{#ID} Eerin Schiffer

Historia: Nació En una Familia de Campesinos al Sur de Italia, bajo el seno de una familia de 4 su vida fue muy pacifica en los grandes bosques que se alzaban alrededor de la pequeña pero honesta familia, dedicada al criadero de caballos y otros animales de carga.

Su familia estaba formada por su madre; una mujer alta de rostro oscuro por las horas de trabajo y cuidados de los animales y familias, pero aun así tenia aquella ternura y amabilidad que muy pocos humanos habían tenido la virtud de poseer. Su padre; un hombre alto y robusto, tenía una cálida mirada y tierna personalidad ante sus hijos y esposa. Por último está el hermano menor de Eerin; era menor por 5 años, pero no se dejaba atrás en todos los ámbito, era fuerte, temerario y muy terco como su hermano mayor.

A los 16 años en plena flor de su adolescencia se había convertido en un joven fuerte, varonil, envidia de muchos de los hombres del pueblo, deseados por las jóvenes mas impetuosas del mismo, pero se había criado en un mundo en que debía trabajarse para ganar la vida, obrando con su padre mientras su hermano de 11 años se quedaba en casa con su madre cuidando su apreciado hogar, este se adiestro fácilmente en como domar a un caballo salvaje y los diferentes oficios y técnicas para hacerlo un excelente ejemplar. El orgullo de su padre, el consentido de su madre, era el primogénito que al parecer iba a lograr muchas cosas en subida, o eso creía todos.

La pequeña flor de la envidia floreció en un hermano, ya de 15 años, quien con mucho esfuerzo trababa de parecerse a él, con ternura este mismo le instruía como hacer los oficios del legado que su padre; ya viejo pero aun con fuerzas para seguir manteniendo a su familia. Le había enseñado, pero este no estaba conforme, quería ser mejor que él, mejor que todos. Eerin no entendía muy bien aquel furor que su hermano sentía, pero de todos modos con cierta mirada tierna le decía:

-Logaras lo que te propongas…

-Lo se, lo se- respondía con altanería.

Parecía haber sido un día normal donde su hermano, feliz le gritaba que se apresurara para llegar antes del anochecer a su hogar, pero eso iba a ser imposible, el dia anterior había caído una tormenta y muchos árboles habían caído en el camino; su padre había enfermando con una leve gripe al tratar de que los caballos no tuvieran miedo. Así que los dos fueron al pueblo-lo que les tomo más de lo normal- y comenzaban a regresar ya cuando las luces del cielo se tamizaban de rojo…

Habían llegado a casa ya muy oscuro. Su hermano abrió la puerta feliz de haber llegado, mientras Eerin estaba guardando los caballos en el establo. Un grito de terror retumbo por todo el lugar, haciendo que este se apresurara a ver lo que había pasado, sus padres habían sido asesinados, y como una ráfaga de viento se hubiera llevado todo, un rio de sangre aparecía sobre su pequeño hermano.
-Hermano… el demonio… vi al demonio

Después de aquel suceso, dejando Italia, dirigiéndose hasta España donde pasaron varios años hasta que su hermano puedo aceptar aquella verdad, pero aun seguían sin saber que realmente paso, algunos decían que fueron barbaros o hasta piratas de tierra, vándalos o ladrones, pero nada cuadraba…

-Fue el Demonio-Gritaba estérico su hermano ya mayor con 32 años, pero sin superar aquella perdida. Muchas veces Eerin le suplicaba que dejara de hablar de eso, que se concentrara en otra cosa. Vivian los dos solos lejos de la ciudad de Madrid, dedicados a lo mismo que sus padres pues era lo único que sabían hacer y eran bueno en ello.

Los animales, podían sentir el olor aun impregnado de sangre en su pasado, por eso eran cautelosos y sumisos con ellos, adiestraban hasta el animal más fiero y terco, haciéndose un poco famosos en los alrededores de Madrid, y hasta otros países que llegaban los rumores de su talento. Su vida parecía avanzar y que muy pronto superarían lo ocurrido, pero la ruleta del destino les pego nuevamente…

Había salido a recoger una yegua para adiestrar, cuando llego con dos ayudantes a su pequeña choza donde vivía con su hermano, lo encontró en la puerta desangrando, dos grandes garras habían atravesado su tórax dándole muerte al instante. ¿El demonio? Tal vez…

¿A dónde iría? Se preguntaba lleno de tristeza, sintiendo como su alma se desgarraba, parecía que el mundo lo odiaba y todo lo que tocaba estaba mal, salió sujetando a la yegua aun mezquina, pero al ver aquella energía rápidamente se rindió, el crin de aquella magnifica bestia danzaba con el aire mientras galopaba hasta un lugar incierto, relinchaba de cansancio, suplicándole a su jinete descanso, ya había oscurecido y esta aun galopaba y galopaba sin cesar, hasta que algo grande y fuerte la derribo sin pensar.
La yegua cayo y de sus grandes pulmones había salido su último grito, Eerin aun estaba ahí y el peso del animal le llegaba en toda la pierna, muy pronto vio sangre del animal, quien era devorado por un gran lobo negro.

-Mi amado Eerin, eres bueno escondiéndote de tu destino.

La bestia le había hablado, o eso le pareció a él, cuando sus ojos se quedaron enganchados con los de aquel animal que atacaba a la yegua que tenia encima de el. El miedo lo invadió mientras aquella bestia con sus largas fauces se acercaba mostrando los dientes, con cierta rabia al percibir el miedo recorrer cada célula de su cuerpo. Lo olio mientras dejaba ver en aquellos ojos negros como la noches un deseo indescifrable, había dado un recorrido corto, mientras Eerin buscaba no mover ni un musculo para no enojar a aquel animal, pero sus intenciones no fueron entendidas y rápidamente pudo sentir las patas del gran animal al frente de el, lo único que pudo hacer su sujetar su hocico y con ayuda de las pocas fuerzas que obtuvo lo empujo hacia atrás. El lobo dio unos pasos hacia atrás con enojo y recelo -Estaremos juntos siempre…- pareció entender cuando los ojos de aquella bestia tocaron sus ojos. Tenía la pierna atrapada, le dio varias patadas al cuerpo de la yegua pero esta no se movía de su lugar. Muy pronto sintió la mordida en un costado de su tronco, mientras parecía que deseaba sacarle todos sus órganos.

Por suerte aquel día pudo escaparse, notando su extraña trasformación, mas nunca volvió a enfrentarse con aquella bestia, quien le había convertido en aquello que ni el mismo entendía. Sabiendo que el rumor se extendería por toda Madrid decidió comenzar su vida en anonimato, paseo aquellas calles por unos años hasta que se aburrió de ellas y comenzó a buscar otros horizontes, así fue como llego a parís, en donde se instalo rápidamente, busco primero un trabajo como cargador en el puerto, pero ya habían pasado los años y debía asegurarse de que no se viera extraño que él no envejeciera como las personas normales lo hacían.