Grandeza [Artemis]

Aburrimiento. Aburrimiento. Aburrimiento. No podía pensar en otra cosa ¡Dios! Qué aburrimiento. Era un chico culto, de verdad, pero había cosas dentro de lo que englobaba esa palabra que simplemente no podía soportarlas. Un bostezo. Otro bostezo. A cual más sonado. Claro que puse mi mano en la dirección de mi boca para acallarlos a pesar de que los ojos me lloraran. Una vez más del puro aburrimiento. Ante mi se estaba representando una obra de teatro ¡Más extraña! No podía entender esas cosas. De echo, nada más estaba allí por hacerle compañía a mi madre. A ella siempre le ilusionaba que la acompañase a todo tipo de eventos sociales. Y apreciaba mucho cuando decía que si, sin rechistar, porque sabía precisamente lo poco que soportaba esas cosas. Pero era mi madre y la quería. Mis padres posiblemente eran las únicas personas por las que haría cualquier cosa, porque no me pedirían nada que se saliera de un simple "qué pereza". Eran unas personas muy sabias. Mis pensamientos en ese momento era lo único que mantenía mi consciencia despierta o, de lo contrario, entraría en un estado de "coma" hasta que posiblemente mi madre me despertara de un brusco movimiento. Si había algo peor que no asistir a una obra de teatro era quedarte dormir. A pesar de todo, mi atención no pudo evitar ponerse en el chico que -a mi parecer.- desarrollaba el papel principal. Iba vestido con unas mallas muy, demasiado, ajustadas. Y unos adornos extraños tanto en la cara como en el cuerpo. De ir así por la calle ni siquiera quería imaginarme de qué le tacharían, pensar en eso, me resultó divertido. El estruendo de la música que indicaba la llegada al final me sobresaltó lo suficiente como para hacer que mi cara se moviera de mi mano. Había permanecido con mi rostro apoyado sobre los nudillos de mi mano derecha durante la mayor parte de mi obra.

No puedo negar que los ágiles y extrañamente femeninos movimientos del hombre. La pasión que parecía ponerle al momento. Me llegaron lo suficiente como para hacer que le mirara con atención sin pensar en otras cosas. O bostezar cada diez minutos. El final fue bueno y me puso la piel de gallina; cosa que no sucedía a menudo. A pesar de todo no entendí de qué iba pero no pude desviar mi atención del protagonista. Fuese lo que fuese era un buen actor y lo había representado a las mil maravillas, de eso estaba seguro. Cuándo salimos un comentario de mi madre me hizo sorprenderme, bastante. "¿Te ha pasado algo al final? Si no te conociera diría que lo estabas mirando atentamente porque te gustaba" Reí con ganas porque eso demostraba lo extraño que eran en mi el prestar siquiera atención. Porque no podía decir que me había gustado la obra, no, simplemente ese último momento había llamado lo suficiente mi atención como para mirarlo fijamente hasta el final. Tal vez había sido la música. O el decorado. O el actor..En cualquier caso, una más en la lista de las vistas y de la que, tal vez, tendría un buen recuerdo.

Tras disculparme con mi madre por escabullirme de su lado enfilé por el pasillo que conducía hasta lo que creía que eran lavabos de caballeros. Sí, necesitaba hacer aguas menores y dado que el teatro caía un poco lejos de casa sería mejor que vaciara allí o posiblemente me arrepentiría durante todo el trayecto. De vuelta del aseo me entretuve un poco. Solo un poquito. Porque para mi suerte pasé por varias salas que al parecer eran de decorado dónde posiblemente había parte de todo lo que había visto allá en el escenario. Y mi parte curiosa se removió por entrar en lo "prohibido" como siempre; lo que a veces me metía en problemas serios. Pero no tenía remedio. Yo mismo me lo decía a menudo. Así que tras unos minutos dubitativos decidí pasar por la puerta y rebuscar con la mirada todo aquello que había allí. No toqué nada, eso sí, podía ser un curioso o un mirón. Pero no era un manazas.