Distrayendo la mente [LIBRE]

por **Ludimila** Sáb Dic 10, 2011 11:05 am

No sabia como había acabado ahí, pero allí estaba, con la tercera copa bebida y el mundo dando vueltas alrededor de ella.

Aquel día había sido agotador, para empezar,se perdió en una grande avenida y estuvo como máximo dos horas intentando salir de ese maremagnum de personas.

Al menos esperaba que en París fueran un poco más considerados con alguien extranjero, algunos señoritos no lo eran con nadie, gran desilusión que se llevo la rusa.
Y es que su estrafalario acento no ayudaba y menos su pronunciación, la joven muchas veces se moría de vergüenza al no saber vocalizar bien una palabra por muy educado que se presentara el interlocutor, ella sabia que en el fondo le tenia lastima.

Y para colmo su representante no había hecho acto de presencia. Estaba empezando a temer que había sido abandonada a su suerte y que tendría que apañárselas sola, pero ella no quería de esa manera, no, juro no volver a ser una mercancía que un asqueroso empresario pudiera tocar cuando quisiera.

Ya era de noche y el frió se volvía más intenso. Acostumbrada estaba, pero cuando alguien tiene el cuerpo debilitado siente peor las inclemencias del cuerpo. Por eso, cuando la rusa vio ese local, aparentemente acogedor e iluminado, entro sin dudar, con la orden de un buen vaso de Vodka....y ahora ya iba por el tercero.

Suspiro. Rebusco en su bolso y saco la cantidad exacta. Al levantarse sintió un leve mareo, quien la viese vería a una dama tambaleándose con una sonrisa tonta en los labios.

Mejor era irse de ahi...que ya estaba entrada la noche.....

por **Adso de Melk** Miér Ene 04, 2012 10:27 pm

Aquella noche Adso había pasado sólo un breve rato frente a los antiguos manuscritos que usualmente ocupaban su atención; algo lo tenía bloqueado y se sentía incapaz de avanzar en sus meticulosos análisis. Necesitaba tomar aire. Antes de salir de la buhardilla que utilizaba como estudio, se colocó un anticuado pero elegante abrigo negro. Sus pasos resonaron por la escalera del viejo edificio y cuando salió a la calle el viento frío lo golpeó con violencia en la cara, pero lo recibió con gusto, pues en eso justamente pensaba cuando pensó en tomar aire; llenó sus pulmones con la brisa helada y comenzó a caminar.

París no le atraía precisamente, todas esas ideas modernas que se gestaban en ella le parecían el símbolo de una perversión sin precedentes, de la que sólo podría librarlos la santa mano de la iglesia; por doquier se veían señales de la degeneración: proliferaban los lugares destinados a los vicios y también (lo sabía, por eso había sido enviado a esa maldita ciudad) las criaturas sobrenaturales que envilecían el mundo. Adso no estaba contento, pero la resignación era su consuelo, saber que cumplía con su sagrada misión; aunque justo en esos momentos hubiera tenido que escaparse de ella. Lanzó un bufido de cansancio y trató de no pensar en nada, esa era la mejor estrategia para recobrar la claridad del pensamiento.

Siguió caminando y pronto se internó por calles ligeramente más pobladas que el barrio donde se alojaba. Comenzaba a abrirse su innatural apetito y el sufrimiento que èste llevaba consigo. Otra vez matar, otra vez pecar para sobrevivir y seguir sirviendo al Altísmo. Pasó frente a un establecimiento que claramente era una taberna o algo parecido: podía oír el bullicio con su finísimo oído, hasta su nariz llegaba el olor del vino, el humo y la sangre de los humanos que allí se congregaban. Pensó que era justo lo que necesitaba, en esos sitios no era difícil hallar truhanes que se transformaran en un banquete como era debido.

Se dispuso a entrar, alzándose ligeramente el cuello del abrigo para camuflar un poco su pàlida tez; pero en el preciso momento en que atravesaba la puerta, una tambaleante joven que salía del lugar fue a estrellarse con él, haciendo que ambos casi fueran a dar a la acera helada.

por **Ludimila** Jue Ene 05, 2012 4:58 am

El frió viento le supuso un refrescante despertar a la rusa, sintió como la pesadez de sus parpados se disipaba poco a poco y ya era más dueña de sus propios movimientos, pero aun estaba algo espesa para controlar sus actos.

Pero nada más abrir la puerta sintió un golpe frontal, la rusa creyo ver las estrellas haciendo que esta se tambaleara y diera unos pasos atras, gimiendo por la confusión y por el maldito embrujo que habia ejercido sobre ella el alcohol.

Parpadeo varias veces, era incapaz de despegar completamente sus parpados, parecía como si aquel fuerte encontronazo la hubiera atontado de nuevo, más cuando pudo adaptarse a la visión nocturna, se dio cuenta de que se trataba de un hombre de apariencia seria, elegante y a la vez extraña. Ludimila pudo notar que había algo en el...su manera de vestir era soberbia pero claramente indicaba que dinero no le faltaba, a juzgar por el abrigo que vestía.

Más, aunque por mucho que lo pensara, notaba algo raro, algo sobrenatural, quizá era el alcohol que le estaba jugando una mala pasada, pero que ella supiera no había bebido absenta aquella noche.

Se apoyo en la pared del local con un leve suspiro, ordenando sus cabellos azabaches y miro de nuevo al hombre, a los ojos sin ningún miramiento, adquirió el gesto más humilde y agradable que tenia.

-eh..perdone, perdone-articulo de manera torpe, ahora además de tener limitaciones con el francés andaba borracha y aquello era una autentica tortura- ¿encontrar bien? aaah....espero no lastimar ni nada de eso-ahora dio un respingo, le comenzaba a doler la cabeza, sin embargo no perdió la sonrisa que ya empezaba a parecer un poco forzada, la verdad es que le apetecía morirse y desaparecer de ahí, ¿el día tenia que acabar tan mal? Sabia que los ricachones a veces se lo tomaban todo como una ofensa y a saber que haría hombre así entrando en un local como ese, trago un poco de saliva, pero agallas no le faltarían si este se ponía farruco con ella.

Sus ojos violetas dieron un ultimo repaso a aquel señor, escudriñando cada detalle..... inútilmente ya que a veces lo veía doble.

por **Adso de Melk** Vie Ene 06, 2012 12:11 am

Recuperado de la sorpresiva colisión, Adso tomó por la muñeca a la joven con firmeza, pero midiendo sus fuerzas para no hacerle daño, y la apartó con un gesto de fastidio. Aceptó la disculpa y se sacudió el abrigo casi por reflejo, aunque no hubiera motivo para ello. Percibió el olor a alcohol en el aliento de la mujer y la miró con desdén, de arriba hacia abajo. La expresión de su rostro era desagradable; y tal vez a la pobre joven no le hubiera ido tan mal si el sujeto no fuera precisamente Adso, quien despreciaba a las féminas por encima de todo, excepto sobre los engendros de Satán, como él los llamaba. Había sido una mujer la causante del pecado original y también la causante de su desgracia, con eso bastaba... no recordaba a otras mujeres como la virgen o su propia madre, pues la gente sólo suele recordar lo que le es más conveniente.

La joven se hallaba en un estado de confusión acrecentado porque la figura torva con que había chocado se había quedado como sumida en una especie de trance, sin moverse y sin cambiar el semblante adusto. La mirada insistente de la mujer fue como un aguijòn clavándose en su frente, lo que le despertó, llevándolo a observarla con un poco más de calma. Ella tenía los ojos de un color extraño, casi mágico, lo que de inmediato lo hizo pensar en una bruja, pero definitivamente ningùn efluvio sobrenatural se desprendía de ella; también supo que no se trataba de una cualquiera, pues a pesar de las ordinarias ropas, no eran del tipo que mostrara los atributos comerciables más visibles de su cuerpo; incluso pudo percibir cierta inocencia. Hizo un ruido gutural que denotaba exasperación, pues no necesitaba más tribulaciones esa noche, pero de todos modos parecía que esa posibilidad se había esfumado.En determinado momento pensó en usarla a ella para saciar su hambre, pero como no pudo detectar maldad en sus pensamientos o en su alma, desistió.

-Una mujer decente no debería frecuentar este tipo de antro- le espetó, pero no hizo ningún intento de marcharse, más bien se partó de la entrada, dejando el paso libre.

por **Ludimila** Vie Ene 06, 2012 5:46 am

Bueno, pues no había sido tan malo, parecía ser que aquel caballero era un gruñón y un cascarrabias pero no la había emprendido cruelmente.

Es más Ludimila se sorprendió ante la afirmación del hombre...¿ella¿ ¿decente? Si no le doliese tanto la cabeza hubiera estallado en carcajadas...Bueno, ella si que se consideraba decente, lo que no se esperaba es que la sociedad hiciera lo mismo, sobre todo un caballero de aquellas características, sentía que tenia cierta vinculación con lo divino...¿Acaso era un sacerdote? ¡¡Bah!! Daba igual, el caso es que para ella era como si le hubieran recitado un poema.

Sacudió un poco la cabeza...le ponía un poco nerviosa que la analizara de aquella manera, más le resto importancia y suspiro, recomponiendo el porte.

-En sitio como este....-repitió de manera lenta...pero recomponiendo sus fuerzas poco a poco-se sorprendería saber que almas haber en sitios como este-Ludimila le quito importancia, muy pocas veces le habían molestado o intentado tocar, ella pensaba que ahí se reunían desgraciados como ella, a llorar sus penas y ahogarlas con el alcohol...no consideraba que fueran malos...solo que la vida les habia tratado mal y los demás no lo comprendían. Era una autentica pena ya que entre esas tristes almas se encontraban personas brillantes o personas realmente buenas.

El dolor de cabeza volvió a la carga y Ludimila se llevo una mano a la cabeza....basta de parlotear, ya empezaba a refrescar y de la taberna se podía sentir un calorcillo agradable que no cambiaría por nada del mundo.

-ejem...caballero, por molestias le invito a un trago-se retiro la mano de la cabeza-y de paso yo tomar café para esta resaca...-aprovechando que este se había hecho a un lado, volvió a entrar en el bar con un poco más de agilidad y continuo andando sin girarse para asegurarse de que este le seguía. Si aceptaba la invitación bien..y si no pues un dinerillo que se ahorraba, Ludimila lo hacia de buen grado pero no iba a obligar a nadie que aceptara.

Se sentó en una mesa un poco a la penumbra, pensando en el caballero, quizá le molestaría entrar en el centro de la multitud y no deseaba estar en aquel ambiente..porque realmente...¿que hacia un hombre como ese en un lugar así?

Spoiler:

por **Adso de Melk** Lun Ene 09, 2012 12:07 pm

Adso estaba claramente perturbado. Había aceptado la oferta de la chica de entrar sólo como un gesto de cortesía que ahora veía como un absurdo más de los tantos que plagaban su vida. Se sentó a su lado pero rechazó beber algo (¿de qué otro modo podía ser?), alegando que en realidad sólo había ido a buscar a alguien. -Pero creo que no aparecerá- dijo por fin, mintiendo, decidido a dejar su propósito para más tarde.

Había notado que así sería más fácil llevar a cabo su búsqueda, sin temor a verse demasiado sospechoso, a pesar de que no se hallara del todo cómodo con la compañía. Aunque él era una clara muestra de que el mundo no sólo se componía de blanco y negro, no le resultaba nada fácil concebir en su mente medieval que una mujer ebria no encerrase vicios morales o maldad alguna; pero eso se debía a que era más fácil creer que no existe ningún matiz intermedio.

Volvió a mirar a la joven, había notado un acento extraño en ella cuando habló y también una marcada dificultad para hilar de manera adecuada las palabras, además de la provocada por el alcohol, desde luego. -Mj- gruñó - en realidad no sé de qué le sirve mi presencia, mademoiselle. No soy muy hablador, pero me inquieta saber qué hace aquí.

Se había despertado su curiosidad. Se encorvó sobre la mesa y recargó los codos en ella, mientras esperaba que ella le contestara. El aire se encontraba ligeramente saturado, pero no se parecía al de su húmeda guarida, este rezumaba vida. Se sintió extrañamente aliviado, por un momento tal vez podría despejarse, encontrar un poco de claridad... en más de un sentido.

por **Ludimila** Lun Ene 09, 2012 2:40 pm

-¡¡ café!!-pidió la joven elevando la voz, luego se acomodo bien en su asiento y miro a su improvisado compañero.

-oh-resoplo-si ser usted, no dirigiría palabra al que le dio plantón-tamborileo con los dedos en la mesa-haber gente muuuy desconsiderada por el mundo.

Oh, por supuesto que si, como por ejemplo su representante, frunció el ceño, levemente enfadada. Y si se encontrara con Elizabetha...¡¡menuda le montaría!!.

-ah...pues realidad..nada-sonrió abiertamente. Una sonrisa tonta más que nada por el efecto del alcohol en sus neuronas-pero yo también preguntar que hacer usted aceptando mi compañía-la rusa suspiro, frotándose un poco los ojos, algo cansada, se bebería el café y se marcharía a casa a dormir hasta no saber que hora- la verdad, debería haber pedido algo ¡¡salir gratis!!-se rió un poco-nadie reprochar nada..ah.. llámeme Ludimila.

Al final apareció una mesera con un café humeante, Ludimila le pago el precio debido y cogió la taza, concentrándose en su calor.

-realmente...-dio un sorbo a su café-solo estar ahogando penas...

-oh...¿poder saber su nombre caballero?-inquirió esta arqueando una ceja, bastante curiosa, la cafeína ya iba despejandola y cada vez su tono ebrio iba disipándose.

Miro otra ves, de forma discreta, a la luz del bar podía apreciar mejor sus rasgos..¡¡no estaba nada mal!! pensó la joven, pero lucia tan serio...y tan extraño.....que fuese callado no era problema, Ludimila siempre tenia algo que comentar....

por **Adso de Melk** Jue Ene 12, 2012 12:45 am

Cómo hablaba esa joven. Se encogió de hombros cuando le preguntó por qué había aceptado su compañía, en realidad él tampoco lo tenía muy claro. Y volvió a rehusar la invitación, él no podía beber más que una cosa, y èsa no estaba en la carta; le agradeció el gesto nuevamente. Se turbó un poco, ¿habrìa cambiado la existencia que llevaba por otra? Tal vez, pero estaba convencido de que, a final de cuentas, esa era la misión que Dios le había asignado y él no era nadie para contradecir sus designios: los caminos del señor son inescrutables.

La mirada de la mujer lo incomodaba un poco, parecía examinarlo como él mismo había hecho hacía un rato con ella, pero de una manera distinta. Así que ahogaba sus penas... pero qué penas podría tener alguien tan joven y tan... vivo. Si tan solo ella supiera lo que él había padecido durante siglos, tal vez recapacitara y dejara de embriagarse por nimiedades; pero eso no podía decirlo ¿o sí? ¿Qué sabía él de cómo hablar con una mujer? El único trato que había tenido con ellas a lo largo de su vida se reducía a encuentros esporádicos y superficiales, cuando no eran el objeto de su furia y su hambre vampìrica. Pronunció su nombre lentamente: - Ludimila... yo soy Adso.

La rudeza se había evaporado de sus palabras, quizà en parte por que le hacía gracia la locuacidad de Ludimila o llevado por un sentimiento de cansancio que ya no le permitía seguir manteniendo esa actitud hostil hacia las mujeres solo por que sí. Probablemente si se hubiera tratado de una vulgar prostituta, no habría dudado en zaherirla lo suficiente como para hacerla cambiar de rumbo. Pero esta chica no parecía una oveja perdida... bueno, sí que parecía algo perdida, pero no en lo referente a su virtud. Una voz en su interior le decía "ella es inocente, ella no te ha hecho ningún daño" y él sabía que era cierto, por eso no se arrepintió de haberse ablandado un poco. Por fin preguntó algo. -¿Y qué penas son esas que necesita ahogar con algo tan ordinario como el alcohol?-.

Vio tristeza en sus ojos y de nuevo no supo cómo reaccionar, què responder. -Debe perdonar mi rudeza, pero hace siglos que no cruzo más de dos palabras con una mujer-. ¡Pero había dicho siglos! Y ya era muy tarde para corregirlo; luego recordó que las hipèrboles como esa eran de uso bastante corriente y confiò en que ella lo interpretara de ese modo.

por **Ludimila** Jue Ene 12, 2012 7:51 pm

-Adso-repitió la joven.

No sonaba muy francés...entonces..¡¡era extranjero como ella!!! más el dominaba perfectamente el francés....

-Así que ser de fuera- la joven suspiro, mirando al frente, con cierta expresión melancólica-creo que poder entender-la joven comenzó a girar la tacita de manera lenta, con parsimonia, perdiéndose en el negro liquido de la taza.

-bebo por...porque echar menos mi patria-se llevo una mano a la frente, luego sus ojos violáceos miraron a Adso-bueno...-dudo un instante...¿de verdad le interesaba a ese caballero lo que sucedía?..En fin, él había preguntado y Ludimila necesitaba descargarse con alguien-¡¡lo peor ser..que..que..no me apreciar por habilidades y solo querer tocar mi cuerpo!!! No consigo lograr trabajo-se mordió los labios un poco enfadada, pero se tranquilizo de inmediato.

Por su parte, su acompañante parecía tal vez un poco perdido en aquella situación, ante su escusa, Ludmimila río suavemente..Ese argumento le pareció adorable...pero ¿que clase de hombre no trataría con mujeres? Tal vez era alguien anti social que estaba harto de los demás y prefería encerrarse en su mundo...o un militar consagrado a su trabajo o un sacerdote...

-vale-esta apoyo los codos sobre la mesa, sujetándose la cara con el dorso de la mano-no hace falta escusar....no siempre ser bueno en todo-de todas formas, Ludimila no podía creer que un hombre así de atractivo no se relacionase con mujeres-¿y por qué? ¿viudo? ¿cura?

Lo cierto es que la rusa sentía que aquel hombre tenia alguna vinculación con lo divino..su forma de vestir, hablar...tal vez la ultima opción fuera más probable, normalmente los viudos enseguida rehacían su vida con alguien. después, su torpeza y sequedad a la hora de hablar con ella no decía nada a su favor y tampoco, además de que había rechazado su invitación....arqueo una ceja pensativa...¿acaso los sacerdotes no bebían vino en la misa? Sacudió la cabeza ya que estaba sacando las cosas de quicio...pero deseo que no fuera así..ya que ella hacia años que no cruzaba palabras con un cura.

por **Adso de Melk** Vie Ene 13, 2012 5:53 pm

-Sí, de fuera... el Sacro Imperio Germánico-. Él ya no recordaba lo que era extrañar su hogar: había pasado tanto tiempo y la resignación se instaló en su espíritu como el único medio de aceptar que no podía volver y procuraba no dejar que ese viejo dolor ensombreciera más su vida; pero comprendía el pesar de la joven.

Se sentía extraño con aquellas confidencias. Ciertamente no se habría imaginado que una mujer pudiera sentirse de ese modo... es decir, respecto al trato que le daban los hombres; todo el tiempo que llevaba en el mundo creyó que las mujeres propiciaban los encuentros carnales y distraían a los hombres de lo que en realidad era importante, siempre las había considerado seres inferiores e indignos. A pesar de los siglos, su visión se hallaba reducida sólo a lo que el pensamiento religioso enseñaba y nada más; tampoco es que hubiera tenido muchas oportunidades de profundizar en el conocimiento de la humanidad; las lecturas en las que se enfrascaba eran casi siempre textos sagrados o relacionados con los engendros que la inquisición se dedicaba a perseguir y destruir. Sin embargo, ahora tenía la ocasión de aprender un poco más.

¿Sabría la chica lo que estaba desencadenando en esa vieja conciencia casi petrificada? No, seguramente no... Sintió desprecio por los hombres que hubieran osado agrederla, sintió asco por ellos. Suspiró.

Ella no pareció dar mucha importancia a su torpeza verbal y él lo agradeció. Pero ¿viudo?, ¿sacerdote? Por primera vez en mucho tiempo, Adso profirió una breve y sincera carcajada. Nunca se había detenido a pensar en cómo lo vería la gente y esa impresión lo tomaba desprevenido. -Pues ninguna de las dos cosas. Sólo soy un simple bibliotecario- no mintió, pero tampoco podía decirle quién era en realidad, no podía revelar nada. Esa era una de las grandes maldiciones que pesaban sobre él: debía vagar por la tierra en soledad... Sintió tristeza por no poder sincerarse con la muchacha como ella lo hacía, aunque fuera solo por esa noche.

-Y usted ¿qué hace? ¿cuál es el motivo para que no la acepte la gente? ¿por qué precisa que la acepten?

por **Ludimila** Vie Ene 13, 2012 8:05 pm

-¡¡Aleman!!-exclamo la chica entusiasmada-por eso usted tener esa voz-asintió entendiéndolo todo-alemanes tener bonito acento, fuerte y profundo.

Cierto era que su país no tenían buenas relaciones con el otro, pero a ella le encantaba todo lo que fuese nuevo, y del Sacro Imperio no tenia mucha idea.

Arqueo levemente las cejas, sorprendida..¿se había reído? ¿aquel hombre serio y huraño se estaba riendo? Ella le acompaño, pero con menos intensidad, ya parecía que el alcohol por el momento se había disipado de su mente y ya podía elucubrar con claridad.

Ciertamente se sintio aliviada al comprobar que no era sacerdote...ni viudo, aunque el ser viudo no suponia ningún problema..asi que bibliotecario, interesante, a pesar de que ella no los tocara mucho, prefería moverse, hacer gimnasia, correr, chillar y pasárselo bien.

-y..¿usted no aburrir? tantas letras y siempre sin hablar...todo silencio ¿que tener de especial libros?- esta se encogió-no decir que me desagradar...pero..preferir otras cosas mas animosas-contesto la joven, con cierta curiosidad...nunca había tenido la oportunidad de hablar con alguien que se dedicara a aquello.

Dio un ultimo sorbo a su taza de café.Se dijo así misma marcharse cuando este se acabara, pero la verdad es que ahora mismo no tenia ninguna intención, ya que la charla se le antojaba agradable, más se mordió el labio ante las ultimas palabras del bibliotecario.

¿por qué quería sentirse aceptada? Era obvio, ella se consideraba una persona buena, con sus fallos, pero sin intención de dañar a nadie, por lo tanto deseaba recibir el mismo afecto de los demás...pero era tan doloroso que siempre le miraran por encima del hombro, malas miradas o comentarios agravantes, hombres que intentaban traspasarse con ella por que así lo exigía el mundo del espectáculo...

-yo ser bailarina-suspiro la joven-mi especialidad ser ballet, pero puedo interpretar otros bailes del mundo...aunque verdad...estoy desesperada por conseguir algo que...hasta haría limpieza de casa con tal de pagar alquiler-bajo la mirada, un poco apesumbrada-y...y...yo solamente querer que..se me reconozca como profesional...por persona honrada...bailar no es malo..entretener a gente no es malo..penso yo...-se recogió un mechón de su pelo-y no querer..¡¡yo no querer robar maridos a nadie!!!- acto seguido la muchacha golpeo la mesa con el puño cerrado, lastimándose los nudillos.

por **Adso de Melk** Lun Ene 16, 2012 12:39 am

-En realidad, soy de Austria- repuso - pero tampoco es que sea muy distinto.

Se preguntaba cómo se le habría ocurrido a ella que pudiera ser un sacerdote, pero luego se distrajo sobre eso, cuando le preguntó si no se aburría de los libros. No entendía muy bien la esencia de su pregunta, ése era y siempre había sido su mundo. Recordaba cada vez más difusamente su infancia, cuando jugaba al aire libre y reía como cualquier niño, pero nunca había sentido desagrado por la soledad y el silencio. - Los libros llenan los huecos que pueda haber dentro de uno - dijo, dejando que las palabras parecieran poco importantes y luego siguió escuchándola atentamente.

Adso estaba estupefacto. La pobre Ludimila tenia tantas cosas en la cabeza que psrecían sobrepasarla y poco a poco comenzó a entender un poco sus motivos para querer sumergirse un rato en la turbiedad que proporciona el vino; él pocas veces había bebido, pero se imaginaba que sería un efecto similar al que tenía la ingestión de sangre en su cabeza: una plácida calidez, luego el olvido momentáneo de las penas.

Debía reconocer que no entendía mucho de lo que ella le decía...¿baile?¿robar maridos? Se sentía un pobre ingenuo, un ser que ignoraba que la gente pudiera sentirse atormentada por asuntos de esa índole. Toda su vida se había dedicado a profundizar en temas que en ese momento no tenían ninguna importancia, no todo el mundo vivía postrándose ante Dios, ni encomendándose a sus divinas manos y rara vez resolvían los problemas guiados por los preceptos que a él lo regían desde los lejanos días del monasterio. Esos asuntos de los que le hablaba la joven eran absolutamente mundanos y a la vez le parecían ridiculamente trascendentes ahora que veía cómo ensombrecían los ojos de esa criatura.

-Deben ser unos idiotas si no son capaces de ver tu bondad, tu franqueza y juzgarte tan superficialmente- había dicho esas palabras desde el fondo de su alma, casi sin que pasaran por el filtro de su mente.- Si yo comprendiera mejor ese mundo que describes, no dudaría en ayudarte y sin embargo ahora siento que lo desprecio sólo por que esa gente sea tan vacía como dices.

En definitiva, la noche se estaba tornando distinta a cualquiera que él hubiera vivido, algo estaba cambiando dentro de su cabeza y de su corazón, pero no sabía con exactitud qué.

por **Ludimila** Dom Ene 22, 2012 3:17 pm

-oh...-esta sonrió levemente-suponer que si...- No había estado en Austria ni en Alemania así que no podía juzgar si eran parecidas o no.

-No se..es que...aprender a leer muy tarde-comento esta en un suspiro, al entrar a servir a una casa le enseñaron a leer para poder ir al mercado o hacer otro tipo de tareas-y..tampoco inspirar mucho amor por ellos, pero....es curioso lo que decir del vacio..tal vez...deba animar.

Poco a poco, la joven pudo sentir como la rabia iba desapareciendo de su cuerpo. Necesitaba descargar sus frustraciones con alguien y Adso había sido de mucha ayuda. Incluso el golpe que había dado en la mesa le había liberado del malestar y el dolor, lo único que, ahora le dolían los nudillos, sentía como palpitaba ante una leve inflamación, pero no le dio mucha importancia.

-No decir esas cosas....-la joven sintió ruborizarse ante tales palabras que le había dedicado el bibliotecario-si me acabar de conocer...ninguno saber como somos...pero gracias por palabras- esta sonrió con verdadero agradecimiento-y no preocupar, con que haber tenido paciencia de escuchar es suficiente.....mi liberar alma de pesares-le miro a los ojos.

¿Quien lo iba a decir? Un hombre que le había mirado con frialdad, con cierto recelo ahora estaba escuchandole de manera encantadora....¡¡si es que hombres así escaseaban!! Ciertamente el cuerpo le pesaba, pero no sentía deseos de largarse de allí, no siempre se encontraba compañía agradable en una taberna a altas horas de la noche. Más en la cabeza de la rusa se formulo la pregunta de a que le había llevado al bibliotecario reunirse con la misteriosa persona que no había aparecido.....Bah ¿qué más daba? Ludimila no veía ningún peligro en el, pero aun seguía percibiendo cierta aura misteriosa alrededor de él.

-La verdad es...-comento esta de repente- que..cuando nosotros chocar...pensar que me iba a reprender como niña chica- esta bajo la mirada algo avergonzada por la confesión, y es que Adso en una primera impresión imponía mucho.

por **Adso de Melk** Mar Ene 24, 2012 5:32 pm

"Los sentimientos son entidades complicadas", pensó, "pueden surgir tan súbita e intensamente como un terremoto y arrasar incluso con las más robustas fortificaciones". Ludimila emanaba una calidez reconfortante que le resultaba extraña. Había vivido en las sombras por espacio de casi 500 años, convencido de ser un monstruo; y ahora llegaba una humana y lo cautivaba con toda su sencillez, recordándole -ni más ni menos- que era capaz de sentir.

No podía precisar o clasificar eso que lo iba invadiendo; pero tuvo un asomo de culpa. Desconocía si le estaba permitido entablar cualquier clase de relación con seres que desconocieran su naturaleza (nunca lo había hecho ni había tenido la inquietud antes)... aunque suponía que no tendría nada de malo siempre y cuando no interfiriera con sus obligaciones.

Reanudó la conversación. -Sí, no estaría mal que intentaras leer un poco; tal vez te ayude a mejorar ese francés-. Quizá había sonado pedante al decir aquello, pero nada estaba más lejos de su intención, sólo le pareció un comentario pertinente y no era consciente de su falta de tacto. Para él era completamente nuevo enterarse de las penurias de la gente de clases "inferiores"... en vida había sido rico y después, al amparo de la Inquisición, pudo mantener los privilegios correspondientes a su rango; no obstante, jamás había despreciado a los humildes, sólo creía que las cosas eran así y cuestionarse demasiado sobre las cosas no era algo que hubiera podido aprender.

Pudo ver el rubor en las mejillas de la chica cuando él -casi instintivamente- se expresó con apasionamiento sobre ella, pero conservó la calma y se limitó a aclararle un poco su reacción. - No deberías avergonzarte o sentirte indigna. Cualquier caballero que se precie de serlo, debería defender la bondad; y aunque es cierto que apenas nos conocemos, puedo decirte que no suelo equivocarme en mis apreciaciones sobre la gente-. No podía decirle que era un vampiro y que había aprendido a distinguir al malvado del justo por que era un inquisidor. Su mirada se había suavizado bastante en ese rato y volvió a sonreir al escucharla decir que había creído que la iba a reprender cuando se encontraron a la entrada de la taberna. Claro que sí tuvo la intención de hacerlo en un principio; pero lo importante fue que pudo contenerse.

Estaba mucho más tranquilo que al salir de su casa, se le había olvidado la sed y comenzaba a sentirse humano... otra vez.

por **Ludimila** Miér Ene 25, 2012 7:24 pm

La rusa arqueo sus oscuras cejas divertida.

-si, eso debo hacer...- titubeo unos instantes-oh, Adso, tu ser librero, poder prestar uno ¿no?-sonrió calidamente- uno propio de mujer de mi edad....si no es molestia..ah ¿donde tiene el lugar?-se apresuro la muchacha, como si el caballero hubiese aceptado la idea.

Ciertamente, ahora Ludimila estaba tan contenta como un cascabel. Sus ojos violetas brillaban de forma risueña y no era precisamente por el alcohol. El tono de su voz era melodioso y alegre.

Mientras Adso hablaba, Ludimila intuyo algo extraño. Tal vez no lo veía tan frío y rudo como antes. Pero no solo era eso, él la miraba de otra manera pero..¿de que manera? La joven suspiro incoscientemente, sumida en aquellos perturbantes pensamientos.

-Pues...entonces gracias- expreso humildemente-ojala todos hombres ser como usted....ser tan bonito sentir comprendida-se cruzo de brazos y apoyo los antebrazos sobre la superficie de la mesa, inclinándose levemente-después de todo, no ser mal dia- afirmo esta con una seguridad sobrecogedora, y es que, la rusa a veces pecaba de atrevida.

Más la rutina que había llevado desde que el sol se asomo por el horizonte había sido agotadora. recorriéndose París a pie, haciendo pruebas y rellenando espantosos formularios que no hacían más que darle dolor de cabeza. La luz del bar a veces era tenue e insuficiente y eso propiciaba un ligero adormecimiento en la muchacha. Y sus músculos estaban cargados y pesados.

-Ay Adso- bostezo Ludimila- mi morir de cansancio...-se quedo unos instantes mirando fijamente al austriaco- ser placer conocerte-en esos instantes ya se arrepentía de haber formulado aquellas palabras. No quería marcharse. Pero se incorporo, ¿Por qué se sentia asi de estupida? Emitiendo un leve gemido por culpa de sus abarrotados músculos-le iré visitar a su lugar de libros- sonrió evidentemente cansada, alargo una mano a modo de despedida...oh...-Oye..¿querer acompañar? ya que su amistad no aparecer ....- la joven cerro la boca inmediatamente. Seguramente desde fuera parecería una propuesta indecente....

-Disculpa- se atrevio a comentar de forma exagerada y abrupta.

por **Adso de Melk** Lun Ene 30, 2012 3:09 pm

Se había quedado pensando en algún libro para Ludimila, pero en su poder sólo tenía antiguas obras religiosas escritas (en su mayoría) en latín y otras referentes a su "objeto de estudio", es decir, nada adecuado; tal vez comprara alguno con el único propósito de obsequiárselo... pero ese pensamiento lo sorprendió: ¿pensaba volver a verla? ¿Se olvidaba a acaso de lo que era?

Sin embargo, esas ideas pasaron a segundo plano. Ella parecía exhausta y hablaba de marcharse, lo cual hubiera sido perfecto, si no le hubiera pedido - ¿se lo había pedido?- que la acompañara. La expresión que se dibujó en su rostro nunca antes la habían ensayado sus músculos y los sintió extraños, demasiado fuera de lugar: los ojos muy abiertos, la mandíbula particularmente tensa. ¿Qué debía responder? Nadie le había solicitado antes que fungiera como escolta o lo que fuera que significara "acompañar" en ese contexto.

La chica parecía haber recuperado la sobriedad, pero era un hecho que correría algún riesgo si se aventuraba a salir sola de un local como aquel y -en su fuero interno- Adso no quería (ni podía permitir) que le pasara algo malo; después de todo, su consciencia no le perdonaría dejarla a su suerte. Y aunque la idea lo incomodaba, accedió. No le dio importancia a la disculpa que Ludimila articuló y tampoco quiso pensar ya demasiado en el asunto: la noche ya era bastante atípica como para esperar que los acontecimientos recobraran un curso normal. -No tengo problema en acompañarte- respondió finalmente-, después de todo, yo mismo dije ser un caballero y no estaría honrando mis palabras si te dejo deambular sola en la oscuridad de las calles, así que vamos-.

