!¿Como te atreves?![Mar Santini][+18]

Recuerdo del primer mensaje :

Era de noche, la luna estaba en lo alto de su cúspide, hermosa, grande y redonda, se mostraba elegante y audaz, pero en ese momento no le había funcionado mucho su presencia, caminaba como un vagabundo, moribundo y lleno de sangre por las calles de parís; había tenido una pelea con otro de su especies, este tenia mas años y era más fuerte, aunque pudo escapar, una gran mordida en su brazo derecho lo había dejado inmóvil y sangrando, entre sus dedos se escurría la sangre dejando un rastro de gotas como migajas de pan, la gente se apartaba… eso es… apártense… no era bueno estar cerca de él, su rostro estaba distorsionado, del dolor, y rabia por haber perdido.

-Ahg…- mostro cierto dolor al apoyarse de una pared de su brazo malo. Comenzó a girar en un callejón hasta que encontró una puerta y entro, no sabía muy bien donde estaba, solo deseaba descansar un poco hasta que sus heridas sanaran.

Tumbo su cuerpo dejándolo en el piso de aquel local, cerro sus ojos, sus oídos aun aturdidos oía una extraña y animada música, su nariz ahogada por su sangre percibía perfumes baratos y mucho maquillaje ¿Dónde estaría…? ¿seria seguro…?.

Oyo los pasos firmes de un hombre quien deseaba ayudarlo, gruño como un animal, sujetando fuertemente su brazo-No me toques- dijo sombrío mostrando rabia contenida en sus ojos, el sujeto retrocedió intimidado, sabia que nadie seria capaz de acercarse, daba mucho miedo para que alguien lo hiciera, dejo salir un leve gemido de dolor mientras cerraba sus ojos y apoyaba la cabeza en la pared.

Parecían dos náufragos aferrados a su única oportunidad de salvación, Eerin recorría con las yemas de los dedos cada rincón oculto del cuerpo de Mar, dejando que sus respiraciones agitadas se coordinaran mientras seguían uniendo sus cuerpos como nunca nadie lo había hecho o ninguno de los dos había podido llegar a hacer. Piel a piel, sus almas se fusionaban en una sola, no sabía si el objetivo principal era ese, ya no solamente era sexo, ya que cuando se tenía a esa persona ideal que te hacia explotar cada punto de tu sensibilidad y lograbas encontrar sus partes sensibles como si aquel cuerpo fuera de uno mismo, para a final de cuentas no saber donde comienza un cuerpo y termina otro, se convertía en algo diferente al sexo, posiblemente ninguno de los dos se había percatado de aquello.

Gemidos, jadeos, ruidos llenos de placer invadían la habitación, haciéndola cálida y dejando que su olor natural fuera impregnada por el sexo, por los fluidos corporales que salían de sus cuerpos, llenos de hormonas, la habitación se embriagaba con toda aquellas estimulaciones que eran ocasionados por la fricción al penetrarla que proporcionaba un placer mutuo, aquella abertura le había recibido tan dichosamente, un poco estrecha al principio pero comenzaba a expandirse gracias al van y ven que era proporcionado por las caderas del licántropo.

¿Quería volverlo loco de pasión? entre aquellos deliciosos gemidos ahogados pronunciaba el nombre del contrario, ya la imagen de su cuerpo sudoroso, saturado de tantas sensaciones que le producía el contraria era más que suficiente para sentir que podría guardar aquel momento en un lugar muy sagrado e importante. Odio por unos segundos sentir como la parte interior de la cortesana comenzaba a cerrarse, no podía verle la cara cuando comenzaba a llegar, aun así, aquel líquido húmedo que pasaba por su sexo lo hacía sentirse exquisitamente deslumbrado, los labios se contraían de forma inconsciente, obligando a Eerin a gemir ante el placer que recibía. Sus testículos están ya hinchados, no resistiría mucho tiempo, ya había deducido que duraría apenas unos minutos más, pero no espero que el orgasmo de aquella cortesana fuera tan intenso que envolvería todo su sexo en una sensación casi magistral. Podía sentir como los líquidos salido de aquel cuerpo tan perfecto salía manchando sus caderas y hasta las sabanas.

