La pequeña brujita de las campiñas ( Celestine Arceneau)

por Invitado Sáb Oct 29, 2011 4:36 pm

El astro rey asomaba sus fogosos e intensos rayos sobre los campos coloridos y estridentes del sur de París. Hacía tanto tiempo que no pisaba los campos que Francia podía ofrecer a los extranjeros e hijos propios, desde que mi madre, una gitana, había fallecido ya no encontraba razón alguna para movilizarme en esos caminos, no obstante el día de hoy me había despertado con la sensación incómoda de una tarea a realizar en éstos lugares.

En mí era incómoda por el sólo hecho de que sentía el espíritu de mi madre acompañarme, ella había sido mi musa inspiradora en el camino de la magia, mientras llegaba con el carruaje prestado por mi amigo William pensaba cúanto tiempo había pasado, en qué me había convertido, pero sobre todo en mi madre.
-¡ Ay gitana!...- suspiré.- Madre mía... Si pudieras verme.

El carruaje por fin se detuvo, le pagué con las pocas monedas que había tomado de mi camarote. Tomé mi bastón y con el me ayudé a bajar. El hombre apurado del carruaje salió casi disparado, diciéndole una que otra grosería a los dos corseles que tiraban del carro. Como era de día, vestía de blanco inmaculado, con mi traje de Capitán y mi sobretodo negro. Aún de día usaba mi sombrero negro que cubría parte de mi rostro.

Las hojas comenzaban a escaparse de las ramas de los árboles, el viento soplaba levemente haciendo que éstas se transformaran en una suerte de cortina otoñal. Aún estando en otoño el sol era demasiado fuerte como para poder abrir por completo los ojos.

Lentamente, fui caminando a través de un sembrado, luego pasé por un montón de flores rojizas, similares a las rosas pero no tenían aquel encanto casi mágico que provocaban las segundas, la obsesión por aquellas flores se había incorporado en mí desde mi nacimiento.
Cuando eres hijo de una gitana, las flores se convierten en tus mejores aliadas a cualquier hora, para toda ocasión. Allí en aquella pequeña parsela de tierra unas jóvenes gitanas se encontraban recolectando algunas flores, me preguntaba que hacían tan lejos de su campamento, no conocía ningún clan que permitiera salir de sus límites a las jóvenes, sin duda era un clan nuevo en el perímetro parisino.

Seguí mi camino, no deseaba molestar a las jóvenes y el sólo hecho de ver su prosedencia romaní el recuerdo de mi madre había tomado fuerza dentro de mi mente logrando así llegar a mi corazón.

Por fin recordaba el por qué de estar en éstos campos. Hacía un par de días recibía en sueños a una niña de cabellos dorados, un espíritu bueno y alegre que necesitaba un maestro brujo. Ayer por la noche me llegó una carta escrita por su nana pidíendome aquel honor, sin pensarlo más de una vez, ¿ o quizá fueron dos la veces en que pensé aquella petición detalladamente?. En fin, en éste árbol con hermosas ramas que caían formando una cortina natural aquella niña y yo nos encontraríamos para así empezar con sus clases.

por **Celestine Arceneau** Sáb Oct 29, 2011 5:16 pm

Un rayo de sol logra filtrarse entre las cortinas, iluminando directamente mis ojos y por lo tanto sacándome de mi mundo de sueños. Sin ganas de despertarme, giro sobre mi cama en un intento de seguir soñando… pero el sol ya ha logrado su cometido y no puedo volver a dormir. Con un suspiro resignado abro mis ojos y me siento en mi cama recordando mi sueño… era un sueño lindo... estaba en un campo lleno de hermosas flores de todos los colores y en el medio un gran árbol y bajo este una persona… no sé de quien se trataba, antes de poder acercarme el sol me había despertado.

Unos pasos por la mansión me dan a entender que mis padres ya están levantados y es mejor que yo también lo haga, antes que decidan venir a despertarme y regañarme por ser una… como ellos me llaman, perezosa…

De un salto, bajo de mi cama y salgo de mi habitación derecho al comedor. Al llegar me encuentro con mis padres, totalmente arreglados y con una de mis nanas. Sin decirme nada salen de la casa y yo me pongo a desayunar mi vaso de leche. Cuando termino mi nana me dice apurada y nerviosa que me apresure a cambiarme porque saldremos.

