La hermosa Catedral (Privado C. Dunst)

por **Lyam Kromer** Dom Ago 15, 2010 11:38 pm

Aquella noche era la noche de alguno de los santos, los humanitos le rendían tributo por alguna razón que mi atea filosofía no me permitía comprender apesar de los años. En la ciudad había una pequeña celebración y había llenado la catedral de flores y de luces especiales que hacían parecer que los gestos de las estatuas se movián con el bailar de las llamas de las velas que las alumbraban.

Me vestí formalmente como todo un caballero francés de la época, aunque la verdad no tenía ni el más mínimo de caballero de la época en las venas. Unos guantes de piel negros enfundaron mis manos, unas botas bien lustradas mis pies y un traje un tanto casual pero que rayaba en la elegancia mi cuerpo. Tomé uno de los bastones que Charles usaba muy a doc con su presencia y decidí que le quedaba bien a mi atuendo. Amarré mi cabello en una coleta y salí de la capilla hacia la cantedral de París para asombrarme con todo aquello que los mrotales habían organizado para la celebración.

La catedral estaba hermosa, la verdad es que admiraba muchísimo la arquitectura que ellos hacían. Entré a ella para admirar por dentro la decoración de aquel dia y me dí cuenta que llegué a tiempo para la última misa, no era devoto en lo más mínimo de la religión aunque por algunos años la había estudiado, conociendo perfectamente bien todos los pasajes de sus libros y sus huecas oraciones.

Caminé por el centro en donde había un largo pasillo y a sus costados se encontraban las bancas en donde los feligreses estaban esperando por el sacerdote que hospiciaría la misa.

Me senté en una de las bancas en donde solo estaba sentada una mujer muy hermosa de cabellos claros como el oro y tomé asiento a su lado recargando el bastón en el respaldo de la banca de enfrente.

por **April Von Uckermann** Lun Ago 16, 2010 12:01 am

Aquella noche era una de las más importantes para la catedral y como siempre estaría en aquella misa especial agradeciendo a mi señor por la fuerza y el valor que me había brindado por todos estos años ayudándome a criar a mis hermanos por todos estos años, subí a la habitación de Nicholas puesto que era el único que me acompañaba a esos eventos y la sorpresa que me llevé al enterarme de que no me acompañaría fue inmensa, sin embargo no le hice ningún reproche al verlo tan entusiasmado pintando en aquel caballete que tan amorosamente le había regalado tía Kate, me encantaba la idea de que mi hermano favorito volviera a pintar.

Encogiéndome de hombros bajé al salón, me puse el abrigo negro cubriendo el vestido azul oscuro que me quedaba perfecto y me dirigí rumbo a la catedral sola puesto que Phillipe, si bien era católico, nunca había asistido a una misa e Isabel era muy pequeña para sacarla a estas horas.

Me acomodé en una de las bancas de al medio puesta que era la única que estaba vacía y esperé a que llegara el sacerdote para iniciar la misa mientras que cerraba mis ojos y en silencio le comenzaba a dar gracias a mi Señor.

No pasaron ni diez minutos cuando siento que alguien se sienta a mi lado haciendo que mis ojos se abrieran para observar al extraño que interrumpía mis oraciones. Debía reconocer que el joven francés era bastante apuesto, lo que hizo que mi labios se curvaran en una sonrisa.
- Que Dios le bendiga – le dije a modo de saludo con la sonrisa aún en mi rostro. con el fin de entablar conversación

por **Lyam Kromer** Lun Ago 16, 2010 12:15 am

Mi bastón se quedó recargado sin el respaldo de la butaca de enfrente y no se movió, por lo que de inmediato lo olvidé y miré hacia la enorme cruz que estaba posaba frente a mis ojos. Era algo sarcástico que un vampiro estuviese en una misa frente a la cruz de Cristo a la espera de una misa, ya que eramos nosotros a quienes su Dios maldijo con la inmortalidad y con la necesidad de quitarle la vida a sus hijos para mantenernos "saludables" era algo contradictorio por parte de aquel Dios omnipotente en el que no creía en absoluto. "Que Dios le bendiga" dijo la mujer que estaba sentada en la banca y cuando giré la cabeza hacia ella me poté con una gran sonrisa en sus labios, seguramente estaba muy contenta de estar en aquella misa y tenía la pinta de ser una fiel seguidora de Dios. Se veía realmente atractiva a mis ojos con ese vestido azul que seguramente resaltaba sus curvas por debajo de ese abrigo.

-Buena noche mi preciosa amiga.- le contesté en francés con un acento muy propio para un "Señor" de sociedad aristocrática y con un asentimiento de cabeza. -Benditos los ojos que se topan con semejante belleza.- le dije cortejándola y me atreví a tomar su mano con aquellos delgados guantes de piel y la besé por el dorso. -William Kromer Señorita, un placer compartir con usted esta noche.- le respondí y sonreí galantemente mientras soltaba su mano.

por **April Von Uckermann** Lun Ago 16, 2010 12:42 am

El joven me saludó de una forma bastante propia y educada, por lo que, eso, sumado con su elegante ropa me dejaban completamente claro que pertenecíamos a la misma clase social, lentamente observé cómo tomaba una de mis manos entre sus guantes delgados de piel para besarla mientras que sus palabras hacían que me sonrojara de una forma notoria, era increíble lo atrevido que era aquel joven, no podía negar que era educado, pero su proximidad tan repentina me estaba poniendo algo nerviosa.

- El placer es mío, monsieur Kromer – le respondí con una sonrisa tratando de ocultar el sonrojo evidente de mis mejillas haciendo que en mis palabras se notara el leve acento inglés. – Es la primera vez que tengo el honor de encontrarlo en la casa del señor – le dije de forma educada sin parecer entrometida – me alegraría mucho verlo más seguido, siempre es bueno tener un compañero de agradecimiento – le sonreí al recordar los pequeños grupos de oración que solíamos crear en Inglaterra ¡Qué tiempos aquellos! Tiempos en los que mis padres estaban vivos….

-¿Dígame usted es residente en París o sólo anda de visita? – Al parecer habíamos llegado todos muy temprano puesto que el anciano sacerdote aún no llegaba permitiéndome seguir con la conversación de aquel apuesto joven

por **Lyam Kromer** Mar Ago 17, 2010 7:24 pm

Cuando la saludé besando su mano pude sentir de inmediato como su corazón se comenzaba a acelerar y se ponía nerviosa. Le sonreí evidentemente complacido cuando aquel tono de piel pálido cambió a un rojo efusivo y pude sentir como se sangre se aglomeraba en aquella parte de su rostro.

-Creáme que el placer es todo mío.-le respondí en un elegante y muy bien articulado Inglés con acento británico y poco tosco, le contesté así cuando me dí cuenta de su acento. Era agradable encontrarse a personas que hablaran el mismo idioma natal. -Tiene toda la razón, jamás la he visto por estos lugares ya que de ser así la recordaría, unos ojos así son imposibles de olvidar.- dije con una voz aterciopelada y me alejé de su mano que estaba seguro de mantenerla entre la mía hubiese comenzado a sudar.

-Soy Residente en París, llevo algunos años viviendo aquí, se respira un aire bastante fresco por eso mi hermana, mi padre y yo hemos decidido quedarnos en este lugar. ¿Y usted? Aunque me parece que esta muy familiarizada con la Iglesia, acaba de llegar a París?.- pregunté elegantemente sin prestar atención a lo demás, el sacerdote no se veía llegar por ningún lugar y la jovencita se veía apetitosa. LA miré fijamente a los ojos haciendola que me mirara con la misma profundidad mientras mi rostro parecía completamente embelezador en una sonrisa ligera.

por **April Von Uckermann** Miér Ago 18, 2010 1:21 am

El guapo y elegante joven siguió tomando mi manos entre las de él y por un momento me pareció sentir que la fría piel de él traspasaba el guante llegando a contrastar con lo tibia que estaba la mía, pero cuando me habló en un perfecto inglés con acento británico no pude fijarme en otra cosa que no fueran sus palabras, no podía creer en la suerte que había tenido en encontrar a un oriundo de Inglaterra en mi adorada iglesia, definitivamente Dios le estaba ayudando mucho a relacionarse últimamente puesto que sabía perfectamente a quién poner en su camino.
Lo escuché con atención dejando entre ver una sonrisa radiante en mi rostro demostrándole que me encantaba el hecho de que habláramos en nuestro idioma natal.
En ese momento el dulce joven hizo alusión a mis ojos y no pude hacer menos que sonrojarme, realmente era demasiado halagador y directo para la edad que representaba lo que me dejaba claro que era un hombre muy seguro de sí mismo, sólo esperaba que el ego no lo tuviera tan alto como la mayoría de los hombres ingleses que había tenido la desgracia de conocer en la universidad en Londres.
-Me alegro mucho saber que es usted de mi querida Inglaterra – le dije con un perfecto inglés británico por el cambio de idioma en sus palabras sin hacer alusión a lo que había dicho de mis ojos puesto que eso sólo haría que me sonrojara más – Yo soy de Londres y la verdad es que estaba comenzando a extrañar el hablar en mi lengua natal – le sonreí dejando entre ver un agradecimiento en mis palabras.

Lentamente William me soltó la mano mientras me explicaba el por qué se habían radicado en Paris siguiendo con la conversación.
-Créame que entiendo lo que me dice, apenas pisé este país me di cuenta de lo puro de su ambiente – le sonreí totalmente cautivada por la ciudad – Yo llevo un poco más de seis meses en París y ha sido suficiente para enamorarme de esta bella ciudad, aunque debo reconocer que el sitio que más visito, por no decir único, es la catedral, desde pequeña tengo una cercanía con la iglesia, para mí no hay mejor sitio para poder estar que una iglesia, ni mejor amigo en el cual confiar que mi Jehová Dios. – Le sonreí expresándole mis sentimientos tan profundos para con la religión - ¿Y usted también es así de cercano a la religión? ¿O sólo viene por cumplir y en la realidad no es más que un reconocido señor de negocios? – le pregunté en broma mientras pensaba en por qué el cura demoraba tanto en llegar

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