AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encuentros inesperados
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Encuentros inesperados
Hacia ya una semana desde la ultima vez que me encontré con Ash y desde el accidente con aquella bestia. Mentiría si dijese que no me había acordado de nada hasta día como hoy pues me sentía total e incondicionalmente aterrada desde aquella noche. Aquella sensación de vigilancia intenté contrarrestarla, pues durante toda la semana que pase casi encerrada en la habitación por temor solo pude mirar por el ventanal en busca quizá de la causa de todo lo que ocurría, pero no, nunca había nada. Y por otro lado…aquel lobo, aquellos ojos tan claros que no pude olvidar ni en mis peores sueños, aquellos colmillos tan blancos y afilados que hacia que la piel se me erizase cada vez que los recordaba, no, no le había olvidado. Y es que por mucho que Ash no quisiese tomar mucho aquel tema yo si quería hacerlo, por el bien del pueblo que seguramente se irían decepcionados tras las partidas de caza, por mi propio bien…por conseguir dormir en paz durante toda una noche y dejar de soñar que aquel lobo me esperaba en el portal de la casa con la misma intención que tenia la anterior noche. Estaba totalmente decidida a aprovechar aquellos futuros encuentros con mi nuevo profesor de esgrima para averiguar que era lo que estaba pasando, porque estaba totalmente convencida-tras una semana de desconexión total con su mirada- que el sabia algo mas que yo.
Sobre el resto de la semana, el único día que decidí salir fue el sábado por la mañana. Con mi ambición sobre la bestia, supuse que en el mercado del centro de Paris encontraría respuestas, por ello, permanecí durante toda la mañana en aquel lugar. Cuando llegue solo pude recordar a Harry ¿Dónde se habría metido tras ese día? Su puesto de venta se encontraba gestionado por otra persona a la que decidí preguntar sobre el paradero del muchacho. Aquel señor, ya bastante mayor, resulto ser un compañero suyo , el cual no hizo mas que pegarme aquel sentimiento de preocupación por Harry, que había desaparecido desde aquel encontronazo con el lobo. Me puse en lo peor y rápidamente llegue a la conclusión de que aquella bestia había acabado con su vida y seguramente había destrozado la infancia de aquel pequeño hermano del que me hablo. Sentí un curioso instinto maternal, pues me hubiera gustado saber quien es para poder cuidarle con lo poco con lo que contaba, pero fui realista y decidí olvidar todo aquello.
De repente, observe como en aquella gran y habitada calle, se formaba un coro de personas las cuales parecían hipnotizadas por algo. Me acerqué y pude observar como se trataba de un par de gitanos relatando lo que me pareció en un principio una mera historia, pues cuando oí unas palabras que narraron la existencia de una bestia, de un monstruo de las noches que se dedicaba a saciar su sed de sangre con las personas mas moribundas que vagabundeaban por las calles de París a altas horas, rápidamente pensé que se trataba del lobo que había acabado con la vida de Harry y casi con la mía
-¿Eso que contáis es cierto? –Dije mientras me intentaba hacer paso entre la gente hasta poder llegar frente a la mujer gitana.
-¿Por qué íbamos a contarlo si no lo fuese?- Respondió el que supuse que seria el marido de la mujer, con un tono grotesco
- Pero ¿Habéis visto a la bestia?¿Cuando?¿Como era?¿No os hizo nada?- No intentaba para nada arruinarles la función y quise dar a entenderlo con mi tono de voz preocupado.
-Claro que si, mujer. Se trata de una bestia que si la vieseis no sabríais que lo es. Es una bestia absolutamente hermosa, diría que brilla con luz propia. Se mueve de forma elegante y es muy rápida, tanto, que ninguno os daríais cuenta de que como ha pasado de un lugar a otro. Yo la vi, por la noche, en uno de los callejones del centro. Se encontraba serena y tranquila, la confundí totalmente con una persona común, pero cuando vi aquellos ojos…aquellos ojos capaces de hipnotizar durante horas a una persona me di cuenta de que no se trataba de una persona real. Me refugié tras un edificio y fue entonces cuando pude ver con mis propios ojos como mordía el cuello de un vagabundo y absorbía su sangre hasta dejarlo seco. Tened cuidado, pues no soy la única persona que asegura haberlo visto y ¿Quién sabe cuando será la próxima vez que aparezca? No os confundáis, aparentemente es un humano pero sus ojos son inconfundibles- relató la mujer como si se tratarse de una actriz de teatro
Sin mediar palabra volví hacia atrás y me aparté de aquel coro de gente. No se trataba de aquel lobo desde luego, seguramente seria una historia totalmente inventada sobre un humano lo suficientemente atrayente como para que se le subiese a la cabeza matar a la gente. Hay muchos locos en Paris…
Tras varios minutos caminando por aquel mercado, di con un puesto bastante extraño. La puerta estaba totalmente decorada con telas de distintos colores y desde fuera se podía distinguir el color a incienso que provenía desde dentro. El establecimiento era pobre, casi tanto como mi hogar, la fachada estaba ligeramente agrietada pero era curioso que se trataba de la primera vez que lo veía, pues otra veces recordaba en ese lugar una panadería o una tienda de retazos. La curiosidad me llevo a entrar. Una vez dentro, pude observar como a pesar de ser pequeña, la tienda se encontraba repleta de estanterías con curiosos objetos y abalorios que jamás en mi vida había visto.
-¿Puedo…Ayudarla en algo?- aquella voz con tales vocales que sonaban alargadas hizo que diese un brinco por el susto que me dio – Siento…haberla asustado- Se trataba de un hombre muy mayor, con el pelo blanco totalmente revuelto y una gran frente adornada por las miles de manchas que aparecen con esa edad.
-Buenos…buenos días- busqué una excusa rápida para no decir que había entrado solo por curiosidad -¿Para…para que sirven todas estas cosas?-
-Son para proteger del mal. De los malos augurios, de los males de ojo, de las malas suegras…- Si, el hombre hizo una larga lista de todas las utilidades de los objetos, tan larga que decidí prescindir de algunos factores y curiosear todas las estanterías mientras me echaba la melena hacia detrás -…y para proteger contra el maligno.- eso me volvió a retomar la conversación
-¿Qué…que maligno?
-Pues el maligno querida… ¿Quién va a ser si no? La criatura que habita las calles por la noche y se deleita de la sangre de todos – Perfecto, otra persona que creía en esas historias- Y que es capaz de reencarnase en una persona, en una flor, en un animal…-
-¿En un lobo?-
-Si, en un lobo…-
Aunque su forma de hablar me estaba resultando inquietante y pesada, decidí comprarle uno de los objetos que previenen de las bestias. El hombre me dio un crucifijo extraño, con adornos de piedras rojas y un metal bastante oscuro. Cuando me dispuse a pagarlo aquel hombre tan místico decidió regalármelo. No quise irme sin pagar pero acabó convenciéndome.
Y por ultimo, cuando salí de aquella tienda volví a mi casa y en toda la semana no volví a salir.
No volví a salir hasta aquella noche en la que había quedado encontrarme con Ash en el bosque para comenzar mi primera clase de manejo de armas. Por ello, con mi única ropa, un fular de la lana que me abrigase en la noche y aquel crucifijo colgado del cuello, me encamine hacia el bosque esperando encontrarme con el hombre que me había salvado dos veces la vida, con la intención quizá de darle las gracias.
Pasado ya bastante rato desde que abandoné el hogar camino al bosque, el frio se hizo notar en la noche y la niebla volvió a hacerse con todo. Pero, entre tanto cumulo de partículas de agua en elevación, pude distinguir una silueta que no temí, pues aquella forma de andar me era tan familiar que no pude evitar sonreír -¡Frederick!- Era mi hermano, mi hermano mas mayor, el primero que decidió marcharse de casa y con el que mas relación familiar tuve. No pude evitar corres hasta el y llevarle los brazos al cuello…me había sentido tan sola durante tanto tiempo… y tan preocupada por el y los demás…
-¿Dónde has estado todo este tiempo?-
-¡Keira! No te preocupes, todos están bien, llegaran mañana. He estado fuera de Paris trabajando y he conseguido bastante dinero. He venido a traerte buenas noticias, a John no le parece tan buena y va a venir a convencerte de que no lo hagas. Pero óyeme Keira, es lo mejor que te puede pasar en esta vida, acepta la propuesta por favor-
Me solté de su cuello, seria y extrañada. Había ganado mucho dinero y no había sido tan hermano como para mandarme una pequeña parte y venia ha hacerme una propuesta. Era mi hermano, pero sabia que siempre había sido ambicioso y no podía fiarme mucho de sus planes. -¿Qué es…?-
-Lord Becket quiere casarse contigo y esta propuesto a manteneros como una mujer de clase alta. Hermana, por favor, acepta. Si no lo haces no conseguiré el dinero para viajar a Japón a por gusanos para hacer seda ¡quedare como si fuese el peor de la clase media! Bueno, mañana mismo viene a verte ¿No es fantástico?-
-… ¿Qué…?-
Sobre el resto de la semana, el único día que decidí salir fue el sábado por la mañana. Con mi ambición sobre la bestia, supuse que en el mercado del centro de Paris encontraría respuestas, por ello, permanecí durante toda la mañana en aquel lugar. Cuando llegue solo pude recordar a Harry ¿Dónde se habría metido tras ese día? Su puesto de venta se encontraba gestionado por otra persona a la que decidí preguntar sobre el paradero del muchacho. Aquel señor, ya bastante mayor, resulto ser un compañero suyo , el cual no hizo mas que pegarme aquel sentimiento de preocupación por Harry, que había desaparecido desde aquel encontronazo con el lobo. Me puse en lo peor y rápidamente llegue a la conclusión de que aquella bestia había acabado con su vida y seguramente había destrozado la infancia de aquel pequeño hermano del que me hablo. Sentí un curioso instinto maternal, pues me hubiera gustado saber quien es para poder cuidarle con lo poco con lo que contaba, pero fui realista y decidí olvidar todo aquello.
De repente, observe como en aquella gran y habitada calle, se formaba un coro de personas las cuales parecían hipnotizadas por algo. Me acerqué y pude observar como se trataba de un par de gitanos relatando lo que me pareció en un principio una mera historia, pues cuando oí unas palabras que narraron la existencia de una bestia, de un monstruo de las noches que se dedicaba a saciar su sed de sangre con las personas mas moribundas que vagabundeaban por las calles de París a altas horas, rápidamente pensé que se trataba del lobo que había acabado con la vida de Harry y casi con la mía
-¿Eso que contáis es cierto? –Dije mientras me intentaba hacer paso entre la gente hasta poder llegar frente a la mujer gitana.
-¿Por qué íbamos a contarlo si no lo fuese?- Respondió el que supuse que seria el marido de la mujer, con un tono grotesco
- Pero ¿Habéis visto a la bestia?¿Cuando?¿Como era?¿No os hizo nada?- No intentaba para nada arruinarles la función y quise dar a entenderlo con mi tono de voz preocupado.
