Lunas Hermosas tras un Rostro Brillante [Dulbella Devourer]

La cortada fue apenas un frío destello, atravesando el aire de la sala. Todo se detuvo. Una simple ráfaga que dejó ese rastro rojo oscuro en el dedo índice de mi mano derecha. Un profundo corte que gotea lento pero constante, cada gota se desperdiciaba al caer en mi pecho y en el suelo, pero no en mi lengua. Dejó aún lado el sable sobre un bullicioso mueble con decorados florares. Con una agitada respiración producto del ejercicio que hace unos momentos realizaba provocaba que tenga los labios abiertos. Mis pechos subían y bajaban debido a la agitación del ejercicio, sin dejar de ver ese líquido tan deseado por muchos nocturnos…

Coloque la herida en mi labio inferior, succionando la sangre, pasando después ese músculo húmedo para limpiar el dedo. Una línea de sangre mezclada con el sudor caía entre en medio de los senos, estaba desabotonada mi blusa, por lo que el tacto con la piel fue predecible. Recuerdo vagamente cuando era una humana como con un pañuelo lo solucionaba todo, y evitar ver la presión de la sangre, ahora en cambio debía de esperar, esperar esos minutos hasta que el corte este curado. Apoye mis caderas en el mismo mueble donde deposite mi preciada arma, arma que ahora me traiciono al lastimarme de esa manera, pero lo cierto es que la falta de práctica ocasionó tal incidente. Cayendo gotas de sangre sobre la tela blanca, “Luego se limpia”, pensé bajamente.

Escucho golpeteos en la entrada “ Que molesto es a esta hora” pensé…-Mi señora le han entregado una invitación-, analice las palabras de mi único mayordomo, o más bien de mi único servidor. Un hombre delgado y sobrio, pasando la edad de la juventud, humano afectuoso pero silencioso, cuyos secretos he compartido con él y con su difunta esposa. –Posiblemente se habrán equivocado de domicilio- le dije sin voltearlo a ver, para esos momentos la sangre estaba empezando a secar. No era necesario ver los movimientos de Gaspar, sabía que aunque no recibía correo, estos eran siempre depositados en la mesa redonda de la entrada.

Y aún mi fiel sirviente seguía despierto y alerta a esta hora, puede ser que la repentina muerte de Constancia lo haya alejado de su sueños, pero lo más extraño es la entrega de ese documento, el porqué de entregar una nota a esta dirección, me era desconocido. Tome el sable guardándolo en su respectivo lugar, me desoje de la tela sudada y manchada dejando ver mi carne en su totalidad, teniendo solo en la parte de abajo un pantalón beige algo ajustado, cómodo para mis entrenamientos, me retiro a mi habitación, pues la noche apenas comienza, debía de encaminarme a cambiarme de atuendos y empezar con alguna cacería, antes de que de nuevo el día se presente.

Cerré las cortinas del salón y me dispuse a subir los peldaños. “Siempre hay silencio, que triste puede ser la vida de un no muerto” recordando que hace unos momentos a Gaspar y esa carta. –Posiblemente sea una carta de mi amigo José- baje sólo los cinco escalones y sin retraso alguno llegue hasta la pequeña estancia, la tome, y de nuevo subí, liberándome por completo la sucia ropa, poniéndome mi típico vestido negro me dispuse a leer su contenido…-Un anuncio, uno de esos eventos los cuales no estoy acostumbrada a socializar, pero qué más da, después de todo puede ser que una subasta no me vendría mal, siempre habrá alguno objeto que deba añadir a mi colección- Me aliste, con un simple vestido, discreto para la ocasión.

No era necesario pedir un cochero, podía caminar con la rapidez. Solitaria, ajena a todo a mí alrededor, dejo que mis pies me guiarán hasta llegar a una gran verja que da pie a un esplendido jardín. Hace años que no acostumbraba a caminar por estos lugares y la luna era maravillosa, cayendo los rayos platinados que iluminan la entrada, adornada con grandes arbustos y con unas magnificas rosas que las acompañaban, sin embargo por prestar atención a lo que veía no advertí la presencia de alguien más. -No hace falta que se disculpe- fue mi respuesta automática ante tan incidente, lo cierto es que no me lo esperaba, giro para verle mejor sonriéndole un poco. Reaccionó un tanto desconfiada

“Su fragancia es… ” Le miro a los ojos, su rostro me era vagamente conocido, “Puede que no sea quien creo que es… ” Me siento intrigada, su aura poseen algo indescriptible que me hace acercarme más a él. La brisa peinado mis cabellos, aparto unos cuantos cabellos de mi frente para mantener la mirada, escucho atenta sus palabras, presentándose con cortesía, –Mi nombre es Dulbella Devourer, presiento que nos conocemos, pero creo que es en otra vida–bajo la mirada mientras sonrió de lado, no fue la manera correcta de referirme a él, pero bueno tenía que decirle algo más que un simple “Hola”. –Gracias…por, bueno discúlpame pero no sé cómo reaccionar antes su comentario– Me muerdo el labio inferior para no decir nada, mientras me cruzo de brazos, llevando una mano a mi mentón pensando si le he recordaba. Inclinándome un poco hacia delante sin dejar de prestarle atención a sus cautivadores ojos, todo un gallardo caballero resulta ser lo que me hace reaccionar de una manera que ni yo misma creía mostrar.