You are doing it wrong [Jacob Henri]

Szatmar se miró las manos, y las ocultó de nuevo bajo su capa. Estaban demasiado blancas y resecas. Sabía que eventualmente, sus uñas caerían si no se alimentaba lo más pronto posible.

En realidad detestaba salir a las calles a comer: se sentía como un comunero cazando conejos con una honda y una piedra. Desde que había llegado de Alemania, se había dedicado a conocer a los franceses, y aunque no le interesaban como gente, tendría que alimentarse de ellos. Se había asegurado que la zona de la ciudad donde cazaba, no fuera del territorio de otro vampiro malhumorado. Algo que detestaba más que a la gente estúpida, era a los vampiros malhumorados.

Tenía tratos con algunos de ellos, pero siempre por mera necesidad o conveniencia. En general, si no lo molestaban o fastidiaban su situación, los dejaba ser. Pero esa noche, iba a pasar un poco de hambre con tal de cazar a un pobre imbécil que le está poniendo trabas a sus planes.

Para él, es fácil pasar desapercibido con una capa encima, pero de ahí en fuera, sus 1.90 metros no eran de gran ayuda. Por eso a veces se encorvaba como animalito. Pero en sus vagancias, se topó con rumores que lo llevaron a Rumania del siglo XV. Espíritus malignos.

Podía dejar el territorio, e irse a buscar otros callejones en la inmensidad de Paris, pero eso requería más tiempo, esfuerzo y sangre que no quería gastar. Quería terminar con su asunto en Francia y regresar rápidamente a Hungría, Rumania o lo que fuera lejos de ahi.

Caminó desde que oscureció, hasta pasada la medianoche. Desde hace días, encuentra cadáveres tirados aquí y allá, intencionalmente acomodados en poses extrañas. Le pareció divertido, en un principio, hasta que vio en sus cuellos, la marca de un par de colmillos claramente vampíricos. Giró los ojos, y pensó que clase de estúpido dejaría rastros de ese tipo en medio Paris. Había pensado por horas, tratando de ver el patrón de caza.

A lo lejos, en lo profundo del callejón, había un humano. Él no lo vio al principio, primero lo olió; luego lo escuchó y decidió acercarse. Que deliciosa sangre, que horrendo humano.

No era por snob, pero simplemente no le gustaban los vagabundos. De humano, siempre se esmeraba por tomar baños constantemente, siendo una tradición extraña en sus tiempos. No era de sorprenderse que prefiriera la comida limpia. Era como untarse un pan en la axila, y después pretender comérselo, simplemente lo asqueaba.

Se acercó al vago, escondido entre sombras, y lo miró. Se dejó ver, y se miraron un segundo, y el humano no pudo hacer mucho para resistirse al ansia del vampiro. Por supuesto, a Szatmar no le interesó causarle dolor al drenarlo. Al fin y al cabo, lo requería vivo, pero no coleando.

Szatmar lo abrazó por atrás, y se sentó en su cama de basura y cartones, con él recargado sobre su pecho. De esa manera, el vago tan solo parecía dormir hecho ovillo, cubierto por una rudimentaria manta de lana. Szatmar se perdió en las sombras entre ese cuerpo y la pared: a menos que fueras muy hábil, lo verías. Se sentía orgulloso de parecer un cúmulo de basura oscura.

Ahora el callejón volvió a su naturaleza humeante, iluminado por una luz plateada, donde atemorizantemente, reinaban las sombras. En medio de esa masa de oscuridad, se escuchaba el palpitar somnoliento, quedo e hipnotizante, de un pobre cuerpo que apestaba a "cómeme".

Szatmar esperó.

Hay días buenos y días malos… en los días malos Jacob piensa en los buenos, aunque ahora en lugar de días tenga que referirse a noches, son esos detalles que Jacob ha estado aprendiendo a las malas desde la noche de la “transfusión”.

