La maravilla de un libro

por **Rouge** Vie Jun 25, 2010 11:03 am

Rouge caminaba por aquella estrecha callejuela con un saco de lana de brillantes colores colgado del brazo y el sonido de los cascabeles que llevaba en el tobillo derecho acompañándola. Ya había anochecido y las escasas velas de las farolas de la calle apenas iluminaban el recorrido. Otra joven de su edad, caminaría aterrorizaba por aquellas callejuelas, pero Rouge no. Rouge no temía a nada ni a nadie.

Volvía de comprar algo de pan crujiente del horno de la esquina. Llevaban tiempo comiendo pan duro, casi negro, y Rouge se moría por darle un bocado al pan crujiente que llevaba en el saco de lana. Pero se contenía… no sería correcto que diese un pellizco al pan antes de llegar a la carreta. También había comprado dulces, con azúcar glasé que, solo de verlo, le hacía la boca agua. Sabía que se ganaría una buena reprimenda por haber comprado todo aquello, pero le importaba bien poco.

Giró una esquina y una placa forjada de cobre llamó su atención. Había algo escrito en ella, pero Rouge era incapaz de leerlo, aunque suponía que la gente de a píe que sí sabía leer lo tendrían difícil porque el cobre se había corroído por la lluvia y el tiempo. Se acercó, con curiosidad, para ver a través del cristal. Dentro estaba oscuro, pero vio que la estancia estaba abarrotada de cosas… sorprendentes. Había cosas brillantes y delicadas, figuras y huevos extraños, cajas de música y… ¡libros! Nunca había visto unos libros de cerca.

Sin pensarlo, empujó la puerta y entró en la estancia. No prestó atención al hombre que estaba sentado detrás de un escritorio antiguo, se encaminó directamente hacía una de las paredes y tomó el primer libro que alcanzó. Como sus guantes estaban agujereados y dejaban sus dedos al descubierto, pudo acariciar con los dedos desnudos el lomo de piel del libro y luego lo abrió. Contuvo el aliento cuando vio los caracteres escritos con tinta y pasó los dedos por encima.

por **Soren Kaarkarogf** Vie Jun 25, 2010 11:14 am

Había terminado la clase hacía apróximadamente una media hora, desde la Universidad hasta la tienda, se hubiera tardado un buen rato ya fuera en carruaje o a pie, pero Soren siempre prefería escapar de tejado en tejado. Estar muerto traía sus desventajas, por ejemplo el hecho de que te aburrías fácilmente y el hecho de saber que, eras menos frágil que el resto quitaba parte de la emoción.

Por eso le gustaba correr por encima de los tejados de las casas a gran velocidad, saltar de un lado a otro como un gato, sintiéndo el viento irrisorio golpeandole el rostro, recordándole que a pesar de todo seguía existiendo.

Finalmente ahí estada, recostado en su silla de madera tras el viejo escritorio, repasando el libro de contabilidad en el que EunMi su ayudante, anotaba las ventas durante el tiempo en el que no estaba. No se vendía mucho a decir verdad, pero eso no era lo importante, lo importante era que objetos se vendían y a quien. El precio se volvía irrelevante cuando los objetos tenían un valor tan incompensible y hacían tan felices a las personas.

Y estaba ahí en medio de su concentración, cuando la campanita de la entrada sonó anunciando un cliente. No, espera, ¡él no había puesto ninguna campanita! miró con interés y tuvo la impresión de que la recién llegada era una campanita en si misma. ¡Sónaba por todas partes!. No pudo más que sonreír cuando la joven correteó por los estantes y agarró el libro con aprención.

- ¿Le interesa ese libro Madame? - Comentó divertido. Estaba de buen humor, eso era nuevo. - Bienvenida -

por **Rouge** Vie Jun 25, 2010 11:58 am

Rouge seguía acariciando con la yema de los dedos aquellas marcas de tinta que cubrían todas las páginas amarillentas del volumen. Pasó con rapidez las páginas, con cierta ansiedad, deseaba poder leer todo lo que había allí impreso. Tenía las uñas cortas, algo sucias por haber pasado toda la mañana limpiado la carreta, y le gustaba el sonido que producían sus dedos cuando rozaban las esponjosas páginas de aquel libro.

