Bejamin Griezmann

-Nombre del Personaje: Bejamin Griezmann
-Edad: 32 años
Especie: Humano
-Tipo y Clase Social: Clase media; funcionario
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: La Baule-Escoublac (cerca de Nantes, Francia)

Spoiler:

Benjamin suele mostrarse amigable, abierto y simpático. No le cuesta hablar con los demás, sobre todo si huele que puede haber una buena historia detrás de ellos y se mostrará dispuesto a invitar a una copa a sus compañeros sin pensárselo dos veces. Además, con las mujeres trata de ser aún más encantador y amigable todavía.

No le gusta estar en entornos demasiado elitistas, ya que siempre le ha incomodado verse rodeado de nobles o ricos comerciantes desde que era niño. Por eso mismo se siente muy cómodo con gente humilde y de su mismo estrato social, aunque por culpa de su trabajo hay veces que no puede evitar atender a jefazos o algún conde.

Aunque a veces es un poco distraído en su vida diaria, cuando está investigando temas relacionados con sus relatos o se suele concentrar y presta toda la atención en lo que se trae entre manos. Del mismo modo, suele ser bastante meticuloso con su trabajo en el ayuntamiento. Que la plata es la plata.

La infancia de Benjamin fue un poco complicada. De niño siempre fue alguien tremendamente introvertido, tímido y solitario. No le gustaba estar cerca de otras personas y le tenía especial pavor a mezclarse con los niños de su edad. Siempre padeció terroríficas pesadillas, lo que no ayudaba a su carácter ni a que durante el día estuviera nunca demasiado animado. Durante las pesadillas veía seres venidos de lugares lejanos y abismos abisales se levantaban de entre las aguas para tomar su lugar como amos del mundo. Seres que comandaban ejércitos de muertos sedientos de sangre y lobos disfrazados de hombres.

En cuanto a su familia, el padre de Bejamin era un funcionario del ayuntamiento y su madre trabajaba en casa, atendiéndole a él y a sus otros tres hermanos. Vivían en una casita en La Baule-Escoublac, cerca del mar, donde Bejamin solía ir a nadar siempre que tenía un rato libre. Allí en el mar era el único lugar donde estaba tranquilo, donde no le aterraba que algún monstruo pudiera aparecer de la nada para llevárselo al abismo. Lo cual no dejaba de ser extraño, porque muchas de sus pesadillas eran protagonizadas por monstruos marinos llenos de tentáculos.
Pero, como suele decirse, la mente de los niños puede ser maravillosa.

Bejamin fue a la escuela local, donde aprendió a leer y escribir; así como las cuatro leyes básicas. Gracias a esto el joven descubrió que la escritura se le daba maravillosamente bien. Le ayudó a perfilar su mente, a pensar y a reflexionar. Pero le faltaba un tema sobre el que escribir, y no tardó en encontrarlo: sus pesadillas eran una gran fuente de inspiración.

A partir de los trece años Benjamin empezó a escribir de forma más o menos habitual, casi metódica y profesional; incluso en el periódico local le publicaron uno de aquellos relatos (bajo seudónimo). Pero el público de finales del S. XVIII, más propenso al racionalismo y a las ideas ilustradas no acogió con demasiado entusiasmo aquél tipo de literatura.

Así que Benjamin siguió escribiendo y cuando entró en el Liceo se obligó a sí mismo a mostrarse más abierto y relacionarse con los demás alumnos, aunque no le hiciera demasiada gracia en un principio. Pero pronto le cogió el gustillo a sociabilizar; y ayudar ayudaba el que las pesadillas hubieran remitido casi del todo.

Ya con casi veinte años, y una vez que terminó por completo los estudios empezó a trabajar junto con su padre en el ayuntamiento como secretario del gobernador. Sin embargo, por la noche se reunía con escritores que tenían las mismas motivaciones que él, que escribían sobre los mismos temas y que, según decían, habían tenido experiencias con los seres de los que escribían. Incluso uno de ellos afirmaba que un vampiro le había mordido una noche y había bebido su sangre.

La vida, en definitiva, le iba razonablemente bien. Tenía un sueldo que le permitía vivir holgadamente, le publicaban algunos de sus cuentos (incluso habló respecto a una novela entera, pero no terminó de concretar nada). Pero no todo podía ir a las mil maravillas. Una noche, mientras salía de uno de los cafés donde solía reunirse con otros escritores oyó un grito en un callejón. Motivado por el vino en el cuerpo y la curiosidad se dirigió hacia el origen del ruido y sin quererlo ni beberlo se topó con un hombre que estaba violando a una mujer. Asustado y nervioso, sin saber muy bien qué hacer, echó mano de un palo que había por el callejón y empezó a golpear en la cabeza al hombre, salvando a la mujer y convirtiéndose en un héroe. Se alejó con la chica (era una prostituta del burdel cercano) y trató de pasar desapercibido.

El problema fue que, al día siguiente, todo el mundo sabía lo que había pasado. Y resultaba que el tipo era uno de los nobles de la zona. Por lo que, en resumen, el asunto había resultado ser bastante jodido. El noble en cuestión presionó para borrar todo el asunto y para que encerraran a Benjamin por lo que había hecho. Y si podían ahorcarle casi que mejor. Pero no, su padre (que por aquél entonces era un alto funcionario en la zona) y el alcalde del pueblo consiguieron convencer al noble de que aquella no era la solución. Y el noble aceptó, pero sólo a cambio de que Benjamin se largara de allí.

Así que tras llamar a un par de puertas y hacer un par de favores el padre del joven logró que le dieran plaza en París, donde seguiría trabajando como secretario para una administración central en auge.

Y aquí estamos. La verdad es que la vida en París no le desagrada para nada; bellas mujeres, buen vino y cafés llenos de otros escritores y charlatanes. Voto a Dios, no es una mala vida, no.


-Le gusta fumar en pipa.

-Suele vestir de negro y en los bolsillos de la chaqueta siempre lleva un carboncillo y trozos de papel donde apuntar ideas que se le ocurren sobre la marcha.

-Aunque nunca ha visto cara a cara un ser sobrenatural (al menos no que él sepa) sí cree que su existencia no es algo descabellado; al fin y al cabo muchos otros escritores afirman haberse topado con vampiros y brujas cara a cara.

-Aunque las pesadillas han remitido, hay veces que sueña con un monstruo verde que dormita en una ciudad sumergida llamada Ry’leh. El nombre de la bestia es impronunciable para los humanos.