Mujeres [Libre]

por Invitado Miér Nov 23, 2011 11:37 pm

Y como dice la canción no hay en el mundo un hombre que no halla llorada por una mujer… Ah, no esperen esa no era la narración, bueno eso pensaba el vampiro cuando entro a aquel lugar, solo divagando por aquí por allá, sonriendo a los presentes y guiñándole a mujeres y hombres, era un loco, un sonriente, le valía lo que pasara a su alrededor, tomo asiento a sus anchas, recostándose y usando los brazos como cojín, mientras sostenía el tallo de una rosa que le regalo a una mujer de por ahí, rasco su nariz, mirando la copa de uno de esos árboles – Ayayaiii mi corazón mal herido – se levantó de un impulso cantando, se rasco la retaguardia sin pena, sin vergüenza era su encanto.

Miro a su alrededor, miro a una damita de clase alta y se le acerco – No quieres venir a mi casa al tiro de la madrugada - La mujer le lanzo una bofetada – al menos dígame algo no me ignore – se puso casi a bailarle a otra de vestido azul y esta le regalo un beso pero era un cortesana, se acercó de espaldas a otra que llevaba un paraguas - ¿Dónde va tan solita señorita?... - ¡A correr León!... Era una SEÑORA… que inmediatamente le dio un golpe en las nalgas con el paraguas, se abrazó a un farol, escondiéndose y dramatizando – Dios era una viaja arpía, porque no me pones a una cara bonita?

por **Abigail Barascout** Jue Nov 24, 2011 7:12 am

Gerard, su guardia, llevaba repitiendo toda la noche que ese lugar de París no era el apropiado para una dama como ella, que debería marchar a Palacio y descansar. Pero cuanto más lo repetía el hombre, más ganas le daban a la princesa de continuar con su paseo, visitando lugares menos finos y que seguro que serían más divertidos que todos los que visitaban las clases más altas o la aristocracia. Además que la princesa no había quedado sola allí, una mujer la estaba esperando para hablar de telas y precios para unos vestidos, era una gran costurera, pobre pero eso no le quitaba nada de talento. - Muchas gracias por todo, señora - Le sonrió la princesa una última vez antes de quedarse con la única compañía que su guardia le daba, no tenía muy claro de lo que habían hablado, ya que un hombre la había sacado de la conversación más de una vez.

- Las mujeres no somos de uso y disfrute exclusivo de hombres milord - Habló alto pero sin llegar a gritar, mirándolo con una ligera sonrisa divertida y a la vez molesta mientras caminaba hacia él - Para eso existen las cortesanas y tengo entendido que algunas son bellas y que todas saben hacer muy bien su trabajo - Su guardia suspiró levemente al escucharla, antaño había intentado que en las salidas siguiera comportándose como la princesa recatada y fina que tenía que ser, ambos sabían que esas palabras no deberían salir de su boca, pero ¿a caso importaba? Era su opinión y no le importaba el darla. - Debería visitarlas a ellas y no molestar a las demás.

por Invitado Sáb Nov 26, 2011 12:22 am

Se quedó mirando a la mujer… “Uyuyuiii” estaba como quería, rubia, hermosa y de gran figura prominentes curvas y que decir de esa vocecilla definitivamente León volvió a su compostura, la examino llevando los dedos a esa barba seductora que según él cautivaba a más de una, se acomodó la melena echándola para atrás y escuchando todo ese sermón – Vaya, vaya, mira que tenemos aquí – dijo rodeándole y mirando cada uno de sus atributos, el vampiro era descarado, risueño, apasionado pero como siempre tan bromista – Oh My Lady las prostitutas no son de mi gusto, todas iguales, como dice “Hacen su trabajo” – empezó a reírse era verdad las mujeres que él conquistaba no eran de esa calaña ni soñarlo León no era cusco y fácil – Mi Dulcinea, he de comunicarle que prefiero conquista a una buena hija de algún estúpido rey, a alguien con reputación, esas si tienen un poco de cerebro – salto plantándose frente a ella entregándole una flor una simple flor de campo que había recogido de la mansión – Solo soy un adulador de la belleza es por eso que lo que usted considera molestia… para mi es encanto – le tomo el dorso y beso este separándose por si recibía otro golpe.

por **Abigail Barascout** Sáb Nov 26, 2011 12:12 pm

La joven princesa se quedó en el sitio, llevando las manos a cada lado de su cintura, mirando con una ceja alzada como el joven la rodeaba sin dejar de mirarla por un segundo. Suspiró algo nerviosa, notando como tontamente sus mejillas se coloreaban levemente al notar esa mirada en su cuerpo, parecía no perder detalle alguno de ella. - ¿Y qué se supone que tiene por aquí milord? - sonrió divertida, esperando la contestación que le daría ese joven. Aún con todo lo que había visto ese rato de él, era divertido a su manera, y era por eso que la princesa aún estaba ahí plantada. - Parece conocer demasiado bien el trabajo de esas mujeres, para decir que no le gustan ni las visita. - Se mordió el labio para no reírse, mirándolo de nuevo a los ojos cuando regresó a estar enfrente de ella. - No todas las hijas de reyes se dejan conquistar con facilidad, algunas tienen algo mas que ese poco cerebro que vos decís - No pudo ocultar la joven la sorpresa de ese gesto, tomó la pequeña flor en la mano, llevándola a su cara para poder olerla - Sea molestia o sea el encanto suyo, esta noche no le está yendo bien del todo con las mujeres, por lo menos al par anterior no le han gustado sus formas y cada vez van quedando menos mujeres en el lugar. - La joven se mordió levemente su labio inferior, haciendo una pequeña mueca con la cara al tener impulsos contradictorios sobre ese joven. Era el hombre más descarado que había conocido en mucho tiempo, una parte de ella quería repetir la bofetada que esa mujer le había dado anteriormente, pero otra parte, estaba atontada con ese gesto recatado, mirando medio embobada como le besa gentilmente la mano.

