Sentimientos encerrados bajo llave {Eden Nasri}

París era sin duda una ciudad abrumadora para aquellos que la visitaban por primera vez. Sorprendentemente, Eden jamás había puesto un pie en ella, sus viajes siempre lo habían llevado a bordear la capital, visitar algunas ciudades extranjeras e inclusive actuar en algún pueblo de la zona, pero nunca a desenvolverse en el interior de una ciudad tan maravillosa. Pero a su edad, y con todas la vivencias que llevaba a sus espaldas, no había demasiadas cosas que lo impresionaran a estas alturas; la vida era más un desencanto que el compendio de sensaciones que un día tanto había disfrutado. Pero la vida tenía que seguir, y el cazador necesitaba ir buceando en los mentideros de la ciudad para empaparse de los rumores, trabajos y peticiones que pudieran adecuarse a lo que sabía hacer, que no era otra cosa que asesinar seres sobrenaturales, por ello Eden no tardó en visitar la taberna mas concurrida de París para ver que se "cocía" en el ambiente.

Nada más atravesar el umbral de la entrada, el cazador se dejó devorar por el bullicio propio de un lugar de esa naturaleza, el cuál sintió bastante agradable. Eden, por su trabajo, era un hombre solitario, que no arisco, y por lo tanto no solía disfrutar demasiado a menudo de la compañía de otras personas. Tampoco hay que ser injusto, el cazador no confiaba demasiado en los vivos cómo tampoco lo hacía en los muertos lo que le dejaba pocas opciones abiertas para relacionarse socialmente. Una vez el hombre arrastró sus botas de punta negras hasta la barra, pidió un whisky solo para castigar su gaznate. Mientras su copa llegaba, Eden se limitó a otear el lugar para ver con que clase de gente tenía la oportunidad de conversar. A su derecha tenía un hombre elegante, de traje caro y un bombín decorando su cabeza, pero que parecía un tanto desubicado lo que llevaba al cazador a deducir que no tenía dinero suficiente para ir a un lugar de mayor enjundia, y que por lo tanto era un individuo que vivía de las apariencias. Por otra parte, a su izquierda, había un hombre y una mujer conversando, o más concretamente, un sudoroso individuo coqueteando con una dama de llamativa vestimenta. El cazador suspiró al comprobar que por mucho interés que pusiera no tendría mucho de lo que hablar con esta gente, y se limitó agarrar su vaso de whisky con firmeza y llevarlo hasta sus labios, tomando el primer trago.

Minutos después una aparición armó cierto revuelo en la taberna. Una joven de vestimenta andrajosa, tez pálida y dotada de una belleza caracterizada por la dulzura natural de su edad, se dirigió hasta la barra y pidió un bollo. La chica estaba muy delgada, y por el temblor de sus manos Eden dedució que parecía llevar bastante tiempo sin comer, sensación que conocía realmente bien, muy a su pesar. Bastantes de los presentes la miraban con desprecio, cómo si se sintieran superiores a ella, gestos que por un momento le recordaron a los de aquellos vampiros que estudiaban con divertimento, cómo iban a secar los cuerpos de sus victimas. Eden despreciaba esa sensación, la aborrecía, pero sin duda sentía más asco aún al ver cómo el hombre del traje observaba a la joven. Sin embargo para su sorpresa, el gesto del hombre se torció de repente, al aparecer por el influjo de la mirada de la joven y en ese momento Eden sintió un escalofrio. Sus instintos nunca lo traicionaban, esa chica estaba haciendo algo, ¿magia?, quizás, pero no era ni el momento ni el lugar, esa chica se iba a meter en problemas si la persona equivocada se daba cuenta de lo que estaba haciendo. Disimuladamente, Eden cogió su vaso de whisky y caminó en dirección del hombre trajeado, para tras simular un tropiezo, derramar el contenido en su arcaica vestimenta. El hombre reaccionó como una furia, y Eden se disculpó falsamente.

-¡Perdone, perdone, qué torpe soy! Permítame que lo limpie señor...-Se ofreció Eden.

