AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
2 participantes
Página 1 de 1.
Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
1748 D.C. – Ciudad de Cochem - 21:00
El joven inmortal caminaba lentamente por las poco transitadas calles de la pequeña ciudad de Cochem. Sus ojos viajaban constantemente entre el suelo ante sí y las casa y negocios que flanqueaban su ruta. La escena resultaba sumamente pintoresca, con las construcciones de tipo medieval débilmente iluminadas por velas y candelabros y los lugareños un tanto huraños y recelosos de los extranjeros, si tan solo estuviese de un humor un poco más empático podría regocijarse de encontrase en aquel lugar, pero la frustración y la desilusión antecedieron por mucho a la posible admiración que sintiese. Sus ropajes evidenciaban las duras jornadas que había sufrido en medio del vertiginoso viaje. Durante semanas se había desplazado de pueblo en pueblo siguiendo la ruta de uno de los vástago de los d'Auxerre. Sin embargo el pequeño bastardo había resultado ser más escurridizo de lo que Vincent había calculado y ahora, finalmente, lo daba por perdido. Blasfemó en voz baja maldiciéndose a sí mismo por haberle subestimado ¿Quién diría que un vampiro tan tierno podría tomar tal ventaja en tan poco tiempo? A pesar del polvo que se acumulaba encima de él, aún podía notarse la fortuna que le respaldaba. La tela, los encajes, el oro en los bordados y el brillo en los botones. Tal vez si su apariencia fuese un poco más humilde hubiese sido recibido con un poco menos de hostilidad… pero eso no importaba, después de todo no era el calor del hogar lo que buscaba.
Emitió un sonoro suspiro mientras se detenía en las inmediaciones de la plaza principal. Se encontraba cansado, más del alma que del cuerpo, y sediento, muy sediento. La tarea a la que se había encomendado le parecía ahora tan fútil como ridícula. Bien podría haberse quedado en Italia, ahora mismo estaría complaciendo a alguna hermosa joven de la cual después bebería sin contemplación. En su lugar estaba rodeado de decrepitas estructuras y sin mejores prospectos para una cena temprana que rechonchas y grasientas comadronas. Era este un pensamiento completamente sin sentido pues él sabía muy bien que, de ninguna manera, podría haberse resistido a emprender el viaje. La venganza que anidaba en sus venas se había encendido como una hoguera incontenible al enterarse de la proximidad del joven d'Auxerre, y no estaba en su temperamento el permitir que tal oportunidad se escapase de entre sus manos, debía hacer todo lo posible por darle alcance. Su objetivo era simple: utilizar al vástago como una fuente de información acerca de aquel al que buscaba con mayor fervor. En el mejor de los casos obtendría algunos datos de los cuales valerse, en el peor se divertiría un poco con la progenie de aquella pútrida estirpe. Pero no le había dado alcance y la vergüenza que aquello implicaba le hacía querer arrancarse jirones de su propia piel.
Los ojos claros se elevaron hasta la silueta de lo que fue el majestuoso castillo de Reichsburg, ahora convertido en ruinas calcinadas abandonadas en la cima de la colina que custodiaba la población. La estructura se erguía hacia el cielo despejado como un monstruo negro y gigantesco que estuviese a punto de echarse encima de la ciudad que reposaba a sus pies. Aquella imagen le arrancó finalmente una sonrisa. Si, en otras circunstancias hubiese podido disfrutar de la belleza del lugar. algunos segundos después inicio de nuevo la lenta caminata, atravesando la plaza y adentrándose en las calles que la circundaban. Al parecer se dirigía hacia una de las zonas menos favorecidas de la ciudad, de esas en las cuales abundan los mendigos y ladrones y donde la venta de los cuerpos en la moneda de transacción favorita. – Es una noche fría para que se encuentre solo en mitad de la noche. A cambio de algunas monedas yo podría calentarle – la mirada cayó sobre una humana de edad avanzada que mostraba sin pudor alguno sus pobres atributos. Vincent la observó sin evidenciar emoción alguna. Los ropajes, la postura, la cadencia al hablar, todo indicaba la profesión de la mujer como si tuviese un enorme cartel colgado al cuello, uno que ella, sin lugar a dudas, no podría leer. - ¡Oh querida! ¿Cómo podría negarme ante tan cálida y tentadora invitación? – le preguntó llevándose la mano al pecho y ofreciéndole una mirada animada. Claro que le calentaría aunque tal vez no de la forma en la que ella esperaba.
Algunos minutos después el cuerpo sin vida de la mujer caía pesadamente sobre los adoquines de un oscuro y solitario callejón. En la mañana encontraría algunas monedas apiladas en el suelo junto a ella. Era una lástima que para calentarle hubiese requerido vaciarla y que, al final de cuentas, ella no pudiese disfrutar del dinero que tanto perseguía. Sonriendo maliciosamente, y sintiendo que su ánimo mejoraba poco a poco, el joven inició el ascenso por el camino que le llevaría hasta las ruinas del castillo que tanto le habían llamado la atención.
Última edición por Vincent de Bordeaux el Sáb Ago 23, 2014 8:55 pm, editado 3 veces
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Deja que te enseñe la maldición propia que represento,
que de la familiar nos enteraremos luego."
que de la familiar nos enteraremos luego."
Por placer, por negocios, por cambiar de ambiente... cualquier excusa es buena para emprender un viaje y darle a la mente un cambio total y, Cochem era uno de esos lugares con magia para poder mutar cualquier idea y plagarla de una de las más exquisitas bellezas de Alemania.
Las casas, todas ellas de tejados, parecían replicarse una y otra vez sin perder un ápice de belleza. Algunas en el casco antiguo estaban entramadas al clásico estilo alemán y contaban en su conjunto con murallas medievales, iglesias y un antiguo monasterio. Su castillo en lo alto de la colina sobresalía junto al río Mosela engalanando todo el verde valle a modo de terminación de un paisaje espectacular. Era un castillo feudal de estilo gótico antiguo al que llamaban Reichsburg, el mismo llevaba ya unos buenos años allí y era sin duda lo más hermoso que podía tener aquél pueblo pese a estar casi en ruinas por un evidente incendio.
Definitivamente Vibeke se sentía fascinada de cada detalle a su paso: la gente tan variada y tan curiosa de los nuevos, el río, el olor a pino en el aire, el humo saliendo de las chimeneas, el aroma del buen vino y de los viñedos de la campiña... todo la embelesaba de sobremanera y el hecho de no haber visto hasta ahora ni un sólo vampiro le resultaba todavía más atrayente. Aquello último podría indicar muchas cosas, quizás había inquisidores o cazadores fuertes; tal vez no se sentían atraídos por Cochem como lugar de residencia al ser tan pequeño o, sencillamente no se había cruzado a ninguno en aquél antiguo casco medieval que representaba la región. ¿Pero todo eran tan feliz como aparentaba? a ella poco le importaba eso, podía encontrarle belleza a cosas que otros denominarían horrendas, podría reír del caos y de la muerte misma como ya venía haciendo y como tanto le gustaba.
En la primera noche en Cochem, Vibeke se había dedicado a caminar por ahí, a recorrer un par de lugares donde encontraría buenos candidatos para donarle su sangre de un modo no tan voluntario y a probar el famoso vino de la región en algún bar cualquiera que estuviese abierto en plena noche de jueves. En cuanto el anochecer del viernes cayó, su determinación se centraba en el castillo, en las ruinas de lo que una vez fue majestuosidad. Creía firmemente que las ruinas tenían tantas historias que contar y tantos detalles en su existencia como ladrillos las componen. O tal vez no. Pero el hecho de pensar en un castillo imponente y en ruinas ya le planteaba un dato tentador debido a su espíritu curioso e incluso recordaba todos aquellos a los cuales no se resistió en su natal Noruega. Con ánimo se vistió con uno de sus habituales corsés de colores oscuros y matizados con un poco de rojo, y una falda larga típica de la época pero carente de multitud de enaguas y todo el montón de cosas incómodas que solían usar las mujeres bajo la ropa. Ella no se complicaba con nada, ni con la ropa, ni con esos zapatos de elevadísima estatura que utilizaba y manejaba sin molestia alguna, ni con los lugareños huraños y menos con los brujos que se cruzaba y le susurraban cosas. Todo era parte del encanto del viaje, incluida la pendiente que tenía que subir aquella noche para poder llegar a las ruinas.
Sin prejuicios llegó rápido a uno de los tantos inicios de la pendiente y lo bordeo hasta llegar al que parecía el camino más oscuro de todos ¿Estaría vigilado el lugar? eso era lo de menos, al igual que la iluminación eran cosas que realmente no tenían importancia alguna. Se sonrió y recogió la falda un poco con ambas manos para empezar el ascenso casi a la carrera, como si la emoción la dominara cual niño pequeño presto a una travesura. No obstante, antes de emprender el recorrido, reconoció a la distancia a otro vampiro que se acercaba. Era el primero que veía y aunque no estaba segura de sí había alcanzado él a verla, se valió de una ilusión a modo de espejo para camuflar su aura de aquél desconocido. Lo aguardó, en absoluto silencio esperó que él comenzara el ascenso para seguirlo con cuidado, analizarlo con detalle y, quien quita, quizás jugar un poco con él en cuanto llegaran a la cima. Para bien o para mal ajeno, ella planeaba pasar una buena noche en medio de las ruinas. Como regalo o maldición de dioses, aquél extraño sería su víctima, decidió, como si confiara demasiado en sí misma; como si depositara toda su confianza en sus dones y en su gusto y talento por el teatro, como si aquél hombre fuera tan sencillo de dominar como los otros a los que estaba acostumbrada.
Las casas, todas ellas de tejados, parecían replicarse una y otra vez sin perder un ápice de belleza. Algunas en el casco antiguo estaban entramadas al clásico estilo alemán y contaban en su conjunto con murallas medievales, iglesias y un antiguo monasterio. Su castillo en lo alto de la colina sobresalía junto al río Mosela engalanando todo el verde valle a modo de terminación de un paisaje espectacular. Era un castillo feudal de estilo gótico antiguo al que llamaban Reichsburg, el mismo llevaba ya unos buenos años allí y era sin duda lo más hermoso que podía tener aquél pueblo pese a estar casi en ruinas por un evidente incendio.
Definitivamente Vibeke se sentía fascinada de cada detalle a su paso: la gente tan variada y tan curiosa de los nuevos, el río, el olor a pino en el aire, el humo saliendo de las chimeneas, el aroma del buen vino y de los viñedos de la campiña... todo la embelesaba de sobremanera y el hecho de no haber visto hasta ahora ni un sólo vampiro le resultaba todavía más atrayente. Aquello último podría indicar muchas cosas, quizás había inquisidores o cazadores fuertes; tal vez no se sentían atraídos por Cochem como lugar de residencia al ser tan pequeño o, sencillamente no se había cruzado a ninguno en aquél antiguo casco medieval que representaba la región. ¿Pero todo eran tan feliz como aparentaba? a ella poco le importaba eso, podía encontrarle belleza a cosas que otros denominarían horrendas, podría reír del caos y de la muerte misma como ya venía haciendo y como tanto le gustaba.
En la primera noche en Cochem, Vibeke se había dedicado a caminar por ahí, a recorrer un par de lugares donde encontraría buenos candidatos para donarle su sangre de un modo no tan voluntario y a probar el famoso vino de la región en algún bar cualquiera que estuviese abierto en plena noche de jueves. En cuanto el anochecer del viernes cayó, su determinación se centraba en el castillo, en las ruinas de lo que una vez fue majestuosidad. Creía firmemente que las ruinas tenían tantas historias que contar y tantos detalles en su existencia como ladrillos las componen. O tal vez no. Pero el hecho de pensar en un castillo imponente y en ruinas ya le planteaba un dato tentador debido a su espíritu curioso e incluso recordaba todos aquellos a los cuales no se resistió en su natal Noruega. Con ánimo se vistió con uno de sus habituales corsés de colores oscuros y matizados con un poco de rojo, y una falda larga típica de la época pero carente de multitud de enaguas y todo el montón de cosas incómodas que solían usar las mujeres bajo la ropa. Ella no se complicaba con nada, ni con la ropa, ni con esos zapatos de elevadísima estatura que utilizaba y manejaba sin molestia alguna, ni con los lugareños huraños y menos con los brujos que se cruzaba y le susurraban cosas. Todo era parte del encanto del viaje, incluida la pendiente que tenía que subir aquella noche para poder llegar a las ruinas.
Sin prejuicios llegó rápido a uno de los tantos inicios de la pendiente y lo bordeo hasta llegar al que parecía el camino más oscuro de todos ¿Estaría vigilado el lugar? eso era lo de menos, al igual que la iluminación eran cosas que realmente no tenían importancia alguna. Se sonrió y recogió la falda un poco con ambas manos para empezar el ascenso casi a la carrera, como si la emoción la dominara cual niño pequeño presto a una travesura. No obstante, antes de emprender el recorrido, reconoció a la distancia a otro vampiro que se acercaba. Era el primero que veía y aunque no estaba segura de sí había alcanzado él a verla, se valió de una ilusión a modo de espejo para camuflar su aura de aquél desconocido. Lo aguardó, en absoluto silencio esperó que él comenzara el ascenso para seguirlo con cuidado, analizarlo con detalle y, quien quita, quizás jugar un poco con él en cuanto llegaran a la cima. Para bien o para mal ajeno, ella planeaba pasar una buena noche en medio de las ruinas. Como regalo o maldición de dioses, aquél extraño sería su víctima, decidió, como si confiara demasiado en sí misma; como si depositara toda su confianza en sus dones y en su gusto y talento por el teatro, como si aquél hombre fuera tan sencillo de dominar como los otros a los que estaba acostumbrada.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
Aunque la mente de Vincent divagaba en un mar de recuerdos mientras ascendía por el camino que le llevaría hasta las ruinas del castillo, era perfectamente consciente de los detalles que le rodeaban. El mover el peso de su cuerpo hacia adelante era necesario debido a la inclinación de la escarpada ruta de ascenso. Evidentemente había pasado algún tiempo desde que los lugareños transitaran el camino con regularidad por lo que el terreno no se encontraba tan asentado y firme como un viajero pudiera desear y la maleza y otros arbustos crecían y se estiraban ocupando parte del espacio artificial creado incontables años atrás. Nada de aquello representaba un verdadero problema para él, por supuesto, solo era apreciaciones superficiales que su mente realizaba de manera automática. Con facilidad retiró del camino una enorme rama caída lanzándola con fuerza por la ladera. Su apetito había sido parcialmente contenido gracias a la sangre de la mujer que le hubiese ofrecido su cuerpo. Chasqueo la lengua. No era tan apetitosa como podría haber sido una jovencilla pero sangre era sangre y su garganta había agradecido igual el preciado líquido cuando fue derramado en su interior. No pensó en la muerte de la mujer. Era un tema que lo traía sin cuidado esa noche, sin embargo si pensó en el joven que le había llevado hasta esa remota construcción. Maldito fuese por su astucia, se había escurrido de entre sus dedos con la astucia de un zorro. Sintió el sabor amargo de la derrota en su boca mientras un profundo gruñido escapa de sus labios.
El resto del ascenso fue constante y en un abrir y cerrar de ojos se encontró frente a las primeras muestras de lo que antaño era una imponente y elegante construcción. Poco a poco su mente se empezó a enfocar en una sensación poco placentera que se instaba sobre su piel. Atribuyendo su creciente inquietud a los sentimientos negativos generados por que su objetivo hubiese escapado les dejo momentáneamente a un lado mientras observaba lo que se presentaba ante sí. Joder, aquellas piedras le hacían sentir como solo un retoño. Sin detenerse se internó en el complejo encontrando que entre más caminaba había menos devastación. Al parecer parte de la estructura había sobrevivido al incendio y tuvo la esperanza de que algunas de las estancias internas estuviesen incluso en buen estado. Se encontraba en una estancia enorme y parcialmente destruida la cual, muy seguramente, formaba parte del patio exterior cuando notó un movimiento involuntario en su mano derecha. Algo no estaba bien y el pensamiento fue inmediatamente acompañado de una punzante sensación de ser observado. Así que esa era la explicación para su inquietud. No se trataba de malestar consigo mismo, sino de alguien con la habilidad suficiente como para ocultarse de sus sensibles sentidos durante todo el ascenso hasta el castillo. Alguien que continuaba observándole justo ahora ¿pero donde se encontraba? Con apenas un impulso cerró su mente evitando así la posibilidad de que quien quiera que se encontrase interesado en su presencia pudiese husmear sin consentimiento, eso, claro, suponiendo que contara con tal habilidad. Se detuvo por completo junto a uno de los muros que aún se mantenía en pie y permaneció allí por algunos segundos luego de los cuales aspiró profundamente, inhalando los aromas que le rodeaban en busca de algo inusual. Y su empeño no fue en vano pues mezclado con el olor a piedra antigua, tierra y toda clase de vegetales había un aroma que resaltaba y chocaba al mismo tiempo.
– Podría valorar tanto interés por solo un forastero que desea observar de cerca tan magnificas ruinas si no fuera por el hecho de que no aprecio el que me espíen – habló con un tono tranquilo pero alto, asegurando que fuese fácilmente escuchado y que se manifestara la mismo tiempo tranquilidad y aplomo a pesar de encontrarse en una posición de incertidumbre. Su mano se posó ligeramente sobre la pulida roca antes de girarse y enfrentar la oscuridad desde donde el aroma llegaba con mayor intensidad – Teniendo en cuenta que le he descubierto, por no mencionar los terribles modales que me está manifestando al observarme sin una presentación adecuada ¿le parece si damos por finalizado el escrutinio subrepticio? – preguntó mientras se mezclaban dos sentimientos muy conocidos para él: por un lado la curiosidad de conocer a quien había atraído lo suficiente como para le siguiera hasta allí y, por otro, la aprehensión por desconocer la fuerza con la cual podría llegar a tener que enfrentarse. No era tan estúpido como para pensar que podía manejar cualquier situación, además había muchas bocas que besar aún como para ponerse en riesgo sin ningún objetivo o recompensa que valiera la pena el malestar. Además debía considerar el hecho de que quien quiera que fuese había podido esconderse eficazmente y haberle seguido hasta allá arriba sin que él notara su presencia. No solía ser tan descuidado, había bajado la guardia y permitido que sus recuerdos y pensamientos efímeros se sobrepusieran a la alerta ante posibles riesgos. A decir verdad eso lo enfadaba un poco aunque suponía que a ningún depredador le agradaba ser tomado por sorpresa. – Por favor, salga a donde pueda verle. Le prometo que no le morderé… a menos que usted me incite a ello, claro está – exhibió una sonrisa maliciosa lo suficientemente amplia como para que sus pronunciados caninos fuesen claramente visibles. Luego esperó con calma y cautela a que el destino de la noche mostrara su rostro.
