprovecharlo para recuperar el sueño desvelado.
Así, me acerqué al lecho y despegué las sábanas mínimamente, sólo para que cupiera mi cuerpo por aquél espacio. Pero un bostezo traicionero rompió aquél silencio, justo cuando metía una de mis piernas en su interior, conteniendo el aliento y petrificándome cuando el joven muchacho se removió.
Derretir… No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me había vuelto a dormir entre sus brazos, pero lo cierto era que la sala seguía sumida en la más absoluta oscuridad y que mi piel estaba realmente empapada de sudor, probablemente por las medicinas que me habían suministrado por aquella herida que a penas sentía en la piel de mi muslo. Seguía extremadamente en contacto con aquél muchacho, bajo unas finas sábanas sedosas que bien me parecieron gruesas ante al calor corporal que padecía. Resoplé y con cuidado de no despertar a Osgar, me deslicé por su lecho hasta tocar la moqueta con mis pies descalzos. ¿Qué debía hacer? Tenía mucho calor, casi como si tuviese fiebre. Pero me sentía mareada y exhausta para abrir la ventana e indispuesta para salir de aquella habitación en busca de la brisa nocturna que apaciguaría aquél sofoco. Eché una rápida mirada al durmiente y con sigilo, desabroché el nudo que ataba el albornoz a mi cuerpo, desprendiéndome de él para dejarlo junto a mis prendas. Respiré aliviada, pues aunque no era demasiada la tela que me cubría, desnuda me sentía más libre, más fresca. ¿Y ahora qué? No podía regresar a la cama así… pero tampoco podía esperar el alba ahí en medio del habitáculo. Tras una larga vacilación, pensé que si regresaba al lecho, oculta entre las sábanas, él no se daría cuenta de mi desnudez. Era un riesgo que estaba dispuesta a correr, pues mis párpados seguían pesándome y ahora que la sensación febril casi había desaparecido de mi cuerpo, debía aprovecharlo para recuperar el sueño desvelado.
Así, me acerqué al lecho y despegué las sábanas mínimamente, sólo para que cupiera mi cuerpo por aquél espacio. Pero un bostezo traicionero rompió aquél silencio, justo cuando metía una de mis piernas en su interior, conteniendo el aliento y petrificándome cuando el joven muchacho se removió.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Medio dormido por el mecer de la oscuridad, Oscar se movió distraídamente por el espacio del colchón entre el cuerpo de Aya y el resto de sábanas. Gruñó con molestia al notarse el hombro algo adormecido y con suavidad y todavía somnoliento usó el brazo contrario para masajeárselo con lentitud. Fue en ese momento que sintió la lisura desnuda de una pierna empezar a rozarle la suya. Confundido, decidió quedarse quieto, pues probablemente se trataría del atuendo con el que habían dejado a Aya, que se le habría escurrido de la piel al estarse moviendo. No fue hasta que pasaron unos segundos y la muchacha terminó de acomodarse como al principio que decidió girarse hacia ella.
Sintió de nuevo la urgencia de parpadear cuando la chica se acabó de recolocar rápidamente las mantas contra su cuello. Si no recordaba mal, el supuesto atuendo le cubría también los brazos y al seguir moviéndose un poco contra ella, fue capaz de sentir que esa zona también estaba desprovista de ropa...
Entonces lo comprendió al sentir cómo una gota de sudor correteaba por su propia frente, habían llegado las horas de un calor de la muerte, que era tan fuerte que hasta vencía las normas recatadas de una geisha. Sin embargo, aquello ya empezaba a resultarle un tanto extraño. No dudaba de la inocencia de Aya, ni mucho menos, pero no se le podía acusar a él de no estar superando un obstáculo detrás de otro... Y para rematarlo, ahora tenía su cuerpo desnudo prácticamente pegado a él.
No tenía intención alguna de romper su promesa, pero sí que le apetecía realizar un gesto que además de solidarizarse con ella, también la dejara perpleja. Por lo que se incorporó repentinamente y con un movimiento sencillo, más que entrenado, se deshizo él también de su camisa, regresando a su posición en la cama con el torso igual de desnudo que ella.
A mí también me cuesta dormir con este calor -añadió, aprovechándose de que la oscuridad podía camuflar su sonrisa torcida.
Sintió de nuevo la urgencia de parpadear cuando la chica se acabó de recolocar rápidamente las mantas contra su cuello. Si no recordaba mal, el supuesto atuendo le cubría también los brazos y al seguir moviéndose un poco contra ella, fue capaz de sentir que esa zona también estaba desprovista de ropa...
Entonces lo comprendió al sentir cómo una gota de sudor correteaba por su propia frente, habían llegado las horas de un calor de la muerte, que era tan fuerte que hasta vencía las normas recatadas de una geisha. Sin embargo, aquello ya empezaba a resultarle un tanto extraño. No dudaba de la inocencia de Aya, ni mucho menos, pero no se le podía acusar a él de no estar superando un obstáculo detrás de otro... Y para rematarlo, ahora tenía su cuerpo desnudo prácticamente pegado a él.
No tenía intención alguna de romper su promesa, pero sí que le apetecía realizar un gesto que además de solidarizarse con ella, también la dejara perpleja. Por lo que se incorporó repentinamente y con un movimiento sencillo, más que entrenado, se deshizo él también de su camisa, regresando a su posición en la cama con el torso igual de desnudo que ella.
A mí también me cuesta dormir con este calor -añadió, aprovechándose de que la oscuridad podía camuflar su sonrisa torcida.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Me cubrí rápidamente con las sábanas y me hice la dormida, aunque una suave caricia recorrió mi cuerpo y algo me dijo que se había percatado de mi desnudez. Tragué saliva ruidosamente y me escondí más aún entre las sábanas, sintiendo ese calor apoderándose de nuevo de mi piel. Diablos… ¿y ahora qué? Mis ojos fueron testigos de cómo Osgar se enderezaba para lanzar su camisa lejos de nosotros, volviendo a la postura anterior y comentando el bochorno que hacía, lo que me indicó que sí, que realmente sabía que estaba despierta y que estaba desnuda.
- Siento despertarte tan a menudo, es que me cuesta dormir esta noche.- susurré, quebrándoseme la voz por los nervios acumulados por aquella tensa situación, pues era una situación con la que nunca antes me había encontrado.
Decidí entonces hacer algo inteligente por una vez en el día. Poco a poco me di la vuelta envuelta en las sábanas, dándole mi espalda al hombre y acercándome al máximo posible al borde de la cama. Los segundos transcurrieron y cuando mi pulso y respiración se normalizaron, mis párpados cedieron. Pero antes de que el sueño me tomase en volandas y me transportara lejos de aquella habitación, caí haciendo un gran estruendo contra la moqueta, golpeándome levemente la cabeza contra la mesita de noche. Realmente aquél día era el más torpe de toda mi existencia. Gemí levemente, masajeando mi cráneo y permaneciendo sentada en aquella moqueta, junto al lecho. Y cómo no… desnuda.
- Siento despertarte tan a menudo, es que me cuesta dormir esta noche.- susurré, quebrándoseme la voz por los nervios acumulados por aquella tensa situación, pues era una situación con la que nunca antes me había encontrado.
Decidí entonces hacer algo inteligente por una vez en el día. Poco a poco me di la vuelta envuelta en las sábanas, dándole mi espalda al hombre y acercándome al máximo posible al borde de la cama. Los segundos transcurrieron y cuando mi pulso y respiración se normalizaron, mis párpados cedieron. Pero antes de que el sueño me tomase en volandas y me transportara lejos de aquella habitación, caí haciendo un gran estruendo contra la moqueta, golpeándome levemente la cabeza contra la mesita de noche. Realmente aquél día era el más torpe de toda mi existencia. Gemí levemente, masajeando mi cráneo y permaneciendo sentada en aquella moqueta, junto al lecho. Y cómo no… desnuda.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
¿Qué coj...
Tras escuchar el nefasto golpe contra el suelo y el leve, pero contundente estirón de las sábanas que, aun así, no pudieron moverle debido a su superior fuerza física, Oscar se apresuró a incorporarse nuevamente y asomarse por encima de la cama para comprobar si Aya se encontraba de una pieza.
