AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
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One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
«I wanna get drunk till I'm off of my mind.
One bourbon, one scotch, and one beer.»
-John Lee Hooker, “One bourbon, one scotch, one beer”
One bourbon, one scotch, and one beer.»
-John Lee Hooker, “One bourbon, one scotch, one beer”
{Residencia Dvořák}
Qué más daba, podía vaciar mi cava esta misma noche, y acabarme el opio de todo Hong Kong. Ebrio y drogado, lo cual no es extraño, pues es mi estado natural, casi siempre con un nivel de toxinas en la sangre que va más allá de lo sano. Me sorprende no haber muerto ya.
¿Qué tiene esta noche de distinto a las demás como para querer borrar a base de alcohol y drogas mi memoria?, esa maldita doctora que insiste en aparecer en mi vida, y que, aunque no e guste, me parece interesante, ¿cómo no si es una mujer sumergida en un mundo dominado por hombres?, como sea, me quita el sueño que ella me quite el suelo. ¡¿Pero qué estoy diciendo?!, estupideces, debe ser el whisky, el ron, la ginebra y el opio hablando.
Hacía un par de horas que había abandonado el estar haciendo anotaciones y tratando de comprobar cualquier cosa que intentara comprobar, ni siquiera era capaz de recordarlo, no recordaba de qué iban mis experimentos de la tarde, supongo que nada trascendental, lo que no abandoné fue el laboratorio, esta habitación gigantesca más parecida a un granero que a otra cosa, este es mi única porción de universo, el único sitio en donde me siento bien, si es que esa palabra existe en mi vocabulario.
Observé el interior de mi vaso, vacío y traté de recordar que contenía pero aunque aún tenía el gusto amargo y seco en mi paladar, éste podía ser producto de todo lo que ya había consumido durante la tarde. Miré a mi alrededor, las botellas ambas y transparentes me daban un espectáculo interesante reflejando y refractando la luz de las velas, pero todas estaban vacías.
-Maldición –musité muy quedo tratando de ponerme en pie, la espalda me atacó sin tregua balanceándome con un terrible dolor, tuve que recargarme en el escritorio cuya superficie estaba cubierta de papeles y tinteros. Era como si en lugar de aliviar mi dolencia, todo ese cóctel psicotrópico la potenciara, quizá… quizá necesitaba un poco más, pensé en mi sinsentido beodo. Al intentar dar el primer paso caí de bruces sin poder meter las manos si quiera, y conmigo me acompañó el vaso corto del que antes estaba bebiendo, se hizo añicos y yo, con la cordura maltrecha como la tenía, me corté la palma de la mano con el cristal más grande-, genial –dije con ironía y apreté con la camisa para tratar de parar la sangre.
Como pude regresé a la casa, entré al salón principal y todo estaba en calma. Mis sirvientes eran unos malditos cobardes.
-¿Alguien? –dije, necesitaba ayuda de verdad, la sangre seguía saliendo; como pude, con hemorragia y dolor de espalda pude llegar hasta la cocina y ahí, con un trapo que vi más o menos limpio, envolví mi mano al tiempo que escuchaba el timbre de la casa sonar. Nadie nunca me visita, porque no quiero que nadie me visite, sólo me quitarían el tiempo-. Demonios –volví a avanzar con el dolor de mi espalda, mi ebriedad y la mano herida hasta el recibidor para mandar al diablo a quien su insolencia no le permitiera ver con quién se estaba metiendo.
De nada me servía esperar que alguno de los inútiles que tenía como servidumbre atendiera, supongo que al verme embriagarme solo en mi laboratorio dieron por hecho que no necesitaba más, y así hubiese sido si el licor no se me hubiera acabado. Abrí la puerta con el insulto listo para ser soltado por la catapulta de mi lengua, pero detuve en el momento preciso.
-¿Arlett? –debía ser un jodido sueño de borracho.
Qué más daba, podía vaciar mi cava esta misma noche, y acabarme el opio de todo Hong Kong. Ebrio y drogado, lo cual no es extraño, pues es mi estado natural, casi siempre con un nivel de toxinas en la sangre que va más allá de lo sano. Me sorprende no haber muerto ya.
¿Qué tiene esta noche de distinto a las demás como para querer borrar a base de alcohol y drogas mi memoria?, esa maldita doctora que insiste en aparecer en mi vida, y que, aunque no e guste, me parece interesante, ¿cómo no si es una mujer sumergida en un mundo dominado por hombres?, como sea, me quita el sueño que ella me quite el suelo. ¡¿Pero qué estoy diciendo?!, estupideces, debe ser el whisky, el ron, la ginebra y el opio hablando.
Hacía un par de horas que había abandonado el estar haciendo anotaciones y tratando de comprobar cualquier cosa que intentara comprobar, ni siquiera era capaz de recordarlo, no recordaba de qué iban mis experimentos de la tarde, supongo que nada trascendental, lo que no abandoné fue el laboratorio, esta habitación gigantesca más parecida a un granero que a otra cosa, este es mi única porción de universo, el único sitio en donde me siento bien, si es que esa palabra existe en mi vocabulario.
Observé el interior de mi vaso, vacío y traté de recordar que contenía pero aunque aún tenía el gusto amargo y seco en mi paladar, éste podía ser producto de todo lo que ya había consumido durante la tarde. Miré a mi alrededor, las botellas ambas y transparentes me daban un espectáculo interesante reflejando y refractando la luz de las velas, pero todas estaban vacías.
-Maldición –musité muy quedo tratando de ponerme en pie, la espalda me atacó sin tregua balanceándome con un terrible dolor, tuve que recargarme en el escritorio cuya superficie estaba cubierta de papeles y tinteros. Era como si en lugar de aliviar mi dolencia, todo ese cóctel psicotrópico la potenciara, quizá… quizá necesitaba un poco más, pensé en mi sinsentido beodo. Al intentar dar el primer paso caí de bruces sin poder meter las manos si quiera, y conmigo me acompañó el vaso corto del que antes estaba bebiendo, se hizo añicos y yo, con la cordura maltrecha como la tenía, me corté la palma de la mano con el cristal más grande-, genial –dije con ironía y apreté con la camisa para tratar de parar la sangre.
Como pude regresé a la casa, entré al salón principal y todo estaba en calma. Mis sirvientes eran unos malditos cobardes.
-¿Alguien? –dije, necesitaba ayuda de verdad, la sangre seguía saliendo; como pude, con hemorragia y dolor de espalda pude llegar hasta la cocina y ahí, con un trapo que vi más o menos limpio, envolví mi mano al tiempo que escuchaba el timbre de la casa sonar. Nadie nunca me visita, porque no quiero que nadie me visite, sólo me quitarían el tiempo-. Demonios –volví a avanzar con el dolor de mi espalda, mi ebriedad y la mano herida hasta el recibidor para mandar al diablo a quien su insolencia no le permitiera ver con quién se estaba metiendo.
De nada me servía esperar que alguno de los inútiles que tenía como servidumbre atendiera, supongo que al verme embriagarme solo en mi laboratorio dieron por hecho que no necesitaba más, y así hubiese sido si el licor no se me hubiera acabado. Abrí la puerta con el insulto listo para ser soltado por la catapulta de mi lengua, pero detuve en el momento preciso.
-¿Arlett? –debía ser un jodido sueño de borracho.
Invitado- Invitado
Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual,
puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.
(Mateo 5:3)
puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.
(Mateo 5:3)
La noche, mi eterna compañera en el mundo de los vivos, mi eterna cómplice en el mundo de la sed, mi soberana amiga en tiempos cuando perder el tiempo es algo que pocos hacen y muchos intentan hacer. – Shhh - musite despacio al hombre que me hacía compañía en mi habitación, uno de mis tantos donadores de sangre, sexy, apuesto, hormonal pero al final un completo idiota, una de mis manos acaricio el pecho de aquel joven, Javier su nombre me observaba en completo silencio, parecía disfrutar que yo jugara con él. Él había sido mi compañero esos días, su sangre deliciosa satisfacía una pequeña parte de mi ser, mis labios teñidos de un rojo intenso besaban su pecho de manera suave, subiendo por su cuello hasta llegar a sus labios que gruesos y carnosos jugaban con los delgados míos, disfrutar, eso era uno de mis mayores placeres desde que había llegado hasta Paris. Entre besos y caricias, yo tome su cuerpo el creyó poseer el mío, lo deje… si lo deje acariciar cada rincón que el quiso y antes de que el pudiera llegar a su punto de máxima excitación mis colmillos se hundieron en su cuello donde la vena palpitante me alimentaba de una manera cálida, suave, sensual; sentía como su corazón extasiado por lo que sentía hacia que por tan solo un segundo me hiciera poseedora de una vida propia. Su sangre comenzó a brotar y mi lengua hizo lo suyo mientras mis caderas no dejaban de moverse sobre su cuerpo… ¿Cuánto duro? En realidad nada. Luego de que el sintiera ese placer único lo deje dormir, exhausto por la acción, extasiado aun por la emoción el cuerpo de Javier cayo a la cama rendido en profundo sueño. Con delicadeza para no despertarlo, me fui hasta el baño donde mis sirvientes tenían lista la tinaja para que mi frio cuerpo disfrutara de un calor externo. Relaje mis músculos, mi piel sintió el calor al acto más mi interior siguió tan frio como la nieve en invierno, limpie y perfume mi cuerpo de pies a cabeza, con jabones venidos del oriente con aceites que realzaban mi belleza y hacían de mi esencia un poco más exótica, sexy.
Al cabo que termino aquel relajante baño, me vestí y rocié un poco de perfume sobre mi cuello, un poco de maquillaje y ya estaba completamente lista. Me pare al borde de la cama observando a mi amante, que con sueño profundo seguía en un estado más tranquilo descansando, acercándome a él bese su mejilla y desaparecí de aquel lugar.
La noche, estaba oscura y sin una luna que iluminara las calles de Paris, se me hacía aburrida. Mande a llamar a uno de mis choferes para que me llevara a una residencia, días anteriores había enviado a investigar a un viejo amigo, que con los el tiempo sus años se le habían ido en cima. Una sonrisa traviesa por recordar tiempos en que su padre daba recompensa por mi cabeza, ingenuos… ¿Por qué serán tan ingenuos los humanos? Una pregunta que nunca, NUNCA tendría una respuesta decente. Con ayuda de uno de mis más fieles sirvientes subí al carruaje que era escoltado por dos corceles color negro como la noche. Dicte el lugar a donde tenían que llevarme y emprendí la marcha a las residencias Parisinas, un lugar no muy alejado del centro de Paris. Pase por fuera de la Mansión de mi querida Viola, pronto, muy pronto me presentaría ante ella, pero ahora las cosas iban por otro rumbo.
El carruaje demoro un santiamén, en llegar a ese lugar, más rápido hubiera sido que fuera caminando, pero caprichos son caprichos. Y una mujer caminando sola por Paris era algo sumamente peligroso, reí ante mi propio comentario cuando el paso pausado de los caballos alerto a mi cuerpo y sin esperar que se detuviera me baje de un salto y corriendo en completo silencio por el lugar llegue hasta una de las ventanas de aquella residencia, observe el espectáculo, típico de mi querido Gregor, muy típico, pensé mientras observaba como él se tambaleaba de lado a lado, lo más seguro que estuviera bebido o mejor aún drogado. Y mi cuerpo reacciono con tal solo ver el color rojo de su sangre correr por su mano e inspirando profundamente su aroma dulce, lleno de aquello que él tomaba llegaba a mi nariz, haciendo que el deleite y una extraña sed surgiera en mi interior. Con un movimiento que duro una milésima de segundo y para fastidiarlo más de lo que ya estaba toque la puerta y el timbre a la vez, quería no ansiaba ver el rostro de fastidio de quien merecía mi respeto mucho antes de que si quiera pudiera imaginármelo, hijo de uno de mis enemigos… Gracioso… simplemente fascinante.
Tardo el tiempo que sus pies se pusieron de acuerdo, podía escuchar a la perfección como se acercaba a la puerta y más podía oler esa sangre que estaba quizás ya pegoteada por su mano. Y la espera fue eterna para alguien como yo, la sonrisa fue mi gran saludo ante la cara que presencie tras que la puerta fuera abierta – ¿Esperabas a alguien más? – Hice una mueca con el rostro levantando mis cejas y mirando el aspecto que tenía a esas horas – Lo dudo… si las moscas te visitan es porque de seguro les das de comer – sonreí y sin quitarle la vista de encima – Claro que soy Arlett… ¿Me dejaras en la puerta? O prefieres que me lance a tus brazos para que te apriete y entregue todo mi cariño – ironía, sarcasmo como fuera, sabía que lo fastidiarían de alguna forma mis palabras, pero para eso estaba yo… para animar su miserable vida y hacerla más interesante, entretenida, dramática o como fuera que fuera. Sin que él tuviera oportunidad de verme ya estaba bajo su techo – Ya estoy dentro… si quieres correrme, inténtalo… en una de esas logras si quiera moverme un centímetro – Reí y volví a respirar profundamente – Tu sangre… me llama – sonreí y con un impulso cerré la puerta, golpeándola en el marco con gran fuerza, quizás para que despertara o saliera del mundo en el que se encontraba, ebrio, drogado y herido…
Arlett de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/11/2011
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
El ardor en mi palma me decía en voz alta que no era un jodido sueño, sin embargo, jamás me imaginé volver a toparme con esta mujer, aunque era bueno, pocas personas me provocan no querer vomitar, y una de ellas es Arlett (vampiro, persona, lo que sea, me da igual), el odio por mi padre nos unió, pero el gusto por muchas otras cosas nos hizo cercanos. Pocos a lo largo de mi vida habían logrado interesarme realmente, no me sorprendía que la mayoría fuesen como ella, seres malditos, eran los más divertidos.
Me hice a un lado para que entrara, pero jamás pronuncié una palabra que la invitara a hacerlo, me sorprendería si de hecho esperara una cortesía de ese tipo de mi parte. Aún estaba navegando entre el estupor de la ebriedad y la realidad, hasta que la puerta que había sido azotada me trajo al mundo que tanto me gusta despreciar. Me moví como reflejo, provocando que la espalda doliera, ¿no había bebido suficiente como para olvidarme de ella?, el opio parecía ya no tener efecto alguno en mí, quizá sólo servir de pretexto, ¿para qué?, esa maldita doctora se encargaba de presentarse en mis pensamientos cada vez con más insistencia. Bufé y miré a mi visita inesperada.
Observé la palma de mi mano cuando ella mencionó mi sangre, miré el torrente rojo por unos momentos y luego alcé la vista para mirarla a ella con expresión serena, aunque estoica recordando algunas de nuestras andadas del pasado.
-Claro –finalmente hablé, mi voz, en una sola palabra destilaba más sarcasmo que muchos en todo un discurso-, lo olvidaba, no pudiste resistirte alguna vez a mi sangre –caminé hasta la estancia y me senté en el banco del piano aunque dándole la espalda a éste-, no te culpo –me encogí de hombros y sonreí de lado, aunque mantenía cierta actitud indiferente ante aquel incidente, por dentro aún no se lo perdonaba, no le perdonaba que hubiese hecho aquello. De nueva cuenta no esperaba yo, que ella estuviera pendiente de una invitación mía para que tomara asiento.
-¿Y a qué debo el honor de tu visita? –me recargué sobre las teclas del instrumento, debidamente resguardadas por la cubierta de madera, suspiré tratando de mantenerme erguido, sobrio era lo menos que estaba en ese momento, y la pérdida de sangre no mejoraba las cosas-, ¿qué haces en París? –no era alguien a quien le interesaba el por qué la gente hacía las cosas, normalmente creo que es por inercia, por no quedarse sin hacer nada. Pfff.
Apreté la muñeca y envolví la mano en la camisa, podía adivinar que la herida era profunda debido a lo mucho que dolía. Por un momento olvidé la presencia de Arlett en mi casa, aunque la avalancha de recuerdo llego y yo qué podía hacer, por mucho que lo intentara, que luchara de salirme del género taxonómico que me tocó, era un humano y eso implicaba todas las debilidades de uno, como recordar y añorar.
De una cosa estuve seguro, ahora que Arlett estaba aquí, y me refiero a París y no a mi casa, las cosas podía ponerse más interesantes. Después de años estando solo, finalmente aparecía alguien que no era aburrido, el máximo logro en mi escala de estima. La gente en general me parece predecible y gris, Arlett no, Arlett mueve los hilos en lugar de sólo mirar el espectáculo, claro que eso nunca se lo diría, ella lo sabía, sabía que ese era el concepto que tenía sobre su intrigante figura, de eso estuve seguro.
Me hice a un lado para que entrara, pero jamás pronuncié una palabra que la invitara a hacerlo, me sorprendería si de hecho esperara una cortesía de ese tipo de mi parte. Aún estaba navegando entre el estupor de la ebriedad y la realidad, hasta que la puerta que había sido azotada me trajo al mundo que tanto me gusta despreciar. Me moví como reflejo, provocando que la espalda doliera, ¿no había bebido suficiente como para olvidarme de ella?, el opio parecía ya no tener efecto alguno en mí, quizá sólo servir de pretexto, ¿para qué?, esa maldita doctora se encargaba de presentarse en mis pensamientos cada vez con más insistencia. Bufé y miré a mi visita inesperada.
Observé la palma de mi mano cuando ella mencionó mi sangre, miré el torrente rojo por unos momentos y luego alcé la vista para mirarla a ella con expresión serena, aunque estoica recordando algunas de nuestras andadas del pasado.
-Claro –finalmente hablé, mi voz, en una sola palabra destilaba más sarcasmo que muchos en todo un discurso-, lo olvidaba, no pudiste resistirte alguna vez a mi sangre –caminé hasta la estancia y me senté en el banco del piano aunque dándole la espalda a éste-, no te culpo –me encogí de hombros y sonreí de lado, aunque mantenía cierta actitud indiferente ante aquel incidente, por dentro aún no se lo perdonaba, no le perdonaba que hubiese hecho aquello. De nueva cuenta no esperaba yo, que ella estuviera pendiente de una invitación mía para que tomara asiento.
-¿Y a qué debo el honor de tu visita? –me recargué sobre las teclas del instrumento, debidamente resguardadas por la cubierta de madera, suspiré tratando de mantenerme erguido, sobrio era lo menos que estaba en ese momento, y la pérdida de sangre no mejoraba las cosas-, ¿qué haces en París? –no era alguien a quien le interesaba el por qué la gente hacía las cosas, normalmente creo que es por inercia, por no quedarse sin hacer nada. Pfff.
Apreté la muñeca y envolví la mano en la camisa, podía adivinar que la herida era profunda debido a lo mucho que dolía. Por un momento olvidé la presencia de Arlett en mi casa, aunque la avalancha de recuerdo llego y yo qué podía hacer, por mucho que lo intentara, que luchara de salirme del género taxonómico que me tocó, era un humano y eso implicaba todas las debilidades de uno, como recordar y añorar.
De una cosa estuve seguro, ahora que Arlett estaba aquí, y me refiero a París y no a mi casa, las cosas podía ponerse más interesantes. Después de años estando solo, finalmente aparecía alguien que no era aburrido, el máximo logro en mi escala de estima. La gente en general me parece predecible y gris, Arlett no, Arlett mueve los hilos en lugar de sólo mirar el espectáculo, claro que eso nunca se lo diría, ella lo sabía, sabía que ese era el concepto que tenía sobre su intrigante figura, de eso estuve seguro.
Invitado- Invitado
Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Jesús, respondiéndole,
dijo: Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra de Dios.
{Lucas 4,4}
dijo: Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra de Dios.
{Lucas 4,4}
Visitar a un viejo, si a un viejo amigo era algo que de verdad estaba en mis planes hacia varios días a tras, pero como tenia cosas que hacer, personas a quien contactar y vampiros con quien contactar no había tenido tiempo de hacerle saber a Gregor que había llegado para la felicidad de él. Sabia muy dentro que verme le cambiaria sus días, recordaba el pasado que parecía ayer cuando salíamos de fiesta solo para que su padre buscara mi cabeza con mas ansias de las que ya la quería. Respire hondo y el aroma al opio llego a mi, fruncí el ceño y le seguí de cerca, conocía lo suficiente a aquel hombre como para decir que su cordialidad era mínima y como nunca había esperado un buen gesto de él, ya estaba en mi casa, aquel pensamiento me causo gracia y solo puede reírme mientras observaba de cerca cada movimiento de aquel viejo. El sonido del piano hizo un extraño eco en aquella sala y rápidamente mire el lugar buscando los puntos de complexión, trague saliva y me senté sobre un sofá cruzando mis piernas muy lentamente - Sin rencores – moví la cabeza en dirección a su mano – aquel día… tu estas ebrio y yo era una maldita sedienta– recordaba ese día, su padre o mejor dicho a los que había mandado a matarme me habían capturado, tenia en sus listas alguien que sabia hacer su trabajo y tanto forcejeo e intentos fallidos en matarme, habían hecho que incrementara mi sed – beber de ti… no estaba en mi plan… pero ya sabes TU PADRE fue el culpable – si tenia que culpar a alguien estaba por el buen camino, pero no estaba ahí para hablar sobre como me había deleitado con su sangre, o tal vez para fastidiarlo un poco podría seguir – Agradece, que nunca he ocupado un solo poder sobre ti. Te quiero – dije la ultima palabra tan rápido como para que no se entendiera – y eso ya es tu condena – lamí mis labios por que el olor a la sangre era demasiado fuerte, sin aviso alguno me levante y busque en algún lugar un poco de vino o whisky, sin preguntarle y con una velocidad desmesurada fui y volví en lo que uno se demora en pestañear sobre el piano le deje un vaso con whisky y volví a mi lugar.
Paris es aburrido… ¿Cómo has sobrevivido? – bebí de aquel liquido color caramelo, mientras a las afueras de la mansión, podía escuchar a uno que otro sirviente hablar sobre lo que por las ventanas se veía, Gregor con una mujer. Risas que no pude evitar se posaron en mi rostro y mientras continuaba en el mar de aquel lugar proseguí – Estoy aquí por que encontré a Viola – a él le había contado la historia de mi vida una de las tantas mañana que él estuvo sobrio, extraño pero real. – Los fantasmas del pasado vuelven aparecer después de casi mas de cien años… maldito Shaitan que vuelve por otra Viola mas – el tono descontento y fastidio afloraba por mis labios mientras volvía a servirme mas de aquel liquido que no tenia sabor alguno para mi paladar. – Así que como veras, ando de protectora nuevamente, buscando amantes de una noche y alimentándome de almas puras que vagan por la noche – este bien hablaba mucho y aunque tenia encuentra que el solo me escucharía la mitad, era una forma de liberarme tan solo hablar.
Tengo sed – proclame, no bebería de el claramente pero necesitaba sangre – Tienes algún candidato para que sea donante de sangre – dije con una risotada un poco fingida pero a la vez placentera, ocultaba muy pocas cosas y para Gregor definitivamente no tenia nada que ocultar – Deberías ser vampiro, así nos divertiríamos mas – mofe mirando hacia afuera por una de los ventanales. Acción reacción, entre mas segundos pasaba ahí mi sed se incrementaba mas, necesitaba algo ahora.
Arlett de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Por un segundo creí que quedaría ahí, tirado inconsciente regodeándome en mi miseria y borrachera, no sería la primera vez, pero el sonido de las teclas contra mi codo me hicieron recordar dónde estaba, pero más primordialmente, con quién. Abrí los ojos y Arlett ya estaba ahí conmigo, sonreí de lado, me conocía bien, pocas personas habían logrado conocerme realmente, y ella era una de esas pocas, y por ende, no esperaba que me desviviera en cortesías. Por eso no me gustaban las visitas, más tardaban en poner un pie dentro que yo en querer sacarlos a patadas, con sus honrosas excepciones.
-¡Pero qué dices!, no le digas así, "padre" –rodé los ojos, no quería tener nada que ver con ese hombre a pesar de la tumba y a pesar de todo-, el viejo bastardo les tenía pavor a ustedes –reí con sorna pero algo de debilidad debido a mi estado-, era un pobre idiota que le temía a lo que no entendía –esa era la diferencia que más me gustaba marcar entre ambos, podía tener su sangre, para mi desgracia, pero a diferencia de él, yo buscaba respuestas en lugar de tratar de aniquilar los acertijos-. Aunque sí, sí –me puse de pie a duras penas y tomé el vaso de whisky –si algo debo agradecerle, es habernos unido en su contra –otra vez una risa burlona y caminé hasta donde estaba ella, no sé cómo lo conseguí sin caerme.
-Sobrevivo, sí… casi no salgo, el tedio es atroz –por un momento me sentí más coherente, lo suficiente para responder a sus preguntas-, pero ahora que sé que estás aquí, sin duda todo se tornará más interesante –concedí mirándola con gesto estoico.
Escuché lo que me decía, hace tiempo, la última vez que nos habíamos visto, ella me platicó esa historia sobre sus descendientes, arqueé una ceja porque realmente o la visualizaba protegiendo a nadie. Era increíble que incluso ella, considerando su naturaleza, fuese un poco más humana de lo que yo me sentía a veces. Quizá por eso congeniaba, hasta cierto punto, con los no muertos, un poco más que con los vivos al menos, eran desapegados y cínicos, cada vez que uno de ellos me decía que por qué no era parte de su estirpe, me preguntaba yo lo mismo. Pero no, la vida me aburría demasiado como para prolongarla indefinidamente.
-No dudo que amantes y víctimas te sean fácil de conseguir –le di la espalda y recorrí un tramo de la estancia-, y que alguno que otro cumpla ambas funciones de vez en cuando también –me burlé con gesto torcido en mi boca-. ¿Entonces estás aquí porque debes cuidar a Viola? –pregunté luego curioso, era parte de mi naturaleza inquisitiva, no podía hacer nada al respecto. Me senté en un sofá, algo en su inquietante presencia me hizo ponerme sobrio de golpe, pero no podía engañarme, las toxinas del opio y el alcohol aún invadían mi sangre.
-Puedo darte a uno de mis inútiles sirvientes, sólo promete no matarlo –reí cubriendo me rostro con una mano, no era que me importara mucho su vida, pero lo necesitaba, no quería tener que contratar a alguien nuevo, eso era lo desgastante del asunto-. Y sí, suena idílico el asunto de ser vampiro, pero a quién engaño, unas cuántas décadas y me aburriría –esa era la verdad, no lo aguantaría por mucho tiempo, si de hecho me sorprendía haber llegado a donde estaba-. ¿Lo vas a querer o no? –a mi sirviente, quería decir, apresuré con algo de ímpetu, la paciencia no era una de mis virtudes.
-¡Pero qué dices!, no le digas así, "padre" –rodé los ojos, no quería tener nada que ver con ese hombre a pesar de la tumba y a pesar de todo-, el viejo bastardo les tenía pavor a ustedes –reí con sorna pero algo de debilidad debido a mi estado-, era un pobre idiota que le temía a lo que no entendía –esa era la diferencia que más me gustaba marcar entre ambos, podía tener su sangre, para mi desgracia, pero a diferencia de él, yo buscaba respuestas en lugar de tratar de aniquilar los acertijos-. Aunque sí, sí –me puse de pie a duras penas y tomé el vaso de whisky –si algo debo agradecerle, es habernos unido en su contra –otra vez una risa burlona y caminé hasta donde estaba ella, no sé cómo lo conseguí sin caerme.
-Sobrevivo, sí… casi no salgo, el tedio es atroz –por un momento me sentí más coherente, lo suficiente para responder a sus preguntas-, pero ahora que sé que estás aquí, sin duda todo se tornará más interesante –concedí mirándola con gesto estoico.
Escuché lo que me decía, hace tiempo, la última vez que nos habíamos visto, ella me platicó esa historia sobre sus descendientes, arqueé una ceja porque realmente o la visualizaba protegiendo a nadie. Era increíble que incluso ella, considerando su naturaleza, fuese un poco más humana de lo que yo me sentía a veces. Quizá por eso congeniaba, hasta cierto punto, con los no muertos, un poco más que con los vivos al menos, eran desapegados y cínicos, cada vez que uno de ellos me decía que por qué no era parte de su estirpe, me preguntaba yo lo mismo. Pero no, la vida me aburría demasiado como para prolongarla indefinidamente.
-No dudo que amantes y víctimas te sean fácil de conseguir –le di la espalda y recorrí un tramo de la estancia-, y que alguno que otro cumpla ambas funciones de vez en cuando también –me burlé con gesto torcido en mi boca-. ¿Entonces estás aquí porque debes cuidar a Viola? –pregunté luego curioso, era parte de mi naturaleza inquisitiva, no podía hacer nada al respecto. Me senté en un sofá, algo en su inquietante presencia me hizo ponerme sobrio de golpe, pero no podía engañarme, las toxinas del opio y el alcohol aún invadían mi sangre.
-Puedo darte a uno de mis inútiles sirvientes, sólo promete no matarlo –reí cubriendo me rostro con una mano, no era que me importara mucho su vida, pero lo necesitaba, no quería tener que contratar a alguien nuevo, eso era lo desgastante del asunto-. Y sí, suena idílico el asunto de ser vampiro, pero a quién engaño, unas cuántas décadas y me aburriría –esa era la verdad, no lo aguantaría por mucho tiempo, si de hecho me sorprendía haber llegado a donde estaba-. ¿Lo vas a querer o no? –a mi sirviente, quería decir, apresuré con algo de ímpetu, la paciencia no era una de mis virtudes.
Invitado- Invitado
Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Entonces ellos dijeron:
Señor, aquí hay dos espadas.
Y él les dijo: Basta.
{Lucas 22:38}
Señor, aquí hay dos espadas.
Y él les dijo: Basta.
{Lucas 22:38}
Era increíble como envejecían las personas, lo podía ver con Gregor, hacia ya muchos años que lo conocía, cuando estaba en la flor de su juventud, un hombre apuesto, de carácter pedante con su deje de sensualidad, y ahora ahí estaba los años no habían pasado en vano, su cabellera ya no tenía el mismo brillo, ni su rostro era el de aquel entonces, mas su personalidad seguía siendo la misma peste de la que me había encantado. Porque aquello me había pasado con él un capricho tal vez, que se convirtió en una mera obsesión que se debilitaba con el tiempo, mas porque lo respetaba que por cualquier otra cosa. Nos parecíamos en alguna forma extraña, pero verlo ahí abatido por sus adicciones me causaba un recelo de agarrarlo a golpes para que no acabara con su vida de esa forma, pero no podía… no podía si quiera decirle aquello que tenia oculto tras mi careta de mujer. – Todo es más interesante cuando una vieja amiga te visita… tendremos que hacer algo… - dije saboreando mis labios – Lo que sea – mi voz salió cortante, áspera y cesa mezclada con un sonrisa llena de travesuras.
Mire el lugar reparando en cada detalle, todo era tan opaco, tan de él, que me hacía sentir en casa, suspire levantando una ceja cuando este se levanto medio tambaleándose – Viola… Viola… una niña mimada que de seguro no sabe lo que le depara su futuro… - Era un fastidio cuidar de aquella mujercita, pero había hecho una promesa al único hombre que había amado y no la rompería por nada del universo – Ya sabes… cuando doy mi palabra la cumplo, y tengo que ver que Viola tenga un Heredero para que siga con el linaje aun cuando pierda el apellido siempre encontrare la forma de tergiversar ciertos asuntos – todo lo tenía planeado en mi cabeza, era un laberinto sin salida, quien llegase a comprender mi cabeza tanto como Gregor lo hacía caería en un abismo sin fondo, estará ligado a una eternidad conmigo, aquello me hizo sentir más que única, en realidad era única.
Sirvientes inútiles, todos para ti son inútiles – solté una risita suave saboreando mis labios de manera juguetona – Anda prometo no matarlo, y hasta lo hare mas obediente – levante las cejas a la par mirando aquellos ojos degastados por los años. – Eso sí… me gustan jóvenes – digo con desaire, era verdad, no quería beber de un rancio viejo aunque de Gregor… quizás solo podría beber una gota, apreté los ojos con rapidez quietándome esa idea de la mente, él para mi estaba prohibido en todos los ámbitos de la vida y seguiría así, al final había sido una promesa para mí misma no volver a probar si quiera su sangre, aunque esta me tuviera al borde de una locura extrema, - Prometo darte un espectáculo para que al menos te diviertas – le guiñe el ojo y eche hacia atrás mi cabeza para hacer sonar mis huesos de manera notoria, algo que hacía solamente frente a alguien de confianza, con rapidez me acerque a Gregor y poniéndome a sus espaldas – Sorpréndeme – tan solo un susurro a los oídos de él y volví a mi asiento con una amplia sonrisa.
Arlett de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Suelo decir que nadie es mi amigo o allegado, porque es más fácil a aclarar que hay que ganarse ese puesto, pocos de hecho lo han conseguido, pocos están dispuestos, a pocos les interesa si quiera. Y a mi no podría importarme menos, no único que busco, que siempre he buscado, es que me dejen en paz, nadie parece ser capaz de seguirme el ritmo. Pero a veces hace falta quien te vaya a recoger a un bar mal oliente o se ría contigo de los comentarios que tan minuciosamente se arman con sarcasmo; Arlett ha sido una de esas figuras en mi vida, ¿por qué nos separamos?, en realidad no lo sé, quizá porque esa es un vampiro y tal parece que está en su naturaleza moverse, y en mi naturaleza está la de quedarse. No me gustan los cambios.
Reí de un modo más natural al escucharla decir aquello, una risa casi ajena, aunque por su dejo de ironía, se entendía que era mía, eché la cabeza hacia atrás destensando músculos que había olvidado que tenía y luego la miré con una cejar arqueada y una sonrisa de lado.
-¿Lo que sea? –repetí retadoramente-, no eres sólo una vieja amiga –énfasis en la última palabra, se entendía como un gran escarnio, pero dentro, muy, muy dentro, había algo de sinceridad. Era lo más cercano que tenía, en todo caso-, se trata de ti, con esa capacidad tuya de hacer interesante la más tediosa de las cosas –dije y suspiré, mi aliento aún pesado y enrarecido por el alcohol y las drogas. Me puse de pie y me recargué en la repisa de la chimenea dándole la espalda mientras seguía hablando. Podrían tacharme de loco al darle la espalda a un ser letal como ella, pero es obvio que yo no estoy bien de mis facultades mentales.
Reí de forma silenciosa, sólo mi cuerpo vibró ante tal acto, reí de lo que hablaba, no como burla, o tal vez sí y la miré por sobre mi hombro.
-Todos parecen ser unos niños tontos y caprichosos –cuando decía todos, realmente hablaba de todos, mi risa se acentuó y me giré, avanzando un par de pasos hacia ella-, ah, Arlett, siempre tramando planes –alcé ambas cejas complacido, si no fuera de ese modo, por más que la mujer frente a mi hubiese despreciado al bastardo que tenía como padre, jamás hubiésemos terminado de congeniar, se necesitaba más que eso, se necesitaba mucho para llamar mi atención, por fortuna ella supo qué caminos tomar, qué palabras decir y qué acciones ejecutar para terminar de convencerme.
¿Hermosa?, ¡seguro!, lo era, no era tan idiota y obcecado como para negarlo, ¿atracción?, tal vez, en el pasado, y una curiosidad atroz que en mi escala tiene mucho más peso que el deseo físico, curiosidad que, ahora que la volvía a tener de frente, me daba cuenta, no se había menguado ni un poco.
Asentí con sonrisa que se antojaba malvada, por aquello de mi pobre sirviente. Joven, y apuesto quise adivinar, el jardinero serviría, la obediencia no era problema, todos me tenían miedo por mi temperamento, no hacía muchas noche le había roto una botella de whisky a un mozo en la cabeza, no sé qué dijo para molestarme, estaba ebrio, desde luego. Un escalofrío recorrió mi espalda eternamente adolorida cuando usó esas habilidades suyas y susurró al oído.
-No, de espectáculos nada –me recuperé y dije con un ademán de la mano-, ¡no quiero ver eso! –bromeé, en realidad me daba igual-. Tengo a la persona indicada –guardé silencio ara llenar mis pulmones de aire -¡Elliot! –grité y más pronto de lo imaginado estuve ahí frente a nosotros. Un joven de no más de 22 años, cabello negro y ojos claros, el trabajo duro le había dado un físico aceptable.
-Adelante –le dije a mi invitada dejándome caer en el sillón y observando la ridícula expresión pasmo de Elliot, mi jardinero.
Reí de un modo más natural al escucharla decir aquello, una risa casi ajena, aunque por su dejo de ironía, se entendía que era mía, eché la cabeza hacia atrás destensando músculos que había olvidado que tenía y luego la miré con una cejar arqueada y una sonrisa de lado.
-¿Lo que sea? –repetí retadoramente-, no eres sólo una vieja amiga –énfasis en la última palabra, se entendía como un gran escarnio, pero dentro, muy, muy dentro, había algo de sinceridad. Era lo más cercano que tenía, en todo caso-, se trata de ti, con esa capacidad tuya de hacer interesante la más tediosa de las cosas –dije y suspiré, mi aliento aún pesado y enrarecido por el alcohol y las drogas. Me puse de pie y me recargué en la repisa de la chimenea dándole la espalda mientras seguía hablando. Podrían tacharme de loco al darle la espalda a un ser letal como ella, pero es obvio que yo no estoy bien de mis facultades mentales.
Reí de forma silenciosa, sólo mi cuerpo vibró ante tal acto, reí de lo que hablaba, no como burla, o tal vez sí y la miré por sobre mi hombro.
-Todos parecen ser unos niños tontos y caprichosos –cuando decía todos, realmente hablaba de todos, mi risa se acentuó y me giré, avanzando un par de pasos hacia ella-, ah, Arlett, siempre tramando planes –alcé ambas cejas complacido, si no fuera de ese modo, por más que la mujer frente a mi hubiese despreciado al bastardo que tenía como padre, jamás hubiésemos terminado de congeniar, se necesitaba más que eso, se necesitaba mucho para llamar mi atención, por fortuna ella supo qué caminos tomar, qué palabras decir y qué acciones ejecutar para terminar de convencerme.
¿Hermosa?, ¡seguro!, lo era, no era tan idiota y obcecado como para negarlo, ¿atracción?, tal vez, en el pasado, y una curiosidad atroz que en mi escala tiene mucho más peso que el deseo físico, curiosidad que, ahora que la volvía a tener de frente, me daba cuenta, no se había menguado ni un poco.
Asentí con sonrisa que se antojaba malvada, por aquello de mi pobre sirviente. Joven, y apuesto quise adivinar, el jardinero serviría, la obediencia no era problema, todos me tenían miedo por mi temperamento, no hacía muchas noche le había roto una botella de whisky a un mozo en la cabeza, no sé qué dijo para molestarme, estaba ebrio, desde luego. Un escalofrío recorrió mi espalda eternamente adolorida cuando usó esas habilidades suyas y susurró al oído.
-No, de espectáculos nada –me recuperé y dije con un ademán de la mano-, ¡no quiero ver eso! –bromeé, en realidad me daba igual-. Tengo a la persona indicada –guardé silencio ara llenar mis pulmones de aire -¡Elliot! –grité y más pronto de lo imaginado estuve ahí frente a nosotros. Un joven de no más de 22 años, cabello negro y ojos claros, el trabajo duro le había dado un físico aceptable.
-Adelante –le dije a mi invitada dejándome caer en el sillón y observando la ridícula expresión pasmo de Elliot, mi jardinero.
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Si me ponía a pensar en cuantos amigos había tenido alrededor de mi existencia podría decir que cuando fui humana tuve una o dos amigas de la familia claro de alta alcurnia con modales envidiables y con las mejores mansiones de Londres, pero luego de contraer un santo matrimonio mi esposo se convirtió en mi amante y amigo, el me dio siempre todo lo que quise, sentí un pequeño vacio en mi interior ante los recuerdos pero quería seguir disfrutaba haciendo eso, recordando, cuando quise tener hijos me trajo al jardinero fiel un tipo mayor uno o dos años que yo, alto de penetrantes ojos verdes, de piel bronceada por el trabajo de labios ásperos y de sonrisa amplia según Andrwes, aquel jardinero era lo más parecido a él cuando era joven ¿pero a caso mi esposo no veía que yo solo lo amaba a él?, suspire de nuevo con fuerzas, con un deje de rabia solo una noche tuve que sufrir para quedar embarazada de un extraño de alguien que al cabo nacieron mis gemelos se le dio muerte, silenciaron la mentira, todo… por nuestro capricho de tener una familia; en ese segundo pensé que en realidad nunca fui la mujer perfecta, aquel pecado me hizo imperfecta y aunque mi esposo dijo que siempre me amo… luego de mi encuentro sexual con el jardinero varias cosas cambiaron… Salí de mi ensoñación y mire la chimenea en completo silencio – Soy como tu hada madrina que viene ayudarte a seguir con tu calvario de vida, soy el licor prohibido que te ayuda a divertirte… soy la voz fémina de tu conciencia… simplemente porque soy yo – me valía si me creí o no, así es él y así era yo, nos queríamos si, por algo nos respetábamos y aceptábamos; eso sí… él lo ocultaba pero sabía que muy en el fondo quizás cerca de su bilis estaba escrito mi nombre y decía un te quiero a un lado. Reí por mi propio pensamiento y se conjugo con las propias risas irónicas de Gregor.
Me gusta hacer planes lo mejor de todo es cuando todo sale según lo previsto – una risa malévola salió de mis labios como si de una condena se tratara, pero por años me había dedicado a mover los hilos de la familia De Lesseps para que estuvieran ahora como están y el ultimo eslabón hasta ahora era la Pelirroja Viola de Lesseps, que me traía mas problemas de lo imaginable pero aquellos eran los mismos que movían mis pasos y hacían de mi estadía un laberinto donde solo yo podía salir victoriosa.
Elliot – repetí lamiendo mis labios acomodándome en donde estaba sentada yo era simplemente irresistible lo sabía, conocía mis trucos y conocía mi cuerpo solté un suspiro y mis ojos se quedaron pegados en los de aquel jardinero… Un jardinero que de ojos claros como los de… mis ojos se desviaron hasta Gregor, intente decir palabra alguna pero no, no era necesario quizás Gregor nunca lo entendería, o tal vez si…
Mi cuerpo se levanto de manera sensual, mis ojos en ningún momento se despegaron de aquel hombre de complexión ancha, de buen porte con un aroma irresistible cerré escasos segundos mis ojos y pude sentir como el cuerpo de Elliot vibraba de manera armoniosa al mismo ritmo que lo hacia el corazón del que palpitante me llamaba como si de un embrujo se tratara, moví mi cabeza hacia Greg – Gracias – susurre, era mi ¿cena? Cuando estuve a tan solo unos centímetros del jardinero su corazón se desboco y como una bella sinfonía llegaba a mis oídos abriendo mis sentidos y el encandilamiento fue perpetuo sentí como él se saboreaba, con mis años había aprendido que la espera era buena cuando la seducción estaba en juego mis manos tomaron la delgada camisa que cubría el cuerpo de aquel hombre y basto un solo tirón para que los botones saltaran por la habitación uno a uno cayeron rebotando en el suelo mis ojos que de un color azul profundo se tornaron se deleitaron de aquel cuerpo, de aquel hombre, rodee su cuerpo camina alrededor de aquel hombre acercando mi nariz a él para solamente olfatear y llenarme de ese dulce aroma que destacaba entre todos de la mansión, mi entera tensión estaba en la vena que palpitaba a un lado de su cuello y la misma que pasaba por su pecho que parecía un rio torrencial en el que mis sentidos se perderían, mis labios se acercaron al oído del jardinero – no temas – me basto pronunciar para que mi lengua lamiera aquel lóbulo sentir esa tibies característica en los humanos era algo que me extasiaba en muchos sentidos de la palabra, ya no me importo que estuviera o no Gregor observándome era mi hora, luego tendría tiempo de hablar, ahora solo quería embriagar mi cuerpo, mis sentidos… Mi mano se apodero del hombro de aquel joven que gracias a mis encantos o a mis poderes ya se sentía en más confianza, las manos de Elliot llegaron a mi cintura aprontándolas, si eso quería, mi dedo índice recorrió desde su cabellera hasta el pecho de él con cuidado trace un camino perfecto que mi lengua hizo presente, su calor por segundos era mío, su corazón seguía palpitando con fuerzas y mi deseo crecía por probar esa sangre que era virgen aun, mi lengua llego hasta el ombligo ajeno, me levante, escuche como de sus labios escapo un suspiro acto seguido mi sonrisa seductora se ensancho – déjate llevar – susurre acercando mis labios tanto a los de Elliot como fue posible y besando su cuello en mis labios latió aquella gruesa vena que pronunciaba mi nombre en cada palpitar pase mi lengua con deseo por ahí y abriendo mi boca mis colmillos se clavaron haciendo una incisión de la que broto la sangre que llenando mi boca pude saborear de aquel dulzor extasiante que me proporcionaba, los brazos de Elliot se aferraron a mi cuerpo con tan fuerza que me sentí orgullosa de aquello, abrí y cerré mis ojos, logrando ver a Gregor, le cerré el ojo y volví a perderme en la satisfacción de aquello, lentamente deje que la sangre saliera nada mas un último sorbo y pase mi lengua para que no le quedara marca alguna… - Elliot, te has portado bien – le mordí el labio inferior y clave mis ojos en el, buscando en sus pensamientos… lo que yo había despertado en el…
Me gusta hacer planes lo mejor de todo es cuando todo sale según lo previsto – una risa malévola salió de mis labios como si de una condena se tratara, pero por años me había dedicado a mover los hilos de la familia De Lesseps para que estuvieran ahora como están y el ultimo eslabón hasta ahora era la Pelirroja Viola de Lesseps, que me traía mas problemas de lo imaginable pero aquellos eran los mismos que movían mis pasos y hacían de mi estadía un laberinto donde solo yo podía salir victoriosa.
Elliot – repetí lamiendo mis labios acomodándome en donde estaba sentada yo era simplemente irresistible lo sabía, conocía mis trucos y conocía mi cuerpo solté un suspiro y mis ojos se quedaron pegados en los de aquel jardinero… Un jardinero que de ojos claros como los de… mis ojos se desviaron hasta Gregor, intente decir palabra alguna pero no, no era necesario quizás Gregor nunca lo entendería, o tal vez si…
Mi cuerpo se levanto de manera sensual, mis ojos en ningún momento se despegaron de aquel hombre de complexión ancha, de buen porte con un aroma irresistible cerré escasos segundos mis ojos y pude sentir como el cuerpo de Elliot vibraba de manera armoniosa al mismo ritmo que lo hacia el corazón del que palpitante me llamaba como si de un embrujo se tratara, moví mi cabeza hacia Greg – Gracias – susurre, era mi ¿cena? Cuando estuve a tan solo unos centímetros del jardinero su corazón se desboco y como una bella sinfonía llegaba a mis oídos abriendo mis sentidos y el encandilamiento fue perpetuo sentí como él se saboreaba, con mis años había aprendido que la espera era buena cuando la seducción estaba en juego mis manos tomaron la delgada camisa que cubría el cuerpo de aquel hombre y basto un solo tirón para que los botones saltaran por la habitación uno a uno cayeron rebotando en el suelo mis ojos que de un color azul profundo se tornaron se deleitaron de aquel cuerpo, de aquel hombre, rodee su cuerpo camina alrededor de aquel hombre acercando mi nariz a él para solamente olfatear y llenarme de ese dulce aroma que destacaba entre todos de la mansión, mi entera tensión estaba en la vena que palpitaba a un lado de su cuello y la misma que pasaba por su pecho que parecía un rio torrencial en el que mis sentidos se perderían, mis labios se acercaron al oído del jardinero – no temas – me basto pronunciar para que mi lengua lamiera aquel lóbulo sentir esa tibies característica en los humanos era algo que me extasiaba en muchos sentidos de la palabra, ya no me importo que estuviera o no Gregor observándome era mi hora, luego tendría tiempo de hablar, ahora solo quería embriagar mi cuerpo, mis sentidos… Mi mano se apodero del hombro de aquel joven que gracias a mis encantos o a mis poderes ya se sentía en más confianza, las manos de Elliot llegaron a mi cintura aprontándolas, si eso quería, mi dedo índice recorrió desde su cabellera hasta el pecho de él con cuidado trace un camino perfecto que mi lengua hizo presente, su calor por segundos era mío, su corazón seguía palpitando con fuerzas y mi deseo crecía por probar esa sangre que era virgen aun, mi lengua llego hasta el ombligo ajeno, me levante, escuche como de sus labios escapo un suspiro acto seguido mi sonrisa seductora se ensancho – déjate llevar – susurre acercando mis labios tanto a los de Elliot como fue posible y besando su cuello en mis labios latió aquella gruesa vena que pronunciaba mi nombre en cada palpitar pase mi lengua con deseo por ahí y abriendo mi boca mis colmillos se clavaron haciendo una incisión de la que broto la sangre que llenando mi boca pude saborear de aquel dulzor extasiante que me proporcionaba, los brazos de Elliot se aferraron a mi cuerpo con tan fuerza que me sentí orgullosa de aquello, abrí y cerré mis ojos, logrando ver a Gregor, le cerré el ojo y volví a perderme en la satisfacción de aquello, lentamente deje que la sangre saliera nada mas un último sorbo y pase mi lengua para que no le quedara marca alguna… - Elliot, te has portado bien – le mordí el labio inferior y clave mis ojos en el, buscando en sus pensamientos… lo que yo había despertado en el…
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Estuve seguro que en ese instante el ingenuo de Elliot no sabía cuál sería su destino. Me daba igual, sólo quería que no le diera muerte, lo ocupaba, era preferible a tener que enseñar a un jardinero nuevo lo que se tiene que hacer en la casa. No soy bueno explicando las cosas, mi desespero le gana a cualquier otra cosa. Observé a Arlett y reí con un dejo de burla, aunque debía estar de acuerdo, a veces jugaba el papel de mi conciencia, que como la que en realidad tengo y es intangible, no me da siempre los mejores consejos, eso sería aburrido y yo me aburro con facilidad.
Estiré las piernas mientras seguía sentado en el sofá con el vaso de whisky en la mano, me sentí tribuno romano a punto de presenciar una masacre en el circo, algo horrorizado pero más hambriento de curiosidad y morbo. Suspiré cuando ella jugó ese papel de seductora, lo era, le quedaba bien, pero por alguna razón me pareció más insoportable de ver que lo que venía a continuación, desvié la mirada a un lado escuchando el poquísimo intercambio de palabras, seguramente ella ya lo había embrujado, ¿cuántas veces antes yo no sentí la misma ensoñación al verla frente a mi? Era que se trataba de un vampiro, o quizá, era algo inherente a ella, nunca lo sabré, la conocí siendo lo que es ahora y atribuyo todo su poder a eso, pero quién sabe, quizá ese dominio sobre otros ya lo tenía desde antes.
Volteé en el momento preciso, justo cuando Arlett dejaba de hacerse la buena y hacía lo que estaba planeado que hiciera, me quedé atento a la escena. Entendía entonces porque mi padre le temía tanto a seres como ella, aunque su saña siempre se dirigió más a los licántropos; como sea, lo entendía, más no lo justificaba, Calum era un pobre idiota al que le aterraba todo aquello que no podía explicar, los seres sobrenaturales, desde luego, eran una de esas tantísimas cosas. Llegué a sopesar, no miento, que mi madre, como yo, lo odiara tanto que al final yo resultara no ser su hijo en realidad; era sólo una fantasía adolescente, la de deslindarme de todo lazo que me unía al respetado general Dvořák. Bufé ante mis propios procesos mentales y aguardé, aguardé a que ella terminara de hacer lo que hacía.
Contemplé las expresiones faciales, las de Arlett no podía verlas bien por la posición, pero las del tonto de Elliot sí que podía verlas, parecía que disfrutaba a pesar que de a poco ella succionaba su vida. Idiota, idiota como el resto.
-Recuerda que no debes matarlo –finalmente me puse de pie, por necesidad ya que el licor en mi vaso se había acabado, caminé hasta donde estaba la botella y les di la espalda mientras me servía más –sólo déjalo desmayado, no quiero su ataque de preguntas una vez que acabes –estuve seguro que ella me escuchaba y entendía lo que le decía, ¿él? Él probablemente ya estaba entrando a un estupor; me lo imaginaba, recordaba en medio de marañas enrarecidas la vez que esa misma mujer había bebido de mí, estaba muy ebrio como para recordar en realidad y con claridad, eran más sensaciones y suposiciones mías las que formaban ese recuerdo.
Regresé entonces, pero esta vez no me senté, me quedé de pie bebiendo del vaso largos tragos de whisky, aunque mi lengua, causa del alcohol y las drogas estaba entumecida y no podía sentir en realidad el sabor del líquido color ámbar.
Estiré las piernas mientras seguía sentado en el sofá con el vaso de whisky en la mano, me sentí tribuno romano a punto de presenciar una masacre en el circo, algo horrorizado pero más hambriento de curiosidad y morbo. Suspiré cuando ella jugó ese papel de seductora, lo era, le quedaba bien, pero por alguna razón me pareció más insoportable de ver que lo que venía a continuación, desvié la mirada a un lado escuchando el poquísimo intercambio de palabras, seguramente ella ya lo había embrujado, ¿cuántas veces antes yo no sentí la misma ensoñación al verla frente a mi? Era que se trataba de un vampiro, o quizá, era algo inherente a ella, nunca lo sabré, la conocí siendo lo que es ahora y atribuyo todo su poder a eso, pero quién sabe, quizá ese dominio sobre otros ya lo tenía desde antes.
Volteé en el momento preciso, justo cuando Arlett dejaba de hacerse la buena y hacía lo que estaba planeado que hiciera, me quedé atento a la escena. Entendía entonces porque mi padre le temía tanto a seres como ella, aunque su saña siempre se dirigió más a los licántropos; como sea, lo entendía, más no lo justificaba, Calum era un pobre idiota al que le aterraba todo aquello que no podía explicar, los seres sobrenaturales, desde luego, eran una de esas tantísimas cosas. Llegué a sopesar, no miento, que mi madre, como yo, lo odiara tanto que al final yo resultara no ser su hijo en realidad; era sólo una fantasía adolescente, la de deslindarme de todo lazo que me unía al respetado general Dvořák. Bufé ante mis propios procesos mentales y aguardé, aguardé a que ella terminara de hacer lo que hacía.
Contemplé las expresiones faciales, las de Arlett no podía verlas bien por la posición, pero las del tonto de Elliot sí que podía verlas, parecía que disfrutaba a pesar que de a poco ella succionaba su vida. Idiota, idiota como el resto.
-Recuerda que no debes matarlo –finalmente me puse de pie, por necesidad ya que el licor en mi vaso se había acabado, caminé hasta donde estaba la botella y les di la espalda mientras me servía más –sólo déjalo desmayado, no quiero su ataque de preguntas una vez que acabes –estuve seguro que ella me escuchaba y entendía lo que le decía, ¿él? Él probablemente ya estaba entrando a un estupor; me lo imaginaba, recordaba en medio de marañas enrarecidas la vez que esa misma mujer había bebido de mí, estaba muy ebrio como para recordar en realidad y con claridad, eran más sensaciones y suposiciones mías las que formaban ese recuerdo.
Regresé entonces, pero esta vez no me senté, me quedé de pie bebiendo del vaso largos tragos de whisky, aunque mi lengua, causa del alcohol y las drogas estaba entumecida y no podía sentir en realidad el sabor del líquido color ámbar.
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe;
y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá.
{Mateo 7: 8}
llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe;
y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá.
{Mateo 7: 8}
La satisfacción de sentir que el juego de seducción había logrado sus metas me llenaba de algo parecido a un ego mas, satisfacción y las ansia se llenaban en mi saboree mis labios y posicionándome frente a Elliot le mire a los ojos parecía desorbitado en otro mundo, claro estaba le había hecho disfrutar, casi como si se tratara de hacer el amor mientras bebía de él. Le acaricie la mejilla de manera suave y lenta mientras seguía en sus recuerdos cambiando algunas cosas, borrando algo - Elliot – susurre y el cayo desmayado en mis brazos, salí de mi trance, lamí mis labios dándome vuelta – Gregor, ¿no confías en mi? – mi voz salió sensual, de seguro el no notaria mi acento tan suave y sutil pero me daba igual – Tu jardinero mañana no recordara nada, solo que paso una noche llena de placer – sonreí de manera sutil mientras dejaba al jardinero en un sofá, me dirigí a mi queridísimo amigo quedando frente a él.
¿Podrías explicarme que placer te causan las drogas y el alcohol? – dije seduciéndolo, no haría nada con él, solo hablar, ¿Qué había de malo con aquello? Absolutamente nada, le tome del brazo y lo conduje por el lugar hasta que quedara sentado frente al gran piano que adornaba esa sala – Toca algo para mi, se que en tu embriagues aun puedes con la música… no se por qué… pero deseo escuchar – resople de mis labios y me senté a un lado de Gregor. – Se que en tu interior igual deseas satisfacer lo que estoy pidiendo, y no… no estoy ocupando ninguno de mis poderes… - reí de medio lado y toque una tecla, un pequeño chillido salió de aquel piano. La música era para mí como los perfumes alguna vez lo habían sido, llenaban mis sentidos, los alimentaban y hacían que me hicieran flotar…
La sed se había opacado tras beber de aquel jardinero que desde mañana seria el más fiel cuidador del jardín. Si había ocupado un poco mas de mis poderes para que este no le cause tantos problemas a mi amigo, lo conocía lo suficiente como para decir que si había encontrado alguien que no le estorbara era porque hacia bien su trabajo. Trague un poco de saliva saboreando lo que aun quedaba de sangre, era el manjar deseado, yo no era mala, o tal vez si… pero mi condición lo requería, mi condición me pedía a gritos alimentarme de algo tan vital para los simples humanos, pero no todas las sangres sabían igual, algunas eran más dulces, frescas, sabrosa… otras amargas, acidas, envejecidas… hasta podría pensar que agrias.
Gire mi cabeza hacia mi fiel amigo humano, por lo poco eso sinceramente no me importaba – Me pregunto si alguna vez… - me levante y rodee el piano tocándolo común dedo, misteriosa y con sigilo camine – Te veré sobrio… creo que es uno de mis deseos – ya ni siquiera me importaba si él me estaba prestando atención, normalmente sabia que entendía la mitad o tal vez no. No quería saber más de él, porque no lo necesitaba… no tenía la necesidad de adentrarme en sus pensamientos o cambiar sus emociones, por que él para mí era perfecto aun cuando estuviera drogado hasta las patas… era por sobre todo mi fiel amigo, que me ayudo cuando estuvieron a punto de capturarme… que me prestó un refugio cuando lo necesite… y a pesar de que el odio por una persona nos unió, solo fue un paso más para lo inevitable.
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Me quedé observando la escena, obscena y por ello mismo atrayente a grados enfermizos, pocas cosas que no tuvieran que ver con mi campo de estudio me interesaban como para prestarle una pizca de mi atención. No era el acto en sí lo que me tenía hipnotizado, era quizá el valor de su significado, y la desmitificación de la figura de Arlett como vampiro, y Arlett como Arlett. Sí, estaba bebiendo del pobre tonto que tenía la desgracia de tenerme como amo, pero a pesar de ese acto contundentemente vampírico, dejaba en claro que todos sucumbíamos a nuestras propias debilidades y el tacto del cristal liso del vaso de whisky que sostenía me lo confirmaba. Sonreí de lado por mi conclusión y por lo que acontecía frente a mi mirada, después de todo ella no era tan despiadada, aunque lo hiciera por mi y no por Elliot, al final era lo mismo, se tomaba esa molestia cuando podía matarlo sabiendo que yo no diría nada, que no me horrorizaría o iría a buscar un cazador para que tomara su cabeza. Miré el cuerpo inerte del jardinero recostado en el sofá, era un niño bonito e idiota, no merecía otra cosa, sólo alcé la mirada cuando tuve a mi “invitada” –entrecomillado es correcto porque había llegado sin ser requerida pero era una de las poquísimas personas que jamás correría de mi casa- estuvo a mi lado, por un segundo me sentí desconcertado pero su pregunta me colocó en el lugar correcto, aquí y ahora con ella.
Reí, ¿cómo no hacerlo ante su pregunta? ¿Por qué lo hacía? Era mejor cuestionarse por qué no hacerlo, a veces me preguntaba por qué el resto de los mortales no lo hacían, cómo podían soportar la estupidez y luego, de inmediato, me respondía que eran ellos mismos el motivo de esa negligencia, ceguera y felicidad tonta. Negué con la cabeza y me dejé guiar por ella.
-No es placer –fui sincero aunque mi gesto seguía siendo divertido –es una necesidad –de aliviar el dolor, de caminar en un limbo entre la completa sobriedad y la más pura y limpia de las cogorzas, de tener la suficiente cordura frugal para experimentar y anotar resultados, pero también el suficiente desapego de la realidad para soportar a mi propio género taxonómico, la raza humana.
Me senté en el taburete del piano y miré a Arlett, no comencé a tocar de inmediato porque algo en todo aquello me pareció ofensivo, quizá la petición en sí, o el poder que de pronto ella cobró sobre mí, si era la primera no importaba tanto, casi todo me lo tomo a afrenta personal incluso viniendo de ella, pero si era lo segundo resultaba un tanto más desconcertante, porque la ofensa la provocaba yo mismo. Decidí que no era relevante para el momento, coloqué el vaso vacío sobre la tapa del instrumento y sacudí las manos para luego estirar los dedos.
-No estoy tan ebrio –aclaré –aunque tienes razón, incluso en mi peor estado de embriaguez puedo tocar y puedo ser más coherente que muchas personas –quien me escuchara hablar juraría que con tanta misantropía yo debía ser un vampiro o alguna otra criatura, y ese era mi gran orgullo, que mortal como era, despreciaba a los mortales incluso más que algunos hijos de Caín. La miré de nuevo cuando decía que quería verme sobrio alguna vez y reí.
-No va a pasar –dije como broma, aunque estuve casi seguro de ello y luego comencé a tocar. Un viejo, oxidado y triste vals praguense, que me recordaba la miseria y la furia que mi ciudad natal provocaba en mí. Una melodía construida en compases de tres sobre cuatro, pasada de moda, pero atemporal a su vez. Cerré los ojos concentrado en la música, quizá cerrar los ojos frente a un letal vampiro sería una tontería, pero Arlett no me haría nada, de eso sí estuve seguro.
Reí, ¿cómo no hacerlo ante su pregunta? ¿Por qué lo hacía? Era mejor cuestionarse por qué no hacerlo, a veces me preguntaba por qué el resto de los mortales no lo hacían, cómo podían soportar la estupidez y luego, de inmediato, me respondía que eran ellos mismos el motivo de esa negligencia, ceguera y felicidad tonta. Negué con la cabeza y me dejé guiar por ella.
-No es placer –fui sincero aunque mi gesto seguía siendo divertido –es una necesidad –de aliviar el dolor, de caminar en un limbo entre la completa sobriedad y la más pura y limpia de las cogorzas, de tener la suficiente cordura frugal para experimentar y anotar resultados, pero también el suficiente desapego de la realidad para soportar a mi propio género taxonómico, la raza humana.
Me senté en el taburete del piano y miré a Arlett, no comencé a tocar de inmediato porque algo en todo aquello me pareció ofensivo, quizá la petición en sí, o el poder que de pronto ella cobró sobre mí, si era la primera no importaba tanto, casi todo me lo tomo a afrenta personal incluso viniendo de ella, pero si era lo segundo resultaba un tanto más desconcertante, porque la ofensa la provocaba yo mismo. Decidí que no era relevante para el momento, coloqué el vaso vacío sobre la tapa del instrumento y sacudí las manos para luego estirar los dedos.
-No estoy tan ebrio –aclaré –aunque tienes razón, incluso en mi peor estado de embriaguez puedo tocar y puedo ser más coherente que muchas personas –quien me escuchara hablar juraría que con tanta misantropía yo debía ser un vampiro o alguna otra criatura, y ese era mi gran orgullo, que mortal como era, despreciaba a los mortales incluso más que algunos hijos de Caín. La miré de nuevo cuando decía que quería verme sobrio alguna vez y reí.
-No va a pasar –dije como broma, aunque estuve casi seguro de ello y luego comencé a tocar. Un viejo, oxidado y triste vals praguense, que me recordaba la miseria y la furia que mi ciudad natal provocaba en mí. Una melodía construida en compases de tres sobre cuatro, pasada de moda, pero atemporal a su vez. Cerré los ojos concentrado en la música, quizá cerrar los ojos frente a un letal vampiro sería una tontería, pero Arlett no me haría nada, de eso sí estuve seguro.
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
(Mateo 21:42)
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
(Mateo 21:42)
Luego de un segundo el jardinero ya había desaparecido de aquella sala en la que nos encontrábamos, de seguro estaría confuso y algo retraído por que me había encargado de borrarle aquel momento de placer, porque había logrado elevar su libido mas allá de lo imaginable, pero no había venido solo a beber de la servidumbre de mi tan querido amigo, sino a conversar aunque siempre estaba en ese estado para mí ya era costumbre bastante racional para un alcohólico y muy orgulloso para un simple hombre. – Tu orgullo es más grande que todo lo que te rodea, eso es una de las características que me gustan de ti, aun cuando cualquiera pensara que estoy loca… a mi me hace falta un poco mas de orgullo – torcí una sonrisa, era un alago o algo parecido.
Sabía que aun en su estado etílico su, subconsciente me escuchaba - Es solo un sueño – sonreí de lado mirando el piano – Vamos toca algo que hace mucho que no escucho buenas melodías – en realidad un par de veces lo había escuchado y no lo hacía mal, otra cosa que me gustaba de él, pero no se la diría no era necesario – Yo alguna vez aprenderé a tocar el piano y prometo tocar algo para ti cuando aprenda – para mi, Greg era como yo un ser de la noche, un vampiro solo una tonta creencia o mejor dicho un sueño de mi mente distorsionada, era el único hombre que lo consideraba un amigo y respetaba por sobre muchas cosas.
Me acomode en el sofá, cruce con cuidado mis piernas y me quede a la espera de lo que él pudiera decir, hacer o simplemente escucharía el silencio, note que su vaso estaba sin nada y me apronte a servirle nuevamente, no sería una mala y lo dejaría con sed, en su embriaguez de seguro no podría pararse y para eso estaban los amigos - ¿Duermes o te desvelas días y noches? – era bastante entrada la noche y aunque no tenia problema en quedarme muy dentro me preocupaba por él y si tenía que irme… no, no lo haría, reí ante mi pensamiento estaba cómoda, me había alimentado bien, estaba en buena compañía solo faltaba la guinda del pastel. – ¿ o me dirás que me temes y te intimido y es por eso que no me has corrido de tu casa? – buscaba de alguna forma mantenerlo despierto y si con mis fastidiantes preguntas y actos lo hacía pues me tendría ahí por alguna hora más.
A final de cuentas el amanecer llegaría y yo tendría que ir a mi hotel a refugiarme en la cama de alguno de mis muñecos de sangre, porque no me gustaba dormir sola y necesitaba alimentarme al despertar, con la sola idea la boca se me hizo agua e ida entre mis pensamientos, me fui alejando de aquel lugar…
Andrews, como extrañaba después de casi un siglo sus brazos apretando mi cuerpo cuando yo dormía junto a él, extrañaba ese frio que él me daba y esa tranquilidad en sus palabras… el aroma tan particular que tenía un perfume del cual nunca supe receta y que no está escrito en ningún diario, mi esposo, mi amante y mi amigo… si estuviera ahora aquí de seguro estaría hablando con Viola y yo… esperando a que fuera a darme las buenas noches… Andrews…
Arlett de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Continué tocando, con los ojos cerrados y escuchando sus preguntas y no respondiendo, tocando más fuerte y disonante cada vez, con más furia y pasión –haciendo la acotación aquí de que, a pesar de todo, soy capaz de sentir tal cosa, como la pasión que siento por la Física o la música-, sabía que ella no esperaba una respuesta expedita de mi persona, que en realidad y muy probablemente, ni siquiera esperaba una respuesta, pues me conocía. En lugar de terminar la canción como era debido, aumente el compás y la intensidad con las que apaleaba el piano hasta que callé llevando las palmas extendidas al blanco y al negro de las teclas, causando un ruido ensordecedor que inundó la casa, que no era chica, y luego sólo quedó esa especie de zumbido silente en el ambiente. Comencé a reír y la miré finalmente, arqueé una ceja.
-Sabes que eso es un halago, ¿verdad? –me puse de pie, tomé el vaso de whisky y lo bebí como quien bebe agua pura de un manantial –lo de mi ego –aclaré y caminé hasta ella, poco a poco iba a ir respondiendo a sus interrogantes, que bien sabía yo, eran sólo para hacer plática, aunque quien sabe, es probable que también estuviese interesada en saber todo aquello. Dejé el vaso por ahí, en alguna mesa, en la repisa de la chimenea, en alguna mesa de pared, la verdad no lo recuerdo y me crucé de brazos, no me iba a ofrecer a enseñarle a tocar el piano, dada mi personalidad, ser maestro era una de las cosas más indeseadas en mi lista de cosas indeseadas que no era corta, sólo le sonreí con una mezcla de comprensión y embriaguez.
-Normalmente duermo durante el día, trabajo mejor en las noches, a veces no duermo en días –me llevé la mano al cabello para despeinarlo más de lo que ya estaba –y me quedó dormido por otro par de días también –me encogí de hombros. Tenía dinero gracias a los negocios del hijo de puta de mi padre, tenía libertad, no salía mucho, y si lo hacía era sólo a tabernas, así que podía darme ese lujo, el lujo de tener el peor desorden del sueño. Como había dicho, trabajaba mejor en las noches, con unos whiskies encima, pero sin estar ebrio, era ese momento en la madrugada en el que mis mejores teorías y conclusiones habían surgido. Y volví a reír, caminé hasta quedar frente a ella, era intimidante, no podía decir que no, intimidante para el pobre diablo que no comprendiera mucho de la vida, no para mí que ya la conocía, negué con la cabeza – ¿Acaso me crees tan asustadizo? Creí que nos conocíamos mejor –mi tono fue el usual en mí, retador. Gente ajena, terceros en esta escena, los espectadores me tacharían de temerario a lo idiota, ¿quién se atrevía a hablarle así a un vampiro? Pero Arlett, más que un chupasangre, para mí representaba una de las poquísimas personas que no me producían flojera, que me interesaban, que escuchaba cada vez que hablaban, eso, para muchos, la convertía en mi amiga, pero yo qué iba a saber de amistad, nunca había nombrado así a nadie y no pensaba comenzar esa misma noche.
Rodeé el sofá y me dejé caer ahí, ya no podía engañarme, comenzaba a sentirme ebrio, eché la cabeza hacia atrás y guardé silencio, algo me dijo que sus pensamientos tampoco estaban en aquel caserón ya, pero no era un silencio incómodo, sólo me ponía algo nervioso que estuviera ahí de pie.
-Siéntate –le dije, casi había sonado amable, casi-. Faltan horas para que el sol salga –regresé la vista al frente y la miré -¿recuerdas la vez que nos conocimos? –yo no era un nostálgico, sólo preguntaba por la peculiaridad de las circunstancias –el imbécil de mi padre pretendía cazarte –reí, una carcajada burlona pero apagada, apaciguada por el alcohol que adormecía mi lengua -¿cómo has sobrevivido a tantos idiotas como él todos estos años? –estuve tentado a decir “siglos” pero no lo hice, no tenía la certeza real de la edad de Arlett, y la respuesta a esa cuestión sí que me interesaba. Ese eterno juego del gato y el ratón, los vampiros y seres sobrenaturales a veces eran el gato, a veces el ratón, lo mismo los cazadores e inquisidores, una guerra que sinceramente me parecía absurda, pero qué iba yo a saber, era un humano mortal y la inmortalidad no me atraía, a los pocos años seguramente el tedio acabaría conmigo.
-Sabes que eso es un halago, ¿verdad? –me puse de pie, tomé el vaso de whisky y lo bebí como quien bebe agua pura de un manantial –lo de mi ego –aclaré y caminé hasta ella, poco a poco iba a ir respondiendo a sus interrogantes, que bien sabía yo, eran sólo para hacer plática, aunque quien sabe, es probable que también estuviese interesada en saber todo aquello. Dejé el vaso por ahí, en alguna mesa, en la repisa de la chimenea, en alguna mesa de pared, la verdad no lo recuerdo y me crucé de brazos, no me iba a ofrecer a enseñarle a tocar el piano, dada mi personalidad, ser maestro era una de las cosas más indeseadas en mi lista de cosas indeseadas que no era corta, sólo le sonreí con una mezcla de comprensión y embriaguez.
-Normalmente duermo durante el día, trabajo mejor en las noches, a veces no duermo en días –me llevé la mano al cabello para despeinarlo más de lo que ya estaba –y me quedó dormido por otro par de días también –me encogí de hombros. Tenía dinero gracias a los negocios del hijo de puta de mi padre, tenía libertad, no salía mucho, y si lo hacía era sólo a tabernas, así que podía darme ese lujo, el lujo de tener el peor desorden del sueño. Como había dicho, trabajaba mejor en las noches, con unos whiskies encima, pero sin estar ebrio, era ese momento en la madrugada en el que mis mejores teorías y conclusiones habían surgido. Y volví a reír, caminé hasta quedar frente a ella, era intimidante, no podía decir que no, intimidante para el pobre diablo que no comprendiera mucho de la vida, no para mí que ya la conocía, negué con la cabeza – ¿Acaso me crees tan asustadizo? Creí que nos conocíamos mejor –mi tono fue el usual en mí, retador. Gente ajena, terceros en esta escena, los espectadores me tacharían de temerario a lo idiota, ¿quién se atrevía a hablarle así a un vampiro? Pero Arlett, más que un chupasangre, para mí representaba una de las poquísimas personas que no me producían flojera, que me interesaban, que escuchaba cada vez que hablaban, eso, para muchos, la convertía en mi amiga, pero yo qué iba a saber de amistad, nunca había nombrado así a nadie y no pensaba comenzar esa misma noche.
Rodeé el sofá y me dejé caer ahí, ya no podía engañarme, comenzaba a sentirme ebrio, eché la cabeza hacia atrás y guardé silencio, algo me dijo que sus pensamientos tampoco estaban en aquel caserón ya, pero no era un silencio incómodo, sólo me ponía algo nervioso que estuviera ahí de pie.
-Siéntate –le dije, casi había sonado amable, casi-. Faltan horas para que el sol salga –regresé la vista al frente y la miré -¿recuerdas la vez que nos conocimos? –yo no era un nostálgico, sólo preguntaba por la peculiaridad de las circunstancias –el imbécil de mi padre pretendía cazarte –reí, una carcajada burlona pero apagada, apaciguada por el alcohol que adormecía mi lengua -¿cómo has sobrevivido a tantos idiotas como él todos estos años? –estuve tentado a decir “siglos” pero no lo hice, no tenía la certeza real de la edad de Arlett, y la respuesta a esa cuestión sí que me interesaba. Ese eterno juego del gato y el ratón, los vampiros y seres sobrenaturales a veces eran el gato, a veces el ratón, lo mismo los cazadores e inquisidores, una guerra que sinceramente me parecía absurda, pero qué iba yo a saber, era un humano mortal y la inmortalidad no me atraía, a los pocos años seguramente el tedio acabaría conmigo.
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Re: One bourbon, one scotch, one beer [Arlett de Lesseps]
Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesárea de Filipo.
Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles:
¿Quién dicen los hombres que soy yo?
{Mateo 8 -27}
Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles:
¿Quién dicen los hombres que soy yo?
{Mateo 8 -27}
Era extraño que Gregor, me callera tan bien, no, en realidad siempre me habían dicho que yo aún conservaba una pequeña parte de mi humanidad, aunque era imposible sabia a que se referían cuando hablaban de eso, pocos vampiros conocían que hubieran sido padres o madres antes de convertirse, mi humanidad se basaba en el amor maternal que sentía a veces por ciertos humanos, claramente nunca seria lastima ya que eso se lo dejaba a los sínicos que se creían mejor que cualquiera, Greg, sabía mucho de mí que quizás nadie más podría imaginarse, era extraño que así fuera pero el sabia que nunca lo había visto como amenaza, vamos de tan gruñón que era yo solo era una fuente de… apaciguar el tiempo, el tiempo pasaba por el cada año envejecía y eso era lo que más me gustaba de él, que era un humano… que podía disfrutar de tantas cosas (aunque no las hacia) me gustaba la forma tan en particular de tratarme… si esto era amistad, reí para mi cuando me saco de mi ensoñación, tome asiento cerca de él y lo quede mirando.
No seriamos amigos si yo te diera miedo- bromee, era cierto a pesar de todo Gregor es Gregor aunque me causaba cierta curiosidad saber aspectos de el - ¿A que le tienes miedo? – estaba ebrio y no se quedaría callado, lo conocía quizás en su inconsciente formulaba todo, quizás no y todo era producto de la ebriedad, pocas veces o quizás cuando era más joven lo vi sobrio y era exactamente igual que ahora. Suspire cuando hizo aquella pregunta y una sonrisa ilumino mi rostro en ese momento, aquellas interrogantes eran las que me gustaban que me hicieran – Si recuerdo cuando nos conocimos me ayudaste a escapar – rodee con los ojos, era extraño que precisamente el fuera hijo de aquel despiadado hombre – Estaba sedienta por culpa del maldito de tu “padre”… me llevaba persiguiendo casi dos semanas y no había probado sangre “humana” gracias a que tenia a una tropa de imbéciles tras mi sombra… ese día llegue a la estancia de su casa y tu andabas parece medio drogado – no recordaba bien eso, ¿o a caso era que estaba ocultando algo? Suspire como si me faltara el aire y me moví rápidamente hasta la chimenea – Te ocupe de escudo cuando intentaban capturarme – no era un grato recuerdo pero así habían sido las cosas – y ahí probé tu sangre… y agradece que no es de mi agrado – bromee, en realidad las cosas eran más turbias, oscuras… eran demasiados hombres contra mí y mi única salida había sido Gregor que para ese tiempo era solo un chiquillo que buscaba diversión a su manera – Si no fuera por ti quizás hubiera muerto… y tengo que decir… que – hice una larga pausa esperando no incomodarlo – Te deje inconsciente y lo lamento – hice un puchero, pero para ese entonces no confiaba tanto en él y le había dejado durmiendo cerca cuando había escapado – Solo di un sorbo de tu sangre – me quede callada y volví a tomar asiento en completo silencio.
Es entretenido jugar con aquellos que se dicen ser cazadores, he estado a punto de morir varias veces, pero ahí es donde saco mi arma mortal, mis dones… poderes o como quieras llamarlos – sonreí con victoria – dejo que crean que me tienen pero cuando están a punto yo ya estoy en sus mentes controlando su voluntad, su forma de pensar y actuar – mi voz se volvió misteriosa, oscura llenad e muchos años haciendo lo mismo – Escapo, soy veloz más que ellos, me mantengo en forma y la sangre humana me ayuda a mantener mis fuerzas intactas, no pueden contra mi… si no fuera así ya estaría en el infierno.
Arlett de Lesseps- Vampiro Clase Alta
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