AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
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Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
No suelo frecuentar estos lugares, incluso en las noches más aburridas, preferiría sin duda emborracharme en mi casa, que en una taberna llena de gente tan poco respetable. Pero como suelo contrariarme mucho, decidí que ese era un pensamiento demasiado conservador para una joven como yo, que tenía que encontrar diversión, aunque eso me arrastrara a un lugar tan poco agraciado como aquel. Hacer a un lado los prejuicios sería la mejor forma de poder conocer cosas nuevas, y al fin y al cabo eso era lo que deseaba. Conocer cosas nuevas… o más bien gente nueva y entre ellos algún amante de ocasión.
Me ajusté un poco el corsé, que delineaba de maravilla mi perfecta cintura y mis generosos pechos, que sobresalían sobre el borde, como intentando escapar. Me solté el cabello y lo peiné un poco, el perfume daría a mi aspecto un último toque de sensualidad. Luego salí apresurada, como si estuviera demorada y me dirigí a la taberna.
El lugar era tal cual me lo había imaginado. Un griterío y un ambiente bastante vulgar, al cual no estaba del todo acostumbrada, pese a los malos momentos que me habían tocado vivir pocos años atrás. La gente iba y venía, los mozos cargaban vasos y vasos de bebida de una mesa a otra, satisfaciendo todos los caprichos de sus embriagados clientes. Iban ligeros de ropa, al igual que las mujeres. Pude distinguir entre la bulliciosa multitud a una cortesana que intentaba ganarse un poco de dinero coqueteando con un viejo decrépito.
Pasé los ojos por toda la habitación, inundada con humo de cigarrillos y tenues luces para crear ambiente. Mis ojos se posaron sin querer sobre una mujer. Distinguí entre la humareda sus cabellos rojos, largos, envidiables, que enmarcaban un rostro perfecto. Estaba bebiendo algo, o eso creí, y al parecer estaba sola. Me pareció extraño, pero no dudé en acercarme a ella, me atraía demasiado su aparentemente solitaria presencia.
Como si me hubiese leído la mente, levantó la vista y la clavó en mi con la rapidez de un rayo. Me inquieté bastante, pero había algo en ella que era más fuerte que el temor que podía producirme una mirada tan penetrante.
-Bonne nuit mademoiselle.- Dije esforzándome en poner mi mejor acento francés.
Me ajusté un poco el corsé, que delineaba de maravilla mi perfecta cintura y mis generosos pechos, que sobresalían sobre el borde, como intentando escapar. Me solté el cabello y lo peiné un poco, el perfume daría a mi aspecto un último toque de sensualidad. Luego salí apresurada, como si estuviera demorada y me dirigí a la taberna.
El lugar era tal cual me lo había imaginado. Un griterío y un ambiente bastante vulgar, al cual no estaba del todo acostumbrada, pese a los malos momentos que me habían tocado vivir pocos años atrás. La gente iba y venía, los mozos cargaban vasos y vasos de bebida de una mesa a otra, satisfaciendo todos los caprichos de sus embriagados clientes. Iban ligeros de ropa, al igual que las mujeres. Pude distinguir entre la bulliciosa multitud a una cortesana que intentaba ganarse un poco de dinero coqueteando con un viejo decrépito.
Pasé los ojos por toda la habitación, inundada con humo de cigarrillos y tenues luces para crear ambiente. Mis ojos se posaron sin querer sobre una mujer. Distinguí entre la humareda sus cabellos rojos, largos, envidiables, que enmarcaban un rostro perfecto. Estaba bebiendo algo, o eso creí, y al parecer estaba sola. Me pareció extraño, pero no dudé en acercarme a ella, me atraía demasiado su aparentemente solitaria presencia.
Como si me hubiese leído la mente, levantó la vista y la clavó en mi con la rapidez de un rayo. Me inquieté bastante, pero había algo en ella que era más fuerte que el temor que podía producirme una mirada tan penetrante.
-Bonne nuit mademoiselle.- Dije esforzándome en poner mi mejor acento francés.
Marie Anne Boucher- Hechicero Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
Sed, sed de sangre, sed de placer, sed de sexo y de dolor, sed de caer en los bajos vicios que los vampiros conservaban como el único recuerdo de haber estado alguna vez en su existencia vivos y latentes, un recuerdo de haber sido cálido y vulnerable, sed de diversión y quizá algo más era lo que atacaba a mi cuerpo frío sin vida y por supuesto lo iba a complacer, iria al lugar donde la gente deja ver su peor y verdadera cara, me vestí rápido pero cuidando de que todo estuviese perfectamente en su lugar.
Salí de mi casa y me hundí en las calles de Paris dando un pequeño paseo antes de dirigirme a la taberna más cercana que había visto hace unas noches cuando buscaba alimento por así decirlo, sonreí algo ansiosa viendo la luna, aquella luna que se encontraba en lo alto del cielo plateada e imperturbable, majestuosa y desafiante ante quien se atreviese a mirarla, una luna que había sido testigo de mis numerosos asesinatos a sangre fría y de mis encuentros con hombres y mujeres a lo largo de mi vida como inmortal, una luna que siempre que la veía brillar de esa manera me daba a entender que me tenía una sorpresa guardada, una sorpresa que haría que mi existencia en la vida mortal llegara a su fin o simplemente una sorpresa que se quedaría tatuado por los siglos en los rincones de mi mente.
Sin más caminé a paso humano hacia la taberna, como siempre atiborrados de viejos verdes sádicos y pervertidos, tratando de seducir con sus "encantos" a las jóvenes prostitutas que se encargaban de convertir los sueños humedos de esos hombres en realidad a cambio de el sustento para su hogar o quizá algún vicio escondido en forma de secreto dentro de sus almas.
Mis ojos se pasearon por el lugar y sonreí cómplice mientras a mis pulmones llegaban los aromas de toda la sangre concentrada en el lugar, los efluvios de las mujeres excitadas y de los hombres ansiosos por consumar el deseo me enloquecían por completo, si algo siempre me había encantado de los humanos -dejando sangre aparte- era ese aroma a lujuria y deseo que desprendían en el acto del placer, ese aroma dulce y agrío a la vez que despertaban mis instintos animales, el olor que queda impregnado las sábanas y hace que mi sueño diurno sea más placentero.
Una de las camareras se acercó a mi y pedí una copa de vinotinto mientras mis ojos se paseaban por su cuerpo apretado por el corset, noté que ella se fijó en mi mirada y prácticamente salió corriendo por mi pedido o simplemente por huir de la devoradora mirada, mandó a otra con la copa y me limité a beber un pequeño sorbo mientras mis ojos se fijaron en una escena maravillosamente encantadora en una esquina de la taberna, un hombre, no muy mayor siendo deliciosamente provocado por una dulce mano de finos dedos que masajeaba un lugar privado.
Sonreí de nuevo y sentí que alguien se acercaba a mi y levanté la vista a mirarla, me había quedado hipnotizada con sus ojos enmarcados con unas preciosas y espesas pestañas negras pero sin embargo en mi rostro no se veía ninguna expresión, oí su voz sensual y aterciopelada mientras mis pupilas se deslizaban cual manos por su cuerpo, detallándolo y quizá hasta desnudandola un poco con los ojos.
Gutten nacht -respondí con un fuerte acento alemán y sonreí de nuevo a mi repentina acompañante mientras mis dedos se deslizaban por el borde de la copa
Salí de mi casa y me hundí en las calles de Paris dando un pequeño paseo antes de dirigirme a la taberna más cercana que había visto hace unas noches cuando buscaba alimento por así decirlo, sonreí algo ansiosa viendo la luna, aquella luna que se encontraba en lo alto del cielo plateada e imperturbable, majestuosa y desafiante ante quien se atreviese a mirarla, una luna que había sido testigo de mis numerosos asesinatos a sangre fría y de mis encuentros con hombres y mujeres a lo largo de mi vida como inmortal, una luna que siempre que la veía brillar de esa manera me daba a entender que me tenía una sorpresa guardada, una sorpresa que haría que mi existencia en la vida mortal llegara a su fin o simplemente una sorpresa que se quedaría tatuado por los siglos en los rincones de mi mente.
Sin más caminé a paso humano hacia la taberna, como siempre atiborrados de viejos verdes sádicos y pervertidos, tratando de seducir con sus "encantos" a las jóvenes prostitutas que se encargaban de convertir los sueños humedos de esos hombres en realidad a cambio de el sustento para su hogar o quizá algún vicio escondido en forma de secreto dentro de sus almas.
Mis ojos se pasearon por el lugar y sonreí cómplice mientras a mis pulmones llegaban los aromas de toda la sangre concentrada en el lugar, los efluvios de las mujeres excitadas y de los hombres ansiosos por consumar el deseo me enloquecían por completo, si algo siempre me había encantado de los humanos -dejando sangre aparte- era ese aroma a lujuria y deseo que desprendían en el acto del placer, ese aroma dulce y agrío a la vez que despertaban mis instintos animales, el olor que queda impregnado las sábanas y hace que mi sueño diurno sea más placentero.
