AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No quiero caricias [Henriette]
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No quiero caricias [Henriette]
¡¡No te importa que este con otra porque te duele maldita orgullosa!! - ¡OTRA VEZ!... De nuevo León causando disturbios en la taberna, mientras su ya amigo el cantinero le servía una copa, más bien otra botella, pero parecía despechado, lo cierto es que él era muy buen actor, solo iba a darles buena noche a los borrachos – Anda hombre échate otra – El viejo Alejandro estaba ahí, escuchando a León armas su teatro. – Señores esta noche es de nosotros, vamos a emborracharnos hasta caernos CATINERO YO INVITO LA SIGUIENTE RONDA – y claro él no podía emborracharse, ah claro extrañaba el hecho de caerse muerto de alcohol peor pues ahora ya era todo un vampiro, que ni se notaba porque rara la vez se le veía de caza.
Y ahí de nuevo el cantinero lo saco de una patada de culo, él quería más alcohol, quería cantar, pero el único lugar era el burdel con lo que odiaba a las brujas y horribles cortesanas, empezó a rugir al estar frente a uno – Hay, ya yai, que mi corazón desvaría amor – Entro escandalizando con su voz al burdel pero si el nada más iba por una copa y las miradas de lujuria al ver su físico no se dejaron espera – Hey, Hey, chiquitas que no vengo por placer y tampoco hombres, que ni se les ocurra, no tengo dinero más que para el alcohol – advirtió cuando se sentó al taburete a las mujeres, y hombres, joder, como cambiaban los tiempos ahora los raritos estaban ahí, pero si el también gustaba de la sangre de uno que otro muchachón.
-Hey cantinero ponme un whisky – ordeno pero una mujer se le acerco - Hey, dije que no, que no entiendes? – con tono amable se le alejo y a más de uno le empezó a caer mal, claro el tenía dinero pero no lo deseaba gastar, no quería sexo con esas mujeres que se acostaban con uno y otro cada noche, na, na, nada, el solo quería que le entregaran el corazón, ajá, si, tú, bueno quería sexo con otro tipo de mujeres como las hijas de los ricos o las vírgenes JU!... esas si eran mujerones. Se quedó ahí tomando su copa una y otra vez.
Y ahí de nuevo el cantinero lo saco de una patada de culo, él quería más alcohol, quería cantar, pero el único lugar era el burdel con lo que odiaba a las brujas y horribles cortesanas, empezó a rugir al estar frente a uno – Hay, ya yai, que mi corazón desvaría amor – Entro escandalizando con su voz al burdel pero si el nada más iba por una copa y las miradas de lujuria al ver su físico no se dejaron espera – Hey, Hey, chiquitas que no vengo por placer y tampoco hombres, que ni se les ocurra, no tengo dinero más que para el alcohol – advirtió cuando se sentó al taburete a las mujeres, y hombres, joder, como cambiaban los tiempos ahora los raritos estaban ahí, pero si el también gustaba de la sangre de uno que otro muchachón.
-Hey cantinero ponme un whisky – ordeno pero una mujer se le acerco - Hey, dije que no, que no entiendes? – con tono amable se le alejo y a más de uno le empezó a caer mal, claro el tenía dinero pero no lo deseaba gastar, no quería sexo con esas mujeres que se acostaban con uno y otro cada noche, na, na, nada, el solo quería que le entregaran el corazón, ajá, si, tú, bueno quería sexo con otro tipo de mujeres como las hijas de los ricos o las vírgenes JU!... esas si eran mujerones. Se quedó ahí tomando su copa una y otra vez.
Última edición por León el Lun Dic 12, 2011 6:28 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: No quiero caricias [Henriette]
La noche pintaba para bien, era una de esas noches donde los clientes tenían tiempo para algo más que solo un toque rápido y eso me gustaba, últimamente tenía mucha suerte con mis clientes y eso me tenía algo animada, iba bajando las escaleras cuando oí un ligero alboroto en el vestíbulo; era un hombre que al parecer no quería nada en el burdel, ¿Entonces que hacía aquí?. Que lástima pues no estaba para nada mal, creo que eso y mi estado de ánimo me llevaron a querer jugar un poco con él haber que pasaba.
Caminé cadenciosamente hacia donde estaba, su copa se vaciaba con una rapidez impresionante, ¿mal día?, me acerqué a donde estaba y me senté a un lado suyo –Una copa de vino cariño- le dije al cantinero y sin dejar de mirar cómo me servía el trago le hable al exaltado hombre a un lado mío. -¿Y por qué te corrieron de la taberna? Supongo que eso paso ¿no es así?, si no que es lo que harías aquí desperdiciando el tiempo de las cortesanas-Tomé mi copa llevándola a mi boca y busqué su rostro esperando la respuesta, sonriendo coquetamente esperando su reacción.
