J. Henri, Bitácora.

por **Joseph Henri** Miér Ago 01, 2012 2:54 pm

En la ventana cubierta de periódicos y papeles o de mapas, en una esquina debajo del marco hay un resquicio dónde entra una pálida luz del sol, que tímida roza con sus dedos la textura de los trazos en pluma de una mano inquieta y furibunda. Siempre es dejada en la mesa de apuntes o sobre la cama de Joseph para que jamás se olvide de atenderla y siempre es dejada abierta en las últimas dos páginas cada noche...

París, 4 de Febrero.

Desde ese día, hace algunos días me encuentro perturbado. Mi mente se está convirtiendo en un nido de arañas que tejen por todas las entrañas de mis ideas, me es difícil mantenerla quieta así que a veces me dejo llevar para olvidarme de mí. Son esas ilusiones, son recuerdos pero que no son míos y no son de solamente una persona, parece que entre los laberintos de mis sesos tengo una ciudad plagada de gente rumiante.

Me cuesta trabajo concentrarme a un trabajo físico, pero ahora parece que este caos me ha dado una tregua, solo siento un poco de mareo y algo de sed; así que aprovecharé para registrar los recuerdos (aunque sean de lo más triviales) de ésta fase en la que estoy pasando, no tengo idea de qué está ocurriendo y requiero de pistas que me ayuden a averiguar en qué me he convertido. Tengo que escribirlo porque de un momento a otro puede que me arranque de la realidad, tengo que hablar conmigo así que estas anotaciones son para ti Joseph (cómo recuerdo aún la voz de aquel hombre que me llamaba de esa manera, mi tío que parecía paladear un dulce para luego dibujarlo en el aire con su aliento), para ti siempre ha sido esta bitácora para que no olvides tus propósitos.

Recuerda cuando luchaste contra esa tentación extraña de disfrutar tu obra, la más necesaria sí, pero la más grotesca. Comenzaste a sonreír por el mero goce en esa sensación de insertar un bisturí en la carne viva y abrirla, apartar la piel delicadamente… ¡No!... Ya acabaste con esa fase de tu trabajo, ahora eres muy profesional, como el albañil que coloca delicado e impasible el ladrillo de un edificio apenas creciente.

Ningún fenómeno podrá flagelarme, así que no le temo a nada de lo que estoy pasando y de lo que llegará a suceder. Estudiaré mi caso a fondo seré el sujeto de pruebas, las prioridades han cambiado, ahora dedicaré mi intelecto a resolver mi enfermedad… la cual estoy seguro no es una enfermedad… seguro es el resultado de tanto estudio práctico, tanta dedicación… Tal vez la definición más exacta para esto sería “Condición”.

El sujeto que me infectó es de vital importancia encontrarlo, saber qué es y así saber qué soy yo; por qué entró a mí casa habiendo miles de ventanas por las cuales estrellarse y morder, todas estas preguntas tendrán su respuesta cuando esté en mis manos pero la más importante de todas las preguntas que responderá es ¿Por qué no me mató?

A ese sujeto siento que lo conozco, pues de alguna manera intuyo que es un hombre de ciencia no habiendo otra manera de describirlo, que soy su experimento y qué me estará vigilando de alguna forma…

Es importante también, averiguar por qué tengo tanta maldita sed. Tal vez sea algún síntoma de que fui drogado no lo sé, lo único constante de esa condición son las visiones, entre más sed tengo, más atacan el consiente y mi habitación se ofusca pero ellas se vuelven nítidas, casi palpables y muy violentas…

Tengo sed… Anoche descubrí que se calma con beber un poco de sangre… es extraño el gozo que te da saciar esa sed y es extraño también el olor que despide ahora. Siempre he procurado tener este cuarto de estudios lo más limpio posible, pero en cada rincón en cada rasgadura del tapiz, en cada mancha marrón en el suelo me inundan de un aroma exquisito, pero añejo así como los vinos que guardó mi tío durante décadas.
[...]

por **Joseph Henri** Sáb Ago 11, 2012 5:18 pm

Paris, 9 de febrero

Qué pesadez, es demasiado abrumador descubrir esto que aún no alcanzo a describir. Miro mis manos tratando de asimilar de lo que están formadas. Soy como una escultura de lo que solía ser yo, observo estos dedos, estos nudillos que no son de hueso ni de carne, no hay venas, ni nervios… ¿Sangre?...

Intenté observar de la misma forma mi rostro. Me di cuenta, gracias a las muecas que hacía en el reflejo, de que hay unos colmillos muy filosos en mi dentadura, sutiles parecen unas espinas de marfil. Me han sido muy útiles para mi supervivencia ya que no hay nada que me pueda nutrir más que la sangre. Sangre.

Hace unos días intente alimentarme con un poco de pan y algo de queso añejo, con disgusto los ingerí y lo facilité con la ayuda de algo de vino pero unos instantes después aquello quedó esparcido en el piso de madera mientras yo daba arcadas asqueado.

Es intrigante que mi cuerpo solo pueda sostenerse con ese fluido carmesí. Intrigante también cómo llena de vitalidad mientras quita el velo que ofusca mi mente. Mis extremidades llegan a tener una agilidad impresionante y también la manera en que mis ojos reflejan la oscuridad de mis días nocturnos.

Estos cambios recientes también se incluyen con los de mis hábitos diarios, pues salgo más que antes, puedo incluso decir que conozco muy bien mis alrededores, cada palmo de roca en el suelo y cada puerta de cada casa en cada vena de estos callejones. Tal vez me arriesgue a ir más lejos, solo cuando pueda controlar las alucinaciones que me acorralan, tiene que ser pronto porque es necesario recopilar más información de mi condición.

En cuanto pueda despejar mi mente, intentaré bocetar algunos estudios de la anatomía de mi cráneo. Es importante registrar todo dato, desde el más insignificante.

J. Henri, Bitácora.

J. Henri, Bitácora.

Re: J. Henri, Bitácora.