Berenice Azlor

por **Berenice Azlor** Miér Oct 12, 2011 4:41 pm

“Para alguien como yo, la existencia había perdido en todos los sentidos cualquier significado que pudiese tener…”

-Nombre del personaje: Berenice azlor
-Edad: 18 (aparenta los mismos pues su conversión fue reciente)
-Especie: Licántropo
-Tipo y clase social: Clase alta
-Orientación sexual: Heterosexual
-Lugar de origen: España
-Habilidad/poder: Sanación acelerada, sentido del peligro y visión compartida y visión remota.
-Descripción física:

Spoiler:

-Descripción psicológica:
Durante su infancia Berenice fue una chica tranquila, calmada y que respetaba sin objeción alguna las normas impuestas por la sociedad y por su propia familia.
Confiada y cariñosa pero estricta con su vida y su propio trabajo, la autosuperación era algo innato en su día a día, pues cada día tenía que ser mejor que el anterior y sus acciones tenían que reflejarlo.

Cuando comenzó a enamorarse sus pensamientos cambiaron; mentiras, secretos y rebeldía acompañaban su vida ya que no podía entender la imposición de su familia.

Con la muerte de su hermana por su propio padre y su deserción como cazadora de la familia se volvió una persona desconfiada, agresiva, rencorosa y vengativa, cuyas acciones solo provenían de una misma idea; llevar a cabo el plan que había estudiado minuciosamente.

-Historia:
Nacida en el norte de España a mediados de abril de 1776, en el seno de una familia de clase alta que, durante décadas había dedicado a cada miembro capaz a vivir e incluso morir por una causa, la cual a día de hoy contradecía que mis días no hubiesen acabado ya, la caza de seres sobrenaturales.

Vivir en la familia que yo provenía era algo extremadamente complicado, ya que, desde mi niñez fui aprendiendo a comportarme como cualquier muchacha de la alta sociedad de cara a cualquier persona ajena a nosotros; vestimenta, gestos, modales… acompañados de situaciones que a mi parecer eran totalmente aburridas e innecesarias.

Mi iniciación comenzó durante mi séptimo cumpleaños cuando mi padre me regaló un puñal de plata y una ballesta con el grabado de la familia, contándome todo a cerca de nuestro trabajo e incluyéndome en un exhaustivo entrenamiento tanto físico, como psicológico en relación a los seres sobrenaturales.

Los siguientes años de mi vida siguieron la misma línea hasta que a principios de 1791 se mudó al pueblo otra familia de cazadores, los cuales mi padre apodaba “los desterrados”, apodo cuyo motivo nunca supe, ya que mi padre era celoso con sus secretos –Todo a su debido tiempo te será revelado - solía decir con respecto a múltiples temas, por lo cual mi curiosidad nunca quedaba satisfecha completamente.

Solo pasaron varios meses hasta que me encontré con el más pequeño de la otra familia, de apenas dos años más que yo.
La simple idea de que para mí verle estuviese prohibido por ambas familias hacía que nuestro lazo se hiciese más y más fuerte, hasta el punto de vernos prácticamente todos los días a escondidas de nuestras familias.

Pasaron cuatro años hasta que algo en nuestra vida cambió sin apenas poder darnos cuenta, durante mi última cacería pasó algo inesperado:
Era una noche como otra cualquiera, el trabajo se nos había encomendado a mi y a hermana melliza, era algo fácil, casi rutinario; cazar a un pequeño licántropo que se acababa de instalar en el pueblo, aunque cuando llegamos al sitio indicado la información era errónea…
Un grupo de licántropos bastante numerosos nos esperaba como si supiese que íbamos a llegar en ese mismo instante, alguien nos había delatado.

Luchamos fuertemente pero era imposible estaban encima de nosotros, solo se escuchaba el sonido de las balas, los aullidos y el crujido de huesos partirse… la habían cogido, casi estaba muerta, y algo se retorció dentro de mí como si de mí misma se tratase, tenía que salvarla.

No recuerdo cómo lo hice, ni cuanto tardé, solo sé que el dolor que sufrí para salvarla fue indescriptible, aunque para ella era tarde; la habían mordido y sabía lo que eso significaba…
Logré llevarla viva hasta nuestra casa, donde me dispuse a curarla rápidamente antes de que fuese demasiado tarde, aunque mis esfuerzos fueron en vano, en cuanto mi padre vio sus heridas cogió mi puñal que estaba dentro de mi cinto encima de la mesa y la mató, girándose para marcharse sin derramar ni una lágrima por ella.

Sabía que ocurriría, que no la dejaría vivir, pues mi padre no concebía la existencia de otra bestia más, de lo que no me había percatado y por suerte él tampoco, es de que yo tenía una pequeña mordedura en el costado; había sido marcada para siempre.

Besé suavemente el rostro de mi hermana y entre lágrimas me marché dejándolo todo atrás, para algún día poder volver a tomar venganza y a recuperar la vida que me había sido arrebatada.

-Datos extras: