Dinorah E. Diermissen

-Nombre del Personaje:
Dinorah E. Diermissen

-Edad:
226 - 24

-Especie:
Vampiro

-Tipo y Clase Social:
Vampira - Clase Alta

-Orientación Sexual:
Bisexual

-Lugar de Origen:
Alemania

-Habilidad/Poder:
Agilidad y reflejos sobrehumanos, Encandilamiento y Persuasion

-Descripcion física:

Spoiler:

-Descripción Psicológica:
Es bastante tajante y directa, puede llegar a ser bastante arrogante ya que viene de una familia de "sangre azul", su caracter es bastante estricto e inflexible pero cuando la llegas a conocer mejor sabrás como tratarla y su forma de expresarse cambiará dependiendo del trato que lleve con el individuo, es muy sincera y directa, tanto que puede llegar a herir los sentimientos de los demás sin importarle mucho que digamos, habla solo cuando cree que es necesarioo simplemente cuando quiere tener una fructifera e interesante conversacion con alguien que ella crea que es lo suficientemente educado y culto. Puede llegar a ser bastante dulce y romántica si se lo propone, es de mente abierta pero de corazón cerrado, así que eso la hace desconfiada y ligeramente misteriosa, le cuesta abrirse con los demás y no cree en religiones, y mucho menos en el amor.

-Historia:

Alemania - 1574

Había bajado las escaleras del gigantezco castillo con paso elegante y risueño, batiendo su melena roja como el fuego que calentaba el amplio salón, los costosos tacones hacian sonar el mármol cuidadosamente lustrado anteriormente por unas de las miles de sirvientas que a ella y a su padre servían en esa decorada y nada humilde morada, sus labios llenos de un color rosa pétalo estaban curvados en una sonrisa arrogantemente infantil mientras sus largas y estilizadas piernas transportaban el resto de su cuerpo por el salón encaminandose hasta el escritorio de su padre dónde este último tenía la frente pegada a montones de pergaminos, documentos, libros y cualquier infinidad de cosas de asuntos resueltos y por resolver, ella rodeó el escritorio y acarició el cabello de su padre con maternal dulzura con unos dedos suaves y delicados como el más costoso terciopelo, el señor de grandes ojos azules levantó la cabeza y la miró desde abajo mientras sonreía sincera pero agotadamente. -la chica le sonrió con ternura y besó su frente antes de encaminarse a la chimenea y dejar los ojos azules en el fuego-

-Dinorah, querida, ¿qué haces que no estas con Madame Le' Blanc en tus prácticas de piano?-

-Ya yo sé tocar piano, y lo hago excelentemente... Y tú lo sabes, solo quieres mantenerme ocupada para que no te regañe por no descansar lo suficiente -la chica le sonrió con ternura y besó su frente antes de encaminarse a la chimenea y dejar los ojos azules en el fuego- De todas formas vine a informarte que no estaré en casa hoy, daré un paseo con William

El hombre se incorporó bruscamente en el sillón colocando ambas manos en el escritorio entrelazando los dedos, mirando a su hija con ojo clínico y analítico, pretendiendo ver más allá de ella y sus palabras aunque el bien sabía que nadie podía hacerlo, y si alguien podría lograr tal hazaña quizá sería William, ese chico alto pálido y rubio y de ojos sobrenaturales que misteriosamente solo se dejaba mostrar de noche, que no comía y solo se limitaba a tomar vino frente la chimenea mientras su hija caminaba alrededor de el leyendo en voz alta o simplemente peinando su cabello con una ternura que ya rayaba en la adoración, un chico que tenía dinero y terrenos, si, pero no era de la realeza... Y eso era inaceptable. La chica se volteó rapidamente dando un latigazo al aire con sus cabellos y lo miró con ojos

No me cae nada bien William, tu lo sabes muy bien Dinorah.

