[Romilda Hetfield] Mira que hermosa! [Privado]

La noche esta hermosa… como negarlo… aquella luna en lo alto lo embriagaba de amor, era extraño pero siempre que aquella belleza estaba así de grande, brillante y simplemente perfecta él, parecía volverse de miel, literalmente, pues esas noches andaba con una enorme sonrisa en sus labios, nada le molestaba y si le buscaban problemas ¡Ni las aceptaba! ¿Acaso era bipolar? Se podría decir aunque él no se definía así.

Era un hombre temperamental, contextura lo era fuerte, su personalidad variable, pero sabia controlarse, bueno en ocasiones, pues cuando lo buscaban lo encontraban; no importaba, raza, color, genero ni edad. Siempre lo había dicho que era mejor no tratar con nadie, pero cuando se encontraba en aquel estado de “perrito tierno y fiel” trasmitía un aura tan agradable que siempre alguna hermosa chica se le acercaba en busca de cariño y comprensión, y como él, un buen perrito fiel hipnotizado por la luna se encontraba dispuesto a todo (todo) con tal de disfrutar aquella noche.

Hoy estaba tranquilo, parecía como si todos se hubieran ido a dormir temprano dejando solo a ese cachorro, pero el tenia 90 años, aquellos años le habían enseñado mucha experiencia como para dejarse llevar por sentimientos tan vanos, la noche nunca estaba sola, los humanos si se dormían siempre habrían otros licántropos (con los que se llevaba algo mal) Vampiros disfrutando su hora, brujos adorando también a la luna, tantos que no podría contar.

Debía admitir que nunca se había encontrado a alguno, solo recordaba una linda brujita en la taberna aquella vez que iba a comenzar a trabajar, los vampiros no se les acercaba; él no tenía idea porque. Los licántropos, sus “iguales”, si tenía la oportunidad de encontrar uno se peleaba a muerte con aquel desafortunado, no le interesaba si eran más poderosos que él, simplemente buscaba pelea y pelea con ellos siempre encontraba.

La cuestión: simple, eran temperamentales, fáciles de provocar, simplemente unas presas fáciles de atacar y encontrar una buena pelea. Eso lo hacía sentir vivo pues encontraba cierta satisfacción en vengarse por lo que lo le habían hecho, aun no se resignaba del todo de muchas cosas. Una de ellas era que su familia había sido asesinada por el simple hecho de que aquella mujer se hubiera enamorado de él.

El nunca le había correspondido, no por su familia, ¡No la amaba! Pero ella no lo entendía, lo deseaba y lo deseaba para siempre ¿Cómo pudo entender que se haría un enemigo de por vida? Sentía que si veía la presencia de aquella mujer le podría dar un ataque de ira en ese mismo instante, pero ella parecía que no lo había seguido ¿por qué? ¿Se habría dado cuenta que él era un peligro para ella?. Debía aceptar que a pesar de todo le tenía algo de aprecio, solo por el hecho de hacerlo lo que era, sin ella no habría aprendido tantas cosas, no había vivido tanto como hasta ahora.

Eso hacia la luna… lo hipnotizaba, lo hacía pensar, reflexionar, hacer cosas que casi nunca haría, porque le daba confianza y tranquilidad para lograrlas…

Oh.. Querida Amante… Gracias por tu compañía…

A regañadientes de ella, que sólo quería quedarse leyendo un libro en su lecho, tuvo que acompañar a sus hermanas. No eran sus hermanas en realidad, pero les había tomado cariño como si lo fueran. Simplemente eran las nietas del matrimonio que la había aceptado en su casa. Ellos querían que sus nietas fueran a pasar la noche con su tía, puesto que habían dicho que era una tradición que las jóvenes de la familia convivieran una noche con una mujer mayor, que allí les enseñaría cosas de la vida, o simplemente mantener una familia. Era verdad que las niñas eran jóvenes aún, pero debían instruirse desde pequeñas, eso decían.

