No hay nada mejor, que una puta con las piernas abiertas. [Libre]

por **Røthgar Sbjören** Sáb Dic 10, 2011 8:54 am

Desea, Teme, Ama

En el más fiel de los silencios Darien Bassarides caminaba por las oscuras calles, bajo aquella gabardina negra y sus manos enguantadas en aquellos fieles guantes de cuero negro. Necesitaba calor humano aquella noche y que mejor que acudir al lugar donde se auguraban gemidos, alcohol putas y escándalo a puertas cerradas.

Los días pasaban y su mirada residía en un sinfín de recuerdos. Mirada crítica, mirada insólita la cual buscaba aquella mujer con la que yacer aquella noche. Sin desproverse de aquella gabardina acudió al salon central, donde mesas y muchachas ligeras de ropas tanto como de cascos caminaban de forma sugerente. Una delicia, pero aquella noche quería algo especial, sensacional. El era como la miel, que las abejas se esmeraban por tomar, fuese cual fuese el precio a cambio de aquello. Pues como bien que se precie, aquel hombre tenía una reputación elevada, más siquiera que alguno de los ducados del país. El podía bien tratar por injurias a cualquiera que le tocase la moral más de la cuenta. De hecho, carecía de escrúpulos y de sentimiento alguno, por el mero hecho de que así había nacido.

Con cierta velocidad a su mesa le fueron traidos una copa y algo más de tomar. Bajo la mirada de una muchacha que guiñaba el ojo tras morder la oreja de aquel brujo. Susurrante.

- ¿Quiere algo más..?

- Puedes irte. - Dijo meramente. Esperando a aquella que captase su atencion aquella noche, todas eran iguales y esperaba poder encontrar la excepción aquella noche.

por **Henriette Blois** Dom Dic 18, 2011 10:14 pm

Había llegado tarde pues varias cosas me habían distraído antes de llegar al burdel, entré por la puerta trasera y fui corriendo a mi habitación para ponerme el atuendo adecuado para empezar una estupenda noche, o al menos eso esperaba, saqué del pequeño ropero que tenía ahí algunas de las ropas que más me gustaban, tome un corsé color vino y una falda del mismo, si así se le podía llamar a ese pedazo de tela que apenas llegaba a la mitad de mis muslos, un liguero, medias de seda negras y tacones terminaron mi conjunto.

Me senté frente al espejo acomode mi cabello, y me puse una gargantilla que acababa de comprar, pinte mis labios de rojo, ya que la experiencia me había dicho que ese color invitaba a besar y a pecar, aunque para mi lo nada de lo que hacía era pecado ¿Qué tenía de malo complacer a los demás? ¿No era eso lo que debiamos hacer, ayudar a nuestros semejantes?

Terminado esto salí de mi habitación, para encontrarme con más de una de mis compañeras ya en acción, por lo que aceleré un poco más mi andar, al mismo tiempo que acentuaba el movimiento de mis caderas, bajé de las escaleras buscando a mi alrededor algún posible cliente, pero al parecer no busque bien, así que decidí hacer lago que casi no hacia, dejar que me eligieran. Me acerqué a la barra del bar primero -Dame un whisky cariño tengo algo de sed- Tomé mi trago y me dirigí a una de las mesas solas, quería llamar la atención, así que en vez de sentarme en la silla me senté en la mesa, cruzando las piernas, esperando que alguien me notara.

por **Røthgar Sbjören** Mar Feb 21, 2012 9:25 am

No mostraba jamás signos de debilidades, siempre, su forma de ser había sido y será dura, estricta, como lo que era: "El verdugo del rey" junto con su hermano Dacian. Las cosas los últimos días le habian dejado más de un quebradero de cabeza, y tan solo por el mero hecho de cargar con las memeces ajenas. Todo sería ideal si todo aquel supiese su posición dentro del reinado: los pobres en sus cochambrosas casas y no jugando a ser héroes, las putas a abrirse de piernas cada vez que entraba hambre de carne y no jugando a lo que no eran: princesas reputadas. Todo era sencillo, y a la vez excitante, el desalojar a quien no pagaba impuestos de sus casas por el simple hecho de haber lanzado una mala mirada a los guardias, era... fascinante.

Una de las muchachas ansiosa por obtener dinero, parecía saber quien era él y por ello bajó veloz hacia su entrepierna para estimularle, su boca parecía salivar con la pronta idea, pero eso era un completo error, él no buscaba correrse en la primera mamada, quería una noche de sexo bien definida por lo que antes de que sacase nada afuera aferró con su mano el cabello de la puta.

- Ten cuidado con lo que haces si no quieres que mi cuchillo rebane tu intimidad para que no puedas conseguir placer jamás. - El susurro del jóven Bassarides parecía macabro, pero el erotismo que proporcionaba estaba muy lejos del significado de sus palabras.

Las mujeres en aquel lugar parecían no mas que gatas en celo, Darien divertido y a la vez con aquel rostro sumido en completa seriedad apretó los labios en seña de su último trago. Tomó su vaso y tras ello observando a su alrededor dispuso que entonces no había nadie que reclamase a tan descarada felina que sobre la mesa, había dejado parte de su trabajo. Darien, de forma desenfadada y descaradamente puso el vaso sobre la mano de la jóven a la cual se podría decir que "había elegido" como dándole pié a que le llevase el vaso a la habitación. Sin mediar palabra alguna tomó camino delante de ella haciendo aquello demostrar que era su terreno.

por **Henriette Blois** Jue Mar 22, 2012 9:14 pm

No había pasado mucho tiempo cuando sentí sus una mirada sobre mí, de reojo pude observar cómo se acercaba, cuando lo tuve enfrente lo analice rápidamente, sí, eso era lo que buscaba, hubiera sido horrible el que se me acercará un hombre que no me gustará tener que recharzarlo y buscar a otro hubiese sido aburrido y estresante, pero por el momento el estaba bien.

Puso su copa en mi mano, vaya forma de demostrarme que me elegía, así, sin palabras, pude notar entonces que era alguien que se iba sin rodeos, directo al grano, y al parecer le gustaba hacer las cosas como él quería, pues después de este hecho no se digno a hablar, solo camino esperando que lo siguiera y así lo hice. Pasamos junto a la barra apresuradamente me dirigí al cantinero –Dame una botella de vino, anda- La recibí inmediatamente y seguí tras ese misterioso hombre, con la botella en una mano y la copa en la otra, balanceando lentamente mis caderas, hábito demasiado arraigado pero que funcionaba de maravilla si de llamar la atención se trataba.

De repente la curiosidad me ganó, quería oír su voz, saber quién era él, así que me detuve justo a un lado de la puerta de mi habitación ya que estábamos ahí y me recargue en la pared –Es por aquí, Monsieur- Dije alzando un poco la voz y volteando a verlo, al mismo tiempo que llenaba la copa y extendía mi mano hacía él, utilizando un poco el gesto que él había hecho momentos antes.

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