3.428 años reales aparenta 29 | Vampiro | Clase Alta | Heterosexual | Creta |
I walk a lonely road The only one that I have ever known Don't know where it goes But it's home to me and I walk alone No sabía si soñaba o experimentaba la realidad una vez más. Bruma, recuerdos, olores y sonidos… conocidos y nuevos. Poco a poco el dolor y la necesidad empezaron a hacerle retornar a la conciencia; a intervalos intermitentes inicialmente y luego de forma más constante. Corban, ese fue su nombre hace milenios, uno que le identificaba cuando aún podía sentir el sol sobre su piel. Otros vinieron después ¿Cuántos? ¿Cuáles? En realidad no importaba, solo el último prevalecía bajo un halo de imperiosidad. Bruma, descanso, abandono… temor ¿Le habrían encontrado? ¿Después de tanto tiempo todo el esfuerzo habría sido en vano? La pregunta clamaba por una respuesta. Era momento de regresar. - My shadow's the only one that walks beside me:
El inesperado movimiento a su lado le obligó a abrir los ojos de golpe -¿Qué ocurre?- preguntó sobresaltado al ver que su amada Iskra se levantaba del lecho –Nada sol mío, Adara se ha despertado de nuevo, es todo- Ella se inclinó sobre el cuerpo de su compañero y le beso con ternura en la nariz antes de dirigirse hasta el canasto tejido en donde reposaba el diminuto cuerpo de su pequeña hija. Solo entonces Corban escuchó los gemidos lastimeros de la pequeña. Sonrió antes de cerrar los ojos de nuevo mientras imaginaba a su hija alimentarse de los pechos de su esposa. Un sentimiento de orgullo le hinchó el pecho, jamás se imaginó merecedor de tales bendiciones.
Veinte años atrás la gran Diosa Madre se había apiadó del pequeño que vagaba entre las construcciones de la ciudad de Cnosos, ofreciéndole no solo un lugar donde resguardarse de las inclemencias del clima y un poco de comida para saciar su hambre sino, además, una amorosa familia. Un veterano y fuerte pescador llamado Karsten fue el medio para el milagro. Llevaba días viendo la escuálida silueta de un niño abandonado por las cercanías de su hogar y en lugar de ahuyentarlo, como lo demás solían hacer, le dio la oportunidad de salvar su vida bajo su cobijo. Corban estaba tan agradecido por el único gesto amable recibido en su vida que no demoró en ganar la simpatía de los demás habitantes del hogar. Le criaron como a un hijo y él correspondió con trabajo y fidelidad. Al alcanzar la madurez empezó a notar que el cariño que profesaba por la hija de Karsten, Iskra, crecía hasta convertirse en una torrencial tormenta bajo su piel. La deseaba, la amaba y quería pasar el resto de sus días con ella. Para su asombro tanto el patriarca como la aludida estuvieron de acuerdo y poco tiempo después de realizó la simple ceremonia que les uniría como una nueva familia ante los ojos de los Dioses.
Su mundo era constante y normal, dentro de lo normal que puede llegar a considerarse la vida de un simple pescador. Dos niños vinieron y murieron sin que él o Iskra pudiesen hacer algo para evitarlo. Luego llegó Adara y con su presencia parecía que la vida no podía ser más perfecta. Sin embargo Iskra no pensaba igual. Amaba a su marido pero sentía que le faltaba algo vital en su existencia. Lo que poseía no era suficiente y en las temporadas en las que Corban y Karsten salían a mar abierto ella deambulaba por la ciudad en busca que quién pudiese ofrecerle un poco de efervescencia. Tal impertinencia terminó por llamar la atención de un demonio que no dudó en otorgarle a la mujer lo que él consideraba necesitaba. Algunos días después Corban se encontró con la noticia de la trasformación de su mujer por labios de la misma. Ella estaba fuera de sí, no terminaba de comprender lo que le había ocurrido pero era consciente que nunca más sería un ser de luz. El deseo de alimentarse del cuerpo de Adara era tan intenso que debió enviarla a un hogar provisional y ahora, con Corban cerca, ese deseo se incrementó hasta el punto en que no pudo contenerse. Le trasformó contra su voluntad y luego permitió que el vampiro recién nacido liberara su sed sobre el hombre al que los dos le debían todo, su propio padre, Karsten.
Después de aquello no vieron otra alternativa que abandonar su hogar, la ciudad y la isla por miedo a que fueran reconocidos o a desencadenar su insaciable apetito sobre algún conocido inocente. Su hija, la pequeña Adara sería criada por personas de confianza que ignoraban lo ocurrido. Todos pensarían que ellos había muerto y Adara estaría segura. Los dos, arrepentidos como estaban por el final del progenitor de Iskra, acordaron rendirle un homenaje póstumo adoptando su nombre como propio. Desde ahora serían los Karstein y juntos tendrían que enfrentarse a lo que la oscuridad les deparara.