Una de las camareras se acercó a mi y pedí una copa de vinotinto mientras mis ojos se paseaban por su cuerpo apretado por el corset, noté que ella se fijó en mi mirada y prácticamente salió corriendo por mi pedido o simplemente por huir de la devoradora mirada, mandó a otra con la copa y me limité a beber un pequeño sorbo mientras mis ojos se fijaron en una escena maravillosamente encantadora en una esquina de la taberna, un hombre, no muy mayor siendo deliciosamente provocado por una dulce mano de finos dedos que masajeaba un lugar privado.
Sonreí de nuevo y sentí que alguien se acercaba a mi y levanté la vista a mirarla, me había quedado hipnotizada con sus ojos enmarcados con unas preciosas y espesas pestañas negras pero sin embargo en mi rostro no se veía ninguna expresión, oí su voz sensual y aterciopelada mientras mis pupilas se deslizaban cual manos por su cuerpo, detallándolo y quizá hasta desnudandola un poco con los ojos.
Gutten nacht -respondí con un fuerte acento alemán y sonreí de nuevo a mi repentina acompañante mientras mis dedos se deslizaban por el borde de la copa
Dinorah E. Diermissen- Vampiro Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
Su fuerte acento alemán me impresionó. Su voz era profunda y vibrante, su tono, me atrevo a decir, me sedujo instantáneamente. Me detuve unos segundos a observarla un poco mejor, viendo que ella me dirigía una mirada que prácticamente me desnudaba, era como si estuviese viendo a través de mis ropas y mucho más allá de ellas, se hundía dentro de mi deliciosamente. Una mirada que dejaba al descubierto pensamientos lujuriosos. Y eso me complacía.
Sus dedos se deslizaron suavemente por los bordes de una copa de vino, rojo como la sangre y como su espesa y larga cabellera, ella toda, era puro erotismo.
Antes de responderle hice una seña a un mozo pidiéndole que me sirviera lo mismo que estaba bebiendo mi hermosa acompañante. El joven no se tardó en volver con mi bebida. Le guiñé un ojo y apoyé los labios, mientras no le quitaba la mirada de encima a la dama que estaba sentada a mi lado.
Luego dejé la copa y corrí los cabellos que me cubrían el cuello y parte del pecho, dejando un poco más al descubierto mis tibias carnes, y vi como en su cara se dibujaba una sonrisa, mientras sus ojos se posaban lentamente sobre mi cuerpo, ahora con más atención que antes, deteniéndose unos instantes en mi largo cuello.
-¿Cuál es tu nombre dulzura?- Dije mientras volvía a sostener la copa entre mis dedos.
Sus dedos se deslizaron suavemente por los bordes de una copa de vino, rojo como la sangre y como su espesa y larga cabellera, ella toda, era puro erotismo.
Antes de responderle hice una seña a un mozo pidiéndole que me sirviera lo mismo que estaba bebiendo mi hermosa acompañante. El joven no se tardó en volver con mi bebida. Le guiñé un ojo y apoyé los labios, mientras no le quitaba la mirada de encima a la dama que estaba sentada a mi lado.
Luego dejé la copa y corrí los cabellos que me cubrían el cuello y parte del pecho, dejando un poco más al descubierto mis tibias carnes, y vi como en su cara se dibujaba una sonrisa, mientras sus ojos se posaban lentamente sobre mi cuerpo, ahora con más atención que antes, deteniéndose unos instantes en mi largo cuello.
-¿Cuál es tu nombre dulzura?- Dije mientras volvía a sostener la copa entre mis dedos.
Marie Anne Boucher- Hechicero Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
Lujuria, eso era lo que desprendía la mujer que ahora me
hacía compañía, una mujer hermosa sensual y provocativa en todos sus gestos,
miraba con atención sus movimientos grabandome en la memoria el sonido de su
dulce voz e inmediatamente me pregunté como sonaría un gemido de aquella
criatura deseable y en mi interior se dibujo una sonrisa de placer y deseo, de
más curiosidad por saber que era lo que ella ocultaba en su interior, una
sorisa de ganas de aventurarme por esas peligrosas curvas que se dejaban adivinar
por la tela del vestido.