El resto del ascenso fue constante y en un abrir y cerrar de ojos se encontró frente a las primeras muestras de lo que antaño era una imponente y elegante construcción. Poco a poco su mente se empezó a enfocar en una sensación poco placentera que se instaba sobre su piel. Atribuyendo su creciente inquietud a los sentimientos negativos generados por que su objetivo hubiese escapado les dejo momentáneamente a un lado mientras observaba lo que se presentaba ante sí. Joder, aquellas piedras le hacían sentir como solo un retoño. Sin detenerse se internó en el complejo encontrando que entre más caminaba había menos devastación. Al parecer parte de la estructura había sobrevivido al incendio y tuvo la esperanza de que algunas de las estancias internas estuviesen incluso en buen estado. Se encontraba en una estancia enorme y parcialmente destruida la cual, muy seguramente, formaba parte del patio exterior cuando notó un movimiento involuntario en su mano derecha. Algo no estaba bien y el pensamiento fue inmediatamente acompañado de una punzante sensación de ser observado. Así que esa era la explicación para su inquietud. No se trataba de malestar consigo mismo, sino de alguien con la habilidad suficiente como para ocultarse de sus sensibles sentidos durante todo el ascenso hasta el castillo. Alguien que continuaba observándole justo ahora ¿pero donde se encontraba? Con apenas un impulso cerró su mente evitando así la posibilidad de que quien quiera que se encontrase interesado en su presencia pudiese husmear sin consentimiento, eso, claro, suponiendo que contara con tal habilidad. Se detuvo por completo junto a uno de los muros que aún se mantenía en pie y permaneció allí por algunos segundos luego de los cuales aspiró profundamente, inhalando los aromas que le rodeaban en busca de algo inusual. Y su empeño no fue en vano pues mezclado con el olor a piedra antigua, tierra y toda clase de vegetales había un aroma que resaltaba y chocaba al mismo tiempo.
– Podría valorar tanto interés por solo un forastero que desea observar de cerca tan magnificas ruinas si no fuera por el hecho de que no aprecio el que me espíen – habló con un tono tranquilo pero alto, asegurando que fuese fácilmente escuchado y que se manifestara la mismo tiempo tranquilidad y aplomo a pesar de encontrarse en una posición de incertidumbre. Su mano se posó ligeramente sobre la pulida roca antes de girarse y enfrentar la oscuridad desde donde el aroma llegaba con mayor intensidad – Teniendo en cuenta que le he descubierto, por no mencionar los terribles modales que me está manifestando al observarme sin una presentación adecuada ¿le parece si damos por finalizado el escrutinio subrepticio? – preguntó mientras se mezclaban dos sentimientos muy conocidos para él: por un lado la curiosidad de conocer a quien había atraído lo suficiente como para le siguiera hasta allí y, por otro, la aprehensión por desconocer la fuerza con la cual podría llegar a tener que enfrentarse. No era tan estúpido como para pensar que podía manejar cualquier situación, además había muchas bocas que besar aún como para ponerse en riesgo sin ningún objetivo o recompensa que valiera la pena el malestar. Además debía considerar el hecho de que quien quiera que fuese había podido esconderse eficazmente y haberle seguido hasta allá arriba sin que él notara su presencia. No solía ser tan descuidado, había bajado la guardia y permitido que sus recuerdos y pensamientos efímeros se sobrepusieran a la alerta ante posibles riesgos. A decir verdad eso lo enfadaba un poco aunque suponía que a ningún depredador le agradaba ser tomado por sorpresa. – Por favor, salga a donde pueda verle. Le prometo que no le morderé… a menos que usted me incite a ello, claro está – exhibió una sonrisa maliciosa lo suficientemente amplia como para que sus pronunciados caninos fuesen claramente visibles. Luego esperó con calma y cautela a que el destino de la noche mostrara su rostro.
Última edición por Vincent de Bordeaux el Vie Mayo 23, 2014 2:55 pm, editado 1 vez
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Y es que la curiosidad es el principal motor de mis ganas de todo"
Vibeke no dejó de observarlo ni por un minuto en aquél particular ascenso. Se permitió incluso sondear sus pensamientos al verlo con gesto molesto y ella sonreía en una ciega respuesta a eso, como si no encontrara nada de malo en sus gestos airados o como si le pareciera la cosa más divertida del mundo. En cierto modo aquél sujeto parecía fiero en medio de la aparente frustración o enojo que sentía y a Vibeke le florecía la curiosidad y la malicia a causa de aquello. En cierta medida, la inmortal se deleitaba con las muestras de maldad que daban los hombres y cada gesto fuerte la atraía como un imán ¿Con qué propósito se dirigía él hacia las ruinas? si buscaba paz, seguro que no la encontraría, aunque no aparentaba buscar eso específicamente y por ello mismo la mujer no bajó la guardia y se limitó a examinarlo con el mayor detalle que le fue posible antes de pretender mostrarse.
A medida que caminaba, debía ir esquivando todo con aquellos elevados zapatos que no habían sido diseñados para caminos escarpados por más que fuera dominados con tal agilidad. Si bien mantenía la ilusión visual, acústicamente la situación era diferente y los crecidos pastos con todo lo que pudiera encontrar allí era un delator permanente. Cada que algo resbalaba, ella se veía en la obligación de extender un poco más la ilusión para que apareciera cualquier animalejo que pudiera ser el causante del ruido que producía una que otra roca que se deslizaba pendiente abajo. Sin duda alguna, Vibeke amaba, disfrutaba y aprovechaba su don de la ilusión y aquél estorboso camino no le suponía pesares teniendo tal arma a su favor. No obstante, el vampiro notó su presencia de algún modo -como era de esperarse- y cuando cerró la mente, la noruega supo con claridad que él también tomaba sus precauciones. Pero con descaro, Vibeke se movió por la estancia a la que el desconocido llegó primero una vez terminó de subir la incómoda pendiente. Caminó en un semicírculo alrededor de donde él estaba y a sus espaldas se sentó sobre parte de las ruinas que caían sobre ese lugar de grandes dimensiones como si las piedras pudiesen ser absolutamente cómodas y estuviesen puestas para su propósito inmediato.
En medio de la oscuridad lo observaba con facilidad cual si fuese un felino y, parte de su actitud la hacía parecer tal. Vibeke acechaba, se camuflaba y atacaba si era necesario. Pero también era de elegir presas y juguetes con la misma intensidad con la que podría buscar su cena. -¿Podemos hablar de modales?- su voz resonó con suavidad en una respuesta llena de absoluto sarcasmo y la ilusión desapareció por completo, dejándola a ella sentada frente a él, con la pierna cruzada y las faldas cayendo sobre sus piernas mientras ella sonreía con gesto soberbio y golpeteaba los dedos en su rodilla dejando ver sus uñas de color carmín. Evidentemente ella no tenía temor de aquél desconocido y, si evaluaba las palabras de aquél, parecía más de ese tipo de hombres que les gusta ser tratado educadamente o, mejor dicho, dándole cierta pleitesía.
-Se comporta usted como todo un comandante, pero no voy a salir con las manos en alto ni a pedir perdón por observar a quien decidió tomar el mismo camino luego de mí- se encogió de hombros y ni por un momento la sonrisa se le desdibujó de aquellos labios matizados del mismo tono de sus muy cuidadas uñas. Curiosamente, aquella actitud del hombre le producía ganas de haber actuado en un rol diferente y haberlo engañado durante un momento más como le era costumbre, ella no adoraba a Loki por nada, lo hacía porque era su modelo de engañador favorito. No obstante quería ver cómo reaccionaría él en cuanto la viera tan campante y llena de cinismo con una posición tan relajada. -Aunque si amenaza con morderme en serio, quizás puedo pensármelo un poco más- una pequeña risa se escapó de sus labios y no le retiró la mirada en ningún momento. ¿Dónde quedaba el sujeto de gesto enojado de antes? Quizás sólo lo disimulaba para mostrar la confianza que sólo pueden tener los hombres más letales y calculadores y, en esa medida, las cosas se tornarían más interesantes fuera cual fuera el camino que tomaran. Ella era una mujer de armas tomar, sin miedos, sin prejuicios, sin tabús. Su personalidad rayaba en lo pagano y era por completo evidente. Su cuerpo no era cubierto como el de cualquier dama típica de sociedad aunque bien que podría comportarse como una si así se le daba la gana. Pero más allá de eso, Vibeke pensaba que la inmortalidad debía de aprovecharse al máximo y tomarse por las riendas antes de dejarse manejar por la época que fuera y, en muchos casos, por la persona que fuera.
A medida que caminaba, debía ir esquivando todo con aquellos elevados zapatos que no habían sido diseñados para caminos escarpados por más que fuera dominados con tal agilidad. Si bien mantenía la ilusión visual, acústicamente la situación era diferente y los crecidos pastos con todo lo que pudiera encontrar allí era un delator permanente. Cada que algo resbalaba, ella se veía en la obligación de extender un poco más la ilusión para que apareciera cualquier animalejo que pudiera ser el causante del ruido que producía una que otra roca que se deslizaba pendiente abajo. Sin duda alguna, Vibeke amaba, disfrutaba y aprovechaba su don de la ilusión y aquél estorboso camino no le suponía pesares teniendo tal arma a su favor. No obstante, el vampiro notó su presencia de algún modo -como era de esperarse- y cuando cerró la mente, la noruega supo con claridad que él también tomaba sus precauciones. Pero con descaro, Vibeke se movió por la estancia a la que el desconocido llegó primero una vez terminó de subir la incómoda pendiente. Caminó en un semicírculo alrededor de donde él estaba y a sus espaldas se sentó sobre parte de las ruinas que caían sobre ese lugar de grandes dimensiones como si las piedras pudiesen ser absolutamente cómodas y estuviesen puestas para su propósito inmediato.
En medio de la oscuridad lo observaba con facilidad cual si fuese un felino y, parte de su actitud la hacía parecer tal. Vibeke acechaba, se camuflaba y atacaba si era necesario. Pero también era de elegir presas y juguetes con la misma intensidad con la que podría buscar su cena. -¿Podemos hablar de modales?- su voz resonó con suavidad en una respuesta llena de absoluto sarcasmo y la ilusión desapareció por completo, dejándola a ella sentada frente a él, con la pierna cruzada y las faldas cayendo sobre sus piernas mientras ella sonreía con gesto soberbio y golpeteaba los dedos en su rodilla dejando ver sus uñas de color carmín. Evidentemente ella no tenía temor de aquél desconocido y, si evaluaba las palabras de aquél, parecía más de ese tipo de hombres que les gusta ser tratado educadamente o, mejor dicho, dándole cierta pleitesía.
-Se comporta usted como todo un comandante, pero no voy a salir con las manos en alto ni a pedir perdón por observar a quien decidió tomar el mismo camino luego de mí- se encogió de hombros y ni por un momento la sonrisa se le desdibujó de aquellos labios matizados del mismo tono de sus muy cuidadas uñas. Curiosamente, aquella actitud del hombre le producía ganas de haber actuado en un rol diferente y haberlo engañado durante un momento más como le era costumbre, ella no adoraba a Loki por nada, lo hacía porque era su modelo de engañador favorito. No obstante quería ver cómo reaccionaría él en cuanto la viera tan campante y llena de cinismo con una posición tan relajada. -Aunque si amenaza con morderme en serio, quizás puedo pensármelo un poco más- una pequeña risa se escapó de sus labios y no le retiró la mirada en ningún momento. ¿Dónde quedaba el sujeto de gesto enojado de antes? Quizás sólo lo disimulaba para mostrar la confianza que sólo pueden tener los hombres más letales y calculadores y, en esa medida, las cosas se tornarían más interesantes fuera cual fuera el camino que tomaran. Ella era una mujer de armas tomar, sin miedos, sin prejuicios, sin tabús. Su personalidad rayaba en lo pagano y era por completo evidente. Su cuerpo no era cubierto como el de cualquier dama típica de sociedad aunque bien que podría comportarse como una si así se le daba la gana. Pero más allá de eso, Vibeke pensaba que la inmortalidad debía de aprovecharse al máximo y tomarse por las riendas antes de dejarse manejar por la época que fuera y, en muchos casos, por la persona que fuera.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
“Talk to me woman
Quench my desire, I don't like a lady
Talk to me baby, Give in to me”
Quench my desire, I don't like a lady
Talk to me baby, Give in to me”
La mente humana madura conforme los años pasan en compañía de dolores y alegrías. Con cada nueva experiencia se fortalecen las conexiones y la complejidad de los pensamientos. Las decisiones tomadas cambian a media que pueden percibirse más fácilmente los peligros y juzgar con mayor claridad los riesgos que estos suponen, incluyendo en las mismas aspectos relacionados con la moral y el buen juicio. En resumen, entre más viejos más sabios. Por supuesto lo anterior no aplica a todos los humanos, siempre hay un gran grupo que prefiere ignorar cualquier tipo de aprendizaje y prefiere regodearse en la estupidez de repetir viejos errores e ignorar el pasado. Aún así cualquiera pensaría que pasar, duplicar o triplicar la centuria sería tiempo más que suficiente para que la mente se organizara hasta para el más terco. La verdad no podría estar más alejada de esa hipótesis. Tal vez los inmortales detenían, o desaceleraban su evolución mental así como se detenía el envejecimiento y cualquier tipo de decrepitud física. O quizás la falsa idea de contar con todo el tiempo que deseasen les sumergía en una suerte de letargo intelectual. La pregunta crucial era ¿ocurría esto con todos los vampiros o solo era Vincent negándose a madurar? Con los años que tenía debería ser lo suficientemente sabio y reflexivo como para reconocer que tenía el cerebro sobre sus hombros y no entre sus piernas. Sí, bueno, mala suerte para cualquiera al que ese pequeño detalle le molestase.
En ese orden de ideas no era de extrañar que toda la frustración y la ira que motivaban sus pasos fueran desplazas automáticamente a un segundo plano en cuanto escuchó la melodiosa voz de una fémina contestándole segundos antes de que pudiese verla en todo su esplendor. Tenía frente a sí, en un lugar en el cual antes no había estado, una hermosa vampiresa de cabellos muy pálidos que le observaba fijamente mientras tamborileaba unos dedos con largas y rojas uñas sobre sus rodillas. La primera idea que le cruzó por la mente fue que ella era mucho mayor, la segunda que resultaba sumamente atractiva y la tercera que la forma en que la tela de su falda caía con suavidad sobre sus piernas flexionadas tenía un fuerte significado. Jum, ¡interesante! Cualquier mujer que siguiese las reglas de la moda llevaría bajo aquella tela montones de enaguas que le dieran volumen. Algo que resultaba, a su parecer, no solo innecesario sino sumamente incomodo al momento de intentar acceder a lo que bajo ellas se escondía. – Oh, supongo que espera usted entonces que sea yo quien se disculpe… deberá reconocer al menos que no he tenido la descortesía de espiarla bajo una ilusión que, ahora que toco el tema, alabo por su perfección – el tono de sus palabras denotaba el espíritu juguetón que empezaba a florecer en su interior. Poco le importaba el hecho de que ella hubiese tomado el camino en primera instancia, eso no la habilitaba para haberle seguido a hurtadillas pero no pensaba ahondar en el tema.
Mantuvo sobre sus labios la sonrisa maliciosa mientras observaba y escuchaba. No deseaba bajar por completo la guardia pero tampoco descartaba el relajarse un poco. Con lentitud despegó la mano de la roca en la que se encontraba y se permitió mover los hombros hacia atrás. Luego avanzó, con seguridad pero lentamente hacia el sitio donde ella se encontraba. Era mucho más alto y pesado pero eso no descartaba que ella pudiese vencerlo, después de todo las reglas de la física se alteraban cuando la “magia inmortal” estaba de por medio. Por alguna razón pensar en ella derribándole lo excitó. Se detuvo frente a ella, guardando para sí el gruñido que pugnaba por salir mientras detallaba desde su pálida cabellera hasta sus altas e incomodas zapatillas, deteniéndose, más de lo normalmente aceptado, en el lleno e incitante escote. – Dudo que un simple mordisco consiga tal prodigio pero estoy dispuesto a probarlo… nada pierdo con intentar – le obsequió un guiño – piénselo y pida, nada me gustaría más que complacerla – en ese momento, mientras humedecía sus labios, manipuló el broche que reposaba en su cuello y permitió que la pesada capa de viaje resbalara pesadamente a sus pies – Vincent, Signorina, a su servicio – palabras sencillas con doble intención, por supuesto. Estiró una de sus manos descubiertas invitando a la vampiresa no solo a que se presentara sino, además, a que tuviera la gentileza (¿o tal vez la temeridad?) de ofrecerle su mano.
En ese orden de ideas no era de extrañar que toda la frustración y la ira que motivaban sus pasos fueran desplazas automáticamente a un segundo plano en cuanto escuchó la melodiosa voz de una fémina contestándole segundos antes de que pudiese verla en todo su esplendor. Tenía frente a sí, en un lugar en el cual antes no había estado, una hermosa vampiresa de cabellos muy pálidos que le observaba fijamente mientras tamborileaba unos dedos con largas y rojas uñas sobre sus rodillas. La primera idea que le cruzó por la mente fue que ella era mucho mayor, la segunda que resultaba sumamente atractiva y la tercera que la forma en que la tela de su falda caía con suavidad sobre sus piernas flexionadas tenía un fuerte significado. Jum, ¡interesante! Cualquier mujer que siguiese las reglas de la moda llevaría bajo aquella tela montones de enaguas que le dieran volumen. Algo que resultaba, a su parecer, no solo innecesario sino sumamente incomodo al momento de intentar acceder a lo que bajo ellas se escondía. – Oh, supongo que espera usted entonces que sea yo quien se disculpe… deberá reconocer al menos que no he tenido la descortesía de espiarla bajo una ilusión que, ahora que toco el tema, alabo por su perfección – el tono de sus palabras denotaba el espíritu juguetón que empezaba a florecer en su interior. Poco le importaba el hecho de que ella hubiese tomado el camino en primera instancia, eso no la habilitaba para haberle seguido a hurtadillas pero no pensaba ahondar en el tema.
Mantuvo sobre sus labios la sonrisa maliciosa mientras observaba y escuchaba. No deseaba bajar por completo la guardia pero tampoco descartaba el relajarse un poco. Con lentitud despegó la mano de la roca en la que se encontraba y se permitió mover los hombros hacia atrás. Luego avanzó, con seguridad pero lentamente hacia el sitio donde ella se encontraba. Era mucho más alto y pesado pero eso no descartaba que ella pudiese vencerlo, después de todo las reglas de la física se alteraban cuando la “magia inmortal” estaba de por medio. Por alguna razón pensar en ella derribándole lo excitó. Se detuvo frente a ella, guardando para sí el gruñido que pugnaba por salir mientras detallaba desde su pálida cabellera hasta sus altas e incomodas zapatillas, deteniéndose, más de lo normalmente aceptado, en el lleno e incitante escote. – Dudo que un simple mordisco consiga tal prodigio pero estoy dispuesto a probarlo… nada pierdo con intentar – le obsequió un guiño – piénselo y pida, nada me gustaría más que complacerla – en ese momento, mientras humedecía sus labios, manipuló el broche que reposaba en su cuello y permitió que la pesada capa de viaje resbalara pesadamente a sus pies – Vincent, Signorina, a su servicio – palabras sencillas con doble intención, por supuesto. Estiró una de sus manos descubiertas invitando a la vampiresa no solo a que se presentara sino, además, a que tuviera la gentileza (¿o tal vez la temeridad?) de ofrecerle su mano.