Estaba dando vueltas en su habitación pensando en esos detalles, ¿hace cuánto tiempo que sucedió? Visiones. Desde ese día lo asaltan visiones extrañas, son como telarañas molestas e inofensivas, pero aun así lo mantienen totalmente confundido y eso le enfada muchísimo. Es por eso que ahora se encuentra caminando alrededor de su mesa de trabajo con el ceño fruncido gritando incoherencias a un interlocutor invisible.

Aparte de las molestas visiones, se ha tenido que adaptar a una vida nocturna. Por alguna extraña razón cuando está a punto de amanecer a Jacob le asalta una somnolencia espantosa y simplemente se desvanece con la noche y pierde uso de su conciencia hasta que el sol vuelve a esconderse, jamás volverá a ver la luz del día, lo sabe por otra extraña razón, sabe que sería fatal para él y esa teoría es remarcada por las ventanas bloqueadas de su pequeña residencia en los callejones de parís, seguramente el sujeto que le ha hecho esto también hizo eso otro.

Lo más molesto para Jacob, es la incertidumbre, es espantoso no saber nada de ti, no saber qué eres ni cómo funcionas y que el sujeto que te convirtió en algo nuevo no se aparezca por ningún lado, solo a veces, en esporádicas escenas de sus visiones. Visiones. Jacob se mece los cabellos: ahí viene otra. De repente ocurrió un griterío, un alarido de furor, Jacob alzó la mirada y vio que estaba en una habitación muy diferente a la suya y vio que en medio había un sujeto sentado en una enorme silla y vio que había gente desesperada reclamándole lastimosamente.

La sed. Era intrigante sentir tanta sed y más intrigante saber cómo se te quita. Lo descubrió después de la transfusión, despertó sediento y lo más cercano que había junto a él era el charco de sangre que había dejado su objeto de estudio. Se puso a gatas y empezó a lamer la sangre del suelo, se la terminó en un par de minutos y de repente su frente chocó con algo suave: la mano de su objeto de estudio; la mordió, bebió, se llenó de éxtasis y euforia.

Desde entonces salía a alimentarse cada noche, lo hacía dos veces por noche y es que en verdad tenía mucha sed, siempre buscaba vagabundos o gente perdida en los callejones, temía ser descubierto por las autoridades así que lo hacía en la oscuridad y lo más pronto posible y montaba una escena digna de un cuadro al óleo: ponía a sus víctimas en posiciones tales que parecían dormitar en los callejones parisinos a la luz de la luna, naturalmente nadie nota nada hasta que empieza a oler raro.

Esa noche después de revolotear por su habitación, decidió que tenía sed y que era hora de beber, la sed no deja pensar y es mejor allanarla lo más pronto posible, así que tomó su abrigo y salió a dar un paseo por los callejones. Tomó la misma ruta de la noche pasada y notó que ya no había vagos después de 20 minutos de caminata, “París debería de darme un reconocimiento por limpiar sus callejones” pensó divertido mientras daba vuelta en otro callejón. Siguió caminando otro rato hasta que escuchó algo, parecía que alguien arrastraba algo, un gruñido y silencio, Jacob creyó que un vago andaba dormitando a la vuelta de la esquina, se dirigió hacia allí casi canturreando, de muy buen humor, en verdad le gusta mucho saciar su sed. Ahí lo vio entre escombros de basura, dormitando, “ah muy bien, será rápido” caminó hacia él descuidadamente haciendo eco con el ruido de sus pasos, qué importaba, seguramente estaba muy ebrio para reaccionar. Se detuvo enfrente del bulto que hacía la figura humana, sacó las manos del bolsillo y tomó al vagabundo por el cuello, espera… está muy pesado, vaya… está atorado con algo…

Al jalar al vagabundo, Jacob pudo ver, como emergían unas manos esqueléticas pero heroicas, de las sombras. Primero se arrastraron por los hombros, y se pegaron a la piel del humano como ventosas. Fue en una fracción de segundo, pero Jacob lo vio como si hubiera sido una lenta caricia, como él "acariciaría" a sus objetos de estudio que tanto le brindaban. Sin sentirlo, apartaron sus manos del cuello del vago y en un movimiento sombrío, ¡Snap!, le tronaron el cuello.

