Después del primer encuentro... [Aya Kuran]

por **Oscar Llobregat** Mar Oct 11, 2011 3:18 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Todo había sucedido muy deprisa y se estuvo maldiciendo por semejante error de concentración durante el copioso trayecto en el que llevó a Aya en brazos hasta el burdel. No pudo prevenir los movimientos de aquel tipo, incluso cuando se sabía todos los de más personas de las que le gustaría. 'Vista una, vistas todas'; los y las clientes que acudían a por sus servicios borrachos y con la hiperactividad del deseo mezclada, los y las habitantes de los barrios de Wroclaw con los que aprendió a jugar a navajazos auténticos para apostar dinero... No podía decirse que no hubiera logrado desenvolverse con agilidad en la situación anteriormente ocurrida en aquella calle, así que la desgracia que Aya había padecido era imperdonable por su parte, muchísimo más si todo había pasado por defenderle a él... ¡Acababa de conocerla, joder, todavía no comprendía de dónde demonios había sacado la idea de protegerle!

Se encontraban en la habitación reservada para su uso, él y dos cortesanas más que enseguida se prestaron a ayudarle nada más verlos llegar en semejante estado, habían depositado el cuerpo inconsciente de la japonesa sobre la inmensa cama rellena de plumas, repleta de cojines y sábanas de un llameante fucsia. Oscar se quedó durante toda la operación que realizó el médico del local que la madame no tardó en hacer llamar y cuando terminaron, los dejaron a solas y Oscar se acomodó en el alfeizar de la ventana a esperar a que recuperara el conocimiento.

Un suave gruñido proveniente de la cama lo sacó de su ensimismamiento dominado por la luz de la luna, y seguidamente, observó cómo la muchacha volvía en sí tras sus confusas pupilas.

¿Ya te has despertado? -Mientras daba un salto y se aproximaba a ella con su parasol y horquilla en las manos-. No te asustes, te he llevado al burdel -arqueó una ceja, como era casi costumbre en muchas de sus reacciones, tentado de reír frente a la seguida expresión despavorida en el rostro de Aya-. Sí, querida, trabajo aquí, pero también era el único sitio seguro con un médico decidido a atendernos y no había tiempo para más reflexiones, en eso estarás de acuerdo -le ofreció sus pertenencias y se sentó en la cama cerca de ella-. Tienes la herida vendada, gracias a Dios sólo fue que sangrabas mucho, pero el doctor dijo que era normal dada la zona. Por el que te la hizo no debes preocuparte, le perseguí para darle toda la paliza posible en un minuto y medio antes de cogerte y salir corriendo -suspiró y tras negar con la cabeza ante el recuerdo, se centró en buscar su mirada para quedarse clavado en ella-. ¿Por qué has hecho eso, Aya? Ponerte en medio... Y no me digas que ha sido para saldar tu supuesta deuda conmigo.

por **Oscar Llobregat** Vie Oct 14, 2011 8:23 pm

Con la cabeza de Aya acurrucada nuevamente en su cuerpo, hambriento del abrazo sincero de sus pieles, Oscar la atrajo hacia sí para dar por concluído aquel intercambio desenfrenado. A través de la libertad del tacto y la seguridad que transmitían sus siluetas despojadas de todo convencionalismo como lo era la ropa, deseó que por fín, la japonesa se durmiera y él también se durmió deseando que ella se durmiera... Redundancia de un poema en su vigilia.

Eres muy extraña -murmuraba de tanto en tanto, no sabía muy bien si en realidad o sueños-. Tan pronto me tuteas como vuelves a tratarme de señor... -y no era un reproche, sino más bien una observación. Una de tantas que la mujer había logrado conquistar entre el dominio de algo más que un mero interés...

