El eclipse [Dulbella + Lestat + Leotie]

Parecía un eclipse. Como si de pronto, la luna ocultara el resplandor del sol durante días y a su paso, la noche y la frialdad hubieran ganado el pulso al día, siendo la escarcha el resultado de aquella batalla celestial. Era extraño el saber que seguía siendo verano y levantarme una mañana tras una fuerte tormenta y percatarme de que el río había amanecido cubierto de hielo y algunos copos de nieve y granizo habían conquistado el césped verde del bosque en el que vivía. Asombrada por aquella inusual estampa invernal en el mes de septiembre, salí del árbol en el que había mal dormido a causa del frío temporal y caminé descalza entre la nieve, omitiendo algunos extraños sonidos para llamar así a Wonkus, mi fiel compañero. A los escasos segundos de mi llamada, el lobezno apareció brincando de trás un árbol, corriendo hacia mí para lamer el dorso de mi mano y jugar con mis dedos, mordisqueándolos en ocasiones.


Le ofrecí el cuerpo inerte de un conejo al que había encontrado tras unos matorrales, probablemente sorprendido por aquél alocado temporal. El cachorro lo tomó entre sus dientes y empezó a masticarlo con avaricia, manchando de sangre aquella nieve que empezaba a fundirse al contacto con el tímido sol del mediodía. Cuando terminó y después de quedarnos dormidos sobre la rama de un árbol, decidimos inspeccionar la zona en la que nos encontrábamos, bastante alejados del árbol que usaba como casa y sin darme cuenta de cómo el crepúsculo iba ganando terreno a aquél cielo encapotado y ahora lluvioso de nuevo, aunque en forma de gélida nieve. Descalza y con frío, decidí correr junto a Wonkus para calentar mi cuerpo de algún modo, sin rumbo fijo, tan sólo guiándome por mi instinto incivilizado hasta que a lo lejos, vislumbré algo parecido a una pequeña edificación en ruinas. Curiosa y sabiendo lo alejada que me encontraba de mi hogar, hice un gesto al lobo que me acompañaba en aquella aventura y me acerqué al lugar, observando su interior maravillada por su belleza. Me asombraron la pureza de aquellas columnas blanquecinas, su techo abovedado, sus transparentes ventanales... aunque su desgastado suelo dejaba mucho que desear para mis desnudos pies. Me acerqué a las ventanas y miré a su exterior, viendo cómo algunos copos albinos empezaban de nuevo a aposentarse en aquél césped esmeralda.


Cerré las ventanas y me senté entonces en el borde de éstas, con Wonkus sobre mis muslos y ambos acurrucados y casi temblando, viendo cómo el cristal se iba empañando y ante nosotros se definía un paraje completamente invernal. Recosté mi cabeza contra el vidrio y mis párpados cedieron a regañadientes al peso del cansancio.

Wonkus gruñó y eso me despertó, viéndome acorralada por una escalofriante mirada perteneciente a una mujer más albina incluso que el resto de rostros pálidos que había conocido. Gruñí levemente junto al lobezno pero de pronto, él saltó de mis brazos y se dirigió hacia un árbol próximo, siguiéndole yo con la mirada hasta ver cómo se abalanzaba sobre un hombre que parecía observarnos con interés. ¿Estarían compinchados? ¿Qué hacían allí? ¿Qué querían de mí? Lo cierto era que por mucha curiosidad que sintiera, mi llamada supervivencia me empujaba a huir de aquél lugar.

- ¡Wonkus! ¡Kesīpesow, Wonkus!- grité con desespero en mi voz, girándome entonces hacia la mujer.

Me lancé hacia ella y arañé su tela antes de empezar a correr hacia el exterior, viendo cómo el lobo obedecía mi orden y huía del lugar hacia las profundidades del bosque nevado, dejándome a solas con mi ansiedad y mi temor. Y con ellos. De pronto, caí al suelo con torpeza, gritando de dolor cuando algo punzante había atrapado uno de mis pies. Conocía esas herramientas, pues los Cross me habían llevado en algunas ocasiones al campo, en sus días de caza. Era una trampa para animales. Me retorcí de dolor mientras con las manos intentaba quitármelo, sin éxito alguno. Y ahora, ambos seres me miraban de una forma extraña, clavando sus ojos en la sangre que corría por mi pie desnudo...

Observe como esa pequeña criatura se atemorizaba, dio un salto para después irse por mi presencia, dejando a la joven mortal conmigo. Era evidente que su temor se mostrará en su fino rostro, una humana cuya piel tostada me era algo grato de ver, por su raza podía considerarse como una nativa de estos lugares. Mi intención era conocerla, saber la razón del porque estaba ella ahí sola y al no tener con que cubrirse, estaba dispuesta a ofrecerle mi abrigo del cuál no me servia mucho. Estaba tan distraida con la humana que no note el olor de otro ser..."Su presencia captó mi atención, sin embargo podía suponer que la razón de su presencia se deba a la Mortal"...Giré ahora hasta donde estaba él, a su espalda habia un hermoso corcel, del cual me quede prendada de ese hermoso colosal.

