¡El espiritu de la soledad! { Dana}

Mi mente es un papel blanco donde solo unos volátiles pensamientos musicales se presentan. Te quedas en el rincón esta noche, tus palabras cansan cuando te pones altanera, no te escucho, calla, calla profundamente, no soporto tus ojos cuando me cuestionas, en las sombras permaneces, ahí recordarás quien es tu dueña. Duerme y calla, duerme pequeña, después saldrás nuevamente a la luz, cuando medites lo que has dicho y hecho. Todo puede volverse en tus ojos cuando estás solo, siempre solo aunque la casa esté llena de voces, cuando cantan las aves en la noche y cuando observas los rayos de sol a lo lejos, todo es efímero y superficial, no vuelas, no miras y no escuchas. Puedo ver los cuerpos tumbados en la cama, uno, dos, tres, cuatro. Bellos ojos que se derraman, bellos ojos que ruedan sobre la alfombra.

Puedo recordar las notas de piano, que hacen que navegue en aquellas alfombras. Escucho el arrullo de las ligeras olas de la laguna. Un arlequín dueño de un rey ausente, un arlequín que hoy parece un simple mortal. No hay maquillajes que se esfumen en mi rostro, solo está la sangre que delinea mis labios. Aterrizo en mi arcadia donde mi realidad es absoluta, mi realidad, mi rostro y mi muerte, todo mío, mi propio heaven, mi propio castillo.

Le miro un momento a los ojos cuando estuvimos en la entrada de la casa, como dos aves volamos por toda la ciudad y Juana está conmigo, sin castigo, ella escucha y sus pensamientos son más claros ahora como los míos ella se excusará para irse a la cama. Pero mis ojos se escrutan de los suyos, son un mar desconocido, uno que quiero conocer y navegar. Del caballero silencioso y acompañante, del violinista que no tiene notas, no escucho sus notas todavía, mi curiosidad se incrementa, pero deseo más tomarle que escucharle. Una mano mía no le suelta y solo pienso sin decir “Bienvenido a la Arcadia”. Lo adelanto a la entrada para presentarle mi heaven, donde una pesadilla arriba, una pesadilla que vive en fantasías de sangre y oro. Una mucama abre la puerta, una mujer muy blanca, con los ojos cristalinos, joven doncella. Darian, ella puede saber lo que soy, pero siempre lo calla. Mis dos escoltas que siempre andan conmigo, llegarán en cualquier momento.
-Ven, te presento la arkadia, donde duermo y canto... –tengo una leve sonrisa invitándolo a pasar, jalándolo levemente de una mano, realmente me agrada, shhh, calla Juana.

Una ilusión hace que los pasos dancen en la duela, las notas que forman caricias sobre las pieles muertas, la voz, los ojos y un cantar moribundo, solo hay olas que se vuelcan sobre la alfombra, somos nosotros, los inmortales, los demonios que ejecutan como ángeles que caen del cielo. Se siente caer las notas como un torrente helado y la sangre humedece los labios que vienen de una vasija de cristal. Bebo un trago de la copa y humedece mi lengua, cae una gota de las comisuras mientras observo a mi mucama que se contonea para retirarse. Su aroma es tan dulce que embriaga y vuelvo a dirigir la copa a mi boca la cual mi garganta se place con ese liquido escarlata, tengo hambre, mucha, pero en ese momento estoy en la arcadia, mi heaven, donde no hay mascaras, donde los velos se difuminan y solo estamos los muertos, caminamos en este campo, en este mundo, alimentándonos de las almas que no nos pertenecen.

