AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
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( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Perçelínne...ese era su nombre. Unos golpes en la puerta y seguía tumbada sobre la cama de telas marítimas de tonos azules que había cambiado nada más llegar al burdel. Después...se encontró con un gatito tierno y cariñoso al que llamo Artemis. Abría poco a poco los ojos para encontrarse con la oscura habitación, su cuerpo adormecido respondía poco a poco con los primeros golpes, movimientos lentos y perezosos para ir poco a poco estirándose después de haber dormido de un tirón. Bostezo sin ningún pudor, dejando que la tela de la sabana fuera la primera dichosa en acariciar la tersa, suave piel de Perçelínne y ella misma sintió un leve cosquilleo, a lo que esbozo una dulce sonrisa mientras movía su cuerpo desnudo de lado a lado estirando los brazos para pudieran despertarse igualmente. Se fue tumbando sobre la cama de lado, para mirar a la nada con una sonrisa, como si estuviera viendo a alguien enfrente de ella pero no había nadie, así que poco a poco, se giro en el sitio para darse cuenta de que en el reloj de pared marcaba las primeras horas de la mañana. ¿Tan temprano era? Volvió a estirar con gracia su delicado cuerpo a lo que consiguiente, cogió la bata a los pies de la cama...Un momento. Soltó la bata un poco alarmada dejándola caer en el suelo para poder alejarse al biombo que adornaba parte de la habitación azulada de Perçelínne.
No recordó haber puesto ahí la bata, si no en el perchero y nada hizo tocarla de ahí en días. Para su sorpresa, vio al minino Artemis durmiendo sobre lo que era un vestido de tonos azules, adornos dorados y bueno, era suyo. Se acerco al minino para tirar del vestido y poder cogerlo en alto para estirarlo, pero este al parecer no se movería del sitio a no ser que recibiera unos mimos antes.-Artemis...-Dijo Perçelínne en un correcto acento francés-Mon deu..Artemis...-Acerco sus rosados labios al pelaje del minino para propinarle un beso tierno y en efecto, con mucha paciencia consiguió adquirir de nuevo el vestido entre sus delicadas manos de porcelana y taparse coquetamente su pálido cuerpo con la suave tela cobalto.-Mal gatito...-Le guiño un ojo al gato antes de meterse en los lavabos y abrir poco a poco el agua de la tina...después de dormir, siempre le apetecía un buen baño y un buen desayuno. Sonrió mirando cómo se rellenaba la tina y pudo escuchar el crujir de la madera al notar los pasitos cortos del gatito que al parecer entraba a curiosear....
-Artemis....-rio tímidamente-Ahora mamá...tiene que bañarse...-Dijo antes de volver su mirada hacia atrás y encontrarse con una sorpresa, con algo con la verdad no había imaginado encontrarse.
No recordó haber puesto ahí la bata, si no en el perchero y nada hizo tocarla de ahí en días. Para su sorpresa, vio al minino Artemis durmiendo sobre lo que era un vestido de tonos azules, adornos dorados y bueno, era suyo. Se acerco al minino para tirar del vestido y poder cogerlo en alto para estirarlo, pero este al parecer no se movería del sitio a no ser que recibiera unos mimos antes.-Artemis...-Dijo Perçelínne en un correcto acento francés-Mon deu..Artemis...-Acerco sus rosados labios al pelaje del minino para propinarle un beso tierno y en efecto, con mucha paciencia consiguió adquirir de nuevo el vestido entre sus delicadas manos de porcelana y taparse coquetamente su pálido cuerpo con la suave tela cobalto.-Mal gatito...-Le guiño un ojo al gato antes de meterse en los lavabos y abrir poco a poco el agua de la tina...después de dormir, siempre le apetecía un buen baño y un buen desayuno. Sonrió mirando cómo se rellenaba la tina y pudo escuchar el crujir de la madera al notar los pasitos cortos del gatito que al parecer entraba a curiosear....
-Artemis....-rio tímidamente-Ahora mamá...tiene que bañarse...-Dijo antes de volver su mirada hacia atrás y encontrarse con una sorpresa, con algo con la verdad no había imaginado encontrarse.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/10/2011
Edad : 31
Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Otra noche más en la bella París y, como empezaba a ser costumbre, salí a la calle en cuanto tocaron las nueve del reloj. Me hubiese retocado en el espejo de mi habitación, peinado bien y arreglado pero claro, nada de eso tenía sentido si contábamos con que precisamente para esa salida no necesitaba nada de ropa. La rutina era, después de un buen baño y de secarme ligeramente con la toalla me transformaba ligeramente para salir por la ventana. Bendita ventana que prácticamente siempre mantenía un poco abierta, lo suficiente como para que pudiese abrirla del todo con el morro en mi forma animal. No por nada era habilidoso. También tenía que cuidarme de que ninguna de las sirvientas entrara para arreglar el cuarto justo cuando estaba desnudo o, a menudo, se sentían de lo más incomodas. Por mi parte ¡encantado! Teníamos unas bonitas muchachas y mi madre les hacía ponerse unos trajes..a veces se me olvidaba lo buena que era con la moda y diseñando ropa. Era como ninguna y por eso el negocio iba viento en popa, yo mismo solía vestir únicamente con la ropa de nuestra propia empresa, obviamente, tampoco era cuestión de ir mostrando cosas de la competencia. Y también hacía todo lo posible para promocionarnos en mi entorno más cercano ¡Todo por la familia! Con gusto.
El "ding" del reloj me recordó que ya era la hora. Estaba en el umbral de la puerta del baño cuando me transformé instantes después de tirar la toalla sobre la cama. Hacía ya mucho tiempo que había aprendido a cambiar de manera habitual y todavía me preguntaba qué "ente" habría echo posible una especie como la mía. No sabía ni como denominarme. Porque no era un humano. Ni un animal. Era una mezcla entre ambos que podía coger una u otra cuando me apeteciera y que, sin quedarme otro remedio, tenía que vivir como humano al no poder permanecer demasiado como animal. A veces eso resultaba lo peor cuando no me apetecía y, sin embargo, acababa muy cansado cuantas más horas pasase de más. El viento fresco de la noche "azotó" mi rostro y mi suave pelaje, podía notar la diferencia de tener piel humana a tener un pelaje gatuno, claro, era un gato. Mi "yo" pantera lo dejaba para otros momentos más solitarios o, posiblemente, aterrorizaría a la mitad de la población. Por los tejados fue la manera más fácil de llegar hasta mi objetico, como cada noche. Uno de los balcones llamó mi atención, sobretodo, por el olor que desprendía. Es ella. No dudé y me precipité hasta el interior de un buen salto. Si podía presumir de la agilidad que había adquirido durante todos estos años; me permitía moverme mucho más libremente. Y escaparme con mucha más facilidad.
El agua corría; pude oírlo. Y qué bien olía el jabón, en ese momento era como si mi cuerpo se moviera solo hacia el lugar. Ni siquiera el pequeño gruñido que escuché de mi "compañero" allí dentro pudo detenerme cuando entré por la pequeña obertura del baño. Todavía no se había formado el suficiente vapor como para no ver a la mujer que estaba dentro y que, en ese preciso momento acababa de darse cuenta de mi presencia. En cuanto sus ojos se posaron en los míos y viceversa me senté en las patas traseras, como el "buen" niño que era.- Meow ~
El "ding" del reloj me recordó que ya era la hora. Estaba en el umbral de la puerta del baño cuando me transformé instantes después de tirar la toalla sobre la cama. Hacía ya mucho tiempo que había aprendido a cambiar de manera habitual y todavía me preguntaba qué "ente" habría echo posible una especie como la mía. No sabía ni como denominarme. Porque no era un humano. Ni un animal. Era una mezcla entre ambos que podía coger una u otra cuando me apeteciera y que, sin quedarme otro remedio, tenía que vivir como humano al no poder permanecer demasiado como animal. A veces eso resultaba lo peor cuando no me apetecía y, sin embargo, acababa muy cansado cuantas más horas pasase de más. El viento fresco de la noche "azotó" mi rostro y mi suave pelaje, podía notar la diferencia de tener piel humana a tener un pelaje gatuno, claro, era un gato. Mi "yo" pantera lo dejaba para otros momentos más solitarios o, posiblemente, aterrorizaría a la mitad de la población. Por los tejados fue la manera más fácil de llegar hasta mi objetico, como cada noche. Uno de los balcones llamó mi atención, sobretodo, por el olor que desprendía. Es ella. No dudé y me precipité hasta el interior de un buen salto. Si podía presumir de la agilidad que había adquirido durante todos estos años; me permitía moverme mucho más libremente. Y escaparme con mucha más facilidad.
El agua corría; pude oírlo. Y qué bien olía el jabón, en ese momento era como si mi cuerpo se moviera solo hacia el lugar. Ni siquiera el pequeño gruñido que escuché de mi "compañero" allí dentro pudo detenerme cuando entré por la pequeña obertura del baño. Todavía no se había formado el suficiente vapor como para no ver a la mujer que estaba dentro y que, en ese preciso momento acababa de darse cuenta de mi presencia. En cuanto sus ojos se posaron en los míos y viceversa me senté en las patas traseras, como el "buen" niño que era.- Meow ~
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2011
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Aun estaba de espaldas con medio giro de su rostro hacia el minino. Podía verlo, como la miraba fijamente, era una ricura aquel gatito que no pudo evitar acercarse al minino, agacharse y hacerle cierto mimo al gatito.-Oye... ¿Cómo tu por aquí?-Dijo con una voz pausada mientras le acaricia con los dedos por detrás de su pequeña cabeza de peluda piel marrón. Toco su naricita con el dedo índice y poco a poco se fue incorporando hasta quedar de nuevo de pie sobre el suelo del baño. Se fue hacia una cómoda donde parecía guardar todo un arsenal para animales del tipo felino, busco una caja de latón donde guardaba, donde podría dar algo al pequeño recién llegado a la habitación. Encontró una bola de lana, una bolsita con premios de gato y bueno...unas sardinas que tomo “prestadas” de la cocina. La verdad, no sabía de donde las sacaban, pero estaban riquísimas y tanto ella como Artemis las disfrutaban. Se decidió por el paquete de premios gatunos, pero a medida que iba meditándolo mejor, creyó que sería una imagen deliciosa y bastante dulce el ver al gatito con un juguete para su distracción mientras ella se daba un baño de sales.
-Gatito...-se fue acercando al minino que seguía en el baño y le tiro con suavidad la bola de lana, aquella que tenía guardada en la cómoda por casos como estos. Echó una mirada a Artemis y este parecía haber caído en brazos de Morfeo...bueno mientras despertara después y no la dejara sola, todo iría bien. Con la mirada de nuevo en el gatito, acerco con un suave roce de su pequeño pie la bola de lana y una vez que llego a su destino, Perçelinne llego al suyo que se componía de burbujas, sales, rosas y agua caliente. El ambiente estaba en su punto, estaba perfecto para meterse dentro del agua y cerrar los ojos para llevar la mente a una pared en blanco y dejarse transportar por el aroma de las sales, pero de algún modo tardaba mucho en meterse dentro del agua. Miró de lado a lado y lentamente un pie fue deslizándose dentro del agua para que después continuara después el resto de su pálido cuerpo-Mmm...Oui...-Estaba perfecta.
Encontró al parecer una posición, en la cual su espalda encajaba perfectamente con la cubierta de la tina, apoyo los brazos en el borde de esta y su mente, como ella había pensado. Comenzó a volar por cada rincón de su subconsciente, dejándola disfrutar de aquel baño relajante a sales de rosas. –Meow- Perçelinne abrió los ojos para encontrarse cara a cara con Artemis y haciendo que mirase sus ojos azules-Estoy bien Artemis....-Dijo poco a poco mientras este se hacia un ovillo al lado de la tina de su ama Perçelínne, observando al minino-Artemis...eres un gato celoso...-Dijo En broma con ese acento francés que tanto la caracterizaba y que al cabo de varios años, fue adquiriendo con el tiempo.