Por la contracción de las paredes que envolvían el sexo de Eerin, parecía que lo estaban succionando hacia adentro, su cuerpo no deseaba separarse de aquel hombre. Trato de omitir uno de sus roncos gemidos, mordiendo su labio inferior con tal fuerza que uno de sus dientes había rasgado la carne labial, pequeñas gotas de sangre aparecieron en sus labios, pero ya había llegado a ese punto en el cual la eyaculación era inminente, ya no soportaba mas, era muy intensa la situación y hasta el tenia un límite. Sus manos se aferraron a las caderas de Mar obligándola a bajar de golpe hasta que todo su cuerpo fuera cubierto por su seco, se pudo sentir aquellos fluidos viscosos humedecer las nalgas de la cortesana, la subió unos centímetros, solo lo suficiente como para hacerla bajar de forma rustica y animal, había bramado al sentir como los líquidos del orgasmo de Mar hacían que su sexo se deslizara por la paredes de su intimidad.

-Oh preciosa…- susurro haciendo el mismo proceso con más rapidez -¿has hecho eso a propósito?- Susurró con una voz quebrada por una áspera respiración. Eerin comenzó a embestir despiadadamente su cuerpo. Haciendo que simultáneamente sus brazos y piernas comenzaran a tener una elevada fuerza, los dedos se aferraban a la piel que encontraba, estrujándola al mismo tiempo que sentía los movimientos rápidos envolver su sexo. La conciencia del Licántropo se perdía en la sensación donde estaba devorando todo el ser de Mar, todo el cuerpo, haciendo lo que quería con su cuerpo

Luego, como si la cuerda se hubiese cortado, el traqueteo se detuvo. La eyaculación caliente de Eerin cayó en el interior. Sus respiraciones desiguales se mezclaron. Sus cuerpos se sentían pegajosos, con sudor, Eerin se había tumbado encima de la cortesana, buscando que su respiración se tranquilizara. Se levanto lentamente cuando sintió como su cuerpo se volvía de plomo, no quería lastimarla con su peso. Deslizó su órgano flácido fuera de su cuerpo. Se hundió a un lado de la cama dejando salir un suspiro. Arrastro su mano al pecho de la cortesana, a esta parecía no preocuparle, tono como su pecho se elevaba y descendía con la misma irregularidad que su propio pecho. Su mano recorrió hasta donde se encontraba el sexo manchado de mar, los líquidos de ella y él se habían mezclado en aquel lugar dejándola sucia, pero para Eerin ella parecía una diosa, cada fracción de su cuerpo era para él algo sumamente hermoso, no había imperfecciones y aquel liquido blanquísimo que salía de su interior realzaba la belleza natural que había en ella.

—lo sacaré por ti— susurro dulcemente. Levantó sus rodillas y separó un poco las piernas para que quedaran abiertas, coloco sus dedos dentro de su vagina. Su cuerpo trató instintivamente de recibirlo, pero el miembro de Eerin que recientemente había sido enterrado dentro de ella, era más placentero que los dedos que le estaba introduciendo. Metió otro dedo y su cuerpo lo aceptó fácilmente. Hundió dos dedos dentro de ella y cuando los sacaba fuera junto con ellos salía algo pegajoso que se resbalo por sus muslos hasta la sabana. Presiono el vientre para que otro poco de su semen saliera del interior de Mar. Sus dedos se introdujeron en ella nuevamente, pero esta vez, él raspaba las paredes de su interior como si buscara algo. —Dime si es un buen punto- Esperaba llegar al momento en que sus dedos presionaran en un cierto lugar, buscando así que Mar empezara a convulsionar. Siguió obsesivamente presionando con las yemas de sus dedos, viendo las reacciones que en el rostro teñido de rojizo se presentaba. Sonrió satisfactorio, -este es tu castigo por no dejarme ver tu rostro cuando llegaste al orgasmo- Cada vez que tocaba allí, sus caderas se separaban de la cama. —Aprietas mis dedos tan firmemente. No debes querer que me detenga. ¿Se siente realmente tan bien?.

