Entre mujeres (Privado)

Soplaba el viento muy fuertemente, las ramas de los árboles crujían y las estrellas parecían sollozar a lo lejos, como siempre... una vez que se ocultaba el sol detrás de las robustas montañas, no había impedimento que me retuviera de dominar las calles de la ciudad, incluso ciertos sectores del bosque que estaban bajo el dominio de los seres como yo.
Ya tenía un par de días sin comer, ya sentía la necesidad de nutrir mi cuerpo con verdadera sangre, si bien es cierto la sangre animal ayuda a mantenerse, la sangre humana es imperdonable y nada se le compara. Las ratoneras, trampas de osos... cada ser tiene su trampa, para los humanos es como ponerse la soga al cuello andar a solas en los callejones, son presa fácil... y debido a que no tenía muchas fuerzas para luchar acudí a uno de ellos.
Desde lejos estuve divisando a una mujer de atributos atractivos que chantajeaba a un hombre torpe a cambio de una sortija, reía de manera suave al escuchar todo ese palabrerío y persuasión que utilizó aquella mujer con el propósito de conseguir ese anillo. Al parecer cuando lo lucía por fin en su mano, sentía como si hubiese sido su mayor premio.

-¿Tan fácil puede ser comprar a una mujer? De haber sabido, andaría conmigo algunas joyas y las cambiaría por su sangre - se rió de su chiste personal y decidió caminar un poco más cerca de aquella mujer haciendo notar su presencia.
Ella se detuvo pero yo seguí mi paso hasta cruzar a su lado.

-¿A donde te llevan con tanta prisa esos pasos?- la miré y le sonreí coqueta, no porque intentara seducirla, pero tenía que jugar al mismo nivel que ella.
-¿Será que entorpezco tu camino de alguna forma?- mis palabras eran meramente para que me tomara algo de confianza y bajara un poco la guardia, no sería muy extraño recibir esos comentarios de una chica como yo.
Debido a mi cansancio no quería forzar su mente a hacer todo lo que yo quisiera, o por lo menos aún no, el lugar no era muy conveniente, así que tendíamos que trasladarnos primero a un lugar distinto; y para eso la persuadía.

-Anda dime, ¿para donde vas?- dije algo juguetona y con una gran sonrisa, la brisa alborotaba un poco el cabello de ambas, y la luz de la luna hacía ver mi piel aún más blanca que de costumbre, bajé mi rostro y mordí mi labio inferior. Caminé de vuelta hacia ella balanceando mi cuerpo de un lado a otro esperando a que mordiera el anzuelo y me diera su respuesta.

El aroma que despedía esa mujer le agradaba bastante, no podía negarlo, de la manera que fuera ella conseguiría alcanzar el objetivo que se había propuesto.

-Ah, entonces eres una gitana -le miró la ropa- ya lo entiendo ahora, no había tenido nunca la posibilidad de hablar antes con una gitana. Se la deben de pasar bien, ¿cierto? -sonrió ampliamente- Y pues ya que lo dices, no, no interrumpes mi camino, muy por el contrario, estoy un poco perdida, me aventuré a caminar lejos de mi casa y ya no tengo idea de donde ando; no me lo he tomado de forma negativa, puesto que he conocido lugares nuevos y pues... a personas nuevas, como lo es su caso.

Caminó en la misma dirección que ella, soplaba mucha brisa, jugueteaba con los cabellos mientras tocaba una triste melodía en los oídos de ambas, ese susurro del viento que al parecer era bastante frío ya que la piel de aquella mujer comenzaba a erizarse, por naturaleza no podía percibir ninguno de esos cambios de temperatura, así que no me era incómodo en lo absoluto.
Una vez frente a ella, cabizbaja, y casi como sometiéndome como un cachorro de la calle cuando pide resguardo trató de convencerla a que la acompañara a la calle principal, para poder tomar su camino de vuelta a casa.

-Después de todo... estos callejones son casi como un laberinto, y estoy algo cansada de caminar -se miró los pies- estos zapatos no fueron hechos con ese propósito, así que... ¿sería usted tan amable de acompañarme? - inclinó su cabeza-

Esperaba la respuesta de aquella mujer que no dejaba de mirarla, se veía con facilidad que sostenía un profundo monólogo en su cabeza, me analizaba de pies a cabeza; no pasó por alto ninguna parte de mi cuerpo, sentía sus ojos recorrer cada rincón; incluso me pareció que se estaba haciendo una idea no muy positiva con respecto a mi procedencia, mi ropa delataba con facilidad mi estado económico.
Otra brisa mucho más fuerte que incluso nos empujó un poco hacia adelante, intervino en la conversación, crucé mis brazos por delante y froté mis brazos aparentando que me había dado frío.

-Vaya que está frío, porqué no vamos y tomamos algo de vino, eso nos podría calentar de inmediato- dijo como en un suspiro- ¿le gusta el vino?

No parecía que tuviera ganas de rechazar la oferta, menos sabiendo que el vino que le ofrecería sería de los más gustosos y caros que se podían obtener por estos lugares. Suspiré con profundidad aún frotando mis brazos y la miraba con intensidad esperando a que me diera una respuesta concreta.

Por fin la mujer había cedido, después de tanta insistencia y persuasión, quitó ese tono agresivo de su voz y mordió el anzuelo, ella sabía que algo podría sacar de beneficio, así que prontamente accedió. Caminó conmigo hasta salir del callejón, al doblar a la izquierda se podían divisar otras entradas a callejones... una vez que pasamos frente a uno de ellos me metí en su mente para hacerla entrar allí conmigo, fuimos hasta donde la luz de la luna no alcanzaba a posarse sobre nuestros cuerpos, ahora más cerca podía percibir aún más el aroma de su piel, de su sangre... tragaba profundamente conteniendo las ganas de morderla; tenía que tener cuidado o de otra forma podría acabar con su vida.
Le tomé el rostro con mis manos y la miré a los ojos, parecía mirarme... pero miraba a la nada, acomodé su cabello, lo recogí todo en la parte de atrás de su cabeza, la puse contra la pared y yo me preparé para mi desayuno.
Pasé sobre la piel de su cuello mis afilados colmillos haciendo pequeños rasguños, lamí su cuello, pero aún no habían suficientes rasgos de sangre, moví su cabeza hacia un lado y penetré mis colmillos en su piel, la rodeé mis brazos en su cuerpo acercándome más a ella y comencé a tomar de su sangre. Tal como lo había imaginado... su sangre era deliciosa, mis pupilas se dilataron debido al placer, tomé entre mis manos los pliegues de su ropa, la tomaba a ella con fuerza, nuestros cuerpos estaban por completo unidos, sentía su corazón agitado latir sobre mi pecho, pero aún podía tomar un poco más. Tomé un descanso y chupé los orificios en su cuello. "Estuvo delicioso, muchas gracias" pensó; a pesar de que no quería detenerse, debía hacerlo por el bien de aquella mujer. Pero yo no era de esas personas que olvidaban con prontitud sus promesas... ya le había asegurado a ella que le ofrecería vino y así fue. La llevé a mi casa, hace mucho no tenía ningún invitado desde hace mucho tiempo, ella se veía muy pálida debido a la pérdida de sangre y estaba fría, casi tanto como yo. La senté en un sillón frente a la chimenea, la encendí esperando que el fuego lograra calentarla un poco más, me dirigí a la bodega por la botella de vino y luego a la cocina para las copas, hacía poco había comprado unas frutas y queso, así que los preparé en un plato y se los di para que acompañara el vino.
Implanté en su mente la idea de que me había traído hasta mi casa, que habíamos tenido una agradable conversación en el camino y desde luego bloqueé el dolor de su cuello y cualquier impulso por tocárselo. Una vez hecho todo esto en su mente le permití volver en sí.