No me extraña que me saque a pasear, ella es una de las nanas que más me quiere y me lleva de paseo, pero lo que me parece extraño es su estado nervioso. Sin decir nada, me pongo uno de mis vestidos, el de color blanco con florcitas bordadas en amarillo. Y una vez lista, partimos.

El viaje es largo en carruaje y me quedo dormida a mitad del viaje. Me despierto cuando el carruaje se detiene y mi nana me despierta, moviéndome el hombro suavemente. Dormida y frotándome los ojos, bajo del carruaje y este se va para volver por nosotras más tarde.

Mi sorpresa es muy grande cuando al abrir mis ojos me encuentro con un hermoso campo cubierto de flores de colores… como en mi sueño. Mi nana me toma de la mano y caminamos por el campo. No me fijo a donde vamos, mis ojos van de esa flor violeta a aquella amarilla y luego a esa rosa…

Nos detuvimos y es cuando miro al frente. Bajo un gran árbol se encuentra una persona que mi nana saluda con educación. Y yo hago lo mismo con una pequeña reverencia como me han enseñado.

-Mucho gusto señor…-

Susurro con timidez y algo asustada a decir verdad. ¿Quién es este hombre? ¿por qué mi nana me trajo?... No entiendo.

por Invitado Jue Nov 03, 2011 7:47 am

Una mujer amable, de rostro fino, dulce como una madre se presentó junto con una pequeña de cabellos claros, ojos celestes como el cielo aquel día de otoño donde el sol lo iluminaba con tanta fuerza que era imposible mirarlo sin cerrar un poco las ventanas del alma.

La mujer resultó ser aquella nana cuya letra mostraba una preocupación de madre, con una sonrisa servicial en su rostro se acercó ella junto con mi futura pequeña alumna. Cerré los ojos, ni un espíritu la había seguido para mi fortuna. Si hoy se empezaban las actividades de magia, sería un día calmo sin ninguna aparición.

- Señor Do Crucerois.- murmuró la mujer.- Ella es Celestine.- dijo mientras daba un pequeño empujón a la niña para que se adelante. Lo cierto era que a un niño no se le podía alterar de aquella forma.

Miré a los ojos a la pequeña princesa, como en las brujas que estaba conociendo últimamente tenía en sus ojos marcas de sufrimiento, por lo tanto me deshice por el momento del sobretodo negro, para quedarme con mi ropaje blanquecino, me saqué el sombrero y lo dejé en una de las ramas de aquella protección de la naturaleza.

- Mucho gusto señor.- La voz de la pequeña era apenas un susurro, melodico, parecía una hada en busca de más luz.
- Celestine...- se apresuró a decir la mujer.- Él no te hará daño, será tu maestro... para que no te asusten más...- dijo con voz dulce y consiliadora.
Me acerqué a ella con paso tranquilo, me agaché hasta donde se encontraba el rostro de mi aprendíz.

- Soy Amelhíon Do Crucerois pequeña.- mi voz era tranquila, no quería asustar a aquella niña.- Y como dijo tu nana, seré tu maestro.- Sonreí amablemente.

por **Celestine Arceneau** Vie Ene 13, 2012 7:57 am

Mi temor era palpable, un sentimiento que por más que me he esforzado, no he conseguido ocultarlo bien para aquellos que observan con atención. Hay cosas que son evidentes, mis ojos adquieren un brillo diferente, mi piel se vuelve un poco más pálida, y mis manos rápidamente me las pongo tras la espalda, esos son signos de que algo me asusta. Para que me trajo mi nana a este lugar? Y quien es este señor?

[olor=indigo]- Celestine...- [/color]la voz de mi nana hace que gire mi rostro para mirarla.- [olor=indigo]Él no te hará daño, será tu maestro... para que no te asusten más.-[/color]

En lugar de calmarme sus palabras me onen más nerviosa. Maestro?? Para que?? No necesito maestro, aparte que siempre es mi madre la que me elige y presenta ante mis tutores. Unas pisadas me hace mirar de nuevo a este señor.

- Soy Amelhíon Do Crucerois pequeña. Y como dijo tu nana, seré tu maestro.-

Me sonríe. Su sonrisa me tranquiliza solo un poco, pero no me acerco a él, solo me quedo quieta en el lugar, con mi cabeza ligeramente agachada, muestra de mi timidez y nerviosismo.

