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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Ilithyia Dardanos Jue Oct 13, 2011 2:40 pm

No había prácticamente nadie ya en el Conservatorio. No es que fuera excesivamente tarde, pero la mayor parte de las clases eran matinales por lo que los profesores y la mayor parte de los estudiantes ya no se encontraban en aquel lugar. Había estado escuchando un piano de fondo y a una muchacha cantar, pero en ese momento parecía que incluso esos sonidos se habían amortiguado. Quizá fuera porque había estado tocando y cuando lo hacía siempre me sucedía lo mismo: me evadía, desaparecía, era como si de repente dejara de existir de forma física para fundirme con la música. Aquello tenía muchos y diversos problemas, entre ellos que era completamente vulnerable. Y no me gustaba serlo, no después de todo lo que había sucedido con mi familia. Nunca se sabía desde dónde podría llegar el golpe por muy segura que me pudiera sentir estando en el Conservatorio que en los años que llevaba allí se había convertido como en mi segundo hogar.

Respiré hondo por un momento mientras, sentada en una de las sillas de una de las salas pequeñas, comenzaba el mantenimiento del violín que era de mi propiedad. Era uno de los pocos objetos que había conseguido traer desde Grecia, había pertenecido a mi padre, y resultaba ser una de mis posesiones más preciadas. El problema es que en ocasiones parecía tener vida propia, sobre todo cuando se trataba de ajustar las clavijas, hasta tal punto que en esa ocasión el corte llegó de forma imprevista provocando que hiciera una mueca de dolor apartando con rapidez la mano y estando a punto de provocar que se cayera al suelo.

Oh, maldita sea.—mascullé sin poder evitarlo, seguido de una maldición en griego en un tono demasiado alto, pero sin preocuparme por ello puesto que allí nadie conocía mi idioma natal.

Dejé con cuidado el violín a un lado, de espaldas a la puerta entreabierta, y me moví para buscar un pañuelo mientras me llevaba el dedo ensangrentado a la boca en un gesto más instintivo que otra cosa puesto que sabía perfectamente que aquello no iba a provocar en realidad que la herida producida por la cuerda dejara de sangrar. Tenía las manos tan llena de pequeños cortes —gracias a la música y a la jardinería— que seguramente si alguien me viera las manos pensaría que me había estado peleando con alguien. Con una mano comencé a rebuscar en el bolso concentrada en lo que estaba haciendo.
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Mensaje por Artemís Fortescue Vie Oct 14, 2011 11:31 am

La tarde caía, concretamente, las seis de la tarde eran cuando me desperté de mi largo sueño. La noche anterior había sido ligeramente movida; había estado demasiado tiempo en mi forma animal y, por tanto, había necesitado descansar más de lo acostumbrado. Me levanté de la cama perezoso y alcancé a ver la hora en el reloj de la mesilla ¡Qué desastre! Mi clase de piano no tardaría en comenzar. Unos minutos faltaban. Por lo que ya podía perder la esperanza de asistir y, por el contrario, de tener una sesión doble dos días después cuando me tocara la próxima. El profesor Carmichael estaría bastante enfadado. Ya podía imaginármelo allí, en la sala, quieto y esperando a que su buen alumno llegara. Por suerte era un hombre ocupado y sabía que si me retrasaba unos diez minutos ya se marcharía. Después de todo llevaba más de un año con él y, obviamente, no sería la primera ni la última vez que faltaba o llegaba tarde. Al principio cuando me ocurrían este tipo de situaciones me apresuraba a vestirme y corriendo llegaba aunque fuese con quince minutos de retraso. Pero tras las regañinas inaguantables del profesor acabé poniendo una "regla" si no llegaba en diez minutos podía marcharse con comodidad. Yo era el que pagaba y, en ciertos casos, también podía mandar. Él por supuesto acató más por placer propio que no porque fuese una orden ¿Quién no diría que si cuando te ofrecían no tener que estar esperando a pesar de ser tu obligación? Nadie en su sano juicio o que no fuese un obseso del trabajo.