Ella apartó el cabello de su hombro echándolo hacia atrás de una manera que
haría enloquecer a cualquier persona que posara sus ojos en la figura de aquella dama de ojos enigmaticos y sensuales, me fijé en su escote y sonreí de nuevo sin poder evitarlo tratando de que mi mirada no me delatara del todo, regresé los ojos a los de ella y guardé silencio un instante mirándola beber de la copa estudiando sus movimientos sin parar un segundo notandolos llenos de sensualidad y otras cosas más que no pude decifrar, podía ver en sus preciosos ojos intenciones ocultas que quizá más tarde en la noche ella me dejaría saber.
Dinorah -respondí sintiendo el calor de su cuerpo emanando atravéz de su ropa, detectando el aroma de su sangre y de su perfume atraedor de criaturas de gustos prohibidos y oscuros- ¿y usted hermosa dama? ¿Cuál es su nombre?
hacía compañía, una mujer hermosa sensual y provocativa en todos sus gestos,
miraba con atención sus movimientos grabandome en la memoria el sonido de su
dulce voz e inmediatamente me pregunté como sonaría un gemido de aquella
criatura deseable y en mi interior se dibujo una sonrisa de placer y deseo, de
más curiosidad por saber que era lo que ella ocultaba en su interior, una
sorisa de ganas de aventurarme por esas peligrosas curvas que se dejaban adivinar
por la tela del vestido.
Ella apartó el cabello de su hombro echándolo hacia atrás de una manera que
haría enloquecer a cualquier persona que posara sus ojos en la figura de aquella dama de ojos enigmaticos y sensuales, me fijé en su escote y sonreí de nuevo sin poder evitarlo tratando de que mi mirada no me delatara del todo, regresé los ojos a los de ella y guardé silencio un instante mirándola beber de la copa estudiando sus movimientos sin parar un segundo notandolos llenos de sensualidad y otras cosas más que no pude decifrar, podía ver en sus preciosos ojos intenciones ocultas que quizá más tarde en la noche ella me dejaría saber.
Dinorah -respondí sintiendo el calor de su cuerpo emanando atravéz de su ropa, detectando el aroma de su sangre y de su perfume atraedor de criaturas de gustos prohibidos y oscuros- ¿y usted hermosa dama? ¿Cuál es su nombre?
Dinorah E. Diermissen- Vampiro Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
“Dinorah”, sonaba al nombre de alguna diosa exótica de tierras lejanas, y realmente así se veía aquella mujer, como el manjar de algun árbol desconocido, tentándome con su dulce aroma, deseando ser devorado.
Saboreé el último sorbo de ese vino barato y dejé la copa sobre la mesa, junto con el dinero suficiente para que el joven mozo que me servia pudiera ausentarse del trabajo por varios días si quisiera.
Lograba sentir como su mirada seguia fija en mi, sin perderse detalle del movimiento de cada centímetro de mi cuerpo. Mire apresuradamente por la ventana, las cortinas volaban suavemente acariciadas por la brisa, que anunciaba una lluvia inminente. Luego me acerqué lentamente hacia ella, y sin quitarle los ojos de encima, corrí un mechon de su largo cabello y rocé peligrosamente mi boca sobre el lóbulo de su oreja, al tiempo que susurraba:
-Marie, para servirte.-
El agradable y fugaz contacto con su piel me excitó, era suave y fría... curiosamente fría, pero me embriagó con su aroma desconocido y por mi mente desfilaron las ideas más desvergonzadas y desenfrenadas. Ella dejó su copa vacia también y sonrió, como si estuviera pensando las mismas cosas que yo.
La visión de sus encantos y su enigmático aroma provocó aún más mis inclinaciones libidinosas, que sólo necesitaban una chispa para encenderse en llamas. Me acerqué otra vez, reclinandome sobre ella, y de forma muy provocadora apoyé mi mano sobre sus pienas.
-No vivo lejos de aquí, te apetecería una copa de un buen vino?.-
Saboreé el último sorbo de ese vino barato y dejé la copa sobre la mesa, junto con el dinero suficiente para que el joven mozo que me servia pudiera ausentarse del trabajo por varios días si quisiera.
Lograba sentir como su mirada seguia fija en mi, sin perderse detalle del movimiento de cada centímetro de mi cuerpo. Mire apresuradamente por la ventana, las cortinas volaban suavemente acariciadas por la brisa, que anunciaba una lluvia inminente. Luego me acerqué lentamente hacia ella, y sin quitarle los ojos de encima, corrí un mechon de su largo cabello y rocé peligrosamente mi boca sobre el lóbulo de su oreja, al tiempo que susurraba:
-Marie, para servirte.-
El agradable y fugaz contacto con su piel me excitó, era suave y fría... curiosamente fría, pero me embriagó con su aroma desconocido y por mi mente desfilaron las ideas más desvergonzadas y desenfrenadas. Ella dejó su copa vacia también y sonrió, como si estuviera pensando las mismas cosas que yo.