Pero lo amo

No me importa

La chica se volteó rapidamente dando un latigazo al aire con sus cabellos y lo miró con ojos respetuosos pero también imponentes, si una cosa no le gustaba a aquella mujer de piel blanca decorada con pecas era que la contradijeran o le prohibieran algo que ella creía merecer, era incapaz de faltarle el respeto a su padre pero sentía que amaba a William por sobre todas las cosas, quizá hasta más de lo que podría amarse a ella misma, sentía que vivía y para el y por él, sentía que ya no había mas nadie para ella, sentía que ya nada tendría sentido si la vida o el destino le arrebatara a William de su corazón. Y ella sabía de su secreto, sabía lo que William era y eso lo hacía más irresistible para ella, más interesante.
No voy a dejarlo... -suspiró con suavidad y se acercó a su padre con paso lento y calmado
arrastrando la cola de su vestido de seda azul turquesa decorada con una
fina tela negra de encaje- Lo amo, en serio lo amo, y sin él ya nada sería igual, yo no sería igual -tomó sus manos que aun se encontraban tensas en el escritorio y las besó mirandolo de nuevo arrodillandose frente a el- no podría soportar perder de nuevo a alguien a quien amo... No soy tan fuerte

Su padre la miraba fijamente, son los ojos llenos de paciencia y
seguridad, pero las palabras sinceras de su hija hacían que su opinión
cambiara totalmente, ella no era desobediente, todo lo contrario,
siempre había sido dulce y respetuosa pero no era nada sumisa, le
gustaba que oyeran y valoraran su opinión, después de unos minutos dejando que su mente maquinara diferentes ordenes y respuestas por parte de su primogénita suspiró rendido y la levantó colocandose el en pie acariciando una de sus suaves y blancas mejillas.

Muy bien... Haré lo que pueda por aceptarlo, espero que estés segura de lo que estás haciendo Dinorah, eres mayor e inteligente, pero eres humana así que tienes derecho a equivocarte

Ella no dijo nada, simplemente se quedó muy quieta y asintió sonriendole a su padre, ocultando la tristeza tras sus labios y lo abrazó antes de marcharse a su habitación sin más que agregar, estando allí se sentó frente su peinadora observando su propio reflejo en el espejo notando como un nudo se formaba en su garganta y sus ojos se humedecían un poco porque después de encontrarse con William nada sería igual, su vida cambiaría incluyendo la de su padre, pero era algo que estaba dispuesta a hacer por amor. El tiempo transcurrió tan lento como el paso de una tortuga vieja y enferma, su corazón latía rápido por lo que ella sabía que ocurriría y también por las ansías que siempre sentía horas antes de encontrarse con el que ella consideraba el amor de su vida, justo cuando le daba unos acomodados finales a su cabello alguién llamo a la puerta y ella abrió con una sonrisa nerviosa y risueña, la sirvienta anunciaba que el joven había llegado y que la estaba esperando en el salón con su padre. Dinorah río un poco y corrió al espejo a echarse u ultimo vistazo, apartandose uno que otro mechón de cabello de los ojos se encaminó al salón volviendo a bajar las escaleras con paso calmado pero nervioso, ambos caballeros la observaban desde la chimenea cada uno con una pequeña copa de vino francés en la mano. Se acercó a William y dió un suave beso en su mejilla estremeciendose un poco ante el contraste de frío y cálido que ambas pieles causaban al juntarse.

El grupo conversó durante un rato de temas variados y sin aparente importancia mientras los jóvenes se lanzaban miradas lujuriosas y llenas de deseo, luego de unos minutos que para la pelirroja se hicieron eternos la pareja subió a su carruaje y marcharon hacia el bosque que quedaba a unos kilometros del castillo donde ella compartía techo con su padre. William la observaba con una ligera sonrisa, ambos en silencio pues las palabras estaban demás. Pronto llegarón a un pequeño claro en el bosque y ambos bajaron del carruaje, se encaminaron juntos hasta el medio de aquel claro ligeramente iluminado por una luna llena y plateada que se encontraba brillando inmaculadamente en un cielo azul oscuro, escarchado magnificamente por algún Dios o ser superior que esa noche los observaba desde lo más alto.