-Maestro?? Por qué??-

Pregunto en un susurro que de no ser por el silencio del lugar no se escucharía. Miro ligeramente a mi nana y vuelvo a mirar al señor con mis manos tras mi espalda.

-Tranquila Celestine. Él te explicará.-

Me dice suavemente mi nana y pone su mano en mi hombro, tratando de darme seguridad.

-Señor Do Crucerois, la dejo en sus manos por el momento. Vendré dentro de un rato.-

Qué?? Me dejará sola con él?? Rapidamente giro mi cabeza solo para verla hacer una reverencia y comenzar a alejarse con paso tranquilo. Sí, va a dejarme sola con este señor, que todavía no sé para qué está aquí.

Sigo mirando a mi nana alejarse entre el campo de flores. Tan consentrada estoy en mirarla y desear que se quede conmigo que no me doy cuenta que a mi lado, una pluma blanca cae y la figura de mi nana aparece, ante Amelhion como un espejismo.

Off: Miles y miles y miles, millones de disculpas por la tardanza.

por Invitado Vie Ene 13, 2012 9:56 am

La mano que me aprisionaba era tan fuerte como el impulso de conocer a mi maestro, un hombre capaz de hacer vibrar a la tierra, traspasar ileso el fuego, manejar el agua a su antojo, y llamar a cualquier guardían que se presentara. Largué una pequeña carcajada al recordar la primera vez que estuve a solas con mi maestro, el miedo era tan profundo que me dolían los ojos. La experiencia de los años acumulada como un tesoro inconfudible hizo que viera mi antiguo miedo en los ojos de aquella pequeña, quería decirle que no tenía porque tener miedo pero suponer sus múltiples reacciones provocó que sólo la mirase con fascinación. Tendría que ser muy cuidadoso sino quería provocarle un inrreparable daño mental.

Sonreí.- No tengas miedo Celestine.- murmuré con la voz teñida de melaza, lo que provocaba que mi alma cayera al piso en vez de estar viendo otras cosas. Sin duda costaría demasiado el aprendizaje de la pequeña bruja, pero no por eso iba a abandonarla, no quería que tuviera un maestro como el que me había tocado por maldición y bendición simultáneas. Extendí mi mano pensando que era algo correcto, así la pequeña suavizaría su perceptible miedo.

- Eres especial princesita.- dije sólo a ella.- Soy un maestro, algo especial.- Miré a la nana que tenía el rostro contraído, expectante y la duda se reflejaba en su rostro. Le sonreí poniendo los ojos en blanco, aquellas reacciones hacían a uno enfadarse por no confiar en el brujo que tenía enfrente.

- Su decisión me sorprende querida nana.- La miré directamente a los ojos cubiertos de pequeñas láminas de lágrimas.- Estará bajo mi cuidado.- mencioné mientras me acomodaba mejor mientras me arrodillaba ante Celestine. Puse mis manos atrás de mi espalda, en cierto modo yo también estaba preso del miedo.

Una pluma cayó ante nosotros y la tomé con cuidado. Cerré mis ojos y puse parte de mi energía teñida de azul en ella.
- ¿ Qué viste pequeña?.- murmuré poniendo suavemente mi mano en su hombro.- Tranquila, ella volverá.- sonreí mostrando parte de mi dentadura.

Off: No hay problema joven Celestine, lo bueno es que ya está aquí.

por **Celestine Arceneau** Mar Ene 17, 2012 4:11 pm

-No tengas miedo Celestine.-

Aunque su voz sonaba sincera, esas palabras solo me provocaron mayor tención. Muchas veces me han dicho eso y tambien que esté “tranguila” o “no va a pasar nada” y solo terminan siendo mentiras y ocurren cosas feas y malas que no quiero pensar.

Su mano se acerca a mi, no me muevo del lugar, pero cierro los ojos y me encojo un poco debido al miedo, deseando salir corriendo. Al sentir que su mano solo se apoyaba en mi hombro me hace abrir los ojos y la miro.

-¿Maestro especial? ¿por qué?-

Pregunto con curiosidad en un susurro audible mientras él se arrodilla frente a mi. Giro mi cabeza para observar como mi nana se aleja y me deja. No quiero que me deje, no quiero.

-Tranquila, ella volverá.-

Lo vuelvo a mirar y miro con curiosidad la pluma que tiene en su mano, sin entender de donde la sacó.

-¿Y eso?-

Señalo la pluma y vuelvo a poner mis manos tras la espalda mirando de vez en cuando para atrás, deseando que mi nana apareciera.

