AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entrenando para matar [Jan Matousek]
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Entrenando para matar [Jan Matousek]
La caminata había sido larga, después de casi una hora y aproximadamente 20 kilometros, él me dijo que podíamos detenernos, estábamos en un pequeño prado en el medio del bosque, la obscuridad inundaba todo con su tenebrosa presencia, ya se había hecho de noche hacía una más o menos. El recorrido había sido a pie desde la taberna donde se estaban quedando hasta este punto, el viaje había sido cansado, los bosques franceses eran densos y con muchos obstáculos y eso los hacía no solo peligrosos, sino que también tediosos.
Me había cambiado las ropas cotidianas que debía llevar por ser mujer y para pasar desapercibida entre las demás personas; me había colocado una blusa de seda suave y ligera, y sobre de ella me había colocado un corse que no me cubría el busto, en vez de las largas, pesadas y molestosas faldas (y aun más si llevas tus armas escondidas debajo de ellas, como yo lo hacía), me había puesto un pantalón de cuero que yo misma había hecho a mi medida, sobre de este llevaba un cinturón también de cuero en el que llevaba a cada costado de mi cadera una espada y varias navajas y armas de fuego bien enfundadas, como mi arma principal llevaba colgada del hombro, cruzándome el cuerpo mi arco y mis flechas. Esta vestimenta me permitía ser más rápida, ágil y flexible para entrenar y cazar.
-Ahora es tiempo de comenzar-argumento Jan después de solo cinco minutos de descanso, no dije nada y simplemente me puse de pie y me prepare, sabía que no debía replicar, después de casi seis años de entrenamiento con el, ya sabía las consecuencias de eso, el doble de entrenamiento, y el doble de exigencias.
Me había cambiado las ropas cotidianas que debía llevar por ser mujer y para pasar desapercibida entre las demás personas; me había colocado una blusa de seda suave y ligera, y sobre de ella me había colocado un corse que no me cubría el busto, en vez de las largas, pesadas y molestosas faldas (y aun más si llevas tus armas escondidas debajo de ellas, como yo lo hacía), me había puesto un pantalón de cuero que yo misma había hecho a mi medida, sobre de este llevaba un cinturón también de cuero en el que llevaba a cada costado de mi cadera una espada y varias navajas y armas de fuego bien enfundadas, como mi arma principal llevaba colgada del hombro, cruzándome el cuerpo mi arco y mis flechas. Esta vestimenta me permitía ser más rápida, ágil y flexible para entrenar y cazar.
-Ahora es tiempo de comenzar-argumento Jan después de solo cinco minutos de descanso, no dije nada y simplemente me puse de pie y me prepare, sabía que no debía replicar, después de casi seis años de entrenamiento con el, ya sabía las consecuencias de eso, el doble de entrenamiento, y el doble de exigencias.
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 15/12/2011
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Miré a Evangeline, la chica se había cambiado de ropa y parecía ahora una verdadera cazadora, habían pasado seis años desde que acogiera a aquella chiquilla y apenas quedaba nada en ella de la niña que había tomado a su cargo. Me quité la vieja chaqueta que cubría mis hombros y la tiré al suelo, mostré una mirada desafiante a la chica y le lancé un palo de madera que cogió al vuelo con gran facilidad. Cogí otro palo de madera y sin mediar palabra me puse en posición de ataque, los ojos marrones de la chica se clavaron en mi intentando captar el movimiento de cada uno de mis músculos para intuir cuando atacaría, sonreí.
La chica no dudó en atacarme con todas sus fuerzas dirigiendo su arma contra mi cara, golpe que desvié sin mucha dificultad hacia un lado, aprovechando el desequilibrio de Evangeline para intentar derribarla golpeándole los pies pero la chica me esquivó con un ágil salto. Intercambiamos unos cuantos golpes y pese a mi actitud agresiva, parecía que el entrenamiento estaba dando sus frutos pues la chica se defendía ante mis ataques con gran eficacia y casi sin esforzarse. Sentí un fuerte impacto en la pierna cuando al bajar la guardia Evangeline consiguió estampar el palo con gran fuerza sobre mi muslo, la chica respondió a mi mueca de dolor con una tímida y confiada sonrisa. Fue quizás esa confianza lo que provocó que no pudiera apartarse a tiempo del codazo que le propiné en el pecho y la hizo retroceder, momento que aproveché para descargar mi palo de madera con fuerza contra sus piernas lo que provocó que la chica se cayera al suelo.
Pude ver la frustración dibujada en su cara cuando cayó al suelo y se quedó tendida mientras yo volvía a adoptar la posición de ataque. Evangeline era una buena pupila tenía potencial y no tardaría en llegar el día en que pudiera superarme en un combate cuerpo a cuerpo, pero pasarían años hasta que pudiera “leer” a su rival como yo, muchas veces eso significaba la diferencia entre la vida y la muerte, y hacían falta años de experiencia para ello.
-¿Estás cansada Evangeline?-Pregunté con cierto tono de burla para provocarla, luego pasé el dorso de mi mano sobre mi frente para secarme el sudor y añadí.-Un vampiro no esperará a que te levantes cuando estés descansada.
La chica no dudó en atacarme con todas sus fuerzas dirigiendo su arma contra mi cara, golpe que desvié sin mucha dificultad hacia un lado, aprovechando el desequilibrio de Evangeline para intentar derribarla golpeándole los pies pero la chica me esquivó con un ágil salto. Intercambiamos unos cuantos golpes y pese a mi actitud agresiva, parecía que el entrenamiento estaba dando sus frutos pues la chica se defendía ante mis ataques con gran eficacia y casi sin esforzarse. Sentí un fuerte impacto en la pierna cuando al bajar la guardia Evangeline consiguió estampar el palo con gran fuerza sobre mi muslo, la chica respondió a mi mueca de dolor con una tímida y confiada sonrisa. Fue quizás esa confianza lo que provocó que no pudiera apartarse a tiempo del codazo que le propiné en el pecho y la hizo retroceder, momento que aproveché para descargar mi palo de madera con fuerza contra sus piernas lo que provocó que la chica se cayera al suelo.
Pude ver la frustración dibujada en su cara cuando cayó al suelo y se quedó tendida mientras yo volvía a adoptar la posición de ataque. Evangeline era una buena pupila tenía potencial y no tardaría en llegar el día en que pudiera superarme en un combate cuerpo a cuerpo, pero pasarían años hasta que pudiera “leer” a su rival como yo, muchas veces eso significaba la diferencia entre la vida y la muerte, y hacían falta años de experiencia para ello.
-¿Estás cansada Evangeline?-Pregunté con cierto tono de burla para provocarla, luego pasé el dorso de mi mano sobre mi frente para secarme el sudor y añadí.-Un vampiro no esperará a que te levantes cuando estés descansada.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Después del pequeño descanso de 5 minutos el trabajo duro comenzó, tome la vara de madera que Jan me lanzo y me coloque en posición de ataque al igual que el. A pesar de que sabía que al momento de luchar de verdad contra un oponente lo menos indicado era atacar primero, en los entrenamientos así era como la acción comenzaba, porque si yo dejaba que el atacara lo más probable era que fuera porque estaba frustrado de mi falta de acción y eso no me convenía.
El era mucho más fuerte que yo, por lo tanto yo tenía que ser más rápida y ágil, un ataque frontal no me resultaría para derrotarlo, así lo que tenía que hacer era no dejar de moverme y atacar de manera continua para que en un momento de debilidad de su parte yo pudiera atacar con toda mi fuerza y derribarle. Después de varios minutos agotadores de ataques mutuos y de esquivarlos por ambas partes el bajo su guardia por no más de dos segundos, pero eso fue todo lo que necesitar para llevar a cabo mi estrategia y ataque por el muslo, eso debilitaría la pierna que era para el su base; al estudiar esgrima se aprende que todos debemos utilizar una pierna base para de hay atacar al oponente y la que el usaba era la izquierda, la que ataque. Obviamente hizo una mueca de dolor y yo no pude contener una sonrisa apenada pero con sufiencia. La cercanía no era mucha, pero fue la necesaria para permitirle asestarme un codazo que me hizo perder el equilibrio y el aire, agradecía sus enseñanzas en ese momento, hace seis años, el haber recibido un golpe con la fuerza con la que el me había golpeado me habría no solo hecho caer, sino también haberme hecho llorar y gemir de dolor. No fue necesario más que ese desequilibrio de mi parte para que el me hiciera caer de bruces al suelo y hacerme golpear todo el cuerpo.