Prácticamente a empujones, el cazador sacó de la taberna al tipo trajeado y con un movimiento fugaz, sacó uno de los pequeños cuchillos de plata que tenía en el interior de su chaleco de cuero. Al ver el filo, el rostro del hombre perdió toda su fiereza, pasando a ser el de un cachorrillo asustado.

-¿Qué es lo que quiere?-Preguntó el hombre temeroso.

-Quiero que te vayas a tu casa,si es que tienes una, quemes ese traje y jamás vuelvas a mirar con desprecio a otro ser humano, porque, bueno, la próxima vez comenzaré a cortar partes de ti que seguro que no quieres perder, ¿me equivoco?-Dijo el joven con cierto tono de mofa.

El hombre no respondió y se limitó a salir corriendo. Intimidado con éxito, Eden guardó su cuchillo con disimulo y volvió al interior de la taberna. El cazador había tenido suerte de poder amedrentar a un tipo cómo ese con un farol tan burdo, sin embargo la chica había sido muy descuidada. El hombre regresó hasta la posición de la joven y se dirigió a ella con sutileza.

-Señorita, no está mal que de su merecido a un tipo carente de discreción cómo ese-Profirió el cazador-. Sin embargo, la próxima vez hágalo con más estilo, es mucho más gratificante.

Eden esbozó una sonrisa mientras pedía otro whisky al tabernero. Esa chica había abierto una puerta hacía algo interesante...y sin duda eso era de agradecer.

Actos incontrolables...hubo un tiempo en el que el cazador, sobretodo en sus inicios, era un individuo impulsivo y carente de tacto, pautas de actuación que cambiaron cuando comprendió que de esa manera no tendría ninguna posibilidad de alcanzar sus objetivos. La primera regla que le enseñó su mentor, Ricchard, no fue otra que la necesidad de esgrimir la astucia de manera natural. Los seres sobrenaturales son más fuertes, más rápidos, más intuitivos, más inteligentes-esto último no siempre-,etc; pero su superioridad es a la par su debilidad. Con los años Eden se había demostrado así mismo que siendo precavido, calculador y reflexivo, podía hacer frente a cualquier enemigo; pagando claro está el tributo necesario en forma de dolor, el cual se plasmaba en las heridas que se distribuían por todas y cada una de las partes de su cuerpo. No lo llamaban "El Fénix" sólo por dibujar a ese ser mitológico en las escenas de cada una de sus víctimas, sino por su capacidad para sobrevivir siendo herido de todas las maneras posibles. A base de levantarse, el cazador había generado una aureola a su alrededor que hacía creer sus enemigos que no podía perecer pese a ser un simple mortal. Por supuesto eran habladurías sin sentido, pero el hecho de tener la capacidad de eludir las heridas mortales y hacerse el moribundo en el momento preciso, despertaba dudas sobre sus enemigos, las cuales Eden aprovechaba con inteligencia.

Sin embargo, el hombre no sabía lo que era tener magia, y mucho menos no poder controlarla y eso no era demasiado alentador a la hora de buscar una respuesta para esa joven. Por otra parte, en sus viajes se había topado con diferentes brujos y hechiceras, con los cuales había llegado a unirse para capturar a un determinado objetivo, experiencias que le hacían conocedor de lo peligrosa que era la hechicería fuera de control. Sin duda, la chica había reaccionado de esa manera por el desgaste nacido de tener que soportar los mismos desprecios de manera continuada, sin embargo no dejaba de ser peligroso, ¿sería esa chica capaz de detenerse a tiempo de provocar un daño irreversible? Eden no podía saberlo, pero no dejaba de ser algo preocupante. El cazador pidió otro whisky para detener la indiscreta mirada del tabernero, que sin duda no estaba del todo conforme con la forzada marcha de su cliente, y se tornó hacía la joven para responder a su pregunta.

-Sin duda no tengo una respuesta para su pregunta, ya que me temo-Dijo Eden, bajando levemente el tono.- Que no disfruto de ninguno de sus dones, sean cuales sean.

El cazador esbozó una sonrisa mientras se volvía hacía la barra para agarrar su nueva copa y castigarse con otro trago. De nuevo frente a la chica, el hombre completó su respuesta.

