Misterio de la noche [ Privado- Meredith Evans]

por Invitado Miér Dic 14, 2011 9:15 am

Los caminos se abrían conforme iba pisando su forma adoquinada y llena de historias, algunas de amor otras de asesinatos, pasión, música, magia, todo quedaba guardado en cada parte de aquella calle.

Suspiré aliviado, hacía menos de una semana que había llegado de un largo viaje alrededor de las localidades vecinas francesas para conocer a los campamentos gitanos de allí, con sus alegrías y necesidades abrieron sus carpas ante mi presencia, como si todos fuéramos hermanos.

Las casas frías, burguesas, fuera del contexto si alguien lo miraba desde mi perspectiva. El pañuelo rojo que me había puesto en la cabeza apretaba mi frente, no me lo había quitado por nada en el mundo, era lo único que quedaba de aquel niño gitano sin ningún problema en su vida pero ahora todo era diferente.

Sonreí al recordar que era hijo de un brujo, eso tenía sentido. Mi perronegro me miró con sus ojos entendedores, comprendía que me encontraba en medio de por lo menos siete encrucijadas, por mucho que me esforzaba no encontraba la adecuada.

Pronto tendría que conocer a mi futura esposa, era aquello lo que me lograba poner irritable. Conocer a una mujer que jamás en tu vida viste para casarte, compartir tus secretos, tu vida, cuidarla con capa, daga y artilugios, eso era algo de lo que quería huir, como si fuera una
gitana enamorada, lastima que no era mi caso. Era Angeluz, hijo de la líder del clan sur de París, para mi clan: su príncipe, para los otros el heredero de un campamento misterioso, no era fácil mi vida mas sabía lidiar con cosas como ésta.

La noche se acercaba conforme llegaba a la zona descampada de París, todavía el camino era adoquinado. Se podía ver a lo lejos la vida silvestre, las campiñas, las carpas alejadas, los trotamundos, los brujos que salían por la noche para hacer sus conjuros.

A lo lejos, una silueta femenina llamó poderosamente mi atención, su estido vaporoso, su cabello dorado como el sol, su piel plateada como la luna.¿ Acaso estaba ilusionando?. Sentí como la inspiración llegaba a mi ser, decidí sacar mi violín y crear una melodía referente a la luna, a la belleza, lo extraordinario de la vida.

Dando pequeños giros, sin apartar mi vista de aquella dama, llegué a su encuentro. Con la vista nublada hice una reverencia parecida a la de un joven francés, después de todo aprendía con facilidad las costumbres de los de afuera.

- Buenas noches, bella dama.- dije con una sonrisa que amortiguaba mis nervios, tomé una de las tantas rosas que llevaba conmigo y se la entregué agachando la cabeza.

por **Meredith Evans** Jue Dic 15, 2011 2:37 pm

Caminar, caminar, caminar, eso llevaba un rato haciendo y me había despistado un poco, no sabía muy bien donde estaba, pero por el ruido de las panderetas y de los canticos me imagine que estaba en un poblado gitano.
¿Qué hacía yo allí? No lo sabía muy bien, era una pregunta que me gustaría saber, aunque no me importaba en absoluto estar, aquella música me alegraba el día, ya que eran canticos alegres y ellos se lo pasaban muy bien bailando y danzando de un lugar para otro, así como Esmeralda, la gitana del Jorobado de Notre Dame.
Era de noche, si, a esa hora los vampiros solíamos salir, unos a alimentarse de humanos y otro de animales. Mi caso era el segundo, aunque bueno, ahora no tenía ninguna gana de comer, por ello me mantuve sentada en una fría piedra escuchando los canticos de aquellas personas simpáticas y agradables que se lo pasaban bien dentro de su carpa o en corrillos alrededor de sus casas.
Me alborote un poco el pelo y mirando al horizonte me asumí en mis pensamientos, aunque la verdad ni yo misma sabia por qué pensaba eso, pero ahí estaba, en silencio, con la mirada perdida y sin decir nada.
De pronto vi a un joven con un pañuelo en la cabeza mirándome y haciendo una reverencia hacia mí, era muy caballeroso realmente, aparte de muy guapo, pero creía que no le conocía de nada, aunque bueno, siempre estaba bien socializar con la gente.
-Buenas noches, caballero.- sonreí y le mire con una sonrisa sintiendo como me entregaba un montón de rosas, algo que jamás habían hecho desde hacía mucho tiempo -Que hermosas son caballero, muchísimas gracias, de verdad, es usted muy amable.- dije algo sonrojada y me levante de la fría piedra para mirarle a la cara, ya que no quería levantársela para que no notase mi fría piel y supiera lo que era, en definitiva, para que no se alejase de mi lado

por Invitado Vie Dic 16, 2011 4:49 pm

Contemplé con mirada perdida a la luna, ella quien vigilaba secretamente cada paso de mi vida, cada instante desde mi nacimiento hasta ahora. Era increíble como con una sola mirada tu mundo parece dar vuelta, como de estar sumergido en las tinieblas te encuentras rodeado de una luz cegadora.