-Quiero ir con mi nana.-

Pido bajando la cabeza, en un murmuro cargado de miedo. Miro el césped bajo mis pies y no me doy cuenta que una segunda pluma salida como por arte de magia de ningún lugar, esta vez negra, cae nuevamente frente a Amelhíon y la ilusión de mi nana a mi lado, aquella imagen casi invisible que apareció, se hace aún más visible.

por Invitado Sáb Ene 21, 2012 7:45 pm

Suspiré. No pensaba al ser mayor tener una alumna tan joven, que apenas podía diferenciar lo real de lo imaginario pero que en su interior se hallaba lo más poderoso que un brujo debe tener, un corazón tan puro como la misma pureza de los ángeles, lleno de luz, de habilidades que, como deber, tenía que despertar.

- Paso a paso, tiempo a tiempo.- dije en voz baja para lograr de esa forma tranquilizar mi interior que en esos momentos estallaba como un mar furioso. No recordaba ser medioso cuando niño, sabía que la magia me había costado adaptarla a mi realidad pero no por eso sufría, más bien era mi escape ante una realidad poco afortunada.

- Pequeña Celestine, tu nana volverá dentro de un rato...- dije con una sonrisa verdadera que no se tardaría en romper en miles de pedazos.- Verás Celestine... tú... puedes ver cosas que los demás no comprenden, no ven, ni sienten.- Mis ojos se cruzaban con los suyos, temía que no lo comprendiera, que se asustara.- Eres bellísimamente especial.- aseguré cerrando mis ojos y riendo.- Soy igual que usted pequeña brujita.- murmuré mientras acariciaba como un abuelo su cabello.- Es por eso que te ayudaré a sobrepasar cualquier dificultad que tengas.- Me levanté y di un pequeño vistazo a lo que nos rodea.- ¿ Quieres dibujar?.- pregunté sonriendo, así podría ver lo que sentía en su interior, sino podía tener una clase como tenía con mis otras alumnas, lo tendría que hacer de forma psicológica y luego pasar concretamente al tema principal: Los brujos.

A mi alrededor la naturaleza acobijaba a cada uno de sus hijos de tal forma que nosotros parecíamos dos estorbos en tanta perfección, porque si bien éramos hijos de la naturaleza, no teníamos la mismas condiciones y algunas veces llegabámos a herirla adquiriendo más tarde el sobrenombre de las ovejas negras de la naturaleza.

por **Celestine Arceneau** Dom Ene 29, 2012 9:55 pm

Mi nana volverá en un rato… eso me dijo, ¿pero en cuanto tiempo? ¿mucho? ¿poco? No quiero que tarde. Tengo miedo, increíblemente quiero irme a casa, aunque allá solo me espere mi madre que seguramente me regañará por algo. Siempre lo hace.

¿Qué puedo ver cosas que otros no? ¿se refiere a… lo que hace que madre y padre se enojen mucho? Esas cosas que pasan me asustan… no entiendo como ocurren, solo pasan. La última vez madre me estaba regañando porque las cortinas se quemaron… pero yo no hice nada, el fuego apareció de golpe y quemó las cortinas. No fue mi culpa, pero madre decía que no mienta, que yo había sido, pero no era así.

Espera… ¿es igual a mi? No lo entiendo… Mi mente es un torbellino de preguntas y dudas. Al ver que acerca su mano a mi, me tenso por reflejo y me encojo un poco hasta sentir su mano en mi cabeza en forma de caricia. Solo quería acariciarme, descubrir eso me relaja un poco y lo miro con curiosidad.

-¿Dibujar? Sí.-

Susurro suavemente. Cuando él me provee de las cosas para dibujar me siento, acomodando mi vestido de forma que no se ensucie y empiezo a dibujar. Al comenzar a dibujar lentamente me voy relajando y calmando mi miedo.

-Ya está.-

Aviso sonriendo y dejando de dibujar. Levanto el dibujo con una sonrisa en mi cara y se lo muestro. Era una torre, sin puertas, solo una ventana donde había una niña con cabellos dorados y ojos azules como los mios ahí encerrada. A un costado de la torre había dos monstruos cuidando, vigilando la torre. También había una fogata y del cielo con nubes había cosas que caian que no se distinguían que erán.