William -susurró ella en un suspiro mientras sus manos se deslizaban por su espalda, sintiendo bajo sus dedos la tela de su chaqueta, con los ojos fijos en los de él- Estoy lista...

Lo sé -murmuró con voz baja y aterciopelada, seduciendola con su aroma y sus
caricias que para ella eran simplemente perfectas e irresistibles, sus labios se posaron en los de ella haciendo que temblara en placer apretandola con delicadeza contra su cuerpo.

Ambos se arrodillaron en el pasto mirandose directo a los ojos, William rodeó el cuerpo de ella y la hizo recostarse en el cesped mientras su otra manose dedicaba a apartar el cuello de su vestido, dejando desnuda y vulnerable la curva del cuello de Dinorah, sonrió sospechosamente y acarició su piel con suavidad dejando pequeños besos sobre las delicadas pecas que manchaban la piel de la mujer, y así fue subiendo dejando los labios en su yugular, sintiendo el palpito de esta sobre su boca, dejando que de entre sus labios emanara un suspiro de ansias y sed.

Hazlo de una vez -murmuró ella con voz distante y notablemente excitada por sus besos y su cercanía.

Él sonrió de nuevo, pero esta vez con malicia y con algo más que ningun otro ser mortal o inmortal sería capaz de decifrar, sin más clavó sus colmillos con fiereza cerrando los ojos, oyendo como la mujer que le entregaba su vida dejaba salir un quejido de dolor notandolo resonar eco tras eco en esa inmensidad donde se encontraban, donde nadie podia verlos, olerlos, escucharlos o sentirlos. La sangre caía por su garganta como una cascada sin fin, el se estremecía y ella podía notarlo, bebía sin compasión alguna, la dulzura con la que el la acariciaba había desaparecido y ahora solo se sentia presa de algun animal salvaje, intentaba separarse de el pero el la sostenía con su sobrenatural fuerza, trató de hablar pero ya era demasiado tarde, su cuerpo estaba débil y practicamente inerte a causa de la falta de sangre en las venas que ya estaban apunto de quedar resecas, podía sentir su corazón palpitar cada vez más lento y con más dificultad, logró susurrar su nombre y lo miró borrosamente, mirando su expresion de animal salvaje en sus ojos mientras el se mordía la muñeca y la colocaba sobre sus labios.

Bebe -susurró el con voz irreconocible mientras ella empezaba a beber
lentamente con debilidad, sentía como sus organos dejaban de funcionar
pero de alguna manera ella seguía "viva"

De pronto su cuerpo empezó a doler, a arder con la intensidad de mil soles mientras desgarradores gritos de dolor salían uno tras otro, en medio de su dolor miró que William se incorporaba limpiandose con la manga los restos de sangre que quedaban en sus labios, ella lo miraba mientras se retorcía en el pasto de dolor y aún gritaba, él se acomodó sus vestimentas y la miró con recién encontrado desprecio

Ya dejarás de ser un patetico humano para ser alguien como yo, lástima que no pueda quedarme contigo pero si mi esposa se entera de que he convertido a una de mis amantes probablemente me haría conocer la verdadera muerte -rió con arrogancia y se arrodilló frente el cuerpo agonizante de la mujer susurrando- Será mejor que encuentres refugio antes del amanecer, porque sino la que encontrará la verdadera muerte serás tú.

Ahí la dejó, abandonada y casi inconciente, inmortal y destruida por
dentro, rota e irreparable. El se marchó y ella más nunca supo de ese
hombre a quien le había entregado su vida y su cuerpo, y tampoco volvió a
ver a su padre... Aquel hombre que había tenido razón al intentar
proteger a su hija


-Datos extras:

Frases celebres:[i] "La mejor manera de librarse de la tentacion es cayendo en ella"
"El corazón de una mujer es un mar repleto de secretos"