-Claro que si, mujer. Se trata de una bestia que si la vieseis no sabríais que lo es. Es una bestia absolutamente hermosa, diría que brilla con luz propia. Se mueve de forma elegante y es muy rápida, tanto, que ninguno os daríais cuenta de que como ha pasado de un lugar a otro. Yo la vi, por la noche, en uno de los callejones del centro. Se encontraba serena y tranquila, la confundí totalmente con una persona común, pero cuando vi aquellos ojos…aquellos ojos capaces de hipnotizar durante horas a una persona me di cuenta de que no se trataba de una persona real. Me refugié tras un edificio y fue entonces cuando pude ver con mis propios ojos como mordía el cuello de un vagabundo y absorbía su sangre hasta dejarlo seco. Tened cuidado, pues no soy la única persona que asegura haberlo visto y ¿Quién sabe cuando será la próxima vez que aparezca? No os confundáis, aparentemente es un humano pero sus ojos son inconfundibles- relató la mujer como si se tratarse de una actriz de teatro
Sin mediar palabra volví hacia atrás y me aparté de aquel coro de gente. No se trataba de aquel lobo desde luego, seguramente seria una historia totalmente inventada sobre un humano lo suficientemente atrayente como para que se le subiese a la cabeza matar a la gente. Hay muchos locos en Paris…
Tras varios minutos caminando por aquel mercado, di con un puesto bastante extraño. La puerta estaba totalmente decorada con telas de distintos colores y desde fuera se podía distinguir el color a incienso que provenía desde dentro. El establecimiento era pobre, casi tanto como mi hogar, la fachada estaba ligeramente agrietada pero era curioso que se trataba de la primera vez que lo veía, pues otra veces recordaba en ese lugar una panadería o una tienda de retazos. La curiosidad me llevo a entrar. Una vez dentro, pude observar como a pesar de ser pequeña, la tienda se encontraba repleta de estanterías con curiosos objetos y abalorios que jamás en mi vida había visto.
-¿Puedo…Ayudarla en algo?- aquella voz con tales vocales que sonaban alargadas hizo que diese un brinco por el susto que me dio – Siento…haberla asustado- Se trataba de un hombre muy mayor, con el pelo blanco totalmente revuelto y una gran frente adornada por las miles de manchas que aparecen con esa edad.
-Buenos…buenos días- busqué una excusa rápida para no decir que había entrado solo por curiosidad -¿Para…para que sirven todas estas cosas?-
-Son para proteger del mal. De los malos augurios, de los males de ojo, de las malas suegras…- Si, el hombre hizo una larga lista de todas las utilidades de los objetos, tan larga que decidí prescindir de algunos factores y curiosear todas las estanterías mientras me echaba la melena hacia detrás -…y para proteger contra el maligno.- eso me volvió a retomar la conversación
-¿Qué…que maligno?
-Pues el maligno querida… ¿Quién va a ser si no? La criatura que habita las calles por la noche y se deleita de la sangre de todos – Perfecto, otra persona que creía en esas historias- Y que es capaz de reencarnase en una persona, en una flor, en un animal…-
-¿En un lobo?-
-Si, en un lobo…-
Aunque su forma de hablar me estaba resultando inquietante y pesada, decidí comprarle uno de los objetos que previenen de las bestias. El hombre me dio un crucifijo extraño, con adornos de piedras rojas y un metal bastante oscuro. Cuando me dispuse a pagarlo aquel hombre tan místico decidió regalármelo. No quise irme sin pagar pero acabó convenciéndome.
Y por ultimo, cuando salí de aquella tienda volví a mi casa y en toda la semana no volví a salir.
No volví a salir hasta aquella noche en la que había quedado encontrarme con Ash en el bosque para comenzar mi primera clase de manejo de armas. Por ello, con mi única ropa, un fular de la lana que me abrigase en la noche y aquel crucifijo colgado del cuello, me encamine hacia el bosque esperando encontrarme con el hombre que me había salvado dos veces la vida, con la intención quizá de darle las gracias.
Pasado ya bastante rato desde que abandoné el hogar camino al bosque, el frio se hizo notar en la noche y la niebla volvió a hacerse con todo. Pero, entre tanto cumulo de partículas de agua en elevación, pude distinguir una silueta que no temí, pues aquella forma de andar me era tan familiar que no pude evitar sonreír -¡Frederick!- Era mi hermano, mi hermano mas mayor, el primero que decidió marcharse de casa y con el que mas relación familiar tuve. No pude evitar corres hasta el y llevarle los brazos al cuello…me había sentido tan sola durante tanto tiempo… y tan preocupada por el y los demás…
-¿Dónde has estado todo este tiempo?-
-¡Keira! No te preocupes, todos están bien, llegaran mañana. He estado fuera de Paris trabajando y he conseguido bastante dinero. He venido a traerte buenas noticias, a John no le parece tan buena y va a venir a convencerte de que no lo hagas. Pero óyeme Keira, es lo mejor que te puede pasar en esta vida, acepta la propuesta por favor-
Me solté de su cuello, seria y extrañada. Había ganado mucho dinero y no había sido tan hermano como para mandarme una pequeña parte y venia ha hacerme una propuesta. Era mi hermano, pero sabia que siempre había sido ambicioso y no podía fiarme mucho de sus planes. -¿Qué es…?-
-Lord Becket quiere casarse contigo y esta propuesto a manteneros como una mujer de clase alta. Hermana, por favor, acepta. Si no lo haces no conseguiré el dinero para viajar a Japón a por gusanos para hacer seda ¡quedare como si fuese el peor de la clase media! Bueno, mañana mismo viene a verte ¿No es fantástico?-
-… ¿Qué…?-
Keira Brandford- Humano Clase Baja
- Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 30/10/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentros inesperados
Cazar, cazar y cazar... Su sed de sangre no mermaba ni una milésima de segundo desde la última vez que vió a aquella muchacha de voz arrebatadora. Desde el momento cúmbre en el que el sol dejaba de brillar, el segundo exacto en el que la oscuridad reinaba sobre los cielos parisinos, Ash reptaba por las calles cual sombra sigilosa segando vidas como si fuese su cometido, el ángel exterminador que Dios envió en ayuda de su pueblo, allá en Egipto.
Fue sorprendido una de esas noches por un hombre que parecía conocer su verdadera identidad. Vestía de forma estrafalaria; una larga chaqueta de color verde oscuro acompañada con un sombrero de copa bastante grande del mismo color. Era casi tan alto como Ash y desconocía su rostro, puesto que llevaba una máscara blanca sonriente colocada... muy misterioso.
Se aproximó al vampiro con aires de superioridad -Hermosa noche para destrozar algunas yugulares ¿Verdad, señor Ravnos?- rió jugueton -Por favor... no sois más que una pandemia de la que París se tiene que librar, al igual que de todos vuestros hermanos y hermanas.- comentó con desdén, mirándolo casi con ira en los ojos.
Ash no pareció comprender muy bien de qué se trataba todo ese circo que estaba montando el misterioso hombre con su sobreactuada forma de expresarse... hasta que un pestilente hedor a perro inundó el lugar -Ya entiendo...- suspiró, poniéndose ligéramente en guardia, preparando las piernas para una rápida evasiva -¡Relájate! ¡Sé que esta noche tienes una cita con Madame Keira! Y por nada en el mundo quisiera que os la perdieseis... ¡Pero! ... Tengo una noticia para vos...- Alzó entonces la cabeza hacia arriba, observando el limpio cielo nocturno repleto de estrellas, en aquel oscuro callejón ligéramente iluminado por los candiles de las calles cercanas.[/i] -Él la quiere... así que hoy será vuestro último encuentro.- Ash sonrió, relajándose y acomodándose sus vestimentas para la cita que se aproximaba. -No deberíais pensar que os la entregaré. La conocí antes que él y me pertenece, será mi compañera algún día... cuando aprenda a mirar el mundo con los ojos que le corresponden.- El desconocido negó con la cabeza -Desde que la señorita Keira nació, Norbert lleva vigilándola. Había un aroma exquisito en ella... ¡Oh, sí!... Y desde luego, ahora que ha crecido y se ha convertido en una bella mujer, reclamará lo que es suyo ¡A no ser!...-Tsk...- Se asqueó Ash debido a esa forma tan extraña que tenía el hombre de hablar con entonaciones tan cambiantes -...Que le entregueis algo a cambio.- El vampiro avanzó unos pasos hacia el misterioso ser -¿Qué quiere ese despreciable hombre de mí?-¡No deberíais llamarle así! A fin de cuentas él os libró de Harry... ¿O no podríamos llamarle a "eso" libraros de él? ¡Qué más da! El caso es que... Si no es la señorita Keira, será su hermano. Más concrétamente, su hermano pequeño: Ian...- Ash arqueó una ceja ¿Para qué querrían al hermano de Keira? -Vale... Decidme donde está y os lo llevaré-¡Oh, no amigo mío! Debeis de arrestarlo ¡Sí! No conviene llamar la atención con extrañas desapariciones... Claro que no...- hablaba cada vez más próximo al susurro a pesar de las cortas exclamaciones -Ya entiendo... Demasiado revuelo con Harry... ¿Cómo lo convertisteis en un Fenrir? ¿Quién o qué demonios es Norbert?- un fuego salvaje ardía en los ojos del vampiro, pues conocía muy bien la fantasmagórica profecía... y por nada en el mundo podía permitir que se cumpliese, aún no. -¡Por hoy he hablado demasiado! Nos volveremos a ver monsieur Ravnos...- se quitó entonces el sombrero y Ash pudo vislumbrar mejor aquella extraña máscara que portaba.
Entonces, se esfumó a gran velocidad, como si se tratase de una figura de humo, difuminándose en el ambiente que comenzó a abarrotar las calles. Perplejo aún, no podía permitirse perder más tiempo por lo que partió raudo hacia el hogar de Keira.
Cierto era que habían quedado a las puertas del bosque pero ¿Y si ahora iba a por ella? La intranquilidad hizo mella en su corazón tras más de tres milenios de vida que cargaba sobre sus espaldas.
Y así lo hizo, desde el mismo momento en que ella salía por la puerta de su hogar, la seguía a través de los tejados, sin dejar de vigilar el area circundante a la presencia de la mujer. Paso a paso se relajaba, pues no presentía la presencia de ninguna persona peligrosa a excepción de algunos borrachillos o ladronzuelos por las calles de los que bien podría deshacerse sin que ella misma se diese cuenta.
En la brumosa noche, una figura apareció cortando el paso de Keira ya rumbo a la arboleda. Los músculos del vampiro se tensaron de forma vertiginosa, sentía la bestia en su interior pedir a gritos despellejar a quien se atreviese a tocarla, pero... ¿Lo conocía? La actitud amistosa y jovial entre ambos le hizo pensar que no había peligro, pero aun así quería saber de qué estaban hablando. Optó por descender despacio sin que pudiesen escucharlo de los tejados y a gran velocidad, se introdujo por los arboles. Finalmente, retomó el camino de vuelta para llegar hasta la extraña pareja por el mismo camino que lo había hecho el conocido de Keira -¡Buenas noches, Keira!- saludó misteriosamente animado -Oh... ¿Quién os acompaña, querida?- preguntó entonces más serio, clavando su mirada inquisitiva en la figura del desconocido, ansiando conocer la respuesta -Espero podamos ayudarle, caballero...
Fue sorprendido una de esas noches por un hombre que parecía conocer su verdadera identidad. Vestía de forma estrafalaria; una larga chaqueta de color verde oscuro acompañada con un sombrero de copa bastante grande del mismo color. Era casi tan alto como Ash y desconocía su rostro, puesto que llevaba una máscara blanca sonriente colocada... muy misterioso.
Se aproximó al vampiro con aires de superioridad -Hermosa noche para destrozar algunas yugulares ¿Verdad, señor Ravnos?- rió jugueton -Por favor... no sois más que una pandemia de la que París se tiene que librar, al igual que de todos vuestros hermanos y hermanas.- comentó con desdén, mirándolo casi con ira en los ojos.
Ash no pareció comprender muy bien de qué se trataba todo ese circo que estaba montando el misterioso hombre con su sobreactuada forma de expresarse... hasta que un pestilente hedor a perro inundó el lugar -Ya entiendo...- suspiró, poniéndose ligéramente en guardia, preparando las piernas para una rápida evasiva -¡Relájate! ¡Sé que esta noche tienes una cita con Madame Keira! Y por nada en el mundo quisiera que os la perdieseis... ¡Pero! ... Tengo una noticia para vos...- Alzó entonces la cabeza hacia arriba, observando el limpio cielo nocturno repleto de estrellas, en aquel oscuro callejón ligéramente iluminado por los candiles de las calles cercanas.[/i] -Él la quiere... así que hoy será vuestro último encuentro.- Ash sonrió, relajándose y acomodándose sus vestimentas para la cita que se aproximaba. -No deberíais pensar que os la entregaré. La conocí antes que él y me pertenece, será mi compañera algún día... cuando aprenda a mirar el mundo con los ojos que le corresponden.- El desconocido negó con la cabeza -Desde que la señorita Keira nació, Norbert lleva vigilándola. Había un aroma exquisito en ella... ¡Oh, sí!... Y desde luego, ahora que ha crecido y se ha convertido en una bella mujer, reclamará lo que es suyo ¡A no ser!...-Tsk...- Se asqueó Ash debido a esa forma tan extraña que tenía el hombre de hablar con entonaciones tan cambiantes -...Que le entregueis algo a cambio.- El vampiro avanzó unos pasos hacia el misterioso ser -¿Qué quiere ese despreciable hombre de mí?-¡No deberíais llamarle así! A fin de cuentas él os libró de Harry... ¿O no podríamos llamarle a "eso" libraros de él? ¡Qué más da! El caso es que... Si no es la señorita Keira, será su hermano. Más concrétamente, su hermano pequeño: Ian...- Ash arqueó una ceja ¿Para qué querrían al hermano de Keira? -Vale... Decidme donde está y os lo llevaré-¡Oh, no amigo mío! Debeis de arrestarlo ¡Sí! No conviene llamar la atención con extrañas desapariciones... Claro que no...- hablaba cada vez más próximo al susurro a pesar de las cortas exclamaciones -Ya entiendo... Demasiado revuelo con Harry... ¿Cómo lo convertisteis en un Fenrir? ¿Quién o qué demonios es Norbert?- un fuego salvaje ardía en los ojos del vampiro, pues conocía muy bien la fantasmagórica profecía... y por nada en el mundo podía permitir que se cumpliese, aún no. -¡Por hoy he hablado demasiado! Nos volveremos a ver monsieur Ravnos...- se quitó entonces el sombrero y Ash pudo vislumbrar mejor aquella extraña máscara que portaba.
- máscara:
Entonces, se esfumó a gran velocidad, como si se tratase de una figura de humo, difuminándose en el ambiente que comenzó a abarrotar las calles. Perplejo aún, no podía permitirse perder más tiempo por lo que partió raudo hacia el hogar de Keira.
Cierto era que habían quedado a las puertas del bosque pero ¿Y si ahora iba a por ella? La intranquilidad hizo mella en su corazón tras más de tres milenios de vida que cargaba sobre sus espaldas.
Y así lo hizo, desde el mismo momento en que ella salía por la puerta de su hogar, la seguía a través de los tejados, sin dejar de vigilar el area circundante a la presencia de la mujer. Paso a paso se relajaba, pues no presentía la presencia de ninguna persona peligrosa a excepción de algunos borrachillos o ladronzuelos por las calles de los que bien podría deshacerse sin que ella misma se diese cuenta.
En la brumosa noche, una figura apareció cortando el paso de Keira ya rumbo a la arboleda. Los músculos del vampiro se tensaron de forma vertiginosa, sentía la bestia en su interior pedir a gritos despellejar a quien se atreviese a tocarla, pero... ¿Lo conocía? La actitud amistosa y jovial entre ambos le hizo pensar que no había peligro, pero aun así quería saber de qué estaban hablando. Optó por descender despacio sin que pudiesen escucharlo de los tejados y a gran velocidad, se introdujo por los arboles. Finalmente, retomó el camino de vuelta para llegar hasta la extraña pareja por el mismo camino que lo había hecho el conocido de Keira -¡Buenas noches, Keira!- saludó misteriosamente animado -Oh... ¿Quién os acompaña, querida?- preguntó entonces más serio, clavando su mirada inquisitiva en la figura del desconocido, ansiando conocer la respuesta -Espero podamos ayudarle, caballero...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/10/2011
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Re: Encuentros inesperados
Quería gritar de furia, quería de alguna manera liberar toda la tensión que estaba reteniendo mi cuerpo con tal de no levantar la voz a mi recién llegado hermano. Quizá no debía de aguantarme y hacerlo para devolverle todo lo que el estaba haciendo, pues con una sola frase había conseguido que le guardase cierto desprecio a pesar de ser mi hermano. En los años en los que había estado fuera de Paris se había convertido en una persona egoísta, déspota y descarada. Recordaba a mi hermano algo directo con las personas, al igual que yo, pero jamás llegue a imaginar que la riqueza que ganaba lo volviese codicioso.
-¿Quién te has creído que eres…para venir aquí y tras haberme saludado, sin ninguna vergüenza, pedirme que me case con un hombre al que ni si quiera conozco por que de esa forma el te pagara mas dinero del que ganas? Utilizarme como moneda de cambio…a mi, a tu hermana, a la que no te guardó rencor en ningún momento por haberte marchado y en tantos años no haberte preocupado por mi- Hablaba despacio, tranquila, con la voz seguramente en un tonto triste, pues verdaderamente nada de esto me esperaba.
–Keria...vamos… No me iras a decir que no te hace ilusión casarte con un hombre que puede darte la vida que nunca tendrás-
-¡No quiero esa vida! No la quise y nunca la querré. Puedo seguir ganándome la vida cantando, me da igual que gane una miseria. Estaré tranquila, pues así nunca me volveré una persona tan egoísta como tu-
-Keria, tranquilízate, no te he dicho nada para que te pongas así. Ni si quiera te estoy obligando a que te cases… solo te estaba pidiendo un favor. El me pagara bastante dinero si te casas con el, prometo darte una parte, lo juro. No hubiese aceptado si no estuviese seguro de que es lo mejor para ti, créeme.- Se acercó lentamente hacia mi, con la intención de tomarle la mano o el rostro para transmitirme tranquilidad, pero di dos pasos hacia atrás a sabiendas de que eso le pondria serio. En estos momentos no aceptaba cariños de nadie.
-No me toques… Frederick, sabes perfectamente como soy, sabes que siempre he luchado por una vida justa y sobretodo sabes que desprecio la idea de ser como la mayoría de las personas en este mundo. ¿Me ignorabas cuando te contaba todo aquello sobre querer ser libre y no atarme a nadie? Te conozco bien y se que lo haces por dinero…- De eso estaba totalmente segura. Si algo reivindiqué hasta el día en el que todos se marcharon es que quería vivir una vida sin ataduras, libre, sin las normas de la sociedad y todos me aplaudían por ello. No había otra razón por la que mi hermano volviese.
-Bueno… Keria, necesito el dinero. Tengo muchas deudas con el banco y mucha gente a la que pagar servicios. Necesito que me hagas ese favor, así que si no te importa, vamos a casa y lo hablamos mas despacio- Frederick caminó rápido hacia mí y antes de que pudiese reaccionar ya me había tomado del antebrazo para forzarme a volver a casa.
Cuando apenas había dado dos pasos obligada por aquel pequeño forcejeo por parte de mi hermano, definitivamente estaba dispuesta a nombrar santo o ángel de la guarda a Ash, pues una vez mas había aparecido cuando mas lo necesitaba. ¿Como diantres lo hacia? Se mostraba firme y curioso por la presencia de mi hermano. Sin duda mi salvador, por tercera vez, era mi pase directo a librarme de mi hermano al menos por esa noche. Solté con fuerza la mano de mi hermano que me hacia prisionera y caminé hasta situarme a la vera de aquel hombre moreno con el cual cada vez conseguía llevarme mejor
-Ash… el es mi hermano, y Frederick, Ash es un amigo mío. Ash, el es ese que me dejó abandonada, pero no os preocupeis, ya se marcha-
-Keria… ¿No sabes que una mujer prometida no puede encontrarse con otros hombres a las espaldas de su futuro esposo?- Dijo Frederick con sarcasmo y una sonrisa horripilante en el rostro
-Déjate de tonterías, no estoy ni estaré prometida jamás con ese hombre-
-Tarde lo dices, ayer mismo hizo oficial vuestro compromiso frente a todos sus compañeros-
-Eso es imposible-
-Imposible quizá para ti, pero para una persona que goza de poder es bastante fácil engañar a los demás sin que se den cuenta de que todo es una farsa… Bueno, no es una farsa puesto que te casaras con el… es solo que aun no te conoce en persona. Pero no te preocupes, mañana mismo por la mañana llegara a casa a buscarte, quiere compartir una mañana contigo, ya sabes, para que vayáis conociéndoos.
-¡Estás loco!- Tras aquellos minutos ignorando a Ash por completo, mi gire hacia el y lo tomé del brazo tirando en sentido contrario al que nos encontrábamos –Ash, marchémonos ya, he terminado mi conversación con este hombre. Vayamos a un lugar en el que podamos conversar tranquilos- dicho esto, comencé a caminar junto a mi acompañante, del brazo, rezando por que mi hermano no protestase. Evidentemente fue en vano, pues este caminó deprisa tras nosotros y tomó del hombro a Ash – Perdóneme Monsieur, pero la señorita tiene que volver a casa. Su futuro marido no permite que a estas altas horas de la noche Keria se encuentre con un hombre al que no conoce. Es totalmente una barbaridad y espero que una persona que aparenta ser de clase alta, como usted, lo entienda. Sin más demora, nos marchamos. Vamos Keria, tienes una ceremonia para la que prepárate- Una vez mas, me volvió a tomar del brazo para obligarme a marchar.
-¿Quién te has creído que eres…para venir aquí y tras haberme saludado, sin ninguna vergüenza, pedirme que me case con un hombre al que ni si quiera conozco por que de esa forma el te pagara mas dinero del que ganas? Utilizarme como moneda de cambio…a mi, a tu hermana, a la que no te guardó rencor en ningún momento por haberte marchado y en tantos años no haberte preocupado por mi- Hablaba despacio, tranquila, con la voz seguramente en un tonto triste, pues verdaderamente nada de esto me esperaba.
–Keria...vamos… No me iras a decir que no te hace ilusión casarte con un hombre que puede darte la vida que nunca tendrás-
-¡No quiero esa vida! No la quise y nunca la querré. Puedo seguir ganándome la vida cantando, me da igual que gane una miseria. Estaré tranquila, pues así nunca me volveré una persona tan egoísta como tu-
-Keria, tranquilízate, no te he dicho nada para que te pongas así. Ni si quiera te estoy obligando a que te cases… solo te estaba pidiendo un favor. El me pagara bastante dinero si te casas con el, prometo darte una parte, lo juro. No hubiese aceptado si no estuviese seguro de que es lo mejor para ti, créeme.- Se acercó lentamente hacia mi, con la intención de tomarle la mano o el rostro para transmitirme tranquilidad, pero di dos pasos hacia atrás a sabiendas de que eso le pondria serio. En estos momentos no aceptaba cariños de nadie.
-No me toques… Frederick, sabes perfectamente como soy, sabes que siempre he luchado por una vida justa y sobretodo sabes que desprecio la idea de ser como la mayoría de las personas en este mundo. ¿Me ignorabas cuando te contaba todo aquello sobre querer ser libre y no atarme a nadie? Te conozco bien y se que lo haces por dinero…- De eso estaba totalmente segura. Si algo reivindiqué hasta el día en el que todos se marcharon es que quería vivir una vida sin ataduras, libre, sin las normas de la sociedad y todos me aplaudían por ello. No había otra razón por la que mi hermano volviese.
-Bueno… Keria, necesito el dinero. Tengo muchas deudas con el banco y mucha gente a la que pagar servicios. Necesito que me hagas ese favor, así que si no te importa, vamos a casa y lo hablamos mas despacio- Frederick caminó rápido hacia mí y antes de que pudiese reaccionar ya me había tomado del antebrazo para forzarme a volver a casa.
Cuando apenas había dado dos pasos obligada por aquel pequeño forcejeo por parte de mi hermano, definitivamente estaba dispuesta a nombrar santo o ángel de la guarda a Ash, pues una vez mas había aparecido cuando mas lo necesitaba. ¿Como diantres lo hacia? Se mostraba firme y curioso por la presencia de mi hermano. Sin duda mi salvador, por tercera vez, era mi pase directo a librarme de mi hermano al menos por esa noche. Solté con fuerza la mano de mi hermano que me hacia prisionera y caminé hasta situarme a la vera de aquel hombre moreno con el cual cada vez conseguía llevarme mejor
-Ash… el es mi hermano, y Frederick, Ash es un amigo mío. Ash, el es ese que me dejó abandonada, pero no os preocupeis, ya se marcha-
-Keria… ¿No sabes que una mujer prometida no puede encontrarse con otros hombres a las espaldas de su futuro esposo?- Dijo Frederick con sarcasmo y una sonrisa horripilante en el rostro
-Déjate de tonterías, no estoy ni estaré prometida jamás con ese hombre-
-Tarde lo dices, ayer mismo hizo oficial vuestro compromiso frente a todos sus compañeros-
-Eso es imposible-
-Imposible quizá para ti, pero para una persona que goza de poder es bastante fácil engañar a los demás sin que se den cuenta de que todo es una farsa… Bueno, no es una farsa puesto que te casaras con el… es solo que aun no te conoce en persona. Pero no te preocupes, mañana mismo por la mañana llegara a casa a buscarte, quiere compartir una mañana contigo, ya sabes, para que vayáis conociéndoos.
-¡Estás loco!- Tras aquellos minutos ignorando a Ash por completo, mi gire hacia el y lo tomé del brazo tirando en sentido contrario al que nos encontrábamos –Ash, marchémonos ya, he terminado mi conversación con este hombre. Vayamos a un lugar en el que podamos conversar tranquilos- dicho esto, comencé a caminar junto a mi acompañante, del brazo, rezando por que mi hermano no protestase. Evidentemente fue en vano, pues este caminó deprisa tras nosotros y tomó del hombro a Ash – Perdóneme Monsieur, pero la señorita tiene que volver a casa. Su futuro marido no permite que a estas altas horas de la noche Keria se encuentre con un hombre al que no conoce. Es totalmente una barbaridad y espero que una persona que aparenta ser de clase alta, como usted, lo entienda. Sin más demora, nos marchamos. Vamos Keria, tienes una ceremonia para la que prepárate- Una vez mas, me volvió a tomar del brazo para obligarme a marchar.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Encuentros inesperados
La situación era, cuanto menos, entretenida. La conversación entre ambos llamaba enfermizamente la atención del vampiro, que por otro lado, parecía estar observando con suma impresión al hombre que quizá se convirtiese en su próximo desayuno.
No obstante, cuando Keira lo presentó como su hermano, una extraña sonrisa se dibujó en el rostro moreno de Ravnos.
Frederick era el nombre del ricachón... o así lo había nombrado Keira, más interesante aún con un nombre que sonaba tan burgués. Además, no se cortaba ni un pelo. Ese hecho le hizo rememorar casi instantaneamente los primeros días en los que conoció a la señorita Brandford... pues eran iguales, exactamente iguales de desagradables. Ante las insinuaciones de que Keira no debía andar con otros hombres a espaldas de su futuro marido, Ash avanzó un paso casi interponiéndose entre Fred y la joven -No os preocupeis, estimado Frederick. De ser así, estaremos gustosos de comparecer justo en sus narices- apostilló más descarado que él, cosa difícil al parecer -Podrá decirle a su futuro marido que la pase a buscar a mi hogar al amanecer, pues tenemos cosas... que hacer.- terminó de decir con media sonrisa en el rostro, antes de que Frederick iniciase de nuevo una conversación con la chica.
El egipcio aguardaba impaciente alguna nueva crítica, mas símplemente se limitó a informar a su hermana de que ya estaba oficialmente prometida debido a los "poderes" de los que gozaba, gracias a los contactos. Ciértamente, Ash no pudo evitar soltar una carcajada súbita mientras escuchaba impasible e inexpresivo la desconocida voz del hombre.
Finalmente, Keira tomó del brazo al Capitán y lo arrastró con intención de penetrar en los bosques para comenzar la tarea que tenian pendiente. Al parecer, con tan horrible noticia podría haber olvidado mayormente al Fenrir que la atacó en el cementerio pasadas unas cuantas lunas atrás. Sin embargo, el codicioso hermano de Keira no se detuvo ahí, pues se aproximó al vampiro e interrumpió la marcha de ambos. -En absoluto, mi buen señor. Lo comprendo perfectamente- sonrió mientras Fred volvía a forzar a Keira.
Ash rápido como un rayo tomó al joven del hombro y de forma casi imperceptible, comenzó a apretar cada vez más y más los dedos en la piel del codicioso muchacho, provocándole un ligero dolor -Comprendo perfectamente... que seais un impresantable ¡Osadía! ¡Eso rebosais por cada poro de vuestra pútrida piel a causa de potingues infectos y falsos brebajes para engaña-bobos con un poco de dinero! Seguro que todas vuestras deudas están destinadas a distintas fulanas o enormes festines sin el más mínimo interés en acrecentar vuestra fortuna trabajando...- bajaba la voz conforme terminaba de hablar, amenazante, con los ojos resplandecientes en un extraño color verde fulgente que casi no podía distinguirse en la oscuridad de las proximidades del bosque, no obstante, la luz de la luna reflejaba ese pálido color como si de una ilusión se tratara -Así que os consejo ¡Marchaos! Dejadnos en paz antes de que os arrepintais de ser tan mal hermano. Estais hablando con el máximo dirigente de las Fuerzas Militares Francesas, insensato ¡Si su supuesto prometido guarda problemas hacia mi figura, que comparezca ante mí entonces!- bramó antes de apartar a Fred de Keira con un poderoso empujón, que lo haría caer al suelo sobre sus posaderas.
Apartó hacia atrás a la mujer con delicadeza, mientras seguía mirando a Fred con esos mismos ojos, cada vez más y más brillantes. Se alzaba en pie ante él, como una tenebrosa figura bañada por la nocturnidad con dos penetrantes faros esmeralda atravesando su alma, como si el mismísimo Satán estuviese ante osado fantoche. -Lárgate...- susurró, con una voz casi ausente, como una brisa de viento, como el hálito de un fantasma, mientras mantenía atrás a su joven acompañante antes de tomarla de la mano de forma inconsciente y arrastrarla tras de sí con rápidamente.
Cruzaron calles alejándose poco a poco del bosque hasta que Ash se dignó a mirar y a hablar a Keira, con su rostro completamente normal -Vamos a mi casa... dudo que os encuentren allí. Eso sí, he de pediros que aguardeis unos instantes en la entrada de la instancia, he de hacer unos arreglos... ya sabeis, un hombre que vive solo- se jactó de sí mismo haciendo una broma típica sobre el desastre que muchos hombres son cuando viven a solas.
En la distancia, se podía apreciar entonces una lujosa mansión de un color blanco marfil. Las grandes puertas de acero parecían ser impenetrables y eran enormes, se necesitaría una montaña de tres hombres para poder trepar sobre ella. El patio era extenso, debídamente ajardindo, precioso, lleno de rosas rojas como la sangre y lirios blancos como la luna aderezando la vista además un par de gárgolas similares a dragones o leones junto a las pequeñas escaleras que suben hasta la entrada principal. Era allí donde Ash debía de hacer un poco de las suyas...
No obstante, cuando Keira lo presentó como su hermano, una extraña sonrisa se dibujó en el rostro moreno de Ravnos.
Frederick era el nombre del ricachón... o así lo había nombrado Keira, más interesante aún con un nombre que sonaba tan burgués. Además, no se cortaba ni un pelo. Ese hecho le hizo rememorar casi instantaneamente los primeros días en los que conoció a la señorita Brandford... pues eran iguales, exactamente iguales de desagradables. Ante las insinuaciones de que Keira no debía andar con otros hombres a espaldas de su futuro marido, Ash avanzó un paso casi interponiéndose entre Fred y la joven -No os preocupeis, estimado Frederick. De ser así, estaremos gustosos de comparecer justo en sus narices- apostilló más descarado que él, cosa difícil al parecer -Podrá decirle a su futuro marido que la pase a buscar a mi hogar al amanecer, pues tenemos cosas... que hacer.- terminó de decir con media sonrisa en el rostro, antes de que Frederick iniciase de nuevo una conversación con la chica.
El egipcio aguardaba impaciente alguna nueva crítica, mas símplemente se limitó a informar a su hermana de que ya estaba oficialmente prometida debido a los "poderes" de los que gozaba, gracias a los contactos. Ciértamente, Ash no pudo evitar soltar una carcajada súbita mientras escuchaba impasible e inexpresivo la desconocida voz del hombre.
Finalmente, Keira tomó del brazo al Capitán y lo arrastró con intención de penetrar en los bosques para comenzar la tarea que tenian pendiente. Al parecer, con tan horrible noticia podría haber olvidado mayormente al Fenrir que la atacó en el cementerio pasadas unas cuantas lunas atrás. Sin embargo, el codicioso hermano de Keira no se detuvo ahí, pues se aproximó al vampiro e interrumpió la marcha de ambos. -En absoluto, mi buen señor. Lo comprendo perfectamente- sonrió mientras Fred volvía a forzar a Keira.
Ash rápido como un rayo tomó al joven del hombro y de forma casi imperceptible, comenzó a apretar cada vez más y más los dedos en la piel del codicioso muchacho, provocándole un ligero dolor -Comprendo perfectamente... que seais un impresantable ¡Osadía! ¡Eso rebosais por cada poro de vuestra pútrida piel a causa de potingues infectos y falsos brebajes para engaña-bobos con un poco de dinero! Seguro que todas vuestras deudas están destinadas a distintas fulanas o enormes festines sin el más mínimo interés en acrecentar vuestra fortuna trabajando...- bajaba la voz conforme terminaba de hablar, amenazante, con los ojos resplandecientes en un extraño color verde fulgente que casi no podía distinguirse en la oscuridad de las proximidades del bosque, no obstante, la luz de la luna reflejaba ese pálido color como si de una ilusión se tratara -Así que os consejo ¡Marchaos! Dejadnos en paz antes de que os arrepintais de ser tan mal hermano. Estais hablando con el máximo dirigente de las Fuerzas Militares Francesas, insensato ¡Si su supuesto prometido guarda problemas hacia mi figura, que comparezca ante mí entonces!- bramó antes de apartar a Fred de Keira con un poderoso empujón, que lo haría caer al suelo sobre sus posaderas.