-Un vampiro...-unas simples palabras salieron de mis gruesos labios, estaba por acerca sigilosamente hasta ese ser nocturno, en parte por desconfianza, pero de igual manera por curiosidad, para leer su mente. Sólo que un aroma, demasiado familiar, cautivo mis sentidos. "Esa deliciosa pero insoportable frangancia de la sangre de la humana", una trampa se incrustó en la pierna de esa chica, y observaba con deleite como ese líquido se escurria por toda su pierna. Cierto placer sentí al verla de esa manera, indefensa y atemorizada. No obstante, debía de controlar mis instintos o crearía un terrible caos, más aún con la presencia de aquel caballero inmortal.

-Exquisito sabor- pasaba mi lengua por mi labios, saboreando ese placer, tuve que cerrar mis ojos y controlar mis impulsos, cerrando mis puños. Era inevitable que algunos de los dos vampiros presentes pudíera respirar con dificultad. Para no seguir sintiendo su aroma cautivador, respire hondo, tranquilizandome y acercarme a ella, mi rodilla tocó el suelo para apoyarse, y con ambas manos retire con cuidado ese dispositivo mortal y lo destruí. Acarranque de mi blusa un pedazo de tela para vendar la herida y así evitar más ese contacto con la sangre.

La mujer albina se acercó a mí y yo intenté forcejear contra aquella trampa, pero por más que luchaba, parecía que sus sientes más se clavaban en mi piel, haciéndola sangrar y colorear la nieve que me rodeaba de un color rubí realmente precioso, casi centelleante.

Ante mi asombro, la mujer se arrodilló ante mí y con una facilidad asombrosa, se deshizo de aquella trampa, liberándome al momento. Mis ojos seguían sus movimientos con interés, dejando que destripara parte de su atuendo para vendar mi herida, evitando que más sangre fuese derramada ante aquella blanca estampa. Detuve una de sus manos cuando ella hizo un gesto para enderezarse, reteniéndola anta mí para fijar mis ojos en sus fuertes manos, aún sorprendida de su fuerza. Reseguí la palma de su mano con las yemas de mis dedos, notando su tacto gélido, su suavidad y su dureza. Alcé entonces la vista para clavarla en su rostro, esbozando una trémula sonrisa amistosa.

- Gracias.- murmuré, inclinando levemente mi cabeza hacia ella como símbolo de gratitud.

Tras ella, el hombre se acercó a nosotras, con la mirada empañada de curiosidad e interés. ¿Serían camaradas? Quizás sí. Eran muy parecidos entre ellos, con aquella tez tan súmamente pálida y su aspecto casi fantasmagórico. Dirigí una sutil mirada a él, para desviarla al momento cuando algo captó mi atención. Entre los arbustos lejanos, entreví el hocico de Wonkus, quién esperaba una de mis señales para volver junto a mí. Pero no lo hice. No le di tal señal. Y él permaneció lejos de aquél escenario.

Intenté entonces ponerme en pie, sacudiendo la nieve de mis ropajes y soltando la mano de la mujer, aunque el dolor punzante en mi tobillo me hizo desestabilizar hasta caer de nuevo, cubriendo mi rostro de una vergüenza sin igual. Ahora, ante aquellos rostros pálidos, estaba mostrando aquella fragilidad que jamás solía alardear. Tomé aire y sin decir nada más, lo reintenté por segunda vez.

-No tienes nada que agradecer- levanto una ceja y miro hacia otro lado, mientras trata de levantarse, aún olia sangre y eso me alteraba. Escucho las palabras de aquel vampiro -Siempre nos tendras miedo porque somos diferentes a ellos, es lógico y compresible su temor pues vivmos de su sangre- le digo con una voz tenue y baja, caminando hacia un lado de la ventana para apoyarme mi cuerpo, dejando a la joven chica sola pues no sabría como podía actuar si seguia cerca de ella.

La temperatura cambio, sabía que habia frío, lo pude ver en los labios de la nativa como se ponian morados y tintineaban de frío, en cambios nosotros dos no sentiamos eso, mi piel estaba expuesta debido a que desprendi de mi manga derecha para socorrer a la chica, tratando de olvidar ver la nieve cubierta por ese color carmesi le cuestione -Ahora que se fue tu mascota, y estas herida ¿tienes en donde protegerte de la tormentosa nieve?- sin dejar de mirar al suelo, casi con los ojos cerrados y con los brazos cruzados, sabía que tanto mi compañero nocturno como yo, no la ibamos a atacar, yo sabía él porque no lo hice, no esta en mi naturaleza alimentarme de personas indefensa y pequeña, su cuerpo era de un tamaño menor al mio, por lo que su sangre no me satisfacería por completo, pero lo extraño era saber porque él no lo hizo. "¿O es que acaso son estos vampiros que les gusta jugar con sus víctimas al mostrarle confianza?" no quería quedarme con la duda pero aguarde a quedarme callada, la paciencia siempre es requerida para estos eventos antes de cometer un error.

Off: Disculpen la demora, apenas pude contestarle a tiempo por problemas de la PC