Le observo y solo recuerdo aquellos cuentos, donde un sátiro toca un violín, su única amante y seguidora, la que le complace todas las noches, la única que entiende sus lamentos y cuando él le hace el amor gime como los ángeles con las notas que suenan como el terciopelo. No necesito palabras, sé que puede escucharme sin tener que hablar y solo le miro a los ojos para que me escuche, una sonrisa sutil nace en mis labios, es tan hermoso que me dan ganas de tocarle el rostro y me acerco para poder tocarle con el índice el pómulo derecho:
“No es un alma que nace, o un sueño que crece, es la pasión de nuestros sentidos que se desahoga, somos nosotros los condenados, quiero escuchar los lamentos, la voz escondida que está atrapada en nuestro cuerpo, es una expresión de lo que fuimos, de nuestros recuerdos, a veces no nos conocemos cuando nuestras pasiones explotan y nos volvemos a encontrar, cuando sacamos ese vacío que nos congela dentro, nos llena de calor la música y luego, cuando se apaga, nos damos cuenta que seguimos estando muertos.” Me pongo de puntas para rosar sus labios y darle un suave beso, sonrío divertida porque me da trabajo llegar a sus labios por mi corta estatura de un metro sesenta. Un, dos, tres pasos y estoy delante de un asiento, con elegancia lo tomo y con la copa en la mano que está junto bebo, quiero amamantarme de sus notas, observar sus agiles manos y verle con avaricia ejecutar ese hermoso objeto.

Su alma chilla en aquella melodía, me cuenta un cuento; un violinista que tiene un alma desquebrajada, vagabunda y sus ojos se cierran llevando a un hombre a un lugar inexistente. Somos arena y tierra, somos aceite y fuego. Aquella curva se desliza haciendo gemir con pasión a su instrumento, un violín que clama, que sigue contando que esa alma está desgarrada. Un alma baila sobre la alfombra, no es mi alma, es la suya, danza y danza haciendo figuras y sobre sus hombros yace su nombre D’lenfant, viene y va como un oleaje carmín, con lagrimas en mis ojos, con un sueño roto y cristales con fuego, de pie aplaudo con la moción elevada y las cortinas se cierran porque pronto el amanecer se exalta. Con la elegancia de un caballero hago una reverencia respetuosa.
-La madrugada quiere tocar la ventana y me siento halagada por escucharle ejecutar su alma, estrujarla hasta que gritó todos sus lamentos... me gustaría brindarle refugio por esta noche, donde un lecho podrá guardar su nombre y su cuerpo, mañana podrá partir si lo desea...

Alargo la mano para tomarla con cuidado y las mucamas están cerrando toda la casa, se escuchan los eslabones que caen en los ventanales, se escuchan como las puertas se cierran y los candados se bloquean. Darian y compañía nos siguen con la bandeja y botellas siniestras... unos pasillos nos llevan a los refugios, donde está la habitación de Luminita, donde descansa sin escuchar los lamentos de su prometido que está de viaje, sin los murmullos de su padre y sin los cuentos de su hada madrina. En la habitación abro la puerta de un armario antiguo labrado y este lleva a un pasillo oscuro y luego a un nicho oscuro como el negro mismo. Dos segundos bastan para que las antorchas enciendan y un gran ataúd está presente en el centro la habitación es roja y blanco. Hay unas ventanas pintadas en oleo y una mesa con botellas de cristal. Una de las paredes está forrada de almohadones y en la otra está tapizada de muñecas. En un taburete un mazo descansa, Hamelin está descansa cuando Dorian lo deja sobre un tocador y un sofá espera en uno de los rincones.
- Discúlpeme Monsieur por no dejarle quedarse en un nicho solo para usted... No contamos con muchos nichos en esta casa...-Los que están son exclusivos y este lo comprarto con victimas o con un prometido hambriento. Hago una reverencia apenada y tomo asiento en un taburete junto a una mesa. Le invito a sentarse, Darian enciende una lámpara de gas. Quita el maquillaje de mi rostro y hace todo de forma autómata, es hora de mostrar quien soy... solo unos minutos sin maquillaje quedo y en el taburete me quedo tomando mi flauta de plata, Juana está sentada en la mesa. Darian prepara ese nicho como si una habitación de una mortal se tratara, se marcha cuando concluye y la puerta de gruesa piedra se cierra con un movimiento mío y una tranca de hierro se bloquea por dentro. No hay aire que nos mantenga vivos, no estamos vivos.
-Puede ocupar mi cofre si lo desea... me quedaré aquí en compañía de mi compañera, velaremos su descanso.