-Gatito...-se fue acercando al minino que seguía en el baño y le tiro con suavidad la bola de lana, aquella que tenía guardada en la cómoda por casos como estos. Echó una mirada a Artemis y este parecía haber caído en brazos de Morfeo...bueno mientras despertara después y no la dejara sola, todo iría bien. Con la mirada de nuevo en el gatito, acerco con un suave roce de su pequeño pie la bola de lana y una vez que llego a su destino, Perçelinne llego al suyo que se componía de burbujas, sales, rosas y agua caliente. El ambiente estaba en su punto, estaba perfecto para meterse dentro del agua y cerrar los ojos para llevar la mente a una pared en blanco y dejarse transportar por el aroma de las sales, pero de algún modo tardaba mucho en meterse dentro del agua. Miró de lado a lado y lentamente un pie fue deslizándose dentro del agua para que después continuara después el resto de su pálido cuerpo-Mmm...Oui...-Estaba perfecta.
Encontró al parecer una posición, en la cual su espalda encajaba perfectamente con la cubierta de la tina, apoyo los brazos en el borde de esta y su mente, como ella había pensado. Comenzó a volar por cada rincón de su subconsciente, dejándola disfrutar de aquel baño relajante a sales de rosas. –Meow- Perçelinne abrió los ojos para encontrarse cara a cara con Artemis y haciendo que mirase sus ojos azules-Estoy bien Artemis....-Dijo poco a poco mientras este se hacia un ovillo al lado de la tina de su ama Perçelínne, observando al minino-Artemis...eres un gato celoso...-Dijo En broma con ese acento francés que tanto la caracterizaba y que al cabo de varios años, fue adquiriendo con el tiempo.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/10/2011
Edad : 31
Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
La voz de la mujer resultó ser muy tranquilizante y eso junto a sus caricias me hizo producir una especie de ronroneo; obviamente este tipo de sonidos solían ser más habituales en mi forma animal que humana. Aunque a veces también se me escapaban..¡Y a veces en momentos muy poco oportunos! Pero bueno, no tenía otro remedio que aguantarme. No podía ni quería controlar mi naturaleza. La misma naturaleza que hizo resplandecer mis ojos en cuanto vi o, mejor dicho, olí la lana que estaba a punto de sacar de una especie de caja. Ya me la conocía. La lana o cualquier otro tipo de prenda que fuese tan blandita como rasgable me volvía loco por unos cuantos minutos, luego ya simplemente me entretenía como cualquier otro grato. Y hablando de gatos. El "Artemis" de ella, el otro gato que siempre la acompañaba, no dejó de mandarme malas vibraciones en ningún momento. Claro que cuando la chica lo miraba él se hacía el dormido ahí en un rincón como todo un buen niño ¡Si supiera! Era de lo más posesivo, iba muy bien encaminado con eso de los celos. Podía entenderle. No era el primer gato callejero con el que tenía un enfrentamiento por un amo; en mis visitas nocturnas por ahí siempre encontraba a alguien que me entrara en su casa. Y la mayoría de veces no era el único animal. Cuando era el único si que disfrutaba viendo al humano o ser en cuestión mientras hacía sus cosas como si nada. Aquella, definitivamente, era una experiencia única.
Mis garras se entretuvieron con la lana durante unos cuantos minutos hasta que escuché el sonido del agua subir mientras la chica se metía dentro de la bañera. Mis ojos entonces se fijaron en ella, de manera disimulada. Tenía un cuerpo muy bonito y muy estilizado. Y desde un primer momento no me sorprendió que se dedicara a ese "trabajo" porque, tal y como había comprobado, tenía muchos clientes. Muchos la deseaban. Yo mismo me incluía en la lista aunque mis deseos acababan siempre en segunda posición al visitarla de aquella manera prácticamente cada noche desde nuestros primeros encuentros como humano. En una de mis visitas al burdel me había encontrado primero con el gato, si no me conocían, atraía mucho a los animales curiosamente. Y detrás del gato estaba la dueña ¡Cuál fue mi sorpresa al saber que se llamaba Artemís! A penas crucé unas cuantas palabras con la chica, no pedí sus servicios; solo la miré durante un buen rato hasta que desapareció por donde había entrado esta vez acompañada por un cliente. Y un par de noches después me había aventurado a volver a visitarla, esta vez, con mi forma animal para poder conocerla mejor. En resumen, que ella no me conocía. No conocía al Artemís humano y, por el momento, evitaba cualquier contacto con ella que pudiese delatarme. Aunque era absurdo, no había manera de que me reconociera. Era completamente imposible.
El olor del gato macho, del compañero de la chica, me llegó al olfato en cuanto pasó por mi lado caminando lentamente hacia la bañera. No dudó en colocarse al borde en una postura aparentemente relajada pero todo su cuerpo, las vibraciones que me mandaba, decían "Cuidado con lo que haces extraño" Había pasado un mes pero todavía no me había ganado su confianza. Por suerte para mi ante mi adorable apariencia me era mucho más fácil ganarme a los humanos pero en mi forma animal no me comía un rosco con mis "compañeros"; según tenía entendido podría hacerles la competencia. O cosa similar. En cualquier caso, como siempre, hice lo que quise y únicamente por fastidiar contradecí su advertencia dando un buen salto hasta meterme de lleno en el agua ¡Agua! Amaba el agua. Otra de las ventajas de ser medio humano.
Mis garras se entretuvieron con la lana durante unos cuantos minutos hasta que escuché el sonido del agua subir mientras la chica se metía dentro de la bañera. Mis ojos entonces se fijaron en ella, de manera disimulada. Tenía un cuerpo muy bonito y muy estilizado. Y desde un primer momento no me sorprendió que se dedicara a ese "trabajo" porque, tal y como había comprobado, tenía muchos clientes. Muchos la deseaban. Yo mismo me incluía en la lista aunque mis deseos acababan siempre en segunda posición al visitarla de aquella manera prácticamente cada noche desde nuestros primeros encuentros como humano. En una de mis visitas al burdel me había encontrado primero con el gato, si no me conocían, atraía mucho a los animales curiosamente. Y detrás del gato estaba la dueña ¡Cuál fue mi sorpresa al saber que se llamaba Artemís! A penas crucé unas cuantas palabras con la chica, no pedí sus servicios; solo la miré durante un buen rato hasta que desapareció por donde había entrado esta vez acompañada por un cliente. Y un par de noches después me había aventurado a volver a visitarla, esta vez, con mi forma animal para poder conocerla mejor. En resumen, que ella no me conocía. No conocía al Artemís humano y, por el momento, evitaba cualquier contacto con ella que pudiese delatarme. Aunque era absurdo, no había manera de que me reconociera. Era completamente imposible.
El olor del gato macho, del compañero de la chica, me llegó al olfato en cuanto pasó por mi lado caminando lentamente hacia la bañera. No dudó en colocarse al borde en una postura aparentemente relajada pero todo su cuerpo, las vibraciones que me mandaba, decían "Cuidado con lo que haces extraño" Había pasado un mes pero todavía no me había ganado su confianza. Por suerte para mi ante mi adorable apariencia me era mucho más fácil ganarme a los humanos pero en mi forma animal no me comía un rosco con mis "compañeros"; según tenía entendido podría hacerles la competencia. O cosa similar. En cualquier caso, como siempre, hice lo que quise y únicamente por fastidiar contradecí su advertencia dando un buen salto hasta meterme de lleno en el agua ¡Agua! Amaba el agua. Otra de las ventajas de ser medio humano.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2011
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Localización : Donde menos te lo esperes.
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Parpadeo un par de veces al ver que Artemis salía corriendo del agua que era derramada de la tina, en cambio, Perçelínne se cubrió con ambas manos, procurando que no llegara nada de agua aunque la verdad de poco le sirvió cubrirse. Flexiono un poco las rodillas para que pudiera poner una posición más delicada mientras buscaba con la mirada al minino que entro en su baño ¿Dónde estaba? No lo sabía de verdad, así que un poco mas alarmada fue buscando a tientas con las manos por debajo del agua, buscando algún roce áspero, algún movimiento debajo del agua que correspondiera al gatito de bellos ojos claros. –Mmm...-murmuro Perçelínne al no encontrar al minino, hasta que cerca del lado derecho al que ella se había reposado sus brazos, cogió con ambas manos al minino que lo encontró a medias de la llegada a flote.
–Oooohh....Mon Dieu...-Dijo con cierta ternura en la voz, acercándose al gatito y echándole el pelo en suaves caricias hacia atrás, destapando su mirada celeste y poniéndolo en alto cerca de la mirada de Perçelínne.-Eres un lindo gatito...-Sonrió ampliamente con las puntas de su dorado cabello rozándole la espalda-Creo que ahora estas limpito..-Dijo ampliando la sonrisa en una risa elegante para acallar su voz con un tierno beso sobre la cabecita mojada de aquel minino. Pasaba su pálida nariz por el pelaje del minino, oliendo poco a poco su nuevo aroma a rosas, el cual volvió a posar un suave beso sobre la piel del gatito. Termino por recostarse en la tina de mármol blanco, posando al gatito a su antojo, encima de su pecho, con cuidado de que no cayera de nuevo sobre la laguna que se formaba dentro de la bañera.
Le acariciaba suavemente por su pelaje, observando con atención aquellos ojos azules que no paraban de hacerla sonreír, dejando una sonrisa ladina que fue ladeándose para apoyar su mejilla contra la del minino. -Meeeoow...-Artemis al parecer, quería recibir los mismos mimos, pero no pudo evitar soltar una risita mirando a Artemis-Artemis...no saludaste a nuestro invitado-Dijo cambiando sus ojos hacia el gatito-Debes aprender a compartir...-miro a Artemis con cierto aire mandatorio, alzando una ceja a modo de regañina por ser un celoso empedernido. Miro al gatito que yacía sobre su pecho, y con una mano que fue estirando hacia el lavabo, cogió la toalla de manos para ponerla sobre la piel mojada del minino
-Ahora voy a secarte...no vayas a coger un resfriado...-Dijo mientras le acariciaba el lomo con la toalla de algodón, lentamente en movimientos suaves para no sacarle la piel a tiras. Otro besito en la cabeza-Si pudiera, también te adoptaría, te llevaria a que te pusieran un bonito collar que vaya a juego con tu ojos azules...pero tendría que separaros cada dos por tres...-rueda los ojos para terminar de posarlos en Artemis, poniendo un gesto serio durante cinco segundos y suspirar volviendo a recostarse sobre la bañera, flexionando sus rodillas mejor para apoyar al gato que yacía medio seco con una toalla rosa alrededor de su piel a rayas-¿Qué te parece sobre la montaña de mis piernas?-Miro al gato para guiñarle un ojo con cierta timidez en su rostro, sonrojándose al tener tanta seguridad con este gato sobre sus rodillas.
–Oooohh....Mon Dieu...-Dijo con cierta ternura en la voz, acercándose al gatito y echándole el pelo en suaves caricias hacia atrás, destapando su mirada celeste y poniéndolo en alto cerca de la mirada de Perçelínne.-Eres un lindo gatito...-Sonrió ampliamente con las puntas de su dorado cabello rozándole la espalda-Creo que ahora estas limpito..-Dijo ampliando la sonrisa en una risa elegante para acallar su voz con un tierno beso sobre la cabecita mojada de aquel minino. Pasaba su pálida nariz por el pelaje del minino, oliendo poco a poco su nuevo aroma a rosas, el cual volvió a posar un suave beso sobre la piel del gatito. Termino por recostarse en la tina de mármol blanco, posando al gatito a su antojo, encima de su pecho, con cuidado de que no cayera de nuevo sobre la laguna que se formaba dentro de la bañera.
