Ficha: Friedrich Wilhelm Nietzsche

por Invitado Lun Nov 28, 2011 4:53 pm

Friedrich
Wilhelm Nietzsche

Sin música la vida sería un error

Edad:
24

Especie:
Gitano {Humano}

Tipo, Clase Social o Cargo:
Baja

Orientación Sexual:
Asexual

Lugar de Origen:
Röcken, Sajonia-Anhalt, Leipzig.

Habilidad/Poder:
+Adivinación de futuro +Percepción de poder +Control de aura

Descripción Física:
De cabellos oscuros y largos hasta el pecho visten su cabeza, Friedrich se los cuida con esmero para obtener un aspecto saludable. Su piel tersa y suave esta fuera de cualquier imperfección. Con labios suaves regala sonrisas a aquellos a los que conoce. Sus ojos son marrones, pardos cual rayos de sol muestra al instante. Mide 1’95, de constitución delgada y a pesar de ser alguien de la escala social más baja en la que se puede estar, viste con ropas baratas pero que aspiren a calidad. Siempre se ha dicho que la calidad está en la sencillez y Friedrich es el reflejo de ello. Puede pasar por alguien de la alta cuna, consigue combinar colores y formas que detona un gran don con la moda. Las ropas que tiene, la mayoría son creación suya. Un cuerpo medianamente con músculos, pero no entran en la categoría de hombre fibroso y atractivo que muchas señoritas de París, sueñan en sus mas “húmedos” sueños. El atractivo de uno mismo se encuentra solamente en como juegues las cartas del amor y el azar desde que tienes uso de razón. Sus caminos son cerrados, no conoce a más personas que si mismo y a algunos tres o cuatro más del campamento. Brazos delgados, manos delgadas y finas como las de una mujer, pero es obvio, su afición por la música parece notoria cuando toca el piano o toca leves acordes del violín. Ropa elegantes suele llevar pero que se adapta a su bolsillo.

Descripción Psicológica:

Era un desvergonzado y un sinvergüenza, egoísta y muy apuesto. Con un firme pensamiento sobre que la mujer debería ser tratada mejor que el animal del que está formado el hombre. Pensando en que el hecho de que Nietzsche también ridiculizara a los hombres y a la masculinidad no le salva de la carga del sexismo. Sin embargo, las mujeres con las que tuvo contacto dijeron que era admirable y que trataba sus ideas y consideraciones con más respeto del esperado en un hombre educado en ese período. Muchos comentarios de Nietzsche sobre las mujeres y los hombres deberían ser leídos a la luz de su revaluación de la moral y de su deseo de evolución del individualismo. Nunca se vinculó a sí mismo con movimientos de masas, organizaciones sociales o partidos políticos. En este sentido, Nietzsche casi podría ser llamado un pensador anti-político, alguien solitario que prefiere las noches en una mínima compañía, unas risas en un sitio apartado de miradas curiosas. Es simple, humilde y regala una sonrisa y una buena compañía, pero al contrario que su excéntrica hermana menor, con la que tuvo varios enfrentamientos y reconciliaciones, él era dado a callar y a seguir a su aire.

Historia:

Considera su fuerte el respeto hacia la mujer por encima de todas las cosas. Cree que una mujer está por encima de todo, que no solo está para empeñar el trabajo en la casa o de coser en telas de seda. Tras estudiar filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, a los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea; pocos años después, sin embargo, abandonó la docencia, decepcionado por el academicismo universitario que se había formado, se hartó de todo aquello que conllevaba en contra de sus ideologías. La vida de un filósofo fue convirtiéndose cada vez mas tediosa y apenada mientras avanzaba cada día que pasaba. Prosperó en brazos de la alta cuna y de la mano de la filosofía, de los libros y de la inteligencia que en ellos encontraba. Sabía comportarse en sociedad a pesar de encontrarse en un ámbito religioso.

Friedrich Wilhelm Nietzsche, nacido bajo el amparo de Libra el 15 de Octubre de 1776 en Röcken, un pequeño pueblo de Sajonia-Anhalt, cerca de Leipzig. Sus padres eran Carl Ludwig Nietzsche, pastor luterano y preceptor privado en el ducado alemán de Sajonia-Altenburgo en Turingia, y Franziska Oehler. Su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche nació en 1780, seguida por su hermano Ludwig Joseph en 1782. Durante un tiempo el joven Nietzsche asistió a un colegio de niños para luego trasladarse a un colegio privado, la prestigiosa escuela Pforta, donde se hizo amigo de Gustav Krug y Wilhelm Pinder, dos estudiantes pertenecientes a familias acomodadas. Más tarde, comenzó a asistir al Domgymnasium en Naumburgo, pero habiendo demostrado un talento especial para la música y el lenguaje fue admitido en la reconocida Schulpforta, donde continuó sus estudios, aquí se hizo amigo de Paul Deussen y Carl von Gersdorff. También encontró tiempo para la escritura de poemas y composiciones musicales. En Schulpforta, Nietzsche recibió una importante educación literaria, en especial en el estudio de los clásicos griegos y romanos, y por primera vez experimentó la carencia de su vida familiar en un pequeño pueblo de ambiente cristiano.

Durante este período se encontró bajo la influencia del poeta que se escondía en su interior. Después de su graduación en 1798, Nietzsche comenzó sus estudios en teología y filología clásica en la Universidad de Bonn. Por un breve período fue miembro de la Burschenschaft Frankonia junto a Deussen. Entró en la universidad para aprender sobre el mundo de la teología, pero para disgusto de su madre, abandonó sus estudios de teología tras un semestre y comenzó a cambiar de ideologías, comenzó a ver más el mundo que le rodeaba a su alrededor, que esperaba ser descubierto por el mismo. Tras haberse embaucado por las artes de la belleza y la lírica, Friedrich, a sus 22 años, como un hombre hecho y derecho, decidió salir de la cuna alta para embaucarse en un mundo diferente en el que descubriría más cosas con las que completar todos los enigmas que en su mente se arremolinaban como acertijos sin poder ser resueltos. Pudo llegar a conocer las fronteras belgas, birlo la vergüenza de varias mujeres bellas en su totalidad, llego a cantar con el laúd de un bello trovador que canturreaba a su enamorada bajo un manto de estrellas, llego a reírse de los que eran sus semejantes en la escala social quedándose con sus billeteras de piel.

Llego a aprender nuevos idiomas, aparte del alemán como lengua materna, llego a aprender el lenguaje de los bellos parisinos, el lenguaje de las caricias que se escondían bajo unas finas capas de seda. El lenguaje corporal era algo de lo que también se aprendía, mucho más que unas simples palabras formadas en una bonita frase. En París, era el desencadenante donde su inspiración lirica podría fluir con paz.

Todo sería algo bonito mientras estuviera en sus liricas y reportes, pero a veces las sombras esperaban en un rincón lejos del ojo humano, esperando a su próxima víctima. En este caso, el joven Friedrich Nietzsche, tenía veintitrés años para entonces. Su pobreza era para él su más exitosa riqueza que conseguía de sus pocas copias vendidas a las librerías, con las que llenaba sus poesías, cantos y mensajes a personas que compartiese los mismos pensamientos que él. El único modo fue terminar por lo sano cuando un distribuidor de ventas, quería llevar el éxito de Friedrich mas allá de Francia, pero él para nada estaba de acuerdo, eran solamente copias vendidas a personas que bueno, solían disfrutar con sus escritos, pero no quería que se llegase a comercializar, no quería llegar a lo más alto por lo que en sus obras había, sus obras eran para transmitir un mensaje, para alguien, para una persona mayor, o a alguien desesperado el cual su vida fracaso entre botellas de ron y whisky, pero de ningún modo las escribió para que algún día fuera a extraviarse a los cuatro vientos. Una noche, cuando la ciudad de Paris descansaba bajo el amparo de un silencio aterrador, este cogió las copias que pudo y solo dejo dos sobre el escritorio que había en la librería. Salió con el saco lleno de sus mil copias, era pesado para lo que podía aguantar su delgado cuerpo, pero en cuanto llego al campamento donde en el cual había gente yendo de un lado para otro, este dejo el saco intrigado por el alboroto que había alrededor. ¿Qué pasaba?