La visión de sus encantos y su enigmático aroma provocó aún más mis inclinaciones libidinosas, que sólo necesitaban una chispa para encenderse en llamas. Me acerqué otra vez, reclinandome sobre ella, y de forma muy provocadora apoyé mi mano sobre sus pienas.
-No vivo lejos de aquí, te apetecería una copa de un buen vino?.-
Marie Anne Boucher- Hechicero Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
Seguí estudiando sus movimientos, su cuerpo, su mirada, su voz y su dulce aroma, el aroma de su sangre que era lo que mejor olía en ese putrefacto antro, se acercó a mi y susurró en mi oído su nombre mientras que automáticamente se dibujaba una sonrisa maliciosa en mi rostro, llena de lascivia y lujuria al sentir los aterciopelados labios de tan encantadora dama contra la piel de mi lóbulo, cosa que debo admitir me excitaba de sobremanera, tanto que quizá podría perder el control aunque nunca hubiese pasado.
Me acomodé en mi asiento tomando lo que quedaba de vino en mi copa y sentí como se acercaba peligrosamente a mi nuevamente y sentí su calidéz sobre mi falda, volteé mi mirada hacia los ojos de ella clavando mis pupilas sobre las suyas y sonreí con casualidad pero también con encanto y deseos escondidos trás tan inocente sonrisa, moví un poco la pierna y miré sus labios detallándolos un poco sonriendo un poco más dejando entrever mis colmillos apenas, me acerqué más a ella hundiendo un poco la nariz en su cuello aspirando el aroma de su sangre y el efluvio que emanaba su perfume femenino y costoso.
Me encanta el buen vino -sonreí sobre su piel murmurando subiendo la mirada por la curva de su cuello deteniéndome un segundo en su yugular, mirándola palpitante y sensual en su cuello provocativo-
Me levanté de sillón con extrema gracia y pude notar que era un poco más alta que ella, un punto a su favor, siempre me habían atraído las mujeres más pequeñas que yo, las veía como "más fáciles de manejar" físicamente hablando, le tendí la mano y la miré de nuevo con una sonrisa en los labios, ansiosa de estar a solas con ella.
Usted guiará en el camino, mademoiselle
Me acomodé en mi asiento tomando lo que quedaba de vino en mi copa y sentí como se acercaba peligrosamente a mi nuevamente y sentí su calidéz sobre mi falda, volteé mi mirada hacia los ojos de ella clavando mis pupilas sobre las suyas y sonreí con casualidad pero también con encanto y deseos escondidos trás tan inocente sonrisa, moví un poco la pierna y miré sus labios detallándolos un poco sonriendo un poco más dejando entrever mis colmillos apenas, me acerqué más a ella hundiendo un poco la nariz en su cuello aspirando el aroma de su sangre y el efluvio que emanaba su perfume femenino y costoso.
Me encanta el buen vino -sonreí sobre su piel murmurando subiendo la mirada por la curva de su cuello deteniéndome un segundo en su yugular, mirándola palpitante y sensual en su cuello provocativo-
Me levanté de sillón con extrema gracia y pude notar que era un poco más alta que ella, un punto a su favor, siempre me habían atraído las mujeres más pequeñas que yo, las veía como "más fáciles de manejar" físicamente hablando, le tendí la mano y la miré de nuevo con una sonrisa en los labios, ansiosa de estar a solas con ella.
Usted guiará en el camino, mademoiselle
Dinorah E. Diermissen- Vampiro Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
Hacía rato ansiaba marcharme de allí, y que mejor forma que salir por esas puertas que acompañada por una mujer como aquella. Cuando se incorporó noté que era un poco más alta que yo, brevemente la imaginé tendida en mi cama, su piel blanca quedaría perfecta envuelta en mis sábanas bordeaux.
Me tendió la mano, y la tomé sin vacilar, levantándome ágilmente.
Nos dirigimos a la puerta, esquivando algunos viejos tan borrachos que habían cedido a la gravedad y tenían sueños etílicos en el desaseado suelo.
Me adelanté un poco a ella y un joven muy amablemente nos abrió la puerta, esbozando la sonrisa más amplia que tenía.
Salimos.
Creo que no podía dejar de verla ni por un segundo. Cada gesto que me hacía me parecía en extremo insinuante y provocativo, y yo, por mi parte, no dejaba de seguirle el juego.
Aunque soy una mujer bastante callada y reservada, tuvimos una conversación de lo más animada camino a mi residencia. Me cautivaba su inteligencia, que para los pocos años que aparentaba tener, parecía no haberse perdido detalle de los acontecimientos de por lo menos los últimos cien años.
Unos minutos después llegamos al pórtico de mi morada, un par de lámparas alumbraban la entrada. Había un silencio inquietante a aquellas horas, silencio que quería romper con sus gemidos. Subimos las escaleras y abrí la enorme puerta de madera oscura. Podía percibir como Dinorah no se perdía ni un detalle de todo lo que veía, olía y tocaba. Era formidablemente receptiva a todo lo que había a su alrededor, y en cierta forma yo era igual.
Le hice una seña para que entrara y tranqué la puerta tras de ella.
-Siéntate- Dije invitándola a pasar a la sala principal.
La chimenea estaba encendida, aunque el fuego había consumido la mayor parte de los leños y se disponía a morir lentamente, dejando la habitación sumida en la penumbra, una cálida penumbra. Las ventanas estaban cerradas y las cortinas dejaban ver las pocas luces que seguían encendidas en la ciudad. En el piso de arriba sonaba una pieza de piano, se oía tan lejana que parecía haber sido engullida por la oscuridad de la planta alta.
Me quité el abrigo y me dirigí a la cocina, en busca de una botella y dos copas. Escuché sus pasos tras de mí y luego el crujir de los resortes del sofá.
Una vez más deseé ser suya.
Me tendió la mano, y la tomé sin vacilar, levantándome ágilmente.
Nos dirigimos a la puerta, esquivando algunos viejos tan borrachos que habían cedido a la gravedad y tenían sueños etílicos en el desaseado suelo.
Me adelanté un poco a ella y un joven muy amablemente nos abrió la puerta, esbozando la sonrisa más amplia que tenía.
Salimos.
Creo que no podía dejar de verla ni por un segundo. Cada gesto que me hacía me parecía en extremo insinuante y provocativo, y yo, por mi parte, no dejaba de seguirle el juego.
Aunque soy una mujer bastante callada y reservada, tuvimos una conversación de lo más animada camino a mi residencia. Me cautivaba su inteligencia, que para los pocos años que aparentaba tener, parecía no haberse perdido detalle de los acontecimientos de por lo menos los últimos cien años.
Unos minutos después llegamos al pórtico de mi morada, un par de lámparas alumbraban la entrada. Había un silencio inquietante a aquellas horas, silencio que quería romper con sus gemidos. Subimos las escaleras y abrí la enorme puerta de madera oscura. Podía percibir como Dinorah no se perdía ni un detalle de todo lo que veía, olía y tocaba. Era formidablemente receptiva a todo lo que había a su alrededor, y en cierta forma yo era igual.
Le hice una seña para que entrara y tranqué la puerta tras de ella.
-Siéntate- Dije invitándola a pasar a la sala principal.
La chimenea estaba encendida, aunque el fuego había consumido la mayor parte de los leños y se disponía a morir lentamente, dejando la habitación sumida en la penumbra, una cálida penumbra. Las ventanas estaban cerradas y las cortinas dejaban ver las pocas luces que seguían encendidas en la ciudad. En el piso de arriba sonaba una pieza de piano, se oía tan lejana que parecía haber sido engullida por la oscuridad de la planta alta.
Me quité el abrigo y me dirigí a la cocina, en busca de una botella y dos copas. Escuché sus pasos tras de mí y luego el crujir de los resortes del sofá.
Una vez más deseé ser suya.
Última edición por Marie Anne Boucher el Miér Dic 07, 2011 8:39 am, editado 1 vez
Marie Anne Boucher- Hechicero Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
La compañía de esa flamante mujer era mas que oportuna, más que interesante y más que bendita, había algo en ella que te atrapaba y te arrastraba a las más profundas aguas del deseo, era muy inteligente y culta si, sabía mucho de muchas cosas y noté que su belleza no era solo exterior sino también interior, mis ojos no se despegaban de sus caderas que se meneaban sensual y provocativamente al caminar, toda ella en su mínimo gesto me hacía sentir ganas de acorralarla contra alguna pared en algún callejón oscuro y hacerla mía con despiadado y contenido deseo, pero me contenía, en algún momento llegaríamos a su casa y ahí en privado la conocería mejor.
Seguíamos caminando calmadamente aunque mi cuerpo me pedía a gritos que la cargase y corriera a velocidad sobrenatural hasta su casa, hasta su cama... El deseo crecía y la voz de esa deseable mujer retumbaba en mis oídos, era la voz más dulce y sensual que había oído jamás, una vez más me pregunté como se oirían unos gemidos llenos de lascivia y placer con esa voz de Diosa griega, sonreí sin desconcentrarme de nuestra conversación.