Le acariciaba suavemente por su pelaje, observando con atención aquellos ojos azules que no paraban de hacerla sonreír, dejando una sonrisa ladina que fue ladeándose para apoyar su mejilla contra la del minino. -Meeeoow...-Artemis al parecer, quería recibir los mismos mimos, pero no pudo evitar soltar una risita mirando a Artemis-Artemis...no saludaste a nuestro invitado-Dijo cambiando sus ojos hacia el gatito-Debes aprender a compartir...-miro a Artemis con cierto aire mandatorio, alzando una ceja a modo de regañina por ser un celoso empedernido. Miro al gatito que yacía sobre su pecho, y con una mano que fue estirando hacia el lavabo, cogió la toalla de manos para ponerla sobre la piel mojada del minino
-Ahora voy a secarte...no vayas a coger un resfriado...-Dijo mientras le acariciaba el lomo con la toalla de algodón, lentamente en movimientos suaves para no sacarle la piel a tiras. Otro besito en la cabeza-Si pudiera, también te adoptaría, te llevaria a que te pusieran un bonito collar que vaya a juego con tu ojos azules...pero tendría que separaros cada dos por tres...-rueda los ojos para terminar de posarlos en Artemis, poniendo un gesto serio durante cinco segundos y suspirar volviendo a recostarse sobre la bañera, flexionando sus rodillas mejor para apoyar al gato que yacía medio seco con una toalla rosa alrededor de su piel a rayas-¿Qué te parece sobre la montaña de mis piernas?-Miro al gato para guiñarle un ojo con cierta timidez en su rostro, sonrojándose al tener tanta seguridad con este gato sobre sus rodillas.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/10/2011
Edad : 31
Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
El agua me sentó realmente genial y, aunque ya venía bañado de casa, en mi forma animal siempre era más divertido porque no necesitaba prácticamente nada para secarme. Además de que al andar completamente "desnudo" ya era todo un baño. Una lástima que no pudiera pasar todas las horas que deseaba de aquella manera, cuanto más tiempo estaba más cansado volvía después siendo humano. Y más tiempo me llevaba recuperarme. Por lo general salía de noche, volvía de madrugada y me pasaba toda la mañana durmiendo. De los "quehaceres" ya me encargaba por la tarde fuesen cuales fuesen podían esperar; era lo bueno de ser un libre -hasta cierto punto.- adolescente. No tenía que preocuparme por según que cosas. También era lo bueno de vivir con mi madre, tan benevolente como siempre que era ella. Mi padre, a las diez de la mañana posiblemente ya me tendría en vela para hacer cualquier tontería. El agua y el fuego. La tierra y el aire. Así solían ser de diferentes ellos en muchas ocasiones. Yo, aun no siendo su hijo biológico, al estar a su cuidado prácticamente desde bebé había acabado por adoptar parte de ambas costumbres. La bondad de mi madre, la seriedad -para motivos realmente importantes.- y la fuerza de mi padre además de la pereza que venía incluido en el paquete de ser el tipo de felino que era. Un gato remolón y mimosón como en ese momento cuando a la chica no se le ocurrió otra cosa que empezar a hacerme cariñitos en el morro. Si ella supiera..
Yo por mi parte, como siempre, actué a mi libre albedrío. Lamí parte de su rostro, más concretamente, los labios y la punta de la nariz que era dónde llegaba en ese momento. Una vez más la ternura de mi forma gatuna se apoderaba de los humanos, de la mayoría eso sí, había otros que por algún extraño motivo nos odiaban. Lejos de darnos cariños teníamos que evitar patadas. Los que no tenían más opción que aguantarlo realmente me daba verdadera lástima. Ningún animal tan poco dañino como nuestra especie se merecía eso. Ningún animal, de echo, por muy dañino que fuera. Todo era cuestión de supervivencia al igual que ellos nos cazaban para poder alimentarse la mayoría de nosotros tenía que cazar para la manada. Como pantera había aprendido muchas cosas en los tiempos que estuve por países más libres y con más selva. Seguía sin poder estar en forma animal más de medio día pero aún así me habían aceptado. Y, sin duda, todavía tenía muy buenos recuerdos que en la ciudad quedaban mermados por la crueldad humana. Y yo, después de todo, era parte humano. Aún así no era capaz de justificarlos. Por otra parte, me enorgullecía las personas como la chica que tenía delante. Tan respetuosas y cariñosas que, desde luego, no daban ganas de separarte nunca. Aunque llegado el momento no quedase otro remedio.
La toalla me tomó algo por sorpresa al caerme encima por lo que siseé ligeramente, erizando mi cola. Claro que eso se quedó en un susto pasajero pues enseguida me relajé bajo las suaves caricias de la mujer. Esa toalla era tan suave como sus roces; había cada unas más rasposas que te podían sacar la piel como frotaran. U otros humanos que eran tan brutos como para frotarte con todas sus fuerzas como si fueras un muñeco en lugar de un ser vivo. Ella no, ella lo hacía con todo el cariño del mundo. Si algo tenía esa mujer era cariño para dar y recibir. Me enseñó el montículo que había echo con sus piernas para que subiera y maullé a modo de indicarle que me parecía una fantástica idea no sin antes chapotear un poco sobre el agua hasta alcanzar de nuevo su rostro, concretamente, una de las mejillas contra las que froté parte de mi cuerpo. Seguido de una lamida. Y finalmente en un ágil movimiento me subí a esa especie de cuesta que había echo. En la cima de la cual, con las rodillas semiflexionadas para darme espacio, pude colocar mi cuerpo en prácticamente una bolita. Posición de completo relax dispuesto a descansar. Aunque, descansar no significaba dormir. Para eso ya tendría mucho tiempo.
Yo por mi parte, como siempre, actué a mi libre albedrío. Lamí parte de su rostro, más concretamente, los labios y la punta de la nariz que era dónde llegaba en ese momento. Una vez más la ternura de mi forma gatuna se apoderaba de los humanos, de la mayoría eso sí, había otros que por algún extraño motivo nos odiaban. Lejos de darnos cariños teníamos que evitar patadas. Los que no tenían más opción que aguantarlo realmente me daba verdadera lástima. Ningún animal tan poco dañino como nuestra especie se merecía eso. Ningún animal, de echo, por muy dañino que fuera. Todo era cuestión de supervivencia al igual que ellos nos cazaban para poder alimentarse la mayoría de nosotros tenía que cazar para la manada. Como pantera había aprendido muchas cosas en los tiempos que estuve por países más libres y con más selva. Seguía sin poder estar en forma animal más de medio día pero aún así me habían aceptado. Y, sin duda, todavía tenía muy buenos recuerdos que en la ciudad quedaban mermados por la crueldad humana. Y yo, después de todo, era parte humano. Aún así no era capaz de justificarlos. Por otra parte, me enorgullecía las personas como la chica que tenía delante. Tan respetuosas y cariñosas que, desde luego, no daban ganas de separarte nunca. Aunque llegado el momento no quedase otro remedio.
La toalla me tomó algo por sorpresa al caerme encima por lo que siseé ligeramente, erizando mi cola. Claro que eso se quedó en un susto pasajero pues enseguida me relajé bajo las suaves caricias de la mujer. Esa toalla era tan suave como sus roces; había cada unas más rasposas que te podían sacar la piel como frotaran. U otros humanos que eran tan brutos como para frotarte con todas sus fuerzas como si fueras un muñeco en lugar de un ser vivo. Ella no, ella lo hacía con todo el cariño del mundo. Si algo tenía esa mujer era cariño para dar y recibir. Me enseñó el montículo que había echo con sus piernas para que subiera y maullé a modo de indicarle que me parecía una fantástica idea no sin antes chapotear un poco sobre el agua hasta alcanzar de nuevo su rostro, concretamente, una de las mejillas contra las que froté parte de mi cuerpo. Seguido de una lamida. Y finalmente en un ágil movimiento me subí a esa especie de cuesta que había echo. En la cima de la cual, con las rodillas semiflexionadas para darme espacio, pude colocar mi cuerpo en prácticamente una bolita. Posición de completo relax dispuesto a descansar. Aunque, descansar no significaba dormir. Para eso ya tendría mucho tiempo.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Ciertamente todo iba bien en aquellos segundos de plena paz en el interior de los lavabos. Una bolita de nieve, con rayas marrones sobre el lomo, descansaba plácidamente sobre sus sexys semiflexionadas rodillas, haciendo unos pequeños y escuetos soplos sobre su tersa piel. Con atención miraba como su lomo se abombaba y se encogía dejando pasar a una respiración tranquila, lenta y que a la vez combinaba con la tranquilidad que se percibía en el ambiente. Un movimiento lento de su torso al querer acercarse demasiado al felino, hizo posar con suavidad sus yemas de los dedos e ir, como lagunas en mar abierto, acariciando con lentitud por aquel lomo rayado color marrón pardo. El pelaje del felino, ahora húmedo, oliendo al bello aroma de rosas con el que escogió para tomarse aquel delicioso baño. Una mirada celeste contemplaba que el minino no se hundiera de nuevo en el agua, que no pasara nada y en realidad, algún día tenía que despertarse, o si no, ella también entraría en la lista de resfriadas por estar demasiado tiempo dentro del agua, evitando la seriedad al asunto para dar bote a una escueta risa en la que soltó varios soplos lentos, imitando como precedentemente lo hacía sin darse cuenta de ello. Jugo a dar varios soplos suaves por diferentes partes del cogote del minino, pero siguió jugando, con caricias o sin ellas se lo pasaba pipa con el dócil felino.
Paró al ver que un escalofrió le entro de repente, sonriendo levemente, acariciando con su pecho cortésmente contra sus piernas-Uy...-Dijo nada más. Como una caricia invisible le hubiera rozado de repente su bello cuerpo, haciendo que ahora estuviera cerca, milímetro a milímetro con la cara apaciguadora del minino. Aquella bola de algodón que yacía sobre sus piernas, despertaba ciertos sentimientos con los que poder recordar, cuando fue la última vez que noto un calor, que noto cierto amor maternal o ni siquiera eso. Tenía su empleo, en cierto modo le agradaba, pero ¿Qué era aquello que ofrecía? ¿Amor incondicional? ¿Un baile de enredos, entre dos cuerpos sincronizados, respiraciones, caricias...y poco más? El amor que ofrecía a cambio de una cifra bastante elevada, era de los que no se permitía ningún contacto cálido, pero sonrisas picaras si se podía junto con la de algún guiño, un movimiento lento dejando paso, quizás a algunas caricias, una sonrisa, otra caricia, un beso, dos respiraciones agitadas, sincronizadas para que finalmente se convierta en el resultado de una tensión no resuelta, con lo que las “Damas” de su oficio podrían dar el cierre final a la función o simplemente pasar a otro con lo que poder quitar ese “vacio” de insatisfacción-A étoile vous bénit tous les soirs...mon petit chéri….-Dijo con suavidad cerca de la orejitas del felino, mordiendo con suavidad la puntita de las orejas con los labios, besándolos de nuevo.
Quería…cuidado con lo que iba a hacer ahora-Tenemos que ir fuera de estos mares para ti…-Dijo refiriendose a la bañera-¿Preparado?-Dijo mientras veia como podía coger al gato, aunque no le resulto tan dificil al estar acostumbrada a Artemis. La verdad, ya no le resultaba tan dificil, coger al gatito de sus patitas traseras, envueltas con la palma de su mano, para pegar su pecho al lomo del gato, entre pecho y pecho, embarcandolo en la amplitud de sus brazos y dejando que el mismo animalito que recogia de sus piernas, se apoyase en el muro que Perçelínne le ofrecia. Un pie saco de la tina. Otro más y el agua empapaba el suelo del baño, dejando que por su cuerpo resbalaran gotas de agua, dejando un camino húmedo de agua hasta que llegó a la suavidad de las telas azul mar que cubrían su cama.-Quedate aqui…-Se acerco y ya un último roce de sus labios se quedaron impregnados de nuevo sobre su suave pelaje. Quien sabía, pero Perçelínne siempre quería más.
{ A Étoile vous bénit tous les soirs ...mon petit chéri….Petit trésor ... = Una estrella te bendice todas las noches....Mi pequeño tesoro }
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Las caricias de la mujer eran increíblemente relajantes. Me gustaba que me tocasen, sí, pero obviamente no cualquiera. Sobretodo adoraba el roce de unas manos suaves y femeninas como esas. Que se acompasaban a mi tranquila y calmada respiración, de echo, me hacían tranquilizarme de esa manera tan profunda. Casi apunto de caer en el sueño me detuve a mi mismo, abriendo mis ojos. Esas esferas azules que, aun siendo animal, había podido ver de vez en cuando frente a un espejo. Se mantenían prácticamente iguales que en mi forma humana, un tanto más resplandecientes y brillantes. Casi como si con ello quisieran atrapar a más gente. De igual manera pasaba con mi pantera interior, tenía los ojos completamente azules. A mi padre, que también los tenía azules, se le cambiaban a oscuro en sus formas animales. Algo curioso. A mi madre, por el contrario, le pasaba igual que a mi. No eramos familia de sangre pero teníamos tantas coincidencias que muchos confundían y yo mismo a veces me preguntaba si lo ocurrido hasta mi adopción no habrían sido únicamente sueños. Pesadillas pasadas que nunca ocurrieron. Por lo general de ese tema no se hablaba en casa ¿Qué sentido podría tener? El pasado se quedaba en el pasado.