Esa sensación enviaba electricidad a todo su cuerpo… si esto era placer, ¿qué era lo que había sentido hasta ahora? la cabeza de Eerin estuvo por unos momentos centrado en los movimientos que hacía en el interior de la cortesana, la cual comenzaba a verse mas erótica, apretó ferozmente sus dientes, sin previo aviso se abalanzo a sus labios solicitando con un leve quejido su lengua entrelazándose con la de el

Los besos se habían convertido en algo peor que el apio, eran sensuales y adictivos, parecían que era lo único que el necesitaba en esos momentos. Su mano estaba deslizándose en el interior de Mar, esta parecía extasiada con cada parte que el tocaba, buscaba aquel punto exacto en donde haría que la cortesana suspirara de puro placer. Los movimientos de las caderas le indicaba que aquella mujer lo estaba disfrutando, en realidad, todo su cuerpo lo expresaba, aquellos senos hinchados por el placer, sus pezones duros que se alzaban a la vista de Eerin. El sudor que recorría su piel lozana desprendía un aroma tan erótico que embriagaban al licántropo de tal manera que no soportaba ya aquella sensación de desearla nuevamente.

El era un sobrenatural, su nariz era más sensible que los de los humanos, tal como un perro el podría percibir mil aromas diferentes que simples personas no podrían, eso le daba cierta ventaja al momento de estar en una sala con alguna persona, su nariz le podía dar la información necesaria para saber si aquella persona se sentía con miedo o estaba enojado o simplemente triste, todo gracias a las feromonas que salían de sus poros. Lo que trasmitía ella era un disfrute pleno y total, todo su cuerpo estaba sumido en aquel excitante acto. Por esa razón Eerin creía plenamente en que los sentimientos comunicados atreves de su piel eran sincero y puros, no había ni una pisca de hipocresía o falsedad en las emociones de Mar. Eso más que encantarle le fascinaba.

Eerin acepto la suave sensación que Mar le proporcionaba al momento de comenzar a masturbar su miembro, sintió una dulce corriente recorrer todo su cuerpo haciendo que su sexo comenzara endurecerse nuevamente mientras sus testículos se hinchaban de nuevo. Un ronco gemido salió de el. Le gustaba las sensaciones que aquella cortesana podría implantar en el con tanta facilidad. Apenas sus manos se sentían increíblemente bien. Eerin estaba totalmente extasiado con ella, embriagándose en sus besos parecía que nunca la soltaría. Sus labios estaban unidos, parecían no soportar estar separados por mucho tiempo, volvían a adherirse para otra vez sacar deliciosos sonidos vividos.

Había llegado a aquel punto y comenzó a estimularlo, se había percatado de ello por el simple hecho de notar el cuerpo de ella calentándose profundamente en su interior, la punta del miembro de Eerin estaba húmeda, comenzaba a manchar los dedos de Mar cuando ella los movía, funcionando como otro lubricante más. Froto con la yema de sus dedos aquel punto luego de separar sus labios dejando apenas un hilito de saliva que unía sus lenguas por unos segundos hasta que este mismo desapareció.

Después de besarla acaricio con su mano libre todo el rostro de Mar para luego dejar salir un suspiro contenido, mientras sus manos se movían enérgicamente dentro del interior de aquella cortesana -Mar…- sus labios tocaron suavemente con los de ella después de que ella hubiera gemido al momento exacto que sus dedos llegaron a aquel punto y su estimulación fue tan insoportable que lo único que quedo fue disfrutarlo. -No tengas prisa- Eerin alejo sus labios bromeando dulcemente con ella. Sus dedos bajaban por el cuello a su hombro, clavícula para luego llegar al pezón derecho.

Los pezones de Mar ya estaban duros, Eerin pellizco el derecho, para luego comenzar a frotarlo y a estimularlo la palma de sus dedos, el izquierdo lo atrapo con sus dientes y lo empezó a chupar. Los dos se podrían considerar privilegiados en el arte del amor, cada uno sabia como encontrar los puntos perfectos a los cuales una persona se derretiría y podría llevarlo a la locura. ¿Le estaría llevando el a la locura? La lengua de Eerin los jalaba y empujaba, lamiéndolos incluso más.