- My shallow hearts the only thing that's beating:
El cuerpo inerte de la joven cayó pesadamente a los pies del vampiro mientras él se relamía los labios. Ni siquiera el éxtasis de la sangre le pudo cambiar el toxico animo que le acompañaba desde hacía ya algunos siglos. Mil años habían pasado desde aquella fatídica noche, mil años que le habían trasformado también en alma. Ya no era el hombre risueño que había sido, lleno de esperanzas y felicidad por un prometedor futuro. Le conocían ahora como Baltasar Karstein y era un poderoso comerciante de una Babilonia fortalecida tras el último gran triunfo contra los sumerios. Continuaba con Iskra, quién ahora se hacía llamar Lyari, más por la costumbre y el peso de los años que por lo que ella significara para él. El amor había muerto tiempo atrás pero continuaban juntos a pesar de todo. Desde la distancia había cuidado y asegurado el bienestar de los descendientes de Adara, confiriéndoles a sus tutores todo cuanto necesitaran y defendiéndoles de unos inesperados enemigos, los licántropos.
Cerca de setecientos años después de su trasformación ocurrió un enfrentamiento con uno de esos monstruos. El resultado fue la muerte de la criatura a manos de Lyari. Le dieron poca importancia hasta que una emboscada por poco termina con su preternatural existencia. Después de indagar se enteraron de que el Lycan asesinado era el líder de un poderoso clan y que sus miembros no descansarían hasta terminar con el asesino del patriarca y dar por terminada toda su descendencia. Fue una casualidad que se encontraran esa noche con el licántropo y como resultado su familia humana, los descendientes de Adara, se encontraban ahora en peligro pues estos se hacían llamar desde hacía algunos siglos como Karstein. Baltasar llegó a tiempo para salvar a la niña de 7 años, la última descendiente viva, pero no así a sus padres. La madre murió a manos de los Lycan y el padre, apenas sobreviviente al atentado, fue trasformado por Lyari. Baltasar se llevó a la niña y le encontró un hogar en un país lejano. Desde entonces la lucha con los licántropos se había encarnizado y la pareja de vampiros se habían visto en la necesidad de permanecer alertas todo el tiempo para evitar que su extirpe fuera completamente erradicada. Pero, a pesar de sus esfuerzos, ellos seguían encontrándoles y cazándoles, los padres que lograban sobrevivir eran transformados en vampiros e, inevitablemente, los niños sobrevivientes continuaban quedando a merced de terceros quienes les cuidaban hasta que poseían la edad suficiente para hacer sus propias vidas.
La lucha como frente conjunto con su esposa, en lugar de unirles como pareja, les había separado cada vez más. Para Baltasar era cada vez más difícil soportar la presencia de Lyari y noche tras noche se preguntaba por qué no era capaz de abandonarla… renunciar a todo y seguir su propio camino. El cuerpo continuaba tirado a sus pies cuando ella ingresó en la estancia acompañada de un vampiro de no más de 200 años de antigüedad, uno de sus tantos compañeros de lecho. Finalmente el paso que él no podía dar lo daba ella, sin consideraciones ni pesares, sin ningún tipo de arrepentimiento. Se iba con el joven, le dejaba y en medio de la fría despedida él comprendió que, a pesar de todo, la extrañaría.
- Sometimes I wish someone out there will find me :
-Lo tengo mi señor- la vampiresa descubrió el cuadro que le habían mandado a buscar y esperó aunque la reacción de su amo no fue la que pensaba –Vete- ordenó él sin despegar los ojos del rostro delicadamente pintado. Era ella, por supuesto, sus mismas facciones, la misma mirada egoísta y cruel en los ojos sobre un nuevo nombre: Mircalla, condesa de Karstein. Así que era cierto, finamente ella había perecido. El cuadro había sido recuperado del castillo en el que vivía tras el ataque y él contemplaba la última de las reliquias de una mujer a quien había amado y odiado durante lo que parecía una eternidad. Habían estado separados cerca de 700 años y en ese tiempo ella se encargó de proteger el legado ¿Qué ocurriría entonces? ¿Estaba dispuesto a asumir la responsabilidad que había eludido durante siete siglos? ¿Valía la pena intentarlo siquiera?
Sí, la respuesta era que sí valía la pena. A pesar del tiempo aún podía recordar la tibieza del cuerpo de Adara entre sus brazos y aunque ahora era un ser retorcido que disfrutaba con el dolor ajeno y a quién no le conmovía ningún tipo de suplica, le era inconcebible presenciar la muerte de los herederos de su hija sin intentar evitarlo. Así que él asumió el control del legado una vez más. Nuevamente era el eterno guardián, el verdugo de lobos y el anónimo tutor y benefactor de todos los que ostentaran el apellido Karstein.