Un suave movimiento me hizo despertar de mis propios pensamientos. Me dio la sensación de que iba a caerme por lo que me aferré con fuerza a los brazos que en ese momento me sujetaban. En cuanto me di cuenta de que había sacado las uñas las escondí rápidamente pues ella estaba completamente desnuda. Y si algo no quería hacerle era daño, menos en la parte de su pecho que era dónde yacía mi pequeño cuerpo. Eso si era la fantasía de cualquiera hombre; que te acunaran cerca de esa zona "0" sin pedir nada a cambio, por el mero placer de tenerte contra su pecho. Cosa que entre los humanos ocurría bien pocas veces teniendo en cuenta lo que aprovechaban los hombres para hacer si una mujer les ofrecía tan tierna caricia. No. Los humanos no estaban echos para tiernas caricias o tiernos momentos. En la época que nos tocaba vivir el contacto entre dos personas solo podía atribuírsele a una cosa; al sexo. Un pensamiento de lo más triste a mi parecer.
Mi cuerpo descansó en tierra firme -por llamarlo de alguna manera.- en cuanto aterricé sobre las finas sábanas de la cama que momentos atrás había visto mientras me diría al baño. Me estiré por completo aprovechando para sacar mis uñas y masajearlas un poco sobre la seda al mismo tiempo que abría la boca, ronroneando. Se escucharon un par de "cracks" lo que indicaba que el estiramiento había finalizado y tras parpadear un par de veces, bostezando, miré hacia el interior. Hacía abajo dónde estaba su Artemís con cara de pocos amigos. A las claras tenía envidia de todo. De que me cogiera. De que me acariciara. De que me pusiera en su cama. De que hubiese entrado en su territorio a fin de cuentas ¿Cuál era mi territorio? ¿Mi casa? Como animal no podía considerar nada territorio mío porque iba y venía de un lado para otro. Los humanos no tenían territorio así que mi parte humana no podía considerar su casa un territorio. Era mi hogar. Mi techo de cada día, eso sí. Bajé de un ágil salto de la cama, siguiendo los pasos de la chica por el baño y admirando su bello cuerpo que desde mi posición se veía a la perfección. Si supiera quién era el que la estaba observando podía imaginar la manera en la que se cubriría, posiblemente avergonzada. Sentí que mis ojos brillaban más de la cuenta. Un tirón en mi cola me hizo maullar y erizarme. Era Artemís que esta vez me avisaba de que no mirara lo suyo más de la cuenta. Dispuesto a enfrentarme, algo más allá nos distrajo a ambos. Alguien tocó la puerta.
Un suave movimiento me hizo despertar de mis propios pensamientos. Me dio la sensación de que iba a caerme por lo que me aferré con fuerza a los brazos que en ese momento me sujetaban. En cuanto me di cuenta de que había sacado las uñas las escondí rápidamente pues ella estaba completamente desnuda. Y si algo no quería hacerle era daño, menos en la parte de su pecho que era dónde yacía mi pequeño cuerpo. Eso si era la fantasía de cualquiera hombre; que te acunaran cerca de esa zona "0" sin pedir nada a cambio, por el mero placer de tenerte contra su pecho. Cosa que entre los humanos ocurría bien pocas veces teniendo en cuenta lo que aprovechaban los hombres para hacer si una mujer les ofrecía tan tierna caricia. No. Los humanos no estaban echos para tiernas caricias o tiernos momentos. En la época que nos tocaba vivir el contacto entre dos personas solo podía atribuírsele a una cosa; al sexo. Un pensamiento de lo más triste a mi parecer.
Mi cuerpo descansó en tierra firme -por llamarlo de alguna manera.- en cuanto aterricé sobre las finas sábanas de la cama que momentos atrás había visto mientras me diría al baño. Me estiré por completo aprovechando para sacar mis uñas y masajearlas un poco sobre la seda al mismo tiempo que abría la boca, ronroneando. Se escucharon un par de "cracks" lo que indicaba que el estiramiento había finalizado y tras parpadear un par de veces, bostezando, miré hacia el interior. Hacía abajo dónde estaba su Artemís con cara de pocos amigos. A las claras tenía envidia de todo. De que me cogiera. De que me acariciara. De que me pusiera en su cama. De que hubiese entrado en su territorio a fin de cuentas ¿Cuál era mi territorio? ¿Mi casa? Como animal no podía considerar nada territorio mío porque iba y venía de un lado para otro. Los humanos no tenían territorio así que mi parte humana no podía considerar su casa un territorio. Era mi hogar. Mi techo de cada día, eso sí. Bajé de un ágil salto de la cama, siguiendo los pasos de la chica por el baño y admirando su bello cuerpo que desde mi posición se veía a la perfección. Si supiera quién era el que la estaba observando podía imaginar la manera en la que se cubriría, posiblemente avergonzada. Sentí que mis ojos brillaban más de la cuenta. Un tirón en mi cola me hizo maullar y erizarme. Era Artemís que esta vez me avisaba de que no mirara lo suyo más de la cuenta. Dispuesto a enfrentarme, algo más allá nos distrajo a ambos. Alguien tocó la puerta.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
La puerta. No sabía quién podría ser pues a esta hora no acostumbraban a pasar gente por su puerta, la llamada de la masculinidad no solía llamara a su puerta, así que ignoro el toque seco que había hecho retumbar levemente la puerta y se dispuso a separar a los gatos que parecía que iban a empezar a pelear. El maullido sorprendido del gatito misterioso le había hecho mirar a través del espejo lo que ocurría entre los mininos, se sorprendió al ver a Artemis de tal modo. Miro a ambos gatos y cogió al pequeño gato de rayas pardo delicadamente de la mitad del lomo, acunándolo entre su pecho para así poder acariciar su cabecita suavemente detrás de su oreja a la vez que esta miraba con seriedad a Artemis.-Artemis....-Acercó al gato pequeño que tenía de nuevo entre sus brazos y lo mantuvo en alto cerca de Artemis-Pídele perdón....-Dijo una voz tajante en lugar de la dulcificada voz que solía usar normalmente.
Miró a los ojos de Artemis, fijándose en la tonalidad de estos para después ver como se acercaba al pequeño gato para rozar su mejilla con la del minino, en son de paz, aunque para cuando se alejo de Perçelinne y del felino, este parecía murmurar ronroneos y maúllos en tonos muy bajos, como si estuviera hablando para sí mismo. Volvió a colocar al gato sobre su pecho y con continuas caricias sobre la suave piel del felino, con mucho cuidado, abrió con una mano el armario donde guardaba todo, desde un bonito vestido de seda oriental hasta ropa interior bastante provocativa. Dejó el armario abierto de par en par para poder dejar sus manos libres y posar al gato sobre la blanda superficie de su cama, arropó al gato de una sola vez como queriendo jugar un poco al escondite y se fue alejando poco a poco hasta que estuvo frente a los cajones de la cómoda, mirando con cuidado que conjunto se iba a poner esa mañana.
Estuvo viendo y viendo muchos modelos, pero se decidió por uno de seda color mora, de encaje negro. Se agacho para comenzar a colocárselo por las piernas, tirando de ellas hacia arriba con un poco de dificultad, pues tenía que mantener el equilibrio y procurar no montar una bonita escena. Para eso, esperaría a la noche, que es cuando se permitía hacer de todo, si tapujos, sin tabúes que esconder con otra gente. Iba por el conjunto superior, a juego con su parte inferior por lo que podía pasar a la siguiente fase. Echó un vistazo para vigilar que el minino estuviera a salvo, echó un vistazo a Artemis y estaba aún refunfuñando. A veces se parecía a un niño malcriado, pero no podía entretenerse por más tiempo. Guiño un ojo al minino que estaba sobre su cama y miro a ver qué vestido le apetecía ponerse. La verdad, no tenía ganas de salir, ir al banco, ir de compras, ir tienda por tienda en busca de un nuevo vestido.
-Necesito ropa nueva....-Dijo mientras miraba alternativamente cada uno de sus conjuntos verdes, naranjas, amarillos, rojos...Tenía de todas las formas y colores, pero se decantó por uno sencillo, lo cogió de la percha para dejarlo caer al suelo tras poner una cara de verdadera pereza. Cogió otro y suspiro profundamente, para después hacer lo mismo que el vestido que yacía en el suelo. ¿Acaso quería impresionar a alguien? No tenía a nadie, estaba sola y bueno, ahora tenía un nuevo amiguito, era cariñoso y desconocía de su nombre, pero al fin y al cabo, eran animales y no hablaban, solo escuchaban para llegar al límite de no ser respondida a alguna pregunta, o poder escuchar algún consejo de alguien que tuviera alguna que otra experiencia. Miró al gatito, se acerco en paños menores para besar su cabecita peluda-¿Me ayudas, Mon Cherí?-Dijo dulcemente mientras volvió a acunarle entre su pecho que ahora no estaba tan al descubierto a pieles ajenas, dirigiendose al armario aunque, sabia que no le iba a hablar con vocales y consonantes podria señalarle sus gustos-Un gatito guapo como tu, seguro que tiene un buen instinto-Le guiño el ojo de nuevo tras haberle acariciado el lomo de una suave pasada de las yemas de sus dedos.
Miró a los ojos de Artemis, fijándose en la tonalidad de estos para después ver como se acercaba al pequeño gato para rozar su mejilla con la del minino, en son de paz, aunque para cuando se alejo de Perçelinne y del felino, este parecía murmurar ronroneos y maúllos en tonos muy bajos, como si estuviera hablando para sí mismo. Volvió a colocar al gato sobre su pecho y con continuas caricias sobre la suave piel del felino, con mucho cuidado, abrió con una mano el armario donde guardaba todo, desde un bonito vestido de seda oriental hasta ropa interior bastante provocativa. Dejó el armario abierto de par en par para poder dejar sus manos libres y posar al gato sobre la blanda superficie de su cama, arropó al gato de una sola vez como queriendo jugar un poco al escondite y se fue alejando poco a poco hasta que estuvo frente a los cajones de la cómoda, mirando con cuidado que conjunto se iba a poner esa mañana.
Estuvo viendo y viendo muchos modelos, pero se decidió por uno de seda color mora, de encaje negro. Se agacho para comenzar a colocárselo por las piernas, tirando de ellas hacia arriba con un poco de dificultad, pues tenía que mantener el equilibrio y procurar no montar una bonita escena. Para eso, esperaría a la noche, que es cuando se permitía hacer de todo, si tapujos, sin tabúes que esconder con otra gente. Iba por el conjunto superior, a juego con su parte inferior por lo que podía pasar a la siguiente fase. Echó un vistazo para vigilar que el minino estuviera a salvo, echó un vistazo a Artemis y estaba aún refunfuñando. A veces se parecía a un niño malcriado, pero no podía entretenerse por más tiempo. Guiño un ojo al minino que estaba sobre su cama y miro a ver qué vestido le apetecía ponerse. La verdad, no tenía ganas de salir, ir al banco, ir de compras, ir tienda por tienda en busca de un nuevo vestido.
-Necesito ropa nueva....-Dijo mientras miraba alternativamente cada uno de sus conjuntos verdes, naranjas, amarillos, rojos...Tenía de todas las formas y colores, pero se decantó por uno sencillo, lo cogió de la percha para dejarlo caer al suelo tras poner una cara de verdadera pereza. Cogió otro y suspiro profundamente, para después hacer lo mismo que el vestido que yacía en el suelo. ¿Acaso quería impresionar a alguien? No tenía a nadie, estaba sola y bueno, ahora tenía un nuevo amiguito, era cariñoso y desconocía de su nombre, pero al fin y al cabo, eran animales y no hablaban, solo escuchaban para llegar al límite de no ser respondida a alguna pregunta, o poder escuchar algún consejo de alguien que tuviera alguna que otra experiencia. Miró al gatito, se acerco en paños menores para besar su cabecita peluda-¿Me ayudas, Mon Cherí?-Dijo dulcemente mientras volvió a acunarle entre su pecho que ahora no estaba tan al descubierto a pieles ajenas, dirigiendose al armario aunque, sabia que no le iba a hablar con vocales y consonantes podria señalarle sus gustos-Un gatito guapo como tu, seguro que tiene un buen instinto-Le guiño el ojo de nuevo tras haberle acariciado el lomo de una suave pasada de las yemas de sus dedos.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Ser protegido por la mujer era ¡Genial! Estaba como en una nube cuando me alzó para volver a ponerme en su pecho. Sin embargo, tener una peleilla con Artemís tampoco habría estado mal. Entre gatos, no mucho podía hacerse. En el fondo solo nos "mimoseabamos" de una manera diferente con nuestras garritas. No es como si ambos tuviéramos un cuerpo grande o muy dañino. Él era aproximadamente de mi medida y, a pesar de eso, protegía a su dueña. No solo de mi sino de cualquier otro que viniera. Lo notaba en cada parte de su cuerpo. Todas las vibraciones que me mandaban era de total y completa valentía como si, en lugar de ser un gato, fuese una pantera. Irónico, lo sé. Pero al tener yo mismo otra forma bien sabía lo que era sentirse grande y fuerte, más fuerte que tu oponente. De haber estado en forma humana me habría reído profundamente cuando me puso frente a él y le obligó a pedirme permiso. Estiré una de mis patas para rozar ligeramente su cabecita, sin las uñas extendidas por su puesto, y al tiempo justo antes de que me levantara. "Buen chico" era lo que le había transmitido ¡Qué cara se le quedó! Ronronee en el pecho de la mujer y me hice un ovillo en cuanto me dejo, de nuevo, sobre la cama. Esta vez Artemís se quedó más calmado al tener a Perçelinne por ahí pero lo había dejado con la "palabra" en la boca. Tenía por seguro que me la devolvería en algún momento. Cuando estuviéramos a solas. Que bien me caía ese felino por protegerla con tanto énfasis.
En medio de mi charla conmigo mismo, bajo la suave sábana que había colocado sobre mi cuerpo y acariciando mis patas traseras con mi hocico la contemplaba, esta vez, mientras se vestía. Oh si, no podía dejar de pensar en lo hermosa que era y en lo que se sentiría estando con ella. Por otra parte, también se me venían a la cabeza pensamientos de cuando estaría con otros hombres. De si la obligarían. O la tratarían mal. Se me erizó ligeramente la piel de pensarlo, en esas semanas que llevaba viéndola como felino había crecido en mi un pequeño instinto protector. Y posiblemente Artemís llevaba mucho más tiempo con ella así que podía entender perfectamente porque me gruñía o me daba esos avisos cuando estaba cerca de ella. Si la llegase a dañar, probablemente, él me acabaría matando. Por suerte para él yo haría cualquier cosa menos dañarla. En ese momento me aferré de nuevo a su pecho cuando me alzó, le gustaba tenerme entre sus brazos y a mi me encantaba reposar allí. Una pena que ya se hubiese puesto la lencería porque sus pechos desnudos eran mucho más blanditos, por su puesto. ¡Estaba echo todo un pervertido! ¿Cómo resistirme? Menos mal que como ese pequeño e inofensivo gato la excitación pasaba muy desapercibida. Y también gracias a mi autocontrol.
En cuanto me puso frente al armario solté otro pequeño ronroneo como respuesta a su afirmación. - "Un gatito guapo como tu, seguro que tiene un buen instinto" - Si ella supiera que ese "gatito" era en realidad un humano y que encima tenía unos padres dueños de una empresa textil de modas. Pasando eso por alto fijé mi vista en los atuendos que tenía por allí. Sí, es cierto, necesitaba algo de ropa nueva pero la que tenía tampoco estaba tan mal para alguien que vivía en ese lugar. Eran telas delicadas y bien cuidadas, algo anticuadas pero valiosas y que posiblemente le sentarían genial. Trepé hasta su hombro sutilmente y de allí salté hasta el estante, algo más bajo, que había cerca del armario. Había dejado caer algunos vestidos al suelo al parecer con algo de pereza pero mis ojos habían puesto su atención en otro que colgaba. Con cuidado de no dañarlo y aprovechando la cercanía del mueble estiré mi pata hasta rozarla con la percha que llevaba esa prenda. Un vestido rojo, de una seda barata pero elegante que probablemente le llegaría hasta algo más allá de las rodillas. Y con la luz, brillaría. Maullé pasando mi mirada del vestido a la cara de la mujer, esperando que me entendiera. Y esperando que me hiciese caso. Aunque pensándolo bien ¿Quién haría caso a un gato?.
En medio de mi charla conmigo mismo, bajo la suave sábana que había colocado sobre mi cuerpo y acariciando mis patas traseras con mi hocico la contemplaba, esta vez, mientras se vestía. Oh si, no podía dejar de pensar en lo hermosa que era y en lo que se sentiría estando con ella. Por otra parte, también se me venían a la cabeza pensamientos de cuando estaría con otros hombres. De si la obligarían. O la tratarían mal. Se me erizó ligeramente la piel de pensarlo, en esas semanas que llevaba viéndola como felino había crecido en mi un pequeño instinto protector. Y posiblemente Artemís llevaba mucho más tiempo con ella así que podía entender perfectamente porque me gruñía o me daba esos avisos cuando estaba cerca de ella. Si la llegase a dañar, probablemente, él me acabaría matando. Por suerte para él yo haría cualquier cosa menos dañarla. En ese momento me aferré de nuevo a su pecho cuando me alzó, le gustaba tenerme entre sus brazos y a mi me encantaba reposar allí. Una pena que ya se hubiese puesto la lencería porque sus pechos desnudos eran mucho más blanditos, por su puesto. ¡Estaba echo todo un pervertido! ¿Cómo resistirme? Menos mal que como ese pequeño e inofensivo gato la excitación pasaba muy desapercibida. Y también gracias a mi autocontrol.
En cuanto me puso frente al armario solté otro pequeño ronroneo como respuesta a su afirmación. - "Un gatito guapo como tu, seguro que tiene un buen instinto" - Si ella supiera que ese "gatito" era en realidad un humano y que encima tenía unos padres dueños de una empresa textil de modas. Pasando eso por alto fijé mi vista en los atuendos que tenía por allí. Sí, es cierto, necesitaba algo de ropa nueva pero la que tenía tampoco estaba tan mal para alguien que vivía en ese lugar. Eran telas delicadas y bien cuidadas, algo anticuadas pero valiosas y que posiblemente le sentarían genial. Trepé hasta su hombro sutilmente y de allí salté hasta el estante, algo más bajo, que había cerca del armario. Había dejado caer algunos vestidos al suelo al parecer con algo de pereza pero mis ojos habían puesto su atención en otro que colgaba. Con cuidado de no dañarlo y aprovechando la cercanía del mueble estiré mi pata hasta rozarla con la percha que llevaba esa prenda. Un vestido rojo, de una seda barata pero elegante que probablemente le llegaría hasta algo más allá de las rodillas. Y con la luz, brillaría. Maullé pasando mi mirada del vestido a la cara de la mujer, esperando que me entendiera. Y esperando que me hiciese caso. Aunque pensándolo bien ¿Quién haría caso a un gato?.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Miro a la nada unos instantes hasta que el maullido del gatito la despertó de su pequeño trance. Observo como el minino señalaba torpemente a una percha en la que colgaba un vestido rojo, brillante y algo ostentoso. La gente posiblemente se fijaría en ella y la señalarían como un tiovivo de feria, pero, que gracia, ella era un tiovivo en la cama. Tuvo que taparse con el dorso de la mano la repentina risa que le dio al pensar aquella comparación y enseguida con cuidado cogió de nuevo en brazos al felino que supuestamente le ayudo escogiendo vestido-Creo que el rojo es muy bonito...-Rio de nuevo mientras cogía el vestido con la mano libre que tenía, dado que con la otra sujetaba al pequeño. Volvió hacia la cama, dejo al pequeño felino comparado con la anchura de Artemis y detrás del biombo fue a vestirse.
-Meeeooww....-Dijo lúgubremente Artemis mientras de un salto se acercaba por la seda azul de la cama de Perçelinne hasta quedarse a un palmo de distancia del pequeño gato. Este bajo la cabeza, inclinándose poco a poco hasta que se fue tumbando en la cama de seda, mirando del biombo al felino, del felino al biombo.-Artemis....-Perçelinne llamo al gato con algo de cautela-Como le hagas algo te quedas sin atún...-Dijo detrás del biombo, a ciegas de lo que pudiera estar haciendo Artemis con el pequeño felino. Este maulló de nuevo pero con un énfasis pobre y cansado, como si estuviera dando a entender de que acataría sus ordenes al pie de la letra como siempre. Este se incorporo a cuatro patas y se acerco hasta el minino y le rodeo el cuerpo con su peludo cuerpo, posando sus patitas delanteras encima del lomo del gato que Perçelinne mantuvo en brazos hace unos instantes. Al parecer, Artemis quería jugar, pero en cuanto volvieron a llamar a la puerta, Perçelinne salió del biombo, con el vestido a medio abrochar, sujetándose como podía las cuerdas del corsé delantero para que no se le viera ninguna vergüenza a simple vista.
Echó una ojeada rápida a los gatos y sonrió al ver que estaban jugando, según lo que pensó al verlos tan juntos en ese momento. Abrió la puerta de su habitación y en cuanto puso la puerta a 45º, tan solo para ver de quien se trataba, esta recibió una bofetada en su pálida mejilla de un corpulento hombre de cabellos oscuros y rostro cansado.-¡¡Meeeoooww!!- No le dio tiempo a reaccionar, se estampo de lado contra la pared y de repente maullidos de cólera retumbaron en la habitación para después que Perçelinne viera a Artemis intentando arañar o al menos defender su lealtad a su dueña. El hombre gritaba, cogió al gato de los costados, pero Artemis era duro de pelar. Perçelinne, asustada por la escena que estaba presenciando, fue hasta el pequeño minino, se acerco a su lado y con cuidado a pesar de la prisa que le entro, lo llevo al lavabo de nuevo-Gatito...tranquilo...-Dijo con dulzura tras posar un suave beso sobre su pelaje.
-No te cerrare...pero quédate lejos del peligro...es un cliente...-rodo los ojos en cuanto dijo aquellas últimas palabras antes de incorporarse de nuevo de pie e ir a por Artemis. Miro la escena. El hombre con una mano sobre su rostro y Artemis histérico bufando en un extremo de la habitación. Perçelinne se agacho y llamo a Artemis con suaves siseos-Artemis...ven aquí...-Al instante, el gato le obedeció y se puso a su lado, protegiendo lo que era suyo de la gente vil y cruel como la que le había puesto la mano encima. Perçelinne dio un pasito hacia atrás y dio un respingo al encontrarse a su lado al otro gatito. ¿Qué era? ¿Una niña pequeña? Bueno...puede que su imagen diera a entender que así lo era, pero era una mujer valiente. Se agacho y acaricio a ambos gatos, lentamente con suaves caricias sobre el lomo de cada uno.-Puede irse...aquí no es bien recibido....-Dijo con firmeza al hombre que insistía en quedarse en el umbral de la puerta, mirando por un ojo a Perçelinne con aire lascivo a pesar de para la sangre del arañazo que Artemis le había profanado a sangre fría. Artemis maulló, advirtiendole de que se alejara o volveria a casa con mas arañazos sobre su malgastada cara de pasa.
-Meeeooww....-Dijo lúgubremente Artemis mientras de un salto se acercaba por la seda azul de la cama de Perçelinne hasta quedarse a un palmo de distancia del pequeño gato. Este bajo la cabeza, inclinándose poco a poco hasta que se fue tumbando en la cama de seda, mirando del biombo al felino, del felino al biombo.-Artemis....-Perçelinne llamo al gato con algo de cautela-Como le hagas algo te quedas sin atún...-Dijo detrás del biombo, a ciegas de lo que pudiera estar haciendo Artemis con el pequeño felino. Este maulló de nuevo pero con un énfasis pobre y cansado, como si estuviera dando a entender de que acataría sus ordenes al pie de la letra como siempre. Este se incorporo a cuatro patas y se acerco hasta el minino y le rodeo el cuerpo con su peludo cuerpo, posando sus patitas delanteras encima del lomo del gato que Perçelinne mantuvo en brazos hace unos instantes. Al parecer, Artemis quería jugar, pero en cuanto volvieron a llamar a la puerta, Perçelinne salió del biombo, con el vestido a medio abrochar, sujetándose como podía las cuerdas del corsé delantero para que no se le viera ninguna vergüenza a simple vista.