Su mirada, sus labios, cabello, su perfume todo en ella me atraía de una forma mágica, perfecta y armoniosa.

- Más hermosa es usted.- dije mientras me acomodaba el pañuelo de la cabeza. Estiré mi mano para que ella la tomara.- ¿ Quisiera acompañarme?.- pregunté hundiendome en un mar de mejillas rojizas.

A lo lejos, como si de un coro musical se tratara, las panderetas comenzaban a sonar en una mezcla de celebración, lentamente sentía como mi cuerpo se movía a su perfecto y alegre compás, tomé de la cintura a aquella jovencita. Como si de una muñeca de porcelana se tratara la fui tirando hacia atrás, apoyando su cuerpo en mi brazo y rodilla.

- Sabes.- Dije cuando la levanté, nuestros rostros se encontraron ferozmente.- Todavía no me has dicho tu nombre.- susurré con voz seductora, tomé ambas manos, junto con las mias, las estiré hacia arriba formando un círculo.

Abrí mis ojos de par en par, su tacto era tan frío como el hielo, su rostro era afilado con una hermosura impropia para una humana, ¿ sería tal vez una inmortal?, ¿de aquellas que con su melodiosa voz, angelical caminar podía atraer a una multitud gitana?. Aún así, prefería correr todos tipos de peligros.

por **Meredith Evans** Dom Dic 18, 2011 9:56 am

Nadie me había tratado como él me estaba tratando en mucho tiempo, me estaba haciendo sentir querida aunque él no se diera cuenta y esos piropos que me decía hacían que una sonrisa apareciera en mi rostro después de mucho tiempo.
-Creo que está usted equivocado señor, no soy tan hermosa como usted piensa.- no, no lo era, interiormente era un monstruo que mataba animales para poder alimentarme.
Al escuchar su petición, tome la mano con miedo asintiendo con la cabeza, ahora sabría lo que yo era y quizás huía de mí y se alejaba por miedo, por miedo a que le matase.
A lo lejos se oían como sonaban las panderetas y los violines, se escuchaba un gran escándalo al que él, tomándome de la cintura me llevo.
- Mi nombre es Meredith, el suyo es...- deje la pregunta en el aire esperando a que el añadiera su nombre sintiendo como tomaba mis manos y sin negarme agarre las suyas.
Todo esto realmente era muy raro, pero si me iba a pasar algo podría protegerme con mis colmillos, jamás los usaba, pero ante situaciones de peligro eran mis mejores compañeros, una buena defensa realmente, algo que a ellos les podría hacer muchísimo daño o les podía provocar la muerte

por Invitado Dom Dic 25, 2011 2:04 pm

Una dama siempre tenía que amarse y por nada del mundo dejar que su corazón no sienta aquella hermosura que rompía los inviernos más oscuros y fríos que una persona podría afrontar.

- Meredith.- susurré su nombre mientras seguía dando vueltas con ella, ahora en mis brazos. El amor jamás se me daba tan bien, siempre salía lastimado o sólo era por petición de mi madre:

" Angeluz, ésta es una mujer ideal para tí", decía mi madre cuando tenía su oportunidad de meter el dedo en la yaga provocando en mí un vuelco de corazón tan definitivo como doloroso para todos.

Así fue como la mujer que me había dado con amor, la vida decidió por sus propios métodos conseguirme alguna prometida pero ninguna gitana conocida podía comparar en belleza y misterio a la bella Meredith, la inmortal que en éstos momentos se había transformado en mi eterna ilusión de amor. Sin mencionar que era una compañera de baile hermosamente dotada de hábiles movimientos sin que ella tuviera que conocerlos.

- Tiene razón mi querida dama, no es tan hermosa como yo pienso.- Besé su mano y sin poderle ver el rostro continué.- Es mucho más hermosa que en mis pensamientos.
La vista se me nublaba por los pálpitos crueles de mi corazón, que sin darme cuenta había perdido un ritmo pausado, tranquilo y afable. Ahora se había vuelto mi delator ante tan maravillosa criatura, jamás me cansaría de decir lo bella que era Meredith, JAMÁS.

Mis labios se acercaron a los suyos.- Mi nombre es Angeluz.- dije con voz tranquila y seductora.

Sonando su pandereta, una pequeña niña llegó a nuestro encuentro. Sonreí al reconocer a mi media hermana.
- Sharah.- dije sonriendo, ahogando la carcajada.
- Angel...- dijo ella y fue corriendo a nuestro encuentro, la abracé y metí un mechón de pelo dentro del pañuelo que cubría su cabeza. Tomé de la mano a Meredith sin darme cuenta pero al reconocer mi acto no me arrepentí y la aferré más a mí.

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