Última edición por Vincent de Bordeaux el Vie Mayo 23, 2014 2:54 pm, editado 2 veces
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Al final de nuestro encuentro sabré si fue o no un gusto conocerte"
El destino parecía mimar a la inmortal, complacerle los caprichos y deseos en cada encuentro por el mundo como si le leyera la mente. Era eso o que Vibeke le encontraba el gusto a todo, como si la queja no tuviera lugar en su mente y buscara extraer lo mejor de cada persona que conocía y por cada situación por la que pasaba.
La mirada que le dedicó aquél inmortal en cuyo frente había desaparecido ya el ceño fruncido le robó una sonrisa. Pareció observarla con detalle y descaro como si no le importara lo que se pensara de él, como si se presentara de ese modo tan transparente y abierto sin darle mayor atención a nada más. -No, la verdad es que no espero nada.- negó con ese gesto soberbio y coqueto que solía poner al hablar con seguridad. Ella sí esperaba algo, pero hacia referencia a un cambio interesante para la noche y que le diera un gusto especial a su viaje y no en unas sencillas disculpas, a menos que por ahí empezara todo -Además, al venir de camino le vi cerca y, digamos que lo dejé seguir con ese gesto molesto con el que venía sin interrumpirlo- una risita fue contenida al saber que mentía en cierto modo y por la manera en que habló, de seguro él también lo notaría. Sin embargo, esa manera de elogiarla hizo que le clavara por completo la mirada. Vibeke era de esos a los que alabarlos funcionaba a la perfección y los accionaba de modo perfecto para introducirlos en un juego de seducción en donde dar y luego resistir era la regla principal. La inmortal era una cínica en todo el sentido de la palabra, pero lograba lo que quería y ahora aquél hombre entraba en su querer inmediato de la curiosidad. -Gesto que ha desaparecido tan mágicamente como casi he aparecido yo. Es eso o lo disimula usted muy bien-.
Al verlo acercarse se mantuvo igual, relajada, con una ceja enarcada y una ligera sonrisa de suficiencia dibujada en sus carnosos labios color carmín. Lo vio caminar también seguro, plagado de sí mismo como si no temiera de Vibeke y al mismo tiempo poseyera una confianza en sus habilidades que le permitiera salir bien librado si las cosas tomaban un mal camino. ¿Se tornaría violento de repente? las posibilidades siempre estaban presentes y ese cambio repentino de actitud podría representar una clara advertencia al respecto. Vibeke estaba preparada, lista para usar sus habilidades sea cual fuese la situación. Sin embargo cuando él le detuvo la vista en el prominente escote, ella no pudo ocultar la risa y la dejó fluir corta, baja pero precisa. -¿Lo intentará, de verdad?- dijo con el claro propósito de provocarlo y cuando él levantó la mirada de nuevo hacia su rostro y le guiñó, ella pareció entender lo que sucedería o hacia donde podrían dirigirse las cosas. En su mente la idea de él mordiéndola le resultó provocadora, siempre y cuando se tratara de seducción y no de muerte. Aquella idea continuaba latente hasta que él realmente pudiera demostrar lo contrario.
-Tal vez complacerme no sea tan complicado si realmente es hábil- soltó de pronto con un descaro que casi sonaba a sencillez. Pero la demora fue que él se quitara la capa y se inclinara un poco. Los largos cabellos ajenos agitados por el viento lo dejaron ver con una sensualidad que sólo podía provenir de un inmortal que resaltaba la seducción con naturalidad y, luego, esa tonada italiana que Vibeke saboreo con delicia. -No vaya a hablar usted en italiano, corro el riesgo de ser seducida por el acento- admitió en un susurro y le tendió la mano poniéndola sobre la ajena sin retirarle la mirada al tiempo que descruzaba con delicadez la pierna y se levantaba para bajar del lugar en el que se había puesto. -Vibeke y, tal vez sea un placer conocerlo- mencionó como hacía con todo, dando ideas para dirigir las cosas hacia donde quisiera, hacia donde le resultara realmente grato. No mencionó su apellido porque no lo creyó necesario, ni siquiera se le cruzó por la mente luego de recordar el nombre ajeno antes de mencionar el suyo propio. Ahora parecía haber olvidado varias cosas, incluso que él podría resultar peligroso. Todo cambio en cuanto Vincent dio a conocer su nacionalidad en el acento, ese que resultaba tan encantador cada vez que los italianos abrían la boca. Eso era un buen inicio, al menos lo era así para el interés de ella.
La mirada que le dedicó aquél inmortal en cuyo frente había desaparecido ya el ceño fruncido le robó una sonrisa. Pareció observarla con detalle y descaro como si no le importara lo que se pensara de él, como si se presentara de ese modo tan transparente y abierto sin darle mayor atención a nada más. -No, la verdad es que no espero nada.- negó con ese gesto soberbio y coqueto que solía poner al hablar con seguridad. Ella sí esperaba algo, pero hacia referencia a un cambio interesante para la noche y que le diera un gusto especial a su viaje y no en unas sencillas disculpas, a menos que por ahí empezara todo -Además, al venir de camino le vi cerca y, digamos que lo dejé seguir con ese gesto molesto con el que venía sin interrumpirlo- una risita fue contenida al saber que mentía en cierto modo y por la manera en que habló, de seguro él también lo notaría. Sin embargo, esa manera de elogiarla hizo que le clavara por completo la mirada. Vibeke era de esos a los que alabarlos funcionaba a la perfección y los accionaba de modo perfecto para introducirlos en un juego de seducción en donde dar y luego resistir era la regla principal. La inmortal era una cínica en todo el sentido de la palabra, pero lograba lo que quería y ahora aquél hombre entraba en su querer inmediato de la curiosidad. -Gesto que ha desaparecido tan mágicamente como casi he aparecido yo. Es eso o lo disimula usted muy bien-.
Al verlo acercarse se mantuvo igual, relajada, con una ceja enarcada y una ligera sonrisa de suficiencia dibujada en sus carnosos labios color carmín. Lo vio caminar también seguro, plagado de sí mismo como si no temiera de Vibeke y al mismo tiempo poseyera una confianza en sus habilidades que le permitiera salir bien librado si las cosas tomaban un mal camino. ¿Se tornaría violento de repente? las posibilidades siempre estaban presentes y ese cambio repentino de actitud podría representar una clara advertencia al respecto. Vibeke estaba preparada, lista para usar sus habilidades sea cual fuese la situación. Sin embargo cuando él le detuvo la vista en el prominente escote, ella no pudo ocultar la risa y la dejó fluir corta, baja pero precisa. -¿Lo intentará, de verdad?- dijo con el claro propósito de provocarlo y cuando él levantó la mirada de nuevo hacia su rostro y le guiñó, ella pareció entender lo que sucedería o hacia donde podrían dirigirse las cosas. En su mente la idea de él mordiéndola le resultó provocadora, siempre y cuando se tratara de seducción y no de muerte. Aquella idea continuaba latente hasta que él realmente pudiera demostrar lo contrario.
-Tal vez complacerme no sea tan complicado si realmente es hábil- soltó de pronto con un descaro que casi sonaba a sencillez. Pero la demora fue que él se quitara la capa y se inclinara un poco. Los largos cabellos ajenos agitados por el viento lo dejaron ver con una sensualidad que sólo podía provenir de un inmortal que resaltaba la seducción con naturalidad y, luego, esa tonada italiana que Vibeke saboreo con delicia. -No vaya a hablar usted en italiano, corro el riesgo de ser seducida por el acento- admitió en un susurro y le tendió la mano poniéndola sobre la ajena sin retirarle la mirada al tiempo que descruzaba con delicadez la pierna y se levantaba para bajar del lugar en el que se había puesto. -Vibeke y, tal vez sea un placer conocerlo- mencionó como hacía con todo, dando ideas para dirigir las cosas hacia donde quisiera, hacia donde le resultara realmente grato. No mencionó su apellido porque no lo creyó necesario, ni siquiera se le cruzó por la mente luego de recordar el nombre ajeno antes de mencionar el suyo propio. Ahora parecía haber olvidado varias cosas, incluso que él podría resultar peligroso. Todo cambio en cuanto Vincent dio a conocer su nacionalidad en el acento, ese que resultaba tan encantador cada vez que los italianos abrían la boca. Eso era un buen inicio, al menos lo era así para el interés de ella.
"No temo que resultes violento. En cualquier caso también puede gustarme."
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
Los hombres proponen y las mujeres disponen. Nada más falso que aquella frase insulsa diseñada específicamente para refrenar los deseos e impulsos naturales femeninos hacia el sexo. Tanto como pretender que mientras el hombre siempre está dispuesto, cosa casi siempre cierta, la mujer cede solo por la obligación de mantener satisfecha a su pareja y/o procrear, y solo en la medida justa para conseguirlo. La experiencia en ese ámbito le había mostrado a Vincent que las mujeres tenían también necesidades, deseos, anhelos y fantasías, solo que carecían del arrojo y libertad necesaria para manifestarlo abiertamente y, cuando alguna de ellas lo hacía, era rápidamente tachada y segregada por una sociedad hipócrita engalanada por una fachada de doble moralidad. Incluso se había encontrado con inmortales que conservaban algún tipo de “sentimiento de culpa” muy seguramente afianzado en su cerebro dependiendo de la época durante la cual fueron educadas. Esto era bueno en el sentido de que le daba la oportunidad de seducir y convencer, de sufrir momentáneamente mientras conseguía que las barreras morales cayeran y que ellas, finalmente, disfrutaran sin tapujos de un poco de su propia sensualidad y sexualidad. Sin embargo, encontrarse con alguien que saliese de ese encasillamiento resultaba también sumamente refrescante y le ofrecía la oportunidad de jugar abiertamente, sin temor a que algún comentario o movimiento resultase demasiado para una mente cerrada. Y ahora cada palabra, cada gesto, cada movimiento de la hermosa vampiresa le indicaban que se encontraba frente a alguien que pretendía disfrutar sin reserva cada segundo. Demonios, hasta sentía una suerte de afinidad por la melodía y seguridad de su voz.
Ella extendió su delicada y pálida mano y él no desaprovechó la oportunidad de acercarla hasta sus labios. Un beso rápido y casto seguido de una sonrisa de complicidad – Signorina, sei molto simpatica – contestó alardeando de su idioma natal mientras ella descruzaba las piernas y se levantaba dispuesta a descender. Con rapidez él se adelantó y, con un movimiento osado, la tomó por la pequeña cintura y la depósito con suavidad en el suelo – hermoso y poco común nombre si me permite señalar – comentó mirándola divertido. Era menuda pero al mismo tiempo voluptuosa. Todo un manjar para sus ojos en especial ahora que podía observar desde una posición más elevada la provocadora unión de sus senos. La noche, y el viaje entero, mejoraban a cada segundo que se encontraba con aquella mujer. De pronto le pareció que subir a aquellas ruinas estaba predestinado, al igual que aquel casual encuentro. Sin embargo se permitió la presunción de pensar que en realidad ella le había seguido porque le encontraba atractivo o, como mínimo, interesante. – Tiene usted razón, mi gesto molesto ha desaparecido por completo, pero no porque lo disimule sino porque usted me ha alegrado la noche hasta el punto de hacerme ignorar, momentáneamente, aquello que me importunaba – no iba a entrar en detalles sobre lo que rondaba su cabeza mientras subía por el inclinado camino, y menos aún después de tan empalagosas palabras. Nunca le había molestado ser cursi, cualquier método que resultase efectivo era bueno para él, incluso el teñir de rosado todas y cada una de sus palabras.
Las palabras de la vampiresa bailaban en su cabeza como una abierta invitación a acercarse… a sobrepasarse, una que él, entre todas las criaturas del planeta, no estaba dispuesto a deponer. Le miró con picardía durante un segundo antes de acercar sus cuerpos un poco más – Para contestar a su pregunta debo admitir que si, si lo intentare y ya me dirá usted si, al final de la velada, he aclarado su duda sobre el “placer” de conocerme. Quién sabe, puede que me lleve una sorpresa y resulte, a la larga, que le agrado– soltó una risita corta y baja mientras una de sus manos de desplazaba hasta la plateada cabellera. Era tan suave como sus ojos habían predestinado. Era un juego peligroso en el que se encontraba. Ella le había provocado con sus palabras y movimientos pero aún así sabía que era arriesgado. No pretendía haber sobrevivido todos esos años para terminar iluminando los cielos de Cochem gracias a la sobrerreacción de una vampiresa mayor. Desde donde se encontraba tenía tres opciones, la primera daba media vuelta y simplemente se alejaba olvidando a la tentadora fémina, la segunda se limitaba a una charla amena pero manteniendo una distancia prudencial y segura, y la tercera se lanzaba con todo por lo que quería. La incomodidad en su entrepierna le declaró, sin lugar a dudas, cuál de las opciones prefería. Demonios ¿podía alguien ser más impulsivo e irresponsable para consigo mismo?
Cediendo finalmente ante lo obvio, y en contraposición a su suave y hasta romántico actuar hasta el momento, colocó la mano en la nuca de Vibeke y con un fuerte tirón acercó el blanco cuello hasta sus labios en medio de un gruñido de anticipación. Sus colmillos arañaron la piel sin llegar a perforarla - ¿Es necesario que lo piense un poco más? – preguntó usando sus palabras mientras con la mano libre la tomaba por la cintura y apretaba su hinchada erección contra el abdomen de ella. Podría solo haberla mordido, después de todo las intenciones ya se habían manifestado, pero por algún motivo no quería terminar tan pronto y algo le decía que se encontraba con un ser al que le gustaban los juegos tanto como a él.
Ella extendió su delicada y pálida mano y él no desaprovechó la oportunidad de acercarla hasta sus labios. Un beso rápido y casto seguido de una sonrisa de complicidad – Signorina, sei molto simpatica – contestó alardeando de su idioma natal mientras ella descruzaba las piernas y se levantaba dispuesta a descender. Con rapidez él se adelantó y, con un movimiento osado, la tomó por la pequeña cintura y la depósito con suavidad en el suelo – hermoso y poco común nombre si me permite señalar – comentó mirándola divertido. Era menuda pero al mismo tiempo voluptuosa. Todo un manjar para sus ojos en especial ahora que podía observar desde una posición más elevada la provocadora unión de sus senos. La noche, y el viaje entero, mejoraban a cada segundo que se encontraba con aquella mujer. De pronto le pareció que subir a aquellas ruinas estaba predestinado, al igual que aquel casual encuentro. Sin embargo se permitió la presunción de pensar que en realidad ella le había seguido porque le encontraba atractivo o, como mínimo, interesante. – Tiene usted razón, mi gesto molesto ha desaparecido por completo, pero no porque lo disimule sino porque usted me ha alegrado la noche hasta el punto de hacerme ignorar, momentáneamente, aquello que me importunaba – no iba a entrar en detalles sobre lo que rondaba su cabeza mientras subía por el inclinado camino, y menos aún después de tan empalagosas palabras. Nunca le había molestado ser cursi, cualquier método que resultase efectivo era bueno para él, incluso el teñir de rosado todas y cada una de sus palabras.
Las palabras de la vampiresa bailaban en su cabeza como una abierta invitación a acercarse… a sobrepasarse, una que él, entre todas las criaturas del planeta, no estaba dispuesto a deponer. Le miró con picardía durante un segundo antes de acercar sus cuerpos un poco más – Para contestar a su pregunta debo admitir que si, si lo intentare y ya me dirá usted si, al final de la velada, he aclarado su duda sobre el “placer” de conocerme. Quién sabe, puede que me lleve una sorpresa y resulte, a la larga, que le agrado– soltó una risita corta y baja mientras una de sus manos de desplazaba hasta la plateada cabellera. Era tan suave como sus ojos habían predestinado. Era un juego peligroso en el que se encontraba. Ella le había provocado con sus palabras y movimientos pero aún así sabía que era arriesgado. No pretendía haber sobrevivido todos esos años para terminar iluminando los cielos de Cochem gracias a la sobrerreacción de una vampiresa mayor. Desde donde se encontraba tenía tres opciones, la primera daba media vuelta y simplemente se alejaba olvidando a la tentadora fémina, la segunda se limitaba a una charla amena pero manteniendo una distancia prudencial y segura, y la tercera se lanzaba con todo por lo que quería. La incomodidad en su entrepierna le declaró, sin lugar a dudas, cuál de las opciones prefería. Demonios ¿podía alguien ser más impulsivo e irresponsable para consigo mismo?
Cediendo finalmente ante lo obvio, y en contraposición a su suave y hasta romántico actuar hasta el momento, colocó la mano en la nuca de Vibeke y con un fuerte tirón acercó el blanco cuello hasta sus labios en medio de un gruñido de anticipación. Sus colmillos arañaron la piel sin llegar a perforarla - ¿Es necesario que lo piense un poco más? – preguntó usando sus palabras mientras con la mano libre la tomaba por la cintura y apretaba su hinchada erección contra el abdomen de ella. Podría solo haberla mordido, después de todo las intenciones ya se habían manifestado, pero por algún motivo no quería terminar tan pronto y algo le decía que se encontraba con un ser al que le gustaban los juegos tanto como a él.
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Una de las formas de seducción del mal más efectivas es la incitación a la lucha... Aunque sea fingida"
La escena, toda ella, era la muestra más grande de la desfachatez inmortal, del descaro de ambos, del hecho de no temer límites ni vergüenzas ni muchos menos tabús a la hora de coquetear de ese modo tan sugestivo con un desconocido. Pero ¿Qué tenía que temer un vampiro en una situación como esa? Realmente, nada. Ellos tenían lo necesario: la agilidad para buscar placeres a su antojo de la mano de la seducción que les resultaba tan natural; la eternidad para no detenerse a pensar en los efectos secundarios que rezagaban a los humanos a cuidarse de enfermedades; de embarazos no deseados que llenaran de bastardos al mundo acompañados de hambre; de malas famas; de matrimonios arreglados o dados por la necesidad que daba deshonrar a una dama antes si quiera del compromiso; de sus familias; de la iglesia y un montón de cosas más que seguramente ni se les cruzaba por la mente a aquél par de inmortales desinhibidos.