Se puso de pie y ofreció la mano a la bailarina para que ella hiciera lo mismo, luego dejó que ella se enganchara a su brazo y se encaminaron hacia el frío exterior. -Tú me mostrarás el camino-.

por **Ludimila** Miér Feb 01, 2012 7:37 pm

La mueca que el austriaco dibujo en su cara fue motivo suficiente para que la joven se sintiera abochornada. Juraría que hasta tenia las orejas rojas.

Pero...¿tan santo era ese hombre que nunca había acompañado a una mujer a su casa?... quería descartar la opción de malpensado, no quería juzgarle de aquella manera ya que este había halagado sus virtudes y no las físicas precisamente, por su cabeza paso la idea de que de verdad no trataba mucho con mujeres y no estaba acostumbrado a ello.

Aunque Ludimila le costaba entender eso, ya que le parecia atractivo y caballeroso.

La joven trago saliva para olvidar aquella incomoda situación y acepto la mano.

-Gracias...gracias...-contesto aliviada.

Pudo sentir que aquella mano estaba un poco fría, más no le dio importancia, se agarro del brazo y se dispusieron a salir. El frío volvió a azotarle en la cara. La rusa se encogió sobre si misma. Tanto tiempo dentro del bar y ahora de repente en las calles heladas, al final quisiese o no notaba el frío. Su nariz enseguida tomo un color rojizo, otorgándole una apariencia graciosa.

-yo...ser valiente- se justifico ella, hinchando el pecho. De verdad lo era, Ludimila era una mujer con agallas-pero...otro día me atracar....y llevar buen susto...y ahora, tan oscuro-hizo una breve pausa- ay...tonta de mi, merecer por salir tarde a beber...-se regaño la joven-espero no molestar Adso.

La joven conducio al bibliotecario hacia mano derecha, ya se encontraban en el centro de París, donde Ludimila vivía. No estaba excesivamente oscuro, ya que aun había gente haciendo vida nocturna. Algun borracho deambulando...un grupo de amigos que reia sin cesar y unas cuantas parejas que, definitivamente, disfrutaban del ambiente. Al menos la rusa había elegido una calle normal, donde estuviese a salvo del peligro.

-¿como que usted estar en París? ¿ Austria no ser bonita? ¡ Oír cosas maravillosas sobre el país....con sus balls y todo aquello- y en ese mismo instante la mente de la joven viajo al mundo de los sueños, donde se imaginaba una gran sala palacial llena de gente distinguida y hermosa marcándose unos pasos- aunque San Petersburgo no quedar atrás- admitió orgullosa- ser ciudad muy señorial...lugar donde vive nuestro amado
zar....-esta suspiro con algo de nostalgia.

Finalmente, rodearon una rotonda hasta llegar a una larga avenida, llena de arboles que le daban un aspecto residencial, más la mayoría de edificios eran tiendas.

-Ya llegamos- anuncio finalmente Ludimila, miro a un edificio sobrio pero elegante, en el portal había un rotulo donde rezaba "Pensión Bleu"-de nuevo....gracias...gracias Adso-la joven sonrió de manera cálida e infinitamente agradecida- después todo, haber buenas personas en París....um....aun no decir en que sitio encontrar...para dejar el libro...

por **Adso de Melk** Miér Feb 08, 2012 12:11 pm

Caminaron hasta salir de los barrios menos glamorosos y pronto se hallaron en una zona de aspecto mucho más respetable donde la gente todavía no terminaba de marcharse a la calidez de sus hogares. Adso escuchaba las palabras de Ludimila como si provinieran de un sueño, todavía sin asimilar bien lo que estaba sucediendo. En su aislamiento nunca se había planteado tener que responder a una situación semejante. De repente sentía el temblor de la chica con el frío y el intento de ésta (tal vez) por buscar un poco de calor en su cuerpo sin lograrlo. "No puedo ofrecerte eso", se dijo.

La pregunta no lo sorprendió. Era totalmente comprensible que suscitara la curiosidad de alguien que se hallaba en París para buscar un mejor destino. -Es una especie de viaje de investigación, estoy buscando algunos datos genealógicos por encargo- era una explicación simple, verdadera y sin más detalles que lo comprometieran-, pero hace ya mucho que no vivo en mi tierra natal, viajo de un lugar a otro si me es necesario-. Su mente se dejó llevar por las imágenes que le describía Ludimila y trató de imaginar el ambiente de las cortes, que seguramente serían similares a lo que había visto en el Vaticano, y le pesó la conciencia de los cambios que había sufrido todo en esos siglos... cambios que pocos mortales (o ninguno) podían imaginar. "La muerte es piadosa", pensó, "y ahora me doy cuenta del verdadero peso de esta maldición: sólo unos ojos cuya visión está limitada por la finitud pueden apreciar la belleza de un momento, yo debo ver el conjunto y lo que viene tras la magnificiencia... que suele ser ruina y podredumbre". -Imagino que debe ser tan hermoso como dices- respondió todavía ausente, pero pronto se detuvieron frente a la casa de la bailarina.

La joven tenía las mejillas y la nariz enrojecidas por el frío, él no lo sentía con la misma intensidad y había sido descortés no darse cuenta de ello, ni darle su abrigo para que se cubriera, pero ya era muy tarde para esas lamentaciones. Ahora se sentía más comprometido con el asunto de libro, para calmar la culpa por su torpeza. - No me agradezcas, has sido tú quien me ha acogido esta noche- no mentía diplomáticamente, era sincero. Pensó un instante antes de responder sobre el libro, no era prudente que ella conociera su refugio ni se adentrara demasiado en sus secretos, pero tampoco quería borrarla así nada más, le agradaba su presencia y sí, quería volver a verla, compartir aunque fuera un poco esa alegría de vivir que ella emanaba por cada poro de su ser. Le sonrió, ya sin experimentar tanta extrañeza ni dificultad al hacerlo. - ¿Te resulta molesto o inconveniente que venga a verte aquí para entregarte uno?- al tiempo que esperaba la respuesta, tomó delicadamente la mano de la joven y la acercó a sus labios para depositar un beso en ella, alzando la vista para toparse con los ojos violeta. -Prometo que será uno que te entretenga-.

por **Ludimila** Jue Feb 09, 2012 8:55 am

-¡oh, entonces viajar y ver muchos sitios!-comento entusiasmada la rusa, ya el trabajo que desempeñaba Adso le era de menos, le sonaba a difícil y aburrido, ahora lo que le interesaba era saber a que lugares había viajado-Yo solo ir por toda Rusia y parte de España ¿estar ahí? ser un país bonito y agradable-Ludimila rememoro en su mente el viaje a Barcelona y a Málaga, dos ciudades bien distintas pero encantadoras.

Más recorrerse toda Rusia no era poca cosa, debido a la amplitud del país y la diferencias kilométricas que había de una ciudad a otra, sumando el frío, era sin duda, un viaje tortuoso.

Arqueo una ceja, entonces, a juzgar por sus ultimas declaraciones, el bibliotecario no había tenido oportunidad de estar en la corte. Suspiro para si misma, a veces era demasiado fantasiosa, pero soñar era gratis.

-¿aqui?...-enmudeció, cuando este tomo su mano y deposito un beso sobre ella. Ludimila sintió como su corazón daba un vuelco y como el labio inferior le temblaba ligeramente al no saber que hacer o decir. esto era nuevo para ella ya que nunca había reaccionado así con un hombre.

Trago saliva y espero a que el calor que estaba sintiendo el pecho se disipara. Instintivamente bajo la mirada porque se sentía como una niña pequeña y no quería que le viera con esa reacción tan tonta.

-Bueno....-irremediablemente pensó en su insufrible casera-esto ser...residencia femenina...-dirigió su mirada a las ventanas, no se explicaba como no estaba la otra fisgoneando al oír ruido en la calle. Regreso su mirada a la de Adso, en aquel instante le parecían hipnotizantes- bah ¡dar igual! No molestar para nada Adso, solo saber que hay bruja malhumorada...pero ser inofensiva si se sabe tratar-rió levemente-decir cuando pasar y yo esperar-señalo con el dedo a una ventana que se encontraba a la derecha-ser primer piso, numero 34.

Pestañeo curiosa.
-¿como ser eso de que yo acoger? si solo dar dolor de cabeza con problemas-se cruzo de brazos-en fin...esperar con ganas libro.

Spoiler:

por **Adso de Melk** Lun Feb 13, 2012 4:51 pm

¿Basta una noche para demoler una convicción que ha sido petrificada por los siglos?

¿Cómo era posible que un rato de charla banal fuera suficiente para que un redomado misógino como él dejara de sentir asco y desprecio por una mujer?

Últimamente su cabeza era un lío y si sabía donde estaba parado era gracias a que no era un simple ente errabundo que viviera a merced de sus pasiones; no, no era como el resto de los inmortales cuyo propósito en la ¿vida? se basaba en lo que les dictaba su sed de sangre y su capricho en turno… él tenía un propósito; pero ahora su mundo sufría una sacudida.

-Sí, viajo mucho, pero casi siempre suele ser para ver alguna biblioteca en donde haya libros raros o antiguos que puedan serme de utilidad- y sí que había visto España, pero sólo de noche y no precisamente en visitas de placer, por lo que mejor guardó silencio.

La sola pretensión de formar un vínculo sin que hubieran de por medio órdenes, jerarquías, búsquedas o trabajo le era tan extraño como ese deseo que comenzaba a sentir de no estar solo. Después de todo, ¿qué daño podría hacer esa joven cuya mezcla de ingenuidad y autosuficiencia había despertado en él su lado menos duro?

“Cómo me gustaría ser infalible”, pensó; pero sabía que esa era una cualidad a la que nadie en el mundo podía aspirar y suspiró resignado: quizá esa era la desventaja de conservar un lado humano. Iba llegando el momento de despedirse por esa noche y el hecho de que tenía una especie de cita con ella le pasó desapercibido hasta que verbalizó su respuesta: -Entonces vendré a buscarte una de estas noches, con un libro entre las manos, para que no tengas que buscar distracción en las tabernas-.

Miró a Ludimila y descubrió que además de todo le tenía un poco de envidia: en ese momento ella era un ser digno de entrar en el Paraíso, aun con los tragos encima. Los ojos de Adso se entristecieron. ¿Era por eso que no la había despachado desde el primer momento? ¿Tenía alguna esperanza de que – de alguna manera- su compañía lo acercara a la redención? No tenía la respuesta a esos cuestionamientos.

-No te preocupes por la bruja malhumorada, sé cómo tratar a esa clase de personas- memorizó las indicaciones que le dio sobre su vivienda y pensó en qué fecha fijar para el próximo encuentro.-Espérame dentro de un par de noches- le dijo y, aunque se resistía, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia las sórdidas y oscuras calles por donde habían venido…quizá ahí pudiera encontrar alimento antes de volver a su buhardilla, a sus libros y a pensar en un título para obsequiarle a esa pequeña desconocida que se había metido en su vida de golpe (literalmente). Antes de alejarse demasiado, se volvió y se despidió con la mano. –Hasta pronto, Ludimila-.

Spoiler:

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