Había escuchado hablar de los libros, sabía que gracias a ellos la gente aprendía cosas impresionantes, cosas que serían imposibles aprender de otro modo. También había escuchado que los libros escondían secretos e historias llenas de aventuras.

¿Qué habría allí escrito? ¿De quién sería el libro? ¿Qué contaría? ¿Qué aventuras relataría? ¿Qué… Sus preguntas mentales cesaron de inmediato cuando escuchó una profunda voz masculina. Levantó la mirada del libro y giró el rostro hacía el hombre que había osado interrumpirla. Lo observó asqueada.

-No, sólo estaba mirando…

Le dio la espalda y apretó el libro contra su pecho, luego caminó alejándose del hombre (por si se le ocurría volverla a molestar) y los cascabeles de su tobillo sonaron de nuevo. Se metió en un pasillo lleno de figuritas y muñecas de porcelana y despegó el libro de su pecho para seguir mirando las letras impresas.

Sin que nadie la molestase.

por **Soren Kaarkarogf** Vie Jun 25, 2010 12:17 pm

Observó el comportamiento de ella con curiosidad. Si bien a nadie le simpatisaban demasiado los vendedores insisitentes, los venderores existían porque la gente necesitaba comprar y bueno, ese era el trabajo del vendedor, fastidiar al cliente hasta hacerlos comprar, sin embargo, como todo en la vida del vampiro Soren Kaarkarogf, las cosas funcionaban en su propia lógica y no se señía a los estereotipos sociales.

Notó como se llevaba el libro al pecho con ilusión, como sus ojos observaban emocionados el contenido. Soren apoyó el codo derecho sobre la mesa y posteriormente recostó la cabeza en la palma de su mano observando el camino que había recorrido ella con ensoñación.

¿Que habría en ese libro de cuentos infantiles que le atraía de esa forma? Soren suspiró, pocas veces veía esa pasión por la lectura en una persona, menos en una mujer, le recordaba así mismo cuando estaba vivo.

- Mire, toque... todo lo que quiera - Comentó con tranquilidad mordiéndo la punta de su pluma distraidamente - Si tiene alguna pregunta o necesita que le tradusca algo, estaré aquí - Finalizó y volvió su vista al libro de contabilidad. De alguna manera sentía que invadía la privacidad de ella y el libro.

por **Rouge** Sáb Jun 26, 2010 9:58 am

Escuchó la voz del vendedor, pero lo ignoró. Seguramente le decía aquello como una excusa para vigilarla…. Después de todo era una gitana, todo el mundo creía que los gitanos únicamente robaban. Que ese era su único fin en esta vida: delinquir.

Pasó de nuevo las hojas con rapidez y se detuvo de golpe cuando en una de las páginas apareció un dibujo en tinta. Ahogó una exclamación emocionada y levantó el libro para acercárselo más a los ojos. Oh, aquello era un castillo. Un castillo inmenso, casi rozaba el cielo con sus torres… oh, ¿y qué era aquello que había ahí? Acercó más el libro a sus ojos. ¡Eso debía ser un caballero montado en su corcel!

La emoción de entender algo la embargó de tal modo y con tanta intensidad que apartó el libro de sus ojos y lo apretó con fuerza contra su pecho, bajando los párpados y cerrándolos con fuerza.

Era… simplemente maravilloso.

Sus dedos sucios apretaron la piel que encuadernaba el libro y se meció de un lado a otro, atrapa dentro de su ensoñación, pero un sonido estridente la sacó de su ensueño. Abrió los ojos de golpe y vio en el suelo pequeños trozos de cerámica hechos añicos… de lo que parecía ser una muñeca.