Los primeros haces de luces matutinas invadieron la estancia para invadir también ese descanso que tanto había costado. Se desperezó con torpeza humana, mas sin despegarse un solo momento del cuerpo aún dormido de Aya y se le ocurrió pensar si alguien vendría a molestarlos tan pronto... Se conformó con confiar en que su compañera ya habría dado instrucciones de una intimidad duradera y si la madame no acudía expresamente a ordenarle algo, no tenía porqué pasar nada grave.

Bostezó silenciosamente para no despertar a la chica y regresó a cerrar los ojos para torcer el cuello y que su mejilla volviera a acomodarse contra los cabellos de ella.

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 3:46 am

Un rayo de luz fue suficiente para desperezar mis ojos, pestañeando somnolienta aun, bostezando contra el pecho desnudo de Osgar, quién me seguía abrazando en la misma postura en la que habíamos caído la madrugada anterior. Él no se movía, manteniendo su mejilla contra mi cabeza. ¿Seguiría durmiendo? Probablemente.

Alcé la vista sin moverme para no despertarle como siempre solía hacer, recorriendo la estancia con curiosidad. Así que… ¿allí vivía y trabajaba? Mordí mi labio inferior y una punzada de dolor se clavó en mi pecho izquierdo, recordando el fogoso beso de antes. ¿Se lo tomaría él como parte de su trabajo? Aquella idea, sorprendentemente, me decepcionó, sin poder evitar que un suspiro escapara de mis labios.

Decidí entonces apartar ese pensamiento de mi cabeza, centrándome en lo que a mí respectaba. Si el sol ya había bañado con su luz cada rincón de París, significaba que ya era de día. Y si había amanecido, implicaba que mis labores de limpieza en la Mansión Morel, ya deberían haber empezado. Y así fue como casi me atraganto con el propio oxígeno que respiraba, sintiendo mi corazón martillear mi nudo pecho, jadeante ante la idea de que podían echarme por haber desaparecido toda una noche y no cumplir con mis cometidos.

Sin importarme ya tanto el hecho de despertar a Osgar o no, me enderecé, sosteniendo mi cuerpo con las manos que descansaban a lado y lado de su cabeza, movimiento que propició que nuestros rostros se vieran y sus ojos vagabudearan en los míos como lo fue a la viceversa. Tragué saliva y le miré tiritante por su imponencia y cierto nerviosismo.

- Debo irme.- me limité a anunciar, aún en aquella posición.

Off: La user no quiere irse... >_< Le gustan demasiado tus posts *-*

por **Oscar Llobregat** Sáb Oct 15, 2011 3:26 pm

El chico abrió y cerró los ojos con interrumpido reposo y al escuchar aquella preocupada afirmación de Aya, decidió activar del todo su cuerpo para hacerse a la idea de un nuevo día, con su respectiva realidad aburrida. Apoyó los codos sobre el colchón y con una mano, sujetó a Aya de la cintura para conseguir despegar finalmente la pegatina de sus cuerpos que había perdurado casi toda la noche. Antes de que la chica pudiera decir nada, él ya se había dado la vuelta para no verla completamente desnuda a causa de la impoluta iluminación de la que ahora gozaban y desde ahí se frotó el cuello para suspirar lánguidamente.

Claro, te acompañaré a tu casa, todavía tendrás la pierna un poco resentida-dijo, mientras se levantaba para volver a facilitarle toda su ropa-. Y me da lo mismo que te niegues, te acompañaré sí o sí. No pienso dejarte volver sola por sitios raros y menos medio coja.

Le dijo aquello sin caer en la cuenta de que había girado el rostro para mirarle a la cara y, por lo tanto, tenía todas las papeletas para terminar descendiendo la vista hacia el cuerpo descubierto de la japonesa. Sonrió, con ese deje de dulzura que extrañamente comenzaba a salir inconsciente frente a Aya y no tardó en volver a mostrarle la nuca.

Tranquila, intento respetar tu intimidad mientras te vistes- se explicó y se salió de la cama con la camisa en las manos para empezar a recolocársela-. Me saldré a esperar a que te cambies y cuando lo hagas, avísame y entraré otra vez para que nos pongamos en marcha.