DIBUJO:

Off: Perdona la tardanza.

por Invitado Mar Ene 31, 2012 4:32 pm

"La infancia es el momento donde uno comienza a ver quién es y qué tiene que hacer para afianzar confianza en uno mismo, sin pasar al extremo de la arrogancia", diría mi madre al verme hacer pentáculos en viejas hojas amarillentas, polvorientas con pigmentos en las tardes de lluvia. Recordaba como su sonrisa me abraza las noches en las que ella me abandonaba en nuestro hogar, de cuatro pequeñas paredes, cubiertas de pañuelos, con objetos de oro macizo, que sólo un gitano podría conseguir y la única forma en que mi madre podría costear todos esos lujos que me daba en secreto, era danzar en el circo gitano de antes, donde los hombres, muchas veces ebrios, gritaban obsenidades a aquella mujer que danzaba como la verdadera reina gitana.

Dentro de mí, hubo una fuerza que me impulsó al presente, a la realidad que tendría que enfrentar. Aquella niña de cabellos de oro, ojos de mar y una dulzura incomparable era ahora, mi alumna. Tendría que ser todo para ella mientras aprendiera a usar sus habilidades, sin temor, con confianza pero llegar a un punto de equilibrio entre la brujería y la vida común y corriente que cada hombre, mujer, anciano o niño tendría que vivir durante el largo camino empedrado de su trayectoria terrenal.

Terminó su dibujo. La hoja blanquecina se movía conforme el viento comenzaba a decir que se trataba de una presencia, o mejor dicho de que la pequeña brujita de las campiñas comenzaba a relajarse. Sonreí al tomar su dibujo.

- A ver lo que la princesa dibujó.- dije con una sonrisa que luego se transformó en pura consternación. La pequeña había puesto su verdadera vida en aquel dibujo, no me costó tanto comprender de lo que se trataba. Reparé en la torre sin salida, sólo con una ventana, y los dos monstruos junto a la fogata.- Celestine...¿ Los has visto alguna vez?.- pregunté señalando al azul y a la rosa.- No temas... te protegeré.- dije sonando lo más paternal posible.

Off: No hay problema.

por **Celestine Arceneau** Jue Feb 02, 2012 5:50 pm

Lo miro sonriendo mientras aquel señor observa mi dibujo. Me gusto dibujar, siemre me ha gustado desde que tengo memoria, es la unica forma que tengo para divertirme mientras estoy sola y encerrada en casa, sin poder salir ni asomarme a las ventanas que tengo prohibidas apenas tocar. No se porque, no lo entiendo, pero siemre me dicen que no me asome ni salga a ninguna parte sin padre o madre.

Pero al parecer hoy hicieron una escepcion y dejaron que mi nana me sacara a pasear a este hermoso campo de flores. Miro a mi alrededor, las flores brillan y se mueven suavemente por la brisa como si me saludaran. Finalmente me estoy relajando, este señor no parece ser malo, me dio pinturas y hojas para dibujar!! y me dijo princesa!!! nadie me dice asi!!!

Pero, esa sensacion de tranquilidad y relajacion que tengo se esfuma en un parpadeo ante su pregunta. Mi cuerpo se tensa, cada musculo de mi cuerpo queda tensado, y si uno se fija con atencion puede verme temblar levemente. Desvio la mirada, no lo miro, solo miro mis pies y llevo mis manos hacia atras de mi espalda con nerviosismo y temor.

-N-n-no. No los vi.-

Miento. Creo que es ejor que nadie sepa la verdad, tengo miedo que si padre o madre se enteran de esto... me regañen y me castiguen de nuevo.

Off: Mil disculpas por los errores, pero estoy en una notebook con el teclado ingles y no tengo idea de como se ponen los acentos, con suerte se como se pone la ñ. Perdoname u.u

por Invitado Vie Feb 03, 2012 4:37 pm

Cada ser humano escapa de aquello que le produce miedo, aquello que lo llena de temor, cierra su garganta, y el hilo que lo conecta con lo maravilloso de la vida se pierde, entre una neblina de fantasía hasta que dicho ser enfrente sus temores. Muchas veces, escribiendo, o dibujando, danzando, cantando incluso practicando el viejo arte de la magia.

En el caso de mi pequeña alumna de cabellos dorados, el dibujo era el único arte que la separaba de una realidad espantosa, fuera de los límites de todo ser humano. No necesitaba tener videncia para comprobarlo, el sólo hecho de aplicar la filosofía en aquella pequeña me bastaba y en ésta ocasión me sobraba.

Lamentaba ser así de brusco pero tenía que encontrar el problema que ocasionaba que aquella pequeña brujita fuera más libre y consciente de que no sólo era especial por tener habilidades diferentes a las de los demás niños sino que, también era especial por el sólo hecho de haber nacido, ser radiante, como todo niño. Además de que siendo mi alumna, velaría su sueño incluso su vida misma, como lo hacía con Aitziber y Cassidy.

De pronto se tensó tanto que pensé que se desataría una tempestad, mi corazón palpitaba ferozmente, como nunca lo había hecho pues no sabía cómo sería esa brujita de las campiñas empleando su magia. No importaba si se daba cuenta o no, era una bruja y como toda bruja, al asustarse o estar en peligro llamaría a sus habilidades.

Dándome cuenta del pánico que poseía la pequeña en su interior, sonreí.- Pequeña princesa.- hice una pausa.- No le diré a nadie, pero si vamos a ser amigos...- sonreí aún más, cómo me hubiera gustado decirle eso a un hijo o hija.- Necesito que confíes en mí.- Aseguré solemne como un caballero juraría ante su majestad el Rey o en dicho caso, en la princesita.

por **Celestine Arceneau** Jue Feb 09, 2012 11:21 am

¿Amigos? ¿en verdad esta persona quiere ser mi amiga? ¿por qué? No entiendo. Este día me está resultando extraño. Primero mi nana me saca de casa, me trae a este hermoso campo lleno de flores y… me presenta a este señor antes de irse y dejarme sola con él. ¿Por qué hizo eso? Este señor me dijo que sería mi maestro, pero ¿maestro de que? Tengo muchas dudas y preguntas rondando en mi mente.

Y su insistencia en que le cuente la verdad me ponde cada vez más nerviosa y siento más miedo. Bajo la cabeza para que no pueda mirar mi temor en mis ojos. Al hacerlo el ruido de una chispa se escucha y llama mi atención, abro los ojos y al ver al frente puedo ver como mi dibujo es tragado por unas llamas que salieron de la nana.

Grito de miedo y doy varios pasos hacia atrás, mi miedo al ver mi dibujo quemarse aumenta y las hojas del árbol que nos proporciona sombra empiezan a quemarse de a una. Al ver esto empiezo a temblar de miedo, deseando volver a casa, irme de este lugar, y eso provoca que las llamas en el árbol crezcan más.

Lo peor es que… si madre y padre se enteran que esto volvió a ocurrir… si se llegan a enterar… me van a castigar de nuevo y no quiero!! ¿Por qué siempre pasan estas cosas? ¿por qué? Lagrimas de miedo empiezan a bajar por mi rostro mientras miro las llamas en el árbol.

por Invitado Vie Feb 10, 2012 2:42 pm

Hay veces que uno se despide de su mundo imaginario, aquel mundo protector que de niño nos acobija de las atrocidades de la sociedad desaparece poco a poco, como una niebla mágica que algún día tiene que desaparecer. Sólo nos quedan, nuestras hazañas imaginarias, donde eras león, rey o mago y nadie podía dañarte. Para la señorita Celestine Arceneau, aquel mundo nunca había existido pues era evidente que tampoco se sentía a salvo en aquel reino de fantasía.

Agotado me senté en el suelo, ¡qué importaba ensuciarme cuando una pequeña más que un maestro necesitaba a un amigo que la comprendiera y velara por ella!.

- Ven Celestine, te contaré una pequeña historia.- dije con mi voz dulce antes de que el miedo reinara más sobre ella. Trataría de calmarla con algún conjuro pero no sabía cúanto podría conseguir si sólo utilizaba un hechizo de sólo palabras.

Sentía su miedo, cerré los ojos y traté de recordar el hechizo de traba para los dones de los pequeños brujos incontrolables. Éste conjuro, sólo dormía las habilidades por algunas horas, más si estaba el brujo que lo había conjurado. Así podríamos tener una experiencia mejor que la que estábamos teniendo.