Aún así, me di una ducha y vestí con la idea en mente de ir al Conservatorio. Si bien el profesor ya no estaría yo podía hacer mis cosas solo y tocar el piano no había sido una imposición de mis padres. Pocas imposiciones tenía, de echo. Había sido una elección totalmente propia porque me encantaba tocarlo y aprender las melodías. Me encantaba sentir el suave y al mismo tiempo frío tacto de las blancas teclas. Ver el negro piano, imponente, pero al final sentirme orgulloso por haberlo "doblegado" durante la sesión. La música no era una de mis pasiones, únicamente lo eran las melodías de piano. Y como tal me disponía una tarde más a disfrutar de ese placer. Por desgracia, todavía tenía mucho que aprender sobre esa clase de música. Muchas melodías se me escapaban; solo llevaba un año y para ser tan poco tiempo superaba a algunos que aprendían desde hacía más de tres. ¿Si no se te da, por qué continuas? Alguna vez les había echo esa pregunta a algún que otro compañero. Unos eran demasiado obstinados y los otros no tenían elección por lo que hacían lo que buenamente podían; una lástima si podían desarrollar otro tipo de virtud.

No tardé más de un cuarto de hora en llegar a paso rápido, paso que yo mismo me había "impuesto" porque era mi manera de caminar en solitario. Si tenía compañía me amoldaba un poco al paso ajeno pero al estar solo prefería ir a mi propio ritmo inmerso en mis propios pensamientos. No quería que me abordaran conocidos por el camino y, de hacerlo, podía decirles que tenía prisa por ir al primer sitio que se me pasara por la mente. Bastante útil a decir verdad. En cuanto llegué todo estaba ligeramente a oscuras. Las clases -la mayoría.- solían impartirse por la mañana. Una de las razones por las que al profesor le molestaba tanto mi clase, siendo un tanto "especial"; se le remuneraba una cantidad también especial todo hay que decirlo. Y también por ese silencio me gustaba "trabajar" de tarde cuando no había casi nadie. Casi. Escuché una voz proveniente de una de las salas en las que parecía haber alguien, más que por la voz, por la pequeña luz que se dejaba entrever cuando miré hacia la puerta. Puerta que me caía de paso para el aula de música ¡Y cuál fue mi sorpresa al escuchar unas palabras en mi idioma de origen! El griego, había sido algo no demasiado bien sonante pero en griego al fin y al cabo. Ligeramente emocionado me acerqué sin hacer ruido, sigiloso, eso se me daba bien.

- Είσαι καλά; - murmuré no demasiado alto pero si lo suficiente como para que me escuchara ¿Cuánto hacía de la última vez? Mis padres eran completamente bilingües y me habían criado de la misma manera por lo que, con ellos, solía hablar en Inglés. La última vez que estuve en Grecia fue a los trece años; cuando por fin me dejaron viajar. Andaba algo oxidado pero encontrar a alguien que me entendiera en mi lengua natal era realmente emocionante.


Traducción:
¿Te encuentras bien? / ¿Estás bien?
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Mensaje por Ilithyia Dardanos Vie Oct 14, 2011 4:07 pm

Más que doler en realidad escocía, además como solía suceder con estas cosas cuando se buscaba algo no se encontraba. No es que fuera la mayor de las heridas, pero no sé qué pasaba con las manos que aunque no fuera nada siempre parecía que era mucho más grave. Fruncí el ceño mientras miraba el pañuelo que tenía en la mano y me le sujeté contra el dedo donde la cuerda me había cortado justo en el momento en el que escuchaba unas palabras que provocaron que me girara con la sorpresa en el rostro. No estaba acostumbrada a que alguien me entendiera cuando hablaba en mi idioma natal, pero no había duda: la musicalidad de la lengua estaba ahí. Me encontré entonces cara a cara con un chico que se encontraba junto a la puerta y no pude por menos que quedarme observándole durante unos segundos en silencio.

Todo fuera que contestara y me diera cuenta que en realidad me había confundido, que había escuchado mal, que todo era producto de mi imaginación. Durante mucho tiempo solo había hablado en griego con mi hermana y con mi sobrino al cual le estábamos enseñando el idioma, aunque Pierre considerara que no era necesario. Pierre, mi cuñado, pensaba que con el francés se podía ir a cualquier lugar y que nuestro idioma no era más que algo que estaba ahí porque tenía que estar y punto. Suponía que en parte era por lo que estaba sucediendo. Me estremecí por un instante al pensar en mi tierra, en todos los problemas que había y en los que llegarían. Sujeté el dedo que tenía cubierto con el pañuelo y sonreí por un momento, asintiendo por un instante.