Pero ahí estaban, coqueteando con elegancia en las miradas, las palabras, el beso en la mano y el hecho de creer que estaban en un lugar distinto a unas ruinas causadas por un incendio. Vibeke frunció el ceño y cerró los ojos mientras negaba con una sonrisa en los labios cuando le habló de nuevo en italiano, una lengua que a la hora de seducir resultaba tan práctica como no lo hacía la noruega a la que pertenecía o la alemana propia del lugar en que se encontraban. Ella se dejó llevar, mover como una muñeca desde lo poco elevado de las rocas donde se hallaba hasta el suelo firme frente al hombre del que se había ocultado y al que ahora se mostraba sin arrepentimiento alguno. –Si sigue observando de ese modo sobre mi escote terminaré por creerle- respondió sin reproche, con la voz dulce y ambiciosa que la caracterizaba y con ese amor casi idolatra que le dedicaba a su propio cuerpo.
Se dejó acercar otra vez, sin dejar de mirarlo a los ojos y desdibujando las sonrisas dando paso a una mirada que lo retaba de nuevo, que lo invitaba a seguir, a acercarse más y a cumplir cualquier amenaza o deseo que se le cruzara por la mente. Él la acercó con fuerza, la arañó en una caricia en el cuello con esos colmillos que amenazaban con perforar la carne que a su tacto resultaba suave. La inmortal giró el cuello en sentido contrario y le permitió tal contacto, pero antes de decir nada o de permitirle nada más, lo apartó con tal fuerza que lo tiró al suelo con su propio cuerpo. Ambos cayeron, pero Vibeke tenía tan claro el modo de hacerlo, de tal modo que quedó a horcajadas sobre él con facilidad y se inclinó de inmediato para susurrarle algo al oído -¿Qué es lo que debo pensar? ¿Si será un placer conocerle?- le buscó el cuello, repitió lo que había hecho él con ella, con ese roce sin probar nada del todo, dejando que sus cabellos le acariciaran a él las mejillas y le perfumaran el rostro en ese contacto –Aunque ¿Qué pasa si miente y su molestia llega al punto de querer eliminar a quien, según usted, lo ha espiado?- una risita brotó de sus labios, lo suficientemente baja como parecer un susurro más. Buscó de nuevo su oído y mordisqueo apenas el lóbulo de su oreja –Este nombre que me han puesto significa fuerza, una de la que me aprovecho, Vincent. Dime bien ¿Qué planeas? Porque….- se irguió sobre él y fingió acomodarse en esa misma posición a horcajadas en la que se encontraba, le miró a los ojos y sonrió de nuevo –Quizás tu entrepierna quiera otra cosa, o tal vez sea lo mismo ¿Tú qué crees?- se mordió el labio dándole a entender que lo notaba todo, que no temía avanzar a nada, que no le temía a él, pero que sí esperaba una nueva interesante respuesta de su parte. -¿Quién debe entonces pensar, italiano?- espetó apoyando las manos sobre sus propios muslos y levantando ligeramente el mentón a aquél viento cálido propio de la primavera que vivía Cochem y que envolvía a las ruinas del aroma de los pinos cercanos como si aquél lugar no estuviera casi completamente destruido.
En palabras ajenas y en cuerpo propio, Vibeke era una ninfómana, un vampiro dependiente del sexo casi del mismo modo que de la sangre. No existían los por qué cuando deseaba a alguien, no había nada que le importara, ni siquiera lo que se llegara a creer de ella porque nunca veía a nadie de nuevo a excepción de sus amantes de sangre: su creador por hacerla lo que era, por deberle la vida, y Lorian, por hacerlo lo que era y por ser el poseedor de la sangre que más le había gustado nunca. Ella estaba en el medio de ambos, de las conexiones de sangre que le generaban una atracción que no podía explicar, una que sucedía muy raras veces y que recordaba justo por ese momento como si tuviera algo que ver. Pero no podía conectar nada, la noruega le encontraba otra explicación a la unión con su siré y su vástago ligadas a sus propias sangres más allá de un apellido cuya historia consideraba leyenda y que, años más tarde, entendería con total claridad, incluyendo esa extraña y repentina atracción por el desconocido que estaba ahora bajo sus piernas y que tenía más en común con ella de lo que para entonces, cualquiera de los dos hubiera creído.
Pero ahí estaban, coqueteando con elegancia en las miradas, las palabras, el beso en la mano y el hecho de creer que estaban en un lugar distinto a unas ruinas causadas por un incendio. Vibeke frunció el ceño y cerró los ojos mientras negaba con una sonrisa en los labios cuando le habló de nuevo en italiano, una lengua que a la hora de seducir resultaba tan práctica como no lo hacía la noruega a la que pertenecía o la alemana propia del lugar en que se encontraban. Ella se dejó llevar, mover como una muñeca desde lo poco elevado de las rocas donde se hallaba hasta el suelo firme frente al hombre del que se había ocultado y al que ahora se mostraba sin arrepentimiento alguno. –Si sigue observando de ese modo sobre mi escote terminaré por creerle- respondió sin reproche, con la voz dulce y ambiciosa que la caracterizaba y con ese amor casi idolatra que le dedicaba a su propio cuerpo.
Se dejó acercar otra vez, sin dejar de mirarlo a los ojos y desdibujando las sonrisas dando paso a una mirada que lo retaba de nuevo, que lo invitaba a seguir, a acercarse más y a cumplir cualquier amenaza o deseo que se le cruzara por la mente. Él la acercó con fuerza, la arañó en una caricia en el cuello con esos colmillos que amenazaban con perforar la carne que a su tacto resultaba suave. La inmortal giró el cuello en sentido contrario y le permitió tal contacto, pero antes de decir nada o de permitirle nada más, lo apartó con tal fuerza que lo tiró al suelo con su propio cuerpo. Ambos cayeron, pero Vibeke tenía tan claro el modo de hacerlo, de tal modo que quedó a horcajadas sobre él con facilidad y se inclinó de inmediato para susurrarle algo al oído -¿Qué es lo que debo pensar? ¿Si será un placer conocerle?- le buscó el cuello, repitió lo que había hecho él con ella, con ese roce sin probar nada del todo, dejando que sus cabellos le acariciaran a él las mejillas y le perfumaran el rostro en ese contacto –Aunque ¿Qué pasa si miente y su molestia llega al punto de querer eliminar a quien, según usted, lo ha espiado?- una risita brotó de sus labios, lo suficientemente baja como parecer un susurro más. Buscó de nuevo su oído y mordisqueo apenas el lóbulo de su oreja –Este nombre que me han puesto significa fuerza, una de la que me aprovecho, Vincent. Dime bien ¿Qué planeas? Porque….- se irguió sobre él y fingió acomodarse en esa misma posición a horcajadas en la que se encontraba, le miró a los ojos y sonrió de nuevo –Quizás tu entrepierna quiera otra cosa, o tal vez sea lo mismo ¿Tú qué crees?- se mordió el labio dándole a entender que lo notaba todo, que no temía avanzar a nada, que no le temía a él, pero que sí esperaba una nueva interesante respuesta de su parte. -¿Quién debe entonces pensar, italiano?- espetó apoyando las manos sobre sus propios muslos y levantando ligeramente el mentón a aquél viento cálido propio de la primavera que vivía Cochem y que envolvía a las ruinas del aroma de los pinos cercanos como si aquél lugar no estuviera casi completamente destruido.
En palabras ajenas y en cuerpo propio, Vibeke era una ninfómana, un vampiro dependiente del sexo casi del mismo modo que de la sangre. No existían los por qué cuando deseaba a alguien, no había nada que le importara, ni siquiera lo que se llegara a creer de ella porque nunca veía a nadie de nuevo a excepción de sus amantes de sangre: su creador por hacerla lo que era, por deberle la vida, y Lorian, por hacerlo lo que era y por ser el poseedor de la sangre que más le había gustado nunca. Ella estaba en el medio de ambos, de las conexiones de sangre que le generaban una atracción que no podía explicar, una que sucedía muy raras veces y que recordaba justo por ese momento como si tuviera algo que ver. Pero no podía conectar nada, la noruega le encontraba otra explicación a la unión con su siré y su vástago ligadas a sus propias sangres más allá de un apellido cuya historia consideraba leyenda y que, años más tarde, entendería con total claridad, incluyendo esa extraña y repentina atracción por el desconocido que estaba ahora bajo sus piernas y que tenía más en común con ella de lo que para entonces, cualquiera de los dos hubiera creído.
Última edición por Vibeke de Bordeaux el Lun Jun 30, 2014 10:37 pm, editado 1 vez
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
Los dos cuerpos, duros, fríos y atemporales, chocaron y cayeron en medio de un sonoro puf al suelo. La espalda y cráneo de Vincent golpearon con fuerza los gastados y semi-quemados adoquines. Sus ropas, sucias ya de por si debido a la travesía, terminaron llenas de polvo y su cabellera se desparramó hacia atrás dejando su cara por completo despejada. Si fuese humano aquel choque lo hubiese dejado, como mínimo, inconsciente, pero él solo se encontraba sorprendido y sumamente excitado por el descarado comportamiento de la vampiresa. Había tenido razón al suponer que ella podría vencerle, definitivamente se encontraba frente a un ser superior, o más bien, debajo suyo; y el hecho de que se hubiese dejado mover con facilidad en un primer momento para luego lanzársele encima como una tigresa le indicaba mucho sobre su carácter. Una sonrisa iluminó el rostro masculino. Podría haber intentado zafarse, pero el vampiro no hizo ningún ademán por liberarse de la carga que tenia encima, por el contrario, movió ligeramente su cadera como si quisiera acomodarse mejor aunque, en realidad, se encontraba sumamente cómodo.
Los labios de ella se acercaron hasta su oído y la plateada cabellera rozó su rostro y cuello como si de seda se tratase – No, signorina, esa respuesta ya la se – contestó con una voz tan suave y profunda como segura y presumida – lo que debía pensar era sí estaba segura de hacia dónde deseaba usted ir, aunque ahora creo tener claro el camino – ella, mientras tanto, simulaba su propio movimiento, rozando apenas su piel con los afilados colmillos, dejando una marca de fuego por donde pasaban y haciéndole desear más y, al mismo tiempo, menos. Rió con ella, acompañándola como si de una broma entre amigos se tratase – Es bastante obvio quien se encuentra aquí en la posición ventajosa. Estoy a su merced aunque me encontrase molesto pero dígame, con sinceridad ¿Quién podría molestarse teniéndole a usted tan cerca? – un mordisco en su oreja le obligo a arquear ligeramente la espalda. Luego, tras el movimiento de acomodación de su acompañante, se encontró mordiéndose su propio labio inferior. La sangre que brotó del corte solo consiguió avivarle más. Las dos entrepiernas se encontraban más que solo próximas y era cuestión de retirar las pocas y frágiles prendas que les separaban para que las preguntas fuesen contestadas.
Con un gruñido el vampiro se incorporó, quedando sentado en el suelo y con ella aún a horcajadas sobre su regazo. Una mano voló hasta el grácil cuello, la otra hasta la pequeña cintura. Sus ojos llameaban, sus labios exhibían una sonrisa teñida del rojo de su sangre - Non c'è niente da pensare – susurró antes de apresar los labios ajenos en un beso posesivo y feroz. Su lengua invadió la sensual y puntillosa boca, mezclando sus sabores, permitiéndole saborear su propia sangre ¿Por qué su sabor le resultaba de pronto tan familiar? Era muy consciente de que jamás se habían encontrado en el pasado pero aún así no podía sacudirse aquel dejo a Déjà vu. La tirante y palpitante erección le hizo descartar aquel pensamiento. Nada más importaba ahora que calmar su sed, su deseo. Continuó invadiendo y explorando con su lengua mientras sus manos cobraban vida propia. La que se encontraba aferrada a la cintura de la vampiresa empezó a migrar hacia abajo, hasta poder acunar y pellizcar su trasero, la de su nuca se deslizó hasta su hombro, luego por su espalda y finalmente hasta uno de sus senos. Ya no requerían permiso alguno, el momento de la formalidad y la decencia había finalizado. – Creo que mi entrepierna se encuentra perfectamente de acuerdo con todas mis otras intenciones – murmuró separándose apenas lo suficiente como para poder observar esa forma redondeada que ahora sospesaba con su mano izquierda.
– Hermosa y fuerte Vibeke. Ignoro por qué el destino decidió que los dos estuviésemos esta noche aquí, pero supongo que no hay razón alguna para contradecirle en su sabiduría – nuevamente divagando, hablando de más como si se encontrara con una pueblerina de cortas entendederas en lugar de una criatura de la noche con centurias de experiencia. Pero no podía evitarlo, estaba en su naturaleza incluso desde antes de ser transformado. ¿La solución? Una sonrisa de suficiencia antes de continuar tocando, conociendo y tentando el sensual cuerpo por sobre la ropa. No requería conocer a una mujer para estar con ella. No necesitaba ningún incentivo mayor que un par de piernas torneadas y unos senos turgentes, a veces incluso ni aquello solicitaba. Ahora, con aquella hermosa vampira no era diferente. Sabía que no saldría de aquel encuentro deseando sus palabras ni sus pensamientos como compañía durante meses o años. Ninguna mujer había sido dueña suya, ninguna lo seria aunque Vibeke poseía un fuego por el cual podría sentirse tentado en el futuro. ¿Podría concederse el buscar a una fémina solo por su cuerpo? ¿No implicaría aquello el haberse rendido ante solo una opción habiendo tantos peces en el océano? Solo el tiempo lo diría.
Los labios de ella se acercaron hasta su oído y la plateada cabellera rozó su rostro y cuello como si de seda se tratase – No, signorina, esa respuesta ya la se – contestó con una voz tan suave y profunda como segura y presumida – lo que debía pensar era sí estaba segura de hacia dónde deseaba usted ir, aunque ahora creo tener claro el camino – ella, mientras tanto, simulaba su propio movimiento, rozando apenas su piel con los afilados colmillos, dejando una marca de fuego por donde pasaban y haciéndole desear más y, al mismo tiempo, menos. Rió con ella, acompañándola como si de una broma entre amigos se tratase – Es bastante obvio quien se encuentra aquí en la posición ventajosa. Estoy a su merced aunque me encontrase molesto pero dígame, con sinceridad ¿Quién podría molestarse teniéndole a usted tan cerca? – un mordisco en su oreja le obligo a arquear ligeramente la espalda. Luego, tras el movimiento de acomodación de su acompañante, se encontró mordiéndose su propio labio inferior. La sangre que brotó del corte solo consiguió avivarle más. Las dos entrepiernas se encontraban más que solo próximas y era cuestión de retirar las pocas y frágiles prendas que les separaban para que las preguntas fuesen contestadas.
Con un gruñido el vampiro se incorporó, quedando sentado en el suelo y con ella aún a horcajadas sobre su regazo. Una mano voló hasta el grácil cuello, la otra hasta la pequeña cintura. Sus ojos llameaban, sus labios exhibían una sonrisa teñida del rojo de su sangre - Non c'è niente da pensare – susurró antes de apresar los labios ajenos en un beso posesivo y feroz. Su lengua invadió la sensual y puntillosa boca, mezclando sus sabores, permitiéndole saborear su propia sangre ¿Por qué su sabor le resultaba de pronto tan familiar? Era muy consciente de que jamás se habían encontrado en el pasado pero aún así no podía sacudirse aquel dejo a Déjà vu. La tirante y palpitante erección le hizo descartar aquel pensamiento. Nada más importaba ahora que calmar su sed, su deseo. Continuó invadiendo y explorando con su lengua mientras sus manos cobraban vida propia. La que se encontraba aferrada a la cintura de la vampiresa empezó a migrar hacia abajo, hasta poder acunar y pellizcar su trasero, la de su nuca se deslizó hasta su hombro, luego por su espalda y finalmente hasta uno de sus senos. Ya no requerían permiso alguno, el momento de la formalidad y la decencia había finalizado. – Creo que mi entrepierna se encuentra perfectamente de acuerdo con todas mis otras intenciones – murmuró separándose apenas lo suficiente como para poder observar esa forma redondeada que ahora sospesaba con su mano izquierda.
– Hermosa y fuerte Vibeke. Ignoro por qué el destino decidió que los dos estuviésemos esta noche aquí, pero supongo que no hay razón alguna para contradecirle en su sabiduría – nuevamente divagando, hablando de más como si se encontrara con una pueblerina de cortas entendederas en lugar de una criatura de la noche con centurias de experiencia. Pero no podía evitarlo, estaba en su naturaleza incluso desde antes de ser transformado. ¿La solución? Una sonrisa de suficiencia antes de continuar tocando, conociendo y tentando el sensual cuerpo por sobre la ropa. No requería conocer a una mujer para estar con ella. No necesitaba ningún incentivo mayor que un par de piernas torneadas y unos senos turgentes, a veces incluso ni aquello solicitaba. Ahora, con aquella hermosa vampira no era diferente. Sabía que no saldría de aquel encuentro deseando sus palabras ni sus pensamientos como compañía durante meses o años. Ninguna mujer había sido dueña suya, ninguna lo seria aunque Vibeke poseía un fuego por el cual podría sentirse tentado en el futuro. ¿Podría concederse el buscar a una fémina solo por su cuerpo? ¿No implicaría aquello el haberse rendido ante solo una opción habiendo tantos peces en el océano? Solo el tiempo lo diría.
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Soy la mujer de la vida de la muerte.
El amor platónico de la decadencia.
De esas que se alcanzan solas las luna,
que sienten sólo con el cuerpo.
Que no se aferran a nadie,
pero quieren aferrarlos a todos"
El amor platónico de la decadencia.
De esas que se alcanzan solas las luna,
que sienten sólo con el cuerpo.
Que no se aferran a nadie,
pero quieren aferrarlos a todos"
Ellos eran de esos que rompían reglas como prendas, quebrantaban normas como personas y eran bomba y fuego para quienes se les diera la gana. También eran de esos que salen ilesos a pesar de ser tan destructivos. Finalizan sus faenas campantes y repiten andanzas sin que nadie se atreva a chistar nada. Van armados de inmortalidad, con la lengua llena de veneno y cuando sonríen, disparan.
No necesitaban borrar tampoco las huellas ni el rastro de sus ganas, si se encontraban de nuevo seguro que se sonreirían e incluso podrían repetir encuentros, sin nexos de ningún tipo, sin ansias de beberse cual hidratación idealizada. Tal vez fuesen proporcionales, quizás median lo que eran capaces de consumirse en la medida justa aunque lo desearan siempre todo. Pero a leguas se veía el capricho de ambos, las personalidades sumamente marcadas, ambiciosas y firmes.
-Parece muy seguro de todo lo que dice. Eso me gusta- no hacía falta sonreír para ese momento, ya todo estaba dicho o, más bien, todo comprendido de parte y parte. –Quien sabe…- dijo sentada sobre él como estaba y sus dedos se deslizaron por el pecho ajeno, en la zona donde se dejaba ver la piel, bajando desde el cuello hasta la parte superior del último botón que mantenía cerrada la camisa y dirigió también allí su mirada –Tal vez la molestia fuera mucha y usted podría ser algo salvaje. Eso también podría gustarme- sonrió de costado mientras acariciaba esa zona de piel con absoluta confianza, como si lo conociera de años y no fuera la primera vez que coqueteaban, como si tampoco estuviesen al aire libre en medio de las ruinas de lo que fue un enorme y majestuoso castillo. Pronto, el olor a sangre le hizo subir la mirada hacia los labios ajenos y notó el delicioso color carmesí brotando, incitándola a probar. Vibeke le observó con ganas y muy pronto y en un movimiento rápido lo tuvo frente a su rostro, apresando su cuerpo delgado pero voluptuoso con sus fuertes manos. Estuvo a punto de responder algo, pero lo único que había apresado él no era su cuerpo. Muy pronto sus labios se fundieron con los ajenos y su lengua se asomó ansiosa para probar el sabor de la ajena mezclada con su sangre. El contacto le produjo tal escalofrío que arqueo apenas la espalda como si ese sólo sabor le provocara un deseo irreverente por el italiano. Se sentía necesario, familiar, como cuando bebía de su siré mientras este la tomaba, mientras ella bebía de Lorian convertido en las mismas circunstancias. Era extraño, pero la garganta le produjo tal cosquilleo que lo sintió recorrer todo su cuerpo, incluida la entrepierna. No iba a preguntar nada, ni siquiera tenía ganas de hablar dadas las circunstancias. Su cuerpo era el que había reaccionado en ese toque de sangre que había sido ligero pero que le había acrecentado una ansiedad tal que no iba a conformarse con tan poco.
El beso parecía hacerse intenso, sin cuestionamiento alguno. Las manos de Vincent le recorrieron el cuerpo y la noruega se apegó más a él en ese intento. Lo atrajo con sus brazos y una de sus manos se enredó con cierta fuerza en sus cabellos a puño cerrado, con posesión, con la seguridad de lo que sucedería o de lo que ella creía que sucedería. Cuando él se retiró, no le soltó el cabello sino que lo miró apretando los dientes y entrecerrando los ojos, dejándole ver como una completa predadora que ha elegido a su víctima. Con las rodillas aún sobre el suelo y a lado y lado de Vincent, buscó cierta atención e hizo un arco con ella que le obligó a acomodar un poco más sus piernas para encontrar ese deleite de presionar su entrepierna con la ajena y comprobar lo que él le decía. –Parece que fuera cierto, pero aún no tengo constancia de nada- se acercó de nuevo a él, sin soltarlo, y trazo un zigzagueante camino que no le buscaba ahora los labios. Deslizó su boca por el mentón, luego por la curva de su cuello y su húmeda lengua terminó por arrastrarse hacia el hombro que dejó descubierto en apenas un halón de la camisa y se detuvo sin retirarse, haciendo una breve pausa. –No estamos para contradecir al destino ni tampoco para cuestionarlo. Tampoco importa a lo que vinimos, sino más bien a lo que vamos- Besó sobre la piel del mismo antes de clavar los dientes, atrapando una pequeña porción de la tierna carne, esa que succionó un poco para luego echar la cabeza hacia atrás, arañando la piel con los colmillos hasta liberarla de ellos. Se saboreó, se relamió los labios y abrió los ojos que parecían más felinos. –Yo tengo muy claro lo que quiero. También conozco bien mis intenciones, ahora quiero saber las suyas- Mencionó acercando sus manos al pecho de Vincent abriéndole descaradamente la camisa.
La inmortal tenía ganas de complacerse las ansias esa noche bajo el cielo de Cochem y saber cuántas ganas tenía de besar ese día a sus pasiones. Tenía ganas de saciar su sexo abocada hacia la violencia, hasta que el cuerpo le quedara con marcas. Quería desbocarse por las comisuras y dejar caer las ropas hasta tocar el suelo. Quería conocer por esa noche a ese camino a oscuras que representaba Vincent. Buscaba que fijara en ella su mirada, como un tigre amansado pero traicionero, hambriento, preciso. Quería unir al candor la lascivia mientras sus brazos, sus piernas bajo las faldas, las caderas y los muslos lisos como el aceite se mostraban al otro sinuosos, disponibles y al mismo tiempo lejanos, ajenos y tal vez, irrepetibles…
No necesitaban borrar tampoco las huellas ni el rastro de sus ganas, si se encontraban de nuevo seguro que se sonreirían e incluso podrían repetir encuentros, sin nexos de ningún tipo, sin ansias de beberse cual hidratación idealizada. Tal vez fuesen proporcionales, quizás median lo que eran capaces de consumirse en la medida justa aunque lo desearan siempre todo. Pero a leguas se veía el capricho de ambos, las personalidades sumamente marcadas, ambiciosas y firmes.
-Parece muy seguro de todo lo que dice. Eso me gusta- no hacía falta sonreír para ese momento, ya todo estaba dicho o, más bien, todo comprendido de parte y parte. –Quien sabe…- dijo sentada sobre él como estaba y sus dedos se deslizaron por el pecho ajeno, en la zona donde se dejaba ver la piel, bajando desde el cuello hasta la parte superior del último botón que mantenía cerrada la camisa y dirigió también allí su mirada –Tal vez la molestia fuera mucha y usted podría ser algo salvaje. Eso también podría gustarme- sonrió de costado mientras acariciaba esa zona de piel con absoluta confianza, como si lo conociera de años y no fuera la primera vez que coqueteaban, como si tampoco estuviesen al aire libre en medio de las ruinas de lo que fue un enorme y majestuoso castillo. Pronto, el olor a sangre le hizo subir la mirada hacia los labios ajenos y notó el delicioso color carmesí brotando, incitándola a probar. Vibeke le observó con ganas y muy pronto y en un movimiento rápido lo tuvo frente a su rostro, apresando su cuerpo delgado pero voluptuoso con sus fuertes manos. Estuvo a punto de responder algo, pero lo único que había apresado él no era su cuerpo. Muy pronto sus labios se fundieron con los ajenos y su lengua se asomó ansiosa para probar el sabor de la ajena mezclada con su sangre. El contacto le produjo tal escalofrío que arqueo apenas la espalda como si ese sólo sabor le provocara un deseo irreverente por el italiano. Se sentía necesario, familiar, como cuando bebía de su siré mientras este la tomaba, mientras ella bebía de Lorian convertido en las mismas circunstancias. Era extraño, pero la garganta le produjo tal cosquilleo que lo sintió recorrer todo su cuerpo, incluida la entrepierna. No iba a preguntar nada, ni siquiera tenía ganas de hablar dadas las circunstancias. Su cuerpo era el que había reaccionado en ese toque de sangre que había sido ligero pero que le había acrecentado una ansiedad tal que no iba a conformarse con tan poco.
El beso parecía hacerse intenso, sin cuestionamiento alguno. Las manos de Vincent le recorrieron el cuerpo y la noruega se apegó más a él en ese intento. Lo atrajo con sus brazos y una de sus manos se enredó con cierta fuerza en sus cabellos a puño cerrado, con posesión, con la seguridad de lo que sucedería o de lo que ella creía que sucedería. Cuando él se retiró, no le soltó el cabello sino que lo miró apretando los dientes y entrecerrando los ojos, dejándole ver como una completa predadora que ha elegido a su víctima. Con las rodillas aún sobre el suelo y a lado y lado de Vincent, buscó cierta atención e hizo un arco con ella que le obligó a acomodar un poco más sus piernas para encontrar ese deleite de presionar su entrepierna con la ajena y comprobar lo que él le decía. –Parece que fuera cierto, pero aún no tengo constancia de nada- se acercó de nuevo a él, sin soltarlo, y trazo un zigzagueante camino que no le buscaba ahora los labios. Deslizó su boca por el mentón, luego por la curva de su cuello y su húmeda lengua terminó por arrastrarse hacia el hombro que dejó descubierto en apenas un halón de la camisa y se detuvo sin retirarse, haciendo una breve pausa. –No estamos para contradecir al destino ni tampoco para cuestionarlo. Tampoco importa a lo que vinimos, sino más bien a lo que vamos- Besó sobre la piel del mismo antes de clavar los dientes, atrapando una pequeña porción de la tierna carne, esa que succionó un poco para luego echar la cabeza hacia atrás, arañando la piel con los colmillos hasta liberarla de ellos. Se saboreó, se relamió los labios y abrió los ojos que parecían más felinos. –Yo tengo muy claro lo que quiero. También conozco bien mis intenciones, ahora quiero saber las suyas- Mencionó acercando sus manos al pecho de Vincent abriéndole descaradamente la camisa.
La inmortal tenía ganas de complacerse las ansias esa noche bajo el cielo de Cochem y saber cuántas ganas tenía de besar ese día a sus pasiones. Tenía ganas de saciar su sexo abocada hacia la violencia, hasta que el cuerpo le quedara con marcas. Quería desbocarse por las comisuras y dejar caer las ropas hasta tocar el suelo. Quería conocer por esa noche a ese camino a oscuras que representaba Vincent. Buscaba que fijara en ella su mirada, como un tigre amansado pero traicionero, hambriento, preciso. Quería unir al candor la lascivia mientras sus brazos, sus piernas bajo las faldas, las caderas y los muslos lisos como el aceite se mostraban al otro sinuosos, disponibles y al mismo tiempo lejanos, ajenos y tal vez, irrepetibles…
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
“ Don't try to understand me
Just simply do the things I say”
Just simply do the things I say”
Vincent sonreía en silenciosa aprobación ante las palabras de la vampiresa y bajo su delicada y casi modesta exploración. Hacerse con lo que se desea, cuando esto depende de la voluntad de un tercero, requiere no solo de capacidad de persuasión sino, además, de poseer y transmitir la seguridad suficiente como para garantizar el éxito en doblegar el albedrio ajeno en la dirección correcta. Puede que el vampiro no poseyera en realidad toda la seguridad que aparentaba, pero sus dotes escénicas innatas le proveían de un manto de engaño lo suficientemente sólido como para que sus contrapartes creyesen lo que decía y cediesen, en la mayoría de los casos, a sus antojos. Era algo en lo que creía firmemente, el que estuviese o no equivocado iba de la mano con la forma en cómo se percibía a sí mismo. Para él la modestia era tan absurda como la lástima y, dado que la percepción que tenemos de nosotros mismos se limita a un reflejo en el espejo y a lo que queremos de nosotros creer y crear en nuestra mente, no existía la mas mínima posibilidad de que llegase a cuestionar siquiera su irresistible magnetismo masculino. Así las cosas, en su mente, este vampiro era la personificación de los deseos de las mujeres y ellas, a su vez, solo el instrumento para calmar su inagotable apetito. El fin justificaba los medios, el vehículo solo era importante hasta que llegara a su meta.
Su beso fue bien recibido e, incluso, superado con un encantador descaro. Vibeke se mostraba ansiosa, deseosa de su cuerpo tanto como él estaba por el de ella. La sangre solo añadía una nota de exaltación a la ya caldeada escena. Ella atrapó y tiró de su cabellera, haciendo que su miembro se endureciera aún más y presionara contra los firmes muslos internos femeninos. La mirada predadora y absolutamente incitante fue seguida por algunas palabras y luego por la suavidad de la lengua ajena recorriendo su piel. Él inclinó la cabeza hacia tras, dándole acceso a la lengua húmeda y fría, pero a la vez ardiente. Por donde pasaba dejaba un sendero de fuego. El vampiro se tensó al percibir a la vampiresa descubriendo su hombro y un gruñido de satisfacción resonó entre las ruinas al sentir los delicados colmillos en su carne. Sus manos la aferran por la cadera, tocando y masajeando, alentándola a continuar con su exploración, permitiéndole rasgar su camisa y exponer a la pálida luz de la luna su pecho. -Tiene usted razón, signorina, es solo eso lo que importa– canturreó con los dientes apretados. Sus palabras sugerentes habían sido más que claras. Ella ya había expresado lo que esperaba, lo que deseaba, ahora solo quedaba que él interpretara y ejecutara tales solicitudes. Se encontraba, como ya había adivinado, frente a una fémina sin temor de expresar sus necesidades, sin falsos tabús frente al placer. Una vampiresa que pedía y él estaba para servirle tanto como ella pudiese serle, asimismo, de utilidad.
Ella le había espoleado con cada palabra, cada frase iba especialmente dirigida a provocarlo y él estaba dispuesto a mostrarle su habilidad para complacerle. – Mis intenciones son poseerle en cuerpo y alma, solo por esta noche… solo por algunas horas – susurró antes de capturarla por la cintura y levantarlos a ambos para luego, con la velocidad propia de su raza, apresar con fuerza el cuerpo femenino contra una de las paredes que seguían en pie. Podía sentir cada centímetro de cuerpo pegado contra el suyo propio. Los senos abultados y suaves presionaban contra su pecho mientras sus manos buscaban las ajenas y las subían por sobre la cabellera plateada para, finalmente, mantenerlas en esa posición apretando con fuerza suficiente como para lastimarle un poco. Su miembro hinchado chocando contra el plano abdomen. ¿Qué deseaban las mujeres? A lo largo de los años se había encontrado con todo tipo de necesidades. Algunas anhelaban suavidad y ternura, compresión y afecto, otras ferocidad y fuerza bruta, demostración de poder y control. Salvajismo, como bien ella lo había definido. - Después de pensarlo detenidamente, debo decirle que acabo de darme cuenta que me encuentro terriblemente molesto con usted – fingió un ceño fruncido que rápidamente fue reemplazado por su acostumbrada sonrisa maliciosa - Quiero… quiero una retribución por ser seguido y espiado… - usando su rodilla abrió las piernas de Vibeke e inclinándose un poco presionó su muslo contra la entrepierna de ella, aflojando y volviendo a empujar hacia arriba inmediatamente después mientras continuaba sosteniéndole los brazos sobre la cabeza en posición de sometimiento. - Quiero hacer arder este lugar otra vez y llevarme en la memoria el recuerdo de un fantástico encuentro como premio de consolación a una inútil travesía – una de sus manos soltó el agarre, dejando a la otra con la tarea doble de sostener los brazos de la vampiresa en la posición ya establecida. Luego, con la habilidad propia de siglos de entrenamiento en tales tareas, los fríos dedos recogieron la tela de la falda y la mano entera desapareció bajo los pliegues de la misma. – Tan suave… tan húmeda –
Su beso fue bien recibido e, incluso, superado con un encantador descaro. Vibeke se mostraba ansiosa, deseosa de su cuerpo tanto como él estaba por el de ella. La sangre solo añadía una nota de exaltación a la ya caldeada escena. Ella atrapó y tiró de su cabellera, haciendo que su miembro se endureciera aún más y presionara contra los firmes muslos internos femeninos. La mirada predadora y absolutamente incitante fue seguida por algunas palabras y luego por la suavidad de la lengua ajena recorriendo su piel. Él inclinó la cabeza hacia tras, dándole acceso a la lengua húmeda y fría, pero a la vez ardiente. Por donde pasaba dejaba un sendero de fuego. El vampiro se tensó al percibir a la vampiresa descubriendo su hombro y un gruñido de satisfacción resonó entre las ruinas al sentir los delicados colmillos en su carne. Sus manos la aferran por la cadera, tocando y masajeando, alentándola a continuar con su exploración, permitiéndole rasgar su camisa y exponer a la pálida luz de la luna su pecho. -Tiene usted razón, signorina, es solo eso lo que importa– canturreó con los dientes apretados. Sus palabras sugerentes habían sido más que claras. Ella ya había expresado lo que esperaba, lo que deseaba, ahora solo quedaba que él interpretara y ejecutara tales solicitudes. Se encontraba, como ya había adivinado, frente a una fémina sin temor de expresar sus necesidades, sin falsos tabús frente al placer. Una vampiresa que pedía y él estaba para servirle tanto como ella pudiese serle, asimismo, de utilidad.
Ella le había espoleado con cada palabra, cada frase iba especialmente dirigida a provocarlo y él estaba dispuesto a mostrarle su habilidad para complacerle. – Mis intenciones son poseerle en cuerpo y alma, solo por esta noche… solo por algunas horas – susurró antes de capturarla por la cintura y levantarlos a ambos para luego, con la velocidad propia de su raza, apresar con fuerza el cuerpo femenino contra una de las paredes que seguían en pie. Podía sentir cada centímetro de cuerpo pegado contra el suyo propio. Los senos abultados y suaves presionaban contra su pecho mientras sus manos buscaban las ajenas y las subían por sobre la cabellera plateada para, finalmente, mantenerlas en esa posición apretando con fuerza suficiente como para lastimarle un poco. Su miembro hinchado chocando contra el plano abdomen. ¿Qué deseaban las mujeres? A lo largo de los años se había encontrado con todo tipo de necesidades. Algunas anhelaban suavidad y ternura, compresión y afecto, otras ferocidad y fuerza bruta, demostración de poder y control. Salvajismo, como bien ella lo había definido. - Después de pensarlo detenidamente, debo decirle que acabo de darme cuenta que me encuentro terriblemente molesto con usted – fingió un ceño fruncido que rápidamente fue reemplazado por su acostumbrada sonrisa maliciosa - Quiero… quiero una retribución por ser seguido y espiado… - usando su rodilla abrió las piernas de Vibeke e inclinándose un poco presionó su muslo contra la entrepierna de ella, aflojando y volviendo a empujar hacia arriba inmediatamente después mientras continuaba sosteniéndole los brazos sobre la cabeza en posición de sometimiento. - Quiero hacer arder este lugar otra vez y llevarme en la memoria el recuerdo de un fantástico encuentro como premio de consolación a una inútil travesía – una de sus manos soltó el agarre, dejando a la otra con la tarea doble de sostener los brazos de la vampiresa en la posición ya establecida. Luego, con la habilidad propia de siglos de entrenamiento en tales tareas, los fríos dedos recogieron la tela de la falda y la mano entera desapareció bajo los pliegues de la misma. – Tan suave… tan húmeda –
Última edición por Vincent de Bordeaux el Dom Oct 26, 2014 7:47 am, editado 1 vez
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Prefiero un 'no hay nada que hacer' a un 'tal vez podría'"
Vibeke no necesitaba grandes evidencias para demostrar que era la misma de siempre. Esa que le daba siempre el placer que su cuerpo le pedía, pero que jamás repetía amantes, exceptuando a Lorian. Buenos, malos, regulares, del modo que fueran ella no volvía a anhelar un mismo cuerpo, ni la textura de sus pieles, aromas, tipos, nombres… lo que fuera no era deseado por ella de nuevo y era por esa misma razón que aprovechaba al máximo su noche con cada uno de los que elegía. Ella no volvía a sus escenas del crimen, porque así le gustaba llamarlas, la noche se llevaba todo y Vibeke pasaba todos los recuerdos como páginas de libros ¿Encontraría a alguien que lograra que el deseo de la noruega se repitiera? Sinceramente lo dudaba porque eran demasiados años donde sólo lo había logrado uno. Pero todo puede ser posible, siempre.