por Invitado Sáb Nov 26, 2011 9:22 pm

Se separa de ella- Uyuiii tranquila, tranquila, no se ponga agresiva- Le dijo como poniendo las palmas de sus manos como barrera pero solo estaba bromeando, quien conociera a León lo sabría, esos años con “el niño Dunkelheit” fueron los mejores, pero dios que si las griegas estaban más que hermosas sus túnicas blancas que dejaban poco a la imaginación sus rubios cabellos y coqueteando a León cuando este se acerca a deleitarles con la poesía de Ovidio estar rodeado de mujeres no era su culpa – ¿Quién dice que no me va bien?, Lo único que me gusta es un buen ron, un buen cigarrillo, y mucha risa por mis tonterías pero siempre deleitándome al coquetear con las mujeres y sin bien quiero una caerá, más mire usted sin que yo la allá llamado está aquí conmigo – se empezó a reír dejando la mirada abajo pero después volvió con una sonrisa de lado – De esta forma es como llamo a las mujeres sin querer hago tonterías con las demás pero una bella y hermosa sin que yo le haga nada viene a llamarme y he aquí la victoria – esos gestos que ella tenía era coquetería mira que morderse el labio de esa forma, se acercó a ella para jugar su juego tomándola de la cintura e inclinarla sobre su brazo casi haciendo que sus cabellos rozaran el suelo teniendo el rostro de ella tan cerca como sus labios – Las mujeres son mis triunfos y fracasos y dios me alegra el corazón con su presencia, vamos no quieres entregarte sin medidas?, no me creo más que una mujer, al contrario me considero dócil con ellas y sus encantos… Madame… -beso su mentón y de nuevo la reincorporo – León es este “Mujeriego que se la pasa riéndose y encantándome con ver a las mujeres” solo eso, ver la silueta femenina me disipa cualquier mal sentir.

por **Abigail Barascout** Dom Nov 27, 2011 3:10 pm

La joven rodó los ojos en el momento que el bajó la vista, sabiendo que le sería imposible al caballero el ver ese acto, su sonrisa no se marchaba, es más, se había hecho algo más grande y mostrando diversión. - Estoy aquí con vos pero no me ha conquistado ni llamado, así que no debería contar como punto a su favor. Y sobre el ron y el cigarrillo, aceptaría compartirlo con usted, si hubiese sido una propuesta - lo miró con una ligera sonrisa divertida.
Las palabras que la princesa iba a responderle se habían quedado trabadas en su garganta, siendo imposible el hablar en ese momento para ella, solamente se quedó con la vista fija en él y notando como su cercanía se hacía cada vez mayor. Deseaba apartarse y seguir como estaban, pero su cuerpo al igual que su voz, se había quedado también paralizado. Sus mejillas fueron tornándose rojizas lentamente, dejando ver su parte tímida o vergonzosa que la princesa tenía, pero aún con esa pequeña timidez pasó la mano por su pecho hasta dejarla apoyada en su hombro e intentar agarrarse a él, temerosa de resbalar de su agarre o que la dejase caer al suelo. - ¿Monsieur? - susurró demasiado bajo, disfrutando de esa locura del momento, aún sabiendo que no era nada apropiado el dejar que tuviese tantas confianzas con ella. Bien, era por eso que era más divertido y ¿por qué apartarlo o dejarle la mano grabada en la piel de su mejilla si no estaba haciendo nada malo? Se mordió más fuerte el labio, notando las mejillas más sonrojadas a causa de ese beso en su mentón.- Sois un caso Monsieur León, pero divertido al fin y al cabo. - Y para ser sinceros, ese hombre era frescura en las relaciones a las que estaba acostumbrada la princesa. - Entonces somos la mejor medicina para vos, no está mal el saberlo. Soy Abigail, la que no dudará en ponerlo en su sitio si se propasa conmigo.

por Invitado Jue Dic 22, 2011 3:00 pm

La dejo en su sitio, vaya, vaya la noche le decía que esa fiera solo de nombre como él lo eran, empezó a reírse a carcajadas, ah las mujeres sensibles, ojala estuviera en Grecia que allá las descaradas se le desnudaban y eso, eso si le prendía y lo ponía para tener la noche llena de diversión. - ¿propasarme?, ya le dije soy un pájaro que le canta y endulza mujeres, no busco con quien formas un nido o a cual llevarme para una noche – mentiras, sobre más mentiras, ah, que León, pero si a él le gustaban para estar en ese acto de ¿amo?, no, solo para echar placer y ya, enarco una ceja ante sus palabras – Si fuera un descarado, con fuerza le arrancaría el vestido por el pecho dejando que sus enormes melocotones salieran exponiéndose aquí y los lamería sin recato, es más me la llevaría a ese callejón – señalo con la mirada- y le haría el amor salvajemente, le tocaría donde nadie, mis dedos explorarían su intimidad – todo esto León lo susurraba al oído de la mujer, claro con voz seductora y ahogada como si en verdad lo deseara – dejaría que usted misma tomara mi virilidad y la llevara a su boca para complacerme y yo entraría después por debajo de semejantes telas para probar sus miles – sonrió y se apartó - ¿Así que usted dirá, que hombre quiere tener, al León de nombre o al León salvaje animal?

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