Pareció que esa mano se extendía directamente de una masa de sombras, apartando a una buena distancia, el cadáver flácido del vagabundo. Como si fuera una pelusa en la solapa del abrigo. Una masa de sombras ¿Cómo era eso posible?.

Y ahí lo vio. Una silueta enorme se formó, poco a poco, como si te aclararas los ojos de una visión borrosa. Dio un paso hacia la tenue luz, y Jacob pudo ver a un hombre de casi dos metros, que lo miraba con sus ojos azules como glaciar directo a los suyos. Daba la impresión de hacer más frío del normal a su alrededor.

Avanzó tanto, que parecía que lo iba a abrazar. No es que él fuera un adonis, pero Szatmar no había visto jamás persona tan delgada. Y vaya que se veía desmejorado, a pesar de que el color de su piel le decía que no había pasado mucho desde su última ingesta.

- Bonne Soir... - Murmuró con un acento tosco, pero casi melodioso. Su voz parecía ser gutural, y el sonido retumbaba más en su pecho que en sus labios. Era hasta ahora, lo que mejor había aprendido del francés. Sonrió, de la manera más forzada posible, y aún asi no enseñó ni un solo diente. Esa sonrisa no parecía ser de simpatía, y daba más el tipo de "Mira, que criaturita tan pequeña y estúpida", cuando se miraba a la presa entrar en la trampa.

Al escuchar el cuello del pobre humano desquebrajarse ante la voluntad de la oscuridad, Jacob instintivamente dio un brinco hacia tras sin apartar la mirada de lo que surgía enfrente de él, su boca bien abierta emitía leves sonidos de asombro a medida que las sombras crecían y también tenía que mirar más y más hacia arriba. Al ver como se formaba un hombre de la nada sintió que su mente se colapsaba y su cerebro caía al fondo de su cráneo como las hojas de los árboles en otoño.

-Bonne Soir…- Escuchó que la aparición le hablaba y que muy lejos sonaba su voz, Jacob cerró su boca, frunció el ceño en una expresión escéptica y empezó a dar vueltas en el callejón –No… no… no… ¡No! – decía una y otra vez a cada paso que daba. Se detuvo y volvió a mirar la aparición, se llevó la mano al mentón como cada vez que estudia un problema matemático de alta dificultad y la otra a la cintura, escudriñó de arriba abajo al caballero – Me sorprende lo vívidas que se han vuelto estas visiones- Se encogió de hombros, la mejor manera de entender algo es participando, experimentar – Bonne soir, chevalier- Dijo haciendo una reverencia y cuando hizo esto se dio cuenta del cuerpo inerte del vagabundo y corrió hacia él, se arrodilló y le tocó el cuello con su escuálida mano –Incroyable…- murmuró, y de verdad le sorprendía que su imaginación fuera tan realista que hasta la sed se le olvidó.

Volvió su atención hacia La Aparición y confiado de que, según él en realidad no existía, se atrevió a tocarle la ropa, olisquearlo mientras murmuraba palabras inteligibles y al final se plantó dos pasos frente a La Aparición y con las manos en la cintura rió quedamente y dio un suspiro de orgullo pues le complacía descubrirse tan creativo. – ¡Bonne soir, bonne soir, bonne soir! -

Szatmar lo miró.

Jacob iba y venía, y Szatmar lo siguió con la cabeza, con una expresión sombría insondable. Sin moverse en absoluto, miró toda la escena. Cuando Jacob lo tocó, Szatmar miró despectivamente su mano, y alejó un poco el rostro al ser olisqueado. Para cuando lo tuvo frente a él, no le había quitado un ojo de encima.