¿Estás viva? -inquirió, aunque él mismo pudo dar fe de ello. Estaba viva, de una pieza... y menuda pieza, se le escapó pensar. Si no hubiera sido por los continuos despertares de la chica, ahora no estaría siendo capaz de distinguirla entre la oscuridad, pero por desgracia (para ella...), el chico aún tenía los ojos acostumbrados.
No pudo evitar permitirse unos cuantos segundos de ensimismado reconocimiento, primero por las curvas carnales de aquella figura femenina, luego centrándose en la ligera voluptuosidad de otras zonas no menos apetecibles y finalmente deslizó su mirada por las piernas que antes había sentido de tan cerca... No fue hasta llegar a la parte final y clave de su sexo que agitó la cabeza para volver al mundo real donde debía seguir comportándose como el perfecto caballero que había asegurado que sería.
Joder, Aya -gruñó, de repente con ganas de una ducha bien, bien fría. Se levantó para ayudarla a recuperar el equilibrio y la envolvió otra vez en las sábanas lo más rápido posible para alejar el contacto cuanto antes-. Entiendo que te cueste dormir conmigo al lado, diablos, sólo tienes que pedírmelo y descansaré en cualquier otro sitio...
Tras escuchar el nefasto golpe contra el suelo y el leve, pero contundente estirón de las sábanas que, aun así, no pudieron moverle debido a su superior fuerza física, Oscar se apresuró a incorporarse nuevamente y asomarse por encima de la cama para comprobar si Aya se encontraba de una pieza.
¿Estás viva? -inquirió, aunque él mismo pudo dar fe de ello. Estaba viva, de una pieza... y menuda pieza, se le escapó pensar. Si no hubiera sido por los continuos despertares de la chica, ahora no estaría siendo capaz de distinguirla entre la oscuridad, pero por desgracia (para ella...), el chico aún tenía los ojos acostumbrados.
No pudo evitar permitirse unos cuantos segundos de ensimismado reconocimiento, primero por las curvas carnales de aquella figura femenina, luego centrándose en la ligera voluptuosidad de otras zonas no menos apetecibles y finalmente deslizó su mirada por las piernas que antes había sentido de tan cerca... No fue hasta llegar a la parte final y clave de su sexo que agitó la cabeza para volver al mundo real donde debía seguir comportándose como el perfecto caballero que había asegurado que sería.
Joder, Aya -gruñó, de repente con ganas de una ducha bien, bien fría. Se levantó para ayudarla a recuperar el equilibrio y la envolvió otra vez en las sábanas lo más rápido posible para alejar el contacto cuanto antes-. Entiendo que te cueste dormir conmigo al lado, diablos, sólo tienes que pedírmelo y descansaré en cualquier otro sitio...
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Para mi suerte, era muy negro todo y dudaba que el joven que se asomó a cerciorarse de mi estado hubiese podido adivinar algunas de mis curvas. No obstante, él corrió para cubrirme con la sábana, algo que trajo consigo aquél sofoco anterior y un leve mareo, quizás esta vez debido al golpe. Me puse en pie y me desestabilicé, cayendo torpemente sobre él, y Osgar, sobre el colchón. Parpadeé unos segundos y esbocé una sonrisa de disculpa.
- No sois vos… - empecé, pero algo interrumpió mi explicación de los hechos.
La puerta de la habitación se abrió y apareció una mujer en ropa interior, preguntando qué había sucedido tras escuchar el golpe. Se hizo el silencio por unos momentos y cuando ella nos vio en aquella delicada posición, se creó falsas ideas de lo que acontecía y tras una disculpa risueña, cerró la puerta tras ella y sus pasos se alejaron por un pasillo. Volví mi vista hacia el hombre con la confusión escrita en mi rostro.
- No sois vos… - empecé, pero algo interrumpió mi explicación de los hechos.
