Por un accidente aprendí algo nuevo.[Gilbert Lèbedev]

Aquel era un día especialmente interesante, era Sábado por la noche y la gente deseaba con ardor poder satisfacer sus deseos más carnales. La gente de aquella época era muy puritana, a la mayoría de las personas de cuna alta les escandalizaba cualquier cosa relacionada con el acto sexual, pero eran todos unos hipócritas, ya que todos lo practicaban cuando podían. Su oficio era dar placer y callar, así que, simplemente se acostumbraba a aquella hipocresía y callaba para que aquellas ricas mujeres pagaran sus servicios con una buena y suculenta propina, que la mayoría de las veces era así.

Cierto era, que el burdel solía estar más abarrotado de hombres que de mujeres y que las mujeres eran mayores y algo desgastadas, pero algunos días podías tener buena suerte y acostarte con una hermosa joven y alocada, con la cual disfrutabas casi tanto como ella.

El interior del burdel era un continuo griterío, parecía una orgía conjunta ya que los viejos verdes, impacientes de tocar las carnes de las cortesanas, no podían alejar sus manos de ellas y de ellos mismos. A él no le gustaba mucho esa imagen, así que decidía salir a llamar la atención de algún mujer que pasara, a veces con descaro, y a veces con cortesía, según la imagen de la mujer.

Hablaba entonces con uno de sus compañeros de oficio mientras bebía una copa de wishky realmente delicioso. Miraba a las mujeres que pasaban, la gran mayoría cortesanas que les solían pegar medio en broma medio enserio por sus groserías gratuitas que le hacían pensar que era un posible cliente, entonces sus risas se acentuaban a grandes niveles, se lo pasaba realmente bien.

Entonces un golpe en su espalda le hizo derramar parte de la copa. Gruño con levedad y dio media vuelta para ver quien había provocado aquello. Al vera a la joven preciosa asustada y acariciándose el brazo dolorido, supuso por su expresión, sonrió con ternura escondida en satisfacción y la cogió con suavidad por uno de sus hombros.

-¿Esta usted bien, mademoiselle?- Su tono de voz intentaba ser agradable, aterciopelado, incitante. Traba de calmarla y de acercarla a él con la palabra, estaba asustada y si la asustaba más podía salir corriendo de allí, quería ayudarla, y si ella le ayudaba a él, pues mejor que mejor.

La pobre no sabía donde se había metido y aquello le hizo sonreír más ampliamente aún. Ladeo la cabeza mientras bebía de su copa sin apartar la mirada de su bonito rsotro. La admiró con detenimiento, repasando con sus ojos cada curba de su cuerpo. Realmente era preciosa pero inexperta, ya que todo aquel panoraba la econdalizaba más de lo normal, más de lo que a una mujer de la alta sociedad podía altirarle. No dejó de mirarla hasta que se perdió entre la gente. Se encogió de hombros, no había demandado su ayuda y no iba a seguirla como un criminal, si le necesitara podría buscarle, aunque no sabía si le encontraría. Probablemente algún hombro la confundiría con una cortesana y... eso le preocupaba, pero ese pensamiento desaparecio cuando una de sus compañeras y musas le acarició el rsotro y beso sus labios con fervor al mismo tiempo que pegaba su escuto cuerpo contra el de él. Sonriendo ante el beso colocó su mano libre en su trasero y lo apretó pegándola más a ella, haciendo el beso más intenso y ferviente que sabía que iba a hacerla suspirar. Se separó de ella con la boca manchada de carmín y con aquel suspiro de sus labios y la siguió al interior del burdel terminándose de un trago su copa. La dejó caer en una mesa y entró en aquella orgía común que era el burdel.

La incansable cortesana le empujó contra una de las paredes y comenzó a desnudarlo sin ton ni son mientras devoraba sus labios y colocada sus manos en sus senos para que los masajeara. Le gustaba que estuviera tan caliente pero la verdad era que en ese momento no tenía ganas de hacer nada de las ideas que ella tenía. Cuando ella se agachó frente a él desabrochando sus pantalones le dejó como imagen a la joven chica buscando algo o alguien con desesperó. Ladeo la cabeza frunciendo el ceño y sonrió sin poder evitarlo, pobre. Pero cuando un sebosos y borracho hombre se le acercó y la sobó en contra de su voluntad se le tensó la madíbula. Partó con un empujón a la cortensana abrochándose los pantalones y colocándose con rapidez la ropa caminó hacía ella, ignorando los insultos de su borracha compañera.

Llegoó hasta la mujer y el hombre que forcejeaban con torpeza y este apartó al gordo con espfuerzo de un empujón, el cual cayó sobre un sofá, más bien sobre algunas personas que luego el empujaron contra el suelo haciéndole vomitar por el mareo. Negó riendo levemente y miró a la mujer con una ceja enarcada. -Creo que necesitas mi ayuda, madame.- Ofrecíó su mano con una reveréncia y una sonrisa esperando que lo aceptara, ya que no estaba segura allí sola. Las peleas eran frecuentes, y en un fortuito empujón acabó ella entre sus brazos. La miró sin dejar de sonreír con descaro con ambas cejas alzadas aun esperando su respuesta.