Eerin continuo besando el cuerpo de Mar, por todos lados, sus manos aun estaban en su interior moviéndose mientras el depositaba cortos besos hasta encontrarse con el monte de Venus de la cortesana, no tuvo que decirle que abriera mas las piernas, con un leve suspiro movió su mano libre para acariciar aquel hinchado clítoris. Apenas lo vio se relamió los labios, tenía un vívido color rojo, en esos momentos sentía que hasta el último vello del cuerpo de Mar le pertenecían por el simple hecho de ser lo más hermoso que habría podido tener alguna vez.

Acostado entre las piernas abiertas de la cortesana aun movía sus dedos en su interior, con su lengua comenzó a acariciar el palpitante clítoris, con la punta de su lengua formaba círculos pequeños para luego relamerlo cuando los dedos de su interior se movían enérgicamente, le prestaba mucha atención a aquel pequeño botón que rogaba de amor y atención. Solo el hacer eso hacía que dentro de el creciera un lujurioso éxtasis que llegaba como una ola y parecía que nunca se detendría, comenzaba a amar el cuerpo de aquella cortesana, no como su profesión sino más bien como lo que era, una simple mujer.

¿Diosa? Aquella palabra se había quedado pendeja para describir a la increíble Mar Santini, que hacia darle las gracias a dios por haberlo hecho hombre para poder disfrutar cada esplendor de aquella feminidad, creía que si hubiera nacido mujer no hubiera tenido la oportunidad de tener ni el más mínimo placer que en este momento estaba sintiendo con solo mirarle a sus candentes ojos. Las palabras le quedaban cortas para describir la belleza que en este momento estaba mirando.

Sus pechos hinchados de tanto placer, aquellos labios con un color natural vivo y sensual, que parecían que nunca se iban a cansar de ser unidos con los de él, su cabello… su rostro en sí; ojos, nariz, cejas, pómulos, mentón. Podría describir cada parte de ella y quedarse totalmente corto de palabras, porque no encontraría las necesarias para describir la belleza y el erotismo que de mar desprendían. Ni el poema más refinado podría plasmar toda la belleza que de ella desprendía. NO su esencia era única, sus caderas prácticamente de oro, debían ser atesoradas, secuestradas solamente para él, ella debía ser suya y de nadie más. ¿En que estaba pensando? Ella era una cortesana, sus caderas eran del público… pero…

Esclavo de ella se convertiría con solamente ella decirlo, ella habría la fuente para él, con una sonrisa ladina y relamió lo que ella le ofrecía, sujeto sus dos muslos alzándolos para poder tener una plena vista ante su sexo. Comería lo que ella le ofreciera, lamería todo sus fluidos, no importaba si estuviera mezclado con un poco de su semen, era una forma de saber que había estado conectados hace unos minutos atrás. Alzo su mirada mientras esperaba que se acomodara completamente, sonrió de forma tranquila y sensual-Lo que usted desee mi Madame- dijo con su voz ronca mientras su cabeza se perdía entre su entrepierna. La humedad de la cortesana era simplemente deliciosa. Sus dedos limpios por la lengua de ella se introdujeron en su interior mientras su lengua jugaba vilmente con el botón erecto de ella. Se podía sentir como las paredes del interior de la vagina de Mar se contraían hasta un punto de prácticamente succionar los dedos de Eerin, podría decirse que estaba en proceso de otro orgasmo provocado por aquel hombre de ojos marrones que no la dejaba de acariciar ni por un segundo. Sus dos dedos comenzaron a ser aplastado por las paredes vaginales que se humedecían y dejan salir un hilito de fluido.

-Tks…- chasqueo su lengua para sacar los dedos que estaban en ese momento viscosos por el líquido del interior de la mujer. Introdujo su lengua el aquel hueco dilatado por sus dedos solamente para poder saborear el fluido que salía como un hilito después de haber sacado sus dedos.