-Puedo asegurar que hoy puede tener mi cuerpo, pero, mi alma- chasqueó la lengua tres veces cortas, negando con la cabeza suavemente e indicando con ello que realmente era algo imposible y no era necesario explicar los motivos –Es caso perdido. Y no crea que iba a proponerle matrimonio- respondió burlona, pues ella tampoco planeaba verlo otra vez aunque detestaba que creyeran que sí. Acto seguido una risita salió de sus labios en cuanto su espalda chocó con lo que quedaba de una pared cercana. Había sido propulsada por él, con su cintura en sus manos, las mismas que usaría para recorrerle la piel en busca del placer de ambos. Sin embargo lo primero que hizo fue algo que denotara su fuerza o su poderío en la situación. Vibeke dejó que sus manos quedaran apresadas por encima de su cabeza y a cambio se apoyó a él con sus piernas, envolviéndolas en la cintura ajena con firmeza y quedando de ese modo más disponible para obtener lo que finalmente quería: Placer –Aahh- emitió en una especie de gemido corto cuando él apretó con fuerza sus muñecas contra el áspero muro. Ella resistía el dolor, su cuerpo estaba preparado para eso, pero cuando era presionado con cierta intensidad lograba que quisiera más. Era una masoquista, el dolor bien proporcionado le fascinaba. –Puede presionar más fuerte…- le susurró con una sonrisa sobre sus labios. -¿Ah sí?- enarcó la ceja notando el juego que empezaba Vincent, uno donde aparentemente se cobraría lo que quisiera -¿Qué puedo hacer por este atrevimiento?- preguntó en un susurro que provocaba más roces de su muslo contra su entrepierna. En teoría ella estaba apresada para tocarlo, pero el jugueteo aquél le gustaba y fingía ser más débil que él mientras tanto. -¿Premio de consolación?- Vibeke soltó una carcajada que le fue inútil intentar contener y de inmediato acercó su rostro un poco más al ajeno. Ella era más que eso, era una especie de tormenta de verano que se materializaba como lágrima ajena en ojo propio. Volcarse en ella era eso, literalmente volcarse sobre ella como si fuera el remedio para alguna enfermedad que de verdad no se quiere curar. Y ellos mientras tanto estaban en una lucha que iba más allá de lo sexual, era evidente que permanecerían cada tanto en una inquebrantable lucha de egos –Pues que arda de nuevo y que le queme completo, porque olvidará su misión cuando pueda sentir el fuego que tendrá esta noche recorriendolo entero- le murmuró con cierta ira que no mermaba su deseo. Ahora quería tomarlo o ser tomada con fuerza o de lo contrario podría matarlo. Ella era una mujer de emociones intensas y fuertes, pero a su favor tenía que cuando decidía algo, no lo dejaba hasta el final. Vincent iba a saciar sus deseos esa noche, ella iba a cambiar el rumbo de sus emociones airadas por una frase provocada por él para llevarse a hacerlo sentir que lo marcaba con sus propias caderas. Luego no volvería a verlo. Al menos eso creía ella aunque de modo erróneo, sólo los años le dirían en lo que había errado.
Sin más, le permitió seguir con su recorrido antes de tomar ella el control, concibió que su mano se colara por las telas de su falda y que explorara confirmando su deseo. Vibeke se mordió los labios y llevó lo que pudo la cabeza hacia atrás. –¿Y qué le dice eso, italiano?- murmuró bajando el rostro para mirarlo y mostrar de nuevo esa mirada felina que solía poner para esas situaciones. La noruega era urgente, como los documentos depositados encima de una mesa, que alguien exigió a otro alguien que los hizo en el último momento. Y hacía frío y eso era motivo suficiente para desearlo, pero no el único. Actuaba como nueva bruja y antigua reina. Fingía estar dominada pero ocultaba el poder que le daban sus deseos. ¿Cómo era que podía ser tan puta, tan dominante y tan esclava al mismo tiempo? Sólo sabía en su egocentrismo bien justificado que como ella no había otra. Vibeke era un paraíso tan artificial como temporal. Podía sonreír sin motivo y envenenar o poseer por lo mismo. Podía ser falsa y hacer que sus compañeros temporales pagaran todo. Pero tenía hambre, y ese era motivo suficiente para comerse la noche y lo que la misma le había traído a su camino de un modo irrevocable.
-Puedo asegurar que hoy puede tener mi cuerpo, pero, mi alma- chasqueó la lengua tres veces cortas, negando con la cabeza suavemente e indicando con ello que realmente era algo imposible y no era necesario explicar los motivos –Es caso perdido. Y no crea que iba a proponerle matrimonio- respondió burlona, pues ella tampoco planeaba verlo otra vez aunque detestaba que creyeran que sí. Acto seguido una risita salió de sus labios en cuanto su espalda chocó con lo que quedaba de una pared cercana. Había sido propulsada por él, con su cintura en sus manos, las mismas que usaría para recorrerle la piel en busca del placer de ambos. Sin embargo lo primero que hizo fue algo que denotara su fuerza o su poderío en la situación. Vibeke dejó que sus manos quedaran apresadas por encima de su cabeza y a cambio se apoyó a él con sus piernas, envolviéndolas en la cintura ajena con firmeza y quedando de ese modo más disponible para obtener lo que finalmente quería: Placer –Aahh- emitió en una especie de gemido corto cuando él apretó con fuerza sus muñecas contra el áspero muro. Ella resistía el dolor, su cuerpo estaba preparado para eso, pero cuando era presionado con cierta intensidad lograba que quisiera más. Era una masoquista, el dolor bien proporcionado le fascinaba. –Puede presionar más fuerte…- le susurró con una sonrisa sobre sus labios. -¿Ah sí?- enarcó la ceja notando el juego que empezaba Vincent, uno donde aparentemente se cobraría lo que quisiera -¿Qué puedo hacer por este atrevimiento?- preguntó en un susurro que provocaba más roces de su muslo contra su entrepierna. En teoría ella estaba apresada para tocarlo, pero el jugueteo aquél le gustaba y fingía ser más débil que él mientras tanto. -¿Premio de consolación?- Vibeke soltó una carcajada que le fue inútil intentar contener y de inmediato acercó su rostro un poco más al ajeno. Ella era más que eso, era una especie de tormenta de verano que se materializaba como lágrima ajena en ojo propio. Volcarse en ella era eso, literalmente volcarse sobre ella como si fuera el remedio para alguna enfermedad que de verdad no se quiere curar. Y ellos mientras tanto estaban en una lucha que iba más allá de lo sexual, era evidente que permanecerían cada tanto en una inquebrantable lucha de egos –Pues que arda de nuevo y que le queme completo, porque olvidará su misión cuando pueda sentir el fuego que tendrá esta noche recorriendolo entero- le murmuró con cierta ira que no mermaba su deseo. Ahora quería tomarlo o ser tomada con fuerza o de lo contrario podría matarlo. Ella era una mujer de emociones intensas y fuertes, pero a su favor tenía que cuando decidía algo, no lo dejaba hasta el final. Vincent iba a saciar sus deseos esa noche, ella iba a cambiar el rumbo de sus emociones airadas por una frase provocada por él para llevarse a hacerlo sentir que lo marcaba con sus propias caderas. Luego no volvería a verlo. Al menos eso creía ella aunque de modo erróneo, sólo los años le dirían en lo que había errado.
Sin más, le permitió seguir con su recorrido antes de tomar ella el control, concibió que su mano se colara por las telas de su falda y que explorara confirmando su deseo. Vibeke se mordió los labios y llevó lo que pudo la cabeza hacia atrás. –¿Y qué le dice eso, italiano?- murmuró bajando el rostro para mirarlo y mostrar de nuevo esa mirada felina que solía poner para esas situaciones. La noruega era urgente, como los documentos depositados encima de una mesa, que alguien exigió a otro alguien que los hizo en el último momento. Y hacía frío y eso era motivo suficiente para desearlo, pero no el único. Actuaba como nueva bruja y antigua reina. Fingía estar dominada pero ocultaba el poder que le daban sus deseos. ¿Cómo era que podía ser tan puta, tan dominante y tan esclava al mismo tiempo? Sólo sabía en su egocentrismo bien justificado que como ella no había otra. Vibeke era un paraíso tan artificial como temporal. Podía sonreír sin motivo y envenenar o poseer por lo mismo. Podía ser falsa y hacer que sus compañeros temporales pagaran todo. Pero tenía hambre, y ese era motivo suficiente para comerse la noche y lo que la misma le había traído a su camino de un modo irrevocable.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
“ We slither on in and shed our skin
Make our way into the bump and the grind
So I'm passing by, she gives me the eye
So I stop to give her a light”
Make our way into the bump and the grind
So I'm passing by, she gives me the eye
So I stop to give her a light”
¿Puede una palabra causar la suficiente repulsión y aversión como para que una criatura de la oscuridad, un alma oscura, depravada y carente de moral, se estremezca ante su sola mención? “Matrimonio” para Vincent era el equivalente a un crucifijo, en el caso de que las leyendas sobre la reacción de los vampiros ante tales representaciones fuesen verídicas. Durante su corta existencia como mortal huyó sin reparo de esa palabra, y a lo que implicaba; y, como inmortal, ni siquiera se detenía a pensarla. Afortunadamente el odioso vocablo fue precedido en la frase por un acertado “y no crea” pues, de otra manera, lo último que la sensual vampiresa habría visto de él esa noche hubiese sido su espalda abandonando el lugar como alma perseguida por el mismísimo Lucifer. Lo único ante lo que se negaría con vehemencia, o eso era lo que él creía, era ante la posibilidad de generar compromiso alguno, para lo demás estaba disponible, así que cuando ella le instó a presionar con más fuerza solo obedeció, permitiendo que sus manos se cerrasen como grilletes de piedra alrededor del mármol liso y reluciente que eran las muñecas de la vampiresa. Nuevamente le confirmaba que le gustaba la rudeza, los juegos que incluyeran dolor y que, finalmente, llegasen a transformarse en placer.
Ella rió ante su alusión al premio de consolación y él, demasiado tarde, cayó en cuenta de lo insultante que aquello podría escucharse aunque fuese cierto. Después de todo la fémina desconocía por completo el objeto de su viaje y, por tanto, la frustración que acarreó el perder a su presa de manera tan inesperada ¿valdría la pena entrar en explicaciones frívolas en ese momento? por supuesto que no, no se justificaría ante ella pero tampoco sería tan tonto como para cometer ese tipo de errores por segunda vez. Se limitó a sonreír burlón y a encogerse ligeramente de hombros, no perdería el preciado tiempo de ambos retomando el tema.
Las piernas torneadas de ella se encontraban enroscadas en su cintura, sus manos sujetas con brusquedad sobre su cabeza, los dedos de él jugueteando con la zona privada, húmeda y tentadora mientras un gruñido suave vibraba en su garganta. La escena perfecta, la compañera de correría perfecta. – Me bastará con su fuego ya que se niega a entregarme su alma – susurró, dejando de juguetera en la periferia e introduciendo de golpe en ella dos de sus dedos. La suavidad de la piel que le envolvía resultaba abrumadora y era, desde siempre, su perdición. – Me dice, signorina, que no me he equivocado con usted – contestó cerrando los ojos y perdiéndose en medio de la satisfacción que le ofrecía el momento.
Su visión de futuro siempre había sido tan limitada como sus ambiciones y deseos. Iba tras lo básico, lo esencial y necesario para satisfacer las necesidades de terrenales. En cuanto a los aspectos espirituales solo un objetivo guiaba sus pasos y en cuanto le alcanzase, en cuanto hubiese cubierto su venganza, estaba seguro de que quedaría vacio. Era algo que poco le importaba. Nunca consideró la riqueza espiritual como un aliado y por tanto cultivarla para él era tan necesario como el conseguir un dorado bronceado bajo el sol veraniego. Ni siquiera él mismo llegaba a explicarse como podía continuar viviendo indefinidamente con una agenda de vida tan famélica. Pero ahora, con acceso aparentemente ilimitado al voluptuoso y erótico cuerpo de aquella vampiresa le parecía que no necesitaba nada más. Seguramente esto podría funcionar solo para alguien tan superficial y banal como el propio Vincent, y el tiempo que había vivido bajo ese esquema lo confirmaba como suficiente y, por tanto, perpetuable.
– Me dice que el tiempo para los preámbulos finalizó – completó su respuesta abriendo los ojos y secuestrando nuevamente la dulce boca en medio de un beso furioso y apasionado. Liberó las manos de la vampiresa y, sin abandonar la exploración en la que se encontraba, abrió lo suficiente el frente de sus pantalones como para que la erección, que hasta ahora había sido presionada y tanteada bajo los ropajes, saltara libre. Su cadera y pecho presionaban firmemente en el lugar el cuerpo de su acompañante, manteniéndola aprisionada contra la dura pared, un trabajo sencillo dado su peso y la sumisión más que evidentemente voluntaria. – Su cuerpo será el pago por tan inexcusable comportamiento… y dado que se trata de una retribución no me molestaré en preguntarle si se encuentra usted de acuerdo o no con el castigo – y dicho esto introdujo su miembro con rudeza mientras sus manos aferraban las piernas de la vampiresa, elevadas a cada lado de su propia cadera. – Oh… si – gimió al cielo sintiendo como era recibido por lo que debía ser la encarnación del paraíso en la tierra.
Ella rió ante su alusión al premio de consolación y él, demasiado tarde, cayó en cuenta de lo insultante que aquello podría escucharse aunque fuese cierto. Después de todo la fémina desconocía por completo el objeto de su viaje y, por tanto, la frustración que acarreó el perder a su presa de manera tan inesperada ¿valdría la pena entrar en explicaciones frívolas en ese momento? por supuesto que no, no se justificaría ante ella pero tampoco sería tan tonto como para cometer ese tipo de errores por segunda vez. Se limitó a sonreír burlón y a encogerse ligeramente de hombros, no perdería el preciado tiempo de ambos retomando el tema.
Las piernas torneadas de ella se encontraban enroscadas en su cintura, sus manos sujetas con brusquedad sobre su cabeza, los dedos de él jugueteando con la zona privada, húmeda y tentadora mientras un gruñido suave vibraba en su garganta. La escena perfecta, la compañera de correría perfecta. – Me bastará con su fuego ya que se niega a entregarme su alma – susurró, dejando de juguetera en la periferia e introduciendo de golpe en ella dos de sus dedos. La suavidad de la piel que le envolvía resultaba abrumadora y era, desde siempre, su perdición. – Me dice, signorina, que no me he equivocado con usted – contestó cerrando los ojos y perdiéndose en medio de la satisfacción que le ofrecía el momento.
Su visión de futuro siempre había sido tan limitada como sus ambiciones y deseos. Iba tras lo básico, lo esencial y necesario para satisfacer las necesidades de terrenales. En cuanto a los aspectos espirituales solo un objetivo guiaba sus pasos y en cuanto le alcanzase, en cuanto hubiese cubierto su venganza, estaba seguro de que quedaría vacio. Era algo que poco le importaba. Nunca consideró la riqueza espiritual como un aliado y por tanto cultivarla para él era tan necesario como el conseguir un dorado bronceado bajo el sol veraniego. Ni siquiera él mismo llegaba a explicarse como podía continuar viviendo indefinidamente con una agenda de vida tan famélica. Pero ahora, con acceso aparentemente ilimitado al voluptuoso y erótico cuerpo de aquella vampiresa le parecía que no necesitaba nada más. Seguramente esto podría funcionar solo para alguien tan superficial y banal como el propio Vincent, y el tiempo que había vivido bajo ese esquema lo confirmaba como suficiente y, por tanto, perpetuable.
– Me dice que el tiempo para los preámbulos finalizó – completó su respuesta abriendo los ojos y secuestrando nuevamente la dulce boca en medio de un beso furioso y apasionado. Liberó las manos de la vampiresa y, sin abandonar la exploración en la que se encontraba, abrió lo suficiente el frente de sus pantalones como para que la erección, que hasta ahora había sido presionada y tanteada bajo los ropajes, saltara libre. Su cadera y pecho presionaban firmemente en el lugar el cuerpo de su acompañante, manteniéndola aprisionada contra la dura pared, un trabajo sencillo dado su peso y la sumisión más que evidentemente voluntaria. – Su cuerpo será el pago por tan inexcusable comportamiento… y dado que se trata de una retribución no me molestaré en preguntarle si se encuentra usted de acuerdo o no con el castigo – y dicho esto introdujo su miembro con rudeza mientras sus manos aferraban las piernas de la vampiresa, elevadas a cada lado de su propia cadera. – Oh… si – gimió al cielo sintiendo como era recibido por lo que debía ser la encarnación del paraíso en la tierra.
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Pierde el control, con la misma intensidad con la que has perdido a tu presa"
Vibeke desconocía el motivo porque el que Vincent creía que ella iba a “perseguirlo” para hacerlo suyo de un modo más literal. Lo supo porque mientras la tenía atada con sus manos y el cuerpo entero contra la pared, ella le leyó la mente. La noruega quiso reír y golpearlo con la misma intensidad. Acaso ¿Qué clase de mujeres eran las que lo rodeaban? ¿O quizás era tan bueno con el sexo que se volvía dependiente? Sea como fuese, Vibeke era extremadamente orgullosa y sabía que no lo necesitaría de nuevo. Era una idea tan estúpida que incluso ella continuaba molesta por el hecho de que Vincent lo hubiera pensado en el poco tiempo que habían permanecido juntos. Pero si Vibeke afirmaba de algún modo su relación con alguien, ese sería Lorian. Aunque era extraño pensarlo, sobre todo por las costumbres paganas de Vibeke que obligarían a tener un sacrificio de por medio. Sería interesante, pero poco viable dada la personalidad de ambos.
—Lo único que podrá tener de mí, es esta noche, nada más que eso— aclaró con total orgullo y despejando cualquier duda que aún rondara en la mente del italiano. El placer que le otorgara cada movimiento de su mano en la zona íntima la distraía un poco, pero Vibeke seguía teniendo muy en claro que no iba a tratarlo bien en ningún momento. Él la complacería, pero el único placer que obtuviera él, sería cuando intentara complacerla a ella. Así funcionaban los enojos de Vibeke.
Pese a todo seguía hablando tan seductora como siempre. Se seguía mordiendo los labios en cada toque ajeno y echaba hacia atrás la cabeza dándole a entender que en efecto aquello le gustaba. Como buena ninfómana se comportaba y su cuerpo era tan cómplice de su mente y sus deseos que nada podía detenerla. Si Vincent se detenía de pronto, ella encontraría quien la saciara hasta que se quedara en paz, hasta que se fuera a dormir minutos antes del amanecer con una sonrisa que le durara hasta la noche siguiente. Eran sonrisas básicas, pero producidas por algo en lo que Vibeke se había convertido en una completa dependiente.