La puerta de la habitación se abrió y apareció una mujer en ropa interior, preguntando qué había sucedido tras escuchar el golpe. Se hizo el silencio por unos momentos y cuando ella nos vio en aquella delicada posición, se creó falsas ideas de lo que acontecía y tras una disculpa risueña, cerró la puerta tras ella y sus pasos se alejaron por un pasillo. Volví mi vista hacia el hombre con la confusión escrita en mi rostro.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
El joven abrió mucho los ojos al terminar en aquella posición, sintiendo la tersa presión de los senos de Aya contra su abdomen igualmente impoluto, completamente al descubierto. Echó la cabeza hacia atrás para poder lidiar con los ojos de ella, por enemísima vez tan próximos en un solo día, y dio gracias de que una de sus compañeras entrara para interrumpir aquel leve intercambio de jadeos porque sentía las puñeteras fuerzas de lo correcto y jurado desgañitarse como la mala afinidad de un instrumento roto.
La otra cortesana desapareció tras la sarnosa reacción esperada y cuando Aya y él volvieron a girar sus caras para perderse en la confusión del otro, notó que ya había llegado a su límite. Pero no al límite carnal ni furioso, sino al único límite que realmente le preocupaba: el de su sonrisa. Ese punto en el que dejaba de ser sólo un estiramiento de labios y pasaba a abrirse con soltura para transformarse en la carcajada más pura que recordara desde hacía tiempo...
La otra cortesana desapareció tras la sarnosa reacción esperada y cuando Aya y él volvieron a girar sus caras para perderse en la confusión del otro, notó que ya había llegado a su límite. Pero no al límite carnal ni furioso, sino al único límite que realmente le preocupaba: el de su sonrisa. Ese punto en el que dejaba de ser sólo un estiramiento de labios y pasaba a abrirse con soltura para transformarse en la carcajada más pura que recordara desde hacía tiempo...
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Parpadeé más confusa si cabía ante la reacción de Osgar.
- ¿Qué le parece tan divertido?- le pedí inocentemente, ladeando la cabeza y frunciendo la nariz.
Intenté moverme, pero mi pierna no herida había quedado atrapada entre las del hombre y si la movía, era inevitable que rozara cierta parte varonil. Tragué saliva y me mantuve quieta, sin decidirme qué hacer ahora. Quizás por ello, y por el día lleno de torpezas y locuras, mis labios dibujaron una amplia sonrisa que terminó como la de Osgar, en una sonora carcajada, algo que hizo ensanchar mis pulmones y con ellos, mis pechos desnudos se oprimían contra el pectoral de Osgar.
Sus ojos centelleantes por un brillo de diversión enmarcaban un rostro angelical. ¿Y si al fin y al cabo, todo aquello era un mero sueño? Mordí mi labio inferior cuando mi risa se apagó, moviendo una de mis manos hacia la mejilla del joven, acariciando el contorno de sus mandíbulas hasta que la yema de mis dedos se detuvo sobre sus labios. Pestañeé unos segundos. ¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Por qué me latía tan fuerte el corazón en mi pecho? ¿Por qué entreabría ahora mis labios y suspiraba? ¿Por qué alzaba mi mano hacia su mejilla y la recorría con suavidad? ¿Por qué me apegaba a su cuerpo sin importarme la desnudez? ¿Por qué mis ojos centelleaban? ¿Por qué ahora… contenía el aliento?
- ¿Qué le parece tan divertido?- le pedí inocentemente, ladeando la cabeza y frunciendo la nariz.
Intenté moverme, pero mi pierna no herida había quedado atrapada entre las del hombre y si la movía, era inevitable que rozara cierta parte varonil. Tragué saliva y me mantuve quieta, sin decidirme qué hacer ahora. Quizás por ello, y por el día lleno de torpezas y locuras, mis labios dibujaron una amplia sonrisa que terminó como la de Osgar, en una sonora carcajada, algo que hizo ensanchar mis pulmones y con ellos, mis pechos desnudos se oprimían contra el pectoral de Osgar.
Sus ojos centelleantes por un brillo de diversión enmarcaban un rostro angelical. ¿Y si al fin y al cabo, todo aquello era un mero sueño? Mordí mi labio inferior cuando mi risa se apagó, moviendo una de mis manos hacia la mejilla del joven, acariciando el contorno de sus mandíbulas hasta que la yema de mis dedos se detuvo sobre sus labios. Pestañeé unos segundos. ¿Qué me estaba ocurriendo? ¿Por qué me latía tan fuerte el corazón en mi pecho? ¿Por qué entreabría ahora mis labios y suspiraba? ¿Por qué alzaba mi mano hacia su mejilla y la recorría con suavidad? ¿Por qué me apegaba a su cuerpo sin importarme la desnudez? ¿Por qué mis ojos centelleaban? ¿Por qué ahora… contenía el aliento?