Me quede un momento en el suelo con los ojos cerrados intentando contener el dolor cuando escuche sus palabras-¿Estás cansada Evangeline?-note su tono burlón y eso sabía que era para provocarme, ya había aprendido a lidiar con eso, pero aun así era estresante-Un vampiro no esperará a que te levantes cuando estés descansada-al abrir los ojos el se pasaba la mano por la frente y tenía el palo a su costado como apoyo. Realice un giro en el suelo que me permitió golpearlo de tal manera que sus piernas no soportaran estar de pie y cayera de igual forma que el me había hecho a mi y al mismo tiempo me permitiera quedar agachada a su lado, tome la vara de madera y le apunte al pecho con ella-Ni yo lo dejaría sobrevivir a un ataque en mi contra-conteste tomando un poco de aire y limpiándome un poco el sudor que cubría mi rostro, después volví a tomar la vara con ambas manos esperando su respuesta.
El era mucho más fuerte que yo, por lo tanto yo tenía que ser más rápida y ágil, un ataque frontal no me resultaría para derrotarlo, así lo que tenía que hacer era no dejar de moverme y atacar de manera continua para que en un momento de debilidad de su parte yo pudiera atacar con toda mi fuerza y derribarle. Después de varios minutos agotadores de ataques mutuos y de esquivarlos por ambas partes el bajo su guardia por no más de dos segundos, pero eso fue todo lo que necesitar para llevar a cabo mi estrategia y ataque por el muslo, eso debilitaría la pierna que era para el su base; al estudiar esgrima se aprende que todos debemos utilizar una pierna base para de hay atacar al oponente y la que el usaba era la izquierda, la que ataque. Obviamente hizo una mueca de dolor y yo no pude contener una sonrisa apenada pero con sufiencia. La cercanía no era mucha, pero fue la necesaria para permitirle asestarme un codazo que me hizo perder el equilibrio y el aire, agradecía sus enseñanzas en ese momento, hace seis años, el haber recibido un golpe con la fuerza con la que el me había golpeado me habría no solo hecho caer, sino también haberme hecho llorar y gemir de dolor. No fue necesario más que ese desequilibrio de mi parte para que el me hiciera caer de bruces al suelo y hacerme golpear todo el cuerpo.
Me quede un momento en el suelo con los ojos cerrados intentando contener el dolor cuando escuche sus palabras-¿Estás cansada Evangeline?-note su tono burlón y eso sabía que era para provocarme, ya había aprendido a lidiar con eso, pero aun así era estresante-Un vampiro no esperará a que te levantes cuando estés descansada-al abrir los ojos el se pasaba la mano por la frente y tenía el palo a su costado como apoyo. Realice un giro en el suelo que me permitió golpearlo de tal manera que sus piernas no soportaran estar de pie y cayera de igual forma que el me había hecho a mi y al mismo tiempo me permitiera quedar agachada a su lado, tome la vara de madera y le apunte al pecho con ella-Ni yo lo dejaría sobrevivir a un ataque en mi contra-conteste tomando un poco de aire y limpiándome un poco el sudor que cubría mi rostro, después volví a tomar la vara con ambas manos esperando su respuesta.
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Observé a Evangeline en el suelo y pensé que quizás era demasiado duro con ella, pero la vida no era fácil cuando uno era un cazador y probablemente algún día me lo agradecería. Recordaba mis duros entrenamientos con aquel anciano eremita en los gélidos bosques de Moravia, aquellas noches en las que me acostaba lleno de moratones y dolorido a causa de los golpes sufridos durante el entrenamiento, todo ello me había permitido seguir vivo.
Evangeline giró rápidamente en el suelo barriendo mis pies y yo sin apoyo alguno en el suelo caí desplomado, la chica se incorporó rápidamente y me apuntó con el palo en el pecho.
-Ni yo lo dejaría sobrevivir a un ataque en mi contra.-Dijo la chica aún jadeante por el esfuerzo realizado.
Solté una carcajada y aparté con un manotazo el palo de la chica, me incorporé lentamente, el muslo aún me ardía de un golpe anterior y me quedé levantado de pie junto a ella, que no me quitaba ojo de encima mientras se negaba a bajar la guardia. Yo le había enseñando que siempre había que desconfiar del rival, las criaturas de la noche eran especialistas en el arte del engaño y bajar la guardia podía equivaler a una muerte segura. Le hice un gesto con la mano y me senté en el suelo, recogí la chaqueta que había tirado al suelo y saqué de un bolsillo interior una botellita de aguardiente.
El viento soplaba produciendo un fantasmagórico silbido y las hojas de los árboles se mecían de forma siniestra, la niebla había comenzado a bajar dejando una imagen tenebrosa. El frío cesó cuando sentí que el aguardiente bajaba por mi garganta dejando una sensación confortablemente cálida a su paso. Le tendí la botella a la chica pero esta negó con la cabeza y se sentó a mi lado, habría querido comenzar a conversar hacerla sentir cómoda y relajada pero no era bueno con las palabras mucho menos desde que Helga había fallecido.
Entreabrí la boca dispuesto a hablar cuando un grito procedente del bosque me interrumpió, parecía un grito de mujer, no había duda de que las alimañas de la noche harían más interesante aquel entrenamiento. Noté como Evangeline se incorporaba de un salto a mi lado y yo me levanté descolgándome la pesada ballesta de madera que llevaba a mi espalda, la chica me imitó y cogió su arco, sus expresivos ojos marrones esperaban una orden.
-Recuerda nunca hay que bajar la guardia.-dije sonriente para salir corriendo hacia el bosque en la dirección que me indicaba aquella voz femenina que había vuelto a interrumpir los sonidos de la noche con un grito agudo y aterrador.
Evangeline giró rápidamente en el suelo barriendo mis pies y yo sin apoyo alguno en el suelo caí desplomado, la chica se incorporó rápidamente y me apuntó con el palo en el pecho.
-Ni yo lo dejaría sobrevivir a un ataque en mi contra.-Dijo la chica aún jadeante por el esfuerzo realizado.
Solté una carcajada y aparté con un manotazo el palo de la chica, me incorporé lentamente, el muslo aún me ardía de un golpe anterior y me quedé levantado de pie junto a ella, que no me quitaba ojo de encima mientras se negaba a bajar la guardia. Yo le había enseñando que siempre había que desconfiar del rival, las criaturas de la noche eran especialistas en el arte del engaño y bajar la guardia podía equivaler a una muerte segura. Le hice un gesto con la mano y me senté en el suelo, recogí la chaqueta que había tirado al suelo y saqué de un bolsillo interior una botellita de aguardiente.
El viento soplaba produciendo un fantasmagórico silbido y las hojas de los árboles se mecían de forma siniestra, la niebla había comenzado a bajar dejando una imagen tenebrosa. El frío cesó cuando sentí que el aguardiente bajaba por mi garganta dejando una sensación confortablemente cálida a su paso. Le tendí la botella a la chica pero esta negó con la cabeza y se sentó a mi lado, habría querido comenzar a conversar hacerla sentir cómoda y relajada pero no era bueno con las palabras mucho menos desde que Helga había fallecido.
Entreabrí la boca dispuesto a hablar cuando un grito procedente del bosque me interrumpió, parecía un grito de mujer, no había duda de que las alimañas de la noche harían más interesante aquel entrenamiento. Noté como Evangeline se incorporaba de un salto a mi lado y yo me levanté descolgándome la pesada ballesta de madera que llevaba a mi espalda, la chica me imitó y cogió su arco, sus expresivos ojos marrones esperaban una orden.
-Recuerda nunca hay que bajar la guardia.-dije sonriente para salir corriendo hacia el bosque en la dirección que me indicaba aquella voz femenina que había vuelto a interrumpir los sonidos de la noche con un grito agudo y aterrador.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Seguía esperando su respuesta cuando el le dio un manotazo a mi vara y la quito de su camino antes de levantarse y mantenerse erguido aun con su arma en la mano. Había aprendido que nunca debías confiar en tu oponente, muchas veces el mismo Jan utilizaba esa estrategia en los entrenamientos para que yo bajara la guardia y luego el me derribara. Ya no era la niña que confiaba en todo, el me había enseñado a no solo ser veloz, ágil y mentalmente más eficiente, sino que también me había enseñado que a la mala las cosas pueden ser más dolorosas, pero también suele ser la única manera de sobrevivir, y más a las criaturas nacidas de la noche.