Se había incorporado de una forma algo brusca, sujeto el cuerpo de la cortesana que aun parecía perdida entre las corrientes de placer que aquella sensación le daba a su cuerpo, deseaba sentir aquella presión, aquella vagina contraerse mientras su sexo estaba dentro de ella. Relamió sus labios para de una estocada introducir su sexo mientras su vagina parecía cerrarse por unos segundos. ¡Había llegado al cielo y tocado las nubes!. Un gemido resonó por todo el lugar. Tan prieto aquel lugar, tan húmedo y delicioso. Volvió a bramar sin poder evitarlo, la espalda de Mar estaba siendo apoyada por la cabecera de la cama, mientras sin poder evitarlo sus caderas comenzaban a moverse violentamente haciendo que los senos de ellos se agitaran. Se mordió su labio inferior buscando dejar de emitir aquellos vergonzosos sonidos que no podría evitar. Su sexo estaba completamente hinchado, deseaba darle todo el amor que se estaba guardando. Sus caderas se movían al son de una música mística y sensual, no estaba apresurado, no, para nada lo estaba, pero sus movimientos eran bruscos y violentos, prácticamente dilataba la vagina cuando en realidad deseaba contraerse.

Si a alguien debían culpar, era a ella por ser tan jodidamente hermosa y buena en lo que hacía, sus manos se aferraban a sus caderas mientras las movía como el deseara, aunque ella fuera la ama y señora de ese acto, el era un perro travieso que le gustaba ser alimentado, y necesitaba todo el amor que ella le podría proporcionar. Debía ser consentido y claro que lo estaba haciendo. Si hubiera tenido cola estuviera moviéndola de tal forma que hubiera parecido un abanico, solo para demostrar lo feliz que estaba en ese momento.

-Lo siento- susurro entre un jadeo –No pude controlarme… tu vagina parecía suplicar la presencia de algo más grande- susurro divertido mientras una estocada violenta hacia que todo su sexo entrara de forma deliciosa al interior de Mar haciendo que sus senos saltasen de forma maravillosa ante sus ojos. Se relamió los labios sin evitar ocultar aquella mirada sugerente que se clavaba a los orbes de Mar. Deseaba verla, deseaba notar cada expresión, cada fibra de su rostro cuando llegaba al máximo punto. El olor de su cuerpo y de sus fluidos prácticamente lo habían vuelto loco, definitivamente luego de esto estaría como perrito faldero detrás de ella. Comenzaba a variar la velocidad de sus movimientos, lo sacaba de forma lenta para luego con cierta velocidad introducirlo de nuevo, sin dejar por ningún motivo separarse de ella. El dulce sonido que hacían los líquidos al entrar y salir eran música para sus oídos, descarados, voluptuosos, excitantes… le hacían sentir que aquella dureza nunca se iría sin importar cuantas veces se descargarse dentro de ella

El acto sexual no debía tener modales o reglas a seguir, eran simplemente dos cuerpos encontrándose en un momento de existís total. No había métodos a seguir, dos almas encontrándose que sin importar que no se hayan preparado de forma verbal, sabían qué hacer y cómo actuar ante los movimientos improvisados del compañero. Estaban juntos en un baile tan perfecto que era increíble decir que nada de aquello era planeado. Las pieles de los dos estaban todas húmedas y viscosas, eso hacía que el licántropo se estremeciera al sentir la viscosidad entre sus pierna, era lo más jodidamente placentero que había sentido desde hace mucho tiempo, sus movimientos eran rítmicos, mágicos y artísticos, veía como cada uno de ellos hacían que la cortesana mostrara una expresión digna de algún cuadro, pero como no iba a detenerse a dibujar aquellas bellezas de expresiones se conformaría con tenerlas dentro de su mente el resto de su vida, siendo egoísta, ya que solamente él podría apreciar aquello que en su mente guardaría.

El era inteligente y sabía muy bien que muchos hombres habían pasado por aquella cavidad antes que él, pero eso no quería decir que lo enojaba o algún tipo de estúpido celo llegaba a él, solamente se concentraba en que ella en esos segundos solamente tuviera que pensar en él y solamente en el. Claro el trabajo de este hombre como la mascota de aquella caprichosa mujer era complacerla, pero tal vez los papeles estaban comenzando a retorcerse un poco y en vez de ella ser la que dominaba la situación Eerin lo hacía de forma fácil, o eso pensaba, aun así la esencia de la mujer que estaba entre debajo de ella, lo volvía simplemente loco, comenzaba a desear que esto nunca acabara, que pudiera tenerla de esa forma todo el tiempo que él deseaba, debajo de el o encima, no importaba, sentía que ella sería la peor droga que nunca había probado.