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
¡Nada, nada! -se excusó con dificultad y trató de comunicarse mientras le suponía un verdadero problema hacerse con un poco de aire para sobrevivir a aquella risa. Para colmo, el escuchar que Aya la compartía instantes después no le ayudaba lo más mínimo a recomponerse debidamente. Tanto tiempo sin carcajear con todas las letrás tenía sus consecuencias- ¡Es... es sólo que... que parece que no quieran que...
...que continuara con aquel puñetero auto-control cuando sintió las delicadas yemas de Aya sobre su boca y distinguió sus labios entreabiertos de nuevo, parados entre su respirar y la nada. Colocó una mano un poco más arriba de la cintura de la geisha y cerró los ojos para soltar con un tono de voz desgarrado, apunto de dejarse llevar por la sensación de calidez que se fundía bajo sus siluetas desnudas.
Ahora sí que necesito besarte, Aya, pero si no te aviso antes jamás me lo perdonaría... -expulsó con dificultad y el cansancio placentero de la risa, mientras rompía un poco más la distancia y rozaba boca con boca de un modo casi imperceptible, dándole la oportunidad de apartarse o por el contrario completar la senda...
...que continuara con aquel puñetero auto-control cuando sintió las delicadas yemas de Aya sobre su boca y distinguió sus labios entreabiertos de nuevo, parados entre su respirar y la nada. Colocó una mano un poco más arriba de la cintura de la geisha y cerró los ojos para soltar con un tono de voz desgarrado, apunto de dejarse llevar por la sensación de calidez que se fundía bajo sus siluetas desnudas.
Ahora sí que necesito besarte, Aya, pero si no te aviso antes jamás me lo perdonaría... -expulsó con dificultad y el cansancio placentero de la risa, mientras rompía un poco más la distancia y rozaba boca con boca de un modo casi imperceptible, dándole la oportunidad de apartarse o por el contrario completar la senda...
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Mi cuerpo ardiente fue testigo del revoloteo interno que causó los labios de Osgar sobre los míos, acariciándolos con tanta ternura y cuidado que era casi como un cosquilleo, sólo que en mi vientre se sintió como un auténtico remolino de sensaciones. No me aparté de él. Aquél no era mi primer beso, ya Christian se había adelantado en aquellos baños termales. No obstante, la sensación que ahora me recurría era distinta, pero no la adrenalina en mi piel y mi estado casi febril que me empujaba a despojarme de todas aquellas normas morales que una vez juré acatar.
Aquella tarde había empezado mal, hasta que empezó a ser surrealista. Y quizás con la firme esperanza de que todo aquello fuese un sueño o un estado de coma, me limité a escuchar por primera vez en mi vida, aquello que deseaba en aquél preciso momento, sin importarme nada más que eso. Y mis impulsos, mis instintos, me empujaban a él.
Moví la mano que acariciaba su mejilla hasta enredar mis dedos entre sus cabellos alborotados y mis ojos, abiertos de par en par desde que sus palabras habían cobrado sentido en mi mente, se cerraron despacio para profundizar aquél contacto bucal, dejando que mi húmeda e inexperta lengua jugueteara con la suya en su interior, sintiendo mi piel arder sin que eso me importase lo más mínimo. Y por un momento, no me hubiera importado que esa calidez fuese la de las llamas del mismísimo infierno. Porque qué dulce condena sufriría en tal infierno.
Pero…
Aquella tarde había empezado mal, hasta que empezó a ser surrealista. Y quizás con la firme esperanza de que todo aquello fuese un sueño o un estado de coma, me limité a escuchar por primera vez en mi vida, aquello que deseaba en aquél preciso momento, sin importarme nada más que eso. Y mis impulsos, mis instintos, me empujaban a él.