Me gustaría volver a verte, pensó en admitir nada más pisar el suelo y caminar hacia la puerta de la habitación, pero no supo si estaba preparado para escucharse decir algo como eso por primera vez en su vida. Y más todavía, con el pulcro y demoledor significado que aquella confesión llevaba encima.

Off: ¡Lo mismo digo! A ver si dejas de escribir tan bien, señorita Razz

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 3:43 pm

No rechisté ante su contundente exigencia, pues era consciente de que tenía razón. Necesitaría la ayuda de un brazo firme que me sostuviera si mi pierna flaqueaba o un guardaespaldas que me cubriera si alguien intentaba propasarse conmigo debido a mi fragilidad, aunque en tal caso, dudaba que le dejara protegerme. Como buena muestra de ello, estaba aquella herida vendada en mi muslo que sin duda, repetiría la acción que me llevó a aquél burdel, al lecho de aquél hombre en específico y a la boca que… Corté los pensamientos de raíz en cuanto sentí un rubor en mi piel, ya no tanto por el hecho de que Osgar me viese desnuda sino por aquella morbosa idea que por primera vez, despertaba un sentimiento extraño en mi vientre. ¿Excitación? ¿Adrenalina? ¿Anhelo? Quizás era todo un poco.

Mordí mi labio inferior cuando él decidió dejarme sola en aquél habitáculo. Despacio y sin prisa empiezo a deslizar las telas de la ropa interior, pero según qué movimientos no podía hacerlos por culpa de la tirantez de la herida. Así, sabiendo el grado de compromiso en el que le pondría, suspiré y decidí hacerlo.

- ¿Osgar?- le llamé con voz titubeante. – Te necesito.

No supe hasta que punto era cierta aquella afirmación hasta que lo había dicho. Me había puesto el albornoz transparente de la noche anterior, y miraba mi corsé con cierto recelo, así como las medias que no había logrado subirme por la pierna. Suspiré y esperé a que él hiciera acto de presencia para pedirle que me ayudara a vestirme.

Off: Hoy te eché de menos... T_T

por **Oscar Llobregat** Sáb Oct 15, 2011 4:45 pm

El joven escuchó cómo Aya le requería desde dentro y se extrañó al considerarlo tan pronto.

¿Ya te has vestido? -preguntó a la vez que volvía a irrumpir en la estancia y se encontraba con la muchacha, de nuevo envuelta en aquel aparatoso albornoz.

Se aguantó las ganas de relamerse los labios con la punta de la lengua al mirarle instintivamente hacia el escote, pero por enésima vez desde hacía un día se limitó para comportarse con la decencia a la que no estaba acostumbrado (porque nadie se la hubo enseñado: todo el mérito estaba siendo autodidacta).

¿Necesitas... ayuda? -procuró pronunciar con un tono de voz natural, sin fijarse en nada más que en los brillantes tintineantes de sus pupilas-. Me parece que vas a tener que indicarme lo que hacer, no estoy acostumbrado a llevar ropa de mujer... -bromeó, mordiéndose un poco la lengua.

Off: Ooooh, gracias, pero hoy estuve casi todo el día fuera de casa T__T ¡ahora es cuando regreso!

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 4:56 pm

Sus ojos parecían brillar de un modo extraño, aunque no me sobrecogió. Le hice un gesto para que se acercara tras cerrar la puerta tras él y le tendí las medias.

- No puedo ponérmelas.- murmuré con la mirada gacha, contemplando cómo él se acuclillaba frente a mí y las tomaba entre sus manos, haciendo deslizar suavemente aquella tela por una de mis piernas.