Oh, había tirado con su falda, sin querer, una de aquellas muñecas de labios rojos y largas cabelleras rubias.

por **Soren Kaarkarogf** Sáb Jun 26, 2010 11:00 am

Había vuelto la mirada al libro de contabilidad, si, pero no pudo evitar mirarla de reojo con disimulo. Era simplemente cautivadora. Una niña, si una niña atrapada dentro del precioso cuerpo de una joven dama, era... ¿Que era eso que sentía?. Un calor extraño dentro de su pecho que hacía demasiado tiempo no sentía y que no recordaba que existía.

Ella... se parecía demasiado a su hermana Annika. Una extraña sensación le oprimió el pecho. Los recuerdos llegaron a él como una voragine de fuego confusa, risas, llantos, sus zapatillas de tacón, golpeteando divertidamente el estudio, sus ojos redondos como canicas. Su inocencia y pasión por las cosas.

Ah. Annika...

Se quedó mirándola, sin poder evitar sonreír como tonto, una sonrisa tan extraña en él, que se sorprendió así mismo que el recuerdo de su hermana pudiera traerle tal sensación a través de esa desconocida. La pasión con la que miraba el libro,¡daba dicha él sólo verla! ¿Que era eso que sentía? ¿Ternura?.

¿Eso existía?.

Disfrutando de esa sensación cálida que la actitud de la recién llegada le otorgaba, no escuchó el sonido de la estatuilla rota y lo ignoró por completo, para seguir contemplándola. Dejó escapar un suspiro y estiró los brazos en el escritorio, recostándose en el como un gato acomodandose para dormir.

- Gracias - Murmuró con los ojos cerrados.

por **Rouge** Sáb Jun 26, 2010 1:18 pm

Se cubrió la boca con la palma de la mano y el roce de la vieja tela del guante agujereado le rozó los labios. Miró hacia el escritorio con los ojos abiertos, pero la alarma se rebajó cuando comprobó que el vendedor no se había dado cuenta… ¿quizá estaba dormido? Rouge entrecerró los ojos en su dirección. Definitivamente, parecía dormido.

Sujetando el libro con una mano, se agachó y se arrodilló en el suelo. Miró a su alrededor de nuevo, pensando en un lugar dónde meter todos aquellos pedazos, pero no encontró ninguno… además, lo mejor era deshacerse de todas las pruebas. Lentamente, empezó a coger todos y cada uno de los trozos de cerámica rotos y fue metiéndolos en el saco de lana de colores brillantes que llevaba colgado del brazo, junto al pan. Fue poco a poco para no hacer demasiado ruido y a cada rato miraba en dirección al vendedor para asegurarse que seguía dormido.

El proceso le llevó varios minutos, pero finalmente todos aquellos trozos acabaron en su saco… que de repente empezó a pesar más de lo normal.

Se movió, caminando hacia otro pasillo, y sus cascabeles volvieron a sonar. Esta vez se metió en un pasillo lleno de cuadros, dibujos y madera pintada. El libro quedó olvidado contra su pecho mientras observaba todo aquello. Siempre le habían gustado los dibujos y la pintura… en muchas ocasiones había tenido problemas por esto mismo. En las casas de los ricos donde habían ido a actuar en alguna que otra ocasión, las paredes estaban llenas de cuadros… y ella se había perdido en muchas ocasiones recorriendo aquellos pasillos, maravillada con aquellas imágenes que se mostraban en unos espacios tan pequeños. ¿Cómo podía caber un bosque en un cuadrado del tamaño de un libro?

Los problemas llegaban porque la gente rica pensaba que, en vez de admirarlos, quería robarlos. ¡Malditos ricos y sus mentes obtusas!

por **Soren Kaarkarogf** Dom Jun 27, 2010 8:05 am

Entre abrió sus ojos para notar las acciones de su hermana rencarnada. Entonces pareció darse cuenta de la estatuilla rota en el suelo y como ella intentaba rápidamente esconder su delito. Aquel gesto nervioso y la manera en como metía los pedacitos de la porcelana en ese raida saco de colores, el gesto, si era posible, lo enterneció aún más.