Moví la mano que acariciaba su mejilla hasta enredar mis dedos entre sus cabellos alborotados y mis ojos, abiertos de par en par desde que sus palabras habían cobrado sentido en mi mente, se cerraron despacio para profundizar aquél contacto bucal, dejando que mi húmeda e inexperta lengua jugueteara con la suya en su interior, sintiendo mi piel arder sin que eso me importase lo más mínimo. Y por un momento, no me hubiera importado que esa calidez fuese la de las llamas del mismísimo infierno. Porque qué dulce condena sufriría en tal infierno.
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Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Pero nada pensó Oscar, contestándose a sí mismo al recibir la inesperada respuesta que completaba el titubeante recorrido hasta su aliento. Nada iba a detenerlo ahora, no al menos de saborear el interior de los labios de Aya como irónica recompensa a haberse pasado tantas horas evitando que lo hiciera.
No quería ser abrupto, ni mucho menos sentirse forzoso. Primero prolongó la leve tersura que provocaba la inocente fricción de labio inferior con labio superior, de labio superior con labio inferior y centro y luego comisura... Besó todo su contorno hasta quedarse complacido con la sensación de calidez que no había dejado de experimentar desde que la conoció en aquellas calles y que ahora entraba dentro de él de manera también literal... Se embriagó del calor del tacto y cuando lo consideró oportuno, traspasó también las fronteras de su boca. Una vez allí, no extrajo su lengua hasta que no notó la presencia de la de ella y entre estremecedores roces y jadeos engullidos que rodeaban la zona se mantuvo largo rato degustando aquella línea anteriormente vedada.
Así descubrió lo increíblemente cuidadosos que eran capaces de ser sus actos cuando la otra persona le importaba para mucho más que poseer su silueta.
No quería ser abrupto, ni mucho menos sentirse forzoso. Primero prolongó la leve tersura que provocaba la inocente fricción de labio inferior con labio superior, de labio superior con labio inferior y centro y luego comisura... Besó todo su contorno hasta quedarse complacido con la sensación de calidez que no había dejado de experimentar desde que la conoció en aquellas calles y que ahora entraba dentro de él de manera también literal... Se embriagó del calor del tacto y cuando lo consideró oportuno, traspasó también las fronteras de su boca. Una vez allí, no extrajo su lengua hasta que no notó la presencia de la de ella y entre estremecedores roces y jadeos engullidos que rodeaban la zona se mantuvo largo rato degustando aquella línea anteriormente vedada.
Así descubrió lo increíblemente cuidadosos que eran capaces de ser sus actos cuando la otra persona le importaba para mucho más que poseer su silueta.
Oscar Llobregat- Prostituto Clase Media
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
El beso empezó siendo algo dubitativo, vacilando en si debía penetrar en mi boca o no. Pero poco a poco, sus labios conquistaron los míos, sin dueño y sedientos de cariño. Su lengua juguetona se entrelazaba con la mía y a cada segundo que transcurría, mis ansias de él crecían de forma exponencial, por lo que mis manos bajaron por su cuello hasta cernirse a su alrededor, degustando cada uno de sus gestos, de sus caricias, de sus jadeos en mi boca.
El traspasar aquél límite estipulado por mis estrictas normas sí fue la primera vez que las desobedecía, pues una cosa era un pequeño e inocente roce de labios y otra muy distinta, era aquello. Era el dejarme hipnotizar por el tic-tac de su corazón; era el practicar con su cuerpo el lenguaje de mis manos; era el subirme a su barca desnuda porque en su cuerpo era verano; era el jugar a ese cuento en el que me besan y despierto de un largo letargo; era el contradecir al mundo, haciendo lo claro oscuro; era el contar mentalmente cuánto duraban los besos; era el comprobar que nuestros cuerpos propagaban el calor; era el sentirme prisionera de su boca y el no desear jamás la liberación.
Tomé una bocanada de aire y abrí despacio mis ojos, con mi nariz rozando la suya y mi aliento acariciando sus húmedos labios.
- No puedo.- jadeé con un hilo de voz, a penas audible.