Apartó hacia atrás a la mujer con delicadeza, mientras seguía mirando a Fred con esos mismos ojos, cada vez más y más brillantes. Se alzaba en pie ante él, como una tenebrosa figura bañada por la nocturnidad con dos penetrantes faros esmeralda atravesando su alma, como si el mismísimo Satán estuviese ante osado fantoche. -Lárgate...- susurró, con una voz casi ausente, como una brisa de viento, como el hálito de un fantasma, mientras mantenía atrás a su joven acompañante antes de tomarla de la mano de forma inconsciente y arrastrarla tras de sí con rápidamente.
Cruzaron calles alejándose poco a poco del bosque hasta que Ash se dignó a mirar y a hablar a Keira, con su rostro completamente normal -Vamos a mi casa... dudo que os encuentren allí. Eso sí, he de pediros que aguardeis unos instantes en la entrada de la instancia, he de hacer unos arreglos... ya sabeis, un hombre que vive solo- se jactó de sí mismo haciendo una broma típica sobre el desastre que muchos hombres son cuando viven a solas.
En la distancia, se podía apreciar entonces una lujosa mansión de un color blanco marfil. Las grandes puertas de acero parecían ser impenetrables y eran enormes, se necesitaría una montaña de tres hombres para poder trepar sobre ella. El patio era extenso, debídamente ajardindo, precioso, lleno de rosas rojas como la sangre y lirios blancos como la luna aderezando la vista además un par de gárgolas similares a dragones o leones junto a las pequeñas escaleras que suben hasta la entrada principal. Era allí donde Ash debía de hacer un poco de las suyas...
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentros inesperados
Cuanto mas tiempo pasaba en aquel lugar, menos capacitada me encontraba para describir la situación, ya no solo porque todo había llegado de sorpresa, sino porque los los allí presentes empezaron a comportarse de una forma extraña. Mi hermano, Frederick, siempre había sido un hombre libre y ambicioso, pero no desagradable y egoísta, y por lo poco que conocía de Ash, solo sabía que era muy diferente a mí y muy misterioso, pero jamás me hubiese imaginado que contuviese en si un temperamento que hiciese que su voz zarpase con ira de sus labios, pues cuando mi hermano no hizo mas que insistirle, el general solo supo responderle con desprecio y superioridad. Se estaba formando una total guerra de fieras en las afueras de Paris y no deseaba verme envuelta en ella –Vamos, vamos…dejadle. Da igual lo que quiera, nos vamos- Dije mientras observaba como Ash, aunque aun con apariencia serena, hacia que se notase su nerviosismo, el cual se reflejaba en sus ojos, pues no parecían aquellos a los que podía pasar horas observando.
-Vos y ella no tenéis ya nada que hacer. Lord Beckett no ira a vuestra casa pues es obvio que no la conoce, pero os juro por la tumba de mis padres que esta será la ultima noche que paséis con mi hermana. No soy un mal hermano, solo os advierto que la mujer con la que estáis es prácticamente una mujer casada y si Lord Beckett no tiene lo que es suyo le dará igual que seáis quien sois, ira a por vos y no descansara hasta veros entre rejas aunque tenga que enfrentarse a la Ley. Keira, mañana por la mañana habrán llegado Ian y John, te vendría bastante bien conversar con ellos- Sin mas palabra que decir, Frederick se fue camino hacia la casa, donde seguramente me lo debía de encontrar el próximo día.
Aquel hombre que aparecía de improvisto cambiando el rumbo de la situación, tal como esta, hizo que me moviese se sitio antes de dedicarle su última palabra a Fred, y tras eso, hizo algo que jamás me hubiese imaginado por alguien como el: me tomó de la mano, como si fuese algo habitual entre nosotros, y caminó supuse, de camino a su hogar. No, no podía permitir estar de la mano con un hombre, por Dios, era algo que quería repeler a toda costa. Por ello, tras unos segundos admirandos aquella extraña relación entre su mano y la mía, la aparté rápidamente, llevándola hasta mi otra mano, quedando totalmente atrapada, como un curioso mecanismo de defensa frente a lo extraño. Tras unos minutos, Ash decidió hablar y me hizo una petición que consistía en que quedase esperando unos minutos fuera de la estancia alegando que era para ordenar lo que un hombre que vive solo crea. – ¿No vivís con una mujer?...quiero decir, ¿No tenéis esposa e hijos? No es que seáis mayor… pero aparentáis la edad de estar ya casado con una buena mujer… aunque ¿quien soy yo para hablar? Apenas soy adulta y sin enterarme ya estoy prometida con un hombre al que tan siquiera conozco…-Tomé aire y sin darme cuenta disminuí el paso solo de pensar en lo que se me venia encima. Una vida entera de libertad, eso era lo que yo buscaba, y cada vez veía ese objetivo más lejos. Pensaba durante el camino, con la vista puesta en el infinito y obviando los minutos en silencio entre mi acompañante y yo. De repente sonreí al recordar el pasado y darme cuenta del real presente -¿Sabéis? Desde pequeña llevo soñando con un futuro sin pareja, sin nadie que me domine, sin nadie que me influya, nadie por el que llorar su perdida. Nadie. Soñaba con una absoluta y pura libertad. Y aun lo sueño, pero no puedo evitar recordar la alegría que sentí al ver a mi hermano antes…he pasado años sola, renegando la idea de tener amigos para conseguir mi meta… y ahora me doy cuenta de que no quiero estar tan sola, y cuando me doy cuenta… resulta que tengo que estar toda mi vida casada con un hombre al que no amo-Se me humedecieron los ojos involuntariamente, pues sentía que era cierto todo lo que contaba, y me pesaba – Ash…no se puede hacer nada. No es correcto que me quede hasta el amanecer en vuestra casa, dentro de unas horas, si me permitís, me marcharé a casa. Hablare con mis hermanos y recibiré a ese tal Lord. No se ya contra que luchar, no puedo luchar. Son ellos contra mi y no puedo hacer nada.- Me paré en seco y apreté los puños. Ash no iba a aparecer una cuarta vez en medio de una ceremonia para cancelar un compromiso, y aunque lo hiciese, saldría perdiendo contra todos los ricachones y mafiosos-seguro- que allí se encontraría. Retomé el paso para que mi acompañante no insistiese en una idea equivocada –Olvidad lo que os he contado, la próxima vez que salga el tema volveré a decir que quiero estar sola. Negaré el momento en el que he contado que no quiero estar tan sola- Me esforcé por esbozar una simple sonrisa y dicho esto, no volví a comentar nada en todo el camino.
Quede sorprendida cuando por fin llegamos a aquella gran mansión en la que supuestamente vivía Ash. Era inmensamente grande y esplendorosa, no podía hacerme una idea del salario que el hombre ganaba, debía de ser demasiado…demasiado. Parecía una gran muralla impenetrable vista desde fuera, y dentro, se situaba en un enorme y precioso jardín decorado de rosas rojas y lirios, lirios blancos, mi flor favorita. No pude dejar de contemplarlas durante unos momentos. Subí las escaleras de piedras que llevaban a la puerta principal y allí paré esperando a que Ash entrase y ordenase el supuesto desastre.
-Si queréis puedo ayudaros. No me resulta ningún caos ver una casa desordenada, aunque sea tan grande. Os lo digo en serio- di un par de pasos hasta acercarme lo máximo posible a la puerta esperando a que Ash aceptase mi propuesta – Y no os preocupéis, eso de que un hombre que vive solo es desordenado es solo un tópico que oído, no es necesario depender de alguien para… un momento ¿No tenéis criados con el sueldo que ganáis?
-Vos y ella no tenéis ya nada que hacer. Lord Beckett no ira a vuestra casa pues es obvio que no la conoce, pero os juro por la tumba de mis padres que esta será la ultima noche que paséis con mi hermana. No soy un mal hermano, solo os advierto que la mujer con la que estáis es prácticamente una mujer casada y si Lord Beckett no tiene lo que es suyo le dará igual que seáis quien sois, ira a por vos y no descansara hasta veros entre rejas aunque tenga que enfrentarse a la Ley. Keira, mañana por la mañana habrán llegado Ian y John, te vendría bastante bien conversar con ellos- Sin mas palabra que decir, Frederick se fue camino hacia la casa, donde seguramente me lo debía de encontrar el próximo día.
Aquel hombre que aparecía de improvisto cambiando el rumbo de la situación, tal como esta, hizo que me moviese se sitio antes de dedicarle su última palabra a Fred, y tras eso, hizo algo que jamás me hubiese imaginado por alguien como el: me tomó de la mano, como si fuese algo habitual entre nosotros, y caminó supuse, de camino a su hogar. No, no podía permitir estar de la mano con un hombre, por Dios, era algo que quería repeler a toda costa. Por ello, tras unos segundos admirandos aquella extraña relación entre su mano y la mía, la aparté rápidamente, llevándola hasta mi otra mano, quedando totalmente atrapada, como un curioso mecanismo de defensa frente a lo extraño. Tras unos minutos, Ash decidió hablar y me hizo una petición que consistía en que quedase esperando unos minutos fuera de la estancia alegando que era para ordenar lo que un hombre que vive solo crea. – ¿No vivís con una mujer?...quiero decir, ¿No tenéis esposa e hijos? No es que seáis mayor… pero aparentáis la edad de estar ya casado con una buena mujer… aunque ¿quien soy yo para hablar? Apenas soy adulta y sin enterarme ya estoy prometida con un hombre al que tan siquiera conozco…-Tomé aire y sin darme cuenta disminuí el paso solo de pensar en lo que se me venia encima. Una vida entera de libertad, eso era lo que yo buscaba, y cada vez veía ese objetivo más lejos. Pensaba durante el camino, con la vista puesta en el infinito y obviando los minutos en silencio entre mi acompañante y yo. De repente sonreí al recordar el pasado y darme cuenta del real presente -¿Sabéis? Desde pequeña llevo soñando con un futuro sin pareja, sin nadie que me domine, sin nadie que me influya, nadie por el que llorar su perdida. Nadie. Soñaba con una absoluta y pura libertad. Y aun lo sueño, pero no puedo evitar recordar la alegría que sentí al ver a mi hermano antes…he pasado años sola, renegando la idea de tener amigos para conseguir mi meta… y ahora me doy cuenta de que no quiero estar tan sola, y cuando me doy cuenta… resulta que tengo que estar toda mi vida casada con un hombre al que no amo-Se me humedecieron los ojos involuntariamente, pues sentía que era cierto todo lo que contaba, y me pesaba – Ash…no se puede hacer nada. No es correcto que me quede hasta el amanecer en vuestra casa, dentro de unas horas, si me permitís, me marcharé a casa. Hablare con mis hermanos y recibiré a ese tal Lord. No se ya contra que luchar, no puedo luchar. Son ellos contra mi y no puedo hacer nada.- Me paré en seco y apreté los puños. Ash no iba a aparecer una cuarta vez en medio de una ceremonia para cancelar un compromiso, y aunque lo hiciese, saldría perdiendo contra todos los ricachones y mafiosos-seguro- que allí se encontraría. Retomé el paso para que mi acompañante no insistiese en una idea equivocada –Olvidad lo que os he contado, la próxima vez que salga el tema volveré a decir que quiero estar sola. Negaré el momento en el que he contado que no quiero estar tan sola- Me esforcé por esbozar una simple sonrisa y dicho esto, no volví a comentar nada en todo el camino.