Y entonces cuando ella se perdió entre los otros estantes para quedarse embelezada observando las pinturas, fue consciente del creciente miedo que llenaba su interior. El recuerdo de su hermanita, la única persona de su familia que realmente había amado cuando estaba vivo, era demasiado fuerte. Ella, esa chica recién aparecida, era una extraña y no podía permitirse vincularla de esa manera tan fuerte y emocional consigo mismo.

Una contradicción nació en su interior. Algo en lo más profundo de su ser, no quería alejar el recuerdo de Annika, las memorias vividas y el sentimiento cálido que le otorgaban y otra parte, deseaba huir del sentimiento, porque no tener el control sobre si mismo le aterraba demasiado.

- Son del pintor José de Goya - Le informó, intentando volver a su oficio de vendedor y olvidar todo lo que se aremolinaba en su cabeza - Llegaron desde España, unas preciosas piezas artisticas, en donde Goya, plasma paisajes apacibles de las afueras de Madrid - No quería decir nada más pero no pudo contenerse - ¿Le gusta la pintura Madame?... yo la considero mi vida -

por **Rouge** Mar Jun 29, 2010 2:11 pm

Se sobresaltó al escuchar la voz del vendedor detrás de ella. Oh, Dios, ¿y si descubría que había roto aquella muñeca de porcelana? Muy probablemente la obligaría a pagarla y… seguro que esa muñeca valía mucho más de lo que ganaba con sus espectáculos.

-¿Goya? –pronunció el nombre con algo de vacilación, nunca antes lo había escuchado y sonaba muy extraño-. ¿Eso es Madrid? –señaló con el dedo la colección de cuadros que estaba mirando. Nunca hubiese imaginado que Madrid sería así, pero al fin y al cabo sólo tenía las referencias que Miguel, el gitano español del campamento, le había contado.

Escuchó su última pregunta, pero tardó en responder. Estaba demasiado ensimismada con aquellas imágenes. Era una mezcla extraña entre oscuridad y luz, entre hermosura y marginación.

-Me gustan los cuadros –respondió cuando parecía que ya no iba a responder-. Son… -se volvió un poco hacia él para mirarlo-… interesantes –su comisura se alzó un poco, como si fuera a sonreír, pero no lo hizo y sus labios quedaron de nuevo quietos-. Yo considero mi vida engullir cuchillos y caminar sobre…

Se detuvo cuando cayó en algo. Si ella consideraba su vida hacer lo que hacía, el que él considerara su vida la pintura significaba…

Se volvió completamente hacia él, acercándose muchísimo. La falda colorida de su vestido rozó las rodillas y las puntas de los zapatos del vendedor. Los ojos, abiertos como dos lunas llenas azules, se clavaron en él… casi como si miraran a través de él.

-¿Usted pinta?

por **Soren Kaarkarogf** Miér Jun 30, 2010 7:01 pm

A pesar de sus temores, ella respondió. Creyó que no lo haría y que huiría de nuevo como había hecho con el libro momentos anteriores. Parecía no conocer Madrid por sus palabras y se preguntó, que lugares conocería aquella adorable muñeca de trapo. Si, porque esa mujer en frente suyo era como una enorme muñeca de trapo cocida con cientos de telas de diferentes colores y con enormes botones azules por ojos.

Parecía gustarle la pintura, Soren la miró aún con más interés cuando dijo lo de los cuchillos. A lo mejor era una metafora, porque un rostro tan delicado no podría comer cuchillos, entrecerró los ojos y se concentró en ver el color de su aura. Era una humana, definitivamente, sus sentidos de vampiro no le fallarían en una situación así. ¿A que se refería con los cuchillos?, entonces vino la segunda pregunta.

- Oh, si, me encanta pintar - Respondió tranquilamente - Hay algo mágico en el momento en el que, el pincel toca el lienzo, el milagro de la creación surje - Comenta volviéndo el rostro hacía las pinturas de Goya - Jamás eh estado en España - Murmura con ensoñación llevándo una mano para rozar con la llema de los dedos el borde del marco de uno de los cuadros - Pero el arte, nos trae este maravilloso milagro, podemos contemplar a Madrid, sin tener que ir hasta allí - Suspira acariciando el marco casi con devoción - Es el mismo poder de los libros -

((cortito I'm sorry))

por **Rouge** Jue Ago 05, 2010 1:47 pm

Lo escuchó con atención, maravillada ante la sabiduría que parecía desprenderse de aquel hombre de apariencia juvenil. No debía ser mucho mayor que ella, pero definitivamente era mucho más sabio. Parecía saber tantas cosas…

Le brillaron los ojos cuando lo escuchó mencionar los libros, cuando dijo que tenían el mismo poder que las imágenes. Rouge sospechaba que cada palabra sería como un trazo en el cuadro y cada adjetivo sería como un color diferente. Ojala supiese leer. ¡Había escuchado tantas veces eso de que era un viaje fantástico!

Pero no podía perder tiempo leyendo, de hecho, no debería estar perdiendo tiempo allí. Tenía que practicar y trabajar para ganar dinero, uno no se alimentaba del aire. Sin embargo, la curiosidad pudo con ella.

-¿Qué pinta exactamente? –se acercó un poco más a él, invadiendo su espacio vital, aunque no de forma consciente. Alguien como ella, no tenía ni siquiera conocimiento de qué es el espacio vital de cada uno y la distancia de cortesía que se debe tener.

por **Soren Kaarkarogf** Jue Ago 05, 2010 9:32 pm

Soren se sorprendió ante la pregunta, el no solía mostrar sus cuadros a nadie, sólo Erkki su mentor los conocía. Era demasiado... cobarte para mostrar sus creacciones y afrontar las críticas de la gente, aunque no era solamente la opinión de otros lo que le importaba, era más el hecho de que se dieran cuenta de que abría su corazón. Sentirse débil y desnudo a través de sus pìnturas y que otros pudieran atravesar esa coraza y descubrir lo que se escondía dentro.

- La verdad no soy muy bueno - Explica con una media sonrisa sin dejar de mirar el cuadro - Nunca podría hacer algo tan hermoso como esto - Agrega refiriendose al cuadro Español - En realidad me gano la vida dictando clases, soy profesor en la College de Paris - Explica girándose hacía ella - Doy la catedra de Literatura clásica e historia del arte, es por eso que se un poco del tema -

La humildad era una de sus grandes cualidades. Ya había tenido su tiempo en el que había sido arrogante y se había dejado llevar por la sensación de poder que el ser inmortal acarreaba, pero esos tiempos habían quedado atrás, porque había madurado y había descubierto que entre más sabio se era, más modesto se debía ser.

- Si le interesa la pintura Madame, podría ir a una de mis clases - Le ofreció intentando sonreír amablemente, pero esos procedimientos sociales no se le daban muy bien - A cambio usted podría enseñarme algunos trucos con los cuchillos ¿Que le parece? -

por **Rouge** Mar Ago 24, 2010 11:57 am

Mientras el hombre con gafas hablaba, Rouge tenía la mirada clavada en los cuadros. Los observaba como si pretendiese absorberlos, como si quisiera grabar en su mente cada uno de los trazos, cada uno de los colores. Él le dijo que no era demasiado bueno, pero a Rouge el simple hecho de que pintase, de que supiese leer, le parecía sorprende. ¡Increíble! Digno de admiración.

Abrió los ojos como platos cuando dijo que trabajaba en la Collage de Paris como profesor. ¡Dios mío! Pero si era un hombre muy joven, ¿cómo podía tener unos conocimientos tan amplios?

De literatura clásica, Rouge sabía algunas cosas gracias a las historias que había oído y a los cuadros y esculturas que había visto y que representaban algunas de las leyendas y mitos. ¡Ah, pero seguro que él sabía muchísimo! Sin embargo, no tenía el aspecto de alguien que supiese tanto, mucho menos el carácter. No era pedante ni se creía superior a ella. Al menos eso era lo que parecía.

Rouge dio un paso atrás ante la propuesta del joven. ¿Ir a sus clases? Dios santo, eso era imposible. Además de ser gitana, era mujer. Nunca le permitirían algo así. Por otro lado, también estaba el impedimento de que no sabía leer ni escribir.

Se apartó un poco más, con la cabeza gacha mientras miraba los guantes agujereados que cubrían sus manos.

— Eso sería imposible. Tengo que trabajar, señor.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Ago 24, 2010 12:17 pm

Notó en la actitud de ella, algo de ¿miedo?. El miedo y la indecición se podían oler en los humanos, generalmente cuando salía a cazar, podía oler el miedo de su presa por las feromonas y toxinas desprendidas por el cuerpo. Respuesta le desconcertó, a lo mejor se lo había tomado mal, las mujeres eran muy desconfiadas y él había escuchado de hombres que se aprovechaban de jóvenes damas sin importar su estatus social. Probablemente ella creía que era uno de esos tipos.

La gente no iba por ahí ofreciendo clases gratis, seguro que le debía parecer extraño. Suspiró y tomó un de los cuadros, uno pequeño, de unos 20 centimetros que mostraba la plaza principal de Barcelona, lo descolgó con suma delicadeza y se lo ofreció a la mujer, poniéndoselo en sus manos enguantadas.

- Es una lástima que no pueda asistir a mis clases - Explica sin hacer contacto directo a los ojos porque eso lo ponía nervioso - Es mejor cuando los alumnos realmente se interesan y desean aprender, por su mirada y actitud puedo ver que realmente le apasionan estás cosas, por eso... quiero que tenga esto - Sus mejillas se colorean tenuemente, constractando con el rostro pálido y demacrado.

Comienza a caminar de regreso al escritorio y al notar la mirada de ella, se gira en el borde de una estantería.

- No se preocupe por el dinero - Comenta finalmente - El cuadro será más feliz bajo su cuidado, que en la pared llena de otros cuadros en la casa de algún burgues, estoy seguro que le sonreírá cada que lo miré con ensoñación - ¿Podía un cuadro sonreír? Por supuesto que si, los objetos todos, valían no por su precio en metálico, sino por lo que hacían sentir a quien los poseía.

por **Rouge** Mar Ago 24, 2010 12:38 pm

Oh, en realidad, a Rouge le encantaría asistir a esas clases de arte, mucho más si era aquel joven entrañable y un poco extraño el que las impartía, pero no sabía leer ni escribir y aquel hecho la avergonzaba. Además, veía imposible que la dejasen ir. Todo el mundo sabía cuán machistas era esta sociedad, mucho más los gitanos. Las mujeres se veían obligadas a aguantar todo tipo de injusticias. Daba igual a qué clase social pertenecían, incluso la mujer más rica era inferior al hombre más pobre simplemente por el hecho de ser mujer.

Pero durante un breve instante, Rouge fantaseó con la idea de escaparse algún día y colarse en una de las clases. Un día aunque fuese. Sólo uno. Sería tan… hermoso. Suspiró y de repente sintió cómo el joven ponía entre sus manos un pequeño cuadro que mostraba lo que parecía ser una plaza. Luego, se giró y se alejó hacía el escritorio.

Rouge lo siguió, sosteniendo el cuadro como si fuese alguna clase de tesoro muy valioso.

—¡Oh, no puedo aceptarlo, señor!-exclamó, aunque se sentía incapaz de soltarlo.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Ago 24, 2010 1:32 pm

Escuchó la voz de la mujer caminando trás él y se giro para encararla, tomó el cuadro con sus manos y se lo puso sobre el hombro, cerca de la oreja pero sin dejar que el lienzo hiciera contacto con su piel, luego puso una expresión como de estar escuchando algo. Y se llevó la otra mano con el dedo indice en los labios en la clásica pose de 'shh'.

- Mmm - Murmuró y volvió a ponerle el cuadro en las manos a ella - Creo que el cuadro no piensa lo mismo - Explica con una mirada amable y sin sonreír, porque las sonrisas se le daban mal, no sabía porque le era tan dificil sonreír frente a otra persona - Es un cuadro astuto, le gustan las chicas de buen corazón - Se llevó las manos a la cintura - Incisto, ese cuadro está destinado a ser suyo -

Caminó los pocos pasos que lo separaban del escritorio y se sentó en él, habían muchos libros allí, un poco de poesía y otros tantos de novelas de diferentes países.

- Madame... permitame que le pregunte algo indiscreto y espero no se moleste ¿Sabe usted leer? -

por **Rouge** Miér Ago 25, 2010 7:32 am

El dueño de la tienda cogió el cuadro y se lo acercó a la oreja, como si escuchara, como si el cuadro le estuviese diciendo algo. Rouge lo miró, parada y quieta en el pasillo de libros y objetos curiosos.

Luego, él le devolvió el cuadro sin mirarla, parecía algo incómodo y la joven no sabía por qué. ¿Cómo podía un hombre tan sabio mostrarse tan inseguro? Debería sentirse superior a todos los demás, sin embargo se comportaba como cualquier otro. Rouge sujetó el cuadro con firmeza, pero de forma cuidadosa y se acercó más a él, intentando mirar en sus ojos.

-La gente no cree que sea una muchacha de buen corazón –confesó, ladeando la cabeza-. Creen que las gitanas nos levantamos las faldas y separamos las rodillas a la primera de cambio y por unas pocas monedas.

Gitana era sinónimo de prostituta para muchas personas, ¿y todo por qué? Porque eran mujeres con carácter que luchaban por lo que querían, porque no vivían entre algodones, porque conocían la cara más amarga del mundo.

Encogió los hombros e intentó arreglarse con los dedos los rebeldes mechones rojizos que se habían soltado del peinado.

-Pero a mí no me importa lo que digan o piensen –se acercó un poquito más-. Gracias por el cuadro. Lo cuidaré como el tesoro que es.

Dio un paso atrás ante la pregunta del joven y bajó la mirada, intentando esconder la vergüenza que sentía y el sonrojo que teñía sus mejillas.

-Eh… claro que… sé leer –mintió.

por **Soren Kaarkarogf** Miér Ago 25, 2010 8:05 am

Soren comenzó a revolver unos libros en su mensa mientras escuchaba las palabras de la mujer. Aquello sobre las mujeres gitanas era cierto, muchos creían que eran solo prostitutas e inclusive las veían como algo por debajo de las cotezanas mismas que trabajaban en el burdel. Muchos ciudadanos Parisinos de la alta sociedad, inclusive, veían a los gitanos como una plaga, como animales y no como seres humanos.

Gente estúpida. 291 años y la humanidad no había avanzado en lo absoluto en cuanto a derechos equitativos para las personas. La imagen de los exclavos trabajando bajo las pesimas condiciones en las que eran sometidos en el castillo de su familia, cuando aún estaba vivo era una prueba de que el humano era el demonio de la tierra.

- Tengo negocios con con gitanos, negocios muy buenos por cierto - Comenta moviéndo la mano para mostrar las estanterías llenas de reliquias y objetos curiosos - He conocido a muchos gitanos en todo este tiempo y le aseguro que ninguna madame gitana ha tenido esa actitud para conmigo - Dejó escapar un largo suspiro - Pero ya ve, vivimos en un mundo controlado por idiotas... y si, estoy hablando de la realeza - Meneó la cabeza con expresión de hastio.

