Mente nublada

Hice un simple gesto con la mano para que el muchacho me sirviese otra copa.

Aun no sabia muy bien que había allí, entre borrachos, lardos, prostitutas y seres que no tenían responsabilidades, pero yo no tenia nada mejor que hacer. El muchacho que trabajaba de camarero, seguramente hijo del dueño, no era más que un chico de apenas dieciséis años, de brazos delgados y espalda ancha. Me lleno la copa con aquel liquido casi transparente y espero impaciente a que le pagara. No era de esperar querer cobrar nada más servir y no tener miedo a que me marchase corriendo. Puse una moneda de plata en su mano y pareció sorprenderse al descubrir una mano de mujer, pero no hizo preguntas y marcho.

La taberna estaba llena y el aire era pesado. Yo me mantenía en un rincón sola en una pequeña mesa para tres personas mientras daba otro sorbo de sake. Era por lo único que iba a aquel local, era de los pocas tabernas que servían aquel licor de oriente. Recordé a mi abuelo y como por la noche lo bebía. Mi padre por otro lado no parecía gustarle mucho.

Mientras seguía el ruido de fondo y yo me hundía en mis pensamientos que se empezaban a nublar, el joven camarero derramo una gran jarra de cerveza encima de un hombre de gran estatura y que gritaba más que le resto. La montaña cogió al chico por el cuello mientras gritaba y lo zarandeaba, pero solo fue cuando le levanto la mano cuando actué. Cogí unos de los diminutos palillos de madera que había encima de la mesa y lo lance sin apenas moverme hacia la muñeca del borracho clavando lo entero. Necesitaría unas pinzas para quitárselo. El hombre soltó al chico y chillo quien había sido. El bar quedo en un profundo silencio, menos por mi, que seguí bebiendo mientras hacia ruido al beber. Mi cabeza no funcionaba muy bien. La gran mole se acerco, puso su mano de golpe encima de la mesa y empezó a gritar cosas mientras se le escapaba saliva.

Yo, solo permanecía en silencio mientras notaba el sake en mi cabeza.

Me encontraba en una taberna de los barrios bajos donde se juntaba la chusma y la clase media y baja, era una taberna donde servían buen alcohol y comida, se podía encontrar compañía con facilidad y era un lugar propicio si querías demostrar tu fuerza, también era un lugar esquisito para encontrar algo de alimento de las prostitutas del lugar, ya nadie se preocupa por ellas y te las puedes llevar a un lugar apartado y tranquilo.

Me encontraba alimentándome de una dama en una de sus habitaciones, pequeña, ligeramente decorada, con muebles simples y de madera corriente, con pocos detalles, un par de lamparas, una cama, con su tocador enfrentado, un baño pequeño con lo necesario para pasar unos días situado a la derecha del tocador tras una cortina de tela medio transparente. De repente en mitad de mi comida, un enorme estruendo escuche en el bar de abajo, seguido de palabras mal sonantes de un grupo de personas, deje a la inconsciente dama de burdel en la cama, la verdad no me gustaba llamar la atención, por lo que nunca mataba a mis presas, a no ser que fuera necesario, me limpie la sangre que corría por mi barbilla, me desabroche la camisa para disimular que estaba haciendo algo, dejando ver algo de mi torso y un poco de aquella oscura cicatriz que me recorvada mi pasado y mis razones sobre mi vida, recogí mi abrigo, con la otra mano libre palpe si estaba enfundada en mi espalda mi preciada arma, y me dirigí al pasillo. Llegue a al pasillo donde se veía lo que ocurría abajo, me subí al barandado de madera el cual crujió como si fuese a romperse al subirme de un salto, observe la situación con atención y calma, me fije en un chico rodeado de personas un tanto escasas de moral, imagine que por alguna u otra razón querrían linchar a aquel pobre chaval, otra persona, que parecía mas un oso que persona, estaba golpeando y hablando malamente a gritos a un personaje que no terminaba de ver ya que se encontraba detrás de el, aunque el aroma dulce que desprendía me quería sonar de algo y me resultaba algo familiar.

Desde las alturas leí un par de mentes concretas para enterarme de que iba todo el asunto, y comencé a hablar con cierto tono alegre y despreocupado - primero...., que son todos estos gritos, hay gente que quiere concentrarse, y segundo - señale al chico del suelo - me gustaría saber que os a echo para intentar lincharle - mire al grandullón que golpeaba la mesa - haber tu hombre gorila, si quieres pegarte con alguien por que no lo haces con la pared que no se quejara - algún valiente que se escondía entre la multitud alborotadora me arrojo una jarra golpeándome en la frente mientras escuchaba - quien cojones te a dicho que puedes entrometerte idiota - me limpie la cara con el abrigo que llevaba en la mano y esboce una sonrisa tonta con los ojos cerrados - si os sentáis y os relajáis no pasara nada, eso si - señale al chico - el es mi amigo, no tolerare una mano encima suya - al parecer alguno no me hizo mucho caso e intento golpearle la cabeza, saque una daga a la velocidad del rallo de mi cinturón y se la arroje a la mano atravesandosela por la palma - te lo advertí - le dije mientras continuaba de cuclillas en el barandado del pasillo regalando una sonrisa a los presentes.

Si digo la verdad... no me estaba enterando mucho de lo que estaba pasando. Bebi otro sorbo mientras que el hombre aquel gritaba a mi lado, pero no lo preste atención me era más interesante ver las olas que había en el vaso de sake cada vez que golpeaba la mesa que en sus palabras. Así que seguí sin prestarle atención, a ver si se aburría y marchaba.

Pero de la nada salio una voz, una voz alegre y despreocupada que me dio una reacción bastante desagradable. La voz del hombre mostraba seguridad y despreocupación por aquellos hombres, y pedía exigencias de lo sucedido. Solo fue cuando vi la sobra de una jarra que le habían arrojado cuando me fije en él, aun de lo levemente nublada que tenia la vista. Aquel hombre con la cara y camisa entreabierta manchadas de alcohol era el mismo que el del puerto. Mis manos se aferraron con tal fuerza al baso que lo quebré un poco, solo recodando aquel vampiro que tanto me había sacado de quicio ya hace mas de un mes. Las heridas habían desaparecido, pero mi brazo izquierdo vendado con paños de lino aun mostraban signos de la quemaduras.

En el segundo que parpadee intentando recuperar algo de cordura la imagen había cambiado. Ahora aquel vampiro había atravesado la mano de aquel hombre con una daga y este gritaba furioso como un monstruo. Si atacaba al vampiro este lo ganaría, seguro, pero no estaba dispuesta a aquello. Acabaría con las tonterías aquellas en un segundo. Rapidamente me levante me dirigí a toda prisa hacia la montaña que gritaba y antes de estar junto a él di un salto con mi puño derecho levantado y preparado. Tal golpe le di que al estamparse contra la madera del suelo esta se resquebrajo y saltaron astillas. Al caer yo me balancee un poco por la falta de coordinación provocada por el alcohol, pero final mente me erguí. Mire al vampiro sobre el pasamanos y lleve una mano a la capa que me ocultaba la cabeza.

-Esta vez no me quitaras a mi presa- dije con voz increíblemente firme par mi estado. Lo mire a los ojos. Sabia que en aquel lugar no me atacaría, al menos que fuese uno de esos vampiros que no les importa absolutamente nada. A mis pies el apestoso hombre yacía inconsciente mientras que pocas voces se atrevían a hablar entre susurros.

Nada mas hablarle al grandullón que no hacia mas que gritar cosas sin sentido, observe como un personaje oculto entre su capa se acercaba a la multitud con paso decidido, alzando un puño en el aire con agresividad, y sin previo aviso golpeo al hombre con la mano ensangrentada, haciéndole comer la madera del suelo, y dejándolo inconsciente en el suelo resquebrajado -uf, eso a tenido que doler - comente en voz alta mientras hacia un pequeño gesto de dolor con la cara. Pero mayor fue mi sorpresa cuando el misterioso caballero de aroma intrigante, y el cual no se como se pudo mantener erguido después de realizar semejante golpe en el estado de embriaguez que tenia, me grito con una voz que me resultaba muy conocida - Esta vez no me quitaras a mi presa - se quito la capa dejando ver aquel inolvidable y bello cuerpo de la mujer cazadora, con los dedos de una mano hice un cero y me lo puse en el ojo como si fuese un catalejo - ¡¡¡UuuOoo!!! - comente sorprendido - si es mi cazadora favorita - dije con alegría.

Mire hacia abajo para saber si tenia a alguien, al ver que no, me deje caer con una voltereta acrobática, y nada mas realizarla, me agarre con una mano al igual que un mono a una de las maderas del barandado del pasillo con cierto diseño antiguo, me estire hacia el suelo, y me deje caer de forma elegante, me acerque con paso decidido hacia la conocida cazadora, pero al llegar a ella pase de largo y me coloque en su espalda para ayudar al joven camarero que estaba en el suelo a levantarse. - ¿Tu presa? - comente con gracia - no se si encontraras algo por aquí para llamarlo de esa manera, aparte, yo solo saco a relucir mis habilidades cuando tengo trabajo que hacer, o.... en su defecto ayudar a alguien como a este chico - levante del suelo a chico con suma facilidad, la verdad no pesaba mucho, estaba seguro que rondaría los 60 kilos mas o menos - eh chico, pon me una cervecita fresca - le dije con alegría, el joven camarero sonrió y salio corriendo a la barra mientras asentía, tardo lo que dura un suspiro en servir-mela y traérmela hasta donde estaba situado, le agradecí el gesto y le solté unas monedas para el, me dirigí a una mesa, levante la silla que estaba tirada en el suelo y me senté a beber mi fresca y deliciosa cerveza, invite a la cazadora a sentarse junto a mi en la mesa, aunque no se si aceptaría, parecía bastante enojada con mi presencia en el lugar