- Till then I'll walk alone:
Y ocurrió que solo medio siglo después el antiguo clan lobuno casi logra su objetivo en taimada complicidad con un grupo de inquisidores humanos. Solo una sobreviviente quedaba, una sobre la cual él tenía que decidir. Ella, Amalia, había vivido sin la compañía de sus padres durante algunos años y ahora los licántropos volvían a terminar el trabajo. El tiempo apremiaba, la difícil decisión fue tomada y en medio de la agonía que significaba acabar con la naturaleza humana de su última heredera él confió en que por fin sería libre. Se presentó como su tutor, Friedrich era su nombre en esa época, y antes de obrar la magia sobre el joven cuerpo le contó parte de la historia que ambos compartían. Era tan parecida a Iskra que le pareció que el tiempo retrocedía y algún Dios oscuro le permitía disfrutar de la suavidad y tibieza de su esposa una vez más antes de que su cuerpo cambiara para siempre. Quiso mantenerla junto a sí… y también quiso destruirla por despertar tan absurdos y enterrados sentimientos. Le habló sobre su pasado, sobre Mircella, sobre él mismo, la maldición que pesaba sobre sus cabezas y estaba a punto de contarle sobre sus enemigos cuando estos hicieron su aparición, como convocados por el tenebroso relato.
Ella huyó y él se enfrentó a los chuchos con la destreza propia de un demonio milenario. No estaba solo pues uno de sus fieles acompañantes, un vampiro llamado Garin, salió en su defensa aunque poco tiempo después pereció en las fauces de una de las bestias. La ira que invadió a Friedrich alcanzó para que acabara con gran parte del grupo. Solo uno de ellos sobrevivió y contó con la suficiente astucia como para escapar en vez de seguir dando pelea. Era imperativo que muriera. Aquella bestia había visto a Amelia y por eso sería marcada como el nuevo objetivo. Friedrich se había equivocado. No tendría libertad hasta que la cabeza lobuna fuera arrancada de cuajo del peludo cuerpo.
Siguió al licántropo durante meses sin éxito y cuando decidió finalmente regresar junto a Amelia notó que le seguían. Eran ellos, sin lugar a duda. Se intensificó entonces el juego del gato y el ratón y durante siglos él permitió que le persiguieran y acecharan con el único objetivo de que la dejaran consolidar las fuerzas necesarias para la batalla que le esperaba. Quería regresar a su lado pero resultaba imposible dado que no conseguía acabar con todos los lupinos que representaban una amenaza para ella, así que optó por el camino de la araña, la paciencia. Seiscientos años después de la trasformación de Amelia se enterró bajo las ruinas de la que fuese su isla natal, dejando tras de sí toda serie de pistas falsas y confiando en haberle otorgado a la joven vampiresa el tiempo necesario para dejar de ser la presa.
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Habilidades/Poderes | Descripción psicológica |
Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
Atributos: Colmillos y uñas afilados, piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista).
Poderes:
Persuasión: Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas.
Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.
Ilusión: Capacidad para alterar la relativamente la realidad por medio de alguna ilusión, algo no real para confundir a las personas.
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Un ser que vive durante milenios no puede estar exento del cambio y la evolución. Todos cambiamos en el trascurso de nuestra vida, perfeccionamos nuestras virtudes o acentuamos nuestros defectos, las posibilidades son prácticamente infinitas. Muchas pueden ser las motivaciones que impulsen a la modificación de un ser, desde la coacción por parte del entorno hasta la necesidad de encontrar una alternativa para evitar la locura. Así, la personalidad de Friedrich ha cambiado tantas veces como lo ha hecho su nombre en el trascurso de su historia, desde el romántico joven que fue durante su corto periodo como humano, hasta el voraz e indolente vampiro que comerciaba en la perdida Babilonia.
Actualmente en un alma que procura conservar la serenidad. Sobrio y aplomado, ha abandonado la impulsividad que su naturaleza le impuso en los primeros siglos de existencia inmortal. Las heridas y amarguras le volvieron mesurado y objetivo, una mente que intenta reflexionar antes de actuar pero que no dudaré en desencadenar reacciones violentas si considera que la ocasión lo amerita. Es en extremo autoritario, considera que sus opiniones son ley y que por tanto deben ser cumplidas al pie de la letra. Puede ser sanguinario y brutal aunque cuando esto ocurre casi siempre hay una razón de trasfondo, intenta no ser sádico por impulso o capricho.
No tiene una consideración especial para la mayoría de los humanos, son alimento nada más, por tanto prefiere la muerte rápida y limpia. Odia con fervor a los licántropos y a los inquisidores y vive en la eterna búsqueda de la aniquilación de los dos. Las demás razas lo tienen sin cuidado. Si no interfieres en su camino puedes continuar el tuyo en una sola pieza, así de simple. Es muy sociable, prefiere la compañía a la soledad y por eso siempre intenta estar acompañado, pero el que dicha compañía conserve su vida al finalizar la noche dependerá por completo del interés que logre despertar en él. |
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• Aunque trasformó a varios humanos solo los directos herederos de Adara conservaban el apellido Karstein • Aún guarda entre sus posesiones el último cuadro de Iskra
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