Sabía que si saltaba con mis habilidades, la pequeña se asustaría más. En mi cabeza una reza llamaba a la diosa de la belleza, fertilidad y maternal.
" Oshúm, mamá, protege a Celestine Arceneau, ayúdela con su manto dorado". Era sabido que además de brujo era Jefe Brujo de una de las religiones africanas más importantes, la que tenía residencia en las tribu de los Yorubas.

por **Celestine Arceneau** Dom Feb 12, 2012 3:23 pm

Me sorprendo al ver como aquel hombre suspira y se sienta en el césped sin importarle mancharse su traje blanco, ni tampoco que haya reaccionado ante el fuego que consume las ramas de aquel árbol que nos proporcionaba sombra. ¿Es un truco? ¿una mentira? Cómo esos que hacen padre y madre para que me acerque y después me empiezan a regañar?

-¿Una historia?-

Con desconfianza y temor me acerco solo unos pasos a él, solo un poco, guiada por la curiosidad como todo niño.

Lo miro a los ojos con miedo y después levanto la mirada para ver esas llamas, trago con fuerza. ¿Por qué pasan estas cosas? ¿y si padre y madre se enteran que hice esto? ¿si esta persona les cuenta? No quiero. No quiero que se enteren, no quiero hacer estas cosas raras, no quiero ser… como me dice mi madre, una fenomeno, aunque no sé que signifique eso, pero seguramente es algo malo, siempre me lo grita cuando estoy cerca de ella. ¡No quiero!

Doy un paso hacia atrás asustada cuando las llamas aumentan en tamaño al igual que mi temor. Miro a Amelhion con miedo, queriendo salir corriendo de este lugar antes que algo más suceda.

por Invitado Vie Feb 17, 2012 7:54 am

Las idas y vueltas de la vida llegan a un punto donde uno no sabe si es una bendición o maldición estar tan apegado a un tema, en mi caso existían dos temas que además de traer confusiones traen bajo sus guardianas garras los problemas más inversósimiles de la mente y el corazón humano que era digno de un estudio con eruditos.

La pequeña seguía aterrada. Tomé aire y comencé a relatar la pequeña historia de mi vida. Tenía sus cambios, el nombre, el lugar del hecho y la extrema confianza del personae protagonista.
- Hace más de cuarenta años atrás.- comencé mirándola a los ojos, acción que mantendría hasta que aquel acontecimiento interrumpió mi rebuscada historia.- Un pequeño niño de España, llamado Miguel, era lástimado por la pérdida de su padre y la desesperación de su madre, que, como gitana estaba mal vista en esos tiempos por la sociedad. Este niño, tenía extrañas apariciones de gente que ya había muerto. Una noche, una mujer morena vestida de azul apareció frente a él y se presentó como Mareia, su guardiana. Ella le dijo que era un pequeño especial, que lo que veía era normal para su raza. Sintíendose protegido confió su vida a ella, más tarde supo que era un brujo. Una persona hermosamente dotada de ciertas habilidades dignas de respeto, que podría ayudarse y ayudar a los demás. Sobre todo, no estaba loco, sus padres no lo comprendieron nunca y es por eso que buscó un maestro. Un viejo gitano de cientos de años que dedicó su vida, para Miguel inmortal, a enseñarle los misterios de su alma, la magia, la noche, el día, los sentimientos y habilidades que como brujo poseía y hasta el día de hoy posee.

Hundido fielmente a mis pensamientos y sensaciones comprendí entonces que la pequeña miraba una figura que hubiera deseado con toda mi alma poder ver. Primer habilidad que conozco, la ilusión. Tomé aire profundamente, me levanté y tomé algunas flores que estaban a los pies de aquel longevo especimén de árbol. Una flor simple, blanca, una especie de rosa roja, como los labios carmesí de mi bella prometida, una amarilla como el sol que brillaba en aquellos momentos y por último una azul para conmemorar al mar, ya que era un brujo ligado a éste y sus secretos.

Machaqué sus pétalos hasta formar una leve masa de color verdoso, con pintitas de muchos colores. Tomé a Celestine por detrás. Puse esa mezcla en su frente, donde estaba uno de sus chakras y luego añadí en vos alta.- Las habilidades son importantes para un brujo mas cuando predomina el miedo es mejor endulzar el momento. Duérmete pequeña de cabellos dorados, descansa sobre ese manto dorado que la madre del río te protege y cuida con esmero.- Dichas las palabras, cerré los ojos al sentir como el aroma de la miel mezclada con las flores silvestres comenzaba a alzarse sobre nuestras cabezas, embriagándome de mis recuerdos de infantes, demostrándome que había logrado crecer, ser alguien. Jefe brujo o capitán de barco, todo en una materia.

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