Lo note relajado y sin afán de atacar, pero seguía con la guardia alta, sentía como el mango del arco seguía clavado a mi espalda por el golpe que me había propiciado al caer al suelo, por suerte este era resistente y no se había roto al golpear el suelo. Mi respiración era pesada y cansada, las cosa no eran fáciles con Jan, pero lo notaba también cansado y adolorido. Supe que podía bajar la guardia cuando el se sentó y dejo el palo de madera en el suelo a su lado, me coloque erguida frente a el aun sosteniendo mi vara con una mano y respirando fuertemente; al pasar los minutos note que metía la mano en el bolsillo y sacaba una pequeña botella de algún liquido que estaba segura contendría alcohol. Me senté a su lado y de igual manera deje mi arma a mi costado, era extraño que habláramos cuando estábamos entrenando a no ser que fuera de su parte para corregir algún error mio o de ambos para provocarnos enojo y que el otro atacara. Me ofreció un poco de lo que estaba tomando, pero me negué cortesmente y de una mochila que había traído con vendas y medicinas para por si alguno se lastimaba saque una botella para agua, la misma que había recogido de un río que habíamos atravesado en nuestro camino.
Estaba bebiendo un poco del agua cuando un grito rompió el silencio de la noche, era una mujer, o un espectro con apariencia femenina; esto ya no sería un simple entrenamiento. Me puse de pie al instante y deje caer la botella de mis manos al dirigir estas para colocar el arco en posición de ataque y preparándome mentalmente para sacar una flecha si era necesario y disparar. Tanto Jan como yo estábamos ya en guardia, yo esperaba una orden, no sabía cual sería su reacción y yo solo debía acoplarme a el-Recuerda, nunca hay que bajar la guardia-dijo como consejo antes de salir corriendo en dirección al bosque siguiendo el grito que se había vuelto a escuchar. Sabía que por el terreno por el que estábamos rodeados para mi sería difícil ir a pie, gracias al cielo, yo era ágil y flexible y por lo mismo podía ir como un mono en los arboles, guarde mi arco rápidamente en mi espalda y trepe a los arboles siguiendo el sonido de los fuertes pasos de Jan, saltando de uno a otro ya con una navaja larga en mi mano con la cual cortaba ramas que se atravesaban en mi camino. Logre alcanzar a mi maestro cuando este se detuvo después de varios minutos de correr por la obscuridad y sin ninguna señal de cualquier otro grito-¿Ahora a dónde?, te cuido la espalda lo sabes-dije recordandole mientras el analizaba hacía donde sería más indicado ir en busca de la criatura.
Lo note relajado y sin afán de atacar, pero seguía con la guardia alta, sentía como el mango del arco seguía clavado a mi espalda por el golpe que me había propiciado al caer al suelo, por suerte este era resistente y no se había roto al golpear el suelo. Mi respiración era pesada y cansada, las cosa no eran fáciles con Jan, pero lo notaba también cansado y adolorido. Supe que podía bajar la guardia cuando el se sentó y dejo el palo de madera en el suelo a su lado, me coloque erguida frente a el aun sosteniendo mi vara con una mano y respirando fuertemente; al pasar los minutos note que metía la mano en el bolsillo y sacaba una pequeña botella de algún liquido que estaba segura contendría alcohol. Me senté a su lado y de igual manera deje mi arma a mi costado, era extraño que habláramos cuando estábamos entrenando a no ser que fuera de su parte para corregir algún error mio o de ambos para provocarnos enojo y que el otro atacara. Me ofreció un poco de lo que estaba tomando, pero me negué cortesmente y de una mochila que había traído con vendas y medicinas para por si alguno se lastimaba saque una botella para agua, la misma que había recogido de un río que habíamos atravesado en nuestro camino.
Estaba bebiendo un poco del agua cuando un grito rompió el silencio de la noche, era una mujer, o un espectro con apariencia femenina; esto ya no sería un simple entrenamiento. Me puse de pie al instante y deje caer la botella de mis manos al dirigir estas para colocar el arco en posición de ataque y preparándome mentalmente para sacar una flecha si era necesario y disparar. Tanto Jan como yo estábamos ya en guardia, yo esperaba una orden, no sabía cual sería su reacción y yo solo debía acoplarme a el-Recuerda, nunca hay que bajar la guardia-dijo como consejo antes de salir corriendo en dirección al bosque siguiendo el grito que se había vuelto a escuchar. Sabía que por el terreno por el que estábamos rodeados para mi sería difícil ir a pie, gracias al cielo, yo era ágil y flexible y por lo mismo podía ir como un mono en los arboles, guarde mi arco rápidamente en mi espalda y trepe a los arboles siguiendo el sonido de los fuertes pasos de Jan, saltando de uno a otro ya con una navaja larga en mi mano con la cual cortaba ramas que se atravesaban en mi camino. Logre alcanzar a mi maestro cuando este se detuvo después de varios minutos de correr por la obscuridad y sin ninguna señal de cualquier otro grito-¿Ahora a dónde?, te cuido la espalda lo sabes-dije recordandole mientras el analizaba hacía donde sería más indicado ir en busca de la criatura.
Última edición por Evangeline Carluccio el Lun Dic 19, 2011 8:55 pm, editado 1 vez
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Salí corriendo siguiendo el rastro de aquella voz femenina no sin antes echar la vista atrás para comprobar que Evangeline me seguía. Me adentré en la espesura del bosque, aunque mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad no me resultaba fácil avanzar por aquel lugar y notaba como las ramitas arañaban mi cara mientras intentaba no esquivar los numerosos árboles que se interponían en mi camino. Miré atrás una vez más en busca de mi joven pupila pero no pude dar con ella, ¿dónde demonios se había metido? El grito de mujer volvió a resonar en el bosque, parecía estar más cerca así que me olvidé de Evangeline y traté de avanzar aún más deprisa.
Tras unos cuantos minutos corriendo me detuve a recuperar el aliento, había llegado a un pequeño claro que se encontraba atravesado por un camino, fuera de la espesura del bosque la luz blanquecina de la luna facilitaba la visión. Me encontraba preparado para continuar corriendo cuando escuché un ruido amortiguado a mi espalda, me giré rápidamente y apunté con mi ballesta, mi dedo ya se encontraba rozando el gatillo cuando reconocí a Evangeline. Jadeante bajé la ballesta y me dí la vuelta, escuché la voz de la chica a mi espalda.-¿Ahora a dónde?, te cuido la espalda lo sabes.-Dijo en lo que apenas sonaba como un susurro mientras trataba de seguir mi intuición para encontrar el camino adecuado.
Salí corriendo con rabia mientras a mi espalda escuchaba las pisadas amortiguadas de Evangeline , hacía ya unos minutos desde que había escuchado el último grito y temía que fuera demasiado tarde para aquella mujer, fuera lo que fuera lo que le había echo gritar. El corazón golpeaba mi pecho con insistencia mientras seguía corriendo al límite de mis fuerzas, temí haberme equivocado de camino cuando pude apreciar algo al fondo. Parecía un coche de caballos que había tenido un accidente, pero no pude apreciar nada ni nadie cerca del mismo.
Me detuve y le hice una señal a Evangeline para avanzar sigilosamente, la ballesta temblaba en mis manos debido al cansancio pero avancé lentamente sin dejar de apuntar al frente. La luz de la luna producía fantasmagóricas siluetas entrecortantes pero seguía sin apreciar ningún movimiento. Quien sabe quizás aquel coche llevará allí días y el grito de la mujer respondiera a unas razones más mundanas, pero algo me decía que Evangeline y yo no eramos los únicos que habíamos salido de caza aquella noche. No nos encontrábamos a más de una docena de pasos cuando vi algo que me hizo reaccionar.
Un hombre se encontraba tendido en el suelo inmóvil, llevaba un traje negro que le identificaba como el conductor del coche de caballos, sobre él pude observar a una pequeña figura que parecía la de un adolescente. Dudé durante unos segundos mientras analizaba sus movimientos, traté de buscar a Evangeline con la mirada pero no la encontré. Acaricié el gatillo de mi ballesta mientras trataba de apuntar, aún me encontraba fatigado y no tenía mucho pulso en aquel momento pero finalmente apreté el gatillo y escuché el sonido de la ballesta al dispararse. El proyectil produjo un chasquido al clavarse contra la madera pulida del coche de caballos, el sonido hizo que el adolescente se levantara como activado por un resorte.
-¡Mierda he fallado!-Exclamé en voz alta mientras tiraba mi ballesta y sacaba la espada que llevaba en mi cinto, el adolescente se giró hacía mí y pude observar su pálida cara embadurnada en la sangre del cochero mientras mostraba los colmillos.
