La crueldad de la mente [Privado]

La carreta rechina al rodar y rodar, pero el sonido no me molesta en lo más mínimo una tenue canción que mi ser tararea es mi acompañante, aquella canción que no recuerda mi mente a la perfección, aquella que está seguro escucho en el tiempo que era querido, que cada abrazo, palabra y presencia eran cálidas, donde existían un corazón.

Un bostezo sale de mi boca mientras sigo guiando a mi caballo por ese camino un tanto difícil de seguir, los retos son importantes y eso es malo en cierto punto, no se sabe que puede encontrar al final del camino pero ese riesgo hay que correr el cuerpo que tengo en el fondo de mi hogar rodante se descompone con facilidad, al parecer solo era un bueno para nada e hice bien en matarlo. Sí ¿por qué no? tengo una sed de justicia un tanto extraña y con los años mis asesinatos han subido de nivel, parece que solo vivo para eso, sentirme dios en este mundo sucio y asqueroso. Yo tengo el poder de quitarle la vida a cuanto individuo aparezca frente a mí el remordimiento quedo atrás, el dolor desapareció y en cambio dejo odio con deseo de una venganza que a pesar de toda la sangre derramada nunca se cumplirá.

Mi canción se pierde a lo lejos ya que el área es amplia, mi mente se mantiene en blanco y mi vista por inercia busca un lugar para dejar botado ese cuerpo inservible. Fue una muerte salvaje un pedófilo menos en el mundo, es más deberían agradecérmelo corte su miembro esparciendo los pedazos por todo su “hogar” y él tipo aún continuaba vivo, así que ¿por qué no cortar dedo a dedo? Había pensado en ese momento y así lo hice corte en ambas manos pero él tipo seguía vivo, una resistencia tremenda mostro pero ni ese sujeto pudo vencerme o mejor dicho cedió ante la cuerda que lo arrastro por toda su mansión. El final fue bueno y murió con un dolor agudo como lo había planeado… bueno casi la esposa llego antes de tiempo y tuve que deshacerme de ella, así que es botar dos cuerpos en un lugar alejado y vacío.

Me aleje lo suficiente de la ciudad, nadie transita por estos lugares alejados y solos, baje sin mucho cuidado y sin dificultad a la mujer y le tire por unos matorrales altos, mi intención no es esconderlos solo que tarden en encontrarlo. Subí a la carreta y continúe mi viaje buscando otro sitio donde tirar al otro estorbo, dirigí a mi caballo hacía unos árboles viejos siguiendo un sendero poco habitable y alejándome cada vez más de todo rastro de “civilización” –Bueno te quedarás aquí. Fue un placer matarte- una barranca poco profunda fue la fosa perfecta que pude encontrar me despedí gratamente y le tire sin más. Subí a mí puesto y disponía a entonar la canción alegremente pero aquella figura llamo mi atención -¡Hey tú! – grite sacando mi navaja, lo que me hace único es que nadie sabe quién es el asesino a sueldo y este es un testigo potencial de quien debía deshacerme.

Mi mente se encuentra tranquila y el viaje de regreso quería que fuera ameno, charlar con mi caballo el cual es recién “prestado” ya que el otro enfermo y murió hace dos días, pero la suerte fue mucha… un nuevo caballo de compañía es mucho mejor que ir a pie y dejar mi único medio de trasporte (esa maldita carroza gitana) sí, como odio las carrozas gitanas solo que es lo único que conozco, no me enorgullece pertenecer a esa maldita raza así me crie y ni el tiempo ha logrado deshacer viejas costumbres.

Después del asesinar a mi “familia” intente llevar una vida normal, la vida que me negaron y por una vez lograr un sueño imposible de alcanzar, la muerte ya se había fusionado con este corazón podrido, el olor a sangre, el color y la forma que como sale de un cuerpo moribundo fue muy grato desde la primera vez que lo vi así que seguí perfeccionando mi técnica ¿ahora que puedo utilizar contra él? Una muerte rápida e indolora sería lo más conveniente, pero, estoy feliz y satisfecho por hoy.

No baje de mi carroza solo me dispuse a mirarlo desde arriba con las riendas en mi mano izquierda y en la derecha mi navaja de mango de plata resplandeciendo tenuemente. Le enfoco mejor y le miro receloso una figura patética a decir verdad, mal herido con un hermoso color carmín en su cuerpo y desde mi visión con la cabeza baja como si le apenará lo que le sucedió. ¿Mi nueva víctima? No, esa apariencia no es tan grata para mí ser, ni cuando se dispuso a mirarme lo tome en cuenta pero sería mejor deshacerme ahora de esa molestia, ese tipo de vagos eran los clásicos soplones que daban más dolores de cabeza que un golpe contra la pared – ¿Qué haces mocoso? ¿Quién te hizo eso? – pregunte al momento que de sus labios obtuve una respuesta espero solo ver algo desagradable para que mi navaja abra de par en par esa garganta.

Su semblante cambio casi cuando termine de hablar, la primera impresión del joven me mantuvo con defensas bajas no era una gran amenaza es más hasta lastima me logros causar. Mi vista le miró fijamente sin perder un segundo al sujeto él cual estaba ahora erguido y recargado sobre la pared, mis codos dejaron de descansar sobre mis rodillas desde su visón debería de verme más alto de lo común ya que al verle así me puse de pie – ¿Permitir qué? – una voz gruesa y fría, como la que suelo mostrar siempre salió de mí lo más profundo de mi garganta. Mi personalidad cambio de estar alegre, de tener la guardia baja y sentir lastima por un patético ser a convertirme en el tipo frío y sin expresión en su mirar – Es lo mismo que quiero saber... – baje de la carroza de un salto sin dejar de verle – ¿Qué demonios haces aquí? Es un lugar peligroso sabías – moví mi muñeca en círculos mientras la navaja ondeaba con cada movimiento, esperando que, sí era un chiquillo (como el que había encontrado alguna vez y de alguna forma termine aceptando una apuesta con él) jugando a ser adulto le daría la lección de su vida.