Quede sorprendida cuando por fin llegamos a aquella gran mansión en la que supuestamente vivía Ash. Era inmensamente grande y esplendorosa, no podía hacerme una idea del salario que el hombre ganaba, debía de ser demasiado…demasiado. Parecía una gran muralla impenetrable vista desde fuera, y dentro, se situaba en un enorme y precioso jardín decorado de rosas rojas y lirios, lirios blancos, mi flor favorita. No pude dejar de contemplarlas durante unos momentos. Subí las escaleras de piedras que llevaban a la puerta principal y allí paré esperando a que Ash entrase y ordenase el supuesto desastre.
-Si queréis puedo ayudaros. No me resulta ningún caos ver una casa desordenada, aunque sea tan grande. Os lo digo en serio- di un par de pasos hasta acercarme lo máximo posible a la puerta esperando a que Ash aceptase mi propuesta – Y no os preocupéis, eso de que un hombre que vive solo es desordenado es solo un tópico que oído, no es necesario depender de alguien para… un momento ¿No tenéis criados con el sueldo que ganáis?
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Encuentros inesperados
En las tinieblas nocturnas, ambos se abrían paso por las calles en dirección a la magnífica y colosal mansión de la que Ash casi presumía, a sabiendas de que no era su propietario; ni siquiera sabía cómo era por dentro.
Durante el pequeño paseo, Keira comenzó a relatar algunas palabras que sonaban demasiado familiares a los oidos del vampiro; palabras profundas, sinceras, la verdad que salía de un corazón cerrado a cal y canto... justo después de preguntar si Ash tenía alguna compañera o familia. Agradeció enormemente que se sincerase con él, puesto que ella misma se auto-desvió de la conversación para contar sus pensamientos, confesárselos al mismísimo diablo. Se podía ver que no sabía en absoluto lo que estaba haciendo.
El joven sonrió ante las maduras reflexiones que estaba comenzando a mostrar la doncella, pues desde que se conocieron no había sido más que una muchacha terca y dura de mollera en todas y cada una de sus extrañas conversaciones. Finalmente, Keira optó por aceptar la realidad y regresar a casa con sus hermanos para aclarar el presente problema. No obstante, Ash no iba a permitir que se marchase sola otra vez. -Me reconforta y mucho que mostreis semejantes ideas tan maduras, Keira. Permitidme aplaudiros, aunque claro, no os permitiré marchar sola como de costumbre. Pasad a mi hogar, os dejaré algo de abrigo... pues tiene pinta de llover y el ambiente se humedece por momentos.- no fanfarroneaba ni mentía. Los cristales comenzaban a empañarse y el frio calaba las ropas aunque el vampiro no lo sintiese molesto, un extraño calor invadía sus poros cuando el clima se helaba. -Y además... os dejaré algo para que vayais practicando lo que no hemos podido practicar hoy.- sonrió, al imaginar a la mujer blandir torpemente un sable, cercenando el estómago de ese engreido de Frederick.
Al llegar al enorme portón, Ash no tuvo más que empujar con una fuerza disimulada para abrir por las malas las defensas de la mansión. Anduvo impasible por los jardines ensombrecidos, como si realmente conociese el lugar hasta detenerse en la puerta. Fue entonces cuando reparó en las preguntas de su acompañante -¿A...ayudar? No, no es necesario. El servicio está enfermo creo recordar... por eso les dije que no hacía falta que viniesen...- le pilló desprevenido, no le convenía enternecerse con la jovencita o acabaría pillándole en más ocasiones en las que apartaba sus calculados juegos maquiavélicos por bonitos pensamientos demasiado humanos para él. Tocó la puerta e intentó empujarla, pero se encontraba bien cerrada. -Aguardadme aquí... iré por la puerta trasera.- dijo en un hilo de voz, avanzando ágilmente evadiendo cualquier seto o estatua que encontrase a su paso.
Por fin solo en la oscuridad, acechó por las ventanas el interior. Todo se veía con un tono dorado, reflejos de los objetos de oro y plata que poseía el ricachón que regentaba el establecimiento. Podía ver además un par de sirvientas con aspecto extranjero... ¿Españolas? ¿Indias quizá? Daba igual, el objetivo principal era aquel hombre gordo y barbudo que estaba recostado en un gran sillón orejero saboreando una deliciosa cosecha de vino mientras se regocijaba manoseando a una de ambas trabajadoras.
El vampiro sonrió, parecía que para una noche tan fría iba a tener para comer una deliciosa sangre caliente mezclada con cierto embriagador sabor a vino.
Posiblemente, Keira podría haber oido un grito sofocado de la chica que estaba siendo adulterada cuando Ash penetró como un fantasma abriendo la ventana con suma facilidad y velocidad, aferrando sus fauces en torno al cuello de su benefactor, despojándole hasta de la última gota de sangre -Muy bien...- se levantó despacio, dejando caer el cadaver desangrado al suelo mientras los restos de su alimento goteaba entre las comisuras de sus labios -A partir de ahora esta casa me pertenece. Me llamo Ash Ravnos, pero podeis llamarme "Señor" o "Mi Lord".- echó a caminar firme, relamiéndose para limpiar todo rastro de sangre de su rostro mientras las chicas temblaban alejándose de él -Más os vale que para vosotras, alla sido siempre vuestro único jefe y que olvideis a ese despojo que yace en mi, ahora, precioso suelo. Escondedlo en algún lugar hasta que decida qué hacer con él. Si preguntan, soy su sobrino que ha venido a heredar su hogar... me reconocerán por ser el Capitán General de Francia.- dicho esto, se marchó por la puerta en dirección al Hall para abrir la puerta a Keira mientras las mujeres recogían al orondo cadaver y lo escondían tras una gruesa cortina blanca que cubría la ventana.
Finalmente la puerta se abrió de par en par dejando a la vista de la joven una magnífica vista de lo que la clase alta puede gozar. No era un palacio ni era próximo a serlo, pero todo bien decorado con figuritas doradas, grandes relojes y alfombras con aspecto caro y señorial. -Podeis pasar, estais en vuestra casa Keira- dijo sonriente dejando paso a la mujer mientras una sirviente se aproximaba corriendo hacia ellos -Señor... ¿Desea... desea tomar algo?- definitivamente el acento de la miedosa chica era español, que no se atrevía a mirar a Ash a los ojos, por lo que se apoyó visualmente en Keira -¿Y la dama? ¿Algo para calentar el espíritu en una noche tan gélida?- preguntó con tono más amigable, pues los ropajes de la acompañante del vampiro denotaban que compartían clase social, por muy extraño que pareciese.
Mientras tanto, Ash aguardó a que la chica pasase para cerrar la puerta con delicadeza -Poneos comoda si gustais, habeis tenido una noticia un tanto inesperada y quizá os convenga descansar al calor de la hoguera y reflexionar. Os dije que soy vuestro amigo, contad conmigo para lo que necesiteis- dijo entonces cruzando el umbral hacia el comedor donde acabó con la vida del anterior dueño de la mansión para sentarse en aquel gran sillón frente al fuego, acompañado de otro sillón libre para Keira, bajo la vigilancia de dos armaduras medievales bastante antiguas que parecían velar por la seguridad de los allí presentes.
Durante el pequeño paseo, Keira comenzó a relatar algunas palabras que sonaban demasiado familiares a los oidos del vampiro; palabras profundas, sinceras, la verdad que salía de un corazón cerrado a cal y canto... justo después de preguntar si Ash tenía alguna compañera o familia. Agradeció enormemente que se sincerase con él, puesto que ella misma se auto-desvió de la conversación para contar sus pensamientos, confesárselos al mismísimo diablo. Se podía ver que no sabía en absoluto lo que estaba haciendo.
El joven sonrió ante las maduras reflexiones que estaba comenzando a mostrar la doncella, pues desde que se conocieron no había sido más que una muchacha terca y dura de mollera en todas y cada una de sus extrañas conversaciones. Finalmente, Keira optó por aceptar la realidad y regresar a casa con sus hermanos para aclarar el presente problema. No obstante, Ash no iba a permitir que se marchase sola otra vez. -Me reconforta y mucho que mostreis semejantes ideas tan maduras, Keira. Permitidme aplaudiros, aunque claro, no os permitiré marchar sola como de costumbre. Pasad a mi hogar, os dejaré algo de abrigo... pues tiene pinta de llover y el ambiente se humedece por momentos.- no fanfarroneaba ni mentía. Los cristales comenzaban a empañarse y el frio calaba las ropas aunque el vampiro no lo sintiese molesto, un extraño calor invadía sus poros cuando el clima se helaba. -Y además... os dejaré algo para que vayais practicando lo que no hemos podido practicar hoy.- sonrió, al imaginar a la mujer blandir torpemente un sable, cercenando el estómago de ese engreido de Frederick.
Al llegar al enorme portón, Ash no tuvo más que empujar con una fuerza disimulada para abrir por las malas las defensas de la mansión. Anduvo impasible por los jardines ensombrecidos, como si realmente conociese el lugar hasta detenerse en la puerta. Fue entonces cuando reparó en las preguntas de su acompañante -¿A...ayudar? No, no es necesario. El servicio está enfermo creo recordar... por eso les dije que no hacía falta que viniesen...- le pilló desprevenido, no le convenía enternecerse con la jovencita o acabaría pillándole en más ocasiones en las que apartaba sus calculados juegos maquiavélicos por bonitos pensamientos demasiado humanos para él. Tocó la puerta e intentó empujarla, pero se encontraba bien cerrada. -Aguardadme aquí... iré por la puerta trasera.- dijo en un hilo de voz, avanzando ágilmente evadiendo cualquier seto o estatua que encontrase a su paso.
Por fin solo en la oscuridad, acechó por las ventanas el interior. Todo se veía con un tono dorado, reflejos de los objetos de oro y plata que poseía el ricachón que regentaba el establecimiento. Podía ver además un par de sirvientas con aspecto extranjero... ¿Españolas? ¿Indias quizá? Daba igual, el objetivo principal era aquel hombre gordo y barbudo que estaba recostado en un gran sillón orejero saboreando una deliciosa cosecha de vino mientras se regocijaba manoseando a una de ambas trabajadoras.
El vampiro sonrió, parecía que para una noche tan fría iba a tener para comer una deliciosa sangre caliente mezclada con cierto embriagador sabor a vino.
Posiblemente, Keira podría haber oido un grito sofocado de la chica que estaba siendo adulterada cuando Ash penetró como un fantasma abriendo la ventana con suma facilidad y velocidad, aferrando sus fauces en torno al cuello de su benefactor, despojándole hasta de la última gota de sangre -Muy bien...- se levantó despacio, dejando caer el cadaver desangrado al suelo mientras los restos de su alimento goteaba entre las comisuras de sus labios -A partir de ahora esta casa me pertenece. Me llamo Ash Ravnos, pero podeis llamarme "Señor" o "Mi Lord".- echó a caminar firme, relamiéndose para limpiar todo rastro de sangre de su rostro mientras las chicas temblaban alejándose de él -Más os vale que para vosotras, alla sido siempre vuestro único jefe y que olvideis a ese despojo que yace en mi, ahora, precioso suelo. Escondedlo en algún lugar hasta que decida qué hacer con él. Si preguntan, soy su sobrino que ha venido a heredar su hogar... me reconocerán por ser el Capitán General de Francia.- dicho esto, se marchó por la puerta en dirección al Hall para abrir la puerta a Keira mientras las mujeres recogían al orondo cadaver y lo escondían tras una gruesa cortina blanca que cubría la ventana.
Finalmente la puerta se abrió de par en par dejando a la vista de la joven una magnífica vista de lo que la clase alta puede gozar. No era un palacio ni era próximo a serlo, pero todo bien decorado con figuritas doradas, grandes relojes y alfombras con aspecto caro y señorial. -Podeis pasar, estais en vuestra casa Keira- dijo sonriente dejando paso a la mujer mientras una sirviente se aproximaba corriendo hacia ellos -Señor... ¿Desea... desea tomar algo?- definitivamente el acento de la miedosa chica era español, que no se atrevía a mirar a Ash a los ojos, por lo que se apoyó visualmente en Keira -¿Y la dama? ¿Algo para calentar el espíritu en una noche tan gélida?- preguntó con tono más amigable, pues los ropajes de la acompañante del vampiro denotaban que compartían clase social, por muy extraño que pareciese.
Mientras tanto, Ash aguardó a que la chica pasase para cerrar la puerta con delicadeza -Poneos comoda si gustais, habeis tenido una noticia un tanto inesperada y quizá os convenga descansar al calor de la hoguera y reflexionar. Os dije que soy vuestro amigo, contad conmigo para lo que necesiteis- dijo entonces cruzando el umbral hacia el comedor donde acabó con la vida del anterior dueño de la mansión para sentarse en aquel gran sillón frente al fuego, acompañado de otro sillón libre para Keira, bajo la vigilancia de dos armaduras medievales bastante antiguas que parecían velar por la seguridad de los allí presentes.
Ash Ravnos- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentros inesperados
Tras aquella conversación que se desarrolló durante el paseo que compartimos Ash y yo, llegamos a la mansión en la que mi acompañante habitaba. Una mansión enorme, demasiado para una persona que vive sola. Tal y como el hombre me pidió, una vez entro en la casa, quede fuera esperando impaciente el momento en el que pudiese entrar. Impaciente claro, por observar pro primera vez el lugar en el que los ricos se regocijan.
Pasaron unos minutos hasta que Ash regresó para avisar de que podía pasar. En aquel tiempo me limité a observar aquel jardín lleno de lirios y rosas y aquella presencia de mansión estructurada de piedra y ligeramente adornada con estatuas que hicieron que recordase a aquella bestia que me persiguió aquella noche en el cementerio. Ese hecho hizo que las ganas por pasar aumentasen, por ello, decidí apegarme más a la entrada y dar dos pasos hacia delante, quedando justo en el inicio de un largo pasillo que no tenía idea hacia donde llevaría. No quería incumplir el deseo del anfitrión, pero me resultaba tan extraño como su forma de ser. Anduve despacio, demasiado, pues me distraía observando cada escultura, cada pieza de arte, cada columna tallada que allí se presentaban. Era la primera vez que observaba algo así y me parecía el cielo. De repente, oí un ruido extraño proveniente de un lugar cercano, como si alguien gimiese, pero desde luego no era la voz de Ash. Me quede quieta junto a una gran mesa de entradita sin saber que hacer. Podía ir y ver que pasaba pero tenía miedo de encontrarme con algo que no desease ver, otra bestia quizá. Para mi alivio, en poco tiempo el general había aparecido en mi búsqueda, pero venia acompañado de lo que parecía ser una sirvienta, la cual me ofreció sus servicios para traerme la bebida que quisiese –No, muchísimas gracias, no necesito nada. Ash, dejadla descansar… se la ve aturdida. Me dijisteis que estaba toda la plantilla enferma y aun así les hacéis trabajar- Rogué a Ash, pues pensé que aquel gemido provenía de una de las sirvientas al sufrir aquella supuesta enfermedad.
Acabamos caminando por aquella mansión hasta llegar a un gran comedor perfectamente adornado. Allí, Ash se sentó en un robusto sillón junto a la chimenea. Decidí no sentarme junto a el y admirar una vez mas las grandes obras de arte que allí se encontraban. Esta vez, el motivo era totalmente dorado y había pinturas y cuadros por todas las paredes, esculturas de mujeres esbeltas y hombres fuertes y jarrones que parecían de gran valor – Es increíble… quiero decir, admiráis la belleza sin duda ¿no es así?- Ni si quiera mire a la cara a mi oyente de lo ensimismada que estaba con todas aquellas cosas. En una pequeña mesa auxiliar que se encontraba junto al sillón donde Ash se sentaba, se hallaba un cuadro enmarcado de madera con una foto bastante turbia de colores marrones y sepia que reflejaba la figura de una mujer de unos pocos años mas que yo, increíblemente bella y distinta a todas las mujeres agraciadas que había visto en toda mi vida. Ella relucía con luz propia, aquella mirada clara parecía decirlo todo sin comentar nada. Era fascinante la reacción que provocaba en mi y no pude evitar preguntar por ella -¿Quién es la mujer del cuadro? ¿Es una…mujer vuestra? ¿Una hermana?- Posiblemente fuese un parentesco, pero solo se parecía al hombre en los ojos, en los profundos ojos.
Al final, decidí sentarme frente a Ash en el otro sillón. Quedé mirando al fuego que se consumía en la chimenea y comencé a reflexionar y a pensar en ocioso, como siempre solía hacer -¿Desde cuando vivís aquí? Es curioso que nos os recuerde para nada en absoluto. No es que capte las caras de todas las personas, pero… estoy segura de que al menos os recordaría vagamente- jugueteé con el crucifijo que colgaba de mi cuello, pensando que no serviría de nada, pues había aparecido otro maligno, mi hermano -¿Supone mucho trabajo vuestro cargo? Siempre había imaginado que los altos cargos de cada gremio suponían un gran esfuerzo, pero siempre os encuentro de alguna manera y no parecéis agotado. En cualquier caso veo que sois bien recompensado- comenté mientras echaba la vista al techo y me percataba que hasta las mismas vigas que sostenían aquel edifico estaban decoradas – De verdad que me sorprende vuestro hogar… pero debo de reconocernos que no cambiaria el mío por ninguno, ni si quiera este. Aunque solo tenga una cama y un par de construcciones de primera necesidad, para mi es el hogar perfecto: tranquilo, cálido en verano aunque frio en épocas como esta y totalmente acogedor. Os invitaría algún día a pasar, pero no os esperéis tal lujo como este, y menos si mis hermanos se van a quedar mucho tiempo, revolverían la casa entera- Metí la pata en volver a pensar en mis hermanos, todos los temas de conversación acababan en aquel problema y sentía que cada vez el mundo se me venia mas encima solo de pensar que en poco tiempo seguramente viviría en una casa como esta. Estaba desesperada – Bueno… intentaré convencer a mi…marido…para que podáis asistir a una merienda de estas tan comunes en mi próximo hogar- Dicho esto, algo en mi no pudo soportar el estar frente a Ash sin mostrar toda la tristeza que retenía y el llanto que deseaba desatar, por ello, me puse en pié y rapiditamente me dirigí hacia la salida –A sido una vez mas un placer Sr Ravnos pero debo de irme ya. Si me perdonáis…- No quise decir nada mas, más bien no pude decir nada. Esquivando a las sirvientas que allí se encontraba, di con aquel gran portón que llevaba hasta el jardín y una vez allí, me dispuse a atravesarlo y dar una vez más con las frías calles de Paris.
Pasaron unos minutos hasta que Ash regresó para avisar de que podía pasar. En aquel tiempo me limité a observar aquel jardín lleno de lirios y rosas y aquella presencia de mansión estructurada de piedra y ligeramente adornada con estatuas que hicieron que recordase a aquella bestia que me persiguió aquella noche en el cementerio. Ese hecho hizo que las ganas por pasar aumentasen, por ello, decidí apegarme más a la entrada y dar dos pasos hacia delante, quedando justo en el inicio de un largo pasillo que no tenía idea hacia donde llevaría. No quería incumplir el deseo del anfitrión, pero me resultaba tan extraño como su forma de ser. Anduve despacio, demasiado, pues me distraía observando cada escultura, cada pieza de arte, cada columna tallada que allí se presentaban. Era la primera vez que observaba algo así y me parecía el cielo. De repente, oí un ruido extraño proveniente de un lugar cercano, como si alguien gimiese, pero desde luego no era la voz de Ash. Me quede quieta junto a una gran mesa de entradita sin saber que hacer. Podía ir y ver que pasaba pero tenía miedo de encontrarme con algo que no desease ver, otra bestia quizá. Para mi alivio, en poco tiempo el general había aparecido en mi búsqueda, pero venia acompañado de lo que parecía ser una sirvienta, la cual me ofreció sus servicios para traerme la bebida que quisiese –No, muchísimas gracias, no necesito nada. Ash, dejadla descansar… se la ve aturdida. Me dijisteis que estaba toda la plantilla enferma y aun así les hacéis trabajar- Rogué a Ash, pues pensé que aquel gemido provenía de una de las sirvientas al sufrir aquella supuesta enfermedad.
Acabamos caminando por aquella mansión hasta llegar a un gran comedor perfectamente adornado. Allí, Ash se sentó en un robusto sillón junto a la chimenea. Decidí no sentarme junto a el y admirar una vez mas las grandes obras de arte que allí se encontraban. Esta vez, el motivo era totalmente dorado y había pinturas y cuadros por todas las paredes, esculturas de mujeres esbeltas y hombres fuertes y jarrones que parecían de gran valor – Es increíble… quiero decir, admiráis la belleza sin duda ¿no es así?- Ni si quiera mire a la cara a mi oyente de lo ensimismada que estaba con todas aquellas cosas. En una pequeña mesa auxiliar que se encontraba junto al sillón donde Ash se sentaba, se hallaba un cuadro enmarcado de madera con una foto bastante turbia de colores marrones y sepia que reflejaba la figura de una mujer de unos pocos años mas que yo, increíblemente bella y distinta a todas las mujeres agraciadas que había visto en toda mi vida. Ella relucía con luz propia, aquella mirada clara parecía decirlo todo sin comentar nada. Era fascinante la reacción que provocaba en mi y no pude evitar preguntar por ella -¿Quién es la mujer del cuadro? ¿Es una…mujer vuestra? ¿Una hermana?- Posiblemente fuese un parentesco, pero solo se parecía al hombre en los ojos, en los profundos ojos.
Al final, decidí sentarme frente a Ash en el otro sillón. Quedé mirando al fuego que se consumía en la chimenea y comencé a reflexionar y a pensar en ocioso, como siempre solía hacer -¿Desde cuando vivís aquí? Es curioso que nos os recuerde para nada en absoluto. No es que capte las caras de todas las personas, pero… estoy segura de que al menos os recordaría vagamente- jugueteé con el crucifijo que colgaba de mi cuello, pensando que no serviría de nada, pues había aparecido otro maligno, mi hermano -¿Supone mucho trabajo vuestro cargo? Siempre había imaginado que los altos cargos de cada gremio suponían un gran esfuerzo, pero siempre os encuentro de alguna manera y no parecéis agotado. En cualquier caso veo que sois bien recompensado- comenté mientras echaba la vista al techo y me percataba que hasta las mismas vigas que sostenían aquel edifico estaban decoradas – De verdad que me sorprende vuestro hogar… pero debo de reconocernos que no cambiaria el mío por ninguno, ni si quiera este. Aunque solo tenga una cama y un par de construcciones de primera necesidad, para mi es el hogar perfecto: tranquilo, cálido en verano aunque frio en épocas como esta y totalmente acogedor. Os invitaría algún día a pasar, pero no os esperéis tal lujo como este, y menos si mis hermanos se van a quedar mucho tiempo, revolverían la casa entera- Metí la pata en volver a pensar en mis hermanos, todos los temas de conversación acababan en aquel problema y sentía que cada vez el mundo se me venia mas encima solo de pensar que en poco tiempo seguramente viviría en una casa como esta. Estaba desesperada – Bueno… intentaré convencer a mi…marido…para que podáis asistir a una merienda de estas tan comunes en mi próximo hogar- Dicho esto, algo en mi no pudo soportar el estar frente a Ash sin mostrar toda la tristeza que retenía y el llanto que deseaba desatar, por ello, me puse en pié y rapiditamente me dirigí hacia la salida –A sido una vez mas un placer Sr Ravnos pero debo de irme ya. Si me perdonáis…- No quise decir nada mas, más bien no pude decir nada. Esquivando a las sirvientas que allí se encontraba, di con aquel gran portón que llevaba hasta el jardín y una vez allí, me dispuse a atravesarlo y dar una vez más con las frías calles de Paris.