Estoy bien.— contesté finalmente en mi idioma natal, dejando que las palabras fueran dichas casi como si las paladeara, como si las degustara. Cualquier podría pensar que era solo un idioma, unas palabras, algo que en realidad no tenía más importancia que la de poder comunicarse con otras personas, pero cuando uno lleva demasiado tiempo lejos de su patria, escuchar tu idioma hace que algo se encienda, que el corazón lata con rapidez y que la emoción en parte te llene. Miré a los ojos al chico que se encontraba en la puerta antes de bajar después la mirada hacia el dedo que tenía cubierto por el pañuelo donde se podía ver una ligera mancha de sangre. — Me he cortado con la cuerda del violín que se rompió.— expliqué aunque no tenía por qué hacerlo, solo por el gusto de seguir hablando en mi idioma.

Sabía que no tenía el perfecto acento de Atenas, sino que el mío era ligeramente diferente, procedente del sur, de las islas, de Santorini. Además tenía que lidiar con la influencia de otros idiomas que provocaban que incluso en el mío propio tuviera una forma diferente de pronunciar algunas palabras por mucho que buscara evitarlo. Era algo que no se podía controlar en realidad.
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Mensaje por Artemís Fortescue Dom Oct 16, 2011 2:23 pm

Sus palabras fueron música para mis oídos, sinceramente ¡¿Cuánto hacía de la última vez?! Demasiado tiempo sin escuchar a nadie hablar en Griego. Y pude darme cuenta de que no era el típico sino que estaba ligeramente mezclado con algún subdialecto del País. Yo viví en la gran capital y aprendí el convencional pero, claro, en cada pueblo tendrían su variante. A pesar de eso, para mi sorpresa, pude entenderla perfectamente. Y ya estaba pensando la manera de contestarla porque las palabras salían sola. Habría dicho tantas cosas por el simple placer de hablar en otro idioma que no fuese Francés o Inglés que me hubiese inventado cualquier cosa. No estaba nada oxidado. Ni me había dado cuenta de lo mucho que apreciaba mi idioma natal, lógico, no tenía a nadie con quien practicarlo o con quien echarlo de menos. Saliendo de Grecia años atrás me había encantado dejarlo para aprender nuevos, tanto así que poco a poco fui olvidándome de que era mi idioma. Y de lo que significaba para mi. Tragué saliva de la pura emoción. Y no solo la mía sino un pequeño atisbo de la mujer que, posiblemente, estaría en mi misma situación. Y sí, podía entenderla perfectamente. Pero no era prudente que lo demostrara o podría quedar como un tonto si resultaba que estaba equivocado. Ella había hablado de manera muy tranquila y pausada por lo que yo debía hacer lo mismo.

Tragué de nuevo saliva esta vez aventurándome a entrar. Hubiese cerrado la puerta pero, dado que posiblemente estábamos allí más solos que la una no lo consideré necesario y me concentré en ella. En ese momento era lo único que podía captar mi atención. Y las palabras que salieran por su boca, claro. Principalmente eso. Por una vez no era el cuerpo lo que miraba antes que unos bonitos ojos o una bonita boca. Esta vez de esa muchacha me interesaba otra cosa. - Επιτρέψτε μου βλέπε ... - murmuré, en un susurro, al mismo tiempo que me acercaba. Fue cosa de dos segundos estar frente a ella y de dos más haberme puesto en cuclillas de manera que mi rostro quedara en el mismo sitio que el suyo, encorvarme no era algo que me gustara hacer por muy alto que fuese con respecto a los demás. Siempre prefería ir recto o, en casos como aquel que tenía elección, agacharme del todo. Antes de que pudiese hacer nada acerqué el dedo hasta mis labios y lamí la pequeña raja que se había formado, al parecer, por la cuerda del violín. Me llevé la sangre conmigo y aunque mi saliva, desgraciadamente, no era curativa por lo menos la mantendría sin sangrar durante un tiempo.

Le mostré una sonrisa y al mismo tiempo que la separaba de mi, bajé al bolsillo de mi pantalón del cual saqué un pañuelo. Gracias a mis pequeños y afilados colmillos rajé una pequeña parte que utilicé para vendar el trozo de dedo afectado. De esa manera si volvía a salir sangre lo absorbería y evitaría rozarse con alguna otra cosa que lo infectara. - Δεν καταγράφονται, θα επουλωθούν γρήγορα - murmuré desviando mi atención de la herida para mirarla a ella a la cara. En ese momento, me sentí estúpido ¿Qué creía que era una niña? La estaba tratando como tal. En cuanto me di cuenta me separé ligeramente brusco y me senté en lo primero que encontré. Otra de las sillas situadas al lado de varios violines, sobre una mesa. Ahora que lo recordaba, esa era la sala dónde se enseñaba violín. La cuestión era si ella era alumna o profesora.


Tradu:
- Vamos a ver..
- No es una gran herida, se curará rápido.
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Mensaje por Ilithyia Dardanos Dom Oct 23, 2011 8:26 am

Sentía mi nerviosismo, por completo, como si fuera una carga eléctrica que me recorría de arriba abajo. No era por la presencia de él en realidad, sino por lo que significaba. Decían que cuando dos personas de una misma patria se encontraban, había un vínculo que les unía de forma instantánea e invisible. En este caso parecía ser así. No le conocía, ni sabía su nombre, pero por el hecho de escuchar mi idioma natal, por notar esa musicalidad diferente, esa forma en la que las palabras se formaban en sus labios y llegaban directamente hasta mi cerebro, automáticamente me sentía más cercana a ese muchacho de lo que hubiera estado a prácticamente el resto de París. Su acento era diferente al mío, Atenas. Respiré hondo mientras se acercaba observando sus movimientos, sus gestos, hasta que terminó agachado delante de mí. No hice gesto alguno de retirar la mano cuando la tomó entre las suyas y clavé mi mirada verde en sus ojos.

Cualquiera hubiera sentido que ese gesto era desagradable, pero en cambio no fue el caso. Tenía que reconocer que había una sensualidad en ese movimiento que provocó un escalofrío recorriéndome la espalda de arriba abajo, una vez más esa electricidad que había sentido segundos antes. No era nada malo ni bueno, solo estaba allí. Con curiosidad seguí sus movimientos hasta que finalmente me puso un pañuelo en el dedo, bajando la mirada hacia el blanco del mismo y después volviendo a alzar el rostro hacia él en una media sonrisa divertida. Resultaba extraño y sorprendente al mismo tiempo, la verdad es que el dolor que podría haber sentido por el corte con la cuerda del violín había desaparecido casi en el mismo instante en que mi curiosidad insaciable se había deslizado hacia aquel que se movía en ese instante para sentarse en una silla tras volver a hablarme en mi idioma. Nuestro idioma debería decir mejor.

Gracias.— contesté en griego mientras le miraba, porque como sucedía cuando estaba con mi hermana por poner un ejemplo, no había francés o inglés o cualquier otro idioma, sino el que salía con naturalidad. — Por todo.— durante unos segundos me quedé en silencio, cosa que no solía sucederme, mientras observaba en silencio su rostro. — Me temo que no le conozco, mi nombre es Ilithyia Dardanos.— extendí mi mano hacia la suya, lo había dicho en griego como el resto de la conversación porque en cierta manera quería o sentía curiosidad por ver cómo alguien pronunciaba de forma correcta mi nombre.

Allí, en Francia, lo mismo que había sucedido en El Cairo antes de París, pocas personas podían hacerlo bien. Era curiosidad y en cierta manera necesidad. Podía sonar extraño hablar de necesidad pero para alguien que estaba tanto tiempo lejos de personas que tenían algo en común, simplemente el escuchar una palabra podía ser un mundo y eso que podía entender perfectamente el francés, no quería imaginarme si de repente me encontraba en un lugar donde el idioma era un auténtico problema, donde no se entendiera absolutamente nada.
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Mensaje por Artemís Fortescue Lun Oct 24, 2011 1:25 pm