Oía los ruidos del burdel tras de mí, los sonidos del placer que tanto me gustaban y había cambiado eso unos minutos por un hombre algo enfadado pero en cierta forma divertido para mi, -Sírvele otra copa a mi amigo, no queremos que se aburra aquí- giré todo mi cuerpo y crucé las piernas, ¿podría irritarlo más?
Caminé cadenciosamente hacia donde estaba, su copa se vaciaba con una rapidez impresionante, ¿mal día?, me acerqué a donde estaba y me senté a un lado suyo –Una copa de vino cariño- le dije al cantinero y sin dejar de mirar cómo me servía el trago le hable al exaltado hombre a un lado mío. -¿Y por qué te corrieron de la taberna? Supongo que eso paso ¿no es así?, si no que es lo que harías aquí desperdiciando el tiempo de las cortesanas-Tomé mi copa llevándola a mi boca y busqué su rostro esperando la respuesta, sonriendo coquetamente esperando su reacción.
Oía los ruidos del burdel tras de mí, los sonidos del placer que tanto me gustaban y había cambiado eso unos minutos por un hombre algo enfadado pero en cierta forma divertido para mi, -Sírvele otra copa a mi amigo, no queremos que se aburra aquí- giré todo mi cuerpo y crucé las piernas, ¿podría irritarlo más?
Henriette Blois- Prostituta Clase Baja
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Re: No quiero caricias [Henriette]
Pecaba de buena, o algo así, León poso la mirada de arriba abajo de esas curvas, cual montaña rusa andaba, claro alimentaba su libido, semejante desdén que se cargaba ella, quizás si era bien predecible, las aventuras que este vampiro podría arremeter contra la sociedad, pero claro, ¡Así es!, León ODIABA a las cortesana con cada una de sus letras, le gustaban otro tipo de mujeres, unas más “dóciles y sutiles”, esas si gustaba, esas le encantaban, lo las que estaba en ese cutre lugar, enarco una ceja, paso la vita de arriba abajo, claro, ¡Solo se ponía de ojo alegre!, nada malo, claro que no, admiraba la belleza, pero ¡¿Con cuanto tipo se habrá metido esa mujer?! De pensarlo le dio ASCO, demasiado a decir verdad. – Por ser un joven alegre, un joven entregado a las pasiones del alcohol, por hacerme el valiente y contar mis anécdotas de conquista, por mera envidia querida… - sonrío levanto la copa que ella le había invitado - Pero creo que he de marcharme, este lugar me enferma – dio una vuelta y tomo una botella de ron empinándosela como si de verdad sintiera el cosquilleo en el cuerpo – ve a atender a tus viejos osados – sonrío viendo a las demás – Que este gallo ya tiene su corral y gallinas – sonrío y le puso el dedo sobre la nariz dandole unos francos por la copa - gracias - giño el ojo dispuesto a irse-
Invitado- Invitado
Re: No quiero caricias [Henriette]
Sus ojos se pasearon por todo mi cuerpo, cosa que no era difícil que los hombres hicieran, pero en sus ojos se notaba algo diferente, no era el deseo ardiente que muchos mostraban, no, era simplemente un vistazo a mi contorneado cuerpo, ¿Qué era lo que pasaba?, debía de estar realmente urgido por unas cuantas gotas de alcohol como para entrar al burdel en lugar de ir a buscar otra taberna, aunque por la actitud que tenía probablemente volvieran a correrlo.
-Así que amante del alcohol, pues ya somos dos, que te parece si te invito algo más fuerte y me platicas de tus dichosas conquistas, pero claro este lugar no te gusta ¿verdad? Que lastima porque tengo algunas botellas de Absynthe que bien podría compartir contigo- Dije parándome junto a él, jugando otra de mis cartas si mi sensualidad y mi arrojo no le agradaban siempre podría ser una niña buena y complaciente tal vez eso haría que lo pudiera tener para mí un rato, si ese era mi reto y ya me lo había propuesto, él pensaba que yo pedía a gritos su dinero o su cuerpo, si bien lo segundo tal vez si quisiera poseerlo, ahora tenía que actuar de otra forma para tenerlo para mi, pues bien una charla y una copa no se le rechaza a nadie ¿o sí?.
-Anda, no te molestes, te atenderé a ti, más bien te ayudaré, yo no estoy aquí para hacer algo que tu no quieras mi deseo es complacerte simplemente, así que si te corrieron de la taberna por hablar de más yo estoy aquí para escuhar todo lo que quieras decir,sin juzgar, simplemente concédeme unas palabras- Por un momento me olvide de el placer que tanto amaba, de los hombres que podrían estar en ese preciso momento recorriendo mi cuerpo con sus besos, y me entregue a este juego solo para saber hasta dónde podría llegar con este hombre tan renuente.
