AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una luz en la oscuridad.
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Una luz en la oscuridad.
Recuerdo del primer mensaje :
…Porque los caminos del señor son inescrutables…Y nunca se sabe cuándo se puede encontrar la luz….en la mas inmensa oscuridad…
Y era en la más inmensa oscuridad donde yo me encontraba ahora…
Corriendo por los callejones, buscando mis armas de fuego como podía, mientras la lluvia se abría paso torrencial sobre esa noche de luna llena. Afortunadamente las nubes no tardarían en taparla y todo podría acabar al fin.
Delante de mí, un licántropo corría salvaje, estaba claro que aquella bestia estaba en frenesí, buscando algo que yo aun no podía ver.
Pero entonces, mientras me acercaba hacia él observe atónito lo que había entusiasmado tanto a aquel lobo, mi corazón palpitó con fuerza contra mi pecho cuando le vi, haciendo que me doliese, y entonces saque mis dos armas de fuego.
No pensaba permitir lo que estaba a punto de presenciar, así que le apunté directamente a los puntos vitales mientras corría bajo la lluvia, acercándome y visualizando perfectamente a mi objetivo… sabiendo que si fallaba la heriría a ella…
Pero la noche no había comenzado así.
La noche había comenzado tranquila. Y yo como un turista más deambulaba por la ciudad en solitario, simplemente intentando ubicarme, ya que apenas llevaba dos semanas en París, y yo tenía cierta tendencia a perderme.
Cuando de pronto note que mis pasos eran seguidos de cerca.
Tome precauciones y gire las tornas, siendo yo quien se ocultaba y se situaba atrás de los pasos de aquel ser. Siguiéndole ahora yo a él.
Observe como un chico joven, de unos diecisiete años miraba a todos lados confuso, habiendo perdido mi rastro. Continúo su camino dirigiéndose por los callejones hacia las afueras de la ciudad. Cuando de pronto, su mirada observo casi con pánico como las nubes se abrían poco a poco, mostrando el brillo inconfundible de la luna llena en el cielo.
El chico se oculto lo más rápido que pudo entre los callejones, tomándose la cabeza, tambaleándose y finalmente cayendo de rodillas en la oscuridad, mientras su cuerpo se transformaba ante mi atenta y oculta mirada…
Tan pronto como se transformo, descubrí que aquel chico no podía llevar mucho tiempo convertido. Sus gestos eran torpes, parecía desorientado y sus movimientos no eran constantes.
Y de este modo, casi sin quererlo me había visto envuelto en una persecución.
Tenía que atrapar a ese chico, sacarle información. Porque me seguía?, trabaja para alguien? Quien le habría convertido? Si conseguía un nombre habría sido una noche más que provechosa.
Pero antes de lograr nada tenía que atraparle, y tenía que hacerlo pronto, porque aquella bestia estaba corriendo por la ciudad, y aunque era de noche, podía haber cualquier persona deambulando por allí…
Aquello era muy arriesgado. Qué pensarían aquellos pobres ciudadanos inocentes y totalmente ajenos a este mundo de sombras, al ver a un ser como aquel?
Nuestro código de cazadores nos obligaba a protegerles, y eso implicaba que si había que eliminar pruebas para mantener en secreto todo nuestro mundo, pues debíamos eliminar a quien hiciese falta.
Pero este licántropo descontrolado, abría un abanico de opciones ante mí, que me hacían dudar a cada segundo, si dejarle marchar o matarle. Pues un budista respeta la vida no la destruye…y en este caso? se trataba de destruir? o de dejar que él destruyese? Qué pensaría dios de todo esto? Mis constantes dilemas morales no hacían más que darme dolores de cabeza…pero eso es otra história.
La lluvia comenzó a caer de forma espesa sobre nosotros, y empecé a notar cómo me empapaba con rapidez.
El licántropo corría ya jadeando, igual que yo, pues llevábamos un buen rato de persecución.
Hasta que de pronto, aun a una considerable distancia de él, pude ver como erguía su cabeza hacia atrás y olfateaba un instante, cambiando drásticamente de rumbo, tirando a su paso algunas cajas, y comenzando a atravesar un callejón en el cual debía de haber algo, un aroma demasiado fuerte…y entonces lo entendí.
-No….NO! grite mientras aceleraba el paso hacia él, adentrándome tan rápido como podía por el callejón.
El único aroma que solía distraer tanto a estas bestias era el aroma de los humanos, el aroma de la sangre…Corrí y observe con asombro como una chica miraba con auténtico terror los profundos ojos de la bestia…Unos ojos brillantes que parecían decir que tenían hambre...y que observaban el cuerpo ensangrentado de la joven con verdaderas ansias…
…Porque los caminos del señor son inescrutables…Y nunca se sabe cuándo se puede encontrar la luz….en la mas inmensa oscuridad…
Y era en la más inmensa oscuridad donde yo me encontraba ahora…
Corriendo por los callejones, buscando mis armas de fuego como podía, mientras la lluvia se abría paso torrencial sobre esa noche de luna llena. Afortunadamente las nubes no tardarían en taparla y todo podría acabar al fin.
Delante de mí, un licántropo corría salvaje, estaba claro que aquella bestia estaba en frenesí, buscando algo que yo aun no podía ver.
Pero entonces, mientras me acercaba hacia él observe atónito lo que había entusiasmado tanto a aquel lobo, mi corazón palpitó con fuerza contra mi pecho cuando le vi, haciendo que me doliese, y entonces saque mis dos armas de fuego.
No pensaba permitir lo que estaba a punto de presenciar, así que le apunté directamente a los puntos vitales mientras corría bajo la lluvia, acercándome y visualizando perfectamente a mi objetivo… sabiendo que si fallaba la heriría a ella…
Pero la noche no había comenzado así.
La noche había comenzado tranquila. Y yo como un turista más deambulaba por la ciudad en solitario, simplemente intentando ubicarme, ya que apenas llevaba dos semanas en París, y yo tenía cierta tendencia a perderme.
Cuando de pronto note que mis pasos eran seguidos de cerca.
Tome precauciones y gire las tornas, siendo yo quien se ocultaba y se situaba atrás de los pasos de aquel ser. Siguiéndole ahora yo a él.
Observe como un chico joven, de unos diecisiete años miraba a todos lados confuso, habiendo perdido mi rastro. Continúo su camino dirigiéndose por los callejones hacia las afueras de la ciudad. Cuando de pronto, su mirada observo casi con pánico como las nubes se abrían poco a poco, mostrando el brillo inconfundible de la luna llena en el cielo.
El chico se oculto lo más rápido que pudo entre los callejones, tomándose la cabeza, tambaleándose y finalmente cayendo de rodillas en la oscuridad, mientras su cuerpo se transformaba ante mi atenta y oculta mirada…
Tan pronto como se transformo, descubrí que aquel chico no podía llevar mucho tiempo convertido. Sus gestos eran torpes, parecía desorientado y sus movimientos no eran constantes.
Y de este modo, casi sin quererlo me había visto envuelto en una persecución.
Tenía que atrapar a ese chico, sacarle información. Porque me seguía?, trabaja para alguien? Quien le habría convertido? Si conseguía un nombre habría sido una noche más que provechosa.
Pero antes de lograr nada tenía que atraparle, y tenía que hacerlo pronto, porque aquella bestia estaba corriendo por la ciudad, y aunque era de noche, podía haber cualquier persona deambulando por allí…
Aquello era muy arriesgado. Qué pensarían aquellos pobres ciudadanos inocentes y totalmente ajenos a este mundo de sombras, al ver a un ser como aquel?
Nuestro código de cazadores nos obligaba a protegerles, y eso implicaba que si había que eliminar pruebas para mantener en secreto todo nuestro mundo, pues debíamos eliminar a quien hiciese falta.
Pero este licántropo descontrolado, abría un abanico de opciones ante mí, que me hacían dudar a cada segundo, si dejarle marchar o matarle. Pues un budista respeta la vida no la destruye…y en este caso? se trataba de destruir? o de dejar que él destruyese? Qué pensaría dios de todo esto? Mis constantes dilemas morales no hacían más que darme dolores de cabeza…pero eso es otra história.
La lluvia comenzó a caer de forma espesa sobre nosotros, y empecé a notar cómo me empapaba con rapidez.
El licántropo corría ya jadeando, igual que yo, pues llevábamos un buen rato de persecución.
Hasta que de pronto, aun a una considerable distancia de él, pude ver como erguía su cabeza hacia atrás y olfateaba un instante, cambiando drásticamente de rumbo, tirando a su paso algunas cajas, y comenzando a atravesar un callejón en el cual debía de haber algo, un aroma demasiado fuerte…y entonces lo entendí.
-No….NO! grite mientras aceleraba el paso hacia él, adentrándome tan rápido como podía por el callejón.
El único aroma que solía distraer tanto a estas bestias era el aroma de los humanos, el aroma de la sangre…Corrí y observe con asombro como una chica miraba con auténtico terror los profundos ojos de la bestia…Unos ojos brillantes que parecían decir que tenían hambre...y que observaban el cuerpo ensangrentado de la joven con verdaderas ansias…
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
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Re: Una luz en la oscuridad.
-...Que chica tan extraña…
Susurre mientras miraba como se alejaba.
Porque diantres iba a desear servirme a mí? Con la de cosas que tenía que hacer yo, como para ahora tener que ocuparme de aquella joven en casa…Quizás era irresponsable dejar que se quedase, después de todo yo era espía y ella tarde o temprano sospecharía…
Ahora que lo pensaba, tenía que cerrar la habitación de las armas ya!...Pero por otra parte aquella jovencita parecía algo desamparada. Tendría tiempo de cuidarla? Apenas tenía tiempo de cuidar de mi mismo!!! mmmmm.
Arquee una ceja y negué con la cabeza, fuese como fuese tenía que ser un buena persona y ayudar a aquellos que lo necesitaban…Era una de las reglas de mi orden, también una de las doctrinas de los budistas, pues era un deber hacer el bien…Y bueno en el fondo, quizás me venía bien algo de compañía, después de todo siempre había estado solo, esto sería…diferente…y puede que hasta”divertido”…
Mire por donde había desaparecido ella, hasta que cai en lo del té…y en la dirección en la que se había dirigido la joven.
Note como una sonrisa de medio lado cruzaba mi rostro como si fuese un tic nervioso…Parpadee unas cuantas veces antes de darme cuenta.
-NOOOOO LA SALA DE LAS ARMAS!!!NOO...Espera…Aya!!..*chasquee la lengua al llamarla así de forma tan confianzuda cuando la acababa de conocer.
Me puse en pie a toda velocidad tirando algunas cosas a mi paso, a las que no tome atención, y cruce la sala a toda prisa, perdiéndome en los pasillos oscuros de mi propio hogar. No había tenido tiempo de mirar las luces, ni de arreglar nada, había llegado hacía relativamente poco a Paris y aun no me había dado tiempo a “cuidar” propiamente dicho, ni a arreglar nada en mi casa.
Corrí por el pasillo y entré a tientas en la habitación de las armas, apreciando como aquella diminuta llama caía sobre el pequeño saquito….de pólvora.
…
…
…
Después de abrir los ojos y levantarme para no seguir aplastando a la pobre joven, a la que había empujado y sobre la que había caído haciéndole un placaje…Que francamente sonó como un golpe seco… Intente parar de toser, pues la polvareda que se formo fue enorme despues de la explosión.
Menos mal que no quedaba ya pólvora en aquel saquito, que sino…Habría sido una historia corta de contar.
-cofcofcof….Esta usted bien señorita ku…. entre la polvareda aprecie algunos de los viejos libros de oraciones y casos de exorcismos antiquísimos, que ahora reposaban en fragmentos totalmente destruidos, desperdigados por el suelo.
…AAAh…mis libros de exorcismos!!! Dije mientras me arrastraba para tomar los trozos que reposaban en el suelo. Como haría ahora para tener toda la información que necesitaba? Aquellos textos eran difíciles de encontrar, ya que aquella disciplina también era poco frecuente.
-Como voy a hacer yo ahora!? Tendré que sacarle el demonio a la gente a escobazos! Si es que ya me lo dijo el hermano Petros…Que era mejor que me dedicara a la danza…Como si a mi me gustase bailar!! …. Mire hacia todos lados intentando vislumbrar entre la polvareda, hasta que vi las armas, no parecian rotas pero si sucias, desordenadas y desparramadas….
Meine mutter…. Tardare meses en sacarle el hollín a todas las armas…Meses.... Jaja….jajaja…JAJAJAJAJAJAJAAJAJAA!!! Empecé a reírme como un demente al encontrarme tan estresado y falto de sueño, pues era tardísimo, y aun parecia que la noche no se iba a acabar.
Jajajaa...Nece....Necesito un té.....Continúe con mi desvarío en solitario, aun riendo y soltando incoherencias, sin escuchar a la pobre joven que a mi espalda no debía de entender ni una sola palabra de lo que yo decía…
Susurre mientras miraba como se alejaba.
Porque diantres iba a desear servirme a mí? Con la de cosas que tenía que hacer yo, como para ahora tener que ocuparme de aquella joven en casa…Quizás era irresponsable dejar que se quedase, después de todo yo era espía y ella tarde o temprano sospecharía…
Ahora que lo pensaba, tenía que cerrar la habitación de las armas ya!...Pero por otra parte aquella jovencita parecía algo desamparada. Tendría tiempo de cuidarla? Apenas tenía tiempo de cuidar de mi mismo!!! mmmmm.
Arquee una ceja y negué con la cabeza, fuese como fuese tenía que ser un buena persona y ayudar a aquellos que lo necesitaban…Era una de las reglas de mi orden, también una de las doctrinas de los budistas, pues era un deber hacer el bien…Y bueno en el fondo, quizás me venía bien algo de compañía, después de todo siempre había estado solo, esto sería…diferente…y puede que hasta”divertido”…
Mire por donde había desaparecido ella, hasta que cai en lo del té…y en la dirección en la que se había dirigido la joven.
Note como una sonrisa de medio lado cruzaba mi rostro como si fuese un tic nervioso…Parpadee unas cuantas veces antes de darme cuenta.
-NOOOOO LA SALA DE LAS ARMAS!!!NOO...Espera…Aya!!..*chasquee la lengua al llamarla así de forma tan confianzuda cuando la acababa de conocer.
Me puse en pie a toda velocidad tirando algunas cosas a mi paso, a las que no tome atención, y cruce la sala a toda prisa, perdiéndome en los pasillos oscuros de mi propio hogar. No había tenido tiempo de mirar las luces, ni de arreglar nada, había llegado hacía relativamente poco a Paris y aun no me había dado tiempo a “cuidar” propiamente dicho, ni a arreglar nada en mi casa.
Corrí por el pasillo y entré a tientas en la habitación de las armas, apreciando como aquella diminuta llama caía sobre el pequeño saquito….de pólvora.
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Después de abrir los ojos y levantarme para no seguir aplastando a la pobre joven, a la que había empujado y sobre la que había caído haciéndole un placaje…Que francamente sonó como un golpe seco… Intente parar de toser, pues la polvareda que se formo fue enorme despues de la explosión.
Menos mal que no quedaba ya pólvora en aquel saquito, que sino…Habría sido una historia corta de contar.
-cofcofcof….Esta usted bien señorita ku…. entre la polvareda aprecie algunos de los viejos libros de oraciones y casos de exorcismos antiquísimos, que ahora reposaban en fragmentos totalmente destruidos, desperdigados por el suelo.
…AAAh…mis libros de exorcismos!!! Dije mientras me arrastraba para tomar los trozos que reposaban en el suelo. Como haría ahora para tener toda la información que necesitaba? Aquellos textos eran difíciles de encontrar, ya que aquella disciplina también era poco frecuente.
-Como voy a hacer yo ahora!? Tendré que sacarle el demonio a la gente a escobazos! Si es que ya me lo dijo el hermano Petros…Que era mejor que me dedicara a la danza…Como si a mi me gustase bailar!! …. Mire hacia todos lados intentando vislumbrar entre la polvareda, hasta que vi las armas, no parecian rotas pero si sucias, desordenadas y desparramadas….
Meine mutter…. Tardare meses en sacarle el hollín a todas las armas…Meses.... Jaja….jajaja…JAJAJAJAJAJAJAAJAJAA!!! Empecé a reírme como un demente al encontrarme tan estresado y falto de sueño, pues era tardísimo, y aun parecia que la noche no se iba a acabar.
Jajajaa...Nece....Necesito un té.....Continúe con mi desvarío en solitario, aun riendo y soltando incoherencias, sin escuchar a la pobre joven que a mi espalda no debía de entender ni una sola palabra de lo que yo decía…
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
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Re: Una luz en la oscuridad.
¡El corazón! ¿Dónde diablos estaba ahora mi corazón? Oh, claro… en mi pecho izquierdo… ¡pues no! ¡No se hallaba allí! ¡No cuando el hombre calvo al que pretendía servir había intentado arrancarme el corazón a base de hacer palanca contra mi abdomen! ¡Y casi lo consigue! Y mis pulmones… oh, ¡a penas podía respirar! Ni siquiera logré tomar una bocanada de oxígeno cuando él se retiró para prestar su atención a las cosas rotas que allí esparramadas se encontraban.
Y mientras me incorporaba sin quejarme de la multitud de moretones que empezaba a apreciar a contraluz y luchando por no recordar la profunda cenefa de latigazos que aun adornaba mi espalda, arqueé una ceja al contemplar la figura de Diétrich con la ansiedad a flor de piel por la pérdida de sus materiales. Materiales… ¡armas! Sí, hubiese jurado que aquello eran armas… y la habitación había explotado al dejar caer la cerilla sobre un saco de… ¡pólvora! ¡¿Qué cuerda persona tenía un arsenal de armas como aquél en su propia casa?!
Tragué saliva ruidosamente, sin quererlo. Me removí el vestido que llevaba, ya que la pieza había cedido de un hombro y la parte inferior de éste estaba tremendamente dañada. Me agaché y a cuatro patas, casi arrastrándome como si fuese una serpiente, me pequé al muro de la sala ahora sumida en la negrura de la pólvora y con algunos libros humeantes. Así, conteniendo el aliento y avanzando sin que el hombre se percatara de mi intencionalidad, salí de allí y me dejé caer sobre el parqué del pasillo, bocarriba. La respiración empezó a normalizarse y ahora mis latidos parecían palpitar en el lugar de siempre, lejos de mi boca y por ende, ya sin temores a que escapara por ella.
Tras un momento en el que me serené, volví a ponerme en pie, sosteniéndome mediante la colocación de mi mano derecha contra la pared, por temor a que mis rodillas flaquearan y cayera, algo que más que temor al daño físico, lo que me asustaba era la idea de despertar de aquél trance a Diétrich y que fuera en mi busca, probablemente para arrancarme los ojos o quizás la cabeza. Quién sabe si igual que tenía una sala de armas, no tenía también una sala de víctimas. Y desde luego, no tenía intención alguna en adornar una de sus vitrinas de cristal.
Moviéndome como si de una sombra me tratara, me deslicé por los pasillos laberínticos en busca de una puerta o una ventana, pero todo estaba demasiado oscuro y el número de habitaciones que aparecían ante mi no parecía tener fin y desde luego, no podía abrir cada puerta con la que tropezara, perdería mucho tiempo y quizás Diétrich me escucharía. Debía hacer algo ya, pero… ¿cómo huir de allí? Y mientras vacilaba frente a una puerta corrediza, unos pasos que parecían cansados se arrastraban hacia donde yo me hallaba. Mordí mi labio inferior y con un fugaz movimiento, entré en el interior de aquella estancia lúgubre, envolviéndome en una gran diversidad de telas y formas distintas. ¿Qué sería eso? Y cuando creí que ya nada podía sorprenderme aquella noche, reparé en que se trataba de un armario gigantesco, donde se guardaban trajes y disfraces de todos los estilos, colores, formas, e incluso aromas. Sin dudarlo, me escondí entre ellos y me acuclillé para evitar que me encontrara si se le antojaba entrar allí a revisar. Cerré los ojos y de nuevo, dejé de respirar. Pero aun tenía rastro de pólvora en mi cabello y parte del rostro, por lo que… un inoportuno estornudo me delató.
Y mientras me incorporaba sin quejarme de la multitud de moretones que empezaba a apreciar a contraluz y luchando por no recordar la profunda cenefa de latigazos que aun adornaba mi espalda, arqueé una ceja al contemplar la figura de Diétrich con la ansiedad a flor de piel por la pérdida de sus materiales. Materiales… ¡armas! Sí, hubiese jurado que aquello eran armas… y la habitación había explotado al dejar caer la cerilla sobre un saco de… ¡pólvora! ¡¿Qué cuerda persona tenía un arsenal de armas como aquél en su propia casa?!
Tragué saliva ruidosamente, sin quererlo. Me removí el vestido que llevaba, ya que la pieza había cedido de un hombro y la parte inferior de éste estaba tremendamente dañada. Me agaché y a cuatro patas, casi arrastrándome como si fuese una serpiente, me pequé al muro de la sala ahora sumida en la negrura de la pólvora y con algunos libros humeantes. Así, conteniendo el aliento y avanzando sin que el hombre se percatara de mi intencionalidad, salí de allí y me dejé caer sobre el parqué del pasillo, bocarriba. La respiración empezó a normalizarse y ahora mis latidos parecían palpitar en el lugar de siempre, lejos de mi boca y por ende, ya sin temores a que escapara por ella.
Tras un momento en el que me serené, volví a ponerme en pie, sosteniéndome mediante la colocación de mi mano derecha contra la pared, por temor a que mis rodillas flaquearan y cayera, algo que más que temor al daño físico, lo que me asustaba era la idea de despertar de aquél trance a Diétrich y que fuera en mi busca, probablemente para arrancarme los ojos o quizás la cabeza. Quién sabe si igual que tenía una sala de armas, no tenía también una sala de víctimas. Y desde luego, no tenía intención alguna en adornar una de sus vitrinas de cristal.
Moviéndome como si de una sombra me tratara, me deslicé por los pasillos laberínticos en busca de una puerta o una ventana, pero todo estaba demasiado oscuro y el número de habitaciones que aparecían ante mi no parecía tener fin y desde luego, no podía abrir cada puerta con la que tropezara, perdería mucho tiempo y quizás Diétrich me escucharía. Debía hacer algo ya, pero… ¿cómo huir de allí? Y mientras vacilaba frente a una puerta corrediza, unos pasos que parecían cansados se arrastraban hacia donde yo me hallaba. Mordí mi labio inferior y con un fugaz movimiento, entré en el interior de aquella estancia lúgubre, envolviéndome en una gran diversidad de telas y formas distintas. ¿Qué sería eso? Y cuando creí que ya nada podía sorprenderme aquella noche, reparé en que se trataba de un armario gigantesco, donde se guardaban trajes y disfraces de todos los estilos, colores, formas, e incluso aromas. Sin dudarlo, me escondí entre ellos y me acuclillé para evitar que me encontrara si se le antojaba entrar allí a revisar. Cerré los ojos y de nuevo, dejé de respirar. Pero aun tenía rastro de pólvora en mi cabello y parte del rostro, por lo que… un inoportuno estornudo me delató.
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 07/10/2011
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Re: Una luz en la oscuridad.
Intentando tomar aire después de tantas carcajadas, mire a mi alrededor y empecé a amontonar algunos trozos de papel en un intento desesperado y algo infantil de recomponer aunque fuese una página de los libros. Aunque ya en estado normal estaban muy deteriorados por la antigüedad y el uso, asi que por aquel motivo habían sido los libros los que primero habían sufrido daño al estar cerca, lo demás estaba todo bien, porque no era mucha la cantidad de pólvora. Afortunadamente era solo un saquito casi vacío…como esa llama hubiese caído en el saco de dos kilos que guardaba en el taller…la casa habría volado por los aires.
Así que arrodillado en el suelo empecé a deslizar los trocitos de aquel viejo papel arrastrándolos hacia mí, como si quisiese hacer un puzle.
-Veamos…si junto estas palabras parece que podría tener sentido aunque sea solo una página…a ver…”dios” “le dijo”….mmmmm …”ojos”….este trozo por aquí con esta frase…Ahmmmm…
De pronto parpadee al ver el collage que había creado juntando algunas frases que pertenecían a diversas paginas de uno de los mismos libros y leí horrorizado la frase que acababa de crear…
…”Y entonces dios hablo. Y le dijo a sus hijos…Id! Matadlos a todos! Y sacadles los ojos con una cuchara”…
Me tape los ojos con una mano, negando con la cabeza.
-…Soy un hereje… Así que dando un resoplido me puse en pie dejando los fragmentos de papeles allí tirados, pues de nada serviría que intentase arreglarlo.
Fue entonces cuando caí en la cuenta. ¿Y Aya?. ¿Dónde estaba? Mire a todos lados y camine hacia la puerta para asomarme por el pasillo. ¿Se encontraba bien? Había estado tan disperso en mis objetos que no había caído en ella. Tendría que estar atento, o que clase de “jefe” seria si no era capaz de cuidar ni a mis propios siervos?...Siervos. La sola palabra me hizo fruncir el ceño. Sonaba tan extraño que tardaría en acostumbrarme.
Pero ahora lo importante era descubrir donde se encontraba, e inventar una excusa…o tramar algo que impidiese que huyese y le contase a todo el mundo lo que pasaba allí en mi casa…mi labor como espía podría estar en peligro si no controlaba a aquella jovencita.
Camine por el oscuro pasillo evitando los obstáculos de los muebles ya que después de tantos días de oscuridad me empezaba a habituar y ya intuía donde estaba cada cosa a pesar de la falta de luz.
De pronto un estornudo interrumpió el silencio. Mire en dirección al sonido fijándome en el armario cerrado y arquee una ceja…¿Porque se había metido en un armario?...y encima en el de los disfraces…como iba a explicar eso ahora? Por más que lo pensaba parecía que los problemas se me iban acumulando cada vez mas. Ahora tenía que ordenar, que limpiar, que buscar excusas e intentar hacerme rápido con los libros perdidos además de controlar a aquella joven que sin saber nada, ya sabía demasiado…fruncí el ceño al mirar el armario, y decidí no ir a buscarla enseguida. Iba a dejar que se quedase un ratito más allí…
No es que me agradase ser vengativo pero deseaba que se quedase al menos unos minutillos allí encerrada. Pues sabía que no le pasaría nada, y que me daría tiempo a preparar un té con la tranquilidad de saber que ninguna parte de la casa explotaría.
Deje que mis pasos cansados me llevasen hacia la cocina, donde puse agua a hervir. Tome mientras tanto unos cuantos cuencos pequeños y simples que dispuse sobre una bandeja y mientras esperaba que el agua hirviese, decidí caminar hacia el pasillo para sacar a la joven de allí, intentar explicarme y ya de paso mostrarle la casa para que no ocurriese nada extraño otra vez, pero mientras andaba tope con una mesita que había salido volando cuando corrí por el salón hacia la sala de las armas. Mas libros se amontonaban desperdigados, además de un enorme cuchillo de unos treinta centímetros con el filo dentado que utilizaba para cortar algunas plantas del jardín. Levante la mesa dispuse la pila de libros encima y me quede con el cuchillo en la mano.
-Dios santo menudo desastre…Me quede el cuchillo para no olvidarme de guardarlo, no era ahora la idea de dejar armas por ahí con Aya “suelta por casa”
caminé hacia el armario. Moví la puerta corredera y mire los ropajes que allí guardaba. Ropas que tenía que usar según las misiones en las que me háyase. A veces simplemente me podía hacer pasar por un humilde trabajador…o también podía ser un lord recién llegado de Algún rincón de Europa. Dependía del día.
Aparté los trajes pero no había nada, hasta que baje la vista y le vi. Sentada en suelo, Aya me miro con cara de espanto abriendo los ojos de forma antinatural al ver el largo cuchillo entre mis manos…
-Pero que…?...Seguí el rumbo de sus ojos y negué de inmediato. Alzando mis manos en señal de que iba en son de paz. Nonooonoo no es lo que parece, no traje este cuchillo para ti. No es que pretenda matarte y venderte por piezas AJAJAJAJAJA…eh? Noo No grites solo bromeaba!...No voy a venderte!...Oh..Nono Ni a matarte tampoco!!!! Comente atragantandome con mis propias palabras, pero ya era tarde, diversos objetos volaban en mi dirección…
Así que arrodillado en el suelo empecé a deslizar los trocitos de aquel viejo papel arrastrándolos hacia mí, como si quisiese hacer un puzle.
-Veamos…si junto estas palabras parece que podría tener sentido aunque sea solo una página…a ver…”dios” “le dijo”….mmmmm …”ojos”….este trozo por aquí con esta frase…Ahmmmm…
De pronto parpadee al ver el collage que había creado juntando algunas frases que pertenecían a diversas paginas de uno de los mismos libros y leí horrorizado la frase que acababa de crear…
…”Y entonces dios hablo. Y le dijo a sus hijos…Id! Matadlos a todos! Y sacadles los ojos con una cuchara”…
Me tape los ojos con una mano, negando con la cabeza.
-…Soy un hereje… Así que dando un resoplido me puse en pie dejando los fragmentos de papeles allí tirados, pues de nada serviría que intentase arreglarlo.
Fue entonces cuando caí en la cuenta. ¿Y Aya?. ¿Dónde estaba? Mire a todos lados y camine hacia la puerta para asomarme por el pasillo. ¿Se encontraba bien? Había estado tan disperso en mis objetos que no había caído en ella. Tendría que estar atento, o que clase de “jefe” seria si no era capaz de cuidar ni a mis propios siervos?...Siervos. La sola palabra me hizo fruncir el ceño. Sonaba tan extraño que tardaría en acostumbrarme.
Pero ahora lo importante era descubrir donde se encontraba, e inventar una excusa…o tramar algo que impidiese que huyese y le contase a todo el mundo lo que pasaba allí en mi casa…mi labor como espía podría estar en peligro si no controlaba a aquella jovencita.
Camine por el oscuro pasillo evitando los obstáculos de los muebles ya que después de tantos días de oscuridad me empezaba a habituar y ya intuía donde estaba cada cosa a pesar de la falta de luz.
De pronto un estornudo interrumpió el silencio. Mire en dirección al sonido fijándome en el armario cerrado y arquee una ceja…¿Porque se había metido en un armario?...y encima en el de los disfraces…como iba a explicar eso ahora? Por más que lo pensaba parecía que los problemas se me iban acumulando cada vez mas. Ahora tenía que ordenar, que limpiar, que buscar excusas e intentar hacerme rápido con los libros perdidos además de controlar a aquella joven que sin saber nada, ya sabía demasiado…fruncí el ceño al mirar el armario, y decidí no ir a buscarla enseguida. Iba a dejar que se quedase un ratito más allí…
No es que me agradase ser vengativo pero deseaba que se quedase al menos unos minutillos allí encerrada. Pues sabía que no le pasaría nada, y que me daría tiempo a preparar un té con la tranquilidad de saber que ninguna parte de la casa explotaría.
Deje que mis pasos cansados me llevasen hacia la cocina, donde puse agua a hervir. Tome mientras tanto unos cuantos cuencos pequeños y simples que dispuse sobre una bandeja y mientras esperaba que el agua hirviese, decidí caminar hacia el pasillo para sacar a la joven de allí, intentar explicarme y ya de paso mostrarle la casa para que no ocurriese nada extraño otra vez, pero mientras andaba tope con una mesita que había salido volando cuando corrí por el salón hacia la sala de las armas. Mas libros se amontonaban desperdigados, además de un enorme cuchillo de unos treinta centímetros con el filo dentado que utilizaba para cortar algunas plantas del jardín. Levante la mesa dispuse la pila de libros encima y me quede con el cuchillo en la mano.
-Dios santo menudo desastre…Me quede el cuchillo para no olvidarme de guardarlo, no era ahora la idea de dejar armas por ahí con Aya “suelta por casa”
caminé hacia el armario. Moví la puerta corredera y mire los ropajes que allí guardaba. Ropas que tenía que usar según las misiones en las que me háyase. A veces simplemente me podía hacer pasar por un humilde trabajador…o también podía ser un lord recién llegado de Algún rincón de Europa. Dependía del día.
Aparté los trajes pero no había nada, hasta que baje la vista y le vi. Sentada en suelo, Aya me miro con cara de espanto abriendo los ojos de forma antinatural al ver el largo cuchillo entre mis manos…
-Pero que…?...Seguí el rumbo de sus ojos y negué de inmediato. Alzando mis manos en señal de que iba en son de paz. Nonooonoo no es lo que parece, no traje este cuchillo para ti. No es que pretenda matarte y venderte por piezas AJAJAJAJAJA…eh? Noo No grites solo bromeaba!...No voy a venderte!...Oh..Nono Ni a matarte tampoco!!!! Comente atragantandome con mis propias palabras, pero ya era tarde, diversos objetos volaban en mi dirección…
Diétrich Von Kraft- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/10/2011
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Re: Una luz en la oscuridad.
Un zapato militar, una peluca rizada de color fucsia, un chaleco pastoril, una bota de vino vacía, una boina, un casco de bombero, un bigote negro, varios pares de gafas de distinto tipo de montura y color, una barca hinchable, un bastón de anciano, una falda escocesa, unas zapatillas de piel de oveja, un hábito franciscano, unos zapatos rojos de tacón, un peluche, una pierna de madera, una cítara, un pintalabios, una capa bizantina, unos prismáticos, una corona de plástico, un cepillo de dientes, una bandera pirata, un ojo de cristal, unas alas de mariposa, una máscara ninja, una cola de tigre, un abanico flamenco, un tapa-rabos, una baraja de cartas españolas, una coliflor, un guante de mano desproporcionada, un silbato policial, un corsé de encaje negro, varios trajes elegantes, una máscara con flecos indígena, muchas flores (algunas de cristal), un cuadro con dos agujeros yuxtapuestos en su centro, una enorme piruleta, un timón, otra peluca, un loro de plástico, un parasol de playa, un tutú rosa, un plumero para limpiar el polvo, un paracaídas, varias antorchas, una lápida de piedra, y más… mucho más, fue lo que le lancé al psicópata calvo que aun me apuntaba con aquél largo y afilado cuchillo. Y entre todos aquellos extravagantes objetos con los que le ataqué, a mis manos llegó una espléndida katana japonesa, con la que sonreí de forma casi delirante antes de ponerme en pie y desenvainando el arma antes de señalar su punta hacia él.
- 私からする!- le grité sulfurada y visiblemente demente tras aquella tensa situación en la que era consciente de que mi vida corría peligro.
Caminé con la espalda –aun vendada y cuyos latigazos continuaban infligiéndome dolor a la piel ya agonizante- pegada a la pared, sin dejar de apuntarle con la katana, dispuesta a hacer rodar cabezas calvas si él osaba dar un paso hacia mí. Cuando llegué a la altura de la pequeña ventana, demasiado lejos para que yo llegara, empecé a mover mobiliario hacia debajo de la apertura, montando algo así como un zigurat por el que poder subir y escapar de aquél sanatorio mental que era aquella residencia.
- さようなら- me despedí con un guiño triunfante antes de patear el cristal de la ventana y asomarme a ella demasiado, tanto que la montaña de objetos apilonados empezó a tambalearse y con ellos, mi cuerpo se desquilibró.
Usando la katana que llevaba entre manos, la clavé en la fachada de la casa justo cuando mi cuerpo iba a caer al vacío, aferrándome a la empuñadura con fuerza, moviendo mis piernas ahora sueltas mientras las yemas de mis dedos empezaban a sudar y empezaban a deslizar peligrosamente…
- 私からする!- le grité sulfurada y visiblemente demente tras aquella tensa situación en la que era consciente de que mi vida corría peligro.
Caminé con la espalda –aun vendada y cuyos latigazos continuaban infligiéndome dolor a la piel ya agonizante- pegada a la pared, sin dejar de apuntarle con la katana, dispuesta a hacer rodar cabezas calvas si él osaba dar un paso hacia mí. Cuando llegué a la altura de la pequeña ventana, demasiado lejos para que yo llegara, empecé a mover mobiliario hacia debajo de la apertura, montando algo así como un zigurat por el que poder subir y escapar de aquél sanatorio mental que era aquella residencia.
- さようなら- me despedí con un guiño triunfante antes de patear el cristal de la ventana y asomarme a ella demasiado, tanto que la montaña de objetos apilonados empezó a tambalearse y con ellos, mi cuerpo se desquilibró.
Usando la katana que llevaba entre manos, la clavé en la fachada de la casa justo cuando mi cuerpo iba a caer al vacío, aferrándome a la empuñadura con fuerza, moviendo mis piernas ahora sueltas mientras las yemas de mis dedos empezaban a sudar y empezaban a deslizar peligrosamente…
Edgar Dagson- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/10/2011
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