-Sin embargo si puedo decir que, una buena canalización del potencial de cada uno siempre reporta beneficios, y sobretodo, ayuda a conseguir auto control. Simplemente se trata de buscar en que eres bueno, en tu caso buena, y hacerlo-Comentó Eden, dando otro a su copa.-Aunque si os soy sincero, que normalmente lo soy, no debería hacer mucho caso de alguien que suele estar demasiado dolorido como para tener algún pensamiento lucido.

El segundo whisky había comenzado a tener algún efecto nocivo en un cazador que no tenía demasiada habilidad para soportar los efectos del alcohol y que por lo tanto decidió dejar de beber antes de llegar a un estado que no le reportaría nada bueno. Una vez el vaso ya no estaba en sus manos, Eden realizó una pequeña inclinación con su cabeza y se presentó.

-Mi nombre es Eden Nasri, cazador de todo aquello que salga fuera de lo común, todo menos la brujería claro-El cazador se expresó abiertamente y sin complejos ya que consideraba que no tenía nada que ocultar

Sin autoestima y carente de cariño alguno, la chica emanaba negatividad, y cada una de las frases que salían de su boca seguían esa tesitura. Sin embargo en algo estaba equivocada la joven, o al menos así lo creía el cazador, y era en el hecho de aceptar la muerte en manos de un ser sobrenatural como algo lógico y normal: con esa moral era imposible que la chica pudiera alcanzar su mejor potencial, aún siendo una damisela de belleza prominente. Tras presentarse la chica se esfumó como una exhalación, al parecer por la aparición de un individuo al que no quería ver ni en pintura. Eden no lo dudó un instante, y tras pagar sus consumiciones, siguió a la chica llamada Cathy a través el bullicioso tumulto de la taberna. Tras una serie de disculpas por unos pisotones realizados sin ningún ápice de maldad, el cazador siguió a la chica a través de una puerta que no invitaba a visitantes indiscretos.

El habitáculo al que accedieron era una pequeña y humilde sala de estar que parecía ejercer la función de sala de descanso para los regentes de la taberna. Sin embargo, la estancia estaba bastante oscura, aunque Eden no tenía problemas para ver a una joven que parecía tener la incómoda habilidad para atraer problemas.

-Desconozco que problemas puede tener una joven como usted, pero sin duda si huye jamás desaparecerán. Es cierto que una retirada a tiempo puede considerarse en ciertas circunstancias un movimiento inteligente, pero dudo que este sea el caso-Dijo Eden tajantemente.

-Soy consciente de que no es algo habitual en estos tiempos, pero soy un hombre que prefiere agotar todas las opciones de dialogo posible antes de acudir a la violencia-Dijo el cazador con un tono pausado-. Reservo mi agresividad para aquellos contra los que sin ella sin duda, perecería.

Eden no sabía como interpretar las reacciones de aquella chica, por una parte podía ser que tuviera miedo, razón por la cual ahora estaban en un lugar en el que no deberían, pero por otro lado, también cabía la posibilidad de que no quisiera volver a utilizar sus poderes, circunstancia que modificaba en parte el concepto sobre ella que se había dibujado en la mente del cazador. Sea como fuere, lo único cierto es que Eden no tenía ni la menor idea de como proceder con una chica de esa edad, no tenía hijas, sobrinas, hermanas ni nada similar...Tampoco sabía si podía permitirse considerar que fuera una mujer, como tampoco permitirse el problemñatico pensamiento que le llevaba a creer que era una chica realmente bella. Sin embargo, tampoco tenía motivos ni razones para ayudarla, ese no era su estilo, por lo que siempre podía considerar la opción de marcharse sin más y olvidarse de ella. Sin duda sería el camino fácil, pero el cazador siempre solía escoger la vía más tortuosa y dramática, por lo tanto sabía lo que tenía que hacer. Tras la caída de la silla Eden liberó un suspiró y esbozó una sonrisa.

-No puedo permitir que se escondida como una ratita asustada señorita, pero lo que si puedo hacer es salir ahí fuera y confrontar a ese individuo por usted de una manera civilizada-Profirió el cazador con un tono un tanto jocoso-Simplemente cuénteme que la ocurrió con ese desconocido y actuaré en consecuencia, no me gusta ver la belleza corrompida por los nervios y la frustración