Le besó con la misma fiereza que el italiano cuando le soltó las manos tras la advertencia. Vibeke afirmó aún más sus piernas alrededor de la cadera ajena y los brazos se apoyaron en los hombros de Vincent, manteniéndolo unido a ella mientras jugueteaba con su lengua en la boca ajena. —Más vale que lo cobre bien, Vincent— respondió ella aún sobre sus labios, ansiosa, húmeda y atrayente. Terminó de responder a tiempo, justo en el momento en que la virilidad ajena la penetró con fuerza. Ella gimió sin disimulos ni sutilezas. Demostraba cuando las cosas le gustaban o le molestaban y claramente aquella fiereza en la estocada y la presión de las manos en las piernas le encantó. Si sus embestidas iban a ser tan firmes, la noche habría valido la pena y, la verdad, es que Vincent prometía.
El sexo en la vida de Vibeke era tan importante como respirar para los humanos. La fuerza de un buen miembro era como el alimento y la impulsividad y la fiereza eran el condimento perfecto para concluir cualquier acto. La sangre excitaba a Vibeke de la misma manera, era dependiente de todo aquello y era por lo mismo que siempre se había mostrado tan infiel. No es que Lorian no pudiera complacerla, era que ellos no estaban siempre juntos y la noruega no fue nunca de las que esperan, de las que se detienen a amar y a mirar a un solo hombre aunque el mundo afuera se les derrumbe. Vibeke no era la mujer ideal para nadie, estaba llena de fallas que servían para complacer pero no para hacer feliz. Tenía una firmeza de carácter que había sido moldeado por el orgullo pero no por la dependencia. Y así, dejándolo tan claro en cada cosa que hacía, es que nadie, jamás, había reclamado nada. Ella era completamente libre y nadie podía detenerla. O eso creía ella.
Vincent tenía dominada aquella postura y la inmortal dedujo su parecido con ella misma. Las cosas se debían hacer al momento, sin dar paso a las muchas palabras o pensamientos. Eran inmortales, certeros y predadores por naturaleza. Tenían el tiempo limitado tan sólo por los amaneceres y en esa medida cada rincón era ideal para complacer sus deseos. Quizás él era un amo de lo inmediato y en cada modo de sujetarla lo demostraba. Y estaba bien, Vibeke le permitía llevar aquella postura en la que ella no estaba debajo. Estar con alguien sobre ella jamás le había gustado. Sin embargo parecían en igualdad de condiciones para aquél momento. Luego, ya sería su turno de cabalgarlo con más fiereza de la que creía a Vincent capaz.—Voy a matarte si no me gusta lo que haces— susurró entre una sonrisa y un jadeo que hacían que aquello sonara a broma. Pero no lo era.
—Lo único que podrá tener de mí, es esta noche, nada más que eso— aclaró con total orgullo y despejando cualquier duda que aún rondara en la mente del italiano. El placer que le otorgara cada movimiento de su mano en la zona íntima la distraía un poco, pero Vibeke seguía teniendo muy en claro que no iba a tratarlo bien en ningún momento. Él la complacería, pero el único placer que obtuviera él, sería cuando intentara complacerla a ella. Así funcionaban los enojos de Vibeke.
Pese a todo seguía hablando tan seductora como siempre. Se seguía mordiendo los labios en cada toque ajeno y echaba hacia atrás la cabeza dándole a entender que en efecto aquello le gustaba. Como buena ninfómana se comportaba y su cuerpo era tan cómplice de su mente y sus deseos que nada podía detenerla. Si Vincent se detenía de pronto, ella encontraría quien la saciara hasta que se quedara en paz, hasta que se fuera a dormir minutos antes del amanecer con una sonrisa que le durara hasta la noche siguiente. Eran sonrisas básicas, pero producidas por algo en lo que Vibeke se había convertido en una completa dependiente.
Le besó con la misma fiereza que el italiano cuando le soltó las manos tras la advertencia. Vibeke afirmó aún más sus piernas alrededor de la cadera ajena y los brazos se apoyaron en los hombros de Vincent, manteniéndolo unido a ella mientras jugueteaba con su lengua en la boca ajena. —Más vale que lo cobre bien, Vincent— respondió ella aún sobre sus labios, ansiosa, húmeda y atrayente. Terminó de responder a tiempo, justo en el momento en que la virilidad ajena la penetró con fuerza. Ella gimió sin disimulos ni sutilezas. Demostraba cuando las cosas le gustaban o le molestaban y claramente aquella fiereza en la estocada y la presión de las manos en las piernas le encantó. Si sus embestidas iban a ser tan firmes, la noche habría valido la pena y, la verdad, es que Vincent prometía.
El sexo en la vida de Vibeke era tan importante como respirar para los humanos. La fuerza de un buen miembro era como el alimento y la impulsividad y la fiereza eran el condimento perfecto para concluir cualquier acto. La sangre excitaba a Vibeke de la misma manera, era dependiente de todo aquello y era por lo mismo que siempre se había mostrado tan infiel. No es que Lorian no pudiera complacerla, era que ellos no estaban siempre juntos y la noruega no fue nunca de las que esperan, de las que se detienen a amar y a mirar a un solo hombre aunque el mundo afuera se les derrumbe. Vibeke no era la mujer ideal para nadie, estaba llena de fallas que servían para complacer pero no para hacer feliz. Tenía una firmeza de carácter que había sido moldeado por el orgullo pero no por la dependencia. Y así, dejándolo tan claro en cada cosa que hacía, es que nadie, jamás, había reclamado nada. Ella era completamente libre y nadie podía detenerla. O eso creía ella.
Vincent tenía dominada aquella postura y la inmortal dedujo su parecido con ella misma. Las cosas se debían hacer al momento, sin dar paso a las muchas palabras o pensamientos. Eran inmortales, certeros y predadores por naturaleza. Tenían el tiempo limitado tan sólo por los amaneceres y en esa medida cada rincón era ideal para complacer sus deseos. Quizás él era un amo de lo inmediato y en cada modo de sujetarla lo demostraba. Y estaba bien, Vibeke le permitía llevar aquella postura en la que ella no estaba debajo. Estar con alguien sobre ella jamás le había gustado. Sin embargo parecían en igualdad de condiciones para aquél momento. Luego, ya sería su turno de cabalgarlo con más fiereza de la que creía a Vincent capaz.—Voy a matarte si no me gusta lo que haces— susurró entre una sonrisa y un jadeo que hacían que aquello sonara a broma. Pero no lo era.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
“ A grande passion is the privilege of people who have nothing to do.” Oscar Wilde
Para algunos inmortales beber sangre, sentir el exquisito elixir deslizarse por el interior de sus gargantas para alimentar luego el manantial que corría por su propia intrincada red de venas, era el máximo éxtasis que podría llegar a existir. Vincent no negaba el poder y el arrebato que transmitía el calmar su sed, pero tampoco podía simplemente cederle el primer lugar en su calificación privada de experiencias y esto era algo que recordaba de vez en cuando al estar profundamente enterrado en el cuerpo de una hermosa fémina, tal como se encontraba en ese momento. Las sensaciones, la urgencia, el enajenamiento en el que se sumergía eran suficientes incluso para alejarlo del odio y la necesidad de venganza. Era un espacio de idílica paz que le proporcionaba satisfacción y felicidad, claro, además de ayudarle a pulir e inflamar su estúpido e inmenso ego. Poco le importaba ahora el orgullo de ella aunque si sus deseos. Satisfacerla resultaba tan importante como el complacerse a sí mismo. Y no es que la amenaza, lanzada bajo la fachada de una broma indefensa, tuviese algo que ver. Por supuesto que ella era mayor y, por tanto, mucho más poderosa, pero él también contaba con un arsenal bajo su manga. Puede que lograra destruirle pero no saldría del todo ilesa. Él no buscaba su muerte ni se arriesgaba de manera imprudente si podía evitarlo, la razón para no temer las repercusiones de su actual “relación” se centraban únicamente en la seguridad que poseía sobre sus habilidades en el sexo y la necesidad de confirmarlas por medio del placer que expresara su pareja, sin importar quien fuese. – Tomo debida nota, signorina – respondió entre dientes, sonriente como siempre.
Apretó con más fuerza los muslos, masajeando y lastimando al mismo tiempo, antes de empezar las embestidas, fuertes, lentas y espaciadas, al principio. Se tomaba su tiempo, regocijándose en las reacciones que había logrado arrancarle a la vampiresa hasta el momento, fantaseando en lo que vendría, recordando tantas otras que estuvieron en sus brazos en el pasado (mortales e inmortales). Todo esto se lo mostró, abriendo su mente por completo y permitiéndole a la vampiresa la libertad de husmear sobre los rostros de mujeres gimientes bajo, al lado o sobre él. Ver sus rostros contraídos y sus cuerpos temblorosos. Imágenes con la nitidez propia de los recuerdos mezcladas con otras en las que se encontraban ellos dos, repitiendo y superando, lamiendo, explorando y explotando. Su lista era larga, sus deseos insaciables. Todos los que le conocían le señalaban esta adicción como su mayor debilidad. Él no lo veía así, por el contrario, le daba un sentido a su existencia, le mostraba el camino al placer y la satisfacción de la carne más allá de la matanza, la tortura o la muerte. El mundo que creaba era por mucho menos oscuro que el de otros vampiros que conocía, aunque no por eso menos depravado.
Sus ojos se posaron sobre los orbes ajenos, examinando las tupidas y largas pestañas y el reflejo de la luz de la luna y las estrellas en el brillo sobrenatural de sus ojos. Sus colmillos atravesaron su propia carne y sus labios se tiñeron de carmesí un segundo antes de arremeter con más ímpetu. Los movimiento se transformaron en un ir y venir violento y sin contemplaciones, adentrándose tan profundo como el cuerpo de los dos lo consentía, permitiéndose chochar y constreñir con su propio torso el ajeno con una fuerza suficiente como para echar por tierra una pared común. Muchas palabras agolpaban su mente, algunas románticas y falsas las cuales quedarían por completo fuera de lugar con la fémina con la que se encontraba, otras sucias y excitantes. Sin embargo ninguna fue emitida, no era necesario decir nada más en ese momento. Solo el sentir estaba permitido, eso y el manifestar algún deseo en especifico.
Una de sus manos soltó el agarré del muslo y se desplazo hasta la delicada nuca de la vampiresa. Luego, siempre dentro de ella, la alejó de la pared en la cual había iniciado su arremetida. Con un solo movimiento fluido se dejó caer de rodillas y luego permitió que los dos se derrumbaran contra el frio suelo. No sería una posición agradable y de seguro una humana no podría resistir la cantidad de guijarros y otras asperezas contra su cuerpo mientras sostenía el peso de él. Pero no se encontraba con una humana y ya tenía claro que la delicadeza y consideración tampoco tenían cabida en el orden del día. Así las cosas se permitió aplastar esas voluminosas curvas antes de reiniciar el movimiento oscilante. Si ella deseaba otra cosa solo tenía que pedirlo, si no le agradaba algo de lo que ocurría estaba absolutamente seguro de que no tendría reparo en hacérselo saber, incluso con más de su sangre de por medio. Apretó los dientes con fuerza y se detuvo un instante. Aquel último pensamiento por poco le lleva al límite y sería una completa vergüenza terminar tan pronto la faena.
Apretó con más fuerza los muslos, masajeando y lastimando al mismo tiempo, antes de empezar las embestidas, fuertes, lentas y espaciadas, al principio. Se tomaba su tiempo, regocijándose en las reacciones que había logrado arrancarle a la vampiresa hasta el momento, fantaseando en lo que vendría, recordando tantas otras que estuvieron en sus brazos en el pasado (mortales e inmortales). Todo esto se lo mostró, abriendo su mente por completo y permitiéndole a la vampiresa la libertad de husmear sobre los rostros de mujeres gimientes bajo, al lado o sobre él. Ver sus rostros contraídos y sus cuerpos temblorosos. Imágenes con la nitidez propia de los recuerdos mezcladas con otras en las que se encontraban ellos dos, repitiendo y superando, lamiendo, explorando y explotando. Su lista era larga, sus deseos insaciables. Todos los que le conocían le señalaban esta adicción como su mayor debilidad. Él no lo veía así, por el contrario, le daba un sentido a su existencia, le mostraba el camino al placer y la satisfacción de la carne más allá de la matanza, la tortura o la muerte. El mundo que creaba era por mucho menos oscuro que el de otros vampiros que conocía, aunque no por eso menos depravado.
Sus ojos se posaron sobre los orbes ajenos, examinando las tupidas y largas pestañas y el reflejo de la luz de la luna y las estrellas en el brillo sobrenatural de sus ojos. Sus colmillos atravesaron su propia carne y sus labios se tiñeron de carmesí un segundo antes de arremeter con más ímpetu. Los movimiento se transformaron en un ir y venir violento y sin contemplaciones, adentrándose tan profundo como el cuerpo de los dos lo consentía, permitiéndose chochar y constreñir con su propio torso el ajeno con una fuerza suficiente como para echar por tierra una pared común. Muchas palabras agolpaban su mente, algunas románticas y falsas las cuales quedarían por completo fuera de lugar con la fémina con la que se encontraba, otras sucias y excitantes. Sin embargo ninguna fue emitida, no era necesario decir nada más en ese momento. Solo el sentir estaba permitido, eso y el manifestar algún deseo en especifico.
Una de sus manos soltó el agarré del muslo y se desplazo hasta la delicada nuca de la vampiresa. Luego, siempre dentro de ella, la alejó de la pared en la cual había iniciado su arremetida. Con un solo movimiento fluido se dejó caer de rodillas y luego permitió que los dos se derrumbaran contra el frio suelo. No sería una posición agradable y de seguro una humana no podría resistir la cantidad de guijarros y otras asperezas contra su cuerpo mientras sostenía el peso de él. Pero no se encontraba con una humana y ya tenía claro que la delicadeza y consideración tampoco tenían cabida en el orden del día. Así las cosas se permitió aplastar esas voluminosas curvas antes de reiniciar el movimiento oscilante. Si ella deseaba otra cosa solo tenía que pedirlo, si no le agradaba algo de lo que ocurría estaba absolutamente seguro de que no tendría reparo en hacérselo saber, incluso con más de su sangre de por medio. Apretó los dientes con fuerza y se detuvo un instante. Aquel último pensamiento por poco le lleva al límite y sería una completa vergüenza terminar tan pronto la faena.
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
“A veces, desnudo silencios, como si fueran tentaciones”
Así, sin tapujos, juntos y unidos en el absurdo de una pregunta, un ¿En qué has mentido para creerme a mí? Los dos tenían su ego y sus secretos bien guardados bajo la piel, allí donde no se puede llegar tan fácil por más que se pase la lengua por encima y se logre erizar la piel. Por lo mismo, serían buenos amantes en el silencio de lo filosas y encantadoras que podían ser sus palabras, en el borde de sus egoísmos y de la mermelada de sus bocas desde las alturas.
Su cuerpo era como el final alternativo de algún club de lucha y ella, era la entrada de incendios, la salida a las guerras y la mejor conclusión en pleno disparo. La ira de Vincent parecía haberse evaporado o hasta pinchado como aguijón en Vibeke para lograr que respondiera como lo hacía y era bienvenida aquella forma apasionada y brusca de tomarla sin dar lugar a decir mayor cosa. Ellos no necesitaban conocerse, les bastaba saberse similares y ansiosos de lo mismo para llevar a cabo sus deseos. Ninguno preguntaba de más, tampoco exigiría y al final de la faena, se despedirían como si nada entre sonrisas y olvidarían probablemente el suceso hasta que el tiempo y el destino les enseñara que no podrían olvidarse como con cualquier otro.
Vibeke se apoyaba en sus hombros y en la fuerza de sus piernas en la cintura ajena. Sus labios rozaban de vez en cuando los ajenos pero se concentraban en cada estocada y en cada sensación que le otorgaba el miembro ajeno en el jugueteo adjunto a sus fuertes manos. No habían necesitado desnudarse porque aquello jamás había sido una cita y parecían de cuerpos urgentes, amenazados por el amanecer que caería en apenas un par de horas. Por la mente de Vibeke no pasaba nada distinto a disfrutar ese momento. Ella no vivía del futuro ni del pasado sino apenas de lo que pudiera otorgarle el presente. Su sabiduría de los años se basaba en eso y ello mismo explicaba el por qué era tan desprendida de absolutamente todo: tierras, posesiones, familia, amantes… Avanzaba sin mirar atrás, correspondía coqueteos si así le parecía y luego sencillamente desaparecía sin dejar ningún rastro. Nada, hasta la fecha, había podido dominarla como para hacerla permanecer en un solo lugar. Era por lo mismo que las visiones abiertas de Vincent poco le importaron aunque emitió una risita ¿Qué pasaría si ella le mostrara lo mismo pero en su caso? Él encontraría de todo, desde tipos de seres hasta formas de distintas de tomarlos e incluso, la muerte de muchos en el lecho compartido con ella con una amplia expectativa. —Eso no es garantía, Vincent— murmuró entre jadeos y esa sonrisa en su rostro, dándole a entender que no tendría caso extender aquello por más tiempo.
Pese a que las visiones no la tentaron, sí lo hizo la sangre de Vincent deslizándose por sus propios labios en cada mordida. Inexplicablemente, aquél líquido tenía la virtud de atraer los ojos y labios de Vibeke a ella para tomar todo lo posible. Le besó entonces, mordió un poco más y mientras él seguía con sus movimientos, ella volvió a su cuello para beber más y lograr así un éxtasis mayor. Él se movió de pronto con violencia, con una tal que destrozaría a una humana en la primera estocada, pero no a la noruega, que gustaba de la fuerza sin límites y del sexo que marca y que insiste en que no se olvide. Un gemido corto y bajo salió de sus labios aunque disfrutaba esa violencia. Se sujetó más a él, de modo que al ser movida de la pared, seguía en la misma posición en la que permanecía con él dentro de ella como si nada pudiera detenerlos.
Cada aspereza en el suelo la provocó más, jadeo más entre las embestidas, las piedras y pequeños escombros perforándole la piel y la sangre de Vincent en la garganta. Pero estaba debajo de él y eso no la complacía del todo. Por tanto, se giró en su sólo movimiento dejándolo a él abajo, con ella a horcajadas sin separarse en ningún movimiento. Era ella, esta vez, la que llevaba el dominio de cada movimiento y aumentaba aún más la velocidad y la fuerza mientras le daba una mejor vista de sus senos libres y bien formados agitándose en cada ir y venir sobre él. —Recordaré tu fuerza, italiano— musitó en tono bajo, casi ahogado por la fatiga típica de los movimientos que ellos efectuaban y se movió aún más deprisa como si buscara desesperarlo de pronto.
