Misterio Doloroso [Privado]

por **Anne-Lise Buchanan** Dom Mar 02, 2014 2:24 pm

Había una gran turbulencia en su mente. Llegó a dudar por unos instantes de la autenticidad de la carta a pesar que esta tenía el sello distintivo de los de su orden. Se encontraba bebiendo, cosa que normalmente no hacía. Suspiró y apartó su cabello hacia atrás. La mayoría de los inquisidores de alto rango se encontraban fuera de la ciudad y difícilmente se entrega un caso a una persona como lo era ella, era arriesgado aunque no quedaban muchas alternativas. Las instrucciones eran claras debía dirigirse a las afueras de la ciudad para iniciar una investigación de campo, su mirada se desvió por el ventanal. La Santa Iglesia tenía el conocimiento de sus habilidades, la capacidad de controlar relativamente el clima es un don poco común. Habían pasado 2 años aproximadamente desde que había liberado su poder por primera vez, ahora podía controlarlo a la perfección. Pero, aún existía un riesgo, la personalidad caprichosa de Rowan.

Así que para esta misión se enviaría a un miembro de la facción uno, para evitar una catástrofe. Este tipo de decisiones siempre se tomaban de manera interna, de algún modo se tenía que controlar a los brujos como ella. El mecanismo era el mismo, se les cedía un lugar y al mínimo intento de rebeldía se deshacían de ellos. Terminó de beber su copa de vino, tomó su abrigo y se dirigió a la zona pantanosa de la capital. Mientras caminaba por la acera, recordó la razón que la mantenía fingiendo ser una joven arrepentida. Esa fachada de obediencia y respeto a Dios tenía que ser lo más fidedigna posible. No tenía idea de que enfrentaría en ese lugar y confió ciegamente en la orden, seguiría las instrucciones al pie de la letra para ganarse su confianza. En pocos minutos se vio rodeada de árboles, arbustos, maleza y el fétido olor propio de un lugar como ese.

El viento obraría un par de favores para ella esta noche, el cielo despejado poco a poco se nubló ahogando el escaso brillo de las estrellas. Una corriente de aire flotaba a su alrededor mostrando una pose defensiva, el cántico tenebroso de las criaturas que se escondían entre las penumbras hacían eco en las más recónditas partes de su mente. Ese molesto sonido que la noche regala, le estaba dando la bienvenida. Se adentró con pasos firmes. Cualquier ser humano estaría a su merced en cuestión de segundos, pero si se tratase de un ser sobrenatural, no lo pensó tanto y en cuestión de segundos sacó una navaja que ocultaba en las botas, se hizo una herida mínima, pero lo suficientemente grave como para atraer a aquellas bestias. El olor a sangre de inmediato tomó lugar en la escena y utilizando el viento, dejó que este fuera el conducto para llamar a cualquier alimaña, aguardó con la confianza depositada en aquellos dones, estaba sola enfrentando la oscuridad.

por **Renan Lazerov** Mar Mar 25, 2014 12:08 am

Caminaste por la calle y allí estaban: el látigo y el derramamiento de sangre. Recuerda por lo tanto que no hay duda: Ciertamente existe el infierno.
- Czeslaw Milosz

“La vida no es mucho más que un círculo plano. Todo lo que hicimos o haremos, lo volveremos a hacer una y otra y otra vez. Y aquella primera vez que presenciaste con tus propios ojos la verdadera obscuridad, nunca se irá”

Creía estar todo el tiempo como en un sueño, veía cosas, visiones por todos lados, todo el tiempo. La mayoría de ellas eran sólo incoherencias, alucinaciones de un hombre. Pero algunas veces, no. La verdad era que Francis era un ser atormentado por su propia vida. Había llegado a la inquisición porque antes de eso era un cazador. Y antes, un loco. Tenía ambiciones, deseos, sí; como todo hombre. Sin embargo, a veces, reaccionaba a impulsos totalmente diferentes.

Sentado en su escritorio repasaba uno a uno los expedientes que tenía en las manos. Dos días antes se había entrevistado con un novato de la facción dos, un tipo flacucho al que le habían rechazado tres veces de la facción de soldados y que vivía soñando con mejores tiempos y un cuerpo suyo menos enfermizo y menos falto de dotes. Con promesas, promesas falsas, Francis, había logrado que este le “prestase” los expedientes de los condenados brujos en activo. Muchos de ellos tenían muy poca información, algunos se limitaban sólo al nombre, el retrato y uno que otro dato más sin importancia. Para Francis eso no era extraño. Se podía decir que cada vez que un brujo era reclutado, para aquel Inquisidor que lo había traído, o en su defecto para quien lo hubiese visto primero, entre menos información pudiesen obtener sobre su “juguete”, mejor.

Francis no tenía tales intenciones, bajo su mando habían pasado toda clase de sobrenaturales y ninguno, hasta ahora, lo habían vuelto a ver. Él no quería una mascota, un guardia personal. Lo qué él buscaba en ese momento era una visión. Una visión que después de dar un salto de páginas apareció con el nombre de “Rowan”.

No le valió mucho esfuerzo averiguar donde se encontraba ella, ni qué estaba haciendo. Tampoco lo fue ocupar el lugar del Inquisidor que se suponía era su compañero aquella noche. Todo debido a que conocía una de las verdades más cierta entre los de su clase y facción. Entre menos Condenados, mejor. Así, los Inquisidores si querían aparecían donde se supone deberían estar y si no, simplemente no lo hacían – Que esos malditos monstruos se las arreglen solos, es su condena, no la mía – Era, con algunas variaciones, la respuesta habitual.

Cabalgó hasta encontrar sus pasos. Había tenido suerte pues su rastro aún era fresco, el pantano permanecía sereno y eso ayudaba. Bajó del caballo y lo ató a un árbol y aunque busco con la mirada el propio de la Condenada, no encontró nada. Quizá había llegado a píe o, prudente, lo había amarrado en un árbol que ofreciera mucha más cobertura que el que él había elegido – Bien hecho – pensó. Siguió el rastro en forma de pisadas en el lodo unos metros hacía el interior del pantano, cuando este comenzaba a hacerse más visible, el tiempo que había favorecido su búsqueda cambio, amenazando no sólo el poder encontrarla, sino también, su vida. Para su suerte, justo antes de que los vapores del suelo comenzaran a elevarse, la vio no muy lejos de donde él seguía avanzando.

— Será mejor que cubras eso de inmediato — Le hablo desde lejos, a unos cuantos metros aún, pero estaban solos y no tuvo necesidad de gritarle. Sólo hablo — El tipo de alimañas que cazamos no es la única cosa que la sangre atraerá — Si bien le hablaba a ella, sus ojos escaneaba los alrededores — Y si me lo preguntas. No. No me gustaría morir en un pantano — Para ese entonces la niebla ya había cubierto la mayoría de su campo visual pero él ya se encontraba a su lado.

— Antes de comenzar con formalidades, presentaciones, sesión de preguntas y respuestas, antes de que me digas qué estamos buscando y por qué, y todas esas tonterías… — Hizo una pausa para encontrar su mirada y verla directo a los ojos — ¿Me dirás… tu verdadero nombre, Rowan?

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