Tras unos cuantos minutos corriendo me detuve a recuperar el aliento, había llegado a un pequeño claro que se encontraba atravesado por un camino, fuera de la espesura del bosque la luz blanquecina de la luna facilitaba la visión. Me encontraba preparado para continuar corriendo cuando escuché un ruido amortiguado a mi espalda, me giré rápidamente y apunté con mi ballesta, mi dedo ya se encontraba rozando el gatillo cuando reconocí a Evangeline. Jadeante bajé la ballesta y me dí la vuelta, escuché la voz de la chica a mi espalda.-¿Ahora a dónde?, te cuido la espalda lo sabes.-Dijo en lo que apenas sonaba como un susurro mientras trataba de seguir mi intuición para encontrar el camino adecuado.
Salí corriendo con rabia mientras a mi espalda escuchaba las pisadas amortiguadas de Evangeline , hacía ya unos minutos desde que había escuchado el último grito y temía que fuera demasiado tarde para aquella mujer, fuera lo que fuera lo que le había echo gritar. El corazón golpeaba mi pecho con insistencia mientras seguía corriendo al límite de mis fuerzas, temí haberme equivocado de camino cuando pude apreciar algo al fondo. Parecía un coche de caballos que había tenido un accidente, pero no pude apreciar nada ni nadie cerca del mismo.
Me detuve y le hice una señal a Evangeline para avanzar sigilosamente, la ballesta temblaba en mis manos debido al cansancio pero avancé lentamente sin dejar de apuntar al frente. La luz de la luna producía fantasmagóricas siluetas entrecortantes pero seguía sin apreciar ningún movimiento. Quien sabe quizás aquel coche llevará allí días y el grito de la mujer respondiera a unas razones más mundanas, pero algo me decía que Evangeline y yo no eramos los únicos que habíamos salido de caza aquella noche. No nos encontrábamos a más de una docena de pasos cuando vi algo que me hizo reaccionar.
Un hombre se encontraba tendido en el suelo inmóvil, llevaba un traje negro que le identificaba como el conductor del coche de caballos, sobre él pude observar a una pequeña figura que parecía la de un adolescente. Dudé durante unos segundos mientras analizaba sus movimientos, traté de buscar a Evangeline con la mirada pero no la encontré. Acaricié el gatillo de mi ballesta mientras trataba de apuntar, aún me encontraba fatigado y no tenía mucho pulso en aquel momento pero finalmente apreté el gatillo y escuché el sonido de la ballesta al dispararse. El proyectil produjo un chasquido al clavarse contra la madera pulida del coche de caballos, el sonido hizo que el adolescente se levantara como activado por un resorte.
-¡Mierda he fallado!-Exclamé en voz alta mientras tiraba mi ballesta y sacaba la espada que llevaba en mi cinto, el adolescente se giró hacía mí y pude observar su pálida cara embadurnada en la sangre del cochero mientras mostraba los colmillos.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Analizaba los movimientos de Jan mientras me preparaba para lo que se avecinaba, no sería fácil, nunca lo era, las criaturas de la noche eran mucho más fuertes, ágiles y rápidas que nosotros los humanos, pero nos las arreglaríamos, sabía que así sería, siempre lo hacíamos, no había batalla que perdiéramos si luchábamos codo con codo, lo máximo que nos ocurría eran una que otra herida un poco grave pero nunca superaba eso. Apreté la navaja que sostenía en mi mano mientras corría detrás de Jan a toda velocidad, la verdad es que podía seguir su ritmo, pero sentía como mis pulmones ardían y el dolor de mis piernas por el golpe recibido momentos antes estaba jugandome una mala pasada.
Me detuve a no más de un metro de mi maestro cuando lo vi parar, yo también había visto el carruaje volcado en medio de la carretera. Después de ver su señal supe que iría a investigar y supe que necesitaba tener mejor visibilidad del lugar, desde donde estábamos el carro significaba un obstáculo visual, con sigilo y agilidad me dirigí por el lado contrario de Jan, sacando silenciosamente mi arco de donde lo tenía colgado de mi espalda y me prepare para sacar una de las flechas, estaban marcadas con señales que solo yo entendía, solo la punta era diferente, habían de madera y de plata y solo yo sabía cual era cual.
Sentía mi respiración cansada y sabía que debía calmarla o me delataría, sabía que no eramos los únicos en ese lugar y debíamos encontrar a los pasajeros del carruaje. Cuando por fin tuve visión de lo que pasaba supe que debía colocar una de las flechas con punta de madera en posición, un aparente vampiro estaba agachado al lado de un hombre de una edad un poco avanzada y por lo que veía desde mi posición estaba tomando su vida.
No habían pasado cinco segundos cuando el ya familiar sonido de la ballesta de Jan al ser disparada rompió el silencio de la noche, pero para nuestra mala suerte fallo por unos treinta centímetros, y el sonido alerto al vampiro de la presencia de nuestro maestro, al parecer había estado tan hambriento que no se había percatado antes de nuestra presencia-¡Mierda he fallado!-escuche la voz de Jan enojada, eso no era bueno, ademas que el vampiro ya estaba erguido y dispuesto a atacar a mi maestro, pero por supuesto que yo no permitiría que eso pasara. Cuando la criatura comenzó a caminar hacía mi maestro supe que debía actuar, así que tome dos segundos para apuntar y después dispare la flecha, no le hizo gran daño puesto que el estaba de perfil a mi, pero la flecha impacto en su brazo y el profirió un grito de dolor-No me lo agradezcas-dije un poco altanera a Jan. Supe que entonces el vampiro estaba desconcertado y no sabía a cual de los dos atacar, pero fue también cuando la pesadilla comenzó, escuche unos pasos a mis espaldas y mientras soltaba el arco y llevaba mi mano al mango de la espada un fuerte golpe en el pecho me hizo salir volando y golpear el carruaje con tal fuerza que sentí como mi hombro izquierdo se dislocaba, no pude contener un fuerte grito de dolor. Era una mujer, no aparentaba tener más de 19 años, y era vampiresa por supuesto, debía ser la compañera del otro.
Me detuve a no más de un metro de mi maestro cuando lo vi parar, yo también había visto el carruaje volcado en medio de la carretera. Después de ver su señal supe que iría a investigar y supe que necesitaba tener mejor visibilidad del lugar, desde donde estábamos el carro significaba un obstáculo visual, con sigilo y agilidad me dirigí por el lado contrario de Jan, sacando silenciosamente mi arco de donde lo tenía colgado de mi espalda y me prepare para sacar una de las flechas, estaban marcadas con señales que solo yo entendía, solo la punta era diferente, habían de madera y de plata y solo yo sabía cual era cual.
Sentía mi respiración cansada y sabía que debía calmarla o me delataría, sabía que no eramos los únicos en ese lugar y debíamos encontrar a los pasajeros del carruaje. Cuando por fin tuve visión de lo que pasaba supe que debía colocar una de las flechas con punta de madera en posición, un aparente vampiro estaba agachado al lado de un hombre de una edad un poco avanzada y por lo que veía desde mi posición estaba tomando su vida.
No habían pasado cinco segundos cuando el ya familiar sonido de la ballesta de Jan al ser disparada rompió el silencio de la noche, pero para nuestra mala suerte fallo por unos treinta centímetros, y el sonido alerto al vampiro de la presencia de nuestro maestro, al parecer había estado tan hambriento que no se había percatado antes de nuestra presencia-¡Mierda he fallado!-escuche la voz de Jan enojada, eso no era bueno, ademas que el vampiro ya estaba erguido y dispuesto a atacar a mi maestro, pero por supuesto que yo no permitiría que eso pasara. Cuando la criatura comenzó a caminar hacía mi maestro supe que debía actuar, así que tome dos segundos para apuntar y después dispare la flecha, no le hizo gran daño puesto que el estaba de perfil a mi, pero la flecha impacto en su brazo y el profirió un grito de dolor-No me lo agradezcas-dije un poco altanera a Jan. Supe que entonces el vampiro estaba desconcertado y no sabía a cual de los dos atacar, pero fue también cuando la pesadilla comenzó, escuche unos pasos a mis espaldas y mientras soltaba el arco y llevaba mi mano al mango de la espada un fuerte golpe en el pecho me hizo salir volando y golpear el carruaje con tal fuerza que sentí como mi hombro izquierdo se dislocaba, no pude contener un fuerte grito de dolor. Era una mujer, no aparentaba tener más de 19 años, y era vampiresa por supuesto, debía ser la compañera del otro.
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
La criatura de la noche había clavado sobre mí sus ojos inyectados en sangre y comenzó a dirigirse hacia mí. Yo me encontraba de pie, esperando que aquel ser inmundo se abalanzara sobre mí, en mi brazo derecho portaba la espada corta que había heredado de mi mentor y puedo asegurar que aquella noche deseaba rebanar las cabezas de unas cuantas de aquellas repugnantes alimañanas. El vampiro no tuvo tiempo de reaccionar cuando un segundo proyectil atravesó la oscuridad de la noche desde su derecha para clavarse en su brazo izquierdo, pude escuchar el grito de dolor de aquella bestia.