-Aquí tienes el vino, frutas y queso por si gustas comer... si quieres algo más solo pídelo.

Serví las copas con el vino que despedía un delicioso aroma, ella se veía complacida por el trato. Tomé una copa y bebí un sorbo, ella comió y comió todo lo que estaba en el plato, se tomó casi toda la botella ella sola por lo que estaba un poco "alegre" sus mejillas estaban rosadas, y se le veía más conforme con respecto a su temperatura.

Ella parecía encontrarse bien después de todo, había tenido mucho cuidado con ella y en la medida de lo posible procuraría que no enlazara lo sucedido con mi persona, ya había pensado en una pequeña trama que iba a poner en marcha para protegerla a ella y desde luego mi integridad física. Podría ser un buen convenio si mantuviéramos ese tipo de relación, ella, paulatinamente podría tener de mi algunas joyas viejas que no utilizo, más vino, buenas cenas, ropas... en fin, las posibilidades eran grandes, el cambio de alimento versus objetos o beneficios monetarios era completamente rentable.
Después de entrar de nuevo en sus sentidos, comenzó a crecer en sus ojos la curiosidad, sabía que quería sonsacar algún tipo de información; pero para ser sincera, no me molestaba en lo más mínimo hablar de mi, yo tenía el control absoluto de la situación.

-Por supuesto, que descortés he sido, le suplico por favor me perdone, debido a las circunstancias de emergencia a las que me enfrentaba olvidé por completo mis modales *aclaró su garganta* Mi nombre es Stephanie Han, es un gusto conocerle...

Dejó la frase a medio terminar esperando a que aquella gitana la completara con su nombre y así ella también quedara enterada de este. Los troncos de madera de cerezo crujían entre las llamas, algunas chispas brincaban sobre ellas mientras las llamas de fuego interpretaban un baile que invitaba a mirar por largo tiempo. Muchas veces me preguntaba cómo era sentir el calor, hace mucho tiempo ya no podía percibir esa sensación en mi piel, creo que la extrañaba un poco... era una de esas tantas cosas que desearía poder sentir y que por mi condición simplemente no podía, se me escapó un suspiro profundo desde el pecho, casi como un desahogo de mi pesar. Caí en cuenta de que estaba divagando en mis pensamientos, aunque al parecer el espacio de tiempo no había sido demasiado largo, ella terminaba de despegar los labios de su copa, dando el último sorbo antes de contestar, se demoraba mucho, era muy probable que quisiera mentirme diciéndome otro nombre, después de todo, las personas como ella eran desconfiadas por naturaleza.
Tomé la botella de vino y volví a servirle en su copa, repetí la acción en la mía. La miraba a los ojos fijamente esperando escuchar su respuesta.

Esa pobre humana sólo se llevaba por lo material... si supiera realmente lo vanas que son estas cosas, no pondría tanta atención a ellas y mucho menos tramaría sacarlas de las manos de alguien más, era sencillamente ridículo. Yo por mi parte dejaba todo esto a mi monólogo y pretendía no percatarme de la situación, hiciera lo que hiciera yo tenía el control; todo se resumía a una escena de "el gato y el ratón".

-Cheryl... Dust, Cheryl Dust es un bonito nombre -sonrió ampliamente-

Como era común, los gitanos tendían a ser orgullosos y prepotentes... me divertia mucho verlos actuando de esta manera, es casi como si los sacaran a todos del mismo molde.
Cheryl ahora insistía e insistía en indagar cosas sobre mi, ahora preguntaba que si vivía sola... sin dejarme contestar lanzó otra pregunta "¿No quiere que nadie sepa sus secretos? "
Sé que era de mal gusto y que sería muy maleducada pero por más que intenté apretar los labios y sostener mis comisuras... terminé riendo con fuerza, casi sentí que escupí a aquella mujer, aunque sólo había sido una impresión mía. Tomé aire y puse una mano en mi estómago.

-Vaya... eso me hizo la noche por completo - aclaró su garganta para hablar con más claridad- Esta bien, empecemos a responder al interrogatorio - humedeció sus labios apenas asomando su lengua y dejó la copa en la mesa- Que si vivo sola... pues no, no soy una persona inútil que necesite ser auxiliada todo el tiempo por alguien, así que las personas que trabajan para mí se marchan a las cinco de la tarde, hmm... mi familia no vive conmigo - haciendo un recorrido con la vista por la casa- como puedes ver fácilmente, tengo raíces asiáticas también, ya puedes imaginar donde se encuentran. Y... -sostuvo la risa aunque se sentía en cada palabra- ¿secretos? todos tienen secretos, y precisamente es por eso que son secretos, porque no quieren que nadie más lo sepa... o... -reclinándose hacia ella y haciendo más serias sus palabras- ¿me vas a decir que no tienes secretos? -enarcó una ceja acompañando la pregunta- No me veas de esa manera... pues tampoco soy esa clase de mujer refinada que lleva una vida llena de restricciones -suspiró y se apoyó en el sillón-

Sabía que eso había causado que comenzara a sostener un monólogo detallado con análisis de mis palabras y gestos, lo podía ver claramente en sus ojos. Tomé de nuevo la copa, percibí su delicioso aroma y bebí un sorbo mientras esperaba la respuesta llena de incógnitas que estaba segura que lanzaría.


OFF: Corazón perdón por no responder antes! no sabía que ya habías contestado... miss you so bad!

Mencionó algo acerca de los secretos que le recordó mucho a su mamá, se le escapó una sonrisa de los labios y divagó por un momento entre sus recuerdos, después de todo la extrañaba mucho, después de vivir tantos años y haber conocido a tantas personas ninguna era como ella, no había existido alguien así en el mundo para ella. Suspiró profundamente y volvió en sí, retomando el hilo de la conversación.

-Haber... -dijo inclinándose hacia adelante- una cosa es que yo pueda atender mi casa, hacerme la comida, lavar mi ropa etcétera a que no sepa cómo devolverme a mi casa después de haber recorrido por un largo tiempo esos callejones, que tienes que admitirlo... son como un laberinto - tomó un sorbo de vino- a menos de que pretendas que contrate a alguien que ande conmigo de arriba a bajo para que pase cuidándome y trayéndome a salvo a casa... ¿porqué? ¿te interesa el puesto? -la miró fijo a los ojos y curveó levemente su ceja izquierda-

A juzgar por la manera en la que puso su mirada en mí, supe que esas palabras habían hecho que se molestara un poco, al final de cuentas sólo lo decía por bromear, yo tenía ese típico humor amargo que sólo a mí me daba gracia; así que no esperaba que se riera ni mucho menos. Después de todo ella era tan predecible, que incluso antes de que saliera palabra de mi boca ya podía suponer qué iba a contestarme, había visto a tantas personas como ella antes... ya había tenido tiempo de examinarlas.

-Perdona, te traje bocadillos muy livianos y, no se si podrías quedar satisfecha con ellos o ¿si quieres algo más?

Ella seguía examinándome, seguía tratando de sacar conclusiones y buscando la manera de obtener más respuestas que le ayudaran a acercarse a la persona que soy, así que decidí darle lo que quería... iba a jugar con ella; después de todo para algo la había traído a la casa, ya había sido mi cena y... podría perfectamente ser mi entretenimiento ahora.

-Bueno te contaré un secreto... yo, vi a mis padres morir.

No era del todo mentira puesto que ya murieron pero... la expresión en su rostro no podía compararse con nada en el mundo. Contuve mi risa lo más que pude, puesto que podría parecer demasiado cínica si reía en ese momento. Bebí un sorbo más y esperé su respuesta.