- Ce dracu...? - Dijo entrecortadamente, frunciendo el ceño, pero luego no pudo evitar soltar una carcajada... - Care a avut curajul... de a transforma - No sonaba a italiano, era una lengua romance, pero sonaba más eslavo, que a otra cosa. Algo si recalcó Szatmat: "coraje" y "transformarte". Él había notado de inmediato el estado y naturaleza básica de Jacob. No era precisamente alguien cuerdo ni apto para lanzar a la eternidad de noches inmortales. Y menos solo y en pañales. Era como jugar a la "gallina ciega", equilibrando sables con la nariz, sintiendo vértigo, en lo más alto del Faro de Alejandría.

Lo miró más profundamente, pues supo que esto tomaría dos caminos. O se desesperaban por los problemas del idioma y se destazaban... (más bien, en una batalla desigual), o encontraban una manera de comunicarse.

- Parlez-vous... - Se detuvo, pues no hablaba ni mierda de francés, pero no le gustaba trastabillar. Sus pausas le daban solemnidad, mientras pronunciaba, casi burlesco - ¿Deutsch? ¿Magyarul? ¿Russkiĭ? - Sonrió de nuevo, pues parecía ya no divertirse con sus presas humanas, y ahora invertía su valioso tiempo en un neófito chiflado, ¡Lo que hacía con tal de comer tranquilo! No se iba a arriesgar a encontrarse a los molestos cazadores por culpa de un zoquete que no sabía ser vampiro. Así que aprendería en un curso rápido de supervivencia, o sobrevivía al puro estilo de Szatmar: La letra con sangre, entra.

La Aparición parecía hablar, mover su boca, producir sonidos y decir cosas coherentes, pero Jacob no le entendió a nada de lo que articulaba la cosa esa. Por un momento creyó que estaba hablando al revés y parecía que le decía algo que para Jacob fue muy importante descifrar, parte curiosidad y parte porque la expresión en el rostro de La Aparición parecía indicar que se trataba de algo de vida o muerte, que hasta se acercó a la sombra y se inclinó hacia ella con tal de no perder nada de lo que salía de su boca, cuando el - Parlez-vouz … - que salió de la garganta de la sombra, le sobresalto tal que si le hubiesen lanzado un bulto pesado en el rostro o un balde de agua helada lo que le provocó un gemido de asombro. Dio dos pasos atrás - ¿Qué decía? ¿Deutsch? ¿Magyarul? ¿Ruskii? ¿Qué demonios significa? – Se puso a recapacitar, es obvio que su alucinación es extranjera y no habla francés pero ¿qué está pasando? Pensó Jacob muy contrariado, “no, no hay opción de dar la espalda y correr despavorido, tengo que resolver esta situación” respiró hondo, aunque no lo necesiten los vampiros, es una reacción natural de Jacob en vida que sucedía cuando conseguía una convección a seguir y comenzó a resolver su problema de comunicación con la sombra – ¡Morse! – dijo alzando el puño en señal de victoria. Le hizo una seña al otro ser con su dedo índice señalando su oído – ¡Écoute! – dijo muy lento después; apuntando hacia su zapato empezó a golpear el suelo con su talón dando tres golpeteos cortitos, tres más pero pausados y otros tres golpeteos cortos “S O S, eso lo sabe cualquiera en este mundo moderno ¿no?” Se quedó quieto y observó la reacción de La Aparición para descifrarle.

Lo miró fijamente. Fue un momento casi eterno. Seguro pensaba "El pobre idiota ahora bailará tap". Se encogió de hombros y mejor se apresuró a marcar su punto. No hablaban el mismo idioma, pero en ABSOLUTO estaba interesado en hablar con él.

Detesta hablar con vampiros. Más si son nuevos.

Caminó, y giró la cabeza, para indicarle que lo siguiera. Si quería, bien, sino.... bueno... todo se haría más complicado. Seguir a Szatmar era especialmente difícil, así que él tampoco era cruel y trataba de facilitarle las cosas a Jacob, al final de cuentas, él le había mostrado su buena voluntad.

Todo eso tenía que terminar rápido, que quería regresar a sus asuntos lo más pronto posible.

Asi que lo llevó a un antro de mala muerte. Y lo miró, en la puerta.