Keira Brandford- Humano Clase Baja
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Re: Encuentros inesperados
Ya una vez en el comedor cómodamente sentado, observaba sonriente la curiosidad de la mujer que en lugar de sentarse, prefirió fisgonear la arquitectura y estudiar la ingente cantidad de estatuas que poblaban la mansión llegando a preguntar incluso por uno de los gustos de Ash -¿La belleza decís?- pregunto apoyando los codos sobre los brazos del sillón, entrelazó sus manos y se las llevó a la boca tapándose media cara -Me niego a creer que el ser humano pueda crear belleza señorita Brandford. La verdadera magia, la auténtica belleza que yo admiro es la que se encuentra en la tierra o en el cielo. En el viento, el mar, las estrellas... No confundáis esas estatuas y recuadros que son simples regalos como una predilección por la belleza... Pues mi forma de demostrar mi devoción por la misma es seguir aquí, vivo...- terminó de reflexionar con un extraño rintintín en su voz, pues auto-calificarse "vivo" no era la denominación más correcta.
Casi de forma automática, preguntó por una mujer que había en un gran cuadro. Ash no entendió por unos segundos, puesto que la casa no era realmente suya hasta esos momentos, pero comprendió entonces enseguida al mirar aquel retrato. Aquella expresión, aquellas facciones... sí, muy posiblemente el antiguo dueño hubiese mantenido alguna relación afectiva con alguna de sus tantísimas "hermanas". -No... no es mi mujer, ni mucho menos.- se mostró un poco sombrío, rememorando la enorme soledad que había compartido durante muchísimos siglos -Ella es... una hermana que falleció hace un par de años aproximádamente. Siempre nos habíamos llevado muy bien, eramos una familia muy cercana. Mi familia se quedó en Italia.- mentía de nuevo como solo él sabía hacer, magníficamente, sin titubear. -Y bueno... llevo aquí dos años, justo como el fallecimiento de Caterina- inventó el nombre de su supuesta hermana sin apenas esfuerzo -Mi trabajo aunque no lo parezca es bastante cansado... pero el privilegio de poseer el máximo cargo me permite salir y entrar del cuartel cuando me apetece... ya que evidentemente no voy a hacer patrullas o guardias. A puesto a que nunca me habeis visto durante el día...- se arrepintió instantaneamente de haber metido la pata de semejante manera, pues ese apunte podía ponerle en evidencia con relativa facilidad -Pero bueno... sigue sin ser nada del otro mundo. En cuanto al sueldo es bastante generoso como podeis apreciar y prefería dar vida a un hogar tan triste y apagado... No me extraña realmente que prefirais vuestro hogar, yo también lo añoro allí en la lejana Venecia...- hablaba con melancolía en la voz y los ojos cristalinos como si fuesen dos enormes gotas de agua, tan relucientes como un espejo... pues algo de él quedó allá entonces, hace trescientos años, en italia. -De igual forma no debeis de pedirle nada a ese tal Lord "como se llame" puesto que no es vuestro marido, ni lo será Keira.- habló serio y se levantó raudo del sillón para aproximarse a la muchacha.
Las sirvientas observaban desde la puerta escondidas, cuchicheando, temblando de miedo y creando un ambiente tenso que realmente incomodaba a Ash, cosa que incrementaba su ira -¡Vos sois Keira Brandford! Sois la chica cantante de un bar en los oscuros callejones de París que tuvisteis la osadía, el descaro y el valor suficiente de enfrentaros a alguien de la clase alta sin miramientos ¿Dónde habeis dejado vuestro orgullo?- gesticulaba con el brazo de forma agresiva, agitándolo en el aire, como si lo golpease. Realmente no entendía por qué se sentía tan frustrado con la idea de que la quisieran casar con aquel hombre al que no conocía... podía ser quizá el enorme sentido del honor que posee y que adora que respeten; tanto el suyo como el de los demás.
Cuando la muchacha se dirigió entonces hacia la puerta, Ash la siguió justo detrás. Las sirvientas se apartaron con una sola mirada del vampiro que las atemorizó por completo.
Al final, aguardó en la entrada de su hogar observando enfurecido la marcha triste de su querida acompañante a la que no podía negar que empezaba a tomar cariño -¡No lo olvideis Keira! ¡No olvideis quien sois y vuestros ideales!- lo último que podría haberse oido tras esas palabras fue un enorme y estruendoso portazo que hizo temblar los cimientos de la gran mansión.
Descontrolado, comenzó a caminar de lado a lado por todo el gran Hall del pasillo, peinándose violéntamente con las manos o acariciandose la pequeña barba intentando relajarse, confiando en que Keira encontrará el buen camino a seguir. Fue interrumpido por un grito agitado de las muchachas que huyeron de la cocina para colocarse tras él. No tuvo tiempo a preguntar cuando una figura vestida de negro cruzó tarareando una hermosa y jovial canción mientras se acercaba al vampiro. Su cara era extraordinariamente familiar... ¿Cómo olvidarle? -Norbert de Niro... supongo- el señor sonrió poco a poco al escuchar su nombre brotar de los labios del egipcio -Buenas lunas señor Ravnos-¿Qué haceis en mi casa? ¿Cómo habeis entrado?- las jóvenes se agitaban con la presencia de ambos seres, pero temían huir y provocar su ira -¿Vuestra casa? No muchacho, no es vuestra... era de Renoir Lacroix, al que habeis borrado del mapa por completo- su eterna sonrisa enervaba enormemente al vampiro -He venido porque he de tratar algo con vos mi estimado caballero, algo que concierne a vuestra querida amiguita...- se puso serio entonces de golpe, cosa que no le gustó en absoluto a Ash... pero no parecía tener más remedio que escucharle si deseaba saber qué oscuras maquinaciones se llevaban a cabo entorno a Keira.
Casi de forma automática, preguntó por una mujer que había en un gran cuadro. Ash no entendió por unos segundos, puesto que la casa no era realmente suya hasta esos momentos, pero comprendió entonces enseguida al mirar aquel retrato. Aquella expresión, aquellas facciones... sí, muy posiblemente el antiguo dueño hubiese mantenido alguna relación afectiva con alguna de sus tantísimas "hermanas". -No... no es mi mujer, ni mucho menos.- se mostró un poco sombrío, rememorando la enorme soledad que había compartido durante muchísimos siglos -Ella es... una hermana que falleció hace un par de años aproximádamente. Siempre nos habíamos llevado muy bien, eramos una familia muy cercana. Mi familia se quedó en Italia.- mentía de nuevo como solo él sabía hacer, magníficamente, sin titubear. -Y bueno... llevo aquí dos años, justo como el fallecimiento de Caterina- inventó el nombre de su supuesta hermana sin apenas esfuerzo -Mi trabajo aunque no lo parezca es bastante cansado... pero el privilegio de poseer el máximo cargo me permite salir y entrar del cuartel cuando me apetece... ya que evidentemente no voy a hacer patrullas o guardias. A puesto a que nunca me habeis visto durante el día...- se arrepintió instantaneamente de haber metido la pata de semejante manera, pues ese apunte podía ponerle en evidencia con relativa facilidad -Pero bueno... sigue sin ser nada del otro mundo. En cuanto al sueldo es bastante generoso como podeis apreciar y prefería dar vida a un hogar tan triste y apagado... No me extraña realmente que prefirais vuestro hogar, yo también lo añoro allí en la lejana Venecia...- hablaba con melancolía en la voz y los ojos cristalinos como si fuesen dos enormes gotas de agua, tan relucientes como un espejo... pues algo de él quedó allá entonces, hace trescientos años, en italia. -De igual forma no debeis de pedirle nada a ese tal Lord "como se llame" puesto que no es vuestro marido, ni lo será Keira.- habló serio y se levantó raudo del sillón para aproximarse a la muchacha.
Las sirvientas observaban desde la puerta escondidas, cuchicheando, temblando de miedo y creando un ambiente tenso que realmente incomodaba a Ash, cosa que incrementaba su ira -¡Vos sois Keira Brandford! Sois la chica cantante de un bar en los oscuros callejones de París que tuvisteis la osadía, el descaro y el valor suficiente de enfrentaros a alguien de la clase alta sin miramientos ¿Dónde habeis dejado vuestro orgullo?- gesticulaba con el brazo de forma agresiva, agitándolo en el aire, como si lo golpease. Realmente no entendía por qué se sentía tan frustrado con la idea de que la quisieran casar con aquel hombre al que no conocía... podía ser quizá el enorme sentido del honor que posee y que adora que respeten; tanto el suyo como el de los demás.
Cuando la muchacha se dirigió entonces hacia la puerta, Ash la siguió justo detrás. Las sirvientas se apartaron con una sola mirada del vampiro que las atemorizó por completo.
Al final, aguardó en la entrada de su hogar observando enfurecido la marcha triste de su querida acompañante a la que no podía negar que empezaba a tomar cariño -¡No lo olvideis Keira! ¡No olvideis quien sois y vuestros ideales!- lo último que podría haberse oido tras esas palabras fue un enorme y estruendoso portazo que hizo temblar los cimientos de la gran mansión.
Descontrolado, comenzó a caminar de lado a lado por todo el gran Hall del pasillo, peinándose violéntamente con las manos o acariciandose la pequeña barba intentando relajarse, confiando en que Keira encontrará el buen camino a seguir. Fue interrumpido por un grito agitado de las muchachas que huyeron de la cocina para colocarse tras él. No tuvo tiempo a preguntar cuando una figura vestida de negro cruzó tarareando una hermosa y jovial canción mientras se acercaba al vampiro. Su cara era extraordinariamente familiar... ¿Cómo olvidarle? -Norbert de Niro... supongo- el señor sonrió poco a poco al escuchar su nombre brotar de los labios del egipcio -Buenas lunas señor Ravnos-¿Qué haceis en mi casa? ¿Cómo habeis entrado?- las jóvenes se agitaban con la presencia de ambos seres, pero temían huir y provocar su ira -¿Vuestra casa? No muchacho, no es vuestra... era de Renoir Lacroix, al que habeis borrado del mapa por completo- su eterna sonrisa enervaba enormemente al vampiro -He venido porque he de tratar algo con vos mi estimado caballero, algo que concierne a vuestra querida amiguita...- se puso serio entonces de golpe, cosa que no le gustó en absoluto a Ash... pero no parecía tener más remedio que escucharle si deseaba saber qué oscuras maquinaciones se llevaban a cabo entorno a Keira.
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