-Así que amante del alcohol, pues ya somos dos, que te parece si te invito algo más fuerte y me platicas de tus dichosas conquistas, pero claro este lugar no te gusta ¿verdad? Que lastima porque tengo algunas botellas de Absynthe que bien podría compartir contigo- Dije parándome junto a él, jugando otra de mis cartas si mi sensualidad y mi arrojo no le agradaban siempre podría ser una niña buena y complaciente tal vez eso haría que lo pudiera tener para mí un rato, si ese era mi reto y ya me lo había propuesto, él pensaba que yo pedía a gritos su dinero o su cuerpo, si bien lo segundo tal vez si quisiera poseerlo, ahora tenía que actuar de otra forma para tenerlo para mi, pues bien una charla y una copa no se le rechaza a nadie ¿o sí?.
-Anda, no te molestes, te atenderé a ti, más bien te ayudaré, yo no estoy aquí para hacer algo que tu no quieras mi deseo es complacerte simplemente, así que si te corrieron de la taberna por hablar de más yo estoy aquí para escuhar todo lo que quieras decir,sin juzgar, simplemente concédeme unas palabras- Por un momento me olvide de el placer que tanto amaba, de los hombres que podrían estar en ese preciso momento recorriendo mi cuerpo con sus besos, y me entregue a este juego solo para saber hasta dónde podría llegar con este hombre tan renuente.
Henriette Blois- Prostituta Clase Baja
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Re: No quiero caricias [Henriette]
No, nunca, hay dios, ¡León, sal de ahí!, se grito, bebió como loco, si, pues que mas daba, el maldito alcohol no le hacia nada y en sus milenios como vampiro JAMAS… Ok, no, si, se había acostado con unas cuantas mujeres, griegas, romanas, europeas y hasta, bien, como fuera, el solo conquistaba y andaba de ojo alegre por acá, por allá, mostrando su deleite por las mujeres, pero no acostarse menos con una cortesana, de pensarlo se le revolvía todo, todo, “Fernand, Fernand” le llamo telepáticamente no una, no dos, muchísimas veces, hay dios esta vez al torero le estaba enterrando los cuernos, ¡Que va!, si no le tenia miedo a la mujer, él era un vampiro, si ella se propasaba (que gracioso sonó eso), él podría matarla, ¡JUAZ!, morderla y listo, quedaba ahí. – No tengo nada que...- iba a evadirla pero de pronto se le ocurrió algo mejor - espera, si, haber que te cuento – se puso de espaldas a la barra y se recargo cómodamente para el deleite de las mujeres que les tocaban hombres gordos, grasosos, con dedos que parecían los de una rana. Y el en medio era el rey, de todas las miradas, - Bueno, como te decía, me corrieron por cantar, así es, canto de todo un poco, y bueno es que quiero echarme a la bolsa a un mujer de la realeza, así como me ves me doy privilegios – sonrió, tal vez decir que le gustaban los muchachos era… no, habían cortesanos también, ¡Diablos!, maldito Fernand no le contestaba.
-Yo diría más bien damita de placeres, dama coqueta y juguetona que la acompaño, pero de verdad cuídese, que No, no quiero caricias, seducción o algo porque me largo – si, claro como no, pero si fuera una estúpida de la realeza, la lleva a un callejón y le hace el amor ahí mismo. Ni modos, a ver si ella le convencía, no, para nada, hasta creen que León se dejaría, esto era un reto, pero él no estaba vivo para sentir si quiera un maldito cosquilleo, nada le provocaba, de verdad no quería entregarse a esas mujeres, las tachaba de arpías. – Vamos donde el vino, las copas y donde llevas a tus clientes mujer, haber si es que logras entretenerme – si, claro, solo jugaba con ¿su próximo bocado?, quizá, pero eso también inducia placer, ojala algo le sacara de la maldita encrucijada.
-Yo diría más bien damita de placeres, dama coqueta y juguetona que la acompaño, pero de verdad cuídese, que No, no quiero caricias, seducción o algo porque me largo – si, claro como no, pero si fuera una estúpida de la realeza, la lleva a un callejón y le hace el amor ahí mismo. Ni modos, a ver si ella le convencía, no, para nada, hasta creen que León se dejaría, esto era un reto, pero él no estaba vivo para sentir si quiera un maldito cosquilleo, nada le provocaba, de verdad no quería entregarse a esas mujeres, las tachaba de arpías. – Vamos donde el vino, las copas y donde llevas a tus clientes mujer, haber si es que logras entretenerme – si, claro, solo jugaba con ¿su próximo bocado?, quizá, pero eso también inducia placer, ojala algo le sacara de la maldita encrucijada.