Mis ojos seguían cada uno de sus movimientos, escrutando sus facciones, sus cabellos, sus gestos, midiendo cada latido, cada respiración. Sus manos, sin quererlo, acariciaban mi pierna, mi rodilla, mi muslo… hasta llegar a mi ropa interior. Allí se detuvo, vacilante. Con la mirada fija en sus ojos y un visible rubor en mis mejillas, me puse en pie para dejar que él tirase de aquellas medias hasta mi cintura, cubriendo las vendas de mi herida. Mientras él hacía ese movimiento, ambos nos quedamos a escasa distancia de nuevo, sólo que él, que aún sujetaba la banda de aquella tela, su rostro había quedado a la altura de mis pechos, escasamente disimulados por aquél pobre albornoz. Tragué saliva ruidosamente y sentí mi boca seca.

- Ya… ya está… el resto puedo… apañármelas sola… creo.- proferí, aunque insegura de que Osgar hubiese entendido algo en aquella voz tan parecía a un suspiro trémulo.

Mientras no me abandones... Razz

por **Oscar Llobregat** Sáb Oct 15, 2011 5:23 pm

Ya empezaba a inmunizarse respecto al ardor que le revolvía desde dentro cada vez que su respiración se desbordaba sobre la de ella. Entonces no eran sólo sus ojos, a los que había decidido estancarse (aunque de todas formas seguía siendo igual de torturador, porque la mirada de la asiática era tan hipnotizante como el resto de sus atributos), fue acariciarle la pierna, deslizar las uñas con delicadeza por todos los recovecos de piel que ya había memorizado en su cabeza. Pensó que si era capaz de recorrerla entre caricias dentro de una situación justificada, habría logrado batir un récord de insensibilidad.

No entraba en sus planes descarrilar la barbilla en una posición paralela a los pechos de Aya... e inhaló el perfume de la carne tierna que todavía cubría la ropa. Una ropa molesta e incentivadora, que arrojaba gritos de un pulmón desgarrado que lo único que pedía como un poseso era que se la arrancara de un mordisco.

No lo hizo, de todas formas y a pesar de que apenas comprendió lo que la chica había farfullado cerca de su cabeza, le siguió hablando sin alejarse un solo centímetro.

¿Y dónde decías que... vivías?

Off: Sabes que no podría Wink

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 5:56 pm

Osgar pareció no entender lo que le había dicho o si me había escuchado, lo estaba disimulando de maravilla y la verdad es que no deseaba que se alejara de mí, de aquél inocente contacto entre nuestras respiraciones, entre nuestra piel, entre aquella mirada en la que saltaban chispas y aun así, ambos nos reprimíamos. Por lo menos yo, pues no sabía si era mucho más sencillo para el hombre. Suspiré disimuladamente cuando cambió de tema, aunque eso me ayudó a serenarme.

- Vivo en la residencia de los Morel, a las afueras de París.- respondí con un leve encogimiento de hombros.

Lo ideal sería preguntar: “¿Y vos?” Pero sería estúpido debido a que ya estaba en su casa, de algún modo. Sonreí tímidamente ante su imponente y profunda mirada. Seguía de pie, frente a él. Sin pensar en lo que hacía y movida por algo interior que dictaba mis gestos, sin apartar la mirada de la suya, hice un sutil movimiento para desabrocharme el albornoz, dejando que la tela se deslizara suavemente por mi espalda y cayera sigilosamente tras mis pies. Sí, obviamente seguía desnuda y ahora Osgar estaba pegadísimo a mi piel y por ende, a mis pechos desnudos. No era una forma de provocarle, simplemente deseaba ponerme el corsé. Pero… ¿Por qué no esperar que se girase? ¿O tal vez a que me dejara a solas de nuevo? ¿Y si realmente deseaba tentarle? ¿Y si lo que deseaba era lanzarme a sus brazos? ¿Y si…?

Ojalá sea cierto... :$

por **Oscar Llobregat** Sáb Oct 15, 2011 6:47 pm

Per...- tomó aire, sintiendo su propio pecho elevarse- ...fecto, tendrás que guiarme, pero no tardaremos mucho.