Echó una ojeada rápida a los gatos y sonrió al ver que estaban jugando, según lo que pensó al verlos tan juntos en ese momento. Abrió la puerta de su habitación y en cuanto puso la puerta a 45º, tan solo para ver de quien se trataba, esta recibió una bofetada en su pálida mejilla de un corpulento hombre de cabellos oscuros y rostro cansado.-¡¡Meeeoooww!!- No le dio tiempo a reaccionar, se estampo de lado contra la pared y de repente maullidos de cólera retumbaron en la habitación para después que Perçelinne viera a Artemis intentando arañar o al menos defender su lealtad a su dueña. El hombre gritaba, cogió al gato de los costados, pero Artemis era duro de pelar. Perçelinne, asustada por la escena que estaba presenciando, fue hasta el pequeño minino, se acerco a su lado y con cuidado a pesar de la prisa que le entro, lo llevo al lavabo de nuevo-Gatito...tranquilo...-Dijo con dulzura tras posar un suave beso sobre su pelaje.
-No te cerrare...pero quédate lejos del peligro...es un cliente...-rodo los ojos en cuanto dijo aquellas últimas palabras antes de incorporarse de nuevo de pie e ir a por Artemis. Miro la escena. El hombre con una mano sobre su rostro y Artemis histérico bufando en un extremo de la habitación. Perçelinne se agacho y llamo a Artemis con suaves siseos-Artemis...ven aquí...-Al instante, el gato le obedeció y se puso a su lado, protegiendo lo que era suyo de la gente vil y cruel como la que le había puesto la mano encima. Perçelinne dio un pasito hacia atrás y dio un respingo al encontrarse a su lado al otro gatito. ¿Qué era? ¿Una niña pequeña? Bueno...puede que su imagen diera a entender que así lo era, pero era una mujer valiente. Se agacho y acaricio a ambos gatos, lentamente con suaves caricias sobre el lomo de cada uno.-Puede irse...aquí no es bien recibido....-Dijo con firmeza al hombre que insistía en quedarse en el umbral de la puerta, mirando por un ojo a Perçelinne con aire lascivo a pesar de para la sangre del arañazo que Artemis le había profanado a sangre fría. Artemis maulló, advirtiendole de que se alejara o volveria a casa con mas arañazos sobre su malgastada cara de pasa.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/10/2011
Edad : 31
Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Sentir que la chica me defendía, de nuevo, era completamente estimulante. Me entraban ganas de transformarme en humano ahí mismo y tirarme encima suyo para que siguiera haciéndome cariñitos. Otro tipo de cariñitos, claro está. Sin embargo, eso dudo que provocase precisamente el efecto que buscaba. No. En todo caso la haría correr y esconderse. O bien darme de palos con lo primero que encontrara a mano. ¡Eso si resultaba gracioso! Imaginarla enfadada dada esa actitud pasiva que siempre tenía. Por lo menos conmigo en forma gatuna. No me la imaginaba de otra manera. Y como Artemís a penas había interactuado con ella cuando acompañé a un amigo que solo no se atrevía a entrar al lugar. No es que me desagradaran los burdeles. De echo, el sexo era algo que me encantaba. De todas las formas posibles y con hombres o con mujeres. Pero mi apariencia humana llamaba demasiado la atención en esos lugares en los que las mujeres te miraban de arriba a abajo de manera descarada. Y, al final, o bien me abordaba una mujer o algún hombre que me había visto cara de gay. No. Tenía una apariencia femenina pero no era tan gay como todo el mundo se creía. Demostrarlo si que resultaba curioso. Ese día no fue Perçelinne la que se me acercó sino más bien fue un encuentro fortuito, en la barra. Una charla de un par de minutos bastante amena. Corta pero intensa. Lo suficiente como para saber que tenía un gato con mi mismo nombre, echo que me llevó a estar donde estaba en ese momento. Ya decían que la curiosidad mataba al gato. A mi casi me había matado en muchos momentos, ese desde luego no era uno de ellos. O, de matarme, me mataría de amor. Un curioso pensamiento.
Un extraño escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando un olor poco familiar en ese ambiente tan relajado me vino al olfato. Por una especie de sexto sentido que tenía supe que algo iba a ir mal. Y en cuanto la puerta se abrió ya no me hizo falta más para saberlo. La mujer, inocente,intentó esconderme en el baño como si yo fuese a quedarme ahí aun sabiendo que fuera había problemas. De los nervios se olvidó de cerrar bien la puerta por la que pude escabullirme de manera sigilosa hasta contemplar el panorama. Pobre Artemís, iba a recibir una buena eso seguro pero le estaba dejando la cara echa un cristo. Y eso me hizo gracia además de darme respeto. Defendería a su dueña hasta la muerte. Un gesto felino que no muchos tenían dada su "libertad". A la mayoría no les gustaba estar mucho tiempo con un humano porque acababan encerrándolos y tomándolos como mascotas. Y si algo eran los gatos es libre. Adoraban la libertad. Ese gato permanecía siempre con la chica ¿Cómo no hacerlo? Había momentos que hasta a mi se me olvidaba que no era un gato y tenía que marcharme a regañadientes. Era, desde luego, todo un placer estar con esa mujer. Bien lo había comprobado en el último mes. Y por eso, le echaría una mano en ese momento.
En cuanto me acerqué por detrás Perçelinne pareció algo sorprendida, seguro que creía que me había escondido como un cobarde ¡Já! En ese momento tenía a su lado a dos gatos y precisamente no mensos. Tanto Artemís como yo teníamos la piel erizada y gruñíamos al humano que, lejos de tenernos miedo, se reía a carcajadas. - ¡Veo que tienes a dos protectores! Que gracioso.. Sería mejor que lo mantuvieses alejados si no quieres quedarte sin compañía, preciosa - lo dijo con un tono tan de mofa mientras la miraba de arriba a abajo descaradamente que casi me entraron arcadas ¡Dios! ¿Cómo podían existir ese tipo de personas? Por algo no creía en Dios, porque de existir algo ahí arriba definitivamente eliminaría a tipos como esos. Bien. Ahora había que pensar en algo. Le di un toque a Artemís con mi cola para que me prestara atención y, aunque no podíamos comunicarnos como lo haría como un humano, si le indiqué con la mirada dónde teníamos que atacar. Ojalá y me hubiese podido transformar en pantera, aquello terminaría sin ni siquiera combatir porque seguro que no se mofaría tanto. Pero no me arriesgaría a perder la amistad que me había ganado de ambos, sobretodo de ella. No quería que me tuviese miedo. Así que me las apañaría tal y como estaba.
Nada más dar un paso ambos gruñimos con fuerza, erizando nuestra piel. Un pequeño aviso que, obviamente, pasó totalmente desapercibida. Bien. Artemís se lanzó a su pierna, concretamente, a su rodilla. El punto más débil para que cayera al suelo y yo por mi parte de un salto a la cabecera de la cama pude ir directamente hasta su cara. Vale, eramos pequeños, pero mis garras me aseguraba de mantenerlas bien afiladas. ¡Porque me pudo la bondad que no le saqué un ojo con una de ellas! Él, obviamente, intentó quitarnos de encima pero le mordí y le arañé tanto por la cara como por el cuello. Artemís tampoco se quedó corto. Dio la mordida decisiva en "esa" parte tan especial que le hizo soltar un gemido. Mejor dicho un grito. Que a mi parecer resultó bastante divertido. Con el rabo entre las patas, nunca mejor dicho, fue arrastrándose hasta la puerta - ¡Malditos! ¡Te acordarás de esta zorra! - gruñó pero por la boca muere el pez porque en cuanto yo y mi reciente colega de batalla gruñimos corrió. Di un pequeño salto a modo de victoria y junté mi cola con la de Artemís, apoyando mi frente en la suya. Se había marchado y todos estábamos bien. ¡Buen trabajo!
Un extraño escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando un olor poco familiar en ese ambiente tan relajado me vino al olfato. Por una especie de sexto sentido que tenía supe que algo iba a ir mal. Y en cuanto la puerta se abrió ya no me hizo falta más para saberlo. La mujer, inocente,intentó esconderme en el baño como si yo fuese a quedarme ahí aun sabiendo que fuera había problemas. De los nervios se olvidó de cerrar bien la puerta por la que pude escabullirme de manera sigilosa hasta contemplar el panorama. Pobre Artemís, iba a recibir una buena eso seguro pero le estaba dejando la cara echa un cristo. Y eso me hizo gracia además de darme respeto. Defendería a su dueña hasta la muerte. Un gesto felino que no muchos tenían dada su "libertad". A la mayoría no les gustaba estar mucho tiempo con un humano porque acababan encerrándolos y tomándolos como mascotas. Y si algo eran los gatos es libre. Adoraban la libertad. Ese gato permanecía siempre con la chica ¿Cómo no hacerlo? Había momentos que hasta a mi se me olvidaba que no era un gato y tenía que marcharme a regañadientes. Era, desde luego, todo un placer estar con esa mujer. Bien lo había comprobado en el último mes. Y por eso, le echaría una mano en ese momento.
En cuanto me acerqué por detrás Perçelinne pareció algo sorprendida, seguro que creía que me había escondido como un cobarde ¡Já! En ese momento tenía a su lado a dos gatos y precisamente no mensos. Tanto Artemís como yo teníamos la piel erizada y gruñíamos al humano que, lejos de tenernos miedo, se reía a carcajadas. - ¡Veo que tienes a dos protectores! Que gracioso.. Sería mejor que lo mantuvieses alejados si no quieres quedarte sin compañía, preciosa - lo dijo con un tono tan de mofa mientras la miraba de arriba a abajo descaradamente que casi me entraron arcadas ¡Dios! ¿Cómo podían existir ese tipo de personas? Por algo no creía en Dios, porque de existir algo ahí arriba definitivamente eliminaría a tipos como esos. Bien. Ahora había que pensar en algo. Le di un toque a Artemís con mi cola para que me prestara atención y, aunque no podíamos comunicarnos como lo haría como un humano, si le indiqué con la mirada dónde teníamos que atacar. Ojalá y me hubiese podido transformar en pantera, aquello terminaría sin ni siquiera combatir porque seguro que no se mofaría tanto. Pero no me arriesgaría a perder la amistad que me había ganado de ambos, sobretodo de ella. No quería que me tuviese miedo. Así que me las apañaría tal y como estaba.
Nada más dar un paso ambos gruñimos con fuerza, erizando nuestra piel. Un pequeño aviso que, obviamente, pasó totalmente desapercibida. Bien. Artemís se lanzó a su pierna, concretamente, a su rodilla. El punto más débil para que cayera al suelo y yo por mi parte de un salto a la cabecera de la cama pude ir directamente hasta su cara. Vale, eramos pequeños, pero mis garras me aseguraba de mantenerlas bien afiladas. ¡Porque me pudo la bondad que no le saqué un ojo con una de ellas! Él, obviamente, intentó quitarnos de encima pero le mordí y le arañé tanto por la cara como por el cuello. Artemís tampoco se quedó corto. Dio la mordida decisiva en "esa" parte tan especial que le hizo soltar un gemido. Mejor dicho un grito. Que a mi parecer resultó bastante divertido. Con el rabo entre las patas, nunca mejor dicho, fue arrastrándose hasta la puerta - ¡Malditos! ¡Te acordarás de esta zorra! - gruñó pero por la boca muere el pez porque en cuanto yo y mi reciente colega de batalla gruñimos corrió. Di un pequeño salto a modo de victoria y junté mi cola con la de Artemís, apoyando mi frente en la suya. Se había marchado y todos estábamos bien. ¡Buen trabajo!
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Había estado observando atentamente como la batalla gatuna se desarrollaba en el umbral de la puerta, gato con gato, uña por ojo. Perçelinne se llevaba las manos a sus labios, ocultando el horror de su interior, ocultando las ganas de querer chillar como un corderito rosado justo cuando lo están descuartizando a sangre fría. Se mordió levemente las uñas pero dejo de mordérselas, estaba en un estado frenético y no aguantaría por mucho tiempo, no podía quedarse ahí quieta. Intento acercarse a la pelea, pero se alejo dos pasos cortos y cayó de bruces contra el suelo, sin dejar de mirar a los gatos, por una parte Artemis le propinaba un mordisco en la entrepierna del hombre, mientras que el otro felino le mordía, arañaba. El hombre se fue, finalmente se fue para que la habitación se quedara vacía con los felinos al lado de la puerta.