Dejo salir un leve gruñido al sentir como las uñas de aquella mujer jugaban con su espalda… ¡Hasta eso podría volverlo loco! Maldita mujer que todo su ser parecía estar maldecido por la lujuria y hermosura. Ver sus ojos llenos de pasión reacia siendo satisfecha pero a la vez avivándola aun mas era satisfactorio para el Lycan quien no había parado en embestirla, en ocasiones comenzaba a mover en círculos mientras estaba en ese lugar húmedo y placentero. –Oh… Mon Amour…- dejo salir una leve risilla al momento que sentía como la cortesana buscaba mascar un ritmo ya perdido, quería ser la que imponer los movimientos de aquel baile lleno de lujuria. Pudo sentir su espalda aprisionada entre los barrotes de la cama mientras Mar se encontraba encima de el comenzando a tener el control de aquella situación. Sus movimientos eran como los de una reina, eran especiales y majestuosos, llenos de placer que cualquier hombre hubiera caído desmayado de tanto placer, pero por suerte él no era un hombre normal. Pudo sentir la dureza del glúteo en sus manos, mientras alzaba el rostro para quedarse mirando aquellos ojos que se asomaban entre los cabellos salvajes y humedecidos de la cortesana. Sus labios… rosados, e hinchados por haber besado tanto, aun tenían aquel sabor majestuoso que parecía que Eerin nunca se iba a cansar de ellos, los beso con lentitud mientras sujetaba con firmeza el glúteo húmedo de la cortesana para moverlo de un lado a otro, siguiendo el ritmo impuesto por ella.

Poco a poco el ritmo fue bajando, ya no era tan apresurado, pero eso no quería decir que la pasión había bajado, no al contrario, parecía estar más encendida que nunca, con aquellas caricias que la mujer de mi caricias y expertas en despertar emociones en hombre le proporcionaba solamente a él y a su cuerpo que parecía estar ardiendo con solamente la presencia de la lengua de ella dentro de su cavidad bucal. Deseaba devorarla, llevarla hasta los cielos y dejarla en ese lugar, dulcemente sujeto sus rostro acercándola aun mas a su rostro para seguir besándola mientras sentía como sus caderas parecían retorcer de placer a su miembro que estaba dentro de aquella mujer, pero él estaba más concentrado en otra cosa, que lo ponía aun mas caliente y sentía que su sexo comenzaba a crecer aun mas al momento de sentir las dos lenguas jugar por un espacio compartido, paso una de sus manos por su cuello sintiendo aquellos cabellos húmedos de aquella parte, se estremeció levemente de puro placer de poder imaginar que estaba con una belleza que parecía volverlo loco con solamente un beso recio.

Se separo de sus labios para buscar uno de sus pezones, para esto, la inclino un poco hasta que sus labios obtuvieron lo que desearos, aquella cosita dura que se friccionaba sola en el pecho del lycan, pero que ahora este mordía con suavidad, solamente lo suficiente para darle un verdadero placer a la cortesana. Sus caderas se movieron de forma imprevista mientras comenzaba a besar levemente cada rincón de aquel seno duro que ella le presentaba en bandeja de plata-oh querida no creo aguantar más- confeso sintiendo como sus testículos hinchados comenzaban a buscar una manera de liberar todo aquel liquido de alguna forma –pero… no deseo- susurro mirándole de reojo mientras aun tenia uno de sus pezones entre dientes. Lo soltó para acercarse a su rostro y así unir sus frentes –Que esto quede hasta aquí- sonrió pícaramente mientras miraba como las caderas de Mar comenzaban a hacer maravillas -¿Me concedería volver a ser su perro fiel que desea solamente complacerla como una reina se lo merece?- pregunto de forma seductora mientras poco a poco se acercaba a sus labios dejando que sus alientos chocasen de tal manera que la humedad de cada uno de desvanecía.

- por primera vez en su vida aun cuando era la vida de una puta inexperta deseaba conquistar a un hombre en vez de esperar que éste le conquistase, la paciencia del sexo que imprediciblemente unía unas piezas de un puzzle hasta el momento destrozado, nadie habia encajado con una cortesana como ella quizás debiease a su caracter que por entonces seguía siendo entre explosivo y caprichoso, no le gustaba tener a un hombre lamiendole los pies todo el rato sino cuando ella lo pedía era lo que se llamaba una reina, las mujeres eran unos seres bastante complejos hasta ella debia de reconocerlo pues en el tiempo que ella dijese "basta" también podía decir "ven" como ahora todo su cuerpo parecía hablar por ella mientras su corazón y sus labios se aceleraban resumiendo lo que estaba sintiendo en unos sonidos ahogados asi como en una sonrisa cálida que aparecía de sus ya humedos labios, podía ser partícipe de la diversión que estaba viendo en los ojos de aquel hombre incluso podía ser víctima de esa manera de hacer el "amor". Si, ahora mismo ella estaba disfrutando lo que era aquello, no esperaba que él se moviese sino que deseaba adelantarse a algunos movimientos jadeando de placer cuando no lo conseguía pues su cuerpo se balanceaba obediente, intentando volver a su puesto de guerrera sin conseguirlo.

El sudor parecía un nuevo vestido escogido para la situación de aquella noche permitiendo que las gotas se resbalasen por todo su cuerpo como si se quisieran adueñar de este, sus caderas saltaban bajo la atenta mano de aquel hombre incluso sus risillas se mezclaban con las de Eerin al escuchar aquel "Mon Amour", dejó ntrever su lado más romántico cuando un brillo desconocido en sus ojos permaneció en sus pupilas durante unos escuetos segundos suficientes para que hubiese perdido dos batallones en aquella guerra que ambos estaban teniendo, su cuerpo se movia empezando primero por las caderas como si estuviese montando a caballo, su pelvis subia hacia delante en diagonal y volvia a bajar con las caderas alzadas y expuestas hacia delante, sus mejillas se volvian a acalorar mientras arqueaba sus hombros hacia atrás mostrando aquellas marcas de saliva en su cuello y como sus senos, endurecidos y dociles se movían con cada uno de sus movimientos sonriendo pues de manera sensual- Ahhh -Dejó el rostro a un lado apoyando la mejilla cerca de su hombro mientras le dedicaba una mirada juguetona acariciando su torso, sus hombros y todo su cuerpo.

Ella lo marcaba con un afán insaciable, moviendo aun más su cuerpo contra el suyo- Mon Chére quien soy yo para negaros lo que me pedis -Orgullosa, podía sentir en su interior como aquella hombria se estaba hinchando, se movía lentamente verificando la humedad del presemen bañar sus ya mojadas paredes internas, de forma incluso lasciva separó por completo las rodillas para que contemplase aquel espectáculo, como su sexo devoraba aquella deliciosa erección aun cuando la que más parecía observarlo era ella, acercándole de nuevo a sus senos, a su pezón derecho que estaba enrojeciendo de rubor o de felicidad por ser atendido, aun no lo habia descubierto pero ella estaba a punto de llegar al final- Correte en mi -Su voz era ronca, pero suficiente para que él la escuchase- Márcame como tu mujer o como tu ama~ Aunque al final mi sexto sentido dice que serás tu mi perdición -Arqueó de pronto su cuerpo, como si fuese una ligera convulsión, acariciando su cabello acercándolo contra su pecho, el placer, el cosquilleo... él no era el unico que estaba llegando a su limite porque el cuerpo de la cortesana aunque hábil se movía con cierta torpeza, temblores y erizamiento de cada centmetro de su piel lo que indicaba que su orgasmo estaba cerca.

