Moonlight [Privado]

Ese terrible olor a muerte a sangre y a podrido solo era característico de uno de los tres vampiros que vivían con el acorralándole como maldito bocado, estaba vigilante desde hace mucho tiempo de los movimientos y de las características de estos seres cada uno con sus mañas y sus perversiones, sus estudios no estaba siendo en vano tuvo la oportunidad de matar a muchos pero su instinto de obediencia se lo impido maldita sea la hora en la que juro lealtad a uno de esos mosquitos, maldita la hora en la que con su magia negra capturo el alma de León, y maldita sea la hora en la que se convirtió en padre y protector de Dunkelheit, aquel ser al que ahora veía con mucho descontento. Maldecía su existencia pero no era estúpido sabía que uno de tantas noches podría haberlos matado, lo único que le detenía era la blandengue alma que cargaba, ojala hubiese forma de regresar o deshacerse del alma que llevaba martirizándolo hace años.

Su simple función era el mayordomo de ese linaje, su pecado haber jurado lealtad y haber privado al heredero de dos cosas para sus propios deseos y experimentos, ese veneno que recorría sus venas con una intensidad, el no poder dar una gota de su maldita sangre a otros inocentes. Camino despacio por la mansión siguiendo el rastro de sangre y fungiendo su trabajo, esclavizándose para Dunkelheit, lo espero en el recibidor, con ese aire joven, no había cambiado en nada físicamente desde la noche de su transformación, pero por dentro el gusano se retorcía como si le hubiesen echado limón encima. Después de haberse conseguido a ese vampirito como pareja al cual por cierto Fernand no conocía, solo lo había visto en un par de ocasiones pero nada más. Y entonces los ojos de su amo se cruzaron con los de él, lo que le obligo a salir haciendo una reverencia, examinando al ser de pies a cabeza, deseaba tanto ver a través de esa fachada de ángel y descubrir al demonio.

Pero si algo que caracterizaba al brujo es conocer a ese niño, pues él lo había criado e instruido mayor parte de su vida como humano y como inmortal también, era como un padre, la época en que Dunkelheit se desapareció y estuvo demasiado con León pasando de él ya había pasado, lo más reciente era lo que sucedió en los bajos mundos de Londres, añoraba esa ciudad, parís no le era interesante por ahora. – Joven Dunkelheit ¿Puedo ser de su ayuda en estos instantes? – quería acercarse, hablar de los recientes hechos y de cómo emprenderían el viaje si se lo ordenaba, su estilo fue nómada desde un principio y estar en parís durante estos meses ya era demasiado. Seguro que era la influencia y los sentimientos que el vampiro desarrollo por el que llamaba pareja, le enfermaba ver a esos dos, no los imaginaba si quiera juntos, pero Dunkelheit se parecía a su padre sucumbiendo en el amor así tan fácil eso sí que era patético se supone ellos no sienten, Fernand se preguntaba demasiado cómo funcionaba el mecanismo de esas bestias y estaba por descubrirlo esa noche aplicaría mano dura contra Dunkelheit.

Solo recibió burlar su interlocutor lo timaba con esas palabras llenas de reproches y de autoridad, típico de esos seres que se creen supremos sobre todas las cosas entonces tomo asiento mirándolo frente a frente no pensaba en despegar ni un segundo la vista, incluso ahora un parpadeo era peligroso. Cruzo una pierna sobre la otra gozando del respaldo cómodo que se le ofrecía respirando con lentitud, que hermosos eran esos seres con esa peculiaridad en su piel – Viejos tiempos vaya que los recuerdas, me conoces bien me temo no decir lo mismo el titulo como padre no lo merezco entonces – esos seres y el poder de leer la mente sin autorización con razón los cazadores los perseguían acusándolos de pecadores y demonios, guardo una pausa antes de continuar tenía muchas preguntas en mente para soltarlas de golpe – vamos empezando a calentar los ánimos yo también noto en tu actitud mi “querido hijo” que el amor te azota y tú a ese sentimiento te has vuelto débil no a fuerza si bien me entiendes – en un momento él fue parte de la farsa que Dunkelheit armo junto a León para que el primero se casara con susodicho desconocido. La luces empezaron a fallar las fuertes tormentas que azotaban le recordó a la antigua Grecia y sus amplios conocimientos en la medicina y brujería también el como estafaron a los poetas y gobernadores del tiempo, el destierro de Ovidio y demás sucesos los esclavos que trabajaron para ellos sustituyendo su trabajo mientras su “querido hijo” se paseaba por ahí en las noches tomando la sangre de las mujeres junto con León. – mi estimado contéstame qué nos detiene aquí? – quería largarse tomar la travesía de viajar de nuevo por medio oriente como si fueran leyenda tres estafadores y él siendo el cerebro del equipo junto a sus dos bestias.

¿Estas acobardándote? – empezó a sonríe era la oportunidad esto era por lo que había estado esperando, tanto tiempo justo ahora tenía las armas con las cuales ayudaría y mataría a ese maldito heredero “detente Isaak” escucho resonar era esa alma molesta, que estupidez – Te propongo algo, ¿quieres dormir bajo tierra para olvidar?, eres cobarde, no escucharas ruido alguno, no sabrás nada del mundo hasta que olvides podrás salir nuevamente a la luz de la luna – saco de la bolsa del chaleco un pequeño frasco cristalino que parecía contener agua, pero no era más que un poderoso veneno con el que había experimentado noche tras noche después de capturar a algunos vampiros. – guárdalo, esperaré cuando sea el momento se que no querrás los recuerdos de tu cobardía – bajo la mirada al ver como Dunkelheit tomaba el frasco entre sus largos dedos mirándole a través, típico iba a desconfiar pero arriesgar merece la pena.

Canto victoria segura contra su querido hijo, cuando el veneno se desprendía por todo su cuerpo un letal veneno que había perfeccionando desde hacia tiempo ahora tendría la oportunidad para desatar el nudo que le unía al linaje familiar de Dunkelheit que claro terminaba justo ahora se levanto mirando el frasquito viendo a ese ser retorciéndose casi suplicándole recordó aquella vez de su transformación igual esa cara de eterno sufrimiento malditos seres de las sombras maldito dios que permite que existan chaqueo la lengua moviendo el dedo negando –pobre te has confiando, para que veas papi es severo cuando le desobedecen – se acuclillo contra el cadáver tomando el rostro frio pensó en ser tan cortes y blandengue como León – tú me debes mucho hijo mío tu rebeldía supero mi paciencia ahora pagaras – empezó a reír de manera amable y dulce tan tranquilo y sereno de la vida, llevando el cuerpo de su niño al carruaje que tenia preparado fuera – tu cuerpo se ira adormeciendo, ~Duerme ya mi niño, duerme entre mis brazos que la luz de la noche te cuidaran y la luna una cuna te hará~ - como si trajera un bebe empezó a cantar acomodándolo dentro del carruaje se lo llevaría lejos, para jamás regresarlo con los vivos.