El aleteo de las hojas que estaban cubriendo al campamento, hizo distraerle del revoltijo que comenzaba a formarse en el norte haciendo que dirigiese su mirada a una chica de las del campamento. Él la siguió, no supo cual era su problema, hasta que ella se dio cuenta de que era perseguida. Ah, la chica de bellos ojos de mar y con un nombre que provenía de los más bellos mitos de los mares. En un instante pudo ver el miedo que recorría todo su cuerpo, como se aferraba a aquel colgante en forma de tridente que parecía adornar su cuello. Sujeto con algo de brusquedad el brazo de la gitana y enseguida esta se defendió zafándose de su agarre, huyendo de su vista para desparecer, pero él era rápido y la volvió a atrapar entre sus brazos, aferrándola con fuerza, mientras esta se defendía con pataletas en su pecho. Suplico que la dejara ir, pero él hacia oídos sordos mientras al parecer se dirigía a la carpa del jefe del gremio. Comenzó a ver que la chica comenzó a temblar y a sollozar al pensar el castigo que podría recibir del jefe. Nunca la había visto tan de cerca, pero al final no fue así. Cuando pudo tranquilizarse, vio que la llevaba fuera del campamento para adentrarse con ella en el bosque. ¿Qué? ¿No iría a atreverse? Cuando la dejo en el suelo de tierra salió de nuevo huyendo hacia delante lo máximo que sus pies le permitían, pero entonces el comenzó a seguirla. La agarro del brazo y cuando le dio la vuelta, la apoyo contra la madera de un árbol mirándola con seriedad en el rostro. No le mostro ninguna expresión pues no se merecía ninguna después de haberle tratado así, la cogió en brazos con una pierna a cada lado y atento a su mirada cristalina escucho aquellas obscenas palabras. Frunció el ceño con lo que respondió de la siguiente manera:
-No te traje aquí para hacerte mía, pues es una de las cosas que primero me plantee en cuanto te vi al entrar en el campamento-Dijo con suma tranquilidad. Era un desvergonzado y un sinvergüenza, egoísta y muy apuesto. Pero eso no le quitaba que lo tratase como si fuera tal. La bajo de aquel amarre y salió unos pasos atrás lejos de aquel, lejos de el mismo-No estoy aquí para herirte, Sirenia-Dijo con tranquilidad para calmar el mar enfurecido que descansaba en su interior-No creo haber visto nunca a una-comenzaba a decir mientras se acercaba a la muchacha-mujer tan bella-Instintivamente sacó una daga, una daga de la manga de su vestido y lo puso delante mientras alargaba la distancia entre ambos-y ver tanto dolor en sus ojos....-dijo finalmente, a lo que automáticamente aprovecho aquel derrumbamiento de la chica para quitarle la daga y besarla por última vez en su vida y por si fuera algo de locos, el amaba su cabellera, pero se corto una pequeña trenza que le colgaba de un lateral para ofrecérselo a la gitana que esa noche no supo más que quejarse. Un poco en paz, ambos caminaban volviendo al campamento, nuevamente ella corría cuando de repente, una invasión en el campamento acechaba en ese momento.

Todo paso demasiado rápido. El campamento devastado y a la pobre chica entre sus brazos, sollozando como una niña perdida. Había descubierto la carpa de sus padres devastada, no habían sobrevivido a la masacre, pero para su alivio, las copias que quería quemar habían sido pisoteadas, rotas, perfecto, ya no tenía que hacer uso del fuego para cumplir su deber de erradicar sus sentimientos, ya nunca más. Llego a caminar con la muchacha de la mano, llegaron a una carreta donde iban unos gitanos de vuelta a otro campamento. No tenían adonde ir, así que aceptaron, ella se quedo dormida entre sus brazos y supo que sería mejor alejarse de ella, que viviera una vida, su propia vida. Él aun no quería comprometerse, no quería líos amorosos, pero tras haberla dejado dentro y arropada con varias mantas encima, el despego sus pies de la carreta y se encamino lejos de ella. Podría en muchos años no encontrársela, pues Paris era grande y más si se estaban entre sus bosques. Un año ha pasado desde que aquel acontecimiento. Friedrich tras haber estado vagando por doquier, su fatiga le gano la carrera y cayendo cerca de una fogata, encontró a otro más que a simple vista podría ser su propio clon. Ese año pasó lento, a veces rápido, pero conllevo a que se formase una buena amistad entre ambos.
-¿Quién es ese extraño?-Cogiendo un cigarrillo que fue a posarse en sus labios, miraba a un hombre de cabellos rubios, miro a Lionel y después otra vez al extraño con una inocente sonrisa. Se acerco, dejo el pitillo entre sus dedos y tras soltar el humo de sus labios, tendió la mano al que se cernía tímido y con la mirada gacha-No tengas miedo. Me llamo Friedrich Nietzsche, es un placer.

Datos Extras:
--