- Excelente, todo el mundo debería tener derecho a aprender a leer y a escribir, existen demasiadas cosas de las que uno se pierde si no sabe - Agrega con seguridad - Mi empleada es una imigrante Coreana, cuando llegó a la tienda no sabía leer o escribir, pero ahora que le eh enseñado es una trabajadora mucho más eficiente, puede llevar las cuentas de la tienda y anotar recados ¿Le interesa algún libro en particular Madame? -

por **Rouge** Dom Ago 29, 2010 9:29 am

Rouge lo escuchó, impresionado por el significado de aquellas palabras que el joven enlazaba sin ninguna dificultad, sin ningún fingimiento. Sabía, sentía, que aquello era el reflejo de lo que verdaderamente pensaba sobre los gitanos. ¿Por qué no pensaba todo el mundo del mismo modo? Gente mala había en todas partes, tanto entre los gitanos como entre los payos. Pero lo más fácil era discriminar a un grupo concreto y culparlo a él de todos los males de la sociedad.

-No deberían haber personas superiores a otras únicamente por las circunstancias de su nacimiento –le dijo mientras lo veía maniobrar por el escritorio, cerrando y ordenando libros.

Rouge sabía cuán diferente hubiese sido su vida si aquellos malhechores no hubiesen asaltado el carruaje en el que viajaba cuando ella era poco más que un bebé. Hubiese sido diferente, ni peor ni mejor. La circunstancia del nacimiento lo era todo, no la persona. Entonces, ¿cómo se podía valorar la capacidad de mando en alguien teniendo en cuenta únicamente eso?

Luego habló sobre el derecho que tenía todo el mundo a aprender a leer y escribir y Rouge no pudo más que admirarlo. Le contó sobre la empleada coreana a la que había enseñado a leer y escribir y Rouge la envidió sin conocerla. ¿Verdaderamente dejaría pasar la oportunidad de aprender por la vergüenza de confesar que no sabía ni leer ni escribir?

Suspiró.

-No, yo… sólo entré a curiosear. Tiene usted una tienda realmente hermosa –se acercó más a la mesa y apoyó los pálidos dedos de su mano en el borde-. Además, yo… noleodemasiadobien –dijo con tanta rapidez y tan bajo que sus palabras casi eran ininteligibles.

por **Aifric Colfer** Dom Ago 29, 2010 9:51 am

Había dormido casi todo el día, le gustaba dormir, aunque con lo agitado que era su trabajo, muchas veces no podía dormir en días. Luego de capturar al malechor que intentaba matar al humano y al vampiro, había decidido que era conveniente quedarse cerca a Soren, el vampiro en cuestión aparentaba ser un tipo tranquilo que no le daría daño ni a una mosca, pero Aifric tenía una vasta experiencia tratando con alimañas de su tipo, ningún vampiro era lo que aparentaba ser, eran maestros del disfraz, casi tan buenos como los de su misma especie.

Suponía que si el asesino tenía complices, (lo cual era altamente probable) regresaría a la escena del crimen y esa tienda del profesor Kaarkarogf estaba resultando el iman perfecto para la reunión de los peores proscritos. Así pues que en su forma de gato, se había quedado dormido en el tejado de la tienda, adormesido por la suave brisa fresca que mataba al verano para darle la bienvenida al otoño. Y finalmente despertó casí a las 7 de la noche, porque le rugía la tripa.

Bajó del techo y deambuló por los alrededores cerciorandose de que nada estuviera anormal y cuando se hubo convencido de que no había actividad sospechosa en el área, regresó a la tienda. Entró por la rendija de una ventana semi abierta y saltó a una estantería, para luego caer al suelo, entonces olió el inconfundible aroma de una mujer. Había alguien en la tienda, un cliente quizás, se asomó con cuidado y entonces notó a la joven, que más bien parecía una muñeca que una persona.

- Maooo - Maulló audiblemente para llamar la atención de ambos y comenzó a acercarse lentamente, observándola con curiosidad, decenas de olores diferentes brotaban de su vestido y su mente de detective comenzaba a hilar detalles para construir un perfil de ella.

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