El camino a pie, y quedaba bastante lejos. Les había llevado muchas horas llegar hasta la casa de la mujer, entre descansos y comidas. Ninguna de las tres chicas quería ir a esa casa, pequeña, descuidada y aburrida. Ninguna quería perder un día de su vida allí, pero no había manera de safar. Debían hacerlo. Con cansancio llegaron hasta el hogar, pasando por bosques desprotegidas de todos los peligros.

La mujer, llamada Auguria, le había insistido a Romilda que pasara la noche allí, puesto que ya estaba oscureciendo y el camino era realmente muy largo. Ella no quería, pero... ¿acaso podía rechazarla? No estaba con todas las energías para volver a andar largas caminatas y llegar recién al amanecer. A su pesar, aceptó. Pero a la noche, necesitaba aire libre, aquella casa estaba llena de polvo sucio y humedad. Necesitaba respirar.

Salió a escondidas, caminando por la soledad. No tenía miedo, cualquier momento podría darse vuelta y correr hasta la casa de la mujer. Simplemente pensaba en otras cosas. Pensaba en su vida actual, que tan rara era hacia apenas tres años atrás. Era todo muy... irreal. Caminó y caminó, sin alejarse demasiado. Miraba el suelo, las hojas caidas, las ramas que crujían bajo sus pies. Pero algo la hizo frenarse. Con la mirada baja, se topó con un muchacho que estaba de espaldas a ella.

- Yo... lo siento... No quise... interrumpirle... - dijo, sabiendo que había hecho pública su presencia allí.

Sintió como algo se acercaba, pensó que era un animal o algo, así que no se molesto en voltear, pero muy pronto oyó la voz de una hermosa chica, ladeo su mirada mientras su fina nariz le daba pistas de donde venia. No era de clase alta pero tampoco era una humana común y corriente, le mostro una linda sonrisa, se inclino hacia ella para que no se asustara, aunque en realidad podría ser un peligro.

-No se preocupe querida- dijo mostrando una voz suave y dulce-No me interrumpe, mis pensamientos no pueden ser interrumpidos, pero si me distrae una belleza como usted- dijo de forma coqueta mientras miraba la luna.

Se quedo hipnotizado otra vez, por su forma, color y belleza. ¿No era hermosa? ¡Simple como eso! Una belleza natural y bruta como aquella joven que se presentaba junto a el.

Un diamante en bruto que estaba en su mano, mejor dicho en sus garras, pero el no era el indicado para moldarla. Le miro detenidamente encontrando aquello especial que la convertían en mas que una humana.

¡Era Bruja! Otra belleza… amante de la magia.. ¿Qué ocurrirá en esta ocasion?

La chica oyó el comentario del joven, un tanto atrevido o, mejor dicho, con intensiones ocultas hacia ella, una completa extraña que se había topado con él en el bosque, a la noche. Una intensión bastante rara para una ocasión y momento, aún así, sonaba interesante para la muchacha, que nunca había estado ante un comentario así. De todas formas, nunca lo había soñado ni fantaseado, los hombres no eran su objetivo ni su pasión. Es decir, no lo tenía en mente.

Intentó no sonrojarse y seguir manteniéndose segura al hablar y caminar, y creyó lograrlo, comportarse natural, no había por qué cambiar de actitud. Y pensó en los peligros... Los hombres usaban muchas máscaras y trampas para hacer caer a las mujeres, especialmente las que salían a andar a los bosques en plena noche. Pero, al fin y al cabo, ella siempre andaba buscando esos peligros, esa acción que la moviera, que le diera vida y sentido a su ser, despertarla del aburrimiento y monotonía. Eso buscaba ella.

- Oh, me halaga... - contestó con un poco de timidéz pero sin demostrarlo demasiado, simplemente diciéndolo por cortesía. - En serio no quise interrumpirlo... Si gusta puedo seguir mi camino y dejar que continúe con la corriente de sus pensamientos...