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Re: No quiero caricias [Henriette]
Se notaba impaciente, desesperado, ahora podía notar más que no le agradaban para nada los burdeles, pero tendría que aguantarse, había entrado a uno y lo peor es que había llamado mi atención, por lo que no me detendría hasta obtener mínimo un rato con él si bien no lograría tenerlo en mi cama, tendría que obtener una buena charla, si, me gustaba lo que hacía, volver locos a los hombres, hacerlos mirarme con deseo, pero si me rechazaban haría todo para tenerlo un rato.
-¿Cantabas?, qué bien, si hubieras llegado cuando abrió el burdel tal vez te hubiera acompañado al piano, siempre empiezo la noche tocando algo- dije viendo como se acomodaba en la barra y veía todo el movimiento del lugar, analizando a las cortesanas -¿Realeza?, esas mujeres son difíciles de atrapar, aunque no imposibles, si bien tienen muchos hombres detrás de ellas, tienes que hacer algo muy bien para impresionarlas, aunque no veo por qué habría de costarte trabajo- Puse mis manos en las caderas, bien creo que había hecho que al fin se interesará un poco en mi, era un avance –No temas, no te haré nada, ¿ya te lo había dicho no?, bien vamos a mi recámara, tomemos un poco y platícame más de tu chica- Camine de regreso a la barra y recargué mis codos inclinándome un poco para ver al cantinero –Dame dos copas cariño- lo seguí con la vista mientras buscaba las copas y las ponía frente a mi –Gracias, cariño- dije guiñándole el ojo, las tome y di media vuelta –Sígueme, Monsieur-
Camine lentamente, contoneándome, no lo podía evitar, subimos las escaleras y fuimos por todo el pasillo rodeados de cortesanas en él que atendían a sus clientes, esperando que eso no espantara a mi acompañante, mi habitación estaba al final del pasillo, algo escondida. Abrí la puerta, lo primero que se veía era mi enorme cama, cerré la puerta tras él y deje las copas en la mesa del tocador, me dirigí al pequeño ropero en la esquina del cuarto, lo abrí y quité la parte de abajo un pedazo de madera que era un fondo falso, saqué dos botellas una de vodka y otra de Absynthe, cerré el ropero y fui por las copas, llene las dos de vodka –Toma que te parece si empezamos con esto, platícame un poco y después pasaremos a lo más fuerte- dije alzando mi mano hacia el ofreciéndole una de las copas –Porque no te pones cómodo y empiezas a desahogarte- tomé de mi copa, solo mojando mis labios observando al hombre algo inquieto frente a mí.
-¿Cantabas?, qué bien, si hubieras llegado cuando abrió el burdel tal vez te hubiera acompañado al piano, siempre empiezo la noche tocando algo- dije viendo como se acomodaba en la barra y veía todo el movimiento del lugar, analizando a las cortesanas -¿Realeza?, esas mujeres son difíciles de atrapar, aunque no imposibles, si bien tienen muchos hombres detrás de ellas, tienes que hacer algo muy bien para impresionarlas, aunque no veo por qué habría de costarte trabajo- Puse mis manos en las caderas, bien creo que había hecho que al fin se interesará un poco en mi, era un avance –No temas, no te haré nada, ¿ya te lo había dicho no?, bien vamos a mi recámara, tomemos un poco y platícame más de tu chica- Camine de regreso a la barra y recargué mis codos inclinándome un poco para ver al cantinero –Dame dos copas cariño- lo seguí con la vista mientras buscaba las copas y las ponía frente a mi –Gracias, cariño- dije guiñándole el ojo, las tome y di media vuelta –Sígueme, Monsieur-
Camine lentamente, contoneándome, no lo podía evitar, subimos las escaleras y fuimos por todo el pasillo rodeados de cortesanas en él que atendían a sus clientes, esperando que eso no espantara a mi acompañante, mi habitación estaba al final del pasillo, algo escondida. Abrí la puerta, lo primero que se veía era mi enorme cama, cerré la puerta tras él y deje las copas en la mesa del tocador, me dirigí al pequeño ropero en la esquina del cuarto, lo abrí y quité la parte de abajo un pedazo de madera que era un fondo falso, saqué dos botellas una de vodka y otra de Absynthe, cerré el ropero y fui por las copas, llene las dos de vodka –Toma que te parece si empezamos con esto, platícame un poco y después pasaremos a lo más fuerte- dije alzando mi mano hacia el ofreciéndole una de las copas –Porque no te pones cómodo y empiezas a desahogarte- tomé de mi copa, solo mojando mis labios observando al hombre algo inquieto frente a mí.
Henriette Blois- Prostituta Clase Baja
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