¿Cuánto podría durarles aquello? Seguramente lejos del sol podrían durar días, pero en aquél casual encuentro se buscaba el placer llamado orgasmo, eso que seduce a los vampiros y que dada su naturaleza tiene una potencia tal que cualquier humano al sentirlo enloquecería. Era similar al beber sangre luego de un par de días con sed. Era incomparable, sabroso hasta la adicción y precisamente, sabía ella, era lo que buscaban ambos.
Su cuerpo era como el final alternativo de algún club de lucha y ella, era la entrada de incendios, la salida a las guerras y la mejor conclusión en pleno disparo. La ira de Vincent parecía haberse evaporado o hasta pinchado como aguijón en Vibeke para lograr que respondiera como lo hacía y era bienvenida aquella forma apasionada y brusca de tomarla sin dar lugar a decir mayor cosa. Ellos no necesitaban conocerse, les bastaba saberse similares y ansiosos de lo mismo para llevar a cabo sus deseos. Ninguno preguntaba de más, tampoco exigiría y al final de la faena, se despedirían como si nada entre sonrisas y olvidarían probablemente el suceso hasta que el tiempo y el destino les enseñara que no podrían olvidarse como con cualquier otro.
Vibeke se apoyaba en sus hombros y en la fuerza de sus piernas en la cintura ajena. Sus labios rozaban de vez en cuando los ajenos pero se concentraban en cada estocada y en cada sensación que le otorgaba el miembro ajeno en el jugueteo adjunto a sus fuertes manos. No habían necesitado desnudarse porque aquello jamás había sido una cita y parecían de cuerpos urgentes, amenazados por el amanecer que caería en apenas un par de horas. Por la mente de Vibeke no pasaba nada distinto a disfrutar ese momento. Ella no vivía del futuro ni del pasado sino apenas de lo que pudiera otorgarle el presente. Su sabiduría de los años se basaba en eso y ello mismo explicaba el por qué era tan desprendida de absolutamente todo: tierras, posesiones, familia, amantes… Avanzaba sin mirar atrás, correspondía coqueteos si así le parecía y luego sencillamente desaparecía sin dejar ningún rastro. Nada, hasta la fecha, había podido dominarla como para hacerla permanecer en un solo lugar. Era por lo mismo que las visiones abiertas de Vincent poco le importaron aunque emitió una risita ¿Qué pasaría si ella le mostrara lo mismo pero en su caso? Él encontraría de todo, desde tipos de seres hasta formas de distintas de tomarlos e incluso, la muerte de muchos en el lecho compartido con ella con una amplia expectativa. —Eso no es garantía, Vincent— murmuró entre jadeos y esa sonrisa en su rostro, dándole a entender que no tendría caso extender aquello por más tiempo.
Pese a que las visiones no la tentaron, sí lo hizo la sangre de Vincent deslizándose por sus propios labios en cada mordida. Inexplicablemente, aquél líquido tenía la virtud de atraer los ojos y labios de Vibeke a ella para tomar todo lo posible. Le besó entonces, mordió un poco más y mientras él seguía con sus movimientos, ella volvió a su cuello para beber más y lograr así un éxtasis mayor. Él se movió de pronto con violencia, con una tal que destrozaría a una humana en la primera estocada, pero no a la noruega, que gustaba de la fuerza sin límites y del sexo que marca y que insiste en que no se olvide. Un gemido corto y bajo salió de sus labios aunque disfrutaba esa violencia. Se sujetó más a él, de modo que al ser movida de la pared, seguía en la misma posición en la que permanecía con él dentro de ella como si nada pudiera detenerlos.
Cada aspereza en el suelo la provocó más, jadeo más entre las embestidas, las piedras y pequeños escombros perforándole la piel y la sangre de Vincent en la garganta. Pero estaba debajo de él y eso no la complacía del todo. Por tanto, se giró en su sólo movimiento dejándolo a él abajo, con ella a horcajadas sin separarse en ningún movimiento. Era ella, esta vez, la que llevaba el dominio de cada movimiento y aumentaba aún más la velocidad y la fuerza mientras le daba una mejor vista de sus senos libres y bien formados agitándose en cada ir y venir sobre él. —Recordaré tu fuerza, italiano— musitó en tono bajo, casi ahogado por la fatiga típica de los movimientos que ellos efectuaban y se movió aún más deprisa como si buscara desesperarlo de pronto.
¿Cuánto podría durarles aquello? Seguramente lejos del sol podrían durar días, pero en aquél casual encuentro se buscaba el placer llamado orgasmo, eso que seduce a los vampiros y que dada su naturaleza tiene una potencia tal que cualquier humano al sentirlo enloquecería. Era similar al beber sangre luego de un par de días con sed. Era incomparable, sabroso hasta la adicción y precisamente, sabía ella, era lo que buscaban ambos.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo” Woody Allen
La casi ausencia de reacción de la vampiresa ante la seguidilla de imágenes pervertidas, sucias y sumamente excitantes (según el propio Vincent) le confirmó lo que había podido vislumbrar y adivinar sobre su carácter. Muchas veces se había topado en el pasado con féminas que aseguraban su devoción por la libertad y el desapego hacia sus parejas sexuales, solo para comprobar después que los celos y los sentimientos de posesividad emergían tan pronto él encontraba un nuevo objetivo. Era algo que odiaba ¿Cuál era la obsesión de las mujeres por considerar el cuerpo masculino como de su propiedad? Que falta de espíritu generoso, que limitado anhelo por compartir con el prójimo. Pero la sirena de plateada cabellera solo rió ante ello, como si fuese un recordatorio de algunas de sus propias experiencias, como si no le importara en absoluto la cantidad de mujeres que habían pasado bajo el cuerpo que ahora aplastaba sus curvas. La pasión y el desparpajo de ella eran comparables a los de él. La manera ansiosa en como lamía la sangre que corría por las heridas abiertas en sus labios le provocaba estremecimientos, la forma descarada de explorar su boca le instaba a hacerla sangrar para él. Ella deseaba, él proveía, sin detenerse a pensarlo le dio el acceso necesario para que sus colmillos perforasen la piel de su cuello. Adoró la sensación de los colmillos de la vampiresa perforando su piel al tiempo que él la penetraba con dureza. Los dos se encontraban dentro del otro, de maneras distintas, obteniendo un placer similar.
Por supuesto, el cuerpo femenino respondió bien al movimiento violento con el cual terminaron tumbados en el suelo. Él también gemía, haciéndole saber involuntariamente a Vibeke cuanto le complacían sus acciones y sonidos. Casi esperaba que les alcanzase el orgasmo en esa posición, pero entonces ella invirtió los papeles. De pronto era él quien se encontraba soportando las irregularidades del lecho improvisado mientras el peso y la voluntad de ella le mantenían apresado. La fuerza de gravedad, aliada con los embates de la vampiresa, hacía oscilar deliciosamente los senos en un baile que le era imposible ignorar. Levantó ambas manos colocándolas de forma que apenas rozaban los turgentes pezones. No deseaba amortiguar el rebote, solo disfrutar del movimiento. – Yo recordaré mucho más que solo su fuerza, signorina – murmuró entre sonrisas y jadeos. El conjunto de movimiento, piel y curvas, unido a la incomodidad en su espalda y trasero, le estaban llevando al límite.
Como inmortal tenía una ventaja física sobre los humanos. Su cuerpo se recuperaba más rápido y, por tanto, podía gozar del sexo sin tantas limitaciones. Ya casi no recordaba aquellas épocas en las cuales debía esperar durante lo que le parecía un eternidad antes de que su cuerpo respondiese nuevamente. Claro que, durante ese lapso, siempre podía atender a sus compañeras con ayuda de sus manos y lengua, en lo cual se consideraba (como no) también un experto, pero el que su miembro volviese a endurecerse segundos después de derramar su semilla resultaba ser una de las mejores ventajas obtenidas a cambio de entregar su alma a un mundo de tinieblas. La resistencia de su raza para tales actividades era solo contrarrestada por la inevitable urgencia de alejarse de la mortífera luz diurna. Vincent estaba seguro de que si el encuentro con Vibeke se hubiese producido en un lugar que les resguardase de los rayos solares, la separación ocurriría únicamente cuando la sed de sangre mortal les obligase, lo cual podría no ocurrir en muchas, muchas horas. Lamentablemente ese no era el caso, y los cambios en el cielo, imperceptibles para los ojos de los mortales pero claros para los vampiros, les indicaban que su tiempo juntos concluía. Él sería fiel a su filosofía de vida. Sin importar cuán fantástico hubiese sido no le pediría que se reencontrasen. Cada cual seguiría su camino. Él no la olvidaría y asumía que permanecería en la memoria de ella, atendiendo sus propias palabras.
Llegado a esta conclusión solo una cosa quedaba por hacer. Haciendo acopio de su fuerza se irguió lo suficiente como para quedar sentado, un segundo después calvó con ímpetu los colmillos en la piel expuesta de uno de los senos de Vibeke. La sangre de ella inundó su cerebro y eliminó su voluntad. En cuanto dejó de resistirse las oleadas de placer previas al orgasmo le atravesaron como un rayo, haciéndole rugir contra la pálida piel y aferrar con tanta fuerza la espalda femenina como para lastimar incluso a una poderosa y antigua inmortal. Su trasero se tensó, empujándolo hacia adelante y arriba lo suficiente como para introducirse por completo en ella mientras toda su lujuria se vaciaba en su interior en medio de un ritmo embriagador y palpitante.
Por supuesto, el cuerpo femenino respondió bien al movimiento violento con el cual terminaron tumbados en el suelo. Él también gemía, haciéndole saber involuntariamente a Vibeke cuanto le complacían sus acciones y sonidos. Casi esperaba que les alcanzase el orgasmo en esa posición, pero entonces ella invirtió los papeles. De pronto era él quien se encontraba soportando las irregularidades del lecho improvisado mientras el peso y la voluntad de ella le mantenían apresado. La fuerza de gravedad, aliada con los embates de la vampiresa, hacía oscilar deliciosamente los senos en un baile que le era imposible ignorar. Levantó ambas manos colocándolas de forma que apenas rozaban los turgentes pezones. No deseaba amortiguar el rebote, solo disfrutar del movimiento. – Yo recordaré mucho más que solo su fuerza, signorina – murmuró entre sonrisas y jadeos. El conjunto de movimiento, piel y curvas, unido a la incomodidad en su espalda y trasero, le estaban llevando al límite.
Como inmortal tenía una ventaja física sobre los humanos. Su cuerpo se recuperaba más rápido y, por tanto, podía gozar del sexo sin tantas limitaciones. Ya casi no recordaba aquellas épocas en las cuales debía esperar durante lo que le parecía un eternidad antes de que su cuerpo respondiese nuevamente. Claro que, durante ese lapso, siempre podía atender a sus compañeras con ayuda de sus manos y lengua, en lo cual se consideraba (como no) también un experto, pero el que su miembro volviese a endurecerse segundos después de derramar su semilla resultaba ser una de las mejores ventajas obtenidas a cambio de entregar su alma a un mundo de tinieblas. La resistencia de su raza para tales actividades era solo contrarrestada por la inevitable urgencia de alejarse de la mortífera luz diurna. Vincent estaba seguro de que si el encuentro con Vibeke se hubiese producido en un lugar que les resguardase de los rayos solares, la separación ocurriría únicamente cuando la sed de sangre mortal les obligase, lo cual podría no ocurrir en muchas, muchas horas. Lamentablemente ese no era el caso, y los cambios en el cielo, imperceptibles para los ojos de los mortales pero claros para los vampiros, les indicaban que su tiempo juntos concluía. Él sería fiel a su filosofía de vida. Sin importar cuán fantástico hubiese sido no le pediría que se reencontrasen. Cada cual seguiría su camino. Él no la olvidaría y asumía que permanecería en la memoria de ella, atendiendo sus propias palabras.
Llegado a esta conclusión solo una cosa quedaba por hacer. Haciendo acopio de su fuerza se irguió lo suficiente como para quedar sentado, un segundo después calvó con ímpetu los colmillos en la piel expuesta de uno de los senos de Vibeke. La sangre de ella inundó su cerebro y eliminó su voluntad. En cuanto dejó de resistirse las oleadas de placer previas al orgasmo le atravesaron como un rayo, haciéndole rugir contra la pálida piel y aferrar con tanta fuerza la espalda femenina como para lastimar incluso a una poderosa y antigua inmortal. Su trasero se tensó, empujándolo hacia adelante y arriba lo suficiente como para introducirse por completo en ella mientras toda su lujuria se vaciaba en su interior en medio de un ritmo embriagador y palpitante.
Vincent de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 24/02/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Flashback - Blinded by the moonlight [privado] +18
"Como el placer en aleatorio y los dedos cruzados"
Para muchos podía ser inconcebible el buscar placer de la forma en que ellos lo hacían. Ninguno buscaba compromiso alguno y el lugar en donde se llevaba a cabo todo era dado por la mismísima suerte o casualidad. El deseo aparecía y el lugar se adecuaba a sus antojos. Pero era evidente que eso no le sería tan fácil a cualquier otro. Para Vibeke, esos mojigatos pedían ayuda desde su interior muerto, lleno de tierra, mientras parecían vivos pero sólo de pena. Quizás para un humano fuera comprensible, dada la susceptibilidad de sus cuerpos. Pero ¿Y los vampiros? No había excusa para ningún inmortal. No había argumentos que pudieran defender a un bebedor de sangre que se negara a deleitar su cuerpo como si creyera morir a la siguiente noche. Aunque no fuera cierto.
La noche en Alemania los había puesto en un encuentro extraño, en el que la propia química que emanaban sus sangres, fruto de la misma estirpe, los atrajo sin dar tiempo a preguntas o teorías que tendrían mucho sentido de ser examinadas. Aquella atracción hizo uso de los cuerpos libertinos de ambos y el placer ebulló como cabría de esperarse. Los odios fueron sobrepasados al igual que las prisas y los planes para la noche. Noche que había arrasado las horas a la vez que a las energías del par de descarados inmortales. Era como bailar desnudo sobre la enfermedad de sus mentes, deleitándole la lengua en vaivén y entre las piernas, como si quisiera continuar cada provocación sin conocer nada y durante cientos de veces.
Y quería ser recordada, porque pretendía marcarse en la piel de cualquier amante temporal, como si ella y sus curvas tan marcadas pudieran ser irrepetibles. No repetía noches, excepto con Lorian, pero no podía negar que adoraba ser mirada con picardía cuando el destino la ponía en el mismo lugar del que alguna vez fuera cualquier amante. Además nada está dicho y los dioses son caprichosos con respecto a sus decisiones y giros.
No tenía quejas del sexo de esa noche, había sido un grato encuentro casual en el que su compañero emanaba violencia y seducción al mismo tiempo. Era capaz de seguirse moviendo frenéticamente en cada embestida y cuando se sentó para apresarla con brazos y colmillos sobre su seno, el placer de la inmortal aumentó, logrando un gemido mayor a los anteriores y que sólo anunciaba una cosa. El orgasmo se hacía presente a tiempo, el suficiente para respirar un poco antes de irse sin demasiada prisa, justo antes que los rayos del sol la acariciaran con la intensidad de la muerte. En medio de la fuerte presa y sintiendo el fruto del placer de Vincent en su propio ser, suspiró, soltó una risita y se permitió quedarse un momento sobre él hasta retomar la compostura.
—Creo que haré lo mismo. Hasta que el destino lo quiera, Vincent— musitó dedicándole una sonrisa justo antes de ponerse en pie, arreglarse con suma velocidad las ropas y desapareciendo de la escena como si hubiera sido apenas una ilusión.
Ninguno reparó demasiado en la unión de su sangre, pese a que se deleitaron con la ajena sintiendo recorrerles el cuerpo y quemarles como deseo puro. Sin embargo, no sólo los había unido el deseo sino también la maldición, capaz de lograr el odio absoluto por el enemigo y el deseo firme por el hermano. Solamente los años revelarían la verdad de aquella noche, una que sería recordada de inmediato en cuanto sus ojos se cruzaran nuevamente.
La noche en Alemania los había puesto en un encuentro extraño, en el que la propia química que emanaban sus sangres, fruto de la misma estirpe, los atrajo sin dar tiempo a preguntas o teorías que tendrían mucho sentido de ser examinadas. Aquella atracción hizo uso de los cuerpos libertinos de ambos y el placer ebulló como cabría de esperarse. Los odios fueron sobrepasados al igual que las prisas y los planes para la noche. Noche que había arrasado las horas a la vez que a las energías del par de descarados inmortales. Era como bailar desnudo sobre la enfermedad de sus mentes, deleitándole la lengua en vaivén y entre las piernas, como si quisiera continuar cada provocación sin conocer nada y durante cientos de veces.
Y quería ser recordada, porque pretendía marcarse en la piel de cualquier amante temporal, como si ella y sus curvas tan marcadas pudieran ser irrepetibles. No repetía noches, excepto con Lorian, pero no podía negar que adoraba ser mirada con picardía cuando el destino la ponía en el mismo lugar del que alguna vez fuera cualquier amante. Además nada está dicho y los dioses son caprichosos con respecto a sus decisiones y giros.
No tenía quejas del sexo de esa noche, había sido un grato encuentro casual en el que su compañero emanaba violencia y seducción al mismo tiempo. Era capaz de seguirse moviendo frenéticamente en cada embestida y cuando se sentó para apresarla con brazos y colmillos sobre su seno, el placer de la inmortal aumentó, logrando un gemido mayor a los anteriores y que sólo anunciaba una cosa. El orgasmo se hacía presente a tiempo, el suficiente para respirar un poco antes de irse sin demasiada prisa, justo antes que los rayos del sol la acariciaran con la intensidad de la muerte. En medio de la fuerte presa y sintiendo el fruto del placer de Vincent en su propio ser, suspiró, soltó una risita y se permitió quedarse un momento sobre él hasta retomar la compostura.
—Creo que haré lo mismo. Hasta que el destino lo quiera, Vincent— musitó dedicándole una sonrisa justo antes de ponerse en pie, arreglarse con suma velocidad las ropas y desapareciendo de la escena como si hubiera sido apenas una ilusión.
Ninguno reparó demasiado en la unión de su sangre, pese a que se deleitaron con la ajena sintiendo recorrerles el cuerpo y quemarles como deseo puro. Sin embargo, no sólo los había unido el deseo sino también la maldición, capaz de lograr el odio absoluto por el enemigo y el deseo firme por el hermano. Solamente los años revelarían la verdad de aquella noche, una que sería recordada de inmediato en cuanto sus ojos se cruzaran nuevamente.
CERRADO
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 199
Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Every Moonlight. «privado»
» Too much, but never enough [Flashback] | Privado
» Moonlight Shadow ~ Privado
» Can't fight the Moonlight | Privado
» Blinded heartless [priv]
» Too much, but never enough [Flashback] | Privado
» Moonlight Shadow ~ Privado
» Can't fight the Moonlight | Privado
» Blinded heartless [priv]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour