Perdiendo el norte.[Libre]

Era una madrugada de frío invierno en el que costaba levantarse de la cama, pero aquel día sin duda no había otra opción más que despojarse de las cálidas mantas para vestirse y bajar con rapidez aquellas interminables escaleras que daban al gran salón de la mansión de sus tíos. Aun la chica se preguntaba cómo había podido bajar aquellas mismas escaleras hacía un par de días para presentarse en sociedad. Alyss hizo una mueca de desagrado y terminó el último escalón cuando escuchó la voz de Camille desde el recibidor, girándose hacia la chica con impaciencia.
- Vamos, vamos, eres la última en bajar - dijo su tía haciendo señas para que se diera prisa en llegar junto a ella y salir de la residencia. - Sabes que tu tío no es precisamente paciente los días en los que le acompañamos de cacería - se quejó la mujer, arreglando su tocado.
Alyss no dijo nada, simplemente miró a la dama de clase, que parecía ir a cualquier lugar menos al bosque. Para empeorarlo, había llovido la noche anterior, así que seguramente el suelo estaría embarrado y las cestas de picnic que su prima y Camille llevaban en sus regazos junto con el mantel, no serían muy útiles.
- ¿Qué es lo que llevas? - dijo Giselle, observando el vestido de la pelirroja. Alyss sin duda era mucho más práctica, y no le avergonzaba que los demás lo vieran.
La chica enseñó las botas que llevaba bajo el vestido, anteriormente pertenecientes a la niñez de su padre, y dejó caer la tela del vestido corto, no llegando a tapar del todo el calzado.
Camille frunció el ceño, aun sin poder acostumbrarse a esa sobrina tan desconcertante. Era imposible terminar de educarla y no había logrado nada desde que la chica había llegado desde Inglaterra. ¿Cómo había acabado así? ¿Es que las damas inglesas eran tan faltas de clase? Su hermana Vanille, madre de Alyss, había sido y era toda una señora... debía ser culpa del padre o de esos libros que leía. Hacían que la joven tuviera demasiados escrúpulos.
- Sabes que habrá caballeros en la cacería, ¿Verdad? - Camille se acomodó el abrigo mientras miraba con fijeza aquellas botas verdosas que asomaban bajo la gruesa tela gris. - ¿Planeas presentarte así? Mira tu prima, viste arreglada y..a este paso no encontrarás a nadie... le dije a tu padre que haría todo lo posible- entonó con preocupación, posando una de sus manos sobre la otra- pero si no cooperas, no puedo hacer..
Alyss pareció sentir que el viaje duraría una eternidad, pero se apresuró a interrumpirla antes que volviera a sermonearla con el discurso de siempre.
- ¿Cuántas veces debo decir que no deseo casarme?- bufó con molestia. Empezaba a hartarse de toda aquella historia, a este paso se volvería a Inglaterra y se dedicaría a escribir en su habitación. ¿ Para qué salir?
- No te molestes, es inútil creer que te escucha- dijo Laurent a su lado, ojeando el periódico con distracción. No pareció advertir la mirada asesina de su madre, o consiguió ignorarla bastante mejor que su hermana.
El viaje duró horas en las que el silencio y algunos comentarios casuales se alternaron con la transformación del paisaje. Al fin saldrían de aquella ciudad tan llena de estereotipos y reglas... Al menos un poco...
Alyss miró por el cristal, viendo la fila de carruajes que se adentraba ya en los comienzos de un bosque que en principio no simulaba mucha vegetación, una imagen contradictoria al seguir observando mientras avanzaban por el difícil camino de tierra. Los carruajes se detuvieron al poco, viendo que era mejor comenzar a caminar a partir de ese trecho.
La puerta del coche se abrió, apareciendo la imagen del esposo de Camille, armado y no con menos ganas de seguir aun siendo que el suelo estaba bastante encharcado.
- Hemos detenido los coches por el barro, el carruaje de Henry se ha quedado atascado y tendremos que sacarlo. Creo que no es buena idea que salgáis.
- No vaya a ser que se estropee el vestido - dijo Alyss con sarcasmo que su tía no pudo contrariar. La muchacha sabía muy bien que ésta era la suya. En la ciudad siempre se sentía insufriblemente dependiente de su tía por estar a su cargo, pero ahora... ahora era ella la que tenía la posibilidad de salir sin su compañía, y prefería ir con su tío que quedarse encerrada en el coche.
- Alyss... ¿Dónde vas? - Camille retuvo el brazo de la joven cuando ésta se disponía a salir del coche. Alyss se giró hacia su tía, soltándose con suavidad antes de terminar de bajar.
- Voy con los demás, yo he venido preparada para esto así que no tengo problemas con el barro - dijo sonriente mientras sacaba una libreta de anotaciones.- Además, tengo unas cuantas cosas de las que tomar nota.
Dicho esto, la joven se alejó junto con su tío, quien no estaba muy convencido de que la chica no dispusiera de una dama de compañía. Damon sabía que Alyss no simulaba tener consciencia de lo que significaba haberse presentado en sociedad, o parecía caminar por encima de todas las costumbres y morales de clase, algo mucho más preocupante como para que su mujer tuviera quebraderos de cabeza mucho más de lo normal. Y ahí estaba, su pequeña sobrina en la primera visita de cacería, caminando junto a él como si fueran a un circo, con su libreta bajo el brazo y sus ojos fijos en el resto de carruajes.