Más pronto de lo que esperaba llegamos a la entrada de su casa y mis ojos seguían fijos en su rostro perfecto y hermoso, las lamparas que alumbraban la puerta hacían que su piel de marfil tuviese cierto tono brillante a contraluz, lo que me hacía encontrarla aún mas irresistible, pasamos al salón de su casa detallando cada decoración, cada color y cada textura que encontraba en el hogar de aquella criatura tan hermosa y única.
Me concentré un segundo en la chimenea y en el calor que este expandía a lo largo y ancho del salón, sentí una especie de nostalgia y sonreí un poco mirando a mi compañera, observé como se quitaba el abrigo y una vez más su figura quedó casi al descubierto para mí, mordí suavemente mi labio inferior y me senté como ella pedía en el sofá mirándola caminar hacia la cocina, observando de nuevo sus caderas y su perfecta cintura alejarse con tanta sexualidad.
Seguíamos caminando calmadamente aunque mi cuerpo me pedía a gritos que la cargase y corriera a velocidad sobrenatural hasta su casa, hasta su cama... El deseo crecía y la voz de esa deseable mujer retumbaba en mis oídos, era la voz más dulce y sensual que había oído jamás, una vez más me pregunté como se oirían unos gemidos llenos de lascivia y placer con esa voz de Diosa griega, sonreí sin desconcentrarme de nuestra conversación.
Más pronto de lo que esperaba llegamos a la entrada de su casa y mis ojos seguían fijos en su rostro perfecto y hermoso, las lamparas que alumbraban la puerta hacían que su piel de marfil tuviese cierto tono brillante a contraluz, lo que me hacía encontrarla aún mas irresistible, pasamos al salón de su casa detallando cada decoración, cada color y cada textura que encontraba en el hogar de aquella criatura tan hermosa y única.
Me concentré un segundo en la chimenea y en el calor que este expandía a lo largo y ancho del salón, sentí una especie de nostalgia y sonreí un poco mirando a mi compañera, observé como se quitaba el abrigo y una vez más su figura quedó casi al descubierto para mí, mordí suavemente mi labio inferior y me senté como ella pedía en el sofá mirándola caminar hacia la cocina, observando de nuevo sus caderas y su perfecta cintura alejarse con tanta sexualidad.
Dinorah E. Diermissen- Vampiro Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
No tardé en regresar con una botella de buen vino añejo y dos copas de cristal anchas que coloqué sobre una mesita cerca de la chimenea. Destapé y observé como el vino salpicaba el fondo de las copas hasta cubrir con su dulce fragancia poco menos de la mitad de éstas.
Caminé hacia mi acompañante y le tendí la mano, ofreciéndole la bebida. Ella tomó la copa entre sus manos, mientras yo depositaba la mía en el suelo. En seguida me senté junto a ella, tan cerca que casi percibía el frío roce de su pálida pero seductora piel. Esa nota sobrenatural de su aroma, ya no me inquietaba, pues solo podía concebir pensamientos de los más lujuriosos actos y fuese quien fuese aquella dama, si es que llegaba a descubrirlo aquella noche, poco importaba en ese momento, en que solo el deseo impulsaba mis acciones.
Decididamente, y dejando a un lado todo tipo de timideces y pudores, pasé mis pequeñas manos por sus cabellos escarlatas, que le devolvían a mis dedos el tacto de lo más sutil y delicado que hubiese tocado jamás. Recorrí su cuello y llegué hasta la curva de sus hombros, apenas cubiertos con algo de fina tela. Ella se dejó explorar, cerrando los ojos en gesto de aprobación, y supe que ardía en deseos de saciar su desenfrenada pasión. A mí siempre me había gustado ir despacio, despertando lentamente todos los sentidos y provocándolos con suavidad.
Me acerqué un poco más, apretando mis pechos contra su torso, aventurándome hacia su boca que pedía a gritos ser besada. Apoyé mis labios contra los suyos y me recosté un poco más sobre ella. Solo anhelaba saciar la sed que el vino ya no podía calmar.
Caminé hacia mi acompañante y le tendí la mano, ofreciéndole la bebida. Ella tomó la copa entre sus manos, mientras yo depositaba la mía en el suelo. En seguida me senté junto a ella, tan cerca que casi percibía el frío roce de su pálida pero seductora piel. Esa nota sobrenatural de su aroma, ya no me inquietaba, pues solo podía concebir pensamientos de los más lujuriosos actos y fuese quien fuese aquella dama, si es que llegaba a descubrirlo aquella noche, poco importaba en ese momento, en que solo el deseo impulsaba mis acciones.