Su intensión no era interrumpirlo, ni mucho menos, pero sí pensaba que continuar con su caminata luego de aquel encuentro, no sería del todo cómodo, ya que estaría con el pensamiento de que no estaba sola, y en cualquier momento algo podría pasar, ya sea peligroso o simplemente una charla amable.

Realizo un gesto casi infantil al verla tan tímida, era tan increíble como Eerin podría cambiar su forma de ser, en ocasiones podría ser un peligro para sí mismo, pero en otras podía ser aquel Casanova que solo le interesaba el bienestar de las damas, pues para ser realista nunca había encontrado una persona que moviera su corazón. Cuando había sido humano había habido muchas pretendientes, hermosas mujeres, de trajes elegantes pero nada que a él le atrajera y menos ahora que podría ser un peligro para todos.

Eso era la principal razón de que no había podido encontrar el amor ¿Quién se atrevería a soportarlo? Sabía que nadie lo haría, cuando aquella mujer le robara el corazón, podría salir herida.

-¿Nos es hermosa?- le pregunto a la joven que estaba por irse. –Tiene algo que no podemos explicar-

Estaba decidido se quedaría con la hermosa luna, a ella no la podría alcanzar para hacerle daño, ella lo acompañaría en las noches más oscuras y frías y el podría ver y todas sus hermosas facetas con inocencia fingida y cuando se fuera, sabría que a la otra noche estaría devuelta con el.

- ¿Disculpe? - susurró sorprendida, dándole la espalda pero ya volteándose para verlo. Cuando se fijó en el muchacho, se dió cuenta de que él tenía la mirada concentrada en el cielo, más específicamente en la luna. Se había referido a ella, a la majestuosa luna, al astro más hermoso que podría existir.
Romilda se aclaró la garganta, como un poco confundida por la extraña acotación que había hecho, y se sentó a su lado. También miró hacia el cielo, hacia ese dibujo perfecto de plata.

- Sí, lo sé... Es realmente muy hermosa... - acordó. Entonces comenzó a recordar la fascinación que su madre tenía por la luna. Decía que acrecentaba la hechizería y protegía a los brujos. Lo más probable era que tuviera razón, puesto que la muchacha tenía mejores poderes cuando era de noche y la luna estaba inmensa, como ahora. No dijo nada más, por no querer interrumppirle, puesto que parecía muy concentrado en el cielo, pensando en quién sabe qué cosas.

Sus oídos se tensaron por un momento al oír otra vez a la joven; quien se sentaba a su lado. Sonrió de medio lado mientras su mirada se centraba en ella, era agradable que otra persona te respondiera, tenía tiempo que eso no sucedía, dejo salir una pequeña sonrisa mientras le notaba algo pensativo, ladeo su cabeza mientras permanecían en aquel silencio.

Adoraba el silencio, era algo que le encantaba, todo era tranquilidad y paz, nada podría interrumpir aquello o eso él pensaba. Su olfato percibió algo que se acercaba velozmente, miro a la joven mientras esta aun no se había percatado de nada.

-Niña Estúpida, mejor lárgate, saldrás herida por estar aquí- le bramo mientras se levantaba en dirección contraria de donde ella había llegado.

Parecía que estaba buscando algo que no encontraba, le hizo un gesto con la mano para que mantuviera en silencio, con una mirada furtiva le advirtió que ni siquiera moviera un musculo, algo se acercaba y ya era tarde para que ella escapara; si lo hacia lo muy probable era que la buscaran y mataran

-Eerin…- se escucho una voz a lo lejos de ellos, parecía ser una voz angelical, pero a la vez demoniaca-Tiempo sin verte querido mío- de las sombras del bosque salió una silueta femenina, sus ojos se posaban en los de él con una sonrisa casi diabólica.

De los troncos aparecían más y más hombres y mujeres, sonriendo de la misma forma. casi todas aquellas personas eran lycan’s que estaban buscando al que había llamado Eerin, este se había enfrentado con uno de sus miembros más importantes y dado muerte, los demás buscaban venganza y mas la mujer que mantenía sus ojos puestos en el, puesto aquel el lycan que había matado era su marido.

-No tengo intensión de enfrentarme con ustedes- dijo muy tranquilo mientras le daba la espalda a los demás y fijaba la mirada en la chica.

-ohh… veo que encontraste a un acompañante- la mujer dio unos pasos saliendo de de la oscuridad del bosque, el joven gruño como un animal al ver la mujer salir del todo, eso quería decir que los otros le segarían y así fue, muy pronto había 10 humanos y lycan rodeándolos por todos los ángulos –Entonces acabaremos con ella primero…- murmuro con ira en sus ojos mientras mandaba a dos de sus subordinados a atacarla.

-¿Humanos?-murmuro al ver como se abalanzaban había ella –¿acaso ya mate a toda tu manada?- pregunto riéndose a carcajadas mientras corría para ponerse en medio de ellos y la chica

Antes de que pudieran hacer algo, el hombre les había sujetado por el cuello rompiéndoselos, sujeto el hombro de la joven lleno se sangre y le indico que se quedar detrás de él, en realidad a él le importaba mas una flor silvestre que la vida de la joven, pero ella no tenía la culpa de nada y no dejaría que la mataran por algo tan estúpido.

De pronto, el ambiente cambió totalmente. Donde reinaba la paz y tranquilidad, donde sencillamente se encontraban dos personas hablando de la belleza de la luna, todo en silencio y oscuridad... Y de repente, hubo un cambio muy brusco. El muchacho cambió. Al principio, hablaba amable, luego gritó con enojo hacia la chica. Rápidamente, ella se quedó muy quieta, paralizada, en parte por la confusión y en parte por el miedo.

¿Qué demon...? Pensó ella, interrumpiendo sus pensamientos ante la sorpresa de ver a otra mujer más con ellos, y no era alguien completamente normal, no... era extraña... El chico era extraño... La situación era muy rara. Por la forma en que se hablaban, no eran amigos, su trato era muy hostil y sus amenazas sonaban peligrosas. Y cuando esa mujer hizo referencia a ella, usó el término "acabaremos con ella primero". ¿Me van a matar? Y con velocidad comenzó a buscar una solución, una vía de escape, ¿pero... qué hacer? De la oscuridad surgían más personas, entonces no sólo debía luchar con uno, sino con decenas de ellos. ¿Cómo safar? Podría usar la ilusión para confundirlos y comenzar a correr, pero le seguirían el rastro y la encontrarían. Definitivamente no regresaría a casa con las niñas, las expondría al peligro a ellas también.

Temblorosa pero con equilibrio, se puse de pie detrás del chico, que le dió a entender que la protegería. ¿Y si le contaba de su plan? Le diré que soy bruja y puedo confundirlos con la ilusión. Pensó pero no se decidió. No por miedo a que la matara o delatara por ser una bruja, sino porque sencillamente no tendrían a dónde escapar de urgencia.

- ¿Qué... qué haremos? - preguntó al chico, detrás de su hombro.

Al ver como caian los cuerpos la mujer dejo salir un alarido, comenzaba a maldecir al hombre que estaba protegiendo a la joven, esta parecía algo confundida, le pregunto que iban a hacer, Eerin dejo salir una risa burlona mientras mantenía los ojos puestos en la mujer, sabía que la única forma de salir de ese lugar era matando al líder en ese caso era la mujer de cabello negros y largos y ojos profundos, al igual que su cabello, de un color negro como la noche.

-Pues señorita… debo saldar una cuenta- le murmuro mientras corria hacia el encuentro con la mujer

Al ver el peligro tres hombres grandes de cuerpo formado, simplemente gruño, uno de ellos se le abalanzo para golpearlo, pero este rápidamente reacciono esquivándolo para asentarle uno en la rodilla y hacerlo caer al piso.

-Desgraciado- gruño la mujer al ver el hombre en el piso.

Dos humanos se acercaban a la chica, Eerin trato de acercarse para eliminarlos pero los lycan lo habían rodeado, con risas roncas y burlonas.

-Señorita Defiendase- le gruño el mayor mientras se veía rodeado de tantos que hasta las espaldas la tenia cubierta de enemigos.

La muchacha se vió acorralada, sin la ayuda de aquel hombre que al principio parecía un simple observador de la luna. No, era mucho más que eso. Luchaba muy fuerte y rápido, acabando con sus oponentes de manera drástica y violenta, sin tener remordimiento o lástima. Definitivamente nadie común podría hacer eso, ningún humano poseería esa fuerza y esa velocidad. Por eso mismo era obvio que él era un... un...

No había tiempo para pensar, dos de los que habían aparecido sorpresivamente comenzaban a encarcelarla, acercándose por ambos lados, cosa que le fuera realmente difícil huir. ¿Qué posibilidades tenía para salvarse? Definitivamente correr no le ayudaría para nada, la alcanzarían en cuestiones de segundos. Usando sus poderes ganaría ventajas, pero por supuesto que la atracción no sería su método para lograr safarse, lo que menos deseaba en el mundo era atraer a esos dos. Podría atraerlos de manera positiva, impidiéndo que la matasen, pero no, no era la manera, sólo provocaría que la siguieran. En cambio, con la ilusión, les crearía todo un mundo extraño que los cegara, y ella entonces podría comenzar a escapar.

La orden que el joven le dió, hizo que acelerara sus decisiones, optando completamente a usar la ilusión contra esos dos. Cerró los ojos al instánte y contempló en su mente un mundo completamente ardiendo, el bosque en el cual estaban se quemaba por inmensas llamas de fuego. El suelo ardía, comenzando a fluir ríos de lava roja. El cielo estaba aún más rojo, enfurecido. Y ella se encontraba en un círculo de fuego que la protegía, impidiéndo que el resto quisiera acercarse, puesto que para llegar hasta Romilda, primero debían pasar por las llamas que flameaban a su alrededor. Así logró aterrorizar a los que intentaban tomarla, puesto que sentían cómo las ramas de los árboles viejos se caían de tanto calor.

Los mantuvo alejados, y abriéndo los ojos para comprobar que no la acechaban más, decidió expandir su aura de ilusión hasta otros hombres que estaban cerca de ella, que ahora también sentían el calor falso que la bruja había creado.

Había eliminado un con sus propias manos, pero aun no llegaba a la causante de todo esto, cuando obtuviera la cabeza de aquella mujer su vida sería más fácil, por suerte la orden le había dado a la bruja la había captado y como arte de magia enojado y frustrado mas a la mujer, pero se vio que no había mucho que hacer, debían huir retroceder hasta que todo estuviera bien.

Un calor comenzó a sentirse por el lugar, los arboles comenzaban a entrar en llamas de manera espontanéate, ante eso muchos comenzaron a retroceder, hasta Eerin quedo algo desconcertado, pero rápidamente había captado, lo estaba haciendo ella, pero eso no duraría mucho.

-En otra ocasión te cortare la cabeza- le dijo a la mujer haciéndole una seña con la mano mientras corría hacia la mujer.

Sin previo aviso le sujeto y comenzó a correr mientras aquellos quedaban en aquella ilusión, deseaba verlos chillar de horror, pero no era el momento. Después de correr por unos 20min dejo a la chica en el suelo mientras él se sentaba agotado de correr con un peso adicional.

-Espera que se tranquilice todo y vuelve por ese camino y llegaras donde tu familia- le comento mientras acostado en el suelo recuperaba el aliento. Mantenía sus ojos cerrados y su pecho agitado.

Al abrir los ojos, la joven bruja vió cumplido su pedido. Todos quienes habían sido alcanzados por su expansión de poder creyeron estar ardiendo en un sitio lleno de fuego y llamas terriblemente calientes. Se sonrió para sí misma, claramente orgullosa de lo que era capaz de hacer. Aún así, aún conservaba cierto temor, no sabía si ya se había acabado el peligro para ambs.

Cuando buscó con la vista al muchacho, sin saber qué había ocurrido con él en esos segundos, pudo ver que retaba a la mujer, pero sin embargo dijo "en otra ocación", y luego de eso la tomó a ella, comenzando a correr entre los árboles, muy rápido. Era realmente sorprendente la fuerza que tenía para correr con ella en brazos. Pero no protestó, porque lo único que deseaba era huir de allí, lejos de toda esa situación tan confusa. Permaneció en silencio, aún unos segundos después de que se detuvieran, y él quedara exhausto, en el suelo.

Pensó unos momentos si marcharse sin decir nada, pero no, quería una explicación de todo lo que había sucedido previamente.
- ¿Qué...? - murmuró, sin saber cómo continuar, mirándolo algo asustada todavía.

Su respiración se habia tranquilizado, por un momento se habia vuelto sordo, no escuchaba nada solamente su corazón volviendo a la normalidad, tal vez era porque no quería saber de nada y de nadie, pero cuando se dio cuenta, un murmuro le hizo establecer que aun no estaba solo. Valla aquella joven si tenía agallas, si hubiera sido otra bruja hubiera corrido desde hace mucho tiempo.

La ignoro por un tiempo hasta que se reponía del todo, después de sentir su corazón palpitando normalmente, se sentó en el césped suspirando largamente mientras miraba al piso, podía oler el miedo que la chica desprendía por todos sus poros, dejo salir una risa ronca, que divertido era ver la cara de la chica, cuando alzo su mirada se encontró con lo que sospechaba, sus ojos lleno de terror.

-¿Que sucede?- bramo irritado-Te salve la vida, no tienes que dar las gracias, solo vete antes de que ellos cambien de opinión o peor, se den cuenta que eres bruja y quieran quitarte la cabeza- hizo un gesto con la cabeza mientras se levantaba y se posaba al frente de ella –o no será que quieres saber por qué sucedió eso… ¿eso quieres?- rio alejándose unos pasos de la mujer, había nacido, su personalidad malvada y muy áspera, si aquella mujer no se controlaba en sus palabras o simplemente molestaba al hombre que estaba al frente de ella podría salir muy herida o hasta encontrar la muerte en sus manos.

Ya había visto actuar al hombre ¿tendría miedo después de eso? Claro que si, había casi muerto en manos de los licántropos subordinados de la arpía que deseaba la cabeza de Eerin solo se preguntaba a quien le tendría más miedo, si a Eerin o a la Mujer, bueno debía estar de acuerdo en algo, los dos eran igual de peligroso.

-Maldita Sea- murmuro dándole la espalda. Había recordado a la perra que lo había hecho un licántropo, sabía que no era aquella arpía que lo perseguía, pero aquellos malditos ojos negros, eran iguales, asquerosamente iguales, solamente en recordarlo le daba ganas de ir a matar esa plaga de una vez por todo. Sabía que matándola no arreglaría ni la muerte de sus padres ni la de su hermano, porque tenía claro que aquella arpía no era la causante de aquello, pues la causante de su tragedia y lo que ahora era podría estar muy lejos, en Italia tal vez o haberse ido otra vez a España ¿Dónde estaría? Lo que tenia seguro era que cuando la encontrara su cabeza seria su trofeo

El rescate de un peligro visible pero desconocido había sido por mera obligación. El muchacho podría haberla dejado morir y no sentiría culpas, sin embargo la había salvado de ataques salvajes, y ya con ese hecho no le debía nada más a la bruja. Se notaba claramente molesto e incordioso por la presencia de la chica, que no se había marchado aún. Y si ella fuera más fuerte que su curiosidad y no tan ciega como para no poder ver que la advertencia de él era verdadera, se quedó. Hubiera deseado morderse la lengua, dar media vuelta y huir, pero había algo que la retenía, esa infinita incógnita de quiénes eran esos y qué era lo que querían, por qué lo perseguían, cómo lo habían encontrado. No le gustaba los malos tratos pero tampoco le gustaba quedar con la duda. Debía saberlo. Sospechaba algo, pero no lo diría sin estar muy segura de qué eran esas personas.

- No, no quiero morir, sólo quiero saber quiénes eran. Qué hacían aquí. Qué buscaban. - soltó sin poder callarse nada. Claramente estaba agradecida de haber sido salvada, pero sin embargo, no lo agradecía porque él ya había terminado esa parte de la situación. Y pensando que sus preguntas iban a ser tomadas como mediocridades, se arriesgó a añadir: - Tengo derecho a saber qué pasó. Me vi involucrada y lo justo es saber qué fue todo eso. Por qué. Cómo. Quiénes.

Al terminar, le pareció haber sido bastante malagradecida con quien le debía su vida, pero ese muchacho no era exactamente amable, aún así, decidió modificar un poco su comportamiento.
- ¿Por qué lo buscan a usted? - preguntó en un tono más calmado.

¡Terca! Fue lo primero que se le vino a la mente, era una mujer malcriada que solo pensaba en tonterías, debía siempre estar en sus fantasías, se movía de un lado a otro pensando en que muy pronto se iría, pero ella hacia todo lo contrario y eso le hartaba, pero también le gustaba, adoraba las cosas movidas, los retos y las cuestiones que le hacían pensar, si hubiera huido en ese momento, habría pensado que la joven era una cobarde y que simplemente no era tan buena como lo había demostrado, aun así sus sentimientos ganaban y eso hacia mal. Dejo salir una risa burlona, le provoco decir Nadie desea morir, absolutamente NADIE per se quedo callado, pero aun no la miraba. Otra risa de parte de él, casi parecía una parodia, hizo un gesto con el rostro, nada importante, solo escuchaba a lo lejos, asegurándose de que todo estuviera tranquilo como debería ser.

-Por dios!- exclamo deteniéndose de su caminatas sin sentidos-¿acaso no puede ser un hombre libre?- pregunto. Un acertijo, eso era, si quería saber la verdad le costaría saberla, simplemente daría rodeos hasta que se hartara-al parecer parís se ha vuelto tan peligroso últimamente y para añadir ahí mocosas esperando una estúpida respuesta de porque casi la matan un grupo de desquiciados licántropos que solamente estaban interesados en un estúpido amante de la luna-

¿Sabía porque los licántropos amaban tanto la luna? Ellos eran como lobos, se sentía atraídos por la hermosura de aquel satélite blanco que solamente en las noches se podía ver. En toda sociedad la luna significaba algo, para ellos era el aumento de sus poderes; en este caso solamente cuando era luna llena. En otras traía salud, los cuidaban o simplemente era una diosa.

-cuando hay luna llena, tenemos un máximo poder- explico mirando la gran y hermosa luna que andaba por el cielo- En aquellos casos muy pocos se pueden controlar, ese no es mi caso- bajo la mirada lamentando sus palabas-cuando nos trasformamos siempre hay una sed de sangre, normalmente es de humanos, pero en mi caso, la necesidad de matar solamente se enfrasca a los de mi misma raza…- giro su cuerpo para mirarla por unos segundos -¿entiendes? Claro, si aparece alguna mujer, un niño estúpido o un hombre borracho no me interesan, nadie en este mundo me interesa-