-No me lo agradezcas.-Dijo Evangeline con chulería rompiendo el silencio de la noche, aproveché ese momento para salir corriendo en dirección al vampiro que trataba de quitarse la flecha que había atravesado su extremidad.
El vampiro pudo esquivar por poco mi primer golpe y trató de golpearme aunque pude evitarle a tiempo, pude ver como la herida provocada por la flecha se iba cerrando y lancé un par de rápidos estoques que él ser de la noche pudo esquivar. Escuché que algo impactaba violentamente contra el carruaje pero no pude observar de que se trataba ya que el vampiro seguía atacándome sin tregua. Se trataba de un vampiro joven, no solamente en su aspecto físico de adolescente, sino que sus características físicas así lo delataban, aunque seguía poseyendo una velocidad y fuerza superiores a las de un ser humano, no me estaba siendo demasiado complicado evitar sus golpes.
Uno de sus golpes rozó mi rostro y aproveché su posición para soltarle un tajo en el pecho, aquellas heridas eran prácticamente inofensivas para un vampiro dada su capacidad de regeneración, pero él dolor que producían bastaba para que este bajara la guardia. El vampiro profirió un agudo chillido y yo me dispuse a cercenar su repulsiva cabeza cuando una mano se cerró sobre mi brazo impidiendo que lanzara el mortal golpe. Me dí la vuelta y pude observar al ser que me agarraba, se trataba de un vampiresa, un chica joven que poseía un infernal belleza, la mujer sonrió mostrándose sus colmillos. De un rápido movimiento cogí una de las estacas que tenía en mi cinturón con la mano que me quedaba libre e intenté clavársela en el pecho pero la chica me propinó un golpe que me derribó contra el suelo.
-No pensarías que iba a ser tan fácil.-Murmuró la vampiresa divertida mientras se acercaba hacia mí con inusual tranquilidad. Me levanté con rapidez y miré desafiante a la vampiresa mientras trataba de buscar a Evangeline con la mirada. Sonreí confiado y volví a blandir mi espada con firmeza.
-¡No te preocupes puta de Satanás, esta noche dormirás en el infierno!-Grité a la vampiresa mientras trataba de distraer su atención, Evangeline se encontraba justamente a su espalda.
-No me lo agradezcas.-Dijo Evangeline con chulería rompiendo el silencio de la noche, aproveché ese momento para salir corriendo en dirección al vampiro que trataba de quitarse la flecha que había atravesado su extremidad.
El vampiro pudo esquivar por poco mi primer golpe y trató de golpearme aunque pude evitarle a tiempo, pude ver como la herida provocada por la flecha se iba cerrando y lancé un par de rápidos estoques que él ser de la noche pudo esquivar. Escuché que algo impactaba violentamente contra el carruaje pero no pude observar de que se trataba ya que el vampiro seguía atacándome sin tregua. Se trataba de un vampiro joven, no solamente en su aspecto físico de adolescente, sino que sus características físicas así lo delataban, aunque seguía poseyendo una velocidad y fuerza superiores a las de un ser humano, no me estaba siendo demasiado complicado evitar sus golpes.
Uno de sus golpes rozó mi rostro y aproveché su posición para soltarle un tajo en el pecho, aquellas heridas eran prácticamente inofensivas para un vampiro dada su capacidad de regeneración, pero él dolor que producían bastaba para que este bajara la guardia. El vampiro profirió un agudo chillido y yo me dispuse a cercenar su repulsiva cabeza cuando una mano se cerró sobre mi brazo impidiendo que lanzara el mortal golpe. Me dí la vuelta y pude observar al ser que me agarraba, se trataba de un vampiresa, un chica joven que poseía un infernal belleza, la mujer sonrió mostrándose sus colmillos. De un rápido movimiento cogí una de las estacas que tenía en mi cinturón con la mano que me quedaba libre e intenté clavársela en el pecho pero la chica me propinó un golpe que me derribó contra el suelo.
-No pensarías que iba a ser tan fácil.-Murmuró la vampiresa divertida mientras se acercaba hacia mí con inusual tranquilidad. Me levanté con rapidez y miré desafiante a la vampiresa mientras trataba de buscar a Evangeline con la mirada. Sonreí confiado y volví a blandir mi espada con firmeza.
-¡No te preocupes puta de Satanás, esta noche dormirás en el infierno!-Grité a la vampiresa mientras trataba de distraer su atención, Evangeline se encontraba justamente a su espalda.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Gracias a mi entrenamiento ya estaba acostumbrada al dolor, no podía decir que era fácil o que simplemente no sentía nada, claro que dolía como el infierno, pero ahora podía trabajar aun con eso, la mujer se acercaba a mi con su boca rebosante de sangre, y los colmillos siendo mostrados en forma amenazante, tenía miedo, pero por suerte había sido el hombro izquierdo el que había sido lastimado y yo combatía con la derecha, así que en un rápido movimiento me logre poner de pie y desenfundar mi espada, apunte torpemente a la mujer, el dolor me estaba carcomiendo viva.
Por alguna razón ella dejo de prestar atención de mi y se dirigió a donde estaban Jan y el otro vampiro, tenía una mirada fiera pero aterrada cuando se alejo de mi, en ese mismo momento me apoye por dos segundos en la espada y después salí corriendo hacía donde estaba ella ahora luchando contra mi maestro. El joven vampiro advirtió mi presencia y corrió hacía mi. El miedo hizo que la adrenalina corriera por mi cuerpo a una velocidad increíble y me dio la fuerza suficiente para tomar con ambas manos la espada y con esta atravesar de lleno al chupa sangre justo en el centro de donde una vez había latido su corazón, el cayó al suelo mientras yo deslizaba mi espada fuera de su cuerpo. La mujer había tirado a Jan y tal parecía que lo había provocado porque el grito-¡No te preocupes puta de Satanás, esta noche dormirás en el infierno!-mientras me observaba fijamente, asentí una sola vez y con agilidad y rapidez, sintiendo aun más dolor que antes tome la espada con ambas manos y la levante para encestar a la vampiresa el golpe que la degollaría.
Su cabeza rodó por el suelo chorreando sangre mientras su cuerpo inerte caía también-¡NO!-un grito mortífero atravesó la noche cuando el vampiro se ponía de pie con torpeza, pero con la mirada clavada en mi, esta llena de furia y odio infernal, conocía esa mirada, el quería mi cabeza en sus manos, y la quería ahora. Intente sostener una vez más mi espada con ambas manos para enfrentarlo pero no pude, el dolor de mi hombro dislocado me gano. Parecía que el dolor de haber perdido a su compañera le había dado fuerza puesto que en un abrir y cerrar de ojos estaba detrás de mi arrancando la espada de mi mano y tomando mi cabeza con una mano fría y espeluznante-Aleja tu maldita mano de mi-profire con odio, pero el me puso una mano en la boca-Cállate puta, tu mataste a mi amada, ahora tu veras morir al tuyo-dije creyendo que Jan y yo eramos una pareja, parecíamos más un padre y una hija, pero esos eran detalles que el omitió.
Por alguna razón ella dejo de prestar atención de mi y se dirigió a donde estaban Jan y el otro vampiro, tenía una mirada fiera pero aterrada cuando se alejo de mi, en ese mismo momento me apoye por dos segundos en la espada y después salí corriendo hacía donde estaba ella ahora luchando contra mi maestro. El joven vampiro advirtió mi presencia y corrió hacía mi. El miedo hizo que la adrenalina corriera por mi cuerpo a una velocidad increíble y me dio la fuerza suficiente para tomar con ambas manos la espada y con esta atravesar de lleno al chupa sangre justo en el centro de donde una vez había latido su corazón, el cayó al suelo mientras yo deslizaba mi espada fuera de su cuerpo. La mujer había tirado a Jan y tal parecía que lo había provocado porque el grito-¡No te preocupes puta de Satanás, esta noche dormirás en el infierno!-mientras me observaba fijamente, asentí una sola vez y con agilidad y rapidez, sintiendo aun más dolor que antes tome la espada con ambas manos y la levante para encestar a la vampiresa el golpe que la degollaría.