Sus ojos se cerraron después de que Aya le ofrecería nuevamente la visión completa de su cuerpo. El deseo hervía dentro de sus poros y la cabeza empezaba a volverse un bombo de emociones mucho menos completas... Reprimidas hasta el punto de perder el Norte y actuar como si estuviera caminando por la tabla esquelética entre el barco y el agua.

Me parece que estamos volviendo a lo mismo, así nunca te te voy a dejar ir... -suspiró Oscar y tras una última bocanada de oxígeno que no le llegaba al cerebro, logró alejarse de ella y darle la espalda. Aun así, no volvió a abandonar la sala- Ésta no será la última vez que nos veamos -continuó y se alegró de que, a su manera, hubiera podido expresar aquello que antes se había quedado en la cárcel de sus pensamientos. Lo dijo con una certeza rotunda que le sorprendió incluso a él mismo-. Sólo sé cómo te llamas -y se siguió sorprendiendo más cuando cayó en la cuenta de que si no se conformaba sólo con un nombre, su vida estaba empezando a dar un giro considerable-. Y tú cómo me llamo y, bueno, a lo que me dedico...- recordó después de una deslenguada sonrisa que, a pesar de todo, no puedo evitar, imaginándose las expresiones cohibidas de Aya- Por el camino, puedes contarme más cosas sobre ti... Aunque tranquila, no es que pretenda hacerte un interrogatorio, soy muy poco... -giró el rostro a mitad, mas lo detuvo en una posición en la que no pudiera acabar de verla de reojo, pero sí deleitarse entre los barrotes que se había impuesto por propia voluntad- curioso.

Siento mis retrasos hoy, estoy haciendo tareas de la universidad *cara de asco*

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 7:03 pm

Observé con mi labio inferior fruncido, cómo él se alejaba de mí y prometía que aquella no sería la última vez que nos viéramos. Estaba seguro de poderlo cumplir, y no supe como hacerle ver lo imposible de su deseo. Suspiré y le di la espalda para atarme el corsé para, a continuación, pasar mi vestido violeta por mi cuerpo, abrochando los cordones por la espalda con cierta dificultad. Me acerqué aun silenciosa a un espejo y como pude, intenté peinar mis alborotados cabellos, pellizcando mis pómulos para dar algo de color a mi rostro de marfil.

- Soy sirvienta de los Morel.- admití al fin, sin mirarle, aun contemplando el reflejo de aquél espejo.- Y en ocasiones especiales trabajo como geisha en su mansión o a domicilio.- proseguí.- No me permiten salir a solas de la residencia, por lo que veo imposible repetir un encuentro con vos.

Suspiré sin ocultar el desagrado a mi afirmación, tomando aire para voltear mi rostro hacia él, escrutando sus facciones con interés. Al no hallar nada en su mirada congelada, me puse en pie, aunque la herida me tiró y flaqueé levemente, sujetándome con rapidez al muro de la habitación. Con cuidado me calcé las chanclas de madera y alcé la vista hacia Osgar cuando pasé por su lado, dirigiéndome hacia la puerta de salida, el tramo final de aquél desenlace.

por **Oscar Llobregat** Sáb Oct 15, 2011 7:32 pm

Alzó las dos cejas nada más escuchar el breve relato de su estancia en París. Desde luego, tenía conocimiento de la condición de una geisha, por lo menos la versión más conocida que todo cuchicheo fascinado por lo exótico persistía en airear. Pero a fin de cuentas se habían conocido, se habían topado en mitad de los hilos moldeables de un destino que tenía ese nombre por pretensión humana y de no ser por los principios de un respeto moral, habrían acabado traspasándose en el otro de manera tan carnal como metafísica. ¿Y ahora le decía que era imposible un reencuentro?

¿Qué me estás contando?-repuso y caminó rápidamente hacia la entrada de la habitación para colocar una mano contra la madera, pasando de ser su guardián a ser su carcelero- ¿Insinúas que eres su esclava? ¿Que no eres libre? ¿Acaso lo que llevas haciendo desde que me salvaste del filo literal de una puñetera navaja no lo has elegido tú y nadie más, ni esos Morel?