El silencio que se hizo tras mi "inteligente" intervención no resultó demasiado cómodo. Odiaba definitivamente esos silencios pero ¿Qué podía decirle? Me quedé totalmente en blanco por la actitud que había tenido. No solía preocuparme así por otras personas -a menos que fuese una herida muy grabe.- y menos por alguien que ni siquiera conocía ¿Tanto me afectaba el echo de que hablara en mi idioma? Ni siquiera sabía si era griega. Podría haber aprendido como hice yo con el Francés, el Inglés o el Alemán. Claro que, esa duda se me disipó en cuanto escuché su nombre. Ya se rompió el silencio además de que no dijo algo estúpido. "Ilithyia Dardaros" Nombre y apellidos. No me cupo ninguna duda de que era griega. Ya había tardado en aceptarlo porque por el simple echo de escucharla hablar de una manera tan peculiar debería haberlo sabido. Seguramente, de echo, ella ya se habría dado cuenta de que provenía de la capital por mi acento típico. Típico de lo que te enseñaban cuando no vivías en pueblos o aldeas dónde cada uno lo modificaba un poco a su antojo. De repente sentí que me asaltaba un extraño nerviosismo ¿Desde cuándo yo me ponía nervioso por estas cosas? Pero si relacionarme se me daba de maravilla. Ni que fuese un primerizo que no había estado frente a una mujer en su vida ¡Lo que hay que ver!.

Estreché su mano, fingiendo un poco de normalidad. Obviamente no iba a dejar que me viera tan nervioso. Menuda impresión podía darle. - Artemís Fortescue - aprovechándome de ese agarre acerqué su mano hasta mis labios, concretamente, deposité un pequeño beso en sus nudillos. Casi un roce porque enseguida lo aparté como de costumbre. Las formalidades no eran para nada lo mío y solo lo hacía si me obligaban. En ese momento, sin embargo, me salió el gesto. Tal vez de la alegría que me causaba encontrar a un paisano. Aunque como ella no me conocía podría tomarme por un caballero y todo. Pensamiento que se me hacía la mar de divertido. Sin duda. - Δεν ξέρω τι είναι σπουδαστή ή εκπαιδευτικός; - pregunté después de soltar su mano y con una ligera sonrisa. Mi instinto me decía que no tenía pinta de ser alumna pero ¡Nunca se sabe! El violín no era mi fuerte y yo precisamente acudía al conservatorio cuando no había casi nadie. Ese no era uno de los lugares donde precisamente me relacionaba habitualmente. Tampoco me solían interesar los niños pijos que acudían. Curiosamente yo en algún momento me había comportado como ellos, tal ve, por eso me molestaba su actitud ¡Había madurado! No lo suficiente como para que me llamasen "hombre" -cosa que tampoco me hacía gracia.- pero si como para poder dar alguna que otra lección a otros más pequeños. ¿Cómo seria cuando tuviese veinte años más? Me lo preguntaba.

De nuevo ese silencio se hizo presente y, esta vez, no iba a permitir que se quedara más de dos minutos. Porque me ponía de los nervios. - Θα σας ελληνική αλήθεια; σας ακούσουμε όταν ήρθα εδώ για να και επιδόματα …δεν θα μπορούσα να μην σταθεί - confesé al mismo tiempo que mis ojos se apartaban de su trayectoria pero a los segundos volviendo a mirarla. Tampoco quería parecer vergonzoso porque era la verdad. Y además de alguna manera notaba que ella estaba tan ilusionado como yo por habernos encontrado pero había algo que nos frenaba a gritar ¡Sí! Simplemente gritar por estar alegres. Si hiciese eso allí, en medio de toda ese silencio, creo que en lugar de agradarla acabaría por asustarla y hacer que saliera corriendo. Lo mismo que si de repente me transformaba en pantera. En fin. Tendría que mantener esa parte alocada de mi un poco guardada para, como mínimo, cuando nos tuviésemos un poco más de confianza. Si es que llegábamos a tales extremos, claro. ¿Qué me aseguraba que ella no estaba siendo amable por pura cortesía? A veces, podía ser todo un metiche donde absolutamente no me llamaban.


Tradu:
- Yo tampoco la conozco ¿Es alumna o profesora?
- ¿Eres griega verdad? Te escuché cuando venía para aquí y..no pude evitar pararme
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