Su cabeza rodó por el suelo chorreando sangre mientras su cuerpo inerte caía también-¡NO!-un grito mortífero atravesó la noche cuando el vampiro se ponía de pie con torpeza, pero con la mirada clavada en mi, esta llena de furia y odio infernal, conocía esa mirada, el quería mi cabeza en sus manos, y la quería ahora. Intente sostener una vez más mi espada con ambas manos para enfrentarlo pero no pude, el dolor de mi hombro dislocado me gano. Parecía que el dolor de haber perdido a su compañera le había dado fuerza puesto que en un abrir y cerrar de ojos estaba detrás de mi arrancando la espada de mi mano y tomando mi cabeza con una mano fría y espeluznante-Aleja tu maldita mano de mi-profire con odio, pero el me puso una mano en la boca-Cállate puta, tu mataste a mi amada, ahora tu veras morir al tuyo-dije creyendo que Jan y yo eramos una pareja, parecíamos más un padre y una hija, pero esos eran detalles que el omitió.
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Mi pupila actuó con rapidez rebanando la cabeza de aquel ser infernal con su espada, la cabeza pegó un par de botes en el suelo mientras su cuerpo se desplomaba sobre el suelo. Busqué con la mirada al otro vampiro pero parecía haberse esfumado, fue entonces cuando escuché un terrible grito. Giré mi cabeza para ver como aquella criatura desarmaba a Evangeline con inusual facilidad y agarraba a la chica por la cabeza. Los vampiros son criaturas curiosas, son seres fríos y despreciables, pero la pérdida de un ser cercano hacía que sus habilidades se vieran aumentadas.
Evangeline se intentó zafar pero sus esfuerzos fueron en vano.-Cállate puta, tu mataste a mi amada, ahora tu veras morir al tuyo.-Dijo el vampiro, comentario el cual no hizo sino levantarme una sonrisa. Me encontraba dolorido y cansado pero no podía quedarme allí impasible mientras aquel bastardo chupasangre maltrataba a mi protegida, así que me acerqué corriendo hacia él. Se encontraba demasiado concentrado como para esquivar el tajo de mi espada que le rebanó el brazo.
El vampiro chilló mientras Evangeline caía al suelo con la extremidad de la criatura, el vampiro se agitaba dolorido y me miró mostrándome sus colmillos como la bestia herida que era. Sonreí mientras oscilaba la espada dibujando círculos en el aire.-No te preocupes bestia inmunda, pronto te reunirás con tu mamá.-Dije despectivamente intentando provocar su ira. El vampiro se abalanzó sobre mí y le esquivé con bastante fortuna, propinándole un codazo que le desequilibró lo justo para derribarle. La criatura se encontraba de espaldas y justo antes de que fuera capaz de levantarse clavé con fuerza mi espada en su pecho de forma que el ser no pudo moverse.
Observé desprecio a aquella criatura del averno, era un vampiro débil y joven, ni siquiera su rabia le otorgaba la fuerza suficiente como para poder liberarse.-Saluda a Satanás de mi parte.-Le espeté con desprecio mientras sacaba una estaca de madera de mi cinturón y atravesaba el pecho de aquel ser acabando con él. Desclavé la espada del suelo para meterla en la vaina que llevaba colgada del cinturón, luego me dirigí a Evangeline que se sujetaba el brazo con dolor.
-¿Te duele mucho?-Pregunté a la chica, antes de esperar su respuesta añadí.-Alguien tendrá que enterrar estos cuerpos.-Tras lo cual me alejé en dirección del cuerpo del cochero, era un hombre de media edad a quien le habían arrancado la garganta. Palpé con las manos el medallón de San Juan Nepomuceno que llevaba colgado del cuello y murmullé una oración en mi lengua natal. Eché la mirada al coche de caballos, preguntándome quién viajaría en su interior y dónde se encontraría ahora, luego examiné sus bolsillos hasta encontrar una bolsita de cuero que contenía unas cuantas monedas la cual me guardé, era un buen pago por mi servicios.
Evangeline se intentó zafar pero sus esfuerzos fueron en vano.-Cállate puta, tu mataste a mi amada, ahora tu veras morir al tuyo.-Dijo el vampiro, comentario el cual no hizo sino levantarme una sonrisa. Me encontraba dolorido y cansado pero no podía quedarme allí impasible mientras aquel bastardo chupasangre maltrataba a mi protegida, así que me acerqué corriendo hacia él. Se encontraba demasiado concentrado como para esquivar el tajo de mi espada que le rebanó el brazo.
El vampiro chilló mientras Evangeline caía al suelo con la extremidad de la criatura, el vampiro se agitaba dolorido y me miró mostrándome sus colmillos como la bestia herida que era. Sonreí mientras oscilaba la espada dibujando círculos en el aire.-No te preocupes bestia inmunda, pronto te reunirás con tu mamá.-Dije despectivamente intentando provocar su ira. El vampiro se abalanzó sobre mí y le esquivé con bastante fortuna, propinándole un codazo que le desequilibró lo justo para derribarle. La criatura se encontraba de espaldas y justo antes de que fuera capaz de levantarse clavé con fuerza mi espada en su pecho de forma que el ser no pudo moverse.
Observé desprecio a aquella criatura del averno, era un vampiro débil y joven, ni siquiera su rabia le otorgaba la fuerza suficiente como para poder liberarse.-Saluda a Satanás de mi parte.-Le espeté con desprecio mientras sacaba una estaca de madera de mi cinturón y atravesaba el pecho de aquel ser acabando con él. Desclavé la espada del suelo para meterla en la vaina que llevaba colgada del cinturón, luego me dirigí a Evangeline que se sujetaba el brazo con dolor.
-¿Te duele mucho?-Pregunté a la chica, antes de esperar su respuesta añadí.-Alguien tendrá que enterrar estos cuerpos.-Tras lo cual me alejé en dirección del cuerpo del cochero, era un hombre de media edad a quien le habían arrancado la garganta. Palpé con las manos el medallón de San Juan Nepomuceno que llevaba colgado del cuello y murmullé una oración en mi lengua natal. Eché la mirada al coche de caballos, preguntándome quién viajaría en su interior y dónde se encontraría ahora, luego examiné sus bolsillos hasta encontrar una bolsita de cuero que contenía unas cuantas monedas la cual me guardé, era un buen pago por mi servicios.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
El vampiro me tenía entre sus garras y yo sola no podría hacer nada para defenderme o matarlo, mi única esperanza era Jan que acudió a mi rescate a los pocos segundos, actuó rápido cortando un brazo al vampiro, este me tenía agarrada del brazo además de por el cuello y sus garras se clavaban en mi como cuchillas filosas. El dolor me invadía de tal manera que me sofocaba, sentía como los lugares donde sus asquerosas garras se habían clavado en mi ardía y quemaba, además que mi hombro dislocado ya resentía el haberlo utilizado aunque estaba lastimado.
Caí al suelo después de que Jan cortara su brazo y supe que el se encargaría, tenía fuerzas apenas para respirar y sentía mi respiración fuerte y cansada, todo giraba a mi alrededor, comenzaba a ver las cosa borrosas y de lo único de lo que era consiente era del dolor y de algunas imágenes borrosas que nublaban mi mente. Estaba por desmayarme, pero me contuve y logre aclarar mi visión. Supe que mi maestro se había deshecho de el vampiro cuando se agacho a mi lado-¿Te duele mucho?-no podía responderle siquiera, pero tenía que esperar-Alguien tendrá que enterrar estos cuerpos-dijo girando su atención de mi dirigiéndola al cuerpo inerte del que manejaba el carruaje.
No supe siquiera como lo había logrado, pero a rastras me senté junto al carruaje y espere a que mi maestro llegara por mi, intente no mover el brazo dislocado sosteniéndolo con el otro, pero este también dolía, más bien ardía, y cuando giré para intentar ver los daños que tenía me sorprendí, mi brazo sangraba a más no poder y estaba toda cubierta de sangre, la mayor parte de esta era mía y otro poco era del vampiro que me había chorreado con un poco de la suya cuando mi maestro le había cortado el brazo.
Caí al suelo después de que Jan cortara su brazo y supe que el se encargaría, tenía fuerzas apenas para respirar y sentía mi respiración fuerte y cansada, todo giraba a mi alrededor, comenzaba a ver las cosa borrosas y de lo único de lo que era consiente era del dolor y de algunas imágenes borrosas que nublaban mi mente. Estaba por desmayarme, pero me contuve y logre aclarar mi visión. Supe que mi maestro se había deshecho de el vampiro cuando se agacho a mi lado-¿Te duele mucho?-no podía responderle siquiera, pero tenía que esperar-Alguien tendrá que enterrar estos cuerpos-dijo girando su atención de mi dirigiéndola al cuerpo inerte del que manejaba el carruaje.