El bajo de su vestido esta deshilachado, tropezó y cayó de bruces quedando sentada en el suelo. Frunció el ceño al ver el vestido, bueno...tenía un buen talón al fin y al cabo. –Oh...-Simplemente la monotonía surcaba sus palabras, pudiendo decir cortas frases. Miro a los gatos y poco a poco se fue acercando, con una sonrisa en su rostro para agacharse al lado de ambos gatos-Merci....a ambos...-Con ambas manos alcanzo el pelaje de cada gato, con la derecha a Artemis y con la otra el suave pelaje del gatito. Su mirada iba de un lado a otro, de gato en gato y tiro de su torso hacia delante para propinar unas caricias a ambos detrás de sus cabecitas. Por alguna extraña razón, Perçelinne se levanto, quería estar más tiempo con los gatitos que la salvaron de algo inimaginable, de algo que si llegaba a pensar con una buena concentración en sus recuerdos, recordando donde había ido o donde había visto el rostro de aquel hombre que había interrumpido en la habitación.
Era de día, por tanto una posibilidad fue descartada, era imposible. Luego, pensó en algún cliente o en algún hombre que se hubiera cruzado por la calle, pero no pudo llegar a relacionar a ese hombre con algún recuerdo anterior de sus memorias. Suspiro y se dirigió hacia el borde de la cama, se sentó con la espalda recta y cerró los ojos para después dejar el cuerpo muerto y tumbar su espalda sobre el colchón envuelto aun con las sabanas desordenadas. Suspiro aliviada. Pensó que algo le pasaría a los gatos que la defendieron de aquel hombre, pero los subestimo y volvió a sentarse en el borde de la cama y apoyo los codos sobre la punta de sus rodillas, mirando a ambos gatos con una sonrisa.
Se levanto tras unos diez minutos de observación a los gatos y abrió un cajón del armario donde contenía una caja con más latas de atún, pero estas eran de mejor calidad, para eventos especiales o cuando su Artemis se portaba bien. No tenía ningún plato, así que abrió la lata con cuidado y un tímido traspiés con la tapa de la lata, rozo el canto del dedo de Perçelinne propinándola un leve corte. -Ou...sangre...-Dejo la lata en el suelo cerca del alcance de los gatos y lentamente, con un gesto sensual y lento, fue acercándoselo a la boca para procurar no dejar salir más sangre. El corte fue limpio y no salió más sangre, tan solo se quedo el escozor, pero nada más. Volvió su mirada al gato que al parecer no comía-Come gatito...te lo mereces...-Su dulce voz resonaba intranquila, aun asustada por el momento de hace unos instantes-Habéis sido muy valientes...-Dijo a la vez que acercaba sus manos para acariciar de nuevo ambas cabecitas de los gatitos.
Se levanto tras sonreír con dulzura y ando hasta colocarse enfrente del espejo, poniéndose el corsé como debía, anudándolo lo suficiente para resaltar su volumen frontal a la vez que realzaba su figura-Mmm....me pregunto...-Hablaba para sí-Donde habrá alguna tienda de ropa...-Termino por jugar un poco con su pelo, un moño, no, quizás una coleta, tampoco, mejor suelto, y si, se lo dejo suelto, libre de ataduras que pudieran estropear su cabello. Unos zapatos de color rubí cubrieron al instante los pies de Perçelinne. Anduvo por la habitación intentando acostumbrarse a ellos y al final eran como una segunda piel. Fue acercándose con cuidado de no pisar ninguna parte, ni cola no pata de ningún gato hasta que quedo al lado de la puerta. Miro a ambos lados del pasillo y algo extraño, una brisa, un olor, algo que le diera vueltas a la cabeza en ese mismo instante, provenían de algún lugar, del cual se ocultaban en las sombras. El pasillo estaba oscuro, era uno de los pisos altos del burdel y no entraba mucho la luz. Quizás, aquella carta que descarto de sus muchas posibilidades, podría volver a pensar que algo “imposible” si era posible.
El bajo de su vestido esta deshilachado, tropezó y cayó de bruces quedando sentada en el suelo. Frunció el ceño al ver el vestido, bueno...tenía un buen talón al fin y al cabo. –Oh...-Simplemente la monotonía surcaba sus palabras, pudiendo decir cortas frases. Miro a los gatos y poco a poco se fue acercando, con una sonrisa en su rostro para agacharse al lado de ambos gatos-Merci....a ambos...-Con ambas manos alcanzo el pelaje de cada gato, con la derecha a Artemis y con la otra el suave pelaje del gatito. Su mirada iba de un lado a otro, de gato en gato y tiro de su torso hacia delante para propinar unas caricias a ambos detrás de sus cabecitas. Por alguna extraña razón, Perçelinne se levanto, quería estar más tiempo con los gatitos que la salvaron de algo inimaginable, de algo que si llegaba a pensar con una buena concentración en sus recuerdos, recordando donde había ido o donde había visto el rostro de aquel hombre que había interrumpido en la habitación.
Era de día, por tanto una posibilidad fue descartada, era imposible. Luego, pensó en algún cliente o en algún hombre que se hubiera cruzado por la calle, pero no pudo llegar a relacionar a ese hombre con algún recuerdo anterior de sus memorias. Suspiro y se dirigió hacia el borde de la cama, se sentó con la espalda recta y cerró los ojos para después dejar el cuerpo muerto y tumbar su espalda sobre el colchón envuelto aun con las sabanas desordenadas. Suspiro aliviada. Pensó que algo le pasaría a los gatos que la defendieron de aquel hombre, pero los subestimo y volvió a sentarse en el borde de la cama y apoyo los codos sobre la punta de sus rodillas, mirando a ambos gatos con una sonrisa.
Se levanto tras unos diez minutos de observación a los gatos y abrió un cajón del armario donde contenía una caja con más latas de atún, pero estas eran de mejor calidad, para eventos especiales o cuando su Artemis se portaba bien. No tenía ningún plato, así que abrió la lata con cuidado y un tímido traspiés con la tapa de la lata, rozo el canto del dedo de Perçelinne propinándola un leve corte. -Ou...sangre...-Dejo la lata en el suelo cerca del alcance de los gatos y lentamente, con un gesto sensual y lento, fue acercándoselo a la boca para procurar no dejar salir más sangre. El corte fue limpio y no salió más sangre, tan solo se quedo el escozor, pero nada más. Volvió su mirada al gato que al parecer no comía-Come gatito...te lo mereces...-Su dulce voz resonaba intranquila, aun asustada por el momento de hace unos instantes-Habéis sido muy valientes...-Dijo a la vez que acercaba sus manos para acariciar de nuevo ambas cabecitas de los gatitos.
Se levanto tras sonreír con dulzura y ando hasta colocarse enfrente del espejo, poniéndose el corsé como debía, anudándolo lo suficiente para resaltar su volumen frontal a la vez que realzaba su figura-Mmm....me pregunto...-Hablaba para sí-Donde habrá alguna tienda de ropa...-Termino por jugar un poco con su pelo, un moño, no, quizás una coleta, tampoco, mejor suelto, y si, se lo dejo suelto, libre de ataduras que pudieran estropear su cabello. Unos zapatos de color rubí cubrieron al instante los pies de Perçelinne. Anduvo por la habitación intentando acostumbrarse a ellos y al final eran como una segunda piel. Fue acercándose con cuidado de no pisar ninguna parte, ni cola no pata de ningún gato hasta que quedo al lado de la puerta. Miro a ambos lados del pasillo y algo extraño, una brisa, un olor, algo que le diera vueltas a la cabeza en ese mismo instante, provenían de algún lugar, del cual se ocultaban en las sombras. El pasillo estaba oscuro, era uno de los pisos altos del burdel y no entraba mucho la luz. Quizás, aquella carta que descarto de sus muchas posibilidades, podría volver a pensar que algo “imposible” si era posible.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/10/2011
Edad : 31
Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Lo cierto es que la pequeña peleilla nos había venido de perlas a Artemís y a mi porque ahora parecía que eramos una y carne. Bueno, vale, no exagero. Pero posiblemente el ver que defendía a su dueña le había echo mostrarse menos receloso conmigo. Ya no había malas miradas ni sentía repeluses por mi espalda. Al parecer, se sentía más tranquilo. Aunque claro, yo también me sentiría tranquilo si estuviera en su situación de la misma manera que podría desconfiar de todo aquel que entrara para "acoplarse" como si nada. Y al fin aquella noche se me dio la oportunidad de demostrar que yo también iba a protegerla porque le tenía aprecio, aunque, de no ser así ¿Qué daño haría? Llevaba varias semanas visitándolos, pensar que podía tener malas intenciones cuando lo único que hacía era dejarme llevar por sus mimos no era demasiado lógico. Definitivamente, a él lo que le molestaba era eso. Que no me ganara el "pan" que posiblemente él si había tenido que ganarse durante mucho tiempo. No sabía cuánto llevaban juntos. Pero lo suficiente como para que él tuviese una piel bonita y limpia. Se le veía como el rey de la casa, por mucho que aquello no fuese demasiado. Era su rey. El rey de Perçelinne. Yo nada más andaba de invitado, cada vez con más frecuencia, pero al fin y al cabo solo un invitado. "Y como tal debes comportarte de acuerdo a tu situación" casi podía escuchar la voz de Papá en mi cabeza diciéndome lo correcto a hacerlo. Yo, obviamente, hacia todo lo contrario. Pasaba olímpicamente.
En cuanto el olor de comida vino a mi pequeño pero extendido olfato una extraña sensación de relajación me invadió. Yo no solía comer la comida de los gatos ni cuando estaba en mi forma animal porque, obviamente, seguía siendo un humano. Lo único que cambiaba era mi forma. Ni me limpiaba -frecuentemente.- con la lengua, ni comía de esa comida ¡Estaba realmente mala! Sin embargo, solo había algo que podía gustarme. Y esa chica lo tenía. Atún. Oh si, me encantaba el atún como a todo buen felino. Si bien mi pasatiempo no era comérmelo directamente con la boca porque, como humano, tenía mis modales siendo gatuno podía pasar de todo ese formalismo y hacer lo que se me diera la gana. Una de las cosas buenas que tenía. A parte de el poder ir en pelotas sin que nadie que te dijese nada ¿Ir desnudo en forma humana por la calle? A parte de ser helador con el tiempo que hacía ¡Qué escándalo! Y vergonzoso para muchos ¿Para mi? Bueno..la vergüenza era algo que pocas veces "tocaba" a mi puerta. Ese no sería uno de los casos. Porque lo divertido del momento se llevaría cualquier sentido del pudor. Además de que adoraba mi cuerpo. Todos mis cuerpos. Cuando estaba en gato, pantera o humano. Sí, lo sé, mi ego no tiene fronteras.
En cuanto me puse al lado de Artemís para comer pensé que iba a darme un empujón, diciéndome sin necesidad de palabras que eso era suyo. Como todo lo demás. Sin embargo, lo que hizo fue apartarse ligeramente -sin dejar de comer.- y agarrar mi cola con la suya. Una invitación muy sutil pero educada de que compartía su comida conmigo ¡Me sentí tan feliz! Para muchos podía significar poco, después de todo, yo era un humano y él un gato. Pero que te aceptara en su territorio era tan satisfactorio como cuando veías que uno de esos muchachitos tan pijos y formales no era capaz de conquistar a una chica con la que tu ya habías echo ciertas migas anteriormente. Sí, solo pienso en eso. Pero es lo que hay en mi cabeza y no puedo evitarlo. Y mientras me funcionaran igual de bien las cosas no pensaba cambiar en lo absoluto. Mientras tanto, la chica había vuelto al armario. Al parecer en medio de esa "negociación agresiva" habíamos dañado algo de su ropa. Desde luego, no era nuestra intención. Pero más valía tener a ese hombre fuera de su alcance que no quedarse con la prenda en buen estado pero con el hombre acosándola. Eso seguro. Y al ver que ella no parecía demasiado triste ni enfadada tampoco me preocupé. Enfadada la había visto pocas veces; sin un caso de manera divertida cuando le regañaba a Artemís por retarme. Pero aún así lo que más me preocupaba era su tristeza. Se veía demasiado frágil como para estar ahí ¿Me equivocaría?.
Sin casi pensarlo me acerqué a donde ella estaba, en el umbral de la puerta, y me froté ligeramente por su pierna dando círculos ¿Qué hacía ahí fuera y a medio vestir? Entré en una sutil señal de que me siguiera porque allí fuera iba a constiparse o podría verla alguien.