Los turgentes muslos de la mujer parecian temblar, húmedos entre sudor y sus propios fluidos volvieron a bañarse en su orgasmo cuando sin poder avisar ella llego primero al orgasmo, abrio los labios quedando su cuerpo quieto, con el unico movimiento constante de las caderas del hombre que acentuaban así mismo el placer- Eerin... Mon amoreur, ¿Soy tuya o sois mio? más presiento que soy más tuya que vos sois mio -Se relamió entonces, dejando un hilo de saliva caer por la comisura de sus labios, mientras el placer se volvía inevitable, sus tobillos parecían apretar las sábanas ya desechas en un agan por aguantar el placer sin emitir gemido alguno algo que se volvía realmente imposible mientras bajaba el rostro, jadeando- mmmhg Correte dentro de mi - Lo impensable para una mujer en especial una cortesana era aquel pedido, sonrió sensual aun con aquel toque coqueto que siempre le caracterizaba moviendo sus caderas con brusquedad, sintiendole hondo en su sexo, profundo, rapido... ahogó un jadeo respirando en su oido en un tono agitado moviendose un poco más rápido arañando nuevamente su espalda pero esta vez de una forma más débil por el temblor de sus dedos, nunca antes un hombre le habia dejado tan satisfecha-

Ven. Ven. Así. Te beso. Te arranco. Te arrebato.
Rafael Alberti

¿Era tan difícil pedir que parara de probar aquella deliciosa flor? Creía que eso era una de las cosas que nunca podría hacer. Los seres humanos eran egoístas, el era uno de ellos, pero aquellos pensamientos quedaron en su mente, no quería verde como un cliente posesivo, aunque en el fondo ya sabía que él no era un cliente común y corriente que Mar pudiera deshacerse cuando ella quisiera, ellos habían hecho un trato, sin ni siquiera formular palabras de acuerdo, sus cuerpos habían firmado ya el trato de lo que sucedería mas adelante con ellos. ¿El futuro era incierto? Demasiado podrían decir mucho, no sabrían lo que viniera después de aquella noche, solamente se esperaba que no acabara en aquel lugar. El comenzaba a necesitarla al igual que ella lo había necesitado a él.

Sus cuerpos se habían convertido en uno en toda la noche y tal vez sería la mujer en donde hasta en sus sueños la haría de él y solamente de él. Sería la mujer de sus fantasías, la ninfa de su Grecia, la mujer que desde ahora en adelante miraría y sonreirá como estúpido. Su cuerpo tan dulce, tan simplemente perfecto la había hecho la mujer perfecta. Se veía tan frágil entre los brazos de Eerin que este temía por ser demasiado rudo con ella, pero su pasión le ganaba, aun así estaba la conciencia, aquella conciencia que nunca deseaba hacerle daño a aquella mujer que ya conocía su condición y lo había aceptado como era o eso el buscaba pensar, pues necesitaba sentir que era aceptado con todos sus errores.

¡Todos tienen errores en esta vida! La cuestión es saber cómo sobrellevar cada uno de ellos. Quien dijo que los dos bandos no podían perder una guerra, pero eso el ya no lo veía como una competencia, ya era una tregua entre los dos para poder así buscar junto lo que en sus vidas de había perdido. Ella lo pedía y él se lo daba con gusto, toda su semilla fue derramada dentro de la mujer, manchando sus paredes y cada rincón de su sexo interno, algunos de sus fluidos salieron, rebozando las paredes, sus caderas dejaron de moverse para luego sin poder evitarlo cayó en aquella cama llena de fluidos y tan desordenaba que prácticamente estaba de cabezas, dejo salir un suspiro mientras aun sentía su sexo dentro de su interior y aquellas paredes apretándolo por el anterior orgasmo, de forma tranquila saco su sexo para tumbarse a un lado de la cortesana mientras de forma posesiva la acomodaba cerca de él. La quería tan cerca como pudiera, tanto como las horas que parecían más cortas de lo normal se lo permitieran.

-No lo sé…- dijo el después de meditar un poco la pregunta de la mujer –Tal vez no sea yo de ti, ni tú de mi- explico entrecerrando sus ojos. Su respiración aun agitada y su cuerpo cansado no lo dejaban pensar bien, el ya estaba en otro lado, pero no deseaba apartarse de ella por ningún segundo. Para el Mar se había convertido en un tesoro que se debía proteger a toda costa, una rosa con espinas que, aunque doliera tocarla, merecía la pena aguantar aquel sufrimiento para ver el cielo –Yo creo que ya no somos dos personas- dijo para luego mirarla sonriendo ampliamente –o eso quiero pensar yo Mon Amour- le susurro para luego besar aquellos labios falta de humedad, pero que pronto volverían a estar como eran antes.