No supe siquiera como lo había logrado, pero a rastras me senté junto al carruaje y espere a que mi maestro llegara por mi, intente no mover el brazo dislocado sosteniéndolo con el otro, pero este también dolía, más bien ardía, y cuando giré para intentar ver los daños que tenía me sorprendí, mi brazo sangraba a más no poder y estaba toda cubierta de sangre, la mayor parte de esta era mía y otro poco era del vampiro que me había chorreado con un poco de la suya cuando mi maestro le había cortado el brazo.
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Vi como Evangeline se encontraba recostada sobre el carruaje estaba extremadamente pálida y parecía cerca de perder la consciencia. Sus ropas se encontraban cubiertas de sangre y tenía fuertes cortes en el cuerpo que sangraban profusamente. Me asomé al carruaje, viéndolo me pude dar cuenta de que debía de pertenecer a alguien rico y poderoso pues se encontraba lujosamente decorado, rebusqué en su interior y por fin encontré dos botellas de algo que parecía agua. Dí un pequeño sorbo a la botella y tras asegurarme de que se trataba de agua, salí del carruaje y tendí la botella a la chica, susurrando.-Bebe pequeña, esto te sentará bien.
Aún era noche cerrada y temí que alguna criatura de la noche nos sorprendiera en esa situación, afortunadamente no aprecié nada más que un búho que me vigilaba atento apostado en un árbol. Evangeline bebió casi todo el agua de la botella, indicándome luego que no podía beber más mediante un gesto. Examiné sus heridas, su cuello presentaba numerosos cortes, además uno de sus brazos parecía dislocado y la chica se quejaba de dolor ante el más mínimo movimiento. Derramé un poco de agua sobre sus heridas y Evangeline se quejó, no había duda de que escocían pero la mugre de los vampiros podría hacer que aquellos cortes se infectaran con facilidad.
Saqué una pequeña pala que siempre llevaba conmigo y me puse a cavar tres profundos hoyos para enterrar los cuerpos. La tierra estaba reblandecida por las lluvias de la última semana y no me hizo falta mucho tiempo para conseguir tres hoyos con la profundidad suficiente para introducir los cuerpos, cada poco miraba de reojo a la chica que parecía haber espabilado. Tras haber tapado de nuevo las improvisadas tumbas, murmullé una oración y luego me giré a Evangeline.
-Espero que tengas fuerzas suficientes para volver a la ciudad, si llegamos antes del amanecer te invitaré a un asado de cerdo.-Dije entre risas mientras la chica me miraba con cara de pocos amigos.
Aún era noche cerrada y temí que alguna criatura de la noche nos sorprendiera en esa situación, afortunadamente no aprecié nada más que un búho que me vigilaba atento apostado en un árbol. Evangeline bebió casi todo el agua de la botella, indicándome luego que no podía beber más mediante un gesto. Examiné sus heridas, su cuello presentaba numerosos cortes, además uno de sus brazos parecía dislocado y la chica se quejaba de dolor ante el más mínimo movimiento. Derramé un poco de agua sobre sus heridas y Evangeline se quejó, no había duda de que escocían pero la mugre de los vampiros podría hacer que aquellos cortes se infectaran con facilidad.
Saqué una pequeña pala que siempre llevaba conmigo y me puse a cavar tres profundos hoyos para enterrar los cuerpos. La tierra estaba reblandecida por las lluvias de la última semana y no me hizo falta mucho tiempo para conseguir tres hoyos con la profundidad suficiente para introducir los cuerpos, cada poco miraba de reojo a la chica que parecía haber espabilado. Tras haber tapado de nuevo las improvisadas tumbas, murmullé una oración y luego me giré a Evangeline.
-Espero que tengas fuerzas suficientes para volver a la ciudad, si llegamos antes del amanecer te invitaré a un asado de cerdo.-Dije entre risas mientras la chica me miraba con cara de pocos amigos.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Seguía esperando la asistencia de Jan con paciencia, pero sentía como las punzadas se volvían cada vez más intensas y no lo soportaba. Cuando había aceptado que Jan me entrenara sabía que esta vida acarreaba esta clase de dolor y no era la primera vez que terminaba así de lastimada. Aun recordaba la vez que mi pierna se había destrozado en tres pedazos a manos de un licántropo. Esa vez había tenido que permanecer en cama por más de un mes y eso había sido aun más doloroso que el que producían mis huesos. Estaba tan ensimismada en mis pensamientos, intentando ahuyentar el dolor que no vi a Jan frente a mi hasta que no me trajo de regreso con sus palabras-Bebe pequeña, esto te sentará bien-dijo mientras me ofrecía una botella con agua que el me dio a tomar.
Comenzaba a no poder sentir las puntas de los dedos de mis manos y eso me asusto, esperaba no reflejar tanto dolor y sufrimiento como sentía, y también esperaba verme mejor de lo que creía que estaba. Jan necesitaba ver mis heridas para analizar el daño y sabía que tan solo el agua me ardería, cuando la vertió en mi solo puse una mueca y sentí que mi cuerpo inconscientemente se quejaba. Después de eso el se alejo de mi, sabía que todavía no podíamos irnos, debíamos enterrar a las personas que habían fallecido a manos de los chupa sangre. Jan regreso a mi lado después de haber terminado con eso, yo estaba haciendo una pequeña oración por las almas de los difuntos-Espero que tengas fuerzas suficientes para volver a la ciudad, si llegamos antes del amanecer te invitaré a un asado de cerdo-si, su humor no era de lo más agradable posible y simplemente le lancé una mirada de desdén-Me conformo con algo de pócima medicinal-dije mientras el me ayudaba a levantarme, con todas mis fuerzas me dirigí lentamente a donde había tirado el arco de mi madre y con el brazo cortado me lo colgué en la espalda con mucho cuidado-Vamos ya que aquí somos blanco fácil-agregue antes de comenzar a caminar adolorida a donde habíamos dejado nuestras cosas. Lo único bueno era que mis piernas solo estaban un poco raspadas, pero podía usarlas aunque de la cadera para arriba el cuerpo me matara.
Comenzaba a no poder sentir las puntas de los dedos de mis manos y eso me asusto, esperaba no reflejar tanto dolor y sufrimiento como sentía, y también esperaba verme mejor de lo que creía que estaba. Jan necesitaba ver mis heridas para analizar el daño y sabía que tan solo el agua me ardería, cuando la vertió en mi solo puse una mueca y sentí que mi cuerpo inconscientemente se quejaba. Después de eso el se alejo de mi, sabía que todavía no podíamos irnos, debíamos enterrar a las personas que habían fallecido a manos de los chupa sangre. Jan regreso a mi lado después de haber terminado con eso, yo estaba haciendo una pequeña oración por las almas de los difuntos-Espero que tengas fuerzas suficientes para volver a la ciudad, si llegamos antes del amanecer te invitaré a un asado de cerdo-si, su humor no era de lo más agradable posible y simplemente le lancé una mirada de desdén-Me conformo con algo de pócima medicinal-dije mientras el me ayudaba a levantarme, con todas mis fuerzas me dirigí lentamente a donde había tirado el arco de mi madre y con el brazo cortado me lo colgué en la espalda con mucho cuidado-Vamos ya que aquí somos blanco fácil-agregue antes de comenzar a caminar adolorida a donde habíamos dejado nuestras cosas. Lo único bueno era que mis piernas solo estaban un poco raspadas, pero podía usarlas aunque de la cadera para arriba el cuerpo me matara.
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Sabía que Evangeline había encajado bien mi broma por su contestación, por ello me limité a ayudar a que se levantara lo cual hizo con bastante esfuerzo. Tenía un terrible herida en el brazo y aunque no se quejaba sabía que el dolor debía de ser insoportable. Miré al cielo, la luna había comenzado a bajar pero aún faltaban algo más de un par de horas para que amanecieran, en esas dos horas estaríamos prácticamente indefensos frente a las criaturas de la noche, y aún quedaba un buen trecho hasta que llegáramos a la ciudad.
-Vamos ya, que aquí somos blanco fácil.-Dijo Evangeline a mi espalda con voz sombría. La chica avanzaba lentamente, aunque no tenía más que unos golpes en las piernas, las heridas y sobretodo su brazo dislocado hacían que se desplazara lentamente. Intenté ayudarle para que pudiéramos avanzar más rápido, no pude sino sonreír, en aquel orgullo y autosuficiencia me podía ver reflejado yo mismo. Me había empeñado en enseñarle durante años que los cazadores eramos gente solitaria y que debíamos valernos por nosotros mismos incluso en las peores situaciones, sabía que pese al terrible dolor que sentía Evangeline no quería mostrarse débil delante mío
Apenas llevábamos caminando un cuarto de hora cuando tuvimos que parar, Evangeline estaba cansada y sabía que el esfuerzo le estaba pasando factura. Me agaché sobre ella y le tendí el poco agua que nos quedaba, estaba alerta, pendiente de cada movimiento, con la mano rozando el mango de la espada para atacar a cualquier visitante inesperado. Un sonido me alertó, parecía un coche de caballos, pero ¿quién podría ser a aquellas horas de la noche? No dudé en cargar mi ballesta mientras a mi lado, Evangeline sacó su espada corta con un gran esfuerzo.