En cuanto el olor de comida vino a mi pequeño pero extendido olfato una extraña sensación de relajación me invadió. Yo no solía comer la comida de los gatos ni cuando estaba en mi forma animal porque, obviamente, seguía siendo un humano. Lo único que cambiaba era mi forma. Ni me limpiaba -frecuentemente.- con la lengua, ni comía de esa comida ¡Estaba realmente mala! Sin embargo, solo había algo que podía gustarme. Y esa chica lo tenía. Atún. Oh si, me encantaba el atún como a todo buen felino. Si bien mi pasatiempo no era comérmelo directamente con la boca porque, como humano, tenía mis modales siendo gatuno podía pasar de todo ese formalismo y hacer lo que se me diera la gana. Una de las cosas buenas que tenía. A parte de el poder ir en pelotas sin que nadie que te dijese nada ¿Ir desnudo en forma humana por la calle? A parte de ser helador con el tiempo que hacía ¡Qué escándalo! Y vergonzoso para muchos ¿Para mi? Bueno..la vergüenza era algo que pocas veces "tocaba" a mi puerta. Ese no sería uno de los casos. Porque lo divertido del momento se llevaría cualquier sentido del pudor. Además de que adoraba mi cuerpo. Todos mis cuerpos. Cuando estaba en gato, pantera o humano. Sí, lo sé, mi ego no tiene fronteras.
En cuanto me puse al lado de Artemís para comer pensé que iba a darme un empujón, diciéndome sin necesidad de palabras que eso era suyo. Como todo lo demás. Sin embargo, lo que hizo fue apartarse ligeramente -sin dejar de comer.- y agarrar mi cola con la suya. Una invitación muy sutil pero educada de que compartía su comida conmigo ¡Me sentí tan feliz! Para muchos podía significar poco, después de todo, yo era un humano y él un gato. Pero que te aceptara en su territorio era tan satisfactorio como cuando veías que uno de esos muchachitos tan pijos y formales no era capaz de conquistar a una chica con la que tu ya habías echo ciertas migas anteriormente. Sí, solo pienso en eso. Pero es lo que hay en mi cabeza y no puedo evitarlo. Y mientras me funcionaran igual de bien las cosas no pensaba cambiar en lo absoluto. Mientras tanto, la chica había vuelto al armario. Al parecer en medio de esa "negociación agresiva" habíamos dañado algo de su ropa. Desde luego, no era nuestra intención. Pero más valía tener a ese hombre fuera de su alcance que no quedarse con la prenda en buen estado pero con el hombre acosándola. Eso seguro. Y al ver que ella no parecía demasiado triste ni enfadada tampoco me preocupé. Enfadada la había visto pocas veces; sin un caso de manera divertida cuando le regañaba a Artemís por retarme. Pero aún así lo que más me preocupaba era su tristeza. Se veía demasiado frágil como para estar ahí ¿Me equivocaría?.
Sin casi pensarlo me acerqué a donde ella estaba, en el umbral de la puerta, y me froté ligeramente por su pierna dando círculos ¿Qué hacía ahí fuera y a medio vestir? Entré en una sutil señal de que me siguiera porque allí fuera iba a constiparse o podría verla alguien.
Artemís Fortescue- Cambiante Clase Alta
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Re: ( o ) ¡Sorpresa! (o) [Artemís]
Que caricias más suaves, ah era el pequeño gatito que le rondaba por los pies. Quería mimos después de haber batallado contra aquel hombre de apariencia tosca. Vio que este entraba a la habitación antes que ella, miro al pasillo que se encontraba desierto, sin un alma alrededor. Sintió un escalofrió del cual se estremeció de arriba abajo se encogió en el sitio sin darse cuenta que no se había abrochado el corsé delantero. Se lo ato con el ceño fruncido y entre con paso firme en la habitación, cerrando de golpe la puerta haciendo un sonido seco. Se agacho hasta quedar más o menos a la altura del minino y sonrió de oreja a oreja, sintiéndose de nuevo tranquila a la mirada celeste de aquel minino. Acariciaba la cabecita del gatito, por detrás, Artemis se le acerco sigilosamente y este salto hasta quedar medianamente agarrado en el hombro de Perçelinne. Esta sonrió por la atención repentina de los felinos, sintiéndose agraciada por tener unos buenos amigos, aun siendo en forma animal. Todo tenía un principio y un final, con lo que pudo entender que algún día tendría que buscarse a alguien, a algún amigo o alguna amiga con la que hablar o simplemente charlar de algo común. Los gatos eran unos compañeros estupendos, algunos incluso te defendían contra personas toscas, de aspecto horrible y mal carácter, pero también iban muy en su mundo, algunos, pero tarde o temprano tendría que buscar alguna forma de ampliar sus horizontes, el quedarse sola en la vida, no entraba en su agenda particular.
Perçelinne paro de acariciar la cabecita del felino, bajo a Artemis de su hombro para posarlo en el suelo, esta se levanto y se incorporo de pie para encaminarse hasta la ventana, hasta que pudo ver un barullo que se origino al instante. Había policías por todos lados, una calesa de gran tamaño, con adornos bastantes conseguidos y parecían de ser de clase alta. La calidad de los adornos, los lacayos con aquellas ropas tan elegantes, enseguida intuyo que alguien se había escapado, o simplemente alguien importante rondaba las calles de Paris, pero la cuestión era ¿Quién era? Para aumentar la lista de experiencias de Perçelinne a su corta vida, la puerta volvió a retumbar en el eco de la habitación, tres, cuatro golpes secos retumbaron con fuerza en la madera. Nadie hablaba, inmediatamente el ruido ceso de la puerta y miro al frente, después a los felinos para terminar con la mirada puesta en la ventana de nuevo, viendo como aquel barullo cesaba poco a poco, las calles volvían a retomar su cauce y la puerta había parado de temblar. Suspiro un poco, apoyada en el alfeizar de la ventana, supo que su vida estaba donde estaría ahora viviendo su madre, rodeada de lujos, cotilleos, un hombre que la amaba y la hizo subir de categoría, sirvientes, un estilista que la aconsejaba que ponerse, modales. Pensó cada una de las cosas, poniéndolas en lista con su mirada distraída en la calle. Con cinco años la vendió a una familia, la más dulce y gentil que había conocido, pero eran nigromantes, según lo que entendía, eso era algo maligno, algo de lo que nadie podía codearse o debería rodearse casualmente. Entonces, huyó a los quince. No volvió a saber de esa familia...nunca.
-¡Meeow!-El maullido inconfundible de Artemis, hizo distraer a Perçelinne de sus pensamientos para fijarlos en ellos. Vio que Artemis movía la cola de arriba abajo, de lado a lado, mirando al felino con el que peleo hace nada-¡Meeeooww!-Volvió a maullar, mirando aun más de cerca al otro gato, Perçelinne observaba la escena de gatos como un espectador del público, con una ceja alzada dado que si el otro comenzaba a hablar esto sería un dúo gatuno muy divertido-¡Meeeow!¡Meeeeow!-Volvió a decir Artemis al gato para después acercarse y rozar su mejilla con la de aquel gato. ¡Por dios! ¿Qué estaba viendo? ¿A Artemis le cayó “bien” a nuestro invitado? Qué suerte de que no fuera al revés-Artemis...-se levanto del alfeizar, alejando su pena por unos segundos y se fijo en ambos gatos-Creo pequeño, que le caíste bien a Artemis...-Dijo con un divertido acento francés, dejando salir fluidas aquellas palabras-Vamos...-“brubrubru” Vaya, no había comido en todo lo que llevaba de día, se había quedado dormida por la noche, se despertó relajándose sobre un mar de sales a olor de rosas, conoció a un minino francés. Su gato, Artemis vigilaba, como cual policía despierto las veinticuatro horas del día hasta que terminaba su baño, sin pudor alguno con el pequeño gato sobre su cuerpo desnudo, posándolo en la cama, se vistió y enseguida el hombre malvado que escupía fuego por la boca, a absenta, alcohol, a rabia contenida que ataco sobre la piel blanca de Perçelinne, pero lo gatos actuaron al igual que dos caballeros blancos, rápidos y astutos en sus golpes y finalmente, la paz llegó. No, no había tenido tiempo de comer apenas. Agacho y flexiono las rodillas, para que al final todos formaran un corro pequeño. Bueno, ¿Qué hacían? Perçelinne miraba a los gatos y suspiró-Tres tristes tigres...-Hacia un día estupendo al fin y al cabo-¿Damos un paseo?-Se incorporo de nuevo con una sonrisa y miro por la ventana a ver si seria seguro volver a salir, pero ¿Qué hacia el pequeño felino a mi lado? Se caería. Lo agarro con suavidad de ambos lados y lo puso en el suelo-No, que te caeras.
Perçelinne paro de acariciar la cabecita del felino, bajo a Artemis de su hombro para posarlo en el suelo, esta se levanto y se incorporo de pie para encaminarse hasta la ventana, hasta que pudo ver un barullo que se origino al instante. Había policías por todos lados, una calesa de gran tamaño, con adornos bastantes conseguidos y parecían de ser de clase alta. La calidad de los adornos, los lacayos con aquellas ropas tan elegantes, enseguida intuyo que alguien se había escapado, o simplemente alguien importante rondaba las calles de Paris, pero la cuestión era ¿Quién era? Para aumentar la lista de experiencias de Perçelinne a su corta vida, la puerta volvió a retumbar en el eco de la habitación, tres, cuatro golpes secos retumbaron con fuerza en la madera. Nadie hablaba, inmediatamente el ruido ceso de la puerta y miro al frente, después a los felinos para terminar con la mirada puesta en la ventana de nuevo, viendo como aquel barullo cesaba poco a poco, las calles volvían a retomar su cauce y la puerta había parado de temblar. Suspiro un poco, apoyada en el alfeizar de la ventana, supo que su vida estaba donde estaría ahora viviendo su madre, rodeada de lujos, cotilleos, un hombre que la amaba y la hizo subir de categoría, sirvientes, un estilista que la aconsejaba que ponerse, modales. Pensó cada una de las cosas, poniéndolas en lista con su mirada distraída en la calle. Con cinco años la vendió a una familia, la más dulce y gentil que había conocido, pero eran nigromantes, según lo que entendía, eso era algo maligno, algo de lo que nadie podía codearse o debería rodearse casualmente. Entonces, huyó a los quince. No volvió a saber de esa familia...nunca.
-¡Meeow!-El maullido inconfundible de Artemis, hizo distraer a Perçelinne de sus pensamientos para fijarlos en ellos. Vio que Artemis movía la cola de arriba abajo, de lado a lado, mirando al felino con el que peleo hace nada-¡Meeeooww!-Volvió a maullar, mirando aun más de cerca al otro gato, Perçelinne observaba la escena de gatos como un espectador del público, con una ceja alzada dado que si el otro comenzaba a hablar esto sería un dúo gatuno muy divertido-¡Meeeow!¡Meeeeow!-Volvió a decir Artemis al gato para después acercarse y rozar su mejilla con la de aquel gato. ¡Por dios! ¿Qué estaba viendo? ¿A Artemis le cayó “bien” a nuestro invitado? Qué suerte de que no fuera al revés-Artemis...-se levanto del alfeizar, alejando su pena por unos segundos y se fijo en ambos gatos-Creo pequeño, que le caíste bien a Artemis...-Dijo con un divertido acento francés, dejando salir fluidas aquellas palabras-Vamos...-“brubrubru” Vaya, no había comido en todo lo que llevaba de día, se había quedado dormida por la noche, se despertó relajándose sobre un mar de sales a olor de rosas, conoció a un minino francés. Su gato, Artemis vigilaba, como cual policía despierto las veinticuatro horas del día hasta que terminaba su baño, sin pudor alguno con el pequeño gato sobre su cuerpo desnudo, posándolo en la cama, se vistió y enseguida el hombre malvado que escupía fuego por la boca, a absenta, alcohol, a rabia contenida que ataco sobre la piel blanca de Perçelinne, pero lo gatos actuaron al igual que dos caballeros blancos, rápidos y astutos en sus golpes y finalmente, la paz llegó. No, no había tenido tiempo de comer apenas. Agacho y flexiono las rodillas, para que al final todos formaran un corro pequeño. Bueno, ¿Qué hacían? Perçelinne miraba a los gatos y suspiró-Tres tristes tigres...-Hacia un día estupendo al fin y al cabo-¿Damos un paseo?-Se incorporo de nuevo con una sonrisa y miro por la ventana a ver si seria seguro volver a salir, pero ¿Qué hacia el pequeño felino a mi lado? Se caería. Lo agarro con suavidad de ambos lados y lo puso en el suelo-No, que te caeras.
Perçelínne Grace- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/10/2011
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