Decididamente, y dejando a un lado todo tipo de timideces y pudores, pasé mis pequeñas manos por sus cabellos escarlatas, que le devolvían a mis dedos el tacto de lo más sutil y delicado que hubiese tocado jamás. Recorrí su cuello y llegué hasta la curva de sus hombros, apenas cubiertos con algo de fina tela. Ella se dejó explorar, cerrando los ojos en gesto de aprobación, y supe que ardía en deseos de saciar su desenfrenada pasión. A mí siempre me había gustado ir despacio, despertando lentamente todos los sentidos y provocándolos con suavidad.
Me acerqué un poco más, apretando mis pechos contra su torso, aventurándome hacia su boca que pedía a gritos ser besada. Apoyé mis labios contra los suyos y me recosté un poco más sobre ella. Solo anhelaba saciar la sed que el vino ya no podía calmar.
Marie Anne Boucher- Hechicero Clase Alta
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Re: Une aventure d’une nuit? [Dinorah E. Diermissen]
Di un suave sorbo al vino solo por aparentar disfrutar de ese liquido añejado por los años, usando como excusa el vino para estar en la morada de aquella erotica y sensual mujer que sin conocerla ya me había atrapado, me había capturado con su piel perlada y sensual, con sus labios que a simple vista se veían deliciosos, y entonces sucedió, sus labios empezaron a recorrer mi piel lentamente saboreandola, pude sentir la calidez de su cuerpo en el mío, una calidez que en cualquier momento podría hacerme perder el control.
Cerré los ojos solo dejándola hacer, dejando que mis sentidos y mi repentino deseo por aquella mujer se arrastrasen por mi piel emanando por mis poros, suspiré suavemente y deslizé la mano por su cintura notando el corset rodearle esta, y en ese momento sentí ganas de hacerla mía pero me controlé, dejé que ella me explorase a gusto, aquella dama de labios rojos como una rosa y suaves como la mas fina seda, la miré y sentí como sus senos se apretaban contra los míos y sonreí un poco sabiendo lo que iba a pasar, en ese instante sentí sus tibios labios sobre los míos fríos y muertos, fue como un respiro de el más puro aire.
Sin aguantar mas pero aun controlandome rodee su cintura con una de mis manos atrayéndola mas a mi cuerpo haciendo que se sentase sobre mis piernas dejandola a horcajadas, la miré de nuevo a los ojos y tome su rostro uniendo de nuevo mis labios a los de ella cerrando los ojos, saboreando su boca y su dulce aliento, probando así la dulzura de su lengua y a la vez el sabor del vino que habíamos estado saboreando momentos antes.
Mis ojos volvieron a fijarse en los de ella y apreté sus caderas haciendo que estas se moviesen contra mi, dejando sus senos cubiertos muy cerca de mi rostro, podía sentir como el deseo se hacía más intenso, mas poderoso y mucho más difícil de contener.
Cerré los ojos solo dejándola hacer, dejando que mis sentidos y mi repentino deseo por aquella mujer se arrastrasen por mi piel emanando por mis poros, suspiré suavemente y deslizé la mano por su cintura notando el corset rodearle esta, y en ese momento sentí ganas de hacerla mía pero me controlé, dejé que ella me explorase a gusto, aquella dama de labios rojos como una rosa y suaves como la mas fina seda, la miré y sentí como sus senos se apretaban contra los míos y sonreí un poco sabiendo lo que iba a pasar, en ese instante sentí sus tibios labios sobre los míos fríos y muertos, fue como un respiro de el más puro aire.
Sin aguantar mas pero aun controlandome rodee su cintura con una de mis manos atrayéndola mas a mi cuerpo haciendo que se sentase sobre mis piernas dejandola a horcajadas, la miré de nuevo a los ojos y tome su rostro uniendo de nuevo mis labios a los de ella cerrando los ojos, saboreando su boca y su dulce aliento, probando así la dulzura de su lengua y a la vez el sabor del vino que habíamos estado saboreando momentos antes.
Mis ojos volvieron a fijarse en los de ella y apreté sus caderas haciendo que estas se moviesen contra mi, dejando sus senos cubiertos muy cerca de mi rostro, podía sentir como el deseo se hacía más intenso, mas poderoso y mucho más difícil de contener.
Dinorah E. Diermissen- Vampiro Clase Alta
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