La sombra se fue haciendo cada vez más visible y finalmente pudimos apreciar un desvencijado carro, iba conducido por un anciano que se encontraba vestido con modestas vestimentas, no parecía sospechoso y pensé en dispararle en una pierna para asegurarme, pero no quería hacer escapar a la que podía ser nuestra última oportunidad para llegar sanos a la ciudad. Cuando ya se encontraba bastante cerca el hombre paró el coche de caballos poniendo las manos en alto.
-No tengo nada más que unas pocas patatas, no me roben por favor.-Suplicó el hombre creyendo que eramos unos vulgares atracadores.
Bajé la ballesta y miré fijamente al hombre.-No se preocupe, no vamos a robarle.-Respondí con tono firme, luego señalé a Evangeline y añadí.-Podríamos protegerle si nos lleva hasta París, no hay más de una hora de camino, mi hija se encuentra herida y necesita un médico.-El viejo dudó, sabía que no tenía alternativa y finalmente asintió con la cabeza dejándonos subir.
-Vamos ya, que aquí somos blanco fácil.-Dijo Evangeline a mi espalda con voz sombría. La chica avanzaba lentamente, aunque no tenía más que unos golpes en las piernas, las heridas y sobretodo su brazo dislocado hacían que se desplazara lentamente. Intenté ayudarle para que pudiéramos avanzar más rápido, no pude sino sonreír, en aquel orgullo y autosuficiencia me podía ver reflejado yo mismo. Me había empeñado en enseñarle durante años que los cazadores eramos gente solitaria y que debíamos valernos por nosotros mismos incluso en las peores situaciones, sabía que pese al terrible dolor que sentía Evangeline no quería mostrarse débil delante mío
Apenas llevábamos caminando un cuarto de hora cuando tuvimos que parar, Evangeline estaba cansada y sabía que el esfuerzo le estaba pasando factura. Me agaché sobre ella y le tendí el poco agua que nos quedaba, estaba alerta, pendiente de cada movimiento, con la mano rozando el mango de la espada para atacar a cualquier visitante inesperado. Un sonido me alertó, parecía un coche de caballos, pero ¿quién podría ser a aquellas horas de la noche? No dudé en cargar mi ballesta mientras a mi lado, Evangeline sacó su espada corta con un gran esfuerzo.
La sombra se fue haciendo cada vez más visible y finalmente pudimos apreciar un desvencijado carro, iba conducido por un anciano que se encontraba vestido con modestas vestimentas, no parecía sospechoso y pensé en dispararle en una pierna para asegurarme, pero no quería hacer escapar a la que podía ser nuestra última oportunidad para llegar sanos a la ciudad. Cuando ya se encontraba bastante cerca el hombre paró el coche de caballos poniendo las manos en alto.
-No tengo nada más que unas pocas patatas, no me roben por favor.-Suplicó el hombre creyendo que eramos unos vulgares atracadores.
Bajé la ballesta y miré fijamente al hombre.-No se preocupe, no vamos a robarle.-Respondí con tono firme, luego señalé a Evangeline y añadí.-Podríamos protegerle si nos lleva hasta París, no hay más de una hora de camino, mi hija se encuentra herida y necesita un médico.-El viejo dudó, sabía que no tenía alternativa y finalmente asintió con la cabeza dejándonos subir.
Jan Matousek- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/12/2011
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Re: Entrenando para matar [Jan Matousek]
Estaba cansada y adolorida, no tenía fuerzas ni para caminar, pero tenía que hacerlo, no podíamos permanecer quietos porque eran verdad mis palabras de antes, seríamos blanco fácil y no podía darme el lujo de perder a la única persona en la que confiaba de verdad y el único padre que tenía ahora. Camine lentamente, detrás de Jan, el había intentado ayudarme, ¿Pero como le demostraría que era independiente y lo suficientemente fuerte para cazar sola si no podía ir yo sola de regreso a la ciudad?. Mis heridas seguían abiertas por alguna razón y a pesar de que ya mi maestro les había echado agua estas continuaban sangrando y se sentían como si recién me las hubieran hecho, esas malditas criaturas de la noche eran tan detestables, la próxima vez no dejaría que una de esas bestias se acercaran tanto a mi.
Los quince minutos que estuvimos caminando hasta que tuve que parar a tomar un poco de aire fueron una agonía constante, mi brazo dolía como el infierno y las heridas continuaban sangrando por alguna razón que desconocía. Después de que me senté Jan me tendió un poco de agua que me refresco mi garganta, que ya estaba seca después de el esfuerzo que estaba realizando. Debían ser alrededor de las 3 o 4 de la mañana para entonces, deberíamos estar solos en el bosque infestado con hijos de la noche, licántropos y vampiros, todos esperando a encontrarnos para tomar nuestras almas y hundirnos con ellos al infierno. Un ruido nos alerto de la presencia de alguien más, se escuchaba como un carruaje tirado por caballos, pero por la oscuridad no veíamos nada, me levante lentamente y logre sacar mi cuchillo de mi cinturón emitiendo una mueca de dolor. Cuando logramos divisar el carro, no era más que un carruaje que se estaba viniendo abajo y lo conducía un anciano-No tengo nada más que unas pocas patatas, no me roben por favor-dijo asustado al vernos armados y con expresiones fieras en nuestros rostros.
Con dificultad guarde el cuchillo otra vez en mi cinturón y vi como Jan bajaba su ballesta-No se preocupe, no vamos a robarle-dijo mi maestro con un tono respetuoso pero autoritario-Podríamos protegerle si nos lleva hasta París, no hay más de una hora de camino, mi hija se encuentra herida y necesita un médico-para la gente yo era su hija y podríamos inventar algo como que nuestro carruaje se había volcado o habíamos sido atacados por algún animal si alguien preguntaba que nos había ocurrido para que yo estuviera tan lastimada. Jan me tomo entre sus manos y me cargo para subirme al carro sin que yo hiciera gran dificultad-Muchas gracias-dije respetuosamente e inclinando mi cabeza en manera de reverencia al anciano-Gracias padre-repetí el agradecimiento a Jan una vez me coloco sentada en el carro
Los quince minutos que estuvimos caminando hasta que tuve que parar a tomar un poco de aire fueron una agonía constante, mi brazo dolía como el infierno y las heridas continuaban sangrando por alguna razón que desconocía. Después de que me senté Jan me tendió un poco de agua que me refresco mi garganta, que ya estaba seca después de el esfuerzo que estaba realizando. Debían ser alrededor de las 3 o 4 de la mañana para entonces, deberíamos estar solos en el bosque infestado con hijos de la noche, licántropos y vampiros, todos esperando a encontrarnos para tomar nuestras almas y hundirnos con ellos al infierno. Un ruido nos alerto de la presencia de alguien más, se escuchaba como un carruaje tirado por caballos, pero por la oscuridad no veíamos nada, me levante lentamente y logre sacar mi cuchillo de mi cinturón emitiendo una mueca de dolor. Cuando logramos divisar el carro, no era más que un carruaje que se estaba viniendo abajo y lo conducía un anciano-No tengo nada más que unas pocas patatas, no me roben por favor-dijo asustado al vernos armados y con expresiones fieras en nuestros rostros.
Con dificultad guarde el cuchillo otra vez en mi cinturón y vi como Jan bajaba su ballesta-No se preocupe, no vamos a robarle-dijo mi maestro con un tono respetuoso pero autoritario-Podríamos protegerle si nos lleva hasta París, no hay más de una hora de camino, mi hija se encuentra herida y necesita un médico-para la gente yo era su hija y podríamos inventar algo como que nuestro carruaje se había volcado o habíamos sido atacados por algún animal si alguien preguntaba que nos había ocurrido para que yo estuviera tan lastimada. Jan me tomo entre sus manos y me cargo para subirme al carro sin que yo hiciera gran dificultad-Muchas gracias-dije respetuosamente e inclinando mi cabeza en manera de reverencia al anciano-Gracias padre-repetí el agradecimiento a Jan una vez me coloco sentada en el carro
Evangeline Carluccio- Cazador Clase Media
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