El traspasar aquél límite estipulado por mis estrictas normas sí fue la primera vez que las desobedecía, pues una cosa era un pequeño e inocente roce de labios y otra muy distinta, era aquello. Era el dejarme hipnotizar por el tic-tac de su corazón; era el practicar con su cuerpo el lenguaje de mis manos; era el subirme a su barca desnuda porque en su cuerpo era verano; era el jugar a ese cuento en el que me besan y despierto de un largo letargo; era el contradecir al mundo, haciendo lo claro oscuro; era el contar mentalmente cuánto duraban los besos; era el comprobar que nuestros cuerpos propagaban el calor; era el sentirme prisionera de su boca y el no desear jamás la liberación.
Tomé una bocanada de aire y abrí despacio mis ojos, con mi nariz rozando la suya y mi aliento acariciando sus húmedos labios.
- No puedo.- jadeé con un hilo de voz, a penas audible.
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Sin embargo, Oscar lo escuchó sin ningún problema. Respiró y respiró, tras el último soplo que pudo absorber del néctar embriagador de su saliva cálida y el muro prohibido que incluso a sí mismo se había impuesto como imposible sin éxito, sin nada de lo que poder arrepentirse para no darse cuenta de que se había equivocado.
No encontró error en el sabor que dejó en su boca, ni en los restos de las caricias de sus dedos que todavía era capaz de sentir adheridos a su piel como picaduras de un placer innegable. Volvió a tomar algo de aire y cerró los ojos por un momento para no tardar nada en acariciarle otra zona del cuerpo, entonces la barbilla.
Tranquila... No pensaba llegar a tanto- afirmó, todavía jadeando y guardando el "tan pronto" en su mente-. Al final no he cumplido mi promesa, seguro que un guardaespaldas como yo ya no te inspira confianza.
No encontró error en el sabor que dejó en su boca, ni en los restos de las caricias de sus dedos que todavía era capaz de sentir adheridos a su piel como picaduras de un placer innegable. Volvió a tomar algo de aire y cerró los ojos por un momento para no tardar nada en acariciarle otra zona del cuerpo, entonces la barbilla.
Tranquila... No pensaba llegar a tanto- afirmó, todavía jadeando y guardando el "tan pronto" en su mente-. Al final no he cumplido mi promesa, seguro que un guardaespaldas como yo ya no te inspira confianza.
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Re: Después del primer encuentro... [Aya Kuran]
Sonreí dulcemente, quizás casi atontadamente, como si estuviese... ¿hipnotizada? ¿ensimismada? O... ¿enamorada? No, aquello era de locos. La fiebre me hacía ver y sentir cosas dónde no las había. ¿O sí?
- Me inspira mucho más que confianza, monsieur.- admití en un suspiro que logré vocalizar antes de dejar caer mi cabeza a un lado de su hombro, en un abrazo exhausto, no tanto físicamente sino mentalmente, anímicamente, pues por una vez, no era sólo el hombre quién se contenía ante mí.
Mordí mi labio inferior, intentando calmar aquél desasosiego, aquellas ansias, aquella necesidad de él, de su boca, de su aroma, de sus caricias, de su voz. Lo que no sabía yo, era que aquél muchacho llamado Osgar -mal pronunciado y que no corregí hasta un tiempo después-, había abierto una caja oculta y sellada en mis entrañas: la caja del anhelo.
La cuestión era: si él la había abierto... ¿quién la cerraría? ¿Quién me regresaría al pozo de la contención, el silencio y la soledad?
- Me inspira mucho más que confianza, monsieur.- admití en un suspiro que logré vocalizar antes de dejar caer mi cabeza a un lado de su hombro, en un abrazo exhausto, no tanto físicamente sino mentalmente, anímicamente, pues por una vez, no era sólo el hombre quién se contenía ante mí.
Mordí mi labio inferior, intentando calmar aquél desasosiego, aquellas ansias, aquella necesidad de él, de su boca, de su aroma, de sus caricias, de su voz. Lo que no sabía yo, era que aquél muchacho llamado Osgar -mal pronunciado y que no corregí hasta un tiempo después-, había abierto una caja oculta y sellada en mis entrañas: la caja del anhelo.
La cuestión era: si él la había abierto... ¿quién la cerraría? ¿Quién me regresaría al pozo de la contención, el silencio y la soledad?
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