No iba a renunciar a nada de lo que había experimentado. Daba la impresión de que Aya no fuera consciente ni de la mitad de cosas que había conseguido provocar en él sólo con intentar regalarle una horquilla valiosa o con sonrojarse cuando la miraba desnuda o con reír junto a él cuando las carcajadas que no lo habían molestado lo suficiente de niño acudían ahora y gracias a la presencia de ella. De ella, joder, no podía ser tan complicado.

No puedes ignorar lo que ha pasado, o lo que has sentido. Porque yo sé que lo has sentido, me cago en la puta -prosiguió, mientras se adelantaba un poco hacia su mentón para escrutar esas pupilas de tan cerca que incluso creyó que se mareaban-. Así que si lo que dices es cierto, sólo me quedan dos opciones -Y no separó la mano de la puerta ni un solo instante-: O me gasto todo mi sueldo de cortesano en contratar tus servicios de geisha a domicilio para toda la vida o te retengo aquí, de gratis y hasta que entres en razón.

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 8:13 pm

Algo me había dicho que no se tomaría bien mis palabras, pero su reacción me asombró profundamente por aquél énfasis en sus expresiones, en sus reacciones, en sus palabras y en sus gestos. Osgar se puso entre la puerta y yo, cerrándome el paso para inclinarse hacia mí, tomándome del mentón para obligarme a que le mirase. Y lo hice, clavé mis ojos hasta que casi pude adivinar su alma en ellos. Cuando terminó, agaché la mirada y suspiré tras una efímera sonrisa, deshaciéndome de sus manos que sujetaban mi barbilla con sutileza. Tomé la mano aun alzada hacia mi rostro y la estreché entre las mías, sonriéndole con melancolía.

- Soy su esclava, pese a haber decidido salvarle la vida antes.- respondí, guardándome para mí un Y lo volvería a hacer.- Ignorarlo no podría, Osgar, pero debo sodomizar esto que palpita aquí.- musité, llevando su puño sobre mi pecho, a la altura del corazón, obviando la parte en la que realmente, aunque fuese una geisha libre, tampoco podríamos estar juntos, por el simple hecho de que yo sólo podía aspirar a un esposo nipón y él, probablemente no pensaba siquiera en una boda, al fin y al cabo acabábamos de conocernos. Pero el tiempo de cortejo entre los japoneses, era mucho más corto, pues de hecho, se arreglaba el enlace a la primera cita o a lo sumo, en la segunda.- Debo irme o mis amos se preocuparán. No obstante…- me puse de puntillas y tomé su rostro entre mis manos, perdiéndome en sus ojos justo antes de rozar efímeramente sus labios con los míos.- Jamás te olvidaré.- le prometí, luchando por mantener a raya aquellas lágrimas que amenazaban con traicionar la fortaleza exterior que intentaba mostrar a Osgar.

Pero flaqueé en el intento...

por **Oscar Llobregat** Sáb Oct 15, 2011 8:30 pm

Oscar la sujetó de ambas mejillas y con terca suavidad volvió a mover el cuello para que sus labios quedaran en el centro de los suyos y el roce sencillo, fuera sencillamente profundo. Con sus pulgares le acarició la comisura de los ojos para llenárselos de lágrimas mientras la besaba de nuevo e incluso más fervientemente que durante la primera ocasión ensoñada.

Si has podido conocer algo de mí, Aya, sabrás que no pienso quedarme sin hacer una mierda- musitó contra su boca, al tiempo que descendía las manos para anclarla mejor de la cintura-. Andaré muy atento, están mis recursos, no olvides que sigo teniendo más dominio de la calle que tú. Cada vez que salgas de ese jodido yugo tan monopolizado por los Morel no desaprovecharé ni una sola oportunidad... Me da igual que sólo sea para mirarte o para hablar contigo, o si esto se convierte en las escapadas a escondidas de una novela barata de las que venden en el mercado por menos de tres francos -le cogió después de la mano y no apartó la mirada de ella cuando condujo esos dedos a su boca para besarlos, raspándolos suavemente con su lengua-. Aunque seas incapaz de creerlo ahora, me volverás a ver tanto que vas a tener que replantearte esa supuesta esclavitud por cojones.

por **Edgar Dagson** Sáb Oct 15, 2011 8:42 pm

Fue en ese momento que, por primera vez, creí fervientemente en sus palabras. Creí que no descansaría hasta volver a verme y eso, me estremeció de puro temor. Pensé en los Morel, en Sayuri –mi mentora-, en la próxima cita con otra familia nipona interesada en mí para desposar al varón del clan Miyagi, un muchacho llamado Kaname. Tragué saliva y desvié la mirada de su rostro, incapaz de mantener sus ojos sobre los míos.

- No.- sentencié con un hilo de voz, dejando que mi cabello creara una cortina opaca entre Osgar y yo.- Esto debe acabar aquí y ahora.

De un rápido movimiento solté el agarre de mi muñeca. No alcé la vista y contuve el aliento, rezando para mantenerme fuerte, para no volver a decaer, para no arrastrar el buen corazón de Osgar a mi torbellino de amargura y suplicios. Él era libre. No debía cuentas a nadie. Era joven y con trabajo. Muy apuesto, caballeroso, cálido y tierno. Sabía que no le sería difícil encontrar un amor mejor que el que yo pudiera ofrecerle. ¿Qué podía darle yo? ¿Tensión? ¿Secretos? ¿Tristeza? ¿Servidumbre? ¿Esclavitud? ¿Reglas y normas? No, él no merecía eso y su destino no estaba atado al mío –para su suerte-. Suspiré y rocé su brazo cuando estiré mi mano hacia el pomo de la puerta, queriendo escapar de aquella máscara de falsedad con la que había cubierto mis últimas palabras. Y así, con el corazón hecho añicos, me dispuse a despedirme de aquél primer gran amor que, probablemente, también sería el último.

por **Oscar Llobregat** Dom Oct 16, 2011 4:05 pm

Oscar continuó sin alejar la tapia que formaban sus dedos contra la rigidez de la puerta. Observó el rostro de Aya, memorizó la rasgadura de sus ojos pequeños, la pincelada de su nariz y el lugar saliente donde sus dedos tanto habían estado; su mentón. Paseó la mirada de arriba a abajo, inhalando la visión de su atuendo, de su elegancia, de su inocencia enjaulada en cada gesticulación educada o suplicante o pura... Todo allí, delante de él como resultado de un día más en el mapa de la desesperanza a la que ya se había resignado. Pero durante unos instantes, unas horas, unas caricias, una fusión de labios... había decidido mirar hacia el otro lado y por mucho que Aya dijera esto o aquello, sabía que ese nuevo anhelo no se había alimentado de la nada... y que sobre todo, el propio Oscar no podía dejarlo pasar tan fácilmente.

Te lo vuelvo a repetir... -insistió, al tiempo que se empezaba a apartar de la puerta para dejarle espacio libre. Se inclinó por encima de ella y continuó hablándole contra la zona de la oreja, haciendo vibrar sus cabellos- si has podido conocer algo de mí... sabrás que no importa lo que trates de evitar, porque esto ya no depende sólo de ti.

Abrió la puerta de la habitación por fin, y agarrando a Aya de la cintura para ayudarle a caminar, puso rumbo hacia la casa de los Morel sin volver a mencionar una palabra.

Cuando quieras, cambiamos de tema y lugar Wink

por **Edgar Dagson** Lun Oct 17, 2011 8:25 am

Cierro post y abro tema:http://www.victorianvampires.com/t12039-en-el-punto-de-inflexion-oscar-llobregat#186529
Ojalá te guste.